Pocagar, el Tour de la madurez: invierno de gimnasio y clásicas, sentencia en los Pirineos y "cómo mantener el entusiasmo"

Pocagar, el Tour de la madurez: invierno de gimnasio y clásicas, sentencia en los Pirineos y “cómo mantener el entusiasmo”

El cuarto Tour no fue el más asombroso. Será recordado como el de la madurez, quizá como el Tour en el que Tadej Pogacar que tocó techo, en rendimiento pero también en ilusión. Nadie con 26 años había conquistado cuatro veces la Grande Boucle, a ninguno de los que alguna vez lo hicieron (Anquetil, Merckx, Hinault, Indurain y Froome) se le comprobó tampoco tan sorprendentemente hastiado. El nuevo Pogacar no ataca para ganar las tres últimas etapas seguidas, como en 2024. El nuevo Pogacar se conforma con vigilar de cerca a su inseparable Jonas Vingegaard. También con superar con una veteranía impropia las adversidades: ni le inmutó la pérdida temprana de su mejor gregario (Joao Almeida) ni los impactos de su propia caída en Toulouse.

El esloveno fraguó el éxito con el que iguala a Froome en algunos momentos tan estudiados como prematuros. La primera semana del Tour 2025 pareció hecha a su medida, una sucesión de esas clásicas que cada vez le motivan más. En el periplo por el Norte de Francia, Pogacar se dedicó a divertirse, a vencer (Rouen, Muro de Bretaña), a ponerse a prueba con el único ciclista que es superior a él en algo (Van der Poel) y en golpear mentalmente a Vingegaard: en los Pirineos se plantó con más de un minuto de ventaja, labrado fundamentalmente en la contrarreloj de Caen.

A continuación, el golpe maestro llegó en Hautacam. El único día malo del líder del Visma lo aprovechó Pogacar para lo que tan prematuramente era una sentencia del Tour, corroborada al día siguiente en la cronoescalada de Peyragudes. Sorprendentemente ahí, con cuatro victorias parciales y una superioridad demoledora, apareció el Pogacar nunca visto. El joven hambriento e indomable dejó paso al 'veterano' con calculadora. De ahí a París se dedicó a marcar a un Vingegaard al que ya sólo iba a rematar con sus acelerones sin piedad en los últimos metros. El Pogacar más inapetente dejó pasar tres lugares icónicos en los que levantar los brazos: Mont Ventoux, La Loze y La Plagne. Esa última jornada alpina, el pasado viernes, confesó que iba «contando los kilómetros» para acabar. Lo nunca visto.

«ha mantenido su nivel»

El invierno de Pogacar no fue esta vez de reinvención, como el anterior, en el que cada mañana se levantaba en la afrenta del Tour 2023, el segundo perdido consecutivamente ante Vingegaard. Entonces trabajó cada detalle de su posición aerodinámica (ya jamás volvió a perder con el danés una crono), su resistencia en las jornadas maratonianas de montaña... Entonces cambió de entrenador, de Íñigo San Millán (ahora en el Athletic) a Javier Sola. «Hicimos muchos cambios y la diferencia es evidente hoy. Tadej simplemente ha mantenido su nivel», admitía estos días en L'Équipe Jeroen Swart, el director de rendimiento del UAE desde 2019. «No ha habido ninguna novedad en concreto. Hemos insistido en la posición, en la aerodinámica, el skin suit (ropa de competición), el casco, la posición del cuello, la entrada y salida de curva... El convencimiento de que lo has hecho todo perfecto, para no tener remordimientos», desvela Joxean Fernández Matxin en EL MUNDO.

Pogacar, ganador en Hautacam.

Pogacar, ganador en Hautacam.ASO

La revolución fue el calendario. Y no es baladí. En vez del Giro, como en 2024, y desafiando toda lógica y consejo, Pogacar se aventuró en lo impensable, afrontar las clásicas europeas de primavera, terreno hostil. «Ahí no está en su habitad natural. Pero es una forma de motivación. Realmente es un campo que en el que un ganador de Tour nunca tuvo espacio. No veo a Vingegaard disputando una Roubaix. Le hizo cambiar el chip. Ya es un ganador de dos Flandes. Y la primera Roubaix queda segundo. Es el espíritu de no ser un prototipo de ciclista. Strade Bianche, San Remo... Eso a él le motiva», detalla Matxin.

Para esas clásicas de un día Pogacar varió su entrenamiento también. Trabajó más en el gimnasio, ganó masa muscular para adquirir mayor explosividad, aunque no perdió peso. De hecho, la versión 2025 del esloveno es la más estilizada que se recuerda, producto del «paso del tiempo». «Eso es un proceso natural. Cuando le conocí de amateur no me parecía ni ciclista. Ahora tiene músculo, definición... Hasta se le intuyen venas en sus piernas. Trabaja mucho con Víctor Moreno, especialista en rehabilitación», cuenta Matxin. «Comenzó sus sesiones de montaña más tarde en la temporada, lo cual siempre es un riesgo, ya que pasar del entrenamiento clásico al entrenamiento en altura requiere un período de asimilación. Esto podría haber tenido un efecto negativo en el Tour, pero nos alegra ver que no ha sido así», puntualizaba Swart.

Pero es como si toda esa ilusión de combatir con Van der Poel y los especialistas le hubiera abandonado donde se siente tan superior, el Tour. «A veces me pregunto qué hago aquí después de tres semanas. Luego, sientes cómo la gente te grita en la carretera y piensas que no se está tan mal», contaba él mismo estos días, mientras se situaba justo detrás de Froome en la lista de etapas vestido de amarillo (59).

Pogacar, con Vingegaard y Lipowitz, en el podio final.

Pogacar, con Vingegaard y Lipowitz, en el podio final.AFP

La incógnita que deja este Tour va también en cuanto a su rendimiento. El propio Swart deslizaba que quizá Tadej ha tocado techo. «Creo que está en su mejor momento. La pregunta ahora es cuánto tiempo podemos mantenerlo a este nivel, y ya no es cuestión de edad, sino principalmente de motivación. Con Tadej, lo más importante es mantener el entusiasmo. Le encantan las novedades, como intentar la París-Roubaix o intentar ganar la Milán-San Remo», deslizaba.

El ‘hipster’ Ben Healy, el inclasificable líder del Tour que se nacionalizó irlandés por sus abuelos

Actualizado Martes, 15 julio 2025 - 22:17

En las pedaladas desacompasadas de Ben Healy (Birmingham, Gran Bretaña, 2000) no se intuye rastro de eso que en el ciclismo se llama clase. No resulta agradable verle avanzar, casi siempre agarrado a las manetas superiores del freno y con la cabeza ligeramente inclinada hacia la derecha. Pero, más allá de la estética, lo del nuevo líder del Tour de Francia, un pequeño irlandés con pelo largo, barba y pendientes, se veía venir.

Para saber más

Desde incluso antes de llegar al profesionalismo en 2022, era famoso por sus locuras. Por intentar escaparse lo antes posible y, a poder ser, sin compañía. Con 18 años, Healy se convirtió en el ganador más joven de una etapa del prestigioso Tour del Porvenir. En solitario, claro. Como no había ningún equipo irlandés en la carrera de 2019, Healy y su compatriota Daragh O'Mahony fueron seleccionados para un combinado UCI junto a un peruano, un marroquí y dos corredores de la República Checa. Un año después, volvió a sorprender al mundo proclamándose campeón de Irlanda por delante de Nicolas Roche.

A Healy, puro carisma, el ciclismo le viene por su padre Bryan, que tampoco nació en Irlanda. Cuando era adolescente y ya comenzaba a despuntar en el equipo Wiggins, Ben decidió obtener la ciudadanía del país de sus abuelos paternos -que habían llegado a Londres desde Cork por motivos laborales en los 60-, donde veraneaba de niño. «Sentí que fue una buena decisión y, siendo sincero, al principio fue por las oportunidades, pero la conexión familiar estaba ahí, y ahora me siento realmente parte de Irlanda. Esa parte de la familia también está orgullosa de lo que he hecho. Vuelvo de vez en cuando, pero no tan a menudo por las carreras», reconocía recientemente.

Tras Elliott, Kelly y Roche

El aventurero Healy, un tipo que acostumbra a martirizar a sus compañeros de fuga y que cuenta entre sus hazañas la victoria de etapa en el Giro de 2023 (50 kilómetros en solitario), la de la última Vuelta al País Vasco (57) y la del pasado jueves, su estreno en el Tour, en Vire (43), pretende ahora conservar lo máximo posible el amarillo. «Esto es un cuento de hadas, un sueño hecho realidad. A partir de ahora, me centraré en la general para respetar el maillot amarillo e intentar conservarlo el mayor tiempo posible», lanzaba el lunes.

Healy es el cuarto irlandés que lo consigue y el primero en 38 años, desde Stephen Roche, el único ganador (aunque con sólo tres etapas con el liderato), por delante de Perico Delgado y completando en 1987 un histórico doblete con el Giro. Antes, Sean Kelly en el 83 (una etapa) y Seamos Elliott en 1963 (cuatro). «Es un poco hipster, pero sabe lo que quiere y tiene las piernas para conseguirlo. Es un verdadero luchador y un trabajador incansable», le reivindicaba Roche tras lograr el liderato.

Healy, que vive entre Girona y Andorra junto al ciclista profesional Tom Gloag, pedalea feo y mide poco más de 170 centímetros, pero es la forma de acoplarse en la bicicleta uno de sus puntos fuertes. «Es increíblemente aerodinámico y tiene una potencia increíble», le elogiaba ayer su compañero en el Education First- EasyPost, Harry Sweeny. En la lucha contra el crono lo demuestra.

Healy, el pasado lunes, camino de Le Mont-Dore Puy de Sancy.

Healy, el pasado lunes, camino de Le Mont-Dore Puy de Sancy.AFP

Es posible que hoy, en la etapa con inicio y final en Toulouse, logre mantener el liderato. Pero está por ver cómo rinde en la alta montaña. Es la gran pregunta que se hacía el Tour en el día de descanso. En cualquier caso, Healy es toda una incógnita, un tipo inclasificable que se formó en el velódromo, que de adolescente brilló en mountain bike y que este mismo año fue podio en la Lieja-Bastoña-Lieja (décimo en la Amstel y quinto en la Flecha Valona).

«El nivel de Pogacar y Vingegaard es increíble. Tendré que mejorar muchísimo si quiero reivindicarlo. Vi a Tadej después de la meta: súper fresco, mientras que yo estoy agotado. Pero espero poder volver al Tour algún día con mayores ambiciones», concedía en la llegada de Le Mont-Dore, donde observó con suspense y escoltado por su madre cómo su ventaja le daba el liderato. Porque, a sus 25 años, es sólo la tercera Gran Vuelta para Healy tras el Tour del año pasado y el Giro del 23. Hautacam, el jueves, pondrá a prueba al hipster irlandés nacido en Birmingham y los 29 segundos de ventaja que tiene con Pogacar.

La llamativa felicidad de Vingegaard y la "presión" del Visma contra Pogacar: "Estamos siguiendo nuestro plan"

La llamativa felicidad de Vingegaard y la “presión” del Visma contra Pogacar: “Estamos siguiendo nuestro plan”

En la inédita meta del Mont-Dore, pleno Macizo Central, casi 2.000 metros de altitud, Jonas Vingegaard mostraba una sonrisa como no se le recordaba. Tan llamativa como el poco rastro de esfuerzo en su rostro tras ocho puertos y 4.400 metros de desnivel acumulado. Tras haber secundado sin aparente dificultad el salvaje ataque del mejor ciclista del mundo apenas unos minutos antes. En la primera etapa de montaña del Tour de Francia no había logrado arañar ni un sólo segundo a Tadej Pogacar y a estas alturas, 10 etapas, sigue perdiendo 1:17 con su rival. ¿Entonces? «Estoy feliz con mis piernas, ha sido un buen día», avanzaba con una satisfacción que escondía algo más.

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Lo mental a veces también hace mover los vatios y esta vez casi todos los (agresivos) planes del Visma Lease a Bike salieron bien. Ganaron la etapa con Simon Yates, la guinda, y consiguieron aislar a Tadej Pogacar (de paso, perdió el liderato en favor del infatigable Ben Healy), quien, con su ataque final sin lanzador -ni rastro ya ahí de Jonathan Narváez o Adam Yates- no pudo soltar la rueda de Vingegaard. Desde hace tiempo son conscientes en el equipo neerlandés que tumbar al esloveno es labor colectiva. Ya lo experimentaron aquel inolvidable día camino del Granon. En la táctica de Richard Plugge, Grischa Niermann y compañía no parece haber lugar para el conformismo.

La estrategia viene labrada desde hace días y va más allá, al desgaste pensando en las "maratonianas etapas alpinas" donde supuestamente el físico escalador de Vingegaard y su resistencia podrían imponerse. Entre otras cosas, también pretende desconcertar de momento a un Pogacar que ya habló de una «carrera extraña» del Visma y que, además, ha tenido la desgracia de perder a Joao Almeida, su principal escudero. Desde la primera de las ocho ascensiones de ayer desataron la tormenta. En la escapada del día marchaban ya dos de sus hombres, avanzadillas Campenaerts y un Simon Yates que fue tapado hasta rematar en el puerto final. «Queríamos estar delante para probar cosas y correr con agresividad. No obstante, se ha dado la circunstancia de que podía pelear por la etapa y la he aprovechado lo mejor que he podido. El equipo tiene la moral alta pese a haberse llevado un pequeño golpe en la crono. Lo asumimos y seguimos adelante», admitió el ganador del último Giro de Italia, quien ya sólo pensará en ayudar a su líder.

De esos ataques «para poner presión» también habló el feliz Vingegaard: «No estábamos pensando en que (Pogacar) siguiera de amarillo, aunque hubiera tenido que pasar por el podio y le hubiera quitado algo de energía. Estábamos siguiendo nuestro plan, meterle presión a UAE. Tenemos un equipo muy fuerte y mis piernas están bien», desvelaba el danés.

Con todo eso consiguieron que el UAE Emirates, siempre tan poderoso, tuviera que tomar la responsabilidad en el pelotón, lo que fue haciéndoles perder piezas. Primero Sivakov, luego Nils Politt, al poco Tim Wellens. Cuando, en la subida sin catalogar previa al Col de la Croix de Sant Robert Sepp Kuss y Matteo Jorgenson lanzaron sus fuegos artificiales, ya apenas le quedaban hombres a un Pogacar que incluso respondió en primera persona al demarraje del estadounidense, que es quinto en la general.

Igual que en Le Mont-Dore, donde hasta Remco Evenepoel intuyó un resquicio por el que intentarlo (sin éxito). Así que, aislado ya, Tadej tuvo que poner orden con su zarpazo, al que un fresco Vingegaard respondió con más suficiencia de la habitual. «Sigo detrás de Pogacar, por supuesto, y tendré que recuperar tiempo en algún momento. Hoy (por ayer) y en lo que va del Tour, pude seguirlo, algo que no pude hacer en el Dauphiné. Demuestra que tengo un mejor nivel», se congratuló el aspirante.

Van der Poel recupera el liderato por sólo un segundo en una etapa en la que Pogacar permitió la primera fuga

Van der Poel recupera el liderato por sólo un segundo en una etapa en la que Pogacar permitió la primera fuga

El príncipe decretó libertad de movimientos y los súbditos se sintieron aliviados. Tadej Pogacar, tras doblegar a Jonas Vingegaard en la contrarreloj de Caen y asumir el liderato, proclamó que otorgaría vía libre a las escapadas en la excursión de este jueves y que estaría dispuesto a ceder el maillot amarillo. Una estrategia diseñada para dosificar energías en esa interminable carrera de fondo que es el Tour. Todo enfocado a reducir los minutos de presencia en el podio y ganar descanso.

Otra jornada de alto voltaje ganada por el irlandés Ben Healy (EF Education-EasyPost), un osado cazador de etapas, y en la que Mathieu van der Poel (Alpecin-Deceuninck) volvió a ascender a la primera plaza del podio.

Aligeradas las riendas por Pogacar, el pelotón salió desbocado de Bayeaux, con actores de rango superior en la pelea por fraguar la fuga buena. Tras varios intentos, a la falta de más de 100 km, el espléndido Van der Poel consiguió rodearse de un selecto grupo para abandonar la compañía del grupo principal en las quebradas sendas normandas.

Dientes de sierra

Al neerlandés no le incomoda portar la distinguida prenda amarilla -ya la lució en la segunda, tercera y cuarta etapa- y no disimula sus intenciones. A su ofensiva se unieron los irlandeses Healy y Eddie Dunbar (Jayco-AlUla), los estadounidenses Quinn Simmons (Lidl-Trek) y Will Barta (Movistar), el colombiano Harold Tejada (Astana), el británico Simon Yates (Visma-Lease a Bike) y el australiano Michael Storer (Tudor). Van der Poel era el mejor clasificado, a 1.28 de Pogacar, seguido de Healy, a 7.37.

Aventureros de mucho nivel, perseguidos por un dadivoso UAE, que arriesgó lo mínimo en las carreteras en las que se recordó la figura del ídolo Jacques Anquetil. En un recorrido de dientes de sierra, los escapados lograron estirar la renta hasta superar los seis minutos de ventaja en el tramo decisivo de la etapa, en unos últimos 60 kilómetros salpicados con cuatro cotas que dificultaba la caza.

Un trazado de dientes de sierra en el que Healy se desenvolvió con soltura. A falta de 30 se marchó en solitario, exhibiendo esas notables cualidades de clasicómano que le permitieron esta temporada ganar una etapa en la Vuelta al País Vasco, ser tercero en la Lieja-Bastoña-Lieja, cuarto en la Strade Bianche y quinto en la Flecha Valona. En 2024 terminó séptimo en el Mundial de ruta y en 2023 se anotó una etapa en el Giro de Italia. Un sobresaliente palmarés para un corredor de sólo 24 años.

El pelotón del Tour, el jueves, camino de Vire Normandie.

El pelotón del Tour, el jueves, camino de Vire Normandie.AFP

El ataque de Healy sólo tuvo una respuesta tardía e ineficaz de Simmons y Storer. El irlandés se presentó en el final de Vire Normandie, con 2.44 de ventaja sobre la pareja de perseguidores. Van der Poel, agotado y vacío, llegó a 3.58. Pogacar se presentó a 5.27. Por un segundo, el nieto de Raymond Poulidor recuperó el liderato. Un premio a la agonía de otro desenlace copiado de la Vuelta y el Giro, con repechos y final en rampa. Un regalo para el ciclismo de taquicardia.

Este viernes, nueva cita propicia para Van der Poel, con final el Muro de Bretagne, la icónica cima en la que logró su primera victoria en el Tour, en 2021.

Un casco sin visera, la profecía cumplida de Pogacar y la contrarreloj más decepcionante de Vingegaard: "Me sorprendió, no voy a mentir"

Un casco sin visera, la profecía cumplida de Pogacar y la contrarreloj más decepcionante de Vingegaard: “Me sorprendió, no voy a mentir”

Hace un mes, en ese simulacro del Tour que fue el Criterium Dauphiné tan contundentemente ganado por Tadej Pogacar, el esloveno se dejó un resquicio, una tarea pendiente, una pequeña y aparente debilidad. En la contrarreloj entre Charmes sur Rhone y Saint Péray, poco más de 17 kilómetros, perdió 28 segundos con Jonas Vingegaard (y 48 con el ganador Remco Evenepoel). «No es algo que me estrese nada. Estoy seguro de que cuando llegue el Tour de Francia no voy a perder tanto tiempo», despejó, son su suficiencia habitual. Profecía cumplida.

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En tierra de calvados, en la normanda Caen donde Óscar Freire ganara a Tom Boonen al sprint en 2006, todo el ímpetu inicial de Vingegaard sufrió un zarpazo. Pogacar, casi al nivel de ese dios de la aerodinámica llamado Evenepoel, no sólo se acercó al danés, le golpeó con una desmesurada ventaja de 1:05 en los 33 kilómetros planos y soleados, sin dificultades técnicas y sin viento que influyera. Le vino a revivir los fantasmas del pasado Tour, donde también le tumbó en las dos ocasiones en que se las vieron contra el crono.

Tadej tortura sin compasión a su rival. En cualquier muro final de estos días, a la mínima ocasión de rascar una bonificación o, más duro, en el terreno donde menos se le espera. Pero el esloveno no es sólo genialidad y talento. Es también trabajo. Su mejora individual contra el reloj se explica en el pasado invierno, en su obsesión por el túnel del viento, en los detalles de su Colnago, en sus días en el velódromo valenciano Luis Puig, con la afrenta de Combloux 2023 clavada con chinchetas en su amor propio. El pasado mes de mayo, a pesar de la lluvia y el tráfico abierto, ya viajó a Normandía a inspeccionar el trazado de esta quinta etapa. Nada al azar. «En el Dauphiné acabé muy decepcionado. Miré todos los detalles que hice mal, probé material y creí en mí mismo. Tal vez Vingegaard no haya tenido su mejor día. Me sorprendió, no voy a mentir», confesó. En unas semanas, más de un minuto y medio de mejora.

Antes de imaginar el porvenir. El año pasado agarró el liderato en la cuarta etapa y ya no lo saltó. Quizá, por sus palabras, esta vez pretenda otro escenario. Porque este jueves, camino de Vire Normandie, otra 'clásica', «puede que sea un día para la escapada, que alguien se meta en ella y se haga el maillot amarillo...». El viernes, el Muro de Bretaña. Él decidirá si quiere calma o no. «Llevamos cinco etapas y todas han sido rapidísimas. El recorrido de este año es muy nervioso, y te obliga a estar atento todos los días. Estoy muy contento de haber cogido el amarillo, pero también sabemos que la carrera puede hacerse muy larga de aquí a París. A partir de ahora, nuestra prioridad será mantener la ventaja que tenemos respecto a los rivales de la general, y no necesariamente el maillot. Vamos a mantenernos lo más tranquilos posible», deslizaba el líder del UAE, que actualmente es primero en la general, en la montaña y en la regularidad.

Pogacar, con el maillot de líder del Tour.

Pogacar, con el maillot de líder del Tour.LOIC VENANCEAFP

Pero también hay detalles en sus rivales. Remco ha acreditado desde hace tiempo que no hay nadie como él en la especialidad. Pero el belga honra su maillot arcoíris y su oro olímpico. La temporada pasada, tras sus éxitos, quiso ir más allá y pidió a la marca que fabrica los cascos para Soudal Quick Step (Specialized) una mejora, concretamente en la visera. Junto con los técnicos, la ahuecó en la parte frontal y le dio mayor altura en los laterales, para que el flujo de aire penetrara por ahí. Una evolución mínima pero efectiva. «En EEUU, en Morgan Hill (California), donde los ciclistas vienen a realizar pruebas en el túnel de viento, contamos con un maniquí Remco, lo que nos permitió trabajar en esta visera durante 2024 y ofrecerle algunos prototipos cuando vino en noviembre», confesaba en L'Equipe, el ex ciclista Léo Menville, ahora técnico de Specialized.

«Necesitaba que las piernas respondieran. Creo que no podría haber ido más rápido de lo que he ido, así que nuestros planes han dado su fruto. He procurado ser muy regular en el esfuerzo, yendo un poco más fuerte en las subidas que en las bajadas. La estrategia ha sido perfecta y todo ha salido bien», explicaba Evenepoel, segundo ya de la general -tras la victoria número 21 en contrarreloj en su carrera-, en un panorama similar al de estas alturas en el pasado Tour, aunque hasta él mismo es consciente de que aún no es su tiempo en la Grande Boucle: «Algún año vendré a por la victoria en la general... pero todavía es un poco pronto».

Evenepoel y su esposa Oumi Rayane, tras la victoria en Caen.

Evenepoel y su esposa Oumi Rayane, tras la victoria en Caen.EFE

En el otro lado... Ni su director se explicaba la decepcionante tarde de Vingegaard, que un rato de antes de partir había seguido desde el coche del Visma Lease a Bike la (gran) actuación de su compañero Edoardo Affini (tercero). «Esperábamos más. Aunque esto no cambia nada, la lucha sigue mañana», pronunciaba Grischa Niermann, a la espera de poder hablar con Jonas, de intentar conocer las razones de su mala tarde, peor incluso que la de Primoz Roglic.

Aunque para penurias, las de Enric Mas. Todas las buenas señales mostradas por el balear en los primeros días fueron echadas por tierra en Caen, donde se dejó más que ninguno de los que optan al Top 10, casi tres minutos. «Tengo que analizar lo que ha fallado. He dado todo», admitía, tan lejos de sus compañeros, séptimo Iván Romeo en la primera contrarreloj de su vida en el Tour, décimo Pablo Castrillo.

Pogacar y la antología de sus 10 hazañas más memorables: granizo, 'sterrato', adoquines y fugas de 100 kilómetros

Pogacar y la antología de sus 10 hazañas más memorables: granizo, ‘sterrato’, adoquines y fugas de 100 kilómetros

El príncipe adorna su espléndido palmarés con una cifra redonda en la cita más emblemática. Tadej Pogacar, como no podía ser de otra forma, sumó su victoria 100 en su querido Tour. Con 26 años ya superado a Miguel Indurain y Fausto Coppi y persigue a Jacques Anquetil (123) o Alejandro Valverde (133). Lejos quedan, entre otros, Bernard Hinault (146) y Eddy Merckx (279). «Llegar a 100 en el Tour es algo increíble», dijo al término de la etapa del martes. En su corta historia ya ha rubricado triunfos antológicos, como tres ediciones del Tour de Francia, un Giro de Italia, tres Lieja-Bastoña-Lieja, dos Tour de Flandes o cuatro Giros de Lombardía. Este es un decálogo de un espectáculo sublime.

Vuelta al Algarve. 21/02/2019. Victoria 1ª

El debutante se presentó en sociedad con ese desparpajo que aún conserva. En una etapa con final en el puerto de Foia se situó a la estela de Poels, Enric Mas, Van Baarle y Geoghegan Hart y a falta de 300 metros les sorprendió con un explosivo sprint en rampa. Marca de la casa. Público y rivales quedaron asombrados por el chico fichado por Matxin, ganador del Tour del Porvenir. El neófito se enfundó el maillot de líder y mantuvo esa privilegiada posición hasta el final de la ronda. "Es mi primera victoria en un equipo World Tour y eso supone que, hasta ahora, es el mejor día de mi vida", dijo Pogacar en aquella inolvidable fecha en la que comenzó todo.

Vuelta a España. 01/09/2019. Victoria 6ª

El esloveno se estrenó en la ronda española imponiéndose en la etapa más dantesca de este siglo. El trayecto entre Andorra y el alto de Els Cortals d'Encamp estuvo azotado por una brutal granizada. En el sterrato del último puerto, los corredores se retorcían y entre todos sobresalía la figura del niño prodigio, que superó en la cima a Nairo Quintana por 23 segundos y a Roglic por 48. ''Hemos tenido unas condiciones extremas, el frío ha sido terrible'', exclamó el colombiano. ''Pogacar no es una apuesta, sino una certeza. Es un campeón'', avisaba Matxin. En esa edición, Pogacar también ganó en Los Machucos y la Plataforma de Gredos. Fue tercero en la general.

Tour. 19/09/2020. Victoria 16ª

Cronoescalada antológica entre Lure y La Planches des belles Filles, 36,2 kilómetros para encumbrar al chaval como el segundo vencedor más joven de la historia del Tour de Francia: 21 años, 11 meses y 30 días. Una ascensión en la que fue aclamado por unos espectadores alucinados. Su gloriosa imagen contrastaba con el sufrimiento extremo de Roglic: finalizó descompuesto, salivando, con el casco ladeado. La imagen de la derrota en el Tour de la pandemia.

Lieja-Bastoña-Lieja. 25/04/2021. Victoria 23ª

Su primer Monumento lo rubricó tras sorprender a los favoritos Valverde y Alaphilippe y a los combativos Gaudu y Woods. En el último tramo de la prueba neutralizó las ofensivas del español, que buscaba su quinto título en LaDecana. ''Ganar aquí es un sueño. No soy quién para decir si soy el rey del ciclismo'', bromeó Pogacar.

Strade Bianche. 05/03/2022. Victoria 34ª

Triunfo de autor en la clásica del sterrato, con una fuga de 50 kilómetros nacida en la colima de Sante Marie. Su ataque rompió a un pelotón incapaz de organizarse para la neutralización. El esloveno se presentó en la plaza del Campo de Siena con 37 segundos de ventaja sobre Valverde.

Tour de Flandes. 02/04/2023. Victoria 56ª

El primer gran éxito que atentaba contra la lógica. La clásica belga de muros y adoquines está destinada para el lucimiento de robustos rodadores, no para corredores livianos. El esloveno ejecutó una demoledora estrategia de desgaste para eliminar a Van der Poel, Pedersen y Van Aert con tres ataques: el primero a 55 km de meta, en la subida al Viejo Kwaremont; el segundo a 44 km, en Paterberg, y el tercero, en un descenso a falta de 18 km. Llegó a la meta de Oudenaarde con 17 segundos de renta sobre Van der Poel.

Giro de Italia. 25/05/2024. Victoria 76ª

Toda la majestuosidad de Pogi quedó reflejada en la segunda ascensión al Monte Grappa, en la penúltima jornada de su único Giro de Italia. El esloveno, como ya hizo en muchas ocasiones, adelantó que iría a por la victoria porque esa cima se encuentra cerca de su país. Se marchó a falta de 36 kilómetros. Mientras otros se asfixiaban en la subida, él tenía tiempo para regalar un bidón a un niño y recriminar a un espectador por empujarle. Escaló pletórico y se presentó en la meta con dos minutos de ventaja sobre Valentin Paret-Peintre. Sexta victoria de etapa en una carrera que dominó de manera insultante: fue líder desde la segunda jornada y superó al segundo de la general, Daniel Felipe Martínez, en cerca de 10 minutos.

Mundial de ruta. 29/092024. Victoria 86ª

La cuadratura de círculo. La culminación de las escapadas épicas. En el campeonato de Zúrich se fugó a falta de ¡¡¡100 kilómetros!!! ante la estupefacción de sus rivales. La gran locura. Saltó en la cuarta de las siete subidas al muro de Witikon y durante más de dos horas mantuvo un pulso frenético con el pelotón, con poco más de un minuto de ventaja. El final fue agónico, pero cuando comenzó a menguar su ventaja y parecía que iba a ser neutralizado, exhibió una enorme capacidad de sufrimiento. Apretó las manos en el manillar, aceleró y se presentó en la meta con 34 segundos de ventaja sobre O'Connor. Mas fue octavo. Triple corona para Pogacar: Giro, Tour y Mundial en el mismo año, algo que sólo habían logrado Merckx y Roche.

Giro de Lombardía. 12/10/2024. Victoria 88ª

Un soberbio ataque a 48,5 km de meta, en la subida a Colma di Sormano, proporcionó a Pogi la cuarta edición consecutiva de la ronda italiana, igualando el récord de Coppi. Llegó a la meta con 3.16 de ventaja sobre Evenepoel, la mayor diferencia entre el primero y segundo clasificado desde 1971, cuando Merckx ganó a Bitossi por 3.31.

Critérium Dauphiné. 14/06/2025. Victoria 98ª

Show inolvidable en la etapa reina de la ronda francesa, con ascensiones a Madeleine y Croix-de-Fer y final en Valmeinier 1800. Una excursión con cerca de 5.000 metros de desnivel. En la última subida, sin levantarse del sillín y a falta de 12 kilómetros para la meta, noqueó a Vingegaard y dejó finiquitada la general de la carrera francesa, una de las pocas citas de una semana que faltaba en su rico palmarés.

Pogacar impone su potencia en Rouen y ya suma 100 victorias

Pogacar impone su potencia en Rouen y ya suma 100 victorias

Tadej Pogacar es el ciclista centenario. La victoria número 100 de su carrera llegó en una etapa del Tour, la cuarta, para la historia, para celebrar una efeméride impactante. Tadej ha llegado a esa cifra a los 26 años y 290 días. Sólo Giuseppe Saronni, Eddy Merckx y Freddy Maertens alcanzaron más jóvenes semejante honor. Dado que Saronni y Maertens eran fundamentalmente sprinters, fecundos especímenes que, por sus características, coleccionan muchos triunfos, la pugna con Merckx se mantiene desde las alturas más inaccesibles del ciclismo.

El esloveno ebatió in extremis a Mathieu van der Poel, ambos en un grupito selecto en el que figuraban Jonas Vingegaard y Remco Evenepoel. Pero no Primoz Roglic y Enric Mas. No era Normandía país para velocistas puros y sí para que los primeros de la general jugasen sus bazas buscando morder o, algo menos, arañar segundos. Sobre el Tour sobrevolaba la figura eximia de Jacques Anquetil, el ciclista con la mezcla más atractiva de calidad y glamour de la historia, el primero en ganar cinco Tours. La etapa concluía en Rouen, donde nació en 1934 (en realidad, en un pueblo de su distrito) y fue a morir en 1967. Y quien mejor le homenajeó mientras se homenajeaba a sí mismo fue Pogacar.

Hay etapas de montaña y etapas con montañas. Las primeras, etapas de guerra, indican un recorrido compacto de altas cumbres. Las segundas, etapas de guerrillas, un trayecto más o menos quebrado con picos no tan temibles. A veces sólo molestos. Y hay etapas con montañas en las que éstas, montañitas en realidad, pero con su dureza, se apretujan en muy pocos kilómetros, generalmente los finales. Etapas como ésta de Rouen, en la que, en los últimos 50 kilómetros del corto parcours de 174, se apiñaban cinco subidas, dos de tercera y tres de cuarta. Etapa de esfuerzos breves pero muy próximos entre sí, muy concentrados. Etapas así, más que otras, son como los melones. No se sabe cómo van a salir hasta que se abren.

zafarrancho múltiple

Y ésta salió en dos actos con una fuga de cuatro hombres desde el principio y un zafarrancho múltiple, la parte mollar, al final. El pelotón, controlado por el Alpecin del líder, dejó que el danés Kasper Asgreen (Education First), el noruego Jonas Abrahamsen (Uno-X) y los franceses Lenny Martínez (Bahrain) y Thomas Gachignard (Total Energies) abrieran camino. Pero no les permitió que cogieran poco más de dos minutos. Atraparon a todos menos a Martínez en la segunda cota, la de Belbeuf. A Martínez le echaron mano en la tercera, la de Bonsecours.

A partir de ahí empezó a arder Troya. El UAE endureció la carrera. Las fieras coronaron la cuarta cota, la de GrandMare con Tim Wellens (UAE) defendiendo su jersey de lunares. Pero no estaba ahí la pelea. Estaba más lejos en la pretensión y más cerca en la distancia. Estaba en la etapa. Estaba en el número 100. Estaba en los segundos que se odían arrebatar entre sí los grandes.

Van der Poel, en el pelotón, camino de Rouen.

Van der Poel, en el pelotón, camino de Rouen.AFP

En la quinta cota, la se Saint-Hilaire (800 brutales metros al 10,6% de media y tramos del 15%) ya no ardía Troya. Estallaba. Atacaba Pogacar, que coronaba en cabeza. Se le unía Vingegaard. Ahi estaban los dos. Ellos por delante y encima de todos. Luego en el descenso, Remco y su grupito cerraban el hueco. En el brevísimo pero intensísimo repecho final, Pogacar se adelantaba a Van der Poel y a Vingegaard. El neerlandés conserva el amarillo gracias a las bonificaciones.

Y ahora llega, el miércoles, la primera contrarreloj de las dos de este Tour: 33 kms., bastante larga para lo que se estila en estos tiempos. Llana donde las haya, la de menos desnivel de toda la Grande Boucle. La parte más alta del recorrido se alcanza a los 62 metros sobre el nivel del mar. Marcará diferencias. Jornada ideal para los especialistas. Sobre todo para Evenepoel. ¿Y para el multiusos Pogacar?

El Tour de los meritorios españoles: 16 años años de sequía desde Contador y el relevo que no llega

El Tour de los meritorios españoles: 16 años años de sequía desde Contador y el relevo que no llega

Se cumple más de un lustro del último paseo triunfal por los Campos Elíseos y una década de sequía en el podio. Añoranza de los tiempos de Alberto Contador y Alejandro Valverde en el Tour de Francia. Ahora, los españoles acuden a la ronda gala con un rol secundario. El relevo no llega. Sólo un equipo y 10 corredores (cinco menos que en la edición anterior) estarán en la Grande Boucle, que arranca el sábado en Lille. Sin Juan Ayuso (la dirección de UAE prefiere que no comparta carreras con Tadej Pogacar) y el accidentado Mikel Landa, los únicos que optan al top ten son Enric Mas (Movistar) y Carlos Rodríguez (Ineos). El podio se antoja una utopía.

«Ahora, los españoles nos damos cuenta lo que realmente cuesta ganar el Tour de Francia y valoramos lo que lograron Delgado, Indurain, Contador, Sastre o Pereiro. España hace mucho tiempo que no conquista esa carrera, pero lo mismo sucede con Italia y Francia», apunta el ex seleccionador Pascual Momparler.

El técnico valenciano considera que no debería pasar mucho tiempo para volver a sonreír en el Tour: «Creo que Carlos Rodríguez está llamado a hacer cosas importantes. Ya ganó un etapón.El Tour le quiere. La dureza de las jornadas y el calor le vienen bien, lo que pasa es que se ha topado con un nuevo Caníbal [Pogacar] y con la aparición de Vingegaard».

Carlos Rodríguez (séptimo en 2024) es uno de los pocos ganadores de etapa: venció en la 14ª de la edición de 2023. Ese mismo año, Ion Izagirre se anotó la 12ª y Pello Bilbao, la 10ª. Los españoles, que antaño asumían la capitanía de los equipos, ahora se marchan lejos para ejercer de gregarios, como Marc Soler (UAE) o Raúl García Pierna y Christian Rodríguez (Arkea), o para cazar etapas, como Izagirre y Álex Aranburu, en Cofidis

Cosechar triunfos parciales es el objetivo de un ciclismo que antes era insaciable. Ahora se cumplen 16 años de la última victoria de Alberto Contador. Desde 2009 ningún español ha llegado de amarillo a los Campos Elíseos. Samuel Sánchez fue segundo en 2010, Purito Rodríguez, tercero en 2013 y Valverde, tercero en 2015. Diez años de sequía en el podio.

Mompaler advierte de que hacer pronósticos sobre el papel de los españoles en el Tour tiene una validez relativa: «El Tour es imprevisible. Ahora recuerdo la primera vez que ganó Contador, nadie le esperaba y el gran favorito era Christophe Moreau, que venía de arrasar en Dauphiné. Javier Mínguez definía muy bien al Tour cuando decía que era como "un victorino, que cada día cornea al alguien, da igual que vaya de amarillo, blanco o verde».

Cuestión de ciclos

Eleuterio Anguita, seleccionador español de categoría júnior, recalca que el ciclismo siempre se mueve por épocas y que debemos ser pacientes con la progresión de los españoles: «Venimos marcados por un pasado glorioso y ahora nos cuesta más ganar, estamos ahí, en el casi. En este momento nos hemos encontrado con dos campeones, Pogacar y Vingegaard, que dejan al resto en un segundo escalón. Esto es cuestión de ciclos. España, por tradición y genética, siempre ha tenido grandes corredores, volveremos a ganar. Yo trabajo con chavales y veo la gran calidad que tienen, pero es complicado vaticinar hasta dónde llegarán. Ahora, los equipos fichan a chicos con 16 años, como ha hecho el Ineos con Bejamín Noval, para ponerlos pronto en las grandes carreras. El ciclismo ha cambiado, ya no es el de antes».

Momparler también tiene confianza en el presente y augura buenos réditos para Ivan Romeo, el nuevo estandarte del Movistar en el Tour, campeón de España en ruta, y el más joven del Tour'25: «Ivan presenta un perfil muy parecido al Luis León Sánchez , tiene mucha seguridad en sí mismo. Ahora debuta y estoy convencido de que tiene estudiado muy bien en qué etapa puede atacar». En el Movistar también confían en la osadía de Pablo Castrillo y el ímpetu de Iván García Cortina.

Javier Guillén, director de la Vuelta a España, comparte el argumento de la carga del brillante pasado. «Indurain, Contador o Sastre nos acostumbraron mal. Ganar es muy difícil, hace varios que no lo conseguimos, pero eso no significa que los corredores que tenemos no sean buenos. Al contrario, contamos con una gran generación, que ya está consiguiendo objetivos y que van a sumar muchos más», apuntaba en el homenaje por las 90 ediciones de la Vuelta. El directivo de Unipublic sueña con un duelo Pogacar-Vingegaard para la prueba que comenzará el próximo agosto. Dos fenómenos que frenan el relevo español.

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

Lenny Martínez, el nuevo ídolo francés, vence en la coronación de Pogacar en el Critérium Dauphiné

El príncipe sigue extendiendo su imperio hasta las fronteras más lejanas. Infinita relación de conquistas para un emprendedor infatigable. Crece el territorio de Tadej Pogacar ante el asombro de unos rivales frustrados. El triple ganador del Tour de Francia se adjudicó este domingo su primera edición del Critérium Dauphiné, una ronda en la que ha arrasado con tres victorias de etapa. Una nueva exhibición que sirve para adornar un palmarés monumental, con 99 triunfos. El 100 llegará en el Tour de Francia. Lenny Martínez (21 años), el nuevo talento francés, se anotó la etapa de clausura tras aprovechar el impulso de la escapada buena de la jornada.

La carrera francesa ha sido el último test antes de afrontar el Tour de Francia (5-27 de julio). En esta semana se ha visto que Pogacar atraviesa por un óptimo estado de forma. Sólo mostró alguna debilidad en la contrarreloj del martes, en la que Remco Evenepoel firmó un ejercicio superlativo. El belga, que advirtió de que había acudido al Dauphiné sin intención de subir al último peldaño del podio, atesora un buen margen de mejora. Terminó cuarto en el Dauphiné. Pogacar le respeta mucho. Jonas Vingegaard (segundo) llega mejor que el pasado año, pero lejos del nivel del esloveno. Enric Mas (séptimo) ha acelerado y asoma como el español con más opciones de entrar el top ten. El balear estuvo este domingo muy activo y se metió en la fuga que animó la jornada, nacida a 115 kilómetros.

Una escapada en la que se coló Van der Poel, que intentó la aventura en solitario a falta de 56 km, e Iván Romeo, que hizo de gregario de Enric Mas. El mallorquín rompió el grupo con tres ataques en el último puerto. Descolgó a Van Gils, Lutsenko, Healy, Paret-Peintre y Armirail. Sólo aguantó su ofensiva Lenny Martínez. El francés, muy astuto, aprovechó un momento en el que Mas acudió a una moto de asistencia para recoger un bidón de agua para superarle e irse camino de la meta de Val Canis.

Al 11 km de la llegada, Martínez impuso un ritmo constante que hizo imposible la neutralización de sus perseguidores. Primero apretó Evenepoel, luego Vingegaard. A la estela de ambos Pogacar, impasible, exhibiendo una insultante superioridad. El esloveno, sin querer, se marchó con el danés y el cedió la segunda plaza de la etapa. En la meta fue aclamado por el público, también fue ovacionado Romain Bardet, que se despidió como profesional. Se retira un veterano e irrumpe un chaval que está destinado a firmar páginas gloriosas en el ciclismo francés.

La conquista de la general del Critérium Dauphiné sirve para que Pogacar adorne un palmarés soberbio en el que figuran, entre otros, Tour de Francia (tres ediciones), Giro de Italia (una), Lieja-Bastoña-Lieja (tres), Strade Bianche (tres), Giro de Lombardía (cuatro), Tirreno-Adriático (dos), Tour de Flandes (dos), Flecha Valona (dos) Mundial del ruta (una), París-Niza (una), Volta a Catalunya (una) o Amstel Gold Race (una).

El esloveno, con sólo 26 años y seis temporadas, suma 99 triunfos, ha superado a los míticos Miguel Indurain o Fausto Coppi y persigue a Jacques Anquetil (121) o Alejandro Valverde (133). Lejos, pero no imposible, queda Bernard Hinault (146). Insuperable se antoja Eddy Merckx (279).

Pogacar apabulla otra vez con su segunda victoria consecutiva en el Critérium Dauphiné

Pogacar apabulla otra vez con su segunda victoria consecutiva en el Critérium Dauphiné

Se repitió la historia. Bueno, no. Fue la misma historia, fue su continuación, no su repetición. Tadej Pogacar aceleró y se acabó, repetida o no, continuada o no, la misma u otra, la historia. Jonas Vingegaard, admirable en su esfuerzo, agachó la cabeza y punto final.

Trepaban ambos, en compañía de una treintena de ilustres, por la última dificultad de la etapa, la Montée de Valmeinier 1.800. Perseguían a un Romain Bardet que está dando las últimas pedaladas de su vida deportiva. Se retirará en este Dauphiné, en el que, orgulloso, profesional, ha asomado varias veces la testa antes de humillarla por la fuerza de los hechos. Ya en el Tour ejercerá de comentarista. Formó con Thibaut Pinot y Warren Barguil el trío de aspirantes a devolver a Francia el trono de la Grande Boucle. Estuvieron bastante cerca, pero no remataron, y todavía, ¿hásta cuándo?, y desde 1985, Bernard Hinault se mantiene como último francés en reinar en la Corte gala (y mundial) del ciclismo.

Merecía Bardet esta digresión a modo de homenaje. El grupo de notables lo atrapó a falta de 13 kms. para la llegada, situada en la mismísima cima del puerto, un obstáculo hors catégorie de 16,5 kms. de longitud, con una pendiente media de 6,7% y una máxima de ocho, en el ese macizo en el que, según tires por una carretera u otra, acabas en el Galibier o en el Télégraphe. No era tan duro como la Madeleine o la Croix de Fer, que se habían subido previamente, pero seguía siendo muy exigente y, además, las piernas de todos venían acusando esos esfuerzos anteriores. Puro desgaste.

La etapa había comenzado como se descorcha una botella de espumoso. Un estampido, un surtidor de espuma y el líquido que se derrama hacia las copas. La gente salió de estampida. El primero... ¡Campenaerts! Una excentricidad. Una broma. Atacaban, respondían, se juntaban, se separaban Kuss, Johannessen, Lutsenko, Buchmann, Armirail, Paret-Peintre, Jorgenson, Traeen, Higuita, Healy, Buitrago, Romeo...

Estábamos en la Madeleine, 246 kms. al 6,2% de media y con una pendiente máxima del 10%. Bajaron todos la Madeleine y luego ascendieron la Croix de Fer (22,4 kms. al 6,9% de media y al 10% de máxima. Bajaron la Croix de Fer y muy poco después, luego de un ancho valle con subiditas precursoras del envite final, afrontaron Valmeinier. Ya habíamos visto al honrado y esforzado Bardet, muy cerca, además, de su terruño, despidiéndose del ciclismo antes del definitivo adiós del domingo.

El grupo fue adelgazando y quedándose como un silbido. Cuando atacó Sepp Kuss, compañero de Vingegaard en el Visma, pensamos que podría establecer una cabeza de puente para el danés. Detrás tiraba Sivakov, el único amigo que le quedaba a Pogacar. Pero el esloveno, que hizo de aguador para su compañero, no necesita a nadie. Es autosuficiente. Kuss duró un suspiro. Y entonces, a 11 kms. de la meta, saltó Tadej.

En realidad, él no salta. Ni demarra. Sólo acelera. Y basta. Vingegaard, de nuevo, no pudo seguirle. Y menos Evenepoel. El pelotón ya no merecía en absoluto tal nombre. Estaba completamente diseminado. Pogacar mantenía las distancias y Vingegaard, pese a todo el tipo. No perdía mucho, aunque sí lo suficiente. Al final, Tadej aflojó un poco, seguramente no por falta de fuerzas, y Jonas, exhausto, eso sí, terminó a 14 segundos. Lipowitz, a 1:21. Johannessen, a 2:26. Evenepoel, a 2:39. Enric Mas fue séptimo a 3:48. Y Carlos Rodríguez, noveno a 3:51, como Paul Seixas, undécimo. En la general manda Pogacar con 1:01 sobre Vingegaard. Lipowitz está a 2:21. Evenepoel, a 4:11. Noveno es Carlos Rodríguez a 7:41. Décimo, Enric Mas a 7:43. No se les ha visto mucho. Pero ahí están. Confiemos en que, en la última etapa, lucen algo más.

Décima victoria de la temporada para Pogacar. Y 98 de su carrera. Si redondea el Dauphiné con la última etapa y la general, alcanzará las 100. Una cifra redonda en sí misma y más aún por la categoría de los triunfos. Tadej sigue incrementando su leyenda en vida. Una vida deportiva aún corta que afronta el reto de ser en el futuro aún más radiante que en el pasado y el presente.