En un partido de mediocre y nervioso, pese al cansancio del Cádiz, el Madrid buscó solucionar la Liga. Aunque creo que el objetivo en el horizonte es ser el dios de la Champions: Godot en Londres.
Francamente, el primer periodo fue para una siesta. El Madrid salió lento, movía el balón con un lánguida parsimonia, mientras el Cádiz apareció con la urgencia de un último intento de salvación de un condenado al descenso.
Siempre me choca que los equip
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El Real Madrid ya es campeón de Liga. Los blancos, de menos a más pensando en las semis de Champions contra el Bayern, vencieron con comodidad al Cádiz (3-0) y confirmaron el título tras la derrota del Barça ante el Girona. Es el 36º campeonato liguero para los blancos, el tercero en las últimas cinco temporadas y el segundo deCarlo Ancelotti desde que regresó en 2021 para iniciar su segunda etapa en el banquillo. Desde entonces, en tres cursos, acumula dos Ligas, una Champions, una Copa y dos semifinales continentales más.
Brahim, con un golazo extraordinario y una asistencia a Bellingham en el 2-0, fue el mejor de un equipo que disfrutó de la vuelta de Courtois, clave en un mano a mano frente a Chris Ramos previo al primer gol.
En la mente de todo ser humano presente este sábado en el Bernabéu estaba el partido del miércoles ante el Bayern. Así lo demostró el público, tranquilo a pesar del 0-0 de la primera parte, y así lo demostró Ancelotti, con una unidad 'B' en su once inicial. Carvajal, Modric, Nacho y Camavinga fueron los futbolistas más titulares, debutó Courtois en Liga y Militao, Ceballos y Arda Güler jugaron por primera vez de inicio en Chamartín en este campeonato doméstico. A su lado, miembros del fondo de armario como Fran García, Ceballos, Brahim y Joselu.
Enfrente, un Cádiz antepenúltimo, necesitado de puntos para acercarse al Celta, al Mallorca y a la salvación. Los de Pellegrino montaron un muro delante de la portería de Ledesma y se aprovecharon de la extrema relajación del Madrid durante la primera hora de partido.
Alguna arrancada de Fran García, algún detalle de Arda y varios regates de Brahim aceleraron el ritmo de los blancos, pero los de Ancelotti estuvieron espesos con balón y fueron demasiado horizontales en la mayoría de los intentos. El Bernabéu, en horario de siesta, apenas se inquietó.
En el 10, Militao probó a Ledesma desde lejos. Fue la ocasión más clara del Madrid en la primera parte. Con el paso de los minutos, el Cádiz se vio capaz de enlazar alguna posesión y puso en peligro a Courtois con las carreras de sus hombres de banda. En el 21, Zaldua alcanzó la línea de fondo y puso un balón atrás que Chris Ramos, de primeras, no acertó a enviar a gol.
En el 32, Sobrino le ganó un duelo cuerpo a cuerpo a Militao y llegó hasta el área, donde en vez de ceder a un compañero buscó el uno contra uno ante Nacho, que respondió a la acción y desvió el balón a córner cuando el delantero cadista se preparaba para definir ante Courtois.
Tras el descanso, el Madrid mantuvo las mismas bajas revoluciones del inicio y sólo despertó cuando Courtois se vistió de nuevo de héroe, 335 días después de su último partido oficial, para evitar el gol de Chris Ramos. Militao, todavía lento a la espera de recuperar ritmo tras la lesión, tardó demasiado en entregar un pase a Nacho y el delantero del Cádiz lo interceptó. Aceleró sobre la carrera del defensa español, que no quiso derribarle para no ver la roja directa, y se plantó ante Courtois. El belga aguantó los amagos y sacó el remate con el cuerpo, plantando el mismo muro que en la final de París ante el Liverpool.
Despierta el Madrid
La acción, que hará debatir al cuerpo técnico para las próximas semanas, desató al Bernabéu y a sus compañeros. Al minuto, en el 51, Brahim conectó un disparo extraordinario con la derecha hacia la escuadra izquierda de Ledesma y anotó el gol que acercaba la Liga al Madrid. Del 0-1 al 1-0. Es el talento de un equipo campeón.
El tanto encogió al Cádiz, deseoso de puntos pero sin el fútbol necesario para hacer daño a su rival. El Madrid, a los pies de Camavinga, que dio un recital en el centro del campo, creció con el paso de los minutos y con el cansancio de los andaluces. Ancelotti empezó a pensar en cambios y en el ritmo necesario para el miércoles, y dio entrada a Bellingham para que jugara 25 minutos.
En su segundo toque al balón, el inglés entregó rápido a Modric y buscó el área pequeña para empujar a gol una asistencia perfecta de Brahim desde la zona derecha del área. Su 18º tanto en Liga.
El gol sentenció del todo al Cádiz dejó visto para sentencia el título para el Madrid, con la cabeza, ahora sí al 100%, en el Bayern. No habrá celebración ni visita a Cibeles. El tanto de Joselu tras un gran esfuerzo y un generoso pase de Nacho puso la guinda a una tarde histórica para los blancos.
Once meses después, el hombre que levantó el muro de París para que el Real Madrid ganara su decimocuarta Copa de Europa volverá a jugar un partido oficial con el conjunto blanco. Parece mentira y conviene recordarlo: el equipo de Carlo Ancelotti, en la orilla del título de Liga y peleando por una nueva final continental, lleva 335 días sin contar en su alineación con el mejor portero del mundo. Este sábado, en la tarde que puede convertir al Madrid en campeón de Liga si gana y el Barça no lo hace, Courtois volverá a ser titular.
La última vez que el nombre del belga se anunció de inicio fue el 4 de junio de 2023 ante el Athletic, hace once meses. Después llegarían las vacaciones, la pretemporada y el pasado 10 de agosto, fecha terrible para el guardameta. Ese día, en el césped de Valdebebas, mientras preparaba la primera jornada de Liga, notó un crac en su rodilla izquierda, se fue al suelo y los resultados fueron contundentes: rotura del cruzado.
A sus 31 años, la lesión le dejaba prácticamente fuera de la temporada, situando su regreso ocho meses más tarde, en abril, siempre dependiendo de la rehabilitación, los problemas que pueden surgir en el proceso y el nivel que mostrara en su vuelta a los entrenamientos. En ese momento, nadie en el Madrid contaba con él para la temporada. No por no desearlo, sino por no presionarle. Le dieron calma física y mental y se fichó a Kepa para sustituirle.
Días eternos en Valdebebas
Pero Courtois, en silencio, comenzó a acortar plazos en su recuperación. «Es normal que la gente te olvide cuando estás lesionado», admitió en enero. Comenzó a andar sin muletas unas semanas antes de lo esperado y empezó con los entrenamientos de movilidad y fuerza, siempre aconsejado por los servicios médicos del Madrid y casi siempre en Valdebebas, donde pasó mucho más tiempo que cuando estaba sano. Por las tardes, en casa, hacía ejercicios adicionales para exprimir la rehabilitación. Ni un día de descanso.
En el móvil, mensajes de Asensio o Falcao, compañeros que también habían sufrido lesiones en el cruzado. «Todos me dicen que se necesitan de 9 a 10 meses para volver a tu mejor nivel», explicó en una entrevista para el medio belga Sporza. En su cabeza tampoco estaba volver esta temporada. «Si no juego más partidos esta temporada, está bien», declaró. No había prisas.
En febrero, dos meses antes de su objetivo, ya estaba realizando algunos ejercicios con el resto de sus compañeros, y a finales de marzo se le esperaba para completar al 100% las sesiones con la plantilla. Sin embargo, el 19 de marzo llegó otro crac, esta vez en la rodilla derecha, durante un ejercicio en Valdebebas. Alarma total, porque otra lesión de cruzado en la otra rodilla era terrible para su físico, su carrera y mente. Por suerte, las pruebas fueron amables dentro de la dificultad del momento: rotura del menisco. Ocho semanas de baja. Otra vez muletas.
Después del Bayern... "Veremos"
Los plazos volvían a dejar a Courtois fuera de la temporada del Madrid. Esas ocho semanas marcaban su alta a finales de mayo, ya con toda la competición liguera terminada y con la hipotética final de Champions como único evento disponible, toda vez que el belga ya había descartado su presencia en la Euro.
Y de nuevo, «la fuerza mental y física» de Courtois, reconocen en el club, le han devuelto a los entrenamientos, a la convocatoria y a la titularidad antes de tiempo. El 21 de abril, un mes después de la lesión y cuatro semanas después de dejar las muletas, volvió a entrenar con el grupo. Entró en la lista para la ida ante el Bayern y hoy ante el Cádiz será titular. «Puede aportar, tiene ilusión y es una gran noticia para nosotros», admitió Ancelotti, que anunció a Lunin como titular contra el Bayern pero no descartó a Courtois si pasan a la final: «La primera final es el miércoles. Después veremos».
La salida de Eric García del Barça fue una de las operaciones más inesperadas del mercado de verano del año pasado. El club estaba negociando casi a contrarreloj para asegurarse las cesiones de Joao Félix y Joao Cancelo y la marcha del central rumbo al Girona acabó por convertirse en un mal necesario. Según desveló ayer el propio Xavi en la antesala del duelo por el segundo puesto que se vivirá este sábado en Montilivi (18.30 horas), el fair play financiero se impuso a los criterios deportivos. Y el defensa, que entendía que no iba a tener muchos minutos, también puso de su parte para buscar un destino en el que sí tuviera opción de conseguirlos. Y vaya si los ha logrado.
Míchel, el técnico de un Girona que escuchará por primera vez en su historia el himno de la Champions en Montilivi la temporada que viene, ha confiado ciegamente en sus posibilidades. En la Liga, ha sido una pieza absolutamente determinante. A pesar de que fue suplente en el primer encuentro en el que tuvo opciones de jugar, en casa, ante Las Palmas, por la premura de su fichaje. A partir de ahí se convirtió en titular indiscutible. En total, ha jugado 25 de 29 partidos posibles, en los que sólo abandonó el campo antes de cumplirse el tiempo reglamentario en tres ocasiones. Y los cuatro que se ha perdido hasta ahora, en este caso, se debieron a unos problemas físicos y a una lesión muscular que le mantuvo de baja durante 26 días.
En la primera vuelta, Eric García fue titular en el duelo en el que el conjunto gerundense se impuso al Barça por 2-4. Y, casi con toda seguridad, lo será este sábado en la visita de los azulgrana a Montilivi, un estadio en el que el Girona no conoce la derrota. En la temporada 2017-18, la del estreno del Girona en Primera División, se impuso por 0-3. En la segunda, en la campaña 2018-19, venció por 0-2. El curso pasado, con muchos más problemas, acabaron por llevarse un sufrido triunfo por 0-1.
El central, al contrario de lo que ocurre con otro cedido por el Barça, Pablo Torre, no tiene en su contrato una cláusula que le impida medirse a sus ex compañeros. La forma en la que se cerró su salida, prácticamente a última hora, y con la entidad que preside Joan Laporta negociando también las llegadas de los Joaos, provocó que se prescindiera de la que muchos denominan cláusula del miedo y que tuviera así la posibilidad de lucirse ante, por ahora, su ex equipo. Por ahora, porque el propio Xavi ya se ha encargado de recalcar que la intención es recuperarlo. «Se fue por el fair play, yo no quería que se fuera. Las circunstancias son las que son y la idea es que vuelva», aseguró el entrenador del Barça. El verano pasado, el conjunto azulgrana tenía prácticamente overbooking en el centro de la zaga, con nombres como los de Jules Koundé, Íñigo Martínez, Andreas Christensen o Ronald Araujo que se unían a los del propio Eric García. Cinco futbolistas para dos puestos, si bien la situación puede ser muy diferente el curso que viene, a pesar de que, a todas luces, Pau Cubarsí también tendrá mucho que decir.
La posible salida del central uruguayo, para lograr unos ingresos muy necesarios, por dolorosa que sea su venta, unida al hecho de que tampoco se harían ascos a negociar por Andreas Christensen y de que ya se empieza a especular que Íñigo Martínez podría no seguir la temporada que viene, parecen destinadas a propiciar que el viaje de Eric García al Girona vaya a ser, definitivamente, de ida y vuelta.
La pregunta se repite en el vestuario y en cada zona mixta. Se la hacen sus compañeros, sus entrenadores y los periodistas que viajan con él a cada destino. "Toni, ¿qué vas a hacer?" El futuro de Kroos tiene en vilo a la directiva del Real Madrid, a cada trabajador del club, a la prensa y al aficionado. Ahora, quizás, más que nunca, mientras se observa "el mejor momento" del centrocampista alemán desde que es jugador del conjunto blanco. Palabras mayores que llegan desde la ciudad deportiva madridista, donde viven el día a día con él y donde a pesar de las cuatro Champions ganadas y los 10 años de carrera en Chamartín, nunca le han visto así.
Con "así" se refieren a la mezcla entre su nivel futbolístico y su liderazgo dentro y fuera del terreno de juego. Durante años, Kroos, capital en la década prodigiosa del Madrid, se mantuvo en un escalón mediático inferior a los Cristiano, Benzema o Modric. Los tres con al menos un Balón de Oro en sus manos. Los tres representantes de una época inigualable. Y mientras ellos ganaban, Kroos miraba. Acumulaba excelentes actuaciones, presencias en los equipos ideales de la Champions, la UEFA y la FIFA, pero siempre detrás de sus compañeros. Sólo hay que ver las nominaciones al Balón de Oro. Estuvo en la lista en 2014, 2015, 2016 y 2017, pero desde entonces no han considerado incluirle. Ni siquiera en 2018, con la Champions del Madrid, con el Balón de Oro a Modric, la segunda posición de Cristiano y con Varane, Courtois, Bale, Benzema, Ramos, Marcelo e Isco entre los 30 mejores del mundo. Todos menos él.
En 2018, tras la salida de Cristiano, se deslizó su nombre entre las posibles salidas para reconstruir el Madrid y se le unió para casi siempre a la edad de Modric, cuatro años mayor que él. Kroos tenía 28 en 2018, entraba en la mejor etapa de un futbolista. Y lo ha demostrado. Renunció a la selección por el Madrid y por su carrera y terminó negando su propia premonición: decía que se iba a retirar a los 32 y aquí sigue, hoy, con 34.
Los datos, a su favor
Esta temporada tiene el mejor porcentaje de pase de todos los centrocampistas de LaLiga y la Champions (95,3%, el mejor de su carrera), ha regresado a Alemania para liderarla en la Eurocopa de su casa y debe decidir qué hacer la próxima temporada. El Madrid quiere que siga, y más que eso, necesita que siga. "No hay nadie como él", admiten los que trabajan con él cada día en Valdebebas.
Los datos acompañan la teoría. Además del porcentaje de pase, Kroos es el mediocentro con mejor rating (nota media contando diferentes estadísticas) de LaLiga para la plataforma 'WhoScored', por delante de Ilkay Gündogan y Fede Valverde. Es el mediocentro que más balones largos exitosos realiza por partido (8,4) y el tercero que más pases clave da por encuentro (2,1).
En el Allianz Arena, se inventó el gol de Vinicius. Literalmente. Con su brazo derecho le señaló al brasileño el destino de su desmarque y con el pie encontró el hueco para que el delantero anotara el 0-1. Tocó el balón más veces que nadie, 98, dio más pases que nadie, 79 (tres errores), ganó más duelos que nadie, siete, realizó más intercepciones que nadie, cuatro, y creó más ocasiones que nadie, tres.
Falta de herederos
Una exhibición que confirma, aunque no hacía falta, las reflexiones del club sobre él. La dirección técnica, que en los últimos años ha acumulado juventud y potencial en el centro del campo con Tchouaméni, Camavinga, Valverde y Bellingham, todavía no ha encontrado un perfil joven similar a Kroos o a Modric. "Hay una falta alarmante de ese perfil en el fútbol mundial", cuentan desde dentro. Y un breve repaso lo confirma. Las estadísticas ponen a Kroos y Gündogan como los mejores mediocentros del curso junto a Rodri. Hay algunos que apuntan alto, como Vitinha (PSG), y otros, como Barella (Inter), que llevan un par de años siendo los mejores de los 'humanos', pero nadie invita a pensar en lo sobrenatural de Kroos.
Por eso el Madrid necesita y espera el "sí" de su renovación, al menos por una temporada más, mientras sigue viendo evolucionar a sus jóvenes y rastrea el mercado en busca de joyas ocultas. El miedo al "no" existe, pero la confianza en el "sí" gana porque ven al propio Kroos consciente de lo extraordinario de su nivel y de su importancia en el equipo.
La máxima exigencia de una semifinal de Champions se llevó por delante los buenos deseos del PSG en Dortmund. El equipo de Luis Enrique acumuló el 57% de posesión y 158 pases más que el Borussia, por lo que terminó corriendo casi 10 kilómetros menos. Sin embargo, su déficit en la presión y su falta de acierto en las áreas resultaron determinantes. "Los jugadores no son robots ni máquinas. Nos faltó intensidad en un ambiente adverso", admitió el técnico asturiano.
El PSG perdió demasiados duelos ante un adversario más limitado técnicamente, pero con mucha mayor determinación. Nuno Mendes y Bradley Barcola parecían cohibidos, como Warren Zaire-Emery, sin esa potencia de las últimas semanas para proyectarse en ataque. Por no hablar de Kylian Mbappé y Ousmane Dembélé, las estrellas de su ataque, sin la precisión necesaria ante una de las defensas más vulnerables de la Champions.
Mbappé sólo pudo disparar una sola vez, al poste, a lo largo de 90 minutos y su actuación recibió el suspenso del diario L'Equipe (4/10). El astro francés completó dos de sus siete regates y ganó tres de sus 10 duelos sobre la hierba del Westfalenstadion. Su falta de liderazgo contrastó con el acierto de Mats Hummels, autor de uno de sus mejores partidos de los últimos años. Los remates al poste de Mbappé y Achraf Hakimi prolongaron la racha del PSG, el equipo que más veces se ha estrellado contra la madera en la vigente Champions (10).
El mal tino de Dembélé
Dembélé, en su regreso a Dortmund, recibió los pitos de la hinchada amarilla cada vez que entraba en contacto con el balón. El extremo, autor de dos lanzamientos algo precipitados durante el tramo inicial, nunca supo marcar la diferencia y desperdició en el minuto 77, con un remate alto, la mejor ocasión parisina.
La imagen de Lucas Hernández tirado sobre la hierba durante varios minutos tras el gol de Niclas Füllkrug, antes de abandonar el partido por lesión, era la de un equipo sorprendido y dominado. Un solo pase de Nico Schlotterbeck bastó para perforar al centro del campo y la defensa parisina y hacer rugir el Muro Amarillo. Y aún pudo ser peor si Julian Brandt logra definir ante Gianluigi Donnarumma una clara oportunidad en el minuto 84.
Mensaje optimista
Dejando a un lado las preguntas sobre haber renunciado a cuatro cambios, Luis Enrique reiteró durante la rueda de prensa un mensaje de optimismo: "Vamos a clasificarnos para la final". Para ello será necesario elevar el nivel táctico y físico, especialmente en lo que respecta a su defensa: Nuno Mendes sufrió demasiado en el carril izquierdo ante Jadon Sancho. Pero Luis Enrique apenas cuenta con margen de maniobra por la probable baja de Lucas Hernández, víctima de su problema en la rodilla izquierda y sustituido en el eje de la zaga por Lucas Beraldo.
La inexperiencia del brasileño y la irregularidad manifiesta de Danilo convierten al capitán Marquinhos en el único central con galones para aguantar física y mentalmente, a un rival que viene mostrando gran peligro cada vez que logra pisar el área rival. Tras eliminar al Atlético de Madrid, el Edin Terzic podría dar la sorpresa en el Parque de los Príncipes y convertirse en la gran revelación en la final de Wembley.
El PSG se montó en una montaña rusa en Dortmund y pasó mucho miedo, porque pudo el Borussia meter hasta cuatro goles. El caduco toque- toque de Lucho es absolutamente ridículo. Y no lo tiene fácil para alcanzar la final. Perder por uno a cero siempre es puñetero.
Salvo el ataque de la caballería rusticana de los primeros quince minutos, el PSG estuvo en numerosas rápidas jugadas zarandeado por un Dortmund, muchísimo más intenso, más rápido y, sob
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La cabeza erguida buscaba el contacto visual con Vinicius. La curva del cuerpo no parecía presagiar nada, pero la mano ya indicaba dónde llegaría el pase al brasileño. Los rivales le habían concedido un par de metros y Toni Kroos no desperdició la oportunidad. Suya fue ayer la majestuosa asistencia para el 0-1, obra cumbre de otra gran noche para el Real Madrid. «No hay palabras para definirle. Es un jugador top, crucial para nuestro juego, por el modo en que controla los tiempos y por sus pases», admitió Carlo Ancelotti.
La felicidad de Carletto, como la de la mayoría de sus futbolistas, no sólo se ceñía al empate que había enfriado el cráter del Allianz. Se trataba, más bien, de la satisfacción por haber hecho emerger de nuevo ese temple competitivo con el que salir a flote tras una situación límite. Porque después de tres triunfos consecutivos en Múnich, el 14 veces campeón volvió a sudar ayer como corresponde en unas semifinales. El 2-2 no sólo le otorga cierta ventaja para el Bernabéu, sino que también le permite igualar su propio récord en Champions, donde ya suma 11 partidos sin perder, igualando el registro de la temporada 2016-17. Otro motivo de celebración para los 4.000 madridistas que lo vivieron en directo en Múnich. Los que disfrutaron de las virguerías de Vinicius y los errores groseros de Kim Minjae. Los que corearon la maestría de Kroos durante los 76 minutos que pisó la hierba.
«Me ha regalado un gol. Le conozco muy bien. Y él a mí», sonrió Vinicius, con ese brillo tan peculiar en los ojos. Aún parecía saborear el placer del balón al espacio ante Manuel Neuer y el desdichado Minjae. Una cortesía de Kroos, que durante la primera parte cerró una asombrosa estadística. Según la contabilidad de OPTA, 15 de sus pases lograron romper una línea de presión rival. El mejor rival en ese aspecto, Leon Goretzka, sólo pudo filtrar cinco.
«Nos faltaba para ganar los duelos»
«Durante la primera parte hemos defendido con poca intensidad y les dimos la posibilidad de controlar el juego. Nos faltaba para ganar los duelos, pero tras el descanso hemos presionado más, hemos sido más agresivos», analizó Ancelotti, sin pudor a la hora de señalar los defectos de su equipo. Antes de que se cumpliese el minuto 23, el Bayern había rematado ya siete veces ante Andriy Lunin, incluidos dos saques de esquina. Un fuego graneado al compás de sus tambores. La atronadora artillería de siempre en el Allianz Arena, la guarida de un equipo que, a estas alturas de la temporada, suma en la Bundesliga cuatro puntos y seis goles más que el año pasado. Cualquier menosprecio al Bayern en la Champions debería pagarse con la excomunión. Tan intolerable como conceder un par de metros de más a Kroos.
Desde aquella cesión en el Leverkusen, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, Toni había jugado ocho veces contra el Bayern, pero nunca logró siquiera un pase de gol. Ni siquiera en las dos últimas eliminatorias de cuartos y semifinales (2017 y 2018), ya en su plenitud madridista. Quizá por ello, ese gesto con el que indicó el camino para el 0-1 dejó tan boquiabierto a Rodrygo. «¡Qué pase, increíble!», exclamó el delantero, víctima de un clamoroso penalti por parte de Minjae. «Siempre le decimos que siga. No un año, sino muchos más. Me encanta jugar con él», añadió el brasileño. El recital del 8 en Múnich se antojaba ayer el preludio de algo grande en el Bernabéu. «Aún habrá que sufrir, pero ahora en un ambiente que todo el mundo conoce», anticipó Ancelotti. Vinicius, más conciso, presagió una «noche mágica».
Más le vale al Bayern recuperar pronto a Matthijs de Ligt, baja ayer de última hora. Su ausencia como central diestro dejaba un poco más desguarnecida la zona donde Vinicius revolotearía ante Joshua Kimmich. Así que Thomas Tuchel recurrió a Minjae, un central fichado este año del Nápoles. Sin el poderío físico del neerlandés, con ciertos problemas a campo abierto, el coreano al menos aportaría el buen criterio ofrecido durante la primera mitad de curso, donde se había consolidado como el mejor defensa del Bayern.
150 partidos para Müller
Los peligros del Real Madrid, máximo anotador de la Champions al contragolpe con seis goles, se basaban en las transiciones, pero Minjae nunca supo cómo perfilarse para sujetar a Vinicius a campo abierto. Esa debilidad en los dominios de Neuer frustró cualquier amago de épica para Tuchel. «El Madrid ya lo ha hecho antes: marcar dos goles en dos ocasiones. No somos el primer equipo que lo sufre. Deberíamos haber anotado el 3-1, pero luego les regalamos un penalti», admitió el ex técnico del PSG.
Desde aquella liguilla de 2016 con el Dortmund, hasta la inolvidable eliminatoria de 2022 al frente del Chelsea, Tuchel siempre había sabido poner al Madrid ante el desfiladero. Por eso, una situación tan desesperada como la actual convertía a su equipo en un rival aún más peligroso. La elección inicial por Thomas Müller, en detrimento de Serge Gnabry, supuso una apuesta algo nostálgica, con la que el capitán pudo celebrar su 150º partido de Champions. Un hito de la competición, igualando el registro de Iker Casillas en el Madrid. El récord absoluto de partidos en un mismo club aún lo ostenta Xavi Hernández (151).
La influencia de Müller, relegado en los últimos tiempos a un papel casi residual, sólo pudo interpretarse desde lo emotivo. Porque Tuchel se reservaba la baza de Raphael Guerreiro, uno de los futbolistas más infravalorados de la Champions. La mera presencia del portugués ordenó la ofensiva del Bayern, que pudo orientar a Jamal Musiala y Leroy Sané hacia el gol. La diferencia entre jugar a pie natural o pie cambiado giró radicalmente el partido.
Mazraoui y Rodrygo, en dura pugna por un balón.AFP
Había que remontarse a octubre, ante el Darmstadt 98 en la novena jornada de la Bundesliga, para asistir al último gol de Sané. Pero como de talento anda sobrado, el canterano del City aprovechó la escasa implicación de Rodrygo para silenciar a los críticos. Desde el otro perfil, Musiala andaba ya abusando de Lucas Vázquez. Con apenas 21 años ya se siente capaz de dominar una semifinal de Champions.
La designación de Clement Turpin, con quien el Madrid había ganado sus seis partidos, levantó cierto malestar en Alemania. Sin embargo, nada pudo objetarse al francés, que señaló sin dudar los 11 metros tras el derribo de Lucas a Musiala y el de Minjae sobre Rodrygo. «Para la vuelta tenemos que ser más clínicos. Será un partido abierto. Hay que mejorar en las defensas individuales y ser más fuertes», finalizó Tuchel.
Si abril es el mes más cruel, según escribió el poeta, será porque suele incluir una cruce de Champions con el Bayern. El madridista ha perdido la cuenta de todas las primaveras que quedaron suspendidas en Múnich para bien o para mal, para la gloria final de mayo o la espera del próximo abril.
Por no faltar a la tradicional cita con el miedo, Lunin tuvo que hacer la primera parada en el minuto uno. Fue la obertura de un cuarto de hora de acoso ale
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Si frente a un equipo alemán el mejor futbolista alemán juega en el Madrid, hay poco más que añadir. Kroos ordenó a sus jugadores y hasta a los contrarios como lo hace un profesor cuando entra en clase. Se acabó el descontrol, las carreras y los papelitos. Cada uno en su sitio. Kroos los colocó a todos. A los suyos, con la pelota; a los rivales, sin ella. Puso el equilibrio que el Madrid necesitaba en un arranque caótico y puso el desequilibrio n
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