Ni dudas ni reproches a Morata por el fallo: "Creemos en este equipo para lo que viene"

Ni dudas ni reproches a Morata por el fallo: “Creemos en este equipo para lo que viene”

España también pierde. "Pero perder así duele más", resumió Oyarzabal. Lo cierto es que no están acostumbrados en los últimos dos años. Portugal le endosó la segunda derrota de la era De la Fuente desde el punto de penalti y no pudo revalidar su título de campeona de la Nations League. Después de 20 victorias y cuatro empates desde el 20 de marzo de 2023, la tanda se le volvió esquiva. La tuvo de cara hace apenas unos meses contra Países Bajos, con un Unai Simón estelar que, esta vez no apareció, y le condenó el fallo de Álvaro Morata en el cuarto penalti.

Ninguna mirada fue al capitán, pese a que sus dos últimos lanzamientos los ha fallado. Anoche y en el verano de 2021 en las semifinales de la Eurocopa con el italiano Donnarumma bajo palos. "Nada que reprocharle a Morata. Le ha dado mucho más al equipo que nosotros a él", admitió Zubimendi.

La fortuna sonrió al conjunto de Roberto Martínez, que venía con un regusto agridulce de las dos que se tuvo que jugar en la Eurocopa. Ante Eslovenia en octavos le salió cara porque Diogo Costa paró los tres lanzamientos y no dio opción. No pudo repetir efectividad con Francia en los cuartos, pero ante Morata volvió a aparecer.

La selección parecía que se reservaba siempre este último recurso para la Liga de Naciones. Desde aquel partido ante Croacia que culminó con el lanzamiento a sangre fría de Carvajal, la había evitado hasta el pasado mes de marzo, cuando en Mestalla eliminó a los neerlandeses.

En Múnich, no pudo cerrar la victoria en los 120 minutos de juego porque los lusos le cerraron todos los caminos. "Ha sido un partido de tú a tú, porque ellos son parecidos a nosotros, con individualidades muy buenas. El partido ha estado en los detalles", analizó Zubimendi, que vio al equipo "plano en la segunda parte".

Ahora bien, la derrota no deja dudas: "Ahora duele y es difícil sacar algo positivo, pero hay que valorar las tres finales consecutivas que llevamos. Creemos en este equipo para lo que viene". Palabra de Zubimendi.

Goleador de finales

A España no le sirvió ni siquiera tener a Oyarzabal en el campo, una pieza estratégica para De la Fuente en el ataque y que tiene un idilio con las finales. Gane o pierda España, el vasco es protagonista. Si ante Francia asistió a Nico Williams y a Merino para los primeros dos goles, en la final fue un quebradero de cabeza para Gonçalo Inácio y Rúben Dias. El donostiarra es capaz de descender del área y generar espacios para Pedri, de asistir a Lamine y Nico en las bandas o aparecer para cazar sus centros. Por momentos, se vuelve indetectable. Pero se muestra hábil en el juego de espalda y gana en ese cuerpo a cuerpo con los centrales. Lo probó Konaté y también Inácio, a quien le ganó un balón que acabó con el gol de Zubimendi, el segundo como internacional.

Empató el excelso Nuno Mendes, pero apareció de nuevo Oyarzabal para recoger un pase de Pedri y, a la carrera y con un toque, batir de nuevo a Inácio y a Diogo Costa. Era su décimo gol con España, lo que le convierte en el máximo goleador de Luis De la Fuente y alarga su mito de hombre que siempre aparece en las finales.

Marcó el único gol de España en la final de la Nations de 2021 ante Francia (1-2), se perdió la de 2023 porque una lesión de cruzado le apartó de toda la fase de clasificación y volvió a la selección para marcar el gol de la victoria en la pasada Eurocopa ante Inglaterra. Hasta en los Juegos de Tokio dejó su marca goleadora en el 3-1 que dio el oro a Brasil. Frente Portugal, otra vez en una final de la Liga de Naciones, también marcó, pero empató Cristiano y ya no estaba en el campo cuando llegaron los lanzamientos desde los once metros.

Desde la grada vio la final el hombre que está en el tercer escalón de los máximos goleadores de España, Fernando Torres, que marcó 38 en 110 y, de momento, mantiene la ventaja de uno sobre Álvaro Morata. En el palco se pudo abrazar con Jesús Navas, embajador de la final junto al ex central del Real Madrid Pepe. Ambos fueron ganadores de la Nations League que ayer levantó de nuevo Portugal, como en 2019.

Desde la grada lo vivieron Luis Figo y José Mourinho. La presencia del técnico desató los rumores sobre la confianza de la Federación lusa en Roberto Martínez. El cambio en la presidencia , a la que ha llegado el ex colegiado Pedro Proença, alimenta la sensación de que el español, con contrato hasta 2026, está siendo examinado. A su favor, el abrazo que le dio Cristiano Ronaldo al acabar el partido y el primer título que suma Portugal desde 2019.

Cruel destino con Morata en el momento de su punto y final

Cruel destino con Morata en el momento de su punto y final

El destino es cruel con Morata, no hay duda. El fallo en el penalti nunca es únicamente el fallo de quien lo lanza, puesto que, una vez llegados a la tanda, es que han fallado otras cosas. España se descompuso después de avanzarse por dos veces en el marcador para entrar en una prórroga incierta. Tanto que Unai Simón se lo tomó con calma, mucha calma, a la espera de que el colegiado señalara el final. Esta vez, sin embargo, el destino no sonrió al portero como ocurrió ante Croacia, en la anterior Liga de Naciones. Escogió a otro compañero para señalarlo.

Morata no debía estar ahí. En el otoño de su carrera, con una diáspora que hace difícil situarlo en el mapa del fútbol, no jugó ni un minuto en la semifinal frente a Francia ni fue titular contra Portugal. Sin Nico ni Lamine ni Oyarzábal ya sobre el campo, alguien tenía que lanzar. El único error de los nueve lanzamientos fue el suyo. Un fallo que no lo derramó en lágrimas, como otras veces, con la mirada en el infinito mientras esperaba la entrega de trofeos, pero que tiene el aroma de un punto y final. La selección crece en calidad, competitividad y juventud, pese a esta caída de la que De la Fuente debe sacar conclusiones, más allá de los penaltis, como también de la pérdida de control en los últimos minutos ante Francia.

Al contrario que Morata, Oyarzábal es un nueve con silenciador, incluso para la polémica. No habita bajo los grandes focos de Madrid o Barcelona en la Liga. Tampoco bajo los focos de la Champions, aunque haya disputado la competición con la Real Sociedad. Ni siquiera bajo los focos de los debates permanentes. La influencia de sus apariciones con la selección es, en cambio, de un valor cualitativo enorme. Apariciones es, además, la mejor forma de definir su juego, porque no hablamos de un delantero que está en el área, sino que aparece y desaparece, sin ofrecer referencias, con el mismo silencio que le rodea.

El vasco asistió ante Francia y marcó contra Portugal, de la misma forma que fue el hombre que definió el gran título de esta generación ante Inglaterra, la Eurocopa, a la espera del Mundial, el próximo año. Sin un nueve puro en España a lo Haaland, Lewadowski o incluso el eterno Cristiano, es el señalado para el puesto, un jugador que también falló un penalti en una tanda fatídica, ante Italia, pero entonces fue un punto y seguido, no un punto y final.

El Unicaja aparta al Barça en la prórroga y se cita en semifinales con el Real Madrid

El Unicaja aparta al Barça en la prórroga y se cita en semifinales con el Real Madrid

Actualizado Lunes, 9 junio 2025 - 00:19

Unicaja le devolvió al Barça el golpe del primer partido de la serie de cuartos de los playoffs de la ACB. Los de Joan Peñarroya, que contaron con un Jabari Parker implacable (37 puntos, 37 de valoración), dilapidaron una máxima ventaja de 10 puntos en el cuarto periodo para que los locales, de la mano de un Tyson Pérez todo corazón, forzaran una prórroga en la que, pese a algún coletazo azulgrana, de nuevo con Parker como gran protagonista, el conjunto malagueño acabó por imponerse por 97-95 y selló así su clasificación para unas semifinales en las que se medirá al Real Madrid y que arrancan a partir del próximo miércoles con dos partidos consecutivos en el Movistar Arena.

El equipo de Ibon Navarro se las arregló para castigar de inicio un aparente exceso de permisividad en el tiro exterior que mostró el Barça en el primer cuarto para anotarse una primera victoria parcial por 24-18 con Kameron Taylor y Melvin Ejim como jugadores locales destacados, cada uno con seis puntos en su casillero después de haber llegado a atesorar una máxima ventaja de 8 puntos en el primer periodo del duelo. Los azulgrana, mientras con Parker algo más entonado que el resto de sus compañeros, pero lejos también de su versión más implacable y con Kevin Punter siguiéndole tímidamente de cerca solo un punto por debajo.

Punter, precisamente, sí se mostraría voraz en un segundo cuarto en el que, pese a que los locales lograron marcharse pronto por diez puntos en el luminoso (30-20) con sendos triples de Olek Balcerowski y Alberto Díaz de por medio, el Barça se las arregló para igualar el marcador, primero, y ponerse por delante, por mucho que esa alegría acabara por durarle bien poco. Algo en lo que también ayudarían, y mucho, un par de triples anotados por un Álex Abrines que supo buscarse la vida para explotar uno de sus puntos más fuertes. Unicaja, pese al arreón, se las arregló para reaccionar y marcharse al descanso un punto por encima (43-42).

Dos 3+1 de Punter

Las buenas sensaciones azulgranas se confirmaron en un tercer cuarto donde Punter asumió el mando anotador y en el que el propio Parker, Fall y Brizuela aportarían para atesorar una máxima ventaja de 11 puntos, ante un rival al que le costaba horrores anotar. La férrea defensa de los barcelonistas les permitiría anotarse un nuevo triunfo parcial, en este caso por 12-22, que les permitía plantarse en el último y definitivo periodo con todo en sus manos para meterse en las semifinales.

Una apariencia que se demostraría del todo falaz en el cuarto periodo. Tras un intercambio de golpes inicial, y el arrojo de Tyson Pérez, sumado a una canasta de Kendrick Perry, acabó por forzar un empate (84-84) tras un triunfo parcial por 29-20 y permitió así que los locales llevaran la resolución a una prórroga en el que la inercia jugó a favor del empuje de Unicaja, por mucho que Punter, con sendas acciones de 3+1, amenazara desde el perímetro. A la postre, los locales se impusieron por 97-95 para citarse con el Real Madrid en semifinales y condenaron a los barcelonistas a cerrar la presente temporada en blanco.

El final de un sueño maravilloso

El final de un sueño maravilloso

Tuvo que ser Morata, el gran capitán del equipo, el que hiciera de diablo. España no sólo perdía otro título en su feria imperial, también perdía su imbatibilidad. Todo junto: ¿final de un sueño maravilloso? No lo sé, pero ni contra Francia ni contra Portugal, la selección española fue ese excelso equipo increíble, con un juego especial y majestuoso.

Bueno, no se puede ganar siempre, pero quizá la pérdida de este título signifique que habría que darle otra vuelta de tuerca a la deferencia de De la Fuente, a veces, persiguiendo demonios y con un rictus de no tener un carisma especial.

En todos estos gloriosos tiempos de la era Luis de la Fuente, Portugal ha sido la selección que más perjudicó al juego de los campeones. En ningún otro partido hemos visto un mediano Lamine Yamal, sin tirar, sin irse de la sombra de ese fenómeno que es Nuno Mendes, que hizo un gol y dio el otro a Cristiano Ronaldo. Lamine ni siquiera tuvo ganas de tratar de librarse de Mendes.

Tampoco Nico Williams fue especialmente vital, salvo en el primer tiempo, con ese lateral tan mediocre que no tuvo más remedio Roberto Martínez de sustituirlo por Semedo. Desde ese momento, el extremo del Athletic se fundió en rojo. Que fuera el mayor peligro en el primer tiempo fue porque Roberto Martínez se equivocó en empeñarse con Conceiçao, que fue borrado por las buenas o por las malas por el implacable Cucurella, pitado durante todo el partido.

Es curioso cómo baja hasta la desesperación la selección en el segundo tiempo, como ya pasó el otro día con Francia. Todo fue peor, como en el anterior caso, cuando desapareció Pedri y le dio la opción a Isco, que no es lo mismo y recorre muchos menos metros. No se sabe la razón de por qué el seleccionador utiliza tan poco Baena. No tiene la dinámica de los jugadores que hacen los rondos, pero es un jugador muy directo.

De La Fuente hizo bien en quitar a Lamine Yamal. Toda la primera fase de la prórroga fue de Portugal, hasta tal punto que amedrentaba al equipo campeón. No sucedió lo mismo en la segunda parte, aunque Zubimendi, que fue un héroe, ya estaba más cansado. Hasta Morata tuvo su oportunidad, pero el partido era muy cobarde. Uno y otro equipo preferían arrugarse y jugársela todo en los penaltis. Y eso fue lo que ocurrió.

No fue un gran partido. Sólo tuvo pasión, inquietud y fue demasiado cerebral. Mucho miedo. Todo fue igualado, excesivamente conservador. Y Portugal está más acostumbrado al embrollo, más que la felicidad del juego español.

La versión gris de España (y de Lamine) pierde ante Portugal tras fallar Morata en la tanda de penaltis

La versión gris de España (y de Lamine) pierde ante Portugal tras fallar Morata en la tanda de penaltis

Al igual que hace dos años, España se jugó a los penaltis el título. Y, al contrario que hace dos años, lo perdió. Hace dos años, en Rotterdam, España comenzaba a fabricar un proyecto. Ayer, hoy, lo tiene perfectamente fabricado. Hace dos años, a Luis de la Fuente se le miraba de reojo. Hoy se le mira como lo que es, un buen seleccionador. España perdió ayer en los penaltis contra Portugal después de una noche discreta, encarnada como pocas veces por Lamine Yamal, desaparecido durante los 105 minutos que jugó. Esa versión gris de España pudo haber ganado el partido, pues le dio para ello, pero el ímpetu de Portugal, una selección mucho más hambrienta que la española, llevó la cosa hasta los penaltis, donde quiso el destino que Morata, que apenas ha jugado 10 minutos en toda esta Final Four, fallase el penalti que dejó a la selección sin algo único: haber sumado tres títulos consecutivos. [Narración y estadísticas (2-2, 5-3)]

No debería España, sin embargo, perder la perspectiva de lo que es: una de las mejores selecciones del mundo, un grupo que no va a ganar siempre todo, sólo faltaba, pero que va a estar siempre en disposición de hacerlo. Sin ir más lejos, el Mundial del año que viene, para el que inicia la clasificación en septiembre. España ha pasado de ser un tiro al aire, un equipo que podía ganar o perder con cualquiera, a ser un equipo que casi siempre gana. Aunque no siempre, claro. Sólo faltaba

Sería casualidad, o no, pero el caso es que el partido empezó un minuto y medio después de que Carlos Alcaraz se tirara al suelo de Roland Garros para celebrar su triunfo en un partido para la historia. Y no tiene este torneo, ni de lejos, partidos para la historia, apenas tiene de hecho historia, de modo que todo lo que ocurriera olía a mundano al lado de lo que acababa de suceder en París.

El lateral derecho

Ajenos a estas disquisiciones, españoles y portugueses se aprestaron a discutir por el título. De la Fuente repitió una maniobra que ya escenificó en los cuartos de final contra los Países Bajos. De un partido a otro, de jueves a domingo, cambió al lateral derecho y a un centrocampista. Lo del centrocampista era normal porque Fabián es muy titular en este equipo, pero lo del lateral derecho es la ejemplificación de que es ahí, en ese lugar concreto del campo, donde sin Dani Carvajal España tiene un agujero severo. Ahí, porque en la posición de delantero centro el debate, de momento, se aplaza.

Y se aplaza porque, al declive, quién sabe si definitivo, de Morata, se le ha opuesto el estallido de Oyarzabal. Ya no es que sea el máximo goleador de la era De la Fuente, que lo es. Ya no es que marque siempre en las finales, que marca. Es que además hace todo lo que se espera de un punta clásico. Tira desmarques, ahora de ruptura, ahora de apoyo, y en estos últimos descarga siempre bien. Así ocurrió en la jugada del primer gol, minuto 20, cuando se la dejó a Zubimendi para que su conducción, su apertura a la banda, el centro de Lamine y el barullo dieran paso a un pase a la red del propio Zubimendi.

A España le duró muy poco el alborozo pues Nuno Mendes (¡vaya futbolista!) empató cinco minutos después en una jugada donde España reclamó fuera de juego de Cristiano en el inicio. Ese empate en realidad era bastante justo, pues ningún equipo logró imponerse. Ni España a Portugal ni Portugal a España. Mirando en casa, se vio un equipo volcado hacia el costado de Nico, mucho más bullicioso que Lamine, irreconocible.

Momento del gol de Cristiano Ronaldo.

Momento del gol de Cristiano Ronaldo.AFP

Mirando al equipo de Roberto Martínez, sorprendió ver a Joao Neves de lateral derecho, una pequeña mentira del técnico español pues cuando tenían el balón, el jugador del PSG se metía en el centro del campo para crear superioridad. Aguantó España sin embargo ese trance (y ayudó lo suyo la poca faena defensiva que hace Cristiano) y sólo sufrió cuando los portugueses corrían. Andaba la cosa bastante calmada, con el descanso asomando por el Allianz, cuando España se puso por delante en un visto y no visto. Condujo Pedri la pelota a campo abierto tras un robo de balón y le puso un balón milimétrico a Oyarzabal, que remató como lo que es, un delantero centro. Portugal reclamó falta de Le Normand en el inicio de la jugada, pero el árbitro dijo que no.

A la vuelta del descanso España, entonces sí, agarró la pelota y se hizo fuerte con ella, ya con menos fuelle la presión lusa. Sin embargo, reapareció el gran ajugero negro que es el lateral derecho para que Nuno Mendes (¡vaya futbolista!), se deshiciera de Lamine y Mingueza sin mayores problemas y su centro, tras un rebote, lo enchufara Cristiano.

El gol animó a Portugal, pero la cosa se volvió a calmar. Entró Isco a falta de un cuarto de hora junto a Merino. Cristiano sacó la bandera blanca a falta de cuatro minutos y el partido se marchó a la prórroga. Allí, la cosa se fue apagando al punto que entró Yeremi por Lamine. Es un jugador (Lamine) al que es difícil quitar porque siempre puede inventarse algo, pero ayer no era su día. No lo fue nunca, desnortado, impreciso, fuera del partido. No era el día. Ni el suyo ni el de España, que no ganó, pero que sigue en disposición de hacerlo.

El desquite de Cristiano Ronaldo ante España y un récord infinito con Portugal: 138 goles en 221 partidos

El desquite de Cristiano Ronaldo ante España y un récord infinito con Portugal: 138 goles en 221 partidos

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:53

Fue un desquite tras las despiadadas derrotas en los octavos del Mundial 2010 o las semifinales de la Eurocopa 2012. Cristiano Ronaldo festejó ante Pedri, Nico Williams o Lamine Yamal lo que momento su momento no pudo frente a Andrés Iniesta, Sergio Ramos o Xavi. En su primera final contra España, el astro de Madeira conquistó el tercer título para Portugal, el segundo de la Nations League. A los 40 años volvió a ejercer un papel decisivo, anotando el provisional 2-2, con el que aumenta su histórico récord con As Quinas: 138 goles en 221 partidos.

Desde el banquillo, con una contractura muscular en la pierna derecha, Cristiano volvió a festejar un título para Portugal. En el minuto 87 había tenido que ceder su sitio a Gonçalo Ramos. Un infortunio equiparable al de la Eurocopa 2016, cuando tuvo que retirarse por una lesión en la rodilla izquierda, tras un choque con Dimitri Payet. De aquel gol de Eder, el héroe del que nadie había oído hablar en el Stade de France, a esta resolución agónica de la tanda de penaltis en el Allianz Arena.

Nadie puede discutir que Cristiano ha cambiado la historia del fútbol portugués. Desde su debut, en 2003, su selección ha jugado cuatro finales, mientras en los 75 años previos ni siquiera disputó una sola. Tampoco puede cuestionarse el especial influjo que él mismo ejerce sobre el Allianz Arena, donde volvió a marcar. Su sexto gol en seis partidos en el coliseo muniqués, escenario de aquellas exhibiciones con la camiseta del Real Madrid en la Champions. De aquellos dobletes frente al Bayern, en las semifinales de 2014 y los cuartos de 2017, al decisivo 2-1 del miércoles frente a Alemania.

Otra vez con el VAR

Cumplida la cuarentena, aun sin saber cuál será su futuro en Arabia Saudí, Cristiano sigue siendo decisivo en el primer nivel. Desde luego, lejos quedan ya los partidos donde influía en cada rincón del ataque. Tampoco hay rastro de la voracidad anotadora que le hizo merecedor de cinco Balones de Oro (2008, 2013, 2014, 2016, 2017). No obstante, Cristiano aún sabe recibir de espaldas para contribuir al primer toque, incluso con el aliento de Robin Le Normand en el cuello. O en acelerar por el perfil izquierdo, justo después del 1-0 de Martín Zubimendi. Ese sector se antojaba delicado para un debutante como Óscar Mingueza. No por azar, Cristiano atraía la atención por allí para abrir camino a sus compañeros.

La jugada del empate, obra de Nuno Mendes, nació de uno de sus desmarques. Tan en el límite del fuera de juego que el árbitro suizo Sandro Schärer, sólo dio validez tras la intervención desde el VAR de su compatriota Fedayi San. Por segunda vez en esta Final Four, la moneda al aire del videoarbitraje trajo suerte al capitán, que el miércóles únicamente pudo respirar cuando validaron su tanto desde la sala VOR.

Había que ver a Cristiano la furia con la que Cristiano festejó la decisión de Schärer, a escasos centímetros de Mikel Oyarzabal. Como si se tratase del debut y no de su 221º partido con As Quinas. Tampoco iban a pasar desapercibidas las protestas al árbitro, poco antes de que se cumpliera la hora de juego, en uno de los peores momentos para Portugal. Apenas unos minutos más tarde, Cristiano volvía a anotar para su selección.

Cristiano besa el balón tras anotar el 2-2 en Múnich.

Cristiano besa el balón tras anotar el 2-2 en Múnich.AFP

Son ya 138 goles tras ese remate conectado a la espalda de Marc Cucurella. De nuevo tras la aceleración de Nuno Mendes por la izquierda. El festejo fue sencillo, con el dedo índice. Sólo había necesitado una oportunidad, una sola, para marcar la diferencia. En estas más de dos décadas 78 tantos con la bota derecha, 32 con la zurda y 28 de cabeza. Deben catalogarse también 11 de libre directo y 10 hat-tricks.

Para entener mejor la comparativa baste mencionar a los pichichis históricos de otras potencias como Brasil (Neymar, 79 goles), Alemania (Miroslav Klose, 71), España (David Villa, 59), Francia (Olivier Giroud, 57), Holanda (Robin van Persie, 50) o Italia (Gigi Riva (38).

La ambición de CR7 por alcanzar los 1.000 goles sigue ahí. Como en su momento para Pelé y Romario, que dijeron alcanzar la legendaria cifra, aunque con todo tipo de amistosos de dudosa procedencia de por medio. Hasta ahora contabiliza 938: 450 para el Real Madrid, más los cantados para Manchester United (145), Portugal (138), Juventus (101), Al-Nassr (99) y Sporting de Lisboa (5).

Ininteligible Barça, de la hazaña al desastre

Ininteligible Barça, de la hazaña al desastre

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:30

Acabó la temporada para el Barça exactamente como transcurrió: en un viaje psicotrópico de la hazaña al desastre, pasando por heroicidades individuales, antologías de la filigrana técnica e inconsistencias defensivas.

El Unicaja, el equipo de los 14 posibles MVP, recurrió a Balcerowski y a Melvin Ejim y, sobre todo, se lo dijo Pérez, Tyson. Estos tres jugadores en minutos jugados son el 14º,12º y 11º de la plantilla. Sin embargo, fueron estos interiores los que resistieron a la victoria que Kevin Punter rozó con 37 puntos en 37 minutos. Actuación gigante de la cual solamente podemos apostillar el pasmo de los últimos cinco segundos cuando no fue a por la bola y dejó a Brizuela a su suerte para intentar ganar sobre el bocinazo. Ibon Navarro hizo una cosa sobresaliente (otra más), no mandar a un segundo posible reboteador al potencial último tiro libre fallado. El libre de Ejim entró y los malagueños esperaron bien plantados, de cara, sin desposicionarse y taponaron el tiro esquinero de Satoransky.

Las lesiones y otros infortunios llevaron al Barça a sufrir una temporada lastimosa que estuvo a una posesión monegasca de ser un éxito. Estuvo a un no-pase de Punter de meterse en la Final Four. Quizás eso pesó en el subconsciente del escolta del Bronx en el momento postrero de ayer en el Carpena. Eso es el deporte de alto nivel, maniqueísmo radical.

El debate defensivo interior lanzó la culpa a Willy Hernangómez y a Fall. Perdían por ellos y ganaban pese a ellos. Pero la realidad es que Jabari Parker volvió a no entender lo que es un partido FIBA decisivo, lo que pide de sufrimiento físico en acciones que no dan rendimiento directo. Volvió a decepcionar. Mientras Kendrick Perry y Taylor lideraban en otra noche exitosa para un grupo inolvidable del Unicaja que encara un final de tercera temporada montado en el éxito. Hasta jugando mal, sufren la victoria para seguir sonriendo.

Puede haber sido el último partido de Álex Abrines, precisamente donde nació en el profesionalismo. Puede que no y que sea solo un hasta luego. Sabía que los dedos acusadores apuntaban a él. Y respondió con 13 puntos y triples tan necesarios para su equipo como inocuos visto el desenlace. Ojalá el alero descanse el tiempo que necesite su alma y pudiera volver.

El Barcelona del próximo curso se parecerá poco a este, la NCAA, Oriente Medio y otros destinos retirados acogerán a buena parte de esta plantilla. Imposible repetir una trayectoria tan rara para un grupo de jugadores que sufrieron para ganar, que casi ilusionaron a su afición y que no van a disputar ninguna final.

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Alcaraz y Sinner firmaron un espectáculo sublime: nunca vi nada igual

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:21

Tomemos el manual básico del tenis y apliquemos las enseñanzas a una velocidad supersónica, nunca vista. Eso es lo que sucedió este domingo en la final de Roland Garros, con un partido que agota todos los calificativos. Calidad, intensidad, poder de anticipación... No se puede pedir más. Lo que ofrecieron Carlos Alcaraz, brillantísimo campeón, y Jannik Sinner, dignísimo oponente, fue un espectáculo de cinco horas y 29 minutos que en ningún momento decayó. Y lo que nos espera, gracias a la juventud de ambos, porque van a ir a mejor a medida que adquieran experiencia, la que pudo faltarle al español para haber dejado resuelto el partido con un poco más de orden sin necesidad de apelar al heroísmo, levantando dos sets y neutralizando tres puntos de partido. Nada que objetar, en cualquier caso. Demostró mayor capacidad para revertir situaciones adversas y no pagar el peaje de la dificultad para hacer buenos los breaks.

Experiencia de la que pudo adolecer también el italiano para cerrar el encuentro en ese cuarto set. Cada uno con su patrón coprotagonizaron un encuentro inmenso, Alcaraz, buscando el ángulo de derecha para cerrar con la pista abierta. Sinner, construyendo los puntos en busca de su paralelo de revés, manejando los tiempos para elevar su nivel. Admirable el descaro del ya bicampeón del torneo y ganador de cinco títulos del Grand Slam, con tan sólo 22 años. Resulta insólita la determinación para mantenerse fiel a sus principios tenísticos incluso en los momentos más delicados, presto a sacarse la dejada de su generosa chistera. Va siempre con todo. Y posee un arsenal. Nunca especula. Sabe lo que quiere y va en su busca sin detenerse en nada. Menos aún en los torneos donde escriben su propia historia los grandes jugadores

Pensábamos que Djokovic, Nadal y Federer habían llevado el juego a una dimensión inalcanzable, pero estamos en un tiempo nuevo, mejor, quizás no tanto estratégicamente pero sí en cuanto a intensidad y ritmo, ese frenesí sin descanso en el que son capaces de moverse estos dos jugadores.

Sinner también demostró su extraordinaria capacidad competitiva y será un oponente a la altura de Alcaraz. Ha de andarse con cuidado el jugador español, pues la arcilla ofrece posibilidades de rectificación que no conceden otras superficies. Seguro que lo hará, pues es cada día mejor y no cesa de crecer.

Y cuando creíamos haberlo visto todo, llegó el super ‘tie-break’ de Carlos Alcaraz

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 23:20

Se dejaron la vida. Se lo dejaron todo. Su rostro reflejaba al final del partido que se habían quedado vacíos. Fue un carrusel de emociones, una disputa llena de alternativas con unas prestaciones altísimas por ambos lados. Empezó mejor Jannik Sinner, con gran velocidad de bola. Carlos Alcaraz llegaba tarde en algunas ocasiones y cometía errores. No acertaba a leer el juego del italiano y carecía de precisión en las dejadas. Sinner gobernaba la final y tuvo tres oportunidades para hacerla suya, pero, ¡ay!, cuando se aprestaba a definir se precipitó, le faltó la lucidez que venía demostrando a lo largo de toda la tarde, se salió de su patrón. Abrió una puerta para que Carlos recobrase vida, y éste no dejó pasar la oportunidad.

Los tres puntos de partido que no fue capaz de aprovechar acabaron siendo para Sinner un puñal en el corazón. A partir de ahí, el español supo quitarle tiempo y generarle dudas, llevarle a un territorio hasta ese momento desconocido. Hay un antes y un después de esas tres pelotas, por mucho que después demostrase arrestos para combatir y defender su suerte más allá de lo que podría esperarse.

Mención aparte merece el super tie-break que hizo Alcaraz. Cuando parecía que no podían hacerse mejor las cosas, cuando daba la impresión de que ya lo habíamos visto todo y aún estábamos presos del asombro, sacó un repertorio aún desconocido y dejó a su oponente sin respuesta posible. ¿Cómo replicar la magnitud tenística que alcanzó el ahora ya doble ganador del torneo después de una batalla de tal exigencia? Fue el casi inimaginable colofón a una final que impresionante, que tuvo todos los ingredientes de los partidos de tenis que quedan para siempre. Tampoco faltó la caballerosidad entre ambos, de principio a fin. Es evidente que Alcaraz y Sinner están varios cuerpos por encima del resto y que llevan camino de repartirse los grandes títulos en los próximos años. La rivalidad les hará mejores, para gozo de quienes disfrutamos de este maravilloso y durísimo deporte.

El pasodoble que empujó a Alcaraz: la Chatrier habló español durante una histórica final

Actualizado Domingo, 8 junio 2025 - 21:13

"Popopopopo..." Es el himno oficioso de Roland Garros, el del pasodoble español que se rubrica con un "olé" en las gradas. Fue el fondo musical que arropó a Rafa Nadal durante los últimos de sus 14 títulos y el que ahora acompaña a Carlos Alcaraz cada vez que pisa la emblemática pista central. Al menos tres veces, tres, sonó el "Popopo" durante el peloteo previo y más de treinta a lo largo del partido, aunque no surtió el efecto deseado.

El sonsonete taurino se quedó sonando en las gradas, en recuerdo de las proezas españolas que fueron y no fueron. A algunos jugadores les incomoda, pero Alcaraz lo hizo suyo a micrófono abierto tras su pase a tercera ronda al vencer al húngaro Fabian Marozsan. El año anterior no se atrevió, pero esta vez lo traía ya ensayado por si caía la breva y llegaba a la final. "Popopopopo", cantó a pie a de pista. Y el público se unió en un delirante "olé" colectivo.

El poderoso arranque de trompeta del pasodoble En "er" mundo (de Juan Carlos Quintero y JP Fernández), tan familiar en nuestras plazas de toros, no dejó de sonar el domingo en la pista Philippe-Chatrier, en medio de un ondear de banderas españoles y de gritos unánimes de "¡Carlos, Carlos, Carlos!" y un muy especial "¡Por tu madre, Carlos!", que funcionó por momentos hasta la sufridísimas derrota.

"Yo creo que a Carlitos le espera la misma carrera legendaria que a Rafa", vaticinó Christophe Giménez, francés e hijo de españoles, con el corazón dividido entre el tenis y su pasión por la "roja". "España tiene el mejor equipo de fútbol del mundo y el mejor tenista, con el permiso de Sinner", añadió.

"Nadal ha puesto altísimo el listón y eso le puede pesar a Alcaraz a la hora de la verdad", aseguraba el andaluz Vicente Morán (residente en París) envuelto en una bandera española ante la imponente estatua metálica del mallorquín en Roland Garros. "Yo estuve en el homenaje que le hicieron hace dos semanas y lloré con él, lloraron hasta los franceses que empiezan a vibrar con Carlitos, aunque aún tiene que currárselo", apuntó.

Vicente es un consumado maestro del "Popopopopo" y no puede ocultar su orgullo por cómo los franceses han terminado apropiándose del popular pasodoble: "Lo cantan ya juegue quien juegue, el otro día no dejó de sonar con Lois Boisson cuando llegó a las semifinales de las chicas. Yo lo he soltado en las gradas un par de veces este año. Hay que saber esperar el momento, cuando se instala el silencio entre punto y punto, pero sin importunar en el momento del saque".

El tiempo se sumó a la fiesta, con repentinos claros bajo un cielo cada vez menos nublado. El partido se jugó sin techo, con rachas ocasionales del viento molesto que sopló durante gran parte de la semana. La eterna carambola entre fútbol y tenis quiso que Francia jugara contra Alemania en la disputa del tercer puesto de la Liga de Naciones, lo que tuvo a los franceses más pendientes de lo debido de sus móviles.

Aun así, las gradas se volcaron con el español. Los gritos de "¡Vamos Carlos!" superaron con creces al "¡Bravo Jannick!". El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlasca, representó al Gobierno español en la final. A Pedro Sánchez le pilló de camino hacia Niza para disputar su peculiar partida con Emmanuel Macron en la cumbre de los océanos.

El director Spike Lee, que el día anterior celebró el triunfo de Coco Gauff, fue uno de los rostros más reconocibles en la final, junto a la actriz Natalie Portman y al veterano Dustin Hoffman, abonado al palco de los famosos durante toda la semana. La estrella local del rugby Antoine Dupon y la ex Miss Universo Iris Mittenaere se dejaron ver bien juntos. El rapero Pharrel Williams, el ex jugador de la NBA Tony Parker y el piloto británico George Russell reservaron también sus asientos.

Más allá del pasodoble, Roland Garros tuvo este año un triple acento español, con la presencia como animador a pie de pista de Álex Corretja, entrevistando a los jugadores a micrófono abierto en francés e inglés. Pero el encargado de entregar la Copa de los Mosqueteros fue el ex tenista André Agassi, al que se vio maravillado por el partido en todo momento.