Un paseo con una campeona olímpica: "Si alguien me reconoce, pienso que se ha confundido. Nos exigen la medalla y nos olvidan"

Un paseo con una campeona olímpica: “Si alguien me reconoce, pienso que se ha confundido. Nos exigen la medalla y nos olvidan”

Laura Ester (Barcelona, 1990) se sienta en la escalinata del monumento a Alfonso XII y saca del bolso su oro olímpico recién ganado en París. A su alrededor, turistas y chavalería disfrutan del estanque de El Retiro en una soleada tarde madrileña. La medalla y el fotógrafo despiertan cierta curiosidad en un grupo de adolescentes que flirtean, sin visos de avanzar demasiado, mientras comen cheetos. Dos de ellos se aproximan: "¿Quién es?". Respondo que es la portera histórica del waterpolo español, campeona de todo con la selección y con sus clubes, mejor jugadora de Europa hace unos años... A mitad de explicación ya sólo les interesa volver al tonteo. Ella observa la escena con total normalidad: "En realidad, cuando alguien me reconoce, me sorprende. Pienso que se ha equivocado y fijo que me confunde con otra".

Hace justo dos meses todo el país celebraba su último éxito, el mayor y el único que le faltaba, tras ganar a Australia en la final de París. Hoy paseamos media hora por un parque repleto de gente, nos sentamos en una terraza concurrida y nadie la mira. Es la realidad de la mayoría de héroes olímpicos en este país: dos semanas de atención (y presión) y cuatro años de anonimato. Ester sonríe resignada: "Suena mal decirlo, pero te acabas acostumbrando a que nadie te reconozca. Del waterpolo, como de casi todo lo que no es fútbol, se habla en los Juegos, nos exigen la medalla y luego se olvidan de que existimos. Asumimos que es así, lo injusto es que esa única vez que nos recuerdan nos presionan como si les importara este deporte. ¿No habéis estado en cuatro años y ahora, si somos cuartas, somos unas fracasadas? Eso es un poco fuerte. Desde casa se ve todo muy fácil".

La guardameta, presente de principio a fin en la época dorada de la selección, ha completado su palmarés con su tercera medalla olímpica, esta vez sí de oro tras dos platas. Ya era campeona del Mundo y de Europa con España. También de cinco Champions e innumerables títulos nacionales con el Sabadell, club que no le ha dado este verano la salida que merecía. Ahora vuelve al Mediterrani, donde empezó, para la que puede ser su última temporada. "Ahora ya sí soy campeona de todo. Con el oro y esta vuelta a casa, se puede decir que cierro el círculo, pero ya sabes cómo somos los deportistas, luego nos liamos fácil", reflexiona.

"He podido ahorrar algo"

A sus 34 años, la retirada acecha y le toca reinventarse. Lleva años preparándose para ello, es licenciada en Bioquímica y tiene un máster en Dermofarmacia, pero nada de eso ahuyenta al vértigo de quien se dedica desde la adolescencia a un deporte que exige mucho y no da demasiado económicamente. "Una jugadora del máximo nivel gana para vivir día a día como cualquier ciudadano de clase media. Yo he podido ahorrar algo porque, al estar tanto tiempo en la selección, he tenido la beca, pero si me retiro el año que viene más me vale encontrar pronto en qué trabajar porque de los ahorros vivo un año. El día que esto acabe, tienes que espabilarte".

Laura espera aclararse durante esta temporada que le queda (ya veremos si finalmente es sólo una). Se mueve entre dos aguas. Sus estudios le llaman, pero también sabe que la salida más sencilla, esa que acaba seduciendo a tantos atletas, es seguir vinculada al deporte, en su caso en el mundo organizativo y federativo. No esconde el miedo. "Empezar de cero, inevitablemente, asusta. Cualquier deportista que te diga que no tiene miedo a la retirada, al vacío del día después, miente. Puede ser más o menos en función de tu situación, pero siempre está ahí. Es un momento difícil que a muchos deportistas les afecta psicológicamente. Yo me he ido preparando, pero cuando llevas 20 años dedicándote exclusivamente a algo que te apasiona y en lo que eres de las mejores del mundo... De repente, pasas a ser una más y vienen las frustraciones y las dudas. ¿Sabré hacer algo más? Yo creo que sí, pero tengo que volver a demostrarlo todo".

Y añade una denuncia que cualquier ex deportista ratificaría: "Para la sociedad, somos un producto con fecha de caducidad. Por mucho que nos duela, es así. Hoy todo el país te aplaude y en cuanto te retiras, ya no eres nadie. Tienes que ser consciente de ello y prepararte para el golpe de realidad".

"Ganaríamos lo mismo entrenando menos"

Nos sentamos a tomar algo y, aprovechando ese anonimato ya comprobado, Ester bromea con pedirse una cerveza, pero la atleta de élite a punto de volver a la piscina aplasta el conato de rebeldía y acaba bebiendo un agua con gas: "Con la selección entrenamos siete horas diarias. Voy a echar muchas cosas de menos, pero eso te garantizo que no. Ganaríamos lo mismo entrenando menos. Pero los partidos, el vestuario... Eso es la leche".

El vestuario. Como una de las capitanas, corrió a llamar a Paula Leitón, su compañera tanto en la selección como en el Sabadell, cuando fue víctima de una campaña de odio en redes por su físico. "Nosotras tenemos doble hándicap en esta sociedad machista y futbolera: mujeres y en un deporte minoritario, pero hemos ido contra todo y hemos ganado. A veces se hace difícil. Paula es un sol de niña. Todo lo que tiene de grande lo tiene de buena persona y de valiente. Me dijo que estaba bien, que no le afectaba, que era consciente del cuerpo que tiene, se quiere así y al que no le guste, que no me mire. Es una reina, pero esos comentarios a una chica joven le pueden destrozar la vida. Es asqueroso".

Laura Ester, con su oro, junto al estanque.

Laura Ester, con su oro, junto al estanque.Ángel Navarrete

La conversación nos devuelve al tema inicial, el rápido olvido de los olímpicos, desde un prisma distinto, esa sociedad futbolera de la que habla la waterpolista. Cada cuatro años, España se lleva las manos a la cabeza cuando gana muchas menos medallas de las esperadas (18 en París) y se compara con los países más similares al nuestro: las 39 de Francia, las 33 de Italia... Según el PIB de cada nación, un indicador que falla poco a la hora de aventurar los éxitos, nuestro país debería haber ganado 27. La falta de cultura polideportiva es evidente.

Incluso un boom tan positivo, analizado de modo independiente, como el del fútbol femenino despierta muchas dudas en el resto de disciplinas pues ahonda la brecha. "Se dice que gracias a ellas ahora se habla de deporte femenino y no es cierto: ahora se sigue hablando de fútbol, sólo que aún más. Ellas se lo merecen, pero más que ayudar a visibilizar el deporte femenino quitan aún más espacio a otros deportes que llevamos muchos y muchos años luchando para que se haga un poco de caso a las mujeres. Al final es muy difícil saber si España no tiene cultura polideportiva porque no se habla de ello o no se habla de ello porque no se consume", zanja.

Pedimos la cuenta, nos despedimos y Laura Ester, campeona olímpica hace dos meses, se va dando un paseo hasta el metro. Nadie la mira, pero al menos deberían escucharla: "He logrado todo lo que podía soñar, pero ahora viene la vida de verdad. Con que me salga la mitad de bien, firmo".

Teresa Perales logra el bronce en 50 metros espalda e iguala las 28 medallas de Michael Phelps

Teresa Perales logra el bronce en 50 metros espalda e iguala las 28 medallas de Michael Phelps

Actualizado Sábado, 31 agosto 2024 - 20:52

Su nombre ya es historia del deporte español. A sus 48 años, la nadadora Teresa Perales llegaba a los Juegos Paralímpicos con un objetivo muy claro: la medalla. Sólo quedaba una para superar al histórico Michael Phelps y en el día de hoy por fin lo ha conseguido.

Ha sido en los 50 metros espalda, una de sus pruebas favoritas y a la que accedió a la final tras registrar el tercer mejor tiempo de su serie (1:12.79) y el sexto total de las ocho clasificadas. Una carrera que, al grito de "Teresa, Teresa" desde la grada, no comenzó mal. Bajo la atenta mirada de la reina Letizia y nadando solo con la mano derecha fue siempre alternando la tercera y la cuarta posición pero, en el momento clave, mantuvo bien el ritmo y pudo tocar la pared a solo dos centésimas de la italiana Ángela Procida.

Teresa Perales saluda tras conseguir la medalla de bronce en París.

Teresa Perales saluda tras conseguir la medalla de bronce en París.Javier EtxezarretaEFE

Su camino hasta París estuvo lleno de baches. En los últimos Juegos Paralímpicos, los de Tokio 2020, ya compitió con una luxación en su hombro izquierdo y aun así volvió a hacerse con la medalla en la categoría S5, pero en los meses posteriores fue intervenida y empezó a nadar con un solo brazo.

Con esta nueva condición, fue reclasificada a la clase S2, pero en el mes de febrero, durante las Series Mundiales de Melbourne, volvió a ser examinada. Los jueces decidieron entonces subirla de categoría, a las S3, algo con lo que tanto la nadadora como el Comité Paralímpico Español y la Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, de la que depende, no estaban conformes.

Tras su insistencia y varias reclamaciones, en el mes de abril, volvió a pasar un proceso de clasificación con el objetivo de ser revisada de nuevo su discapacidad y regresar finalmente a la categoría S2.

Con este nuevo logro, Perales eleva su palmarés a 28 medallas paralímpicas, 22 mundiales y 43 europeas.

Y el caballo no quiso saltar: Laura Heredia cierra la lista de desgracias en los Juegos Olímpicos

Actualizado Domingo, 11 agosto 2024 - 12:57

Laura Herediacerraba los ojos y respiraba profundo, muy profundo, mientras su ayudante y hermano, Aleix Heredia, la animaba. "¡Hasta el final, Lau!", le gritaba, pero la final de pentatlón moderno se había acabado para ella. Y lo peor es que no había sido su culpa. En la primera prueba, Dollar us d'Ecly, un caballo de 11 años de la Guardia Republicana, de raza francés de silla, no quiso saltar bajo sus órdenes y arruinó todas sus opciones. En el primer obstáculo frente al palacio de Versalles, Heredia se precipitó, nerviosa, y en el tercer obstáculo ya se vio la descoordinación entre jinete y caballo: un listón se fue al suelo y, a partir de ahí, un desastre. Al quinto obstáculo, Dollar us d'Ecly se frenó en seco y adiós. La española no sumó ninguno de los 300 puntos posibles e incluso se despidió del diploma.

Después se rehízo mínimamente en la esgrima y encaró la natación y la laser run, su punto fuerte, con el único objetivo de no acabar última en la final. Lo logró: fue penúltimo, decimoséptima. En todo caso iba a ser la mejor posición de la historia de una española en el pentatlón moderno porque Heredia era la primera española en unos Juegos.

Quedaba como consuelo que el mal trago no volverá a pasar. La prueba de hípica en el pentatlón moderno siempre ha sido muy criticada en los Juegos por dos motivos: en primer lugar por su aleatoriedad, ya que los equinos se reparten a suertes y no conocen al jinete que los montará -sólo tienen 20 minutos para calentar- y en segundo lugar, y más importante para el Comité Olímpico Internacional (COI), por su elevado coste. Desde hace varias ediciones se intenta eliminar o modificar su presencia y eso finalmente ocurrirá en los Juegos de Los Ángeles 2028. Allí en lugar de hípica el pentatlón moderno comenzará con una especie de carrera de obstáculos a pie, una Spartan Race, todavía por definir. Heredia, de 24 años, podría estar allí y desquitarse de la adversidad que le llevó a cerrar la lista negra de España en los Juegos.

Con la cruel lesión de Carolina Marín en las semifinales del bádminton como imagen inolvidable, también hubo los declives de Mar Molné en el tiro, Jon Rahm en el golf, el 470 en la vela e incluso la selección femenina de fútbol cuando ya tenían la medalla casi asegurada o las derrotas de favoritísimos como la taekwondista Adriana Cerezo, el judoca Niko Shera o la piragüista Antía Jácome.

Martina Terré, 15 paradas para un oro y el secreto de su voz perdida

Actualizado Domingo, 11 agosto 2024 - 01:20

Por las que llevan años aguardando y por las jóvenes que llegan. Miki Oca no se dio ni un gramo de importancia en un oro para la historia del deporte español. Para desesperación de los periodistas, el seleccionador, en el cargo desde 2010, sólo hablaba de ellas. "¿Pero no habéis visto el partido, quién lo ha ganado?", despejaba. Ellas, un grupo tan cohesionado que ríen y celebran juntas, que bailan al ritmo de la DJ, la boya Paula Leitón, Hay Lupita y Potra Salvaje son sus himnos en el autobús.

Para saber más

Desde la concentración, ya en junio, en el CAR de Sant Cugat. Después en la altura de Sierra Nevada, un éxito a fuego lento. "Desde entonces ellas sólo me repetían que querían ganar el oro", admite Oca. Que mira a su lado a Bea Ortiz y sus cuatro goles, tres decisivos a la vuelta de vestuarios, y Martina Terré, y tampoco quiere personalizar. Porque "lo llamativo son sus paradas, pero sin el trabajo del resto..." Pero la protagonista es la portera, sin duda.

Una chica de 21 años con la timidez lógica de su edad. Que arruinó a los Países Bajos con una espectacular parada a su lado derecho en la tanda de penaltis. Y que en la finalísima fue una absoluta pesadilla para Australia: 15 intervenciones nada menos, un asombroso un 83% de acierto bajo los palos. Y todavía se lamentaba de las que no atajó. "Me estudio a todas a las rivales. Y mira, estoy pensando que hay algún gol que podría haber parado, que iba al sitio donde sabíamos y no lo he parado", se lamentaba con su afonía.

"Les entraba el ansia de chutar"

Ahí, en su voz rota, está otro de los grandes secretos de este oro logrado en el inmejorable marco de La Défense, repleto de banderas rojigualdas. Una de las grandes novedades introducidas por Miki Oca y su cuerpo técnico es la de contar en voz alta los 10 últimos segundos de cada posesión. Y esa tarea recae en Martina. "A la primera posesión ya pierdo la voz: 10, 9, 8, 7, 6... que me tiene la garganta...", admite la catalana, a la que cuesta hacerse oír en el estruendo del pabellón. "Antes sólo hacíamos el 10 y el cinco y les entraba un poco el ansia de chutar cuando decías el cinco. Esto gasta la voz, pero sirve. Porque hoy hemos hecho algún gol al final del tiempo. Así que estoy contenta", reconocía.

Terré irrumpió en la portería de la selección en el último Europeo, del que fue MVP. Fue desplazando poco a poco a una mítica como Laura Ester. Y esa convivencia es la que emociona a la joven de Barcelona, a la que se le saltan las lágrimas en zona mixta. "Laura, para mí, es algo muy grande. Tenerla a mi lado, como compañera de equipo, una mujer con tanto palmarés, tantos partidos jugados...", enumera la guardameta del Sant Andreu.

Martina Terré, en acción.

Martina Terré, en acción.Luca BrunoAP

Terré fue, junto con Elena Ruiz -otra perla que con 16 años debutó en Tokio 2020- campeona del mundo júnior en 2021, en Netanya. Allí estaban también Nona Pérez y Marta Camus, el relevo generacional. Y esa sangre nueva es, para ella, la que ha posibilitado el éxito, ese maleficio olímpico después de dos finales perdidas (Londres y Tokio, fueron quintas en Río), el colofón a un equipo de leyenda.

"Las jóvenes aportamos la inocencia de no haber jugador finales, de no tener dolores de cabeza, de saber que hemos perdido. Intentamos aportar ese momento de disfrutar, de jugar como sabemos, sin que nos tiemble nada. A veces se hace como un muro delante a las más veteranas. Nos dan la tranquilidad de saber que es una final y nosotras el empuje para ir a por todas", razonaba Martina, que estudia en la Universidad Pompeu Fabra y desde ayer es leyenda del waterpolo. Y que quita mérito a sus intervenciones felinas, porque "con lo bien que defiende mis compañeras es fácil encontrar los huecos para parar. Me dejan mi lado y ya está". Y ya está.

Una vida persiguiendo este oro: España, campeona olímpica tras derrotar a Australia en la final de waterpolo femenino

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 16:44

Dos finales olímpicas perdidas no son cualquier cosa, no es algo que se vaya así como así de los pensamientos de un deportista profesional cuando la vida le ha dado la oportunidad de regresar al lugar de sus pesadillas, pero también de sus anhelos.

Lo han ganado todo, también Mundiales y Europeos, pero Londres y Tokio no se olvida.

En La Défense, es el partido de sus vidas. Aunque suene tópico.

Lo es para las jóvenes, lo es para las que cayeron hace tres años por primera vez, pero, sobre todo, lo es para las cuatro veteranas de un colectivo para la historia del deporte español. Pili Peña, Maica García, Laura Ester y Anni Espar. Su tercera final olímpica de cuatro oportunidades. También para Miki Oca. Y esta vez no está EEUU enfrente, con la que ya saldaron cuentas tras 11 años de derrotas en la primera fase. Igual que con los Países Bajos en esa semifinal taquicárdica en la que Martina Terré paró un penalti con el alma en la tanda.

Había sonrisas y rostros de confianza antes del comienzo, el trabajo hecho, la fe en sí mismas. También en Australia, la sorpresa del torneo, una rival que ya fue campeona olímpica en Sidney 2000, aunque que llevaba seis años sin derrotar a España. Pero el primer acto en La Défense fue áspero, como si en vez de en agua avanzaran en barro. Ambas porteras, Terré y Gabriella Palm, eran las absolutas dueñas de la piscina. Un tanto en escorzo de Paula Leitón desde la boya igualó el penalti inicial de Alice Williams, la misma que en el último segundo hizo el 2-2.

El turno de Bea Ortiz

Sin perder la paciencia, pero la selección estaba enredada en la tela de araña aussie. Estuvieron 11 minutos las de Oca sin marcar, cada ataque un naufragio. El momento crítico. Hasta que Maica García rompió la racha. El suyo fue el único gol de todo el segundo cuarto; Australia tampoco estaba para fiestas.

Pero tras el descanso, el cuchillo. Era la hora de la verdad, el momento tan esperado. Tomó las riendas Bea Ortiz, que enhebró tres goles de carrerilla, tres disparos que elevaron a España.

Las jugadoras de España celebran el oro.

Las jugadoras de España celebran el oro.AFP

Ya nada las podía parar. Ni las remontadas pretéritas de una Australia que tampoco sabía lo que era perder en estos Juegos. Y eso que un gol sin ángulo, en el último segundo de la posesión, de Sienna Hearn, arrimó a las de Bec Rippon (6-7). Pero esta final la iban a ganar. Y de nuevo la heroína de La Défense, Bea Ortiz. Y después Maica, y Anni Espar. Y las lágrimas cuando todavía faltaban dos minutos y Terré seguían parándolo todo (hasta 15 intervenciones) y ya sabían que toda esta espera había merecido la pena.

En 1996, Miki Oca, el primer español ya en tener un oro olímpico como jugador y entrenador, había ganado un oro en Atlanta para el waterpolo nacional. Pero faltaban ellas, una selección que ya era leyenda y que en París 2024 lo corroboró a lo grande.

Antía Jácome y el enésimo cuarto puesto de España: “No podía más, no tenía más en mi cuerpo”

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 14:54

Por fin, la sonrisa de Antía Jácome. En el hangar de España en el canal de Vaires-sur-Marne ya sólo había miradas al suelo, malas caras, el ánimo hundido hasta que la española empezó a palear. Después de decepciones y hasta hundimientos, 44 segundos para la ilusión. Jácome arrancó entre las mejores y entre las mejores se mantuvo hasta que al final... ¡Casi!

Su cuarto puesto en el C1-200, otro para la delegación española, que ya acumula 17 en estos Juegos Olímpicos de París no era lo esperado, pero a ella le supo a gloria. "No podía haber dado más de mí, la verdad. No tenía más en este cuerpo. Me hubiera gustado subir al podio, pero me voy con un buen sabor de boca", comentaba Jácome, que venía de un desencanto, el sexto puesto junto a María Corbera en el C2-500 y de un ciclo olímpico más que complicado.

Porque Jácome, revelación en los Juegos de Tokio, quinta con sólo 21 años, apuntaba a todo cuando sus entrenadores desde que se mudó de Pontevedra a Sevilla, Marcel y Georgina Glavan, ficharon por China sin avisar y se quedó sola. De camino a París tenía que rehacer su preparación y su vida. Y decidió mudarse nuevamente, esta vez a Mallorca, para empezar a trabajar con Kiko Martín en Lago Esperanza, en Pollença. La siguió su pareja, el también piragüista Pablo Martínez, y su compañera en la canoa, Corbera.

"Tengo que darles las gracias porque no puedo tener un entorno mejor. Cuando me quedé sin entrenador hicieron lo impensable para que yo consiguiese una medalla y no ha podido ser, pero estoy segura de que algún día será", anunciaba Jácome, que reclamaba unos días de vacaciones antes de encarar unos Juegos de Los Ángeles 2028 a los que llegará con 28 años, el mejor momento para conseguir, entonces sí, su medalla olímpica. "He sido quinta y he sido cuarta, ahora me toca dar ese pasito más", proclamaba.

María Pérez y Jordan Díaz serán los abanderados de España en la ceremonia de clausura

María Pérez y Jordan Díaz serán los abanderados de España en la ceremonia de clausura

Actualizado Sábado, 10 agosto 2024 - 14:32

España ya conoce a sus abanderados para la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de París 2024. Serán María Pérez y Jordan Díaz que, tras lograr la medalla de oro en el relevo mixto de marcha, la plata en los 20 kilómetros y otro oro en triple salto, han sido elegidos esta mañana para reemplazar al piragüista Marcus Cooper y a la regatista Támara Echegoyen, que llevaron la bandera en la fiesta de inauguración en el Río Sena.

Este acto a modo de clausura, que se celebrará el próximo domingo en el Stade de France, girará en torno a un espectáculo denominado 'Record'. Además, se festejará el éxito de la ciudad anfitriona y se entregará la antorcha olímpica a la ciudad que acogerá los próximos Juegos Olímpicos en 2028: Los Ángeles.

También se espera que en la celebración participen un gran número de artistas, acróbatas y bailarines que ofrecerán al público una gran actuación.

Hace cuatro años en Tokio, el COE eligió como protagonista en ese día a la karateca Sandra Sánchez, que había conseguido subirse a lo más alto del podio en la modalidad de kata.

El día más "jodido y cruel" para Alexia y para España: "Ayer en el entrenamiento metí todos los penaltis"

El día más “jodido y cruel” para Alexia y para España: “Ayer en el entrenamiento metí todos los penaltis”

España sufrió ante Alemania la primera gran derrota de esta generación acostumbrada a ganarlo todo. Hicieron historia en el último Mundial y vencieron en la Liga de Naciones poniendo al fútbol femenino español en la cima del planeta. Pero en Lyon, en la pelea por el bronce olímpico, sus errores fueron su condena. El error de Cata Coll en el penalti del 0-1 y el error de Alexia Putellas en la pena máxima que podía provocar la prórroga. Era el minuto 96, un momento de máxima tensión, y la doble ganadora del Balón de Oro falló.

"No sé ni qué decirte...", avisaba Putellas, capitana nacional, al periodista de Televisión Española que le entrevistó a pie de campo. "Esto es muy duro", añadía. "Lo siento mucho, porque no hemos conseguido la medalla, lo hemos intentado, hemos tenido la oportunidad de llevar el partido a la prórroga... He fallado... Me ha parado el penalti...", intentaba resumir, emocionada.

Putellas situó el balón en el punto de penalti y estuvo 30 segundos observando la portería alemana. Respiró hondo varias veces y vio cómo Berger le adivinaba la idea. "Creía que se iba a tirar a donde tiré en la primera final de Champions contra ella (en el Barça-Chelsea de 2021), pero no ha sido así", explicó, y recordó las horas previas, los ensayos y los entrenamientos. "Ayer estuvimos entrenando penaltis y los metí todos. Me sabe fatal por todo el mundo, por mis compañeras, por las familias, por toda la gente que estaba ayudándonos. Confiaba en que entraba. El próximo que tenga lo meteré seguro, aunque no cambie nada sobre este. El resultado es el que es", comentó.

En un primer momento, parecía que el penalti lo iba a lanzar Mariona Caldentey, que se acercó al balón, pero era una estrategia. "Hemos hecho eso para despistar a la portera. Cada partido el staff dice quién tira los penaltis, hoy me tocaba. Pero nada. Me revienta, me revienta... Ese penalti tenía que ir dentro, por todos, y no ha entrado. Estamos jodidas", analizaba Alexia, ya en rueda de prensa, media hora después del momento del penalti. "Ha pasado media hora y sigo dándole vueltas".

A su lado, Montse Tomé elogiaba a sus jugadoras a pesar de la "tristeza". "Duele, pero hemos dado la cara. Lo hemos merecido. Hemos tenido ocasiones, la jugada del penalti del 0-1, luego el penalti en el último momento para empatar... Es muy cruel, estas jugadoras hoy merecían más. En semifinales nos faltó intensidad, pero hoy hemos sido la España que queremos ser", analizó la seleccionadora. "Tengo aquí a Alexia, que tiene dolor, que lo va a sentir y lo vamos a sentir, pero ha dado la cara", finalizó.

Una de las ocasiones más claras del tramo final, sin tener en cuenta el penalti, la tuvo Jenni Hermoso, cuyo cabezazo salió demasiado centrado. "Hemos tenido cerca la medalla, pero hoy el fútbol y la suerte no estaba de nuestra cara. Te vas a casa sin nada y a seguir. No hemos tenido la suerte de cara en ese penalti", declaró la delantera, que quiso valorar de forma positiva el cuarto puesto.

"Cuando acostumbras a la gente a algo bueno y vienen derrotas parece que todo es una mierda, pero ni cuando ganas eres tan bueno ni cuando pierdes eres tan malo. No tenemos que mirar nada más. El fútbol es así", finalizó Hermoso.

Fútbol femenino: Alexia Putellas falla un penalti en el 96 y la España de los errores se despide de París sin medalla

Fútbol femenino: Alexia Putellas falla un penalti en el 96 y la España de los errores se despide de París sin medalla

España, esa España campeona del mundo el verano pasado, esa España que parecía tener segura una medalla antes de empezar el fútbol femenino de los Juegos Olímpicos, fue en París la España de los errores. Los de semifinales, concretados en las lágrimas de Cata Coll, y los de la lucha por el bronce, con la portera provocando un penalti 'tonto' al calcular mal en una salida y con Alexia Putellas, doble ganadora del Balón de Oro, errando una pena máxima en el minuto 96 para forzar la prórroga. El gol de Gwinn condenó a las de Tomé. No hay medallas para esta generación, que sufre su primera gran derrota tras la conquista del Mundial y de la Liga de Naciones.

En la primera parte España dominó, reaccionando con fútbol y talento a los baches del torneo olímpico. Las de Montse Tomé, aparentemente cansadas durante los cruces y lejos de la chispa mostrada en el último Mundial, se levantaron del palo de las semifinales y fueron superiores a Alemania en los primeros 45 minutos.

La seleccionadora fue simple en su decisión: las mejores, dentro. Formó su centro del campo con Abelleira, Aitana, Alexia y Hermoso y situó en punta a la veloz Salma Paralluelo. Y España tuvo sus opciones, con las germanas encerradas atrás y viviendo única y exclusivamente de la rapidez de su extremo Buhl, la más peligrosa.

En el 20, Abelleira intentó sorprender a Berger con una falta desde lejos, pero se encontró con el larguero alemán. Las campeonas del mundo tuvieron la paciencia necesaria para aspirar a derribar el muro rival. Movieron el balón de un lado a otro, buscaron paredes entre líneas y se pudieron ir al intermedio por delante si la suerte hubiera estado de su lado. Pero Francia no es territorio amigo. Allí donde se ilusionaron en el Mundial de 2019, tampoco encontraron luz en los Juegos.

Las imprecisiones de Salma en los últimos metros impidieron varias ocasiones claras, y en el 43 Aitana estrelló en el larguero un buen disparo desde la frontal. Hermoso, en el rechace, disparó contra la defensa. Se desesperaba Tomé, que tenía algunas balas en la recámara: Carmona, Guijarro... El camino del bronce parecía dibujar la bandera de España, pero el fútbol es duro. Contundente en su castigo.

El paso por vestuarios encerró todavía más a Alemania, incapaz de enlazar siquiera un contraataque, y decantó el juego hacia la portería de Berger. Salma, de nuevo, no supo aprovechar varios acercamientos de peligro.

Con el paso de los minutos el partido se rompió por pura fatiga, España comenzó a fallar en salida y Alemania encontró huecos al espacio. Minge rozó el palo, Gwinn cabeceó alto, Salma disparó desde lejos al centro... Parecía que el gol se acercaba.

Y llegó el error. Y el castigo.

En el minuto 62, Gwinn arrancó hacia el área para llegar a un balón largo de una de sus compañeras. Fue casi un despeje, una pelota alta que parecía fácil para Cata Coll, que salió a detenerla. Pero la portera del Barcelona dudó en sus últimos pasos, la alemana se adelantó y cabeceó antes que ella y la guardameta, con las manos encogidas, la arrolló en el camino. Error y penalti. Otro fallo para una Coll que ya no estuvo fina en las semifinales.

Desde los once metros, Gwinn adelantó a una Alemania inferior pero sólida en defensa. No cometió errores. Sí los hizo España.

El tanto noqueó a las de Tomé, que se pudieron ver 0-2 abajo si Cata Coll no hubiera salvado el mano a mano con Schuller. Ahí estuvo gigante la portera.

La reacción

España reaccionó como la campeona del mundo que es y asedió la meta germana durante los últimos quince minutos. Hermoso tuvo un cabezazo a un metro de Berger que la guardameta salvó con una mano milagrosa, Salma intentó varios disparos sin éxito, Aitana no acertó a rematar con la zurda ante una rival... Y cuando la pelea por el bronce moría, Lucía García llegó antes que Minge a un balón y la alemana cometió penalti. Era el minuto 96, la salvación de España justo en la orilla para provocar la prórroga.

Y ahí, en el momento de máxima responsabilidad, asumió galones Alexia Putellas, dos veces ganadora del Balón de Oro. Respiró hondo, disparó y se encontró con un destinoamargo. Berger voló hacia su lado izquierdo y le entregó el bronce a su país, dejando a España sin una medalla que el país daba por segura.

La campeona del mundo, histórica campeona del mundo, se va de París sin nada en el bolsillo tras un torneo irregular. La medalla olímpica tendrá que esperar para ellas.

El abanderado Marcus Cooper se queda a nueve centésimas del doblete en el piragüismo: “Joder, hemos estado cerca”

Actualizado Viernes, 9 agosto 2024 - 14:52

En mitad del canal de Vaires-sur-Marne, un montón de hombres fortísimos sobre sus kayaks, nerviosos, casi temblando mirando a la pantalla. "¿Bronce, Marcus?¿Bronce?", preguntaba el joven AdriándelRío y MarcusCooper, su compañero, el abanderado español en estos Juegos de París, evitaba la respuesta: "No sé, no sé, Adri". El día anterior la foto finish había otorgado el bronce al C2-500 de JoanAntoniMoreno y DiegoDomínguez pero esta vez no pudo ser.

Cooper y Del Río acabaron cuartos en el K2-500 a sólo nueve centésimas del bronce, de la pareja australiana formada por Jean VanderWesthuyzen y TomGreen, e incluso a sólo 23 centésimas de la plata, del dúo húngaro formado por BenceNadas y SandorTotka, los vigentes plusmarquistas del mundo. Cooper estuvo muy cerca de completar un doblete de medallas, pero se le escapó al final por un suspiro.

"Joder, hemos estado cerca. Da la sensación de que, cuanto más cerca estás, más te duele, pero no es así. No es dolor lo que sentimos. Hemos competido muy bien, hemos seguido nuestra estrategia y hemos acabado cuartos, ya está. Nuestra idea era mantener nuestro ritmo, muy acoplados y luego ir superando a rivales a los que les afectara más el viento. Ha sido así, pero nos hemos quedado cerca al final", analizaba Cooper, con sus tres medallas olímpicas: el oro de los Juegos de Río, la plata de los Juegos de Tokio y el bronce conseguido este jueves en el K4-500.

"Al acabar Adrián me preguntaba y yo ya me temía que habíamos sido cuartos. Pero bueno hasta que no vimos la pantalla no podíamos estar seguros. A veces en esas últimas palada, esos últimos metros, te metes, te metes, pipipipí, y acabas con la medalla", añadía el piragüista de 29 años, que en esta cita olímpica había cambiado su papel.

Maestro y alumno

Cooper, que fue alumno de SaúlCraviotto, todavía compañero suyo en el K4-500, ahora es maestro de un Del Río que a sus 21 años también apunta a la gloria. Madrileño, formado en el Club de Piragüismo de Aranjuez, siempre estuvo entre los mejores juniors y juveniles, aunque hace no tanto dejó el piragüismo. En 2020, harto de que los resultados no salieran, abandonó el equipo junior y sus concentraciones para volver a su casa y empezar sus estudios de Psicología.

Del kayak no se puede vivir, sólo hacen muy pocos. Pero llegó la pandemia, se suspendieron las clases, y empezó a anhelar dar paladas. Después de pensarlo mucho volvió. Y en un par de años estaba compartiendo equipo con Cooper en el Centro de Alto Rendimiento de Trasona, en Asturias, y colgándose un bronce junto a él en el Mundial de Duisburgo 2023. En estos Juegos de Río se imaginaban juntos en el podio, pero al final, pese a la remontada, no pudo ser por nueve centésimas.