Premio para el infatigable Campenaerts antes de que el Tour llegue al puerto más alto de Francia

Actualizado Jueves, 18 julio 2024 - 18:00

Acude el Tour a su cielo, a rendir pleitesía a Federico Martín Bahamontes en los 2.800 metros de altitud de la Cime de la Bonnette, donde el toledano pasó en cabeza dos (1962 y 1964) de las cuatro veces que la carrera pisó su punto más elevado, la carretera más alta de Francia. Será este viernes la etapa de la verdad en los Alpes, los casi 23 kilómetros (al 6,8% de media) del coloso, pero antes también el Col de Vars, Hors Categorie, 18,8 al 5,7%, y después, para acabar, Isola 2000, otro monstruo (16,1 al 7,1%).

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Allá donde Tadej Pogacar perdió sus dos últimos Tours, ahora se relame el esloveno, la venganza de quien se siente al fin superior a su Némesis. Todo son dudas en torno a Jonas Vingegaard, sin las piernas ni la confianza, tampoco el equipo de antaño. Pero, ¿quién se fía? Dictarán sentencia los Alpes, también el sábado con el final en el Col de la Couillole, los mismos por los que ya transcurre un Tour que dio su última oportunidad a los fugados. Y que tampoco aprovechó el Movistar.

La jornada desde Gap, salida clásica de la Grande Boucle (hasta 26 veces), ya bajo el sol de justicia, era un caramelo para los aventureros. Porque en el pelotón pronto se hizo la calma, cuando en la primera de las cinco cotas de tercera del día, el Col de Festre, una treintena de escapados logró su objetivo. Entre ellos, tres españoles (Lazkano, Aranburu y García Pierna). Y Movistar, con tres representantes (también contaban con Muhlberger), en búsqueda de acabar con su mal fario de seis años. Por la mañana, en el bus del equipo, Anemike Van Vleuten compartía sabiduría con el presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete. Pero no hubo forma.

Porque, en el momento clave, de nuevo faltó atención. Tras numerosos intentos, el definitivo iba a ser el del veterano Michal Kwiatkowski, en la misma cima de la última cota, a 40 kilómetros de la meta. Sólo le siguieron Matteo Vercher y Victor Campenaerts. El rodador belga, el último romántico del pelotón, asumió la responsabilidad, infatigable siempore. Se entendieron a la perfección y ya nadie pudo pararlos hasta la meta.

Oier Lazkano se tuvo que conformar con la quinta plaza, en el grupo perseguidor junto a Jai Hindley, entre otros. "Todavía hay muchas cosas que aprender. Nunca antes estuve en una grande en una fuga tan numerosa, las había visto por televisión, pero a 180 pulsaciones no se ve todo tan claro y es difícil manejarte en ella", admitió el vitoriano.

El triunfo, poderoso en el sprint, fue para el belga del Lotto Dstny, que se estrenaba en el Tour a sus 32 años. Una victoria llena de emoción y lágrimas, que compartió en la pantalla de su teléfono con su hijo Gustaff, nacido hace un mes en Granada, cuando estaba de concentración con el equipo en Sierra Nevada.

La búsqueda del Movistar, seis años sin una etapa en el Tour: “Estas dos últimas semanas han sido duras”

Actualizado Miércoles, 17 julio 2024 - 23:40

Se acumulan los años y las frustraciones, la tradición del azul español en el pelotón del Tour que no se traduce en éxitos. Es como una maldición la del Movistar, seis años ya de la última victoria, la de Nairo Quintana en Valloire. Y persiguen con empeño el desquite, especialmente en este Tour que pronto contempló a su líder, Enric Mas, lejísimos de la lucha que siempre mantuvo en la clasificación general.

"Hay días que lo paso mal pensándolo, pero en etapas como hoy (por el miércoles) disfruto como un niño pequeño de poder correr así", dijo en la meta de Superdévoluy el balear, tercero tras Richard Carapaz y Simon Yates, tarde su reacción cuando se desataron las hostilidades en el Col du Noyer en la numerosísima fuga en la que se habían insertado dos Movistar, él y Alex Aranburu (acabó 10º el campeón de España).

El histórico Movistar, que dirigen en este Tour Chente García Acosta y Pablo Lastras, presume de siete victorias en la general del Tour, siete triunfos por equipo (fueron líderes los primeros días) y nada menos que 34 etapas desde aquella iniciática de Ángel Arroyo en el Puy de Dôme, en 1983 (la siguiente fue también para el abulense, el año siguiente en Morzine). Pero desde Nairo... Y no será por el empeño. Especialmente en esta edición, con el infatigable Oier Lazkano en su estreno. Hasta en cinco fugas estuvo el vitoriano. También Aranburu y Javier Romo dieron al palo en los caminos blancos de Troyes. Ahora es el turno de Enric Mas, que nunca ganó una etapa en la Grande Boucle.

"Es una pena grande, porque el equipo ha hecho un súper trabajo. Han sido 120 kilómetros para formar el grupo decisivo, una auténtica locura. Hemos estado atentos, en todos los cortes teníamos gente y al final nos hemos podido meter Alex", describió el líder del equipo, que el Tour pasado se tuvo que retirar después de sufrir una caída en la primera etapa, en el País Vasco (también abandonó en 2022).

"En el Col du Noyer simplemente no ha habido piernas. Hemos gastado todos mucho para poder estar adelante en la fuga; ya habéis visto qué grupo éramos. Una pena no haber ganado, pero el equipo está súper bien y hemos corrido con gusto", añadió en meta, para hablar de sí mismo, de la condición de quien rozó el podio años atrás (6º en 2021, 5º en 2020) y ahora es 21º a casi una hora de Pogacar. "Este Enric no es nuevo, va siendo poco a poco el Enric de antes, y me refiero a fuerzas y piernas. Espero poder progresar y seguir así, y que estas dos semanas pasadas malas tengan una explicación, porque ha sido duro para el equipo y para mí. Hoy hemos encontrado algo del Enric de antes", concluyó.

El Movistar el miércoles perdió a una de las que habían sido sus grandes bazas en este Tour. Fernando Gaviria se retiró para preparar su participación con Colombia en los Juegos, en la pista. El sprinter colombiano había rozado la victoria en Turín (segundo) y Dijon (tercero), aunque ya no había terreno para él. Sí para el resto, especialmente este jueves camino a Barcelonnette, media montaña marcada en rojo por los técnicos del equipo.

El misterioso topo ‘Mou’ y las sospechas de Pogacar: “No sé quién es ni cuál es su propósito”

Actualizado Miércoles, 17 julio 2024 - 23:33

"Un día normal en la oficina", pronuncia Pogacar con media sonrisa irónica, después de su ataque "estúpido" en el Col du Noyer, el que volvió a saltar por los aires una etapa que no estaba destinada para ello. El que hizo temblar a Vingegaard, amenazado hasta por un Evenepoel que intuye batalla por el segundo puesto. El camino hacia el tercer Tour de Tadej, hacia esa reconquista de la que ya sólo le separan dos etapas monstruosas en los Alpes (viernes y sábado) y una contrarreloj en Niza el domingo, al esloveno le perturban temas periféricos, de la propia conversación global que suscita su fenómeno.

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En la rueda de prensa posterior a la victoria de Richard Carapaz en Superdévoluy, una coqueta estación de esquí a la que el Tour no había visitando nunca, al líder le preguntaron por un run run viral que se había desatado en las últimas horas. Una misteriosa figura que aparece en foros -en concreto, en el portal ciclista CyclingNews- y redes sociales y que especula, con demasiado acierto a veces, sobre el cambio de régimen en el entrenamiento de Pogacar para 2024. El supuesto topo, para más gracia, se denomina 'Mou'.

Tadej sonrió cuando se le cuestionó sobre si podía desvelar la identidad de la persona que, parece, posee un conocimiento tan detallado del funcionamiento interno del UAE Team Emirates y sus prácticas de entrenamiento con el nuevo entrenador Javier Sola. Entre febrero y abril, el usuario compartió datos confidenciales sobre esos entrenamientos. "Quizás debería preguntaros a vosotros si sabéis quién es, porque no tengo ni idea. Pero sí, he oído que en los últimos dos días está recibiendo mucha atención. Creo que hace algunas cosas bien, pero también se equivoca demasiado", expuso.

"No sé quién es este tipo ni cuál es su propósito. Creo que solo intenta ser importante en twitter y en foros o lo que sea, pero no lo sigo, solo escucho mucho. La gente pregunta. Tal vez todos juntos descubramos quién es", agregó el esloveno, que también tuvo que salir al paso de otra información sobre el uso de un respirador de monóxido de carbono. "Es una prueba durante una concentración en altura para ver cómo respondes. Tienes que hacerla, dura dos o tres minutos. Respiras en un globo durante un minuto y luego ves la masa de hemoglobina. Y después tienes que repetirla dos semanas después", aclaró, puntualizando que en su caso, no pudo completarla: "La chica que debía venir [a Sierra Nevada] después de dos semanas no vino. No es como si estuviéramos respirando en tubos de escape".

Carapaz salda cuentas con el Tour y Pogacar y Evenepoel castigan a Vingegaard en Superdévoluy

Actualizado Miércoles, 17 julio 2024 - 18:15

"En una caída de mierda se fue todo al carajo". El pasado Tour le duró a Richard Caparaz un suspiro, accidentando en la bajada al Vivero junto a Enric Mas, fractura de rótula y adiós en la primera etapa del País Vasco. Ha ganado en cada rincón, un palmarés asombroso el del ecuatoriano, un fuori classe que al fin se estrenó en la Grande Boucle, en solitario en la estación de Superdévoluy tras un ataque de los suyos, sin mirar atrás, en el ascenso anterior al Col du Noyer. [Narración y clasificaciones]

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Si este año se vio de amarillo por primera vez en el arranque en Italia, Carapaz rompió su maldición particular en estos últimos días, cuando el Tour se aproxima a ese final inédito con la crono de Niza. Inédito era Superdévoluy, una etapa trampa con 3.000 metros de desnivel acumulado y tres puertos seguidos para terminar. Ideal para el del Education First, cada vez más pleno -una caída en la Vuelta a Suiza le hizo no llegar al 100%-, que lanzó su ofensiva en la subida más dura, la antepenúltima, atrapó a Simon Yates, le superó y ya no miró atrás hasta la meta. Aventajó al británico en 37 segundos y a un Enric Mas que reaccionó tarde, en 58.

«Esto es lo máximo. Veníamos intentando pelear por una victoria de etapa desde el principio del Tour. De hecho, era nuestro principal objetivo. Este triunfo es una representación de toda América. Me siento muy orgulloso de estar aquí para representarla de la mejor manera», admitió el primer ecuatoriano en ganar en el Tour.

Por atrás parecía todo en calma. Había sido un amanecer tenso desde Saint Paul Troix Chateaux, el viento primero, los intentos de fuga después. El desorden hasta la primera ascensión, cuando un cuarteto hizo camino y después un grupo de 47 ciclistas entre los que había tres españoles, Mas y Aranburu del Movistar y Christian Rodríguez del Arkea. Ahí estaba el triunfo y la paz parecía firmada hasta que Carlos Verona aceleró para posicionar a Ciccone. Y todo saltó por los aires también entre los favoritos.

Porque no se detiene el espectáculo en el Tour, que eleva su temperatura en los Alpes pese a que Tadej Pogacar parezca tener el asunto controlado. Y aún así, lo vuelve a intentar, al ataque de amarillo, así será recordado el esloveno. "A veces, ni yo mismo sé para qué ataco. Supongo que estaba disfrutando mucho del puerto, que era muy empinado y muy bonito, y me apeteció arrancar para probar cómo llegan mis piernas a esta tercera semana de competición", dijo después con media sonrisa. Cuando Vingegaard se quedó alarmantemente solo (Jorgenson no resistió y Laporte y Van Aert iban por delante), el del UAE soltó su zarpazo y llegó con 7 segundos sobre Evenepoel y 11 a Vingegaard en la cima del Col du Noyer. En el descenso, con la ayuda de Laporte, se volvieron a unir, pero Remco también había intuido la debilidad de quien le antecede en la general y volvió a atacar en la subida final.

Fueron diferencias pequeñas (dos segundos más con Pogacar, 12 con Remco), pero Vingegaard comprobó la ambición de sus rivales. Quedan dos etapas durísimas el viernes y el sábado y la reconquista de Tadej parece un hecho (3:11 de ventaja ya). Ahora parece que también la segunda plaza peligra para el danés, pues la crono final es terreno Remco.

Philipsen completa su triplete el día que Pogacar se hizo centenario

Actualizado Martes, 16 julio 2024 - 18:09

Son 100 días de Tadej Pogacar en el Tour, la carrera que vino a honrar hace ya cinco veranos. Dos victorias, dos derrotas. Tan asombroso todo con 25 años. Busca la reconquista, la tiene en la mano aunque los Alpes amenacen al fondo. Es centenario el esloveno, un triturador de récords: 34 días de amarillo, 14 victorias de etapa, 89 veces en el podio. Lo estuvo de nuevo en Nimes, líder ahora de la carrera y también de la montaña. El último día para los sprinters comprobó el triplete de Jasper Philipsen, al que su compañero Van der Poel dejó en bandeja una victoria a la que no pudo opositar Biniam Girmay. [Narración y clasificaciones]

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Se fue al suelo el eritreo junto a dos ciclistas del Education First en una de las últimas curvas, ya en Nimes, y tuvo que entrar en meta herido y ayudado por sus compañeros del Intermarché-Wanty. El africano opositaba a su cuarto triunfo precisamente donde su continente fue historia. El 27 de julio de 1950, el argelino Marcel Molinès triunfó en solitario en la taurina ciudad, culminando una escapada en la que tuvo de aventurero a otro norteafricano, Abdel-Kader Zaaf.

Fue una jornada plácida tras el descanso del lunes, en la que al pelotón apenas le inquietó el intento en solitario de Gachignard, atrapado a 25 kilómetros del final.

Se le complica a Girmay también el maillot verde de la regularidad, pues Philipsen, que entró muy por delante de Phil Bauhaus y Alexander Kristoff, le restó 100 puntos de una tacada y ya está a sólo 31. Es la octava victoria parcial para el belga del Alpecin, siete en los dos últimos Tours. Quizá sea el tipo más rápido del planeta, pero seguro tiene a los mejores preparadores con Van der Poel, Van Poppel...

El martes, el Tour avanza hasta Superdévoluy, casi 180 kilómetros in crescendo y tres puertos para acabar, el penúltimo el Col de Noyer (7,6 kilómetros a casi el 8% de pendiente media).

800 toneladas, 10 km. de vallas, 47 ‘trenes carretera’ y un casting de conductores… Así es la “aventura diaria” de montar (y desmontar) una etapa en el Tour

Actualizado Lunes, 15 julio 2024 - 23:41

Baja el Tour de los Pirineos en estado de shock por las exhibiciones con aroma de revancha de Tadej Pogacar y se encamina hacia los Alpes, con Niza al fondo como final inédito el próximo domingo. Y descansa el pueblo en movimiento que es la Grande Boucle, con sus casi 5.000 personas, en los alrededores de la medieval Carcassone, donde el UAE Emirates y el Movistar vieron juntos el domingo la final de la Eurocopa y sólo Adam Yates no acabó festejando. Tras el lunes de tregua, la salida de Gruissan y la meta en Nimes, última oportunidad para sprinters. Pero, ¿cómo se monta (y desmonta) todo esto?

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Es el Tour una caravana andante, etapa a etapa por toda la orografía francesa. Más de tres semanas de salidas y llegadas, con sus podios, sus aparcamientos, sus zonas vips, sus arcos... Son cunetas engalanadas, montañas abarrotadas de aficionados, de equipos, seguridad, periodistas... Un rompecabezas logístico diario que lleva solucionando 44 años en la sombra XPO. "Nuestra labor es que nadie nos perciba", cuenta a EL MUNDO su presidente en Europa, el español Luis Gómez.

"Es un reto cada día, pero un desafío muy bonito", que incluye una flota de 47 camiones que trasladan 800 toneladas de material (vallas, pinturas, podios, arcos...). Un equipo compuesto por 65 trabajadores divididos en tres equipos con tres misiones concretas. Aunque... "Cada día, cada tarde, puede cambiar la cosa. La planificación se puede venir abajo porque haya cambios meteorológicos, porque se estropea un camión, acude más público de lo normal o se cambia el recorrido por algún motivo de última hora", explica Gómez.

El equipo de las salidas acude el día antes a la ciudad de la que partirá la etapa y trabaja en el montaje durante cuatro o cinco horas. El de las metas, el mismo día de la etapa por la mañana para que a mediodía esté todo preparado. Y el de los puntos intermedios también el día antes en la medida de lo posible. Todos en consonancia con la organización, las autoridades locales y la gendarmería. Y luego, claro, el desmontaje. "Es una aventura diaria", dice el directivo español, que destaca "la pasión" que mueve a XPO y a sus empleados, clave junto a la experiencia de que todo salga bien.

Uno de los camiones del Tour de XPO Logistics.

Uno de los camiones del Tour de XPO Logistics.XPO

"La planificación no es sólo los 21 días que sucede el Tour. Empezamos a trabajar a partir de octubre, cuando se definen los recorridos. Analizamos físicamente, vemos los puntos con dificultades para prevenir de antemano o adaptarnos", explica. Los principales retos ocurren en las etapas especiales, las de montaña, las contrarrelojs con salida y llegada en puntos cercanos o, por ejemplo, la que transcurrió por los caminos blancos de Troyes. "Fue espectacular, pero para nuestros camiones de gran tonelaje...", cuenta Gómez que detalla los vehículos especiales que manejan, "trenes carretera", con un segundo remolque añadido. "Dependiendo de la etapa, este segundo remolque no se utiliza. Las de montaña son más difíciles, pero más bonitas. Maniobrar en carreteras estrechas. Nuestros conductores lo asumen como un reto personal".

"Como los pilotos de rallies"

Esos más de 60 conductores trabajan en XPO, una logística con más de 200 centros y 14.000 empleados sólo en Europa (39.000 en todo el mundo). Y pasan una especie de casting, pues se presentan voluntarios muchos más. "La mayoría son franceses y se sienten orgullosos. Pasan tres semanas fuera de casa, trabajando casi las 24 horas, lejos de sus familias... Y son como los pilotos de rallies, ellos suben los puertos antes del Tour, toman anotaciones de las curvas... La preparación es exhaustiva, porque los tiempos son limitados".

Aunque ninguna dificultad como el año del covid, cuando el Tour se retraso a septiembre de 2020 para celebrarse con medidas sanitarias que obligaron a testar continuamente a los conductores, a desinfectar el vallado a diario y a instalar una doble protección para que la gente no se agolpase y guardase las distancias de seguridad. Hay que destacar que, en una etapa normal del Tour, si se pusieran en fila, las barreras ocuparían 10 kilómetros.

Gómez y su equipo no se olvidan de la sostenibilidad, de la responsabilidad de contribuir al cuidado del medio ambiente por esos parajes tan bellos que atraviesa el Tour. "Las bicicletas no van con motor, pero nuestros camiones es inevitable. Así que intentamos que el C02 que emiten sea el menos posible (usan biocombustible HVO). Este año como novedad hemos introducido un camión totalmente eléctrico. Estamos muy sensibilizados con la descarbonización", concluye el presidente en Europa de XPO.

El récord de Pantani triturado por Pogacar en Plateau de Beille y el lamento de Vingegaard: “Si mantiene este nivel…”

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 22:44

Cuando Mark Cavendish, bien arropado por cinco de sus compañeros del Astana, cruzó la línea de meta de Plateau de Beille, a casi 1.800 metros de altitud, habían transcurrido 51 minutos y 35 segundos desde que lo hiciera Tadej Pogacar. El británico no fue el último. Poco después entraba Fernando Gaviria y a 52:37, al mismo límite del fuera de control que no superó Bran Welten, acudía, completamente quebrado, el último sprinter, Arnaud Démare.

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Eran los restos del naufragio de una jornada para el recuerdo, de una ascensión memorable. El esloveno, al que su compañero Adam Yates había avisado de que esa subida, "es la más dura que ha hecho en su vida" (más de 15 kilómetros a casi el 8% de desnivel medio, después de los cuatro puertos anteriores), destrozó todos los registros. Aprovechando la rueda de Jonas Vingegaard primero, en solitario después. Paró el crono en 39:58, tres minutos y medio más rápido de cómo subió Marco Pantani en 1998 (43:28). En 2007, Alberto Contador lo hizo en 44:08.

Como Pantani y como Eddy Merckx, ganador Tadej de etapa en el Giro con la maglia rosa (cinco veces) y en el Tour con el maillot amarillo (dos), algo nunca visto en el siglo XXI.

Sus queridos Pirineos, como las montañas verdes de su Eslovenia natal. Es la 14ª victoria de etapa de Pogacar en el Tour (alcanzó a Marcel Kittel) y más de la mitad de ellas han llegado en estas cimas. Desde aquella iniciática en Laruns en 2020, por delante de Roglic, a las dos del fin de semana en el que dejó el Tour prácticamente visto para sentencia. "He ganado muchas etapas en los Pirineos. De algún modo, adoro estas montañas... ¡y es recíproco!", expresaba el líder, que afronta la etapa de descanso con una renta de 3:09 sobre Vingegaard.

El danés no pudo ser más valiente. Fue con todo, arriesgando quizá demasiado con los Alpes en el horizonte aún. "Si mantiene este nivel, no tengo nada que hacer. Está muy difícil el Tour", confesaba en la cima, ya con la mascarilla, obligatoria para todo el pelotón, puesta. "Sufrí bastante en su primer ataque, pero después noté que era él quien lo pasaba mal. Intentó descolgarme una última vez y vi que no tenía piernas para ello, así que decidí arrancar yo pese al riesgo de reventar. Por suerte, me salió bien", admitió Pogacar.

La jornada tuvo noticias positivas y negativas para los españoles. Al fin se vio a Enric Mas, presente en la escapada del día junto a sus compañeros Oier Lazkano y Javier Romo. El balear aguantó con los cinco elegidos, pero fue engullido por Pogacar y Vingegaard en Plateau de Beille. "He podido disfrutar. Conocía bastante la etapa, al ser cerca de donde residimos, y lo he pasado como un niño pequeño. Ha sido 'un mundo nuevo' para mí. Esta no es ni mucho menos la mejor versión de Enric Mas, y las sensaciones no son muy buenas, pero vamos a seguir intentándolo", admitió.

También se comprobó a un gran Mikel Landa, que entró cuarto en meta, a 3:54 de Pogacar. Aventajó en casi un minuto a Joao Almeida y más a Adam Yates y un Carlos Rodríguez al que arrebató el quinto puesto en la general. El del Ineos sufrió "muchísimo". "Me he cebado y lo he pagado", admitió.

Pogacar destroza el Tour en Plateau de Beille en una respuesta mortal al ataque de Vingegaard

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 18:28

Fue la mirada atrás la sentencia, el golpe de gracia a un Tour que, salvo sorpresa mayúscula, quedó sentenciado en las rampas de Plateau de Beille, a una semana del final inédito en Niza y con los Alpes todavía por recorrer. Fue valiente Jonas Vingegaard porque no le quedaba más remedio y murió con las botas puestas, al ataque ante quien no admite comparación. Tadej Pogacar es, indudablemente, el más fuerte. Alzó los brazos por tercera vez y supo que la reconquista es un hecho. [Narración y clasificaciones]

Los rostros esconden el sufrimiento, aunque son tantas las batallas, que Tadej y Jonas desentrañan cada gesto del rival. No hay secretos ya para ellos. Incapaz de contener los arreones finales del esloveno, cada vez más lejos en la general, Vingegaard optó por cambiar de estrategia, por mostrar todas sus cartas. A riesgo de perderlo todo, como así fue después. Maduró la etapa con su equipo, asumiendo por primera vez la responsabilidad en los cuatro puertos precedentes al desenlace, de salida el Col de Peyresourde bajo el calor de los Pirineos que obligaba a los ciclistas a marchar ya en la meta de Loundeville con los característicos chalecos de hielo.

Y atacó salvajemente bien temprano el danés, a más de 10 kilómetros de la cima de Plateau de Beille, para propiciar el mano a mano, para comprobar si la alta montaña, los esfuerzos acumulados y el sopor eran su baza ante Pogacar. Para explorar todos los límites posibles. Pero no cedió su Némesis, que buscaba agua y alivio a su rueda, que afilaba su hacha mortal, que sabía que resistir era ya un triunfo pero quería más. No dudó el líder, también desde bien lejos, para protagonizar una auténtica desolación.

Miró atrás Vingegaard tras su postrero acelerón y ahí supo Tadej que era su momento. Restaban casi cinco kilómetros y medio y se lanzó el del UAE, imparable hasta la meta, voraz. Hundiendo psicológicamente a su contrario. La aventajó en 1:08, una distancia nunca antes vista y le deja a más de tres en la general. El resto fue una carnicería: Evenepoel a 2:51, Landa a 3:54, Almeida, Yates y Carlos Rodríguez todavía mucho más lejos.

Una etapa para el recuerdo. Porque es un duelo jamás visto antes en la historia del ciclismo. No hay precedentes de dos tipos con semejante amor propio, con tanta superioridad, con esa capacidad de encajar los golpes y prepararse para el siguiente asalto. Es un combate diario en el que todo influye. Las fuerzas propias, el coraje del equipo, el clima, la orografía y hasta el paso de los días.

Enric Mas, seguido de De Plus, durante la etapa en los Pirineos.

Enric Mas, seguido de De Plus, durante la etapa en los Pirineos.MARCO BERTORELLOAFP

Una jornada en la que apareción, al fin, Enric Mas, en un Tour que no le sonreía, que le vio fuera de la nobleza desde bien temprano, que alargo su mal fario con él. Ya sin opciones en esa general que hasta hace nada era su objetivo (siempre frustrado), eligió la etapa más dura hasta el momento para dar la cara, para colarse en la escapada del día y para ser parte del quinteto que aguantó hasta la ascensión final. En las faldas de Plateau de Beille (casi 16 kilómetros con una media del 7,9% de desnivel), llegó el balear junto a De Plus, Hindley, Carapaz y Jonannessen con una ventaja que superaba los dos minutos y medio.

Pero lo que venía por atrás era un huracán.

Un espectador “imbécil”, el “instinto” de Pogacar y la calma de Vingegaard: “No está perdido”

Actualizado Sábado, 13 julio 2024 - 23:49

La imagen del día fue la felicidad pletórica de Tadej Pogacar en la cumbre de Pla d'Adet, siempre su inseparable Joseba al quite con el primer auxilio en meta. Pero la alegría no era sólo por el triunfo, ni siquiera por la dentellada a Jonas Vingegaard en la general. Pogi lo había hecho a su manera y que no le vengan con lo de jugar a la defensiva. "Me cuesta contenerme", había avisado por la mañana en la salida de Pau. De las palabras a los hechos, de los planes al "instinto".

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Porque... "La idea era ganar la etapa esprintando en la parte final para rascar unos segundos de bonificación", admitió sin rubor cuando todos imaginaban que lo de Saint Lary Soulain había sido una oda a la estrategia del UAE. "Pero ganar así es mucho mejor. Este Tour debe estar siendo divertidísimo por televisión...", bromeaba quien tiró de improvisación, quien pensó con frialdad con las pulsaciones a mil.

Curiosamente, fue la ausencia de Juan Ayuso, retirado el día previo a causa del covid, lo que desencadenó los acontecimientos. Tras el asombroso trabajo del gigante Politt -"es increíble", alabó a uno de sus grandes fichajes, 'robado' al Bora, el esloveno-, a Tadej le faltaban piezas en la ascensión final. "Me sentía súper bien. Joao [Almeida] estaba tirando a tope ya a ocho kilómetros de meta. Vi la oportunidad de que Adam [Yates] atacara en busca de la victoria de etapa, liberándonos del deber de tirar del grupo. Viendo que ningún hombre de la general se movía, vi la ocasión de atacar yo mismo siguiendo mi instinto, enlazar con Adam y conseguir una buena ventaja para la general además de la victoria de etapa. Quiero insistir en mi agradecimiento a Adam por su trabajo", explicó al detalle Pogacar.

A Tadej le mueve la pasión, las ganas de exprimir su potencia, la diversión de ganar. No piensa en lo que viene después, en la etapa del domingo, cinco puertos y casi 5.000 metros de desnivel acumulado hasta Plateau de Beille. Ni tampoco en los Alpes de la próxima semana, allí donde perdió sus dos últimos Tour. Ni en el cansancio que pudiera aparecer tras su alarde en el Giro. Ni siquiera piensa en la revancha contra su Némesis, un Vingegaard que lució amenazante en el Macizo Central, como si ya no hubiera rastro de esa brutal caída en la Itzulia hace tres meses que le tuvo hospitalizado y trastocó todos sus planes. "Esto no es una venganza. El ciclismo no es una guerra, es el juego al que jugamos. A veces pierdes y a veces ganas...", despejaba.

En la misma línea se explicó Yates, tan sorprendido como el que más por los acontecimientos de otra jornada para el recuerdo. "Fue un poco de improvisación. Estaba listo para seguir el ritmo con normalidad y él me dijo que atacara. '¿De qué estás hablando?' Así que ataqué y miré hacia atrás un par de veces para ver dónde estaba", dijo el británico a Eurosport.

Pero, pasada la euforia, los asombrosos datos de Pogacar en la subida (mucho más rápida que la de Armstrong años atrás) queda lo que viene. Y, pese a los casi dos minutos de ventaja, todavía nadie da por sentenciado el Tour. Ni el propio Vingegaard. "Perder tiempo nunca es positivo, pero tuve una buena actuación", reflexionó el del Visma. "En los momentos en los que la pendiente era más dura, recortaba, pero en los tramos más llanos le favorecían a él. La diferencia es importante, pero no está perdido. Creo que estaba más decepcionado en la etapa del Galibier", puntualizó.

Una sensación que corroboró Mikel Landa, recordando los precedentes. "Hay que ser cautos. El pasado año Vingegaard sacó siete minutos a Pogacar en dos días. Vemos que ambos están un paso por encima que Remco en la montaña, así que intentaremos defender el podio y luchar por alguna etapa", dijo a los medios españoles en meta. Su labor al lado de Evenepoel está resultado asombrosa para quien copó todos los titulares. El belga, en su primer Tour, sigue en la lucha por el podio. "El cuarto está a cuatro minutos de mí, lo cual es una buena renta. En cuanto a Tadej y Jonas, tienen más experiencia y más potencia que yo. Voy a seguir luchando por el podio. Con Jonas, nunca se sabe; él no está muy lejos de mí y ha debido darse cuenta de que Tadej está fortísimo. Puede ser que empiece a correr a la defensiva y eso me permita aspirar a más", razonó el del Soudal.

Una jornada que tuvo su lado negativo. En los últimos kilómetros, un espectador se dedicó a jugar con la integridad de los favoritos. Primero con Pogacar (le molestó con una bolsa de patatas), después con Vingegaard, llegando a tocarles el rostro en pleno esfuerzo. La cuenta oficial del Tour en X fue contundente -"en un mundo en el que puedes ser lo que quieras, eliges ser imbécil"-. También el presidente de la Asociación de Corredores, Adam Hansen, que declaró que la organización se personará en la justicia contra este espectador.

Entre la estrategia y la valentía, otro mordisco de Pogacar al Tour: vence en Pla d’Adet y deja a Vingegaard a casi dos minutos

Actualizado Sábado, 13 julio 2024 - 17:51

El aperitivo fueron fuegos artificiales. La primera etapa pirenaica fue la rabia de Tadej Pogacar, tan determinado a reconquistar el cielo del Tour, a saldar tantas deudas pendientes con Jonas Vingegaard. Si en el Macizo Central pareció que las tornas cambiaban, camino de Pla d'Adet, donde hace 50 años Poulidor inauguró esta ascensión por delante del español López Carril, el esloveno despejó dudas y siguió cabalgando como él solo sabe, ambicioso, valiente, táctico también esta vez, para dar otro mordisco a este Tour que, sin embargo, todavía guarda sus platos fuertes. [Narración y clasificaciones]

Fue el triunfo número 13 en la Grande Boucle para este genio de 25 años, el 79 de una carrera que ya es leyenda. Fueron 39 segundos de ventaja en la cima (más los seis de bonificación) sobre Vingegaard, los que le disparan ya en la general con casi dos minutos de renta (1:57). Pero, sobre todo, fueron las sensaciones, la fortaleza del líder y de su equipo, que no echó de menos a Juan Ayuso, que tomó la responsabilidad y sorprendió con el ataque de Adam Yates como preludio de la sinfonía de Tadej.

La temperatura de la etapa fue en aumento como la del día, nuboso y fresco en el amanecer, el sol reinante ya a primera hora de la tarde, cuando se empezaron a amontonar los puertos pirenaicos, tres el sábado que serán hasta ocho en un fin de semana para despejar incógnitas. Y el primero de todos nada menos que el Tourmalet, donde se cumplían 70 años de la primera vez que Bahamontes lo coronó en cabeza, donde Oier Lazkano le rindió homenaje. El vitoriano inagotable, siempre bravo en este Tour que le da la bienvenida a su correr en agonía, a sus piernas de pura potencia; pasó en cabeza por el coloso, otro español poniendo su nombre ahí.

Pero la escapada, cada vez más exigua a medida que avanzaba la jornada (el debutante García Pierna fue integrante al comienzo), tenía las horas contadas. "No soy yo el que tiene que ir a la ofensiva", había avisado Pogacar, en ese juego de intenciones, de esconder o mostrar, de mentiras y verdades. Pero fue el UAE Emirates el que agarró por la pechera la carrera, especialmente en la ascensión a Hourquette d'Ancizan, cuando Politt dio paso a Marc Soler y todos se pusieron en fila (fueron cayendo Hindley, Enric Mas, Haig...), aunque el director del Visma Lease a Bike, el siempre socarrón Grischa Niermann, también se refugiara en la ironía en sus conversaciones (públicas) por radio: "UAE rueda a un ritmo decente, es bueno para nosotros, es bueno para Jonas".

Esta vez Josean Fernández Matxin barajó bien sus cartas. La estrategia llevada a la perfección. Como el ritmo de Sivakov no parecía lo suficientemente exigente camino a Saint Lary Soulan, pronto mandó a su pretoriano Almeida, que subió la marcha. Y Tadej le susurró a Adam Yates el momento del zarpazo, de mandarle por delante para que Jorgenson, el único compañero de Vingegaard, pronto se quemara.

Oier Lazkano y Magnus Cort, en el ascenso del Tourmalet.

Oier Lazkano y Magnus Cort, en el ascenso del Tourmalet.GUILLAUME HORCAJUELOEFE

Fue a falta de 4,6 kilómetros cuando el líder soltó su furia, un ataque de esos que nadie puede seguir. Encontró pronto a Yates como aliado, un relevo vital, segundos de oxígeno y a seguir hasta la cima. Se acercó Jonas, pero no cerró el hueco. Y la distancia se hizo importante, más segundos a sumar a una desventaja que ya es preocupante para él. Poco después llegó Remco Evenepoel y no muy lejos un Carlos Rodríguez que parece recuperado, listo para luchar por el podio hasta Niza.