Alcaraz en otra final de Wimbledon contra Djokovic y contra sí mismo: “Tengo que controlar mis nervios”

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 00:33

"Estoy trabajando en mis nervios. Tener nervios es normal, es algo bueno, pero tengo que controlarlos. En Roland Garros lo hice mejor en ese sentido, excepto en la final, pero aquí en Wimbledon me noto más tenso. Quizá es lo que me genera el torneo, jugar en esta Central, no sé", reconoce Carlos Alcaraz y parece tan lógico y natural, pero es algo así como una revolución. Un cambio de paradigma. Hasta hace unos pocos años la mayoría de estrellas repetían que ellos dominaban los sentimientos a su gusto, que en su mente sólo cabían pensamientos positivos y, por supuesto, que no sufrían los nervios. Los nervios, ¡ja!, cosa de perdedores.

Para saber más

Muchos profesionales de la psicología deportiva, de hecho, todavía sostienen que admitir una debilidad en público es un error, pero Alcaraz demuestra que algo está cambiando. A las puertas de otra final en Wimbledon este domingo (15.00 horas, Movistar), su segunda final consecutiva, ante Novak Djokovic, el mito de los 24 Grand Slam, el español asume que su madurez pasa por su mente más que por su saque, su derecha o su revés.

"Cuando me noto muy nervioso opto por una dejada, por un hot shot, un golpe complicado, porque me relajan. Me dan confianza, me sirven para recuperar mi juego, para volver a divertirme", explica quien todavía tiene 21 años pese a que ya puede sumar su cuarto grande. Hasta el momento ha ganado todas las finales de Grand Slam que ha jugado, hecho que niega que sufra por los nervios, pero los nervios están ahí, vaya si están.

"Es un jugador muy emocional"

"Para mí es el aspecto en el que más está creciendo, aunque todavía le cuesta. Es un jugador muy emocional, pero cada vez lo maneja mejor y ya se ha dado cuenta que la fortaleza mental gana partidos. Está trabajando en ello. Por ejemplo, ante Djokovic sabe que tiene que empezar mejor que el año pasado [perdió el primer set por 6-1], más calmado, para afrontar el partido de tú a tú", analiza su entrenador, Juan Carlos Ferrero, que reconoce que esa calma no es fácil de conseguir.

ANDREJ ISAKOVICAFP

Como reconocía Alcaraz le ayudará ya haber vivido una final en el All England Club, saber qué le espera las horas previas, los minutos previos. Como aseguraba Ferrero, todos en su equipo conocen la importancia de que esté fresco, por eso ayer volvieron a ir a jugar a golf y hoy posiblemente estarán de bromas hasta que toque saltar a la pista. Pero igualmente la serenidad no aparece de repente.

"Ya era un niño con mucha activación"

"No hay varita mágica que haga desaparecer los nervios y, de hecho, tampoco hace falta. Los nervios no dejan de ser una mezcla de sentimientos como la ansiedad competitiva, que es buena, que se puede transformar en activación. Carlos lleva toda la vida preparándose para esto. Cuando empezamos a trabajar juntos, uno de los primeros factores de aprendizaje fue cómo lidiar con estos picos de estrés, pero está claro que exige entrenamiento continuo como la técnica o la táctica", analiza Josefina Cutillas, psicóloga deportiva que acompañó a Alcaraz en la adolescencia, en su crecimiento, en los primeros pasos en la élite.

"Entonces Carlos ya era un niño con mucha activación, no diría que nervioso. Necesitaba buscar recursos para focalizar esa activación, pero emocionalmente siempre fue muy equilibrado. De manera natural no se quedaba mucho tiempo en la victoria o en la derrota y es algo muy positivo para un deportista", añade Cutillas que señala los ejercicios que el ahora número tres del mundo puede hacer en busca de la calma. Uno de ellos es muy sencillo: repasar mentalmente o volver a ver en Youtube la final de Wimbledon del año pasado y recordar que él ya remontó y ganó a Djokovic (1-6, 7-6, 6-1, 3-6, 6-4).

Kirsty WigglesworthAP

Esta vez otros factores le favorecen, como la reciente operación del serbio o la guerra que mantiene estos días con el público inglés -Nole fue abucheado en cuartos y semifinales-, pero Alcaraz también tiene algo en contra. Ahora es favorito. Su estado de forma desde Roland Garros o su evolución sobre la hierba de Wimbledon le ponen por delante de Djokovic en las apuestas y eso siempre crea inquietud. Hoy, otra final para la historia. Qué nervios.

Djokovic, ante Alcaraz, la reencarnación de Nadal, de Federer y de sí mismo

Djokovic, ante Alcaraz, la reencarnación de Nadal, de Federer y de sí mismo

Actualizado Domingo, 14 julio 2024 - 01:16

Un año después, en el mismo escenario, con idéntico premio y los mismos protagonistas, veo a Carlos Alcaraz mejorado con respecto al que dio el gran golpe al llevarse su primer título en el All England Club y a Novak Djokovic aún en posesión de sus cualidades, que no son pocas, y capaz de sacar provecho del don natural del que también dispone para jugar sobre hierba. Tiene el serbio una lectura diáfana de las jugadas que ayuda a su sobresaliente

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Carlos Alcaraz o cómo hacer historia en los días raros: "Sinceramente he tenido partidos mejores"

Carlos Alcaraz o cómo hacer historia en los días raros: “Sinceramente he tenido partidos mejores”

Antes de las semifinales de Wimbledon, Juan Carlos Ferrero deslizaba que su pupilo Carlos Alcaraz ya ha alcanzado el punto de no retorno en el despegue de cualquier leyenda: ahora gana en los días buenos, en los malos y también en los regulares. Dicho y hecho. Ante Daniil Medvedev, este viernes, Alcaraz sólo fue el mejor Alcaraz a ratos y, sin embargo, dominó el marcador para ganar por 6-7(1), 6-3, 6-4 y 6-4 y clasificarse para su segunda final del Grand Slam londinense, la segunda consecutiva, la segunda que le enfrentará al tenista más laureado de todos los tiempos, Novak Djokovic. Un reto histórico.

A sus 21 años, este domingo (15.00 horas, Movistar) el español buscará su cuarto grande, aquel que le igualaría con Manolo Santana, Guillermo Vilas o Jim Courier, con la madurez de los escogidos: ahora ya avanza pase lo que pase. «Sinceramente he tenido partidos mejores. Esta temporada he jugado mejor que hoy varias veces y en este mismo Wimbledon me he visto mejor. Por ejemplo, contra Tommy Paul, en cuartos de final, diría que mi nivel de tenis fue más alto. También influyó el estilo de mi rival, los golpes que me hizo jugar, pero ante Daniil podía haber jugado mejor», reconocía Alcaraz que al mismo tiempo aseguraba que no le preocupaba en exceso: «Voy a la final sintiéndome bien, sé cómo puedo jugar».

Recursos contra Medvedev

En sus palabras había mucha humildad por reconocer los errores cometidos y, al mismo tiempo, un análisis certero de lo ocurrido. Porque, al contrario que el año anterior, Alcaraz apenas necesitó su versión superlativa, aquella que maravilla al tenis mundial desde hace tres años. No fue un éxito fruto de la efectividad, ni tan siquiera de la puntería, fue cosa de la imaginación. Completamente afeitado, en una imagen que no lucía desde hace meses, y acompañado de toda su familia, que se quedará en Londres hasta el domingo, el ahora número tres del mundo requirió de toda su paleta de golpes para desarmar el juego defensivo machacón de Medvedev. Ahora un golpe cortado, ahora una bola alta, un toque allí, otro toque allá y, por supuesto, dejadas, muchas dejadas. Al final, el ruso no pudo más que rendirse.

«Contra Daniil sabía que no podía entrar en intercambios largos, de más de 10 golpes. Tenía que variarle mucho los golpes e intentar acortar los puntos para que no se sintiera cómodo», aseguraba el español que mejoró sobremanera durante el encuentro. En los tres últimos sets fue el dominador que es, el quinto hombre que este siglo encadena finales de Roland Garros y Wimbledon por detrás de Djokovic, Rafa Nadal, Roger Federer y Andy Murray -ahí es nada-, pero el primer set salió torcido.

Un mal inicio, un brillante final

Sin más explicación que sus nervios y ese juego de Medvedev, sufrió muchos problemas con su saque -en ese set rondó el 40% de primeros-, se movió de manera dubitativa sobre la pista y falló en los puntos decisivos -dos de ocho en puntos de break-. Que remontara dos roturas en contra y llegara al tie-break supuso un esfuerzo en vano porque en esa muerte súbita todo marchó mal. Pero luego, de repente, ¡buf!, salió el genio de la lámpara.

ANDREJ ISAKOVICAFP

En los primeros instantes del segundo set, Medvedev dio un pasito atrás y Alcaraz se comió la pista entera. Mejorando con su saque -sólo concedió una opción de rotura más en todo el encuentro-, corriendo de lado a lado como un velocista y afinando su acierto -en el primer set cometió 15 errores no forzados, en los otros tres, 20-, empezó a bailar como sólo él sabe bailar. Fue entonces cuando expuso sobre el verde todo su arsenal de recursos, las dejadas, los passing shots e incluso esa locura de globo entre las piernas al que ya parece tan acostumbrado. En el último set, resoplaba Medvedev porque otra vez, como también pasó el año pasado en semifinales, no tenía nada que hacer.

En la previa, golf y familia

«Tengo ganas de jugar la final. Ya sé lo que es estar en esa posición, se cómo lidiar con todo lo que va a pasar hasta saltar a la pista y creo que tengo el nivel para jugar», comentaba el ahora número tres del mundo que rechazaba el papel de favorito pese a haber vencido el año pasado en un partido a cinco sets para la historia y pese a la reciente lesión de rodilla del serbio. Este viernes éste superó al italiano Lorenzo Musetti con la facilidad de sus días más alegres (6-4, 7-6 [3], 6-4). «Supongo que habrá mucha gente que crea que yo tengo más opciones porque Djokovic llegaba con dudas al torneo, pero sí está en la final es porque está recuperado. Él sabe mucho mejor qué es jugar una final de Wimbledon, sabe mucho mejor que yo qué es ganarla, así que está preparado que yo», disimulaba Alcaraz.

Hoy, en la víspera de la final, el español seguramente tampoco entrenará, como ya hizo antes de las semifinales, y se iría a jugar al golf con su equipo al Royal Wimbledon Golf Club. Con sus hermanos pequeños Jaime y Sergio junto a él en Londres tendrá entretenimiento de sobras para alejar la mente del tenis y, si no, podrá distraerse con la previa de la final de la Eurocopa entre España e Inglaterra y con su ya clásica llamada de la suerte con Álvaro Morata. «Espero que sea un gran día para los españoles», deseó Alcaraz en la Central del All England Club y por ello se llevó un abucheo. Si no es un gran día, será uno regular o incluso uno malo, pero ya ha demostrado que igualmente puede hacer historia.

Djokovic derriba a Musetti y planea su revancha ante Alcaraz

Actualizado Viernes, 12 julio 2024 - 21:58

Novak Djokovic llega a la final de Wimbledon con sed de revancha sobre Carlos Alcaraz y con el reto de emular el récord de ocho de títulos de Roger Federer, a sabiendas de que puede ser su última oportunidad. El número dos mundial se deshizo del italiano Lorenzo Musetti con mayor facilidad de la esperada (6-4, 7-6 [2], 6-4), nada que ver con la maratón de cuatro horas y media que los dos disputaron en su penúltimo encuentro en Roland Garros.

Con un aparatoso protector en la rodilla derecha, Djokovic confirmó su milagrosa recuperación en tres semanas tras su operación de menisco y dio una lección más de "eficiencia implacable" sobre la pista central del All England Club.

El juego vivaz y alegre del número 25 en el ránking de la ATP, con ese revés plano a una sola mano que levantó al público de sus asientos, no fue suficiente para contrarrestar el aplomo y la movilidad del serbio. Los gritos de ¡Forza Lorenzo!, se estrellaron con el goteo inapelable de golpes desde el fondo de la pista y las voleas a media pista con las que Djokovic decidió rubricar su victoria.

Destellos de un 'mago'

Djokovic llega a la cita frente a Alcaraz con las baterías cargadas, beneficiado por un cuadro bastante más benigno que el de su rival y una jornada extra de descanso por la retirada de Alex de Miñaur, lesionado en la cadera. A la chita callando, abroncado por el público durante su partido frente a Holger Rune, el campeón de 24 majors ambiciona el desquite ante Alcaraz tras haber cedido un solo set a lo largo de un torneo donde no se contaba inicialmente con él.

Musetti, que venía de disputar la final de Queen's, se plantó en la Central con la vitola de mago tras su victoria en cuartos sobre Taylor Fritz en uno de los mejores partidos de esta edición. Tardó en enontrar su lugar en la pista, pero consiguió desplegar su mejor repertorio de golpes en la recta final del primer set y a la salida de la segunda manga, cuando logró romper el servicio con su mortífero revés paralelo.

Llegó a ir por delante en el segundo set hasta el 1-3, pero Djokovic consiguió darle la vuelta imprimiendo un giro más agresivo a su tenis y arriesgando incluso con el saque-volea. Llegaron así al 6-6, que el genio de Belgrado supo rematar gracias a su experiencia. Musetti ofrecería aún destellos en la tercera tanda, pero sus errores no forzados sirvieron para allanar el camino. Nole avanzó en la recta final como un apisonadora y tuvo incluso tiempo para hacer alardes con algunos de sus numeritos en la Central, que le despidió entre aplausos (y algún que otro abucheo).

Alcaraz convierte la remontada en una rutina ante Medvedev y se clasifica para su segunda final de Wimbledon

Actualizado Viernes, 12 julio 2024 - 17:45

Cada día, antes de ir a la cama, un salto en paracaídas. O un poco de funambulismo sobre el vacío justo al despertarse. O después de comer, en lugar de siesta, puenting. Carlos Alcaraz convive con el riesgo como algo rutinario, el peligro no existe para él. Pese a sus 21 años, se ha acostumbrado a ir por detrás en el marcador, recomponerse, remontar, brillar y finalmente vencer como si ese fuera el camino más fácil e incluso el único posible. En el presente Wimbledon hasta tres veces ha perdido el primer set y, pese a ello, ahí está, en su segunda final consecutiva, que disputará este domingo (15.00 horas) ante el vencedor del duelo entre Novak Djokovic y Lorenzo Musetti.

Para saber más

Ni Frances Tiafoe en tercera ronda ni Tommy Paul en cuartos ni Daniil Medvedev este viernes en semifinales aprovecharon la ventaja inicial por una razón muy sencilla: Alcaraz no se lo permitió. Ante Medvedev, de hecho, después de ese primer set el español no concedió más hasta llevarse el triunfo en dos horas y 55 minutos (6-7 [1], 6-3, 6-4, 6-4).

Puede parecer una anécdota, incluso un demérito, pero en realidad esos primeros sets perdidos subrayan una virtud de Alcaraz. Al contrario de lo que ocurrió en Roland Garros, el ahora número tres del mundo no está dominando cada partido en Wimbledon y en ocasiones incluso ha sido dominado. Por la velocidad del juego sobre hierba, hay más rivales capaces de conseguirlo y su margen de error es más pequeño. Pero nadie ha conseguido enviarle para casa, ni tan siquiera ha estado cerca.

Después de esos inicios erráticos, el español siempre ha sabido leer el juego, elevar su ánimo y soltar su brazo para acabar ganando. Las semifinales ante Medvedev de este viernes fueron el más claro ejemplo. Como ocurrió en el último US Open, el ruso apareció en la Central de Wimbledon con la intención de arriesgarlo todo: si le salía bien, perfecto y si no, también. Ante Alcaraz, sabe que su habitual tenis amarrategui no le sirve y muta en el jugador de ataque que raramente es. Pero el plan sólo le funcionó una hora.

Un mal inicio, un despertar genial

En esos primeros juegos, Alcaraz, que apareció completamente afeitado -una imagen que no lucía desde hace meses- y acompañado de su familia al completo, no pareció Alcaraz. Sin más explicación que sus nervios y la táctica de Medvedev, sufrió muchos problemas con su saque -en ese set rondó el 40% de primeros-, se movió de manera dubitativa sobre la pista y falló en los puntos decisivos -dos de ocho en puntos de break-. Que remontara dos roturas en contra y llegara al tie-break supuso un esfuerzo en vano porque en esa muerte súbita todo marchó mal. Pero luego, de repente, ¡buf!, salió el genio de la lámpara.

Medvedev, ante Alcaraz, este viernes.

Medvedev, ante Alcaraz, este viernes.AFP

En los primeros instantes del segundo set, Medvedev dio un pasito atrás y Alcaraz se comió la pista entera. Mejorando con su saque -sólo concedió una opción de rotura más en todo el encuentro-, corriendo de lado a lado como un velocista y afinando su puntería -en el primer set cometió 15 errores no forzados, en los otros tres, 20-, empezó a bailar como sólo él sabe bailar. Entre largos intercambios de derechas, expuso sobre el verde todo su arsenal de recursos, las dejadas, los passing shots e incluso esa locura de globo entre las piernas al que ya parece tan acostumbrado. En el último set, resoplaba Medvedev porque otra vez, como también pasó el año pasado en semifinales, no tenía nada que hacer.

¿De dónde sale la creatividad de Alcaraz, su mayor arma? “Iba por el club con el bocadillo en una mano y la raqueta en la otra”

Actualizado Viernes, 12 julio 2024 - 00:47

«La mayoría de tenistas del circuito juegan de una manera parecida. Golpean fuerte y cruzado con su derecha y cuando pueden atacan con el paralelo, buscan el error de su rival. Con Carlos no funciona así. Ante él no sólo tienes que defenderte desde el fondo de la pista porque es capaz de sacar golpes ganadores de cualquier sitio, juega hacia todos los lados, inventa cuando otros no lo harían», analiza Daniil Medvedev y detrás del típico elogio a su próximo rival, con quien se enfrentará hoy en las semifinales de Wimbledon (14.30 horas, Movistar) hay una certeza absoluta: Carlos Alcaraz es diferente. En un tenis cada vez más físico y robótico, pum, pum, pum, pum, derechazos aquí y allá, el español es capaz de crear. El resto boxea, él pinta; tanta es la distinción.

La dejada es su símbolo, hace casi el doble (un 2,9% de sus golpes) que Novak Djokovic (1,7%) y más del doble que Jannik Sinner (1,3%), pero hay mucho más. «Mis golpes favoritos son la dejada de derecha, el passing de derecha y diría que el globo de espaldas entre las piernas», contestó el otro día tras superar a Ugo Humbert en cuartos de final del Grand Slam londinense cuando le preguntaron por sus recursos más preciados. «¿El globo de espaldas entre las piernas?», le replicó su entrevistador. «Sí, sí, lo practico mucho, me gusta», confirmó. A sus 21 años, Alcaraz podría parecer el líder de una generación revolucionaria, más ingeniosa, un grupo de jóvenes llamado a recuperar y modernizar el tenis old school, pero en realidad está prácticamente solo.

"Devuelve al tenis como partida de ajedrez"

«Carlos ha encontrado un patrón de juego distinto a los demás y tiene mucho mérito llevarlo a cabo porque también necesita la potencia de sus rivales. En los últimos 10 años el tenis se ha hecho más físico, casi completamente físico, y él está al nivel y al mismo tiempo utiliza recursos que otros no tienen. Es de los pocos que usa la dejada como recurso ganador, no como golpe desesperado, pero también cambia con su juego desde el fondo o con sus finalizaciones de volea», analiza Anabel Medina, capitana de la selección española en la Billie Jean King Cup, que disfruta de la evolución reciente del español. Campeón de Roland Garros y ahora a dos partidos de otro título en Wimbledon. Si vence hoy, el domingo le esperará el ganador del duelo entre Novak Djokovic y Lorenzo Musetti (sobre las 17.30 horas, Movistar) para asaltar la historia.

«Alcaraz devuelve el tenis a lo que es, una partida de ajedrez, y eso le complica mucho la vida a los rivales. Desde el principio, antes de empezar ya deben pensar: 'A ver por dónde me sale éste'. Él también es muy físico, tanto o más que el resto, pero propone cosas distintas», comenta Carlos Martínez, entrenador español, que estos días acompaña al japonés Taiki Takizawa en el torneo para menores de 14 años.

«Se nota que ha sido un jugón desde niño, que se pasaba horas y horas en el club con el bocadillo en una mano y la raqueta en la otra. En las clases te enseñan la base técnica, se repite mucho cada golpe, pero fuera de las clases también hay que investigar. Alcaraz practicaba ante el frontón, con los amigos, se divertía probando cosas nuevas y ahora ese tenis le sale de dentro», apunta José Perlas, ex técnico de Juan Carlos Ferrero, que vivió algunos de los entrenamientos de adolescencia del propio Alcaraz.

De niño, partidos con 60 dejadas

Porque ahí, en la base, se encuentra la razón de la imaginación del hoy número tres del mundo. La escuela de la Real Sociedad Club de Campo de Murcia, el club donde entrenaba, estuvo durante 30 años dirigida por su padre, también Carlos, y el pequeño Alcaraz se entretenía allí más allá de sus entrenamientos. Como dicen en el fútbol, es un tenista de la calle, practicaba por pura diversión, sin un técnico siempre atento, lejos de la competición. De ahí, también, su actitud juguetona en contra de la seriedad que impera en el circuito.

Antonio López, uno de los rivales de infancia de Alcaraz, explicaba hace unos meses a EL MUNDO que en sus partidos podían llegarse a sumar más de 50 o 60 dejadas, enfrascados ambos en una extraña competición por ver quién ejecutaba mejor ese golpe. Y de aquellos inicios estos logros. A los 21 años, este viernes ante Medvedev, Alcaraz buscará otra final en Wimbledon que será también reivindicación: la creatividad al poder.

Alcaraz y cómo saber vivir en los paréntesis

Actualizado Miércoles, 10 julio 2024 - 22:10

Una de las tareas que ha de afrontar cualquier tenista durante un torneo de Grand Slam es la gestión de un largo período continuado lejos de casa. Cierto es que el nomadismo forma parte de la vida en la alta competición, pero entre las singularidades de los majors se encuentra su carácter absorbente: estás en los torneos más importantes, también los más largos, aquellos para los que realmente juegas, y has de ofrecer tu máximo rendimiento adaptán

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Risas en el golf, la Eurocopa y nunca “entrenar por entrenar”: la receta de “la frescura” de Alcaraz en Wimbledon

Actualizado Miércoles, 10 julio 2024 - 22:58

La noche antes del arranque de Wimbledon un grupo de periodistas ingleses fue a jugar al golf al muy cercano Royal Wimbledon Golf Club y se encontró en el tee del hoyo 1 al vigente campeón, Carlos Alcaraz, acompañado de varios miembros de su equipo. Se quedaron atónitos. La coincidencia en lugar y tiempo era extraña, pero sobre todo sorprendía que el español estuviera tan tranquilo practicando su swing, de risas con los suyos, a menos de 24 horas

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La llamada entre Alcaraz y Morata, un talismán para la selección: “Lo hicimos en el primer partido y les da suerte”

Actualizado Martes, 9 julio 2024 - 23:39

"¿Quién ha marcado? Calla, calla, mejor no me lo digas", reclamaba Carlos Alcaraz este martes. La rueda de prensa después de su victoria en cuartos de final de Wimbledon ante Tommy Paul fue rara, muy rara, quizá la más rara de su carrera. Los medios internacionales le hacían preguntas, L'Equipe, The Athletic, y él miraba a los periodistas españoles que estaban viendo en sus ordenadores las semifinales de la Eurocopa entre España y Francia. Si había calma entre los redactores, el número tres del mundo contestaba tranquilo, pero si se levantaba un murmullo, intentaba adivinar lo ocurrido.

Durante una de sus primeras respuestas marcó Kolo Muani y justo en la última empató Lamine Yamal. Cuando Dani Olmo culminaba la remontada, él ya salía de las instalaciones del Grand Slam londinense. "Tengo que confesar que en el último set de mi partido, cuando ya sentía que estaba dominando, he pensado en acabar más rápido para poder ir a ver el fútbol", reconocía Alcaraz, radiante, pletórico. Todo va bien.

En el All England Club triunfa, camino a su segundo título consecutivo, con Daniil Medvedev como penúltimo obstáculo el próximo viernes en semifinales y en Alemania sus amigos hacen lo propio. Porque Alcaraz tiene una relación cercana con varios componentes de la selección, como Pedri o Ferran Torres, con quienes se le ha visto de fiesta, y es amigo íntimo de ÁlvaroMorata.

La llamada talismán

Estos días, de hecho, ambos están en constante comunicación, hasta el punto que este martes Morata envió a Alcaraz por Whatsapp una foto viendo su partido de cuartos de final ante Tommy Paul antes de saltar a calentar al césped del Allianz Arena. "Esta mañana he llamado a Álvaro para desearle suerte. Lo hice antes del debut de España de la Eurocopa, funcionó y ahora hablamos siempre los días de partido", explicaba Alcaraz, que siempre ha confesado que no es exageradamente futbolero y que se hizo del Real Madrid para incordiar a varios de sus familiares, muy culés.

Más allá del fútbol, Alcaraz, con ciertas prisas, valoró lo conseguido sobre la pista, sus sextas semifinales de un Gran Slam, dos de US Open, dos de Roland Garros y ahora ya dos de Wimbledon. "Tener tantas semifinales creo que pesa a mis rivales. Saben que tienen que hacer grandes cosas para poder ganarme en un Grand Slam", comentaba el español que se medirá al mismo rival que tuvo el año pasado en el penúltimo partido antes de celebrar su primer título en Londres.

Entonces el encuentro fue un visto y no visto, un triunfo en tres sets. Esta vez, Alcaraz vuelve a ser favorito: "La mayor parte de los partidos sí que dependen de mí y eso es bastante bueno. Tanto para bien como para mal dependen de mí. Daniil es como una pared, llega a todas las bolas".

Alcaraz resiste contra el muro para derrotar a Paul y clasificarse para semifinales de Wimbledon

Actualizado Martes, 9 julio 2024 - 20:09

Carlos Alcaraz no está en el mundo para sufrir. Es un disfrutón. Juega al tenis porque lo pasa bien, se lo goza, incluso en los peores momentos se divierte si un punto se alarga y puede trastear con su rival, ahora aquí, ahora allá, una dejada, un globo. Por eso este Wimbledon está siendo extraño. En su camino hacia semifinales, donde el próximo viernes se enfrentará a Daniil Medvedev, el español ha resistido más que disfrutado y su victoria este martes en cuartos de final ante Tommy Paul por 5-7, 6-4, 6-2 y 6-2 fue un claro ejemplo.

No quedará en el archivo fotográfico toda una colección de grandes celebraciones, puños al aire y sonrisas de oreja a oreja. Para derrotar al estadounidense, como ya le pasó en cuarta ronda ante Frances Tiafoe y en octavos ante Ugo Humbert, Alcaraz tuvo que ponerse el mono de trabajo y aguantar, aguantar y aguantar. "¡Vamos!", gritaba camino al triunfo, pero no era de alegría, era de alivio. No podía ganar al ataque, así que le tocó afinar otras artes.

Ante los golpes larguísimos de Paul que le empotraban contra el muro, le impedían respirar y por supuesto le negaban la posibilidad de juguetear, Alcaraz exageró sus movimientos defensivos y corrió de lado a lado. El desafío le impuso dos prioridades. Por una parte, conservar su saque, cosa que hizo a base de servicios durísimos, como los seis aces que acumuló sólo en el segundo set. Y por otra parte, presionar al estadounidense. Si Paul podía cargar su derecha, buscaría la línea de fondo de inmediato y le haría la vida imposible, pero si también recibía la bola a sus pies, no tendría más remedio que ceder terreno.

Su tenis es otro, más variado, más bonito, más cambiante, pero era lo que tocaba. Pronto lo entendió. En el primer set, aún perdido, se enganchó en intercambios que duraban una eternidad y que demasiadas veces acababa igual: Paul tiraba muy fuerte y muy lejos y el español erraba. Pero a partir del segundo set todo fluyó de otra manera.

Las bolas de break, punto débil

Con la resistencia como máxima, el encuentro se fue más allá de las tres horas, pero podía haber durado menos si Alcaraz hubiera aprovechado más sus oportunidades. Es una constante en su tenis, pero hay partidos especialmente crudos en ese sentido. Más allá de sus desconexiones mentales, que tienen lugar en las primeras rondas y que rara vez le cuestan partidos, seguramente es su único punto débil: la conversión de bolas de break. Ante Paul dispuso de hasta 27 y sólo convirtió ocho, un 30% influido por su mejora al final. En los primeros sets el ratio llegó a estar por debajo del 20%, un número realmente pobre.

Sin alcanzar la barbaridad de Rafa Nadal, el mejor de la historia en esa estadística, con un 45% de puntos de break convertidos, los rivales habituales de Alcaraz, Jannik Sinner, Novak Djokovic y Daniil Medvedev suelen utilizar entre el 44% y el 43% de sus opciones de break mientras él está en un 41% en toda su carrera. Este año, con su Roland Garros triunfal, había mejorado ostensiblemente, pero ante Paul resbaló en la misma piedra.

"Tenía que sufrir"

"Él ha jugado un gran tenis, ha sido un partido difícil. En el segundo y tercer set sabía que tenía que ser fuerte mentalmente, que resistir, que sería un partido largo. Tenía que sufrir para encontrar soluciones y eso he hecho", comentaba el español que ahora repetirá las semifinales del año pasado. Otra vez, ante Medvedev, que este martes se impuso a Jannik Sinner por 6-7(7), 6-4, 7-6(4), 2-6 y 6-3 en un partido en el que hubo de todo, incluso un vahído del italiano.

"Espero que se repita el resultado del año pasado", deseó Alcaraz aún sobre la hierba de la pista 1 del All England Club, antes de abalanzarse sobre la ducha y correr a la casa que tiene alquilada cerca para poder ver las semifinales entre España y Francia en la Eurocopa. "Creo que me voy a poner más nervioso que aquí jugando", finalizó.