Ane Santesteban y la endometriosis que casi acaba con su carrera: "Me daba vergüenza contar públicamente lo que me estaba pasando"

Ane Santesteban y la endometriosis que casi acaba con su carrera: “Me daba vergüenza contar públicamente lo que me estaba pasando”

«Me he caído muchas veces, tengo cicatrices por todo el cuerpo, pero nada iguala ese sufrimiento. Recuerdo una etapa del Tour. Me dolía tanto que no podía ni pedalear, se me saltaban las lágrimas». Ane Santesteban (Rentería, 1990) revive en voz alta su 2024, el que era el año de la vuelta a casa después de una década corriendo en equipos extranjeros, siendo una de las mejores ciclistas españolas de siempre, dos Juegos Olímpicos, Mundiales, top 10 en Giros y Tours... Un dolor tan insoportable como misterioso, una tortura mental también, hasta que en el lugar más improbable halló la solución. Una revisión ginecológica rutinaria iba a dar con el problema. «Tienes un quiste grande en el ovario y una endometriosis», le anunciaron. «Gracias a Dios. Qué liberación», respondió.

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Ane cuenta lo que muchas otras callan, «por vergüenza o por miedo», por tratarse de salud femenina. Lo hace, una vez superado, para «normalizar, dar visibilidad y ayudar a otras mujeres». Las que le escriben en privado confesándole que su caso es el mismo, pidiéndole consejo. Detalla su experiencia, que es la de tantas deportistas, un tabú del que ahora escapa y se vuelve a sentir plena encima de la bici. Con los colores del Laboral Kutxa - Fundación Euskadi, el pasado fin de semana corrió la primera edición de la Milán-San Remo femenina. Acabó 35ª (a 1:25 de la ganadora, Lorena Wiebes), pero dejó un alarde. Como Pogacar en la masculina, la ciclista vasca marcó el mejor tiempo de siempre en la emblemática subida a la Cipressa, los 5,6 kilómetros en 11 minutos y 37 segundos (a de 29,1 km/h). «Este año quiero hacer las tres grandes, Vuelta, Giro y Tour», anuncia en conversación con EL MUNDO desde Rentería.

Es un renacimiento el de la menuda corredora errenteriarra. Porque, tal dolor le provocaba el problema ginecológico, que pensó hasta en dejarlo: «Al final dudas de todo». Hasta de sí misma, de si lo que le estaba ocurriendo no sería producto de su propia imaginación, porque ninguna prueba detectaba nada. «Le decía a Pablo (Rodríguez, también ciclista profesional, de mountain bike), mi pareja: '¿A ver si me estoy volviendo loca y me estoy inventando el dolor?' Entré en un bucle bastante complicado».

Ane Santesteban.

Ane Santesteban.Rosa GonzalezMUNDO

La temporada no arrancaba como las de antaño. No sólo era el malestar, tampoco los números salían. Tanto en entrenamientos como en competiciones, su rendimiento había bajado «entre 20 y 30 vatios». «Empecé el año pasado sin encontrarme bien en la bici. Estaba siempre con dolores, en las lumbares, hacia la espalda, me bajaba a una pierna. En ningún momento lo relacioné con los ovarios, claro. Y el Tour fue un calvario de dolor. Hablé con el médico del equipo y le dije los síntomas. Que no encontraba postura en la bici. Hicimos una resonancia en la espalda y no había nada. Yo decía: 'Algo tiene que haber'. Estaba en el sofá, sin entrenar, y no me podía ni mover, tenía muchísimo dolor», describe Ane.

Allí, en la Grande Boucle, donde en 2023 había finalizado octava de la general (fue séptima en el Tourmalet en la etapa reina), donde todo se hizo insoportable. «Recuerdo un momento durísimo. Día tras día, iba acumulando el dolor. En las últimas tres etapas... Sobre todo, hubo una, que se salía subiendo un puerto, donde yo mejor me defiendo. Lloraba. Pedía analgésicos para poder competir. Por mi experiencia, quería estar al lado de Usoa Ostolaza, aportar al equipo. Por intentar terminar, fue un sufrimiento bastante agónico», rememora.

Lo terrible para Ane era, sobre todo, no saber de donde provenía aquello. «No puedes empezar un tratamiento porque no sabes lo que es. Nuestros médicos están más acostumbrados a trabajar con resfriados, clavículas, dolores musculares...», explica. El calvario acabó el 31 de octubre en el sitio más insospechado, el ginecólogo, «en la revisión rutinaria de todos los años». Tenía un quiste en el ovario y sufría endometriosis, una enfermedad que se define por la presencia de endometrio (tejido mucoso que tapiza el interior del útero) fuera de la cavidad y musculatura uterinas y que afecta al 10% de las mujeres en edad reproductiva. «Me dijeron que lo mejor que podía hacer era tomar la píldora. El problema iba a seguir estando, pero iba a tener 'calidad de vida'. Desde que empecé, al poco ya empecé a sentirme muchísimo mejor», desvela, aliviada.

Pero no fue hasta el mes pasado que Ane quiso dar a conocer lo que le había ocurrido. Lo hizo con un sincero post en sus redes sociales en el que hablaba de «desesperación», pero también de que «las buenas sensaciones» habían vuelto. «No pensé que fuera a tener tanta repercusión. Llevaba tiempo dándole muchas vueltas. Venía guardando para mí todo lo que estaba sufriendo. Me daba un poco de miedo o vergüenza. Decidí que, como deportista, con el altavoz que tenemos, quería hablar de algo que muchas mujeres sufrimos en silencio. Darle visibilidad y contar mi experiencia por si podía ayudar a otras», proclama. Y tanto. La escribieron compañeras, ciclistas y de otros deportes. También ginecólogas y nutricionistas «para ofrecerme su ayuda».

«Es algo de lo que no se habla en el pelotón ni en el deporte femenino en general. Igual que hablas de una rotura de fibras, de una rotura de clavícula o de cualquier otra lesión o enfermedad. ¿Porque sea el ovario o el útero no se va a hablar? Es un tema tabú, da como vergüenza o respeto tratarlo», reflexiona Ane la escaladora, aquella niña a la que su padre, profesor de ciclismo en las escuelas del pueblo, inyectó en vena la pasión. Y a la que los puertos, en los que desde bien temprano se desenvolvió con facilidad, la hicieron profesional.

Ane Santesteban, en carrera con el Laboral Kutxa, esta temporada.

Ane Santesteban, en carrera con el Laboral Kutxa, esta temporada.Laboral Kutxa - Fundación Euskadi

Ane, que en diciembre cumplió 34, se siente ahora renacida. Dispuesta a aprovechar esta segunda oportunidad que le ha dado el ciclismo, a lograr su primera victoria después de tantos buenos puestos. «Creo que va a llegar, porque veo las cosas de diferente manera, porque vengo de pasarlo mal. He cambiado la forma de correr. Disfruto más y no tengo miedo de perder. Otros años me costaba más arriesgar, era más conservadora», explica, echando un vistazo a una carrera en la que transitó el camino del «cambio brutal» en el ciclismo femenino. «Ahora hay más equipos, más dinero, se retransmiten las carreras... En mis inicios, terminaba y tenía que escribirle a mis padres para decirles que estaba bien. Ahora hay salarios que son buenas cantidades, se ha conseguido tener un sueldo mínimo. Unos avances muy grandes», se sincera a quien le hubiera gustado nacer «un poco más tarde»: «Mi carrera hubiera sido diferente. Hubiese sido más sencillo. Cuando empecé era muy difícil tener un referente. Casi no podías soñar con ser profesional, porque no había ni estructuras. Tenías que ir al extranjero...».

En racha en el momento oportuno: Tavares e Ibaka dominan al Bilbao

En racha en el momento oportuno: Tavares e Ibaka dominan al Bilbao

Saber competir en el momento oportuno es una de las cualidades más apreciadas y 'caras' en cualquier colectivo deportivo. Cuando Chus Mateo pedía "paciencia" en un curso con más derrotas y días grises de lo acostumbrado, no era hablar por hablar. Él sabe que no maneja los lujos de antaño pero también que posee ganadores. Un tesoro. Y, cuando se ha visto con el agua al cuello, han reaccionado. A base de victorias. Un Bilbao Basket con más bajas en la pintura de las recomendadas para visitar el Palacio pagó esa buena onda de los blancos. [88-70: Narración y estadísticas]

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Fue un duelo con dos protagonistas claros. O tres, porque la pincelada de Sergio Llull siempre merece ser destacada. Sus 11 puntos (tres triples) a la vuelta de vestuarios fueron los que acabaron 'matando' al Bilbao. Aunque en la zona fue donde estuvo realmente su calvario. Tavares (completando unos días de absoluta plenitud) y el mejor Serge Ibaka desde que volvió al Madrid fueron demasiado.

Si al descaso parecía que no iba a ser una tarde tranquila, el Madrid, en el que no comparecieron ni Hezonja ni Bruno Fernando, acabó dando descansos a sus pilares y minutos a los menos habituales. Es su séptima victoria consecutiva (no pierde desde el 6 de marzo, en la cancha del Panathinaikos), la 13ª de carrerilla en ACB (donde cada vez es más líder) y no cae en el Palacio desde hace un año.

La semana europea más importante en mucho tiempo fue resuelta con angustia y victorias clave por el Real Madrid, al que aún le falta rematar para seguir en la lucha por no bajarse de la Final Four. El jueves ante el París Basketball y otro viaje a Belgrado (Partizan), para cerrar. Pero la ACB no para. Y, aunque cómodo en el liderato, le toca seguir avanzando. El próximo domingo, por ejemplo, visita el Palau. En mitad de esa guerra se plantó en el Palacio un Bilbao Basket con poca presión (aunque no se puede despistar aún demasiado por el descenso).

Y resultó el tercer inicio a fuego del Madrid. Como una buena costumbre. Si al Armani le hizo un 12-3 y al Estrella Roja un 0-14, los de Jaume Ponsarnau se llevaron un 11-2 que hizo que el técnico catalán mandara a sus cinco titulares al banquillo a la vez, un cambio de partido de cadetes. Que iba a surtir efecto.

Triples

El golpe de arranque se había apoyado en la plenitud que luce últimamente Edy Tavares. Enfrente tenía al joven Bagayogo, aquel chico que arrebató a Ricky Rubio el récord de precocidad de la ACB (debutó con 14 años) y que ha vivido después un calvario de lesiones. Y el dominio del caboverdiano fue total, seis puntos y cuatro rebotes en un suspiro y los blancos arrollando con la intensidad de Garuba y la amenaza ofensiva de Musa.

Pero pronto bajó ese ardor blanco. De forma un tanto preocupante. Hubo minutos para los menos habituales, para Ndiaye, Hugo González, Ibaka y Rathan-Mayes, pero el Bilbao, que se presentó sin sus dos pívots más importantes (Marvin Jones y el gigante Hlinason), se vino arriba a base de triples, su arma menos habitual. A la vez que el Madrid cometía pérdidas y fallaba lanzamientos, los de negro se metieron en la batalla de lleno hasta tal punto que una canasta de Pantzar les puso por delante.

De esa igualdad quedó poco tras el descanso. El mazazo de Llull y la tiranía en la pintura. Primero Tavares, que lleva cinco partidos volando. Al Bilbao le hizo 11 puntos, ocho rebotes y cuatro tapones (27 valoración) en 16 minutos. Y después un Ibaka que viene contado cada vez menos pero que se reivindicó a lo grande con 19 puntos, seis rebotes y tres tapones.

El desembarco de la NBA en Europa: "Estamos listos para pasar a la siguiente etapa"

El desembarco de la NBA en Europa: “Estamos listos para pasar a la siguiente etapa”

El desembarco de la NBA en Europa siempre fue una amenaza recurrente, nunca concretada. Hasta ahora. Por primera vez, algo se mueve de verdad. Hasta tal punto que, también cosa inédita, Adam Silver salió este jueves a reconocerlo públicamente después de que el órgano de dirección (Board of Governors) de la mejor liga del mundo de baloncesto se reuniera en Nueva York. "Me complace anunciar que estamos listos para pasar a la siguiente etapa: explorar una posible liga en Europa con la FIBA como socio", pronunció el comisionado.

A partir de ahora se comprobará la velocidad de los acontecimientos, aunque la intención es que la competición comience a rodar en 2026. El movimiento de la NBA hay que encuadrarlo también en la enconada guerra que desde hace décadas mantienen FIBA y Euroliga. En la conferencia de prensa, Silver estuvo acompañado por Andreas Zagklis, secretario general del máximo organismo internacional.

"Hemos llegado a la conclusión de que la popularidad del baloncesto en Europa no se corresponde con el interés de los aficionados ni con el aspecto comercial". Ese fue el dardo de Zagklis a la Euroliga, la competición que ahora está puesta en duda. Aunque alguno de sus clubes dueños parezca implicado en la aventura NBA en el viejo continente, a la que los 30 propietarios de la competición norteamericana dieron el visto bueno "de forma entusiasta".

Silver y Zagklis no entraron en muchos más detalles, aunque sí hablaron de una liga de 16 equipos, 12 de ellos permanentes. "Hay algunas reglas diferentes. Por ejemplo, un partido dura 40 minutos, en contraposición a los 48 minutos en Estados Unidos. Creo que probablemente jugaríamos con el formato europeo actual de FIBA", especificó Silver.

Real Madrid, Barça...

Anteriormente, ya se habían deslizado algunos asuntos. Evidentemente, las ligas domésticas serían compatibles. La competición será, en el inicio, propiedad de la NBA al 50%. Habrá un mix de nuevas franquicias en grandes capitales europeas con equipos clásicos del baloncesto continental, entre ellos el Real Madrid. El único junto al Olympiacos que se opuso a llevar la Final Four a Abu Dhabi. También el Barça, el Fenerbahçe o el Asvel de Tony Parker. Silver también habló de grandes ciudades sin tradición baloncestística pero con inversores dispuestos, "algunos bajo el paraguas de potentes marcas globales de sus equipos de fútbol". PSG y Manchester City son algunos de ellos.

"Aún es pronto. Literalmente, todavía no hay nada acordado. Vamos a respetar la tradición del baloncesto europeo, la tradición de las ligas abiertas. Vamos a aprovechar lo mejor de ambos sistemas; podría haber nuevos estadios, nuevos clubes. Se están produciendo muchos cambios en los medios. El streaming no se trata sólo de cómo se transmite un partido, sino de una nueva oportunidad en múltiples mercados. Se trata de cómo haríamos las cosas de manera diferente con nuestra experiencia y la de la FIBA», detalló Silver.

Sin mencionar directamente a la Euroliga, el comisionado aseguró que están "considerando la infraestructura existente". "Pero parte de la oportunidad reside en construir más estadios de baloncesto de vanguardia. Buscamos capitales de la industria, capitales de los medios de comunicación, pero también grandes apuestas en el baloncesto. También queremos explorar el mercado», añadió.

"La nueva Liga se integraría en el panorama baloncestístico europeo con los equipos participando respectivamente en sus competiciones nacionales. Además de unos equipos permanentes, la Liga ofrecería a los clubes una vía de acceso basada en la meritocracia por medio del ecosistema baloncestístico europeo respetándose la armonización del calendario de selecciones", puntualizó Zagklis, en clara referencia a la Basketball Champions League de la FIBA como competición de acceso a esta NBA europea.

El complicado despertar de Garuba y sus "carencias" en un hueco que no tiene en el Madrid

El complicado despertar de Garuba y sus “carencias” en un hueco que no tiene en el Madrid

Hace tiempo el baloncesto se demostró a sí mismo que nada es lo que parece, que no hace falta ser un gigante para dominar la pintura o que los que miran por encima al resto puede también ser la mayor amenaza desde el triple. En ese juego de espejos se mueve Usman Garuba, en el difícil camino de encontrar su sitio de vuelta a Europa. Sigue midiendo poco más de dos metros, pero es en el puesto de cinco donde mejor rinde. De largo. Su hueco en este Madrid que, a falta de tres jornadas (el viernes visita Belgrado para enfrentarse al Estrella Roja), sigue buscando billete para los playoffs de la Euroliga, es un hueco abarrotado. Un problema para Chus Mateo.

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Cuando Usman partió rumbo a la NBA en 2021, con apenas 19 años, su intención era no regresar. Una apuesta total por conquistar aquel baloncesto. Por eso no dudó en abonar, a plazos, los tres millones de su cláusula de salida. Se empeñó cada verano, incluso jugando con la selección sin contrato, por cumplir el sueño, pero en agosto pasado acabó desistiendo después de una temporada en el olvido de los Warriors y sin ofertas de enjundia. Volvía a casa, una opción, aparentemente, de éxito seguro.

Pero deshacer el camino no siempre es tan sencillo. Garuba no volvió a la casilla de salida. Tres años después ya no era ese jugador potentísimo y veloz capaz de recorrer botando la cancha tras atrapar un rebote defensivo. El tipo ágil al que Pablo Laso usaba de punta de lanza en su zona defensiva o incluso para agobiar al base rival. En la NBA, el de Azuqueca trabajó su lanzamiento exterior (sin mucho éxito aún) pero a la vez se hizo un pívot, fortísimo, con muchísimos más kilos para dominar la pintura e impactar con los rivales. Garuba ya no era Antetokounmpo, ahora era Draymond Green.

Comprender esa transformación ha llevado un tiempo. Tampoco ayudó la lesión por estrés en la pierna izquierda que sufrió a su vuelta de unos Juegos en los que rindió por debajo de lo esperado, lejísimos de la versión que ofreció apenas unas semanas atrás en el Preolímpico de Valencia. Como aparente sustituto de Yabusele, ha tenido que compartir cancha con alguno de los cincos. Parecía un estorbo. El cinco, el mejor relevo de Tavares, es él.

Garuba, en un partido reciente.

Garuba, en un partido reciente.ACB Photo

Así lo demostró el domingo en el Martín Carpena, el estallido. Ya venía apuntando mejores maneras después de pasar casi desapercibido por la Copa de Gran Canaria. Cuando Bruno Fernando sufrió un golpe en el muslo, fue su momento. Ante el Unicaja firmó 18 puntos, su tope en ACB, también en valoración (25), pues aportó ocho rebotes, dos robos... Y todo el ímpetu que le caracteriza. Defensivamente es incomparable.

Contra sus desconexiones

La confirmación llegó el martes ante el Armani. "Estoy casi al 100%", se congratulaba en vestuarios, después de una poderosísima primera mitad, clave en el amanecer blanco, defendiendo como nadie a Mirotic. "Cuando da la versión de Málaga o de esta primera parte, me parece un jugador que todo el mundo querría tener en sus filas. Ha dejado a Mirotic en dos puntos; ha sido capaz de defender francamente bien y ha atacado diligentemente cuando le ha tocado", le alabó Mateo, que le había incluido en los jugadores que están "luchando por encontrar su mejor versión".

Sin embargo, su despertar es un paradoja. El hueco para que su rendimiento se dispare está ocupado y su entrenador deberá hacer malabares de aquí a final de temporada. Por ser el relevo de Tavares pujan Serge Ibaka -cada vez más irregular y fuera de tono- y el fichaje de invierno Bruno Fernando.

Contra ellos deberá pelear Garuba y contra sí mismo. Contra sus desconexiones. Un tipo tan pasional al que tantas veces le juega malas pasadas su ímpetu. Encauzarlo es su reto. Ante Mirotic, un jugador tan difícil de parar, acabó perdiendo los nervios para casi arruinarlo todo. En el tercer cuarto, tras cometer una falta sobre el hispano-montenegrino, con el que comparte formación en la cantera blanca, le propinó un empujón. La antideportiva era su falta número cuatro y ya no iba a volver hasta los últimos segundos, en la jugada en la que el propio Mirotic anotó un triple para salvar el basket-average de los italianos. "Todos sabemos que tiene carencias en otros aspectos, pero nos da más de lo que nos quita con su corazón, con su voluntad", puntualizó su propio entrenador.

Pogacar no teme al infierno: debutará en la París-Roubaix, la reina de las clásicas

Pogacar no teme al infierno: debutará en la París-Roubaix, la reina de las clásicas

El velódromo de Roubaix es el paradigma del éxtasis ciclista. No hay escenario más icónico ni lugar más difícil al que llegar sano y salvo. Como tantos otros campeones, Tadej Pogacar podría dejar a un lado la proeza en el Infierno del Norte, los adoquines mortales que todo ponen en riesgo, lugar de especialistas. Pero su cita es con la historia. El UAE Team Emirates - XRG ha anunciado este miércoles lo que era un osado rumor. Su líder estará presente en la salida del próximo 13 de abril. Debutará con el maillot de campeón del mundo en busca de algo único.

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También con el maillot arcoíris Bernard Hinault logró ganar en 1981 una carrera que "odiaba". La mañana de antes, mientras reconocía el recorrido, los parajes míticos, el bosque de Arenberg, Carrefour de l'Arbre o Mons-en-Pévèle, al Tejón le preguntaron por sus sensaciones. "¿París-Roubaix? Es una gran carrera. Para el público...", desafió. Sabía que se jugaba el siguiente Tour, como también es consciente Pogacar. Derrotado en la Milán-San Remo por la resistencia y la velocidad de Van der Poel, muchos dudaban de que fuera capaz de aventurarse. Su respuesta ha sido inmediata: estará en el Infierno del Norte.

Allí volverá a retar a tipos que crecieron entre pavé y barro, reyes de la habilidad como el propio Van der Poel (ganador de las dos últimas ediciones), Van Aert o Ganna. Pogacar lo quiere todo, como Merckx o Hinault. También coleccionar los cinco monumentos, aunque para ello tenga que asumir riesgos. En 2023, una caída en la Lieja-Bastogne-Lieja le obligó a pasar por el quirófano (se rompió el escafoides) y arruinó su preparación para un Tour en el que acabaría sucumbiendo ante Jonas Vingegaard.

Desde aquel 1981, ningún ganador del Tour ha vuelto a triunfar en la reina de las clásicas. Entre otras razones, porque casi ninguno lo ha intentado. Apenas Greg Lemond, Bradley Wiggins o Geraint Thomas. Pogacar, que ya sabe lo que es ganar Flandes, jugueteó con la posibilidad. En febrero publicó un vídeo 'volando' sobre el bosque de Arenberg, uno de los tramos más icónicos de la París-Roubaix. Ese día completó casi 60 kilómetros por pavé, recorriendo cada uno de los tramos junto a algunos compañeros como Tim Wellens. "No, por favor", bromeó suplicando Jasper Philipsen (otro de los grandes candidatos, segundo los dos últimos años) al ver la publicación de un Pogacar al que desde bien joven le 'apeteció'. Como junior, completó las ediciones de 2015 (30) y 2016 (13).

Sólo parecía un aviso para el futuro, pues ni Josean Fernández Matxin ni el propio Pogacar confirmaron después el debut. Quizá su derrota en San Remo, el único monumento que el falta en su palmarés junto a la París-Roubaix, lo cambió todo. "Inicialmente estaba planeado que Tadej Pogacar participase en la E3 Saxo Classic y en la Gante-Wevelgem. Sin embargo, tras debatirlo con el equipo, hemos decidido ajustar su calendario enfocándolo en el Tour de Flandes y la París-Roubaix para intente llegar en su pico de forma en ambas carreras", señaló el equipo en un comunicado difundido este miércoles.

A hombros de Tavares el Madrid crece y sueña: victoria clave ante el Armani Milan

A hombros de Tavares el Madrid crece y sueña: victoria clave ante el Armani Milan

Era noche europea grande en el Palacio. De esas en las que poco importan los precedentes. Se trata de ganar, convencer y convencerse. Ante un rival directísimo como el Armani de Mirotic, de Messina y también del ovacionado, "uno de los nuestros", Fabien Causeur. Y el Real Madrid respondió con contundencia. Se desprendió de parte de sus incertidumbres y miró, al fin, a los ojos de la Euroliga. Brillaron los que deben y el contundente triunfo, el tercero seguido en Europa, dispara las expectativas. [96-89: Narración y estadísticas]

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Mucho camino le resta a los blancos, este viernes sin ir más lejos en Belgrado contra el Estrella Roja, allá donde concretar las sensaciones. Donde soñar incluso con evitar el play-in, con ser temidos otra vez en los cruces. Ya nada importará el arduo camino hasta aquí. Con Tavares volviendo a ser gigante (19 puntos, siete rebotes en 20 minutos en pista), con el carácter único de Campazzo, los puntos de los 'Brates', el despertar de Garuba y Feliz, la eternidad de Llull. Todo eso lo sufrió el Milán, que se dejó parte de sus opciones aunque un triple de Mirotic sobre la bocina le salvó el basket-average (85-76 ganó en la primera vuelta). Su calendario es propicio.

Serán jornadas de cuentas y miradas a otras canchas. Pero también de sondearse a uno mismo, a esas "frustraciones" que reconocía Chus Mateo y de las que hubo poco rastro ante el Milan. Siempre por delante, respondiendo a cada intento de meterse en el partido de los italianos y sólo titubeando en un desenlace en el que se dejó una ventaja que puede echar de menos después.

Contrastó el aplauso sentido y largo a Causeur en su retorno al Palacio, con la pitada de siempre a Mirotic, otro ex. Eso marcó los prolegómenos, aunque luego pronto quedó olvidado con la gran puesta en escena del Madrid, tal y como demandaba la ocasión. Cuando mire atrás, quizá sea este martes de marzo el partido más trascendental de la temporada. Los blancos se dejaron de historias y de dudas. Fueron un ciclón, prologando ese éxtasis que fue el acto final en el Carpena. Si allí asestó 39 puntos, en el Palacio el Milán se llevó 31 (y eso que el triple desde su propio campo de Andrés Feliz estaba fuera de tiempo).

Garuba-Mirotic

Tuvo mucho que ver Usman Garuba. Al fin. El de Azuqueca está siendo todo lo que se espera de él cuando decidió volver de la NBA. La intensidad, la versatilidad, el carácter. Desde el quinteto inicial, con Deck al tres (le está costando al argentino ser el que es), secó a Mirotic, que en toda la primera mitad apenas fue capaz de meter dos tiros libres. Y además aportó ocho puntos para corroborar el absoluto dominio blanco de la pintura. Un abuso que se tradujo en una distancia de 15 puntos (24-9).

El Madrid de Tavares y Garuba era insondable para Messina. Su equipo intentó reaccionar en el segundo acto, cuando los Brates lideraban la segunda unidad blanca. Le costó al Madrid tres minutos anotar su primera canasta, pero el Armani seguía lejos. Y eso que llegaron sus tres primeros triples (es el equipo con mejor porcentaje de la competición). Las dos últimas posesiones pudieron haberlo cambiado todo. Pero falló Mannion y Llull, con cuatro segundos por jugar y arrancando desde campo propio, acertó con una de sus mandarinas. Para júbilo de las tribunas, que cuando la agarra el balear ya sabe que es apuesta casi segura. Vibra como ante la embestida de un toro. De haberse ido por debajo de 10 a 13 arriba, para un Madrid que reservó muchos minutos a Tavares.

Llull celebra su triple antes del descanso.

Llull celebra su triple antes del descanso.Juanjo MartínEFE

A la vuelta pareció el Madrid decidido a sentenciarlo, 17 de ventaja (58-41) y todo cuesta abajo. Y sin embargo, la noche tenía trampa. Por las propias desconexiones y por el despertar de Mirotic. Primero fue un 0-9 en un abrir y cerrar de ojos y luego un error de concentración clamoroso de Garuba, para estropear casi todo lo anterior. Esa cabecita, ese ímpetu mal encauzado, le llevó a empujar a Mirotic tras una falta. La antideportiva le mandó al banquillo y liberó al hispano-montenegrino. Encadenó nueve puntos seguidos, robos, tapones y asistencias. El Armani estaba en el duelo.

Pero era noche europea grande. Y Campazzo lo sabía. No están siendo sus mejores semanas, pero él es el líder. A su espalda el equipo y otra vez el colchón. Y todos implicados en un triunfo clave, el que le hace soñar con los playoffs e incluso con esa Final Four.

Al Milán ya no le quedaba respuesta. Apenas salvar el basket-average. Y el Madrid estaba con el subidón de haber funcionado su respuesta, los mecanismos de antaño, el dominio de la pintura, el baloncesto al galope y hasta el acierto. Pero los blancos se enfriaron, Brooks emergió con un par de triples y aunque un palmeo de Tavares pareció definitivo, Mirotic acertó después para el mal menor.

Musa y los suplentes del Madrid resisten al asombroso récord de triples del Unicaja

Musa y los suplentes del Madrid resisten al asombroso récord de triples del Unicaja

Es como si, de repente, el Real Madrid hubiera visto esa luz que lleva tanto persiguiendo. En el lugar y en el momento más insospechado, sufriendo una lluvia de triples en el Carpena ante el rival que les ha arruinado las dos últimas finales, Chus Mateo encontró ese ardor, esa competitividad, esa forma de rebelarse de tipos que parecían tan fuera de onda. Una remontada de carácter -y de infarto, pues el triple sobre la bocina de Tyson Carter se salió por bien poco- encabezada por Dzanan Musa (24 puntos, seis asistencia, 37 de valoración) y secundarios que han estado permanentemente bajo sospecha como Usman Garuba, Andrés Feliz y hasta un Rathan-Mayes que llevaba semanas sin contar para nada. [105-107: Narración y estadísticas]

Un triunfo, en una noche de baloncesto de quilates, emoción y toneladas de talento sobre el Carpena, de los que, bien aprovechados, pueden cambiarlo todo. Justo en la semana más importante del curso, la que le viene al Madrid en Europa. Sin Campazzo y encajando 23 triples por parte del Unicaja, récord total de la ACB (pulverizando el anterior, en posesión del Valencia Basket desde 2018). Con semejante acierto, mandaban hasta por 12 los de Ibon Navarro (78-66), casi terminando el tercer acto, encendidos Dylan Osetkowski, Tyson Carter y compañía. Pero acabaron sucumbiendo cuando Musa y el mejor Garuba (18 puntos, ocho rebotes y una defensa de las que cambia partidos) desde su vuelta de la NBA, pusieron todo patas arriba.

La mente del Real Madrid estaba parcialmente en lo que está por venir, la vida en juego en la Euroliga, primero el martes contra el Milán y el viernes en Belgrado ante el Estrella Roja, rivales directos por los puestos playoffs, "toros muy bravos". No es excusa, pero no podía ser más inoportuna la visita a un rival temible, su piedra en el zapato, el Unicaja que le ha derrotado ya esta temporada en dos finales, la de Supercopa y la de Copa. Ni siquiera lo disimuló Chus Mateo, que dio día libre a un Campazzo con "muchos kilómetros".

Los de Ibon Navarro no pretendían dejar pasar la oportunidad. La de volver a golpear a un grande, la de acercarse al liderato, la de reafirmar su buena línea. Con la valentía que es su seña de identidad, con su baloncesto frenético, tiros rápidos, con la defensa rival siempre a medio montar. Como en la final de Gran Canaria. Así lo intentaron y por muchísimos momentos zarandearon a un Madrid que se acogió a una defensa zonal, algo que no parecía ni mucho menos la mejor idea ante el ciclón perimetral de los malagueños.

Lesión de Bruno Fernando

La primera parte avanzó pareja, con el varapalo que supuso para el Madrid el golpe en el muslo de Bruno Fernando que le dejó k.o. para los restos (Ibaka se había quedado fuera de la convocatoria). Osetkowski taladró a los blancos, como si quisiera despedirse (su sanción por dopaje está al caer) con tan buenas sensaciones. Pero Tavares y Llull aguantaban el envite.

Todo cambió a la vuelta de vestuarios. Ahí el Madrid recibió una sacudida que pareció definitiva. Le llovieron triples por todos lados. Carter resultó imparable (13 puntos en el tercer acto) y, aunque Musa y Hezonja intentaban mantener al equipo, todo parecía desmoronarse para el Madrid.

Musa intenta taponar el último triple de Carter, que no entró.

Musa intenta taponar el último triple de Carter, que no entró.

Y, de repente, Chus Mateo se acordó de Rathan-Mayes. Que ni jugó la Copa ni ha sido convocado en los últimos partidos. El canadiense demostró que, sin ser una estrella, puede ser realmente útil. Su defensa sobre los exteriores fue determinante. Con un quinteto improbable, pequeño (Garuba al cinco) y Andrés Feliz a los mandos.

Un triple de Hezonja culminó la remontada (87-88) y un Garuba imperial en los dos aros impulsó al Madrid que se disparó con 39 puntos en el acto final. Pero el un triunfo aún tenía un capítulo más. A falta de ocho segundos, Carter culminó un dos más uno y Llull a continuación falló uno de sus tiros libres. El escolta americano del Unicaja recorrió la pista y lanzó sobre la bocina. Su triple no entró de milagro. Hubiera sido el 24º. Hubiera sido increíble.

El milagro copero del Jairis de Alcantarilla: campeón en su primera participación tras eliminar a los tres favoritos

El milagro copero del Jairis de Alcantarilla: campeón en su primera participación tras eliminar a los tres favoritos

Pocas veces comprobó el baloncesto español semejante sorpresa, un equipo que despedazara todos los pronósticos como lo hizo durante un fin de semana mágico el Hozono Global Jairis, un equipo ya para la historia. Las murcianas de Alcantarilla alzaron su primera Copa de la Reina. Ocurrió en el Príncipe Felipe de Zaragoza y por el camino completó imposibles: eliminó, una a una, a las tres favoritas.

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La última, este domingo en la gran final de la Copa de la Reina, donde no le temblaron las piernas a las jugadoras de Bernat Canut. Ante la experiencia del Perfumerías Avenida, energía, entusiasmo y la calidad de Aina Ayuso y Lou López-Senechal. Una extraordinaria vuelta de vestuarios (parcial de 19-2 de salida), fue demasiado para las salmantinas (67-59). El milagro, pese al intenso sufrimiento final, estaba servido.

El Jairis se plantó en Zaragoza eliminando en cuartos al Valencia Basket, el gran favorito, líder de la Liga Femenina. Toda una declaración de intenciones para quien exploraba por primera vez el torneo, un club que ascendió a la máxima categoría del baloncesto nacional en 2022 y que la temporada pasada ya acabó en quinta posición.

En semifinales elevó la puja tumbando a otro de los candidatos, el Spar Girona, al que derrotó en la prórroga. Y en la final aguardaba el equipo más copero del basket español, 10 títulos en 18 finales.

Aina Ayuso, tras caer contra el público, durante la final de Copa.

Aina Ayuso, tras caer contra el público, durante la final de Copa.Javier CebolladaEFE

No fue obstáculo. Y eso que la primera parte fue complicada, con los dos finalistas sin chispa ofensiva, fallando y fallando (25-23). Un triple sobre la bocina del descanso de Lou López fue lo que cambió todo.

Porque llevó a las murcianas con un subidón moral al descanso y de él regresaron en tromba. Una defensa agresiva y electricidad en las transiciones, con López y Ayuso encendidas. Trituraron al equipo de Ana Montañana, que no sabía cómo detener el ciclón. El parcial fue de 19-2 (22-2 con el triple de antes del descanso) y sólo la experiencia y el temple de Silvia Domínguez lo puso fin.

Las jugadoras del Jairis levantan el título de Copa de la Reina.

Las jugadoras del Jairis levantan el título de Copa de la Reina.Javier CebolladaEFE

La final no había escrito su última página, porque el Perfumerías Avenida estuvo a punto de protagonizar una remontada antológica. De perder por 20 (50-30) a arrimarse a un punto mediado el cuarto final (56-55). Ahí, en esa crisis, supo el Jairis resistir. Se encomendó a Lou López-Senechal, que asestó dos triples para el recuerdo. Especialmente el segundo, sobre la bocina de la posesión, para sentenciar el título. La méxicana acabó con 27 puntos para éxtasis e historia de Alcantarilla, aunque el MVP del torneo fue para la catalana Ayuso (13 puntos, nueve rebotes, siete asistencias y tres robos en la final).

Van der Poel resiste, frustra y derrota a Pogacar en una Milán-San Remo para la historia

Van der Poel resiste, frustra y derrota a Pogacar en una Milán-San Remo para la historia

Más de seis horas sobre la bicicleta en pelotón para aguardar los 20 kilómetros más eléctricos de la temporada. Mereció la pena otra vez. El ciclismo alcanzó un cielo único en la 116ª edición de la Milán-San Remo, una de las mejores de siempre, un regalo, un espectáculo impagable. Tres genios en solitario desde la Cipressa, atravesando el Poggio y resolviendo en la meta de Via Roma. Tres héroes. Venció Mathieu Van der Poel, premio a una resistencia sobrehumana, por delante de Filippo Ganna y un Tadej Pogacar al que se le sigue resistiendo la Classicissima. Un trío que es un Monumento.

Es la segunda Milán-San Remo para el nieto de Poulidor, tras brindarle la de 2024 a su compañero Jasper Philipsen. Es la confirmación de un ciclista único, pujando para ser llamado el mejor clasicómano de la historia, su séptimo Monumento, el que fraguó en cada una de las ocasiones que apretó los dientes y elevó los vatios para no sucumbir a los zarpazos de Pogacar, un campeón enrabietado.

Seguirá el esloveno sin desentrañar la peculiar liturgia de la Milán-San Remo, una de las pocas cosas que se no es capaz de conquistar el mejor ciclista del mundo. Es el misterio, bendito, de la Classicissima, el Monumento más peculiar, el más extenso, el primero del año. El que ganó siete veces Eddy Merckxs, el que ha visto fracasar ya hasta en cinco ocasiones a quien le persigue en la historia. Si es que se puede llamar fracaso a lo que protagonizó Pogacar.

Porque él lo fue todo. Él hizo la selección en la Cipressa y el atacó hasta en cuatro ocasiones en el Poggio, donde hizo sufrir a Ganna y no pudo tumbar a Van der Poel. Le faltó desnivel y metros. Y le sobró un rival majestuoso.

El día había transcurrido en calma hasta allí, con todos los tópicos de la Classicissima. Una escapada numerosa y controlada -ocho integrantes que no gozaron de mucho más de cuatro minutos de ventaja; Martin Marcellusi fue el último en resistir tras dejar al resto en el Capo Berta-, de la lluvia y el frío de Pavia a los rayos de sol y la brisa del mar (a favor de los ciclistas) llegando a San Remo, bordeando la costa como centellas entre toboganes, aumentando los nervios a medida que se aproximaban los dos puntos claves del trayecto.

El rock and roll se desató en las primeras rampas de la Cipressa (esos seis kilómetros al 4%). Tim Wellens fue el primer pretoriano del UAE en ponerlos a todos en fila. Pronto eliminó al ganador de 2024, al sprinter Jasper Philipsen, caído y magullado el pasado miércoles en la Nokere Koerse. Después fue el turno del ecuatoriano Narváez, 500 metros al máximo, hasta que Pogacar encendió los fuegos artificiales.

Fue una secuencia maravillosa, de esas páginas que el ciclismo guarda para la posteridad. Su acelerón brutal sólo lo pudieron secundar tres hombres, que al poco fueron dos cuando estalló Roman Gregoire. Se quedó un trio de súperhombres. Van der Poel no perdió ni media rueda tampoco cuando Tadej volvió a apretar. Ganna sufrió algo más, pero logró coronar con la pareja. Juntos destrozaron el legendario récord de la ascensión a la Cipressa (Gabriele Colombo, 9:19 en 1996). En nueve minutos estaba el objetivo del UAE y lo fulminaron: 8:55.

La distancia con el resto de mortales fue definitiva, más de un minuto. Ni Pidcock, ni Pedersen ni Milan ni Girmay. Tampoco ninguno de los españoles (Aranburu, Roger Adriá...). Los tres genios caminaron aliados hasta el mítico Poggio, donde se iban a repartir el podio. Donde Van der Poel resistió como un héroe mitológico e incluso se permitió el lujo de atacar en el último tramo.

Después, neutralizada la pareja por Ganna tras el descenso, resolvió el del Alpecin al sprint, donde es inalcanzable. Emocionado, consciente de lo logrado. Historia.

Un descenso a más de 90 km/h., la Cipressa en nueve minutos y la amenaza Van der Poel: la Milán-San Remo, la penúltima obsesión de Pogacar

Un descenso a más de 90 km/h., la Cipressa en nueve minutos y la amenaza Van der Poel: la Milán-San Remo, la penúltima obsesión de Pogacar

Este jueves, Tadej Pogacar, que no compite desde la Strade Bianche -curó las heridas de su caída y se ahorró el mal tiempo de la París-Niza y la Tirreno-Adriático-, realizó un entrenamiento muy especial. No hay nada al azar en el campeón esloveno, que no sólo arrasa y escribe la historia por cualidades, también por cuidar cada detalle junto a su director Josean Fernández Matxin. Por las carreteras de San Remo le acompañó Niccolò Bonifazio, vecino de la zona, ex del Lampre y el Bahrain, entre otros, y que se hizo famoso en su día por descender la Cipressa en la edición de 2019 a más de 90 km/h.

Estudia Pogacar el descenso de la penúltima cota de la Milán-San Remo, una de las pocas carreras que se le resisten. Porque no está diseñada precisamente para sus características. "Es la que me va a llevar a la tumba... Estoy tan cerca, pero está tan lejos. Es increíble», pronunció en un podcast hace unos meses. La prueba más larga del calendario (289 kilómetros desde Pavia), el primer Monumento de la temporada, es una oda a la táctica y el oportunismo, a la pericia y a la velocidad. El líder del UAE Team Emirates - XRG fracasó el año pasado ante el dúo que forman Mathieu van der Poel y Jasper Philipsen. Y sabe que un zarpazo en la Cipressa seguramente no sea suficiente.

El esloveno, que ha jugueteado con su presencia en los dantescos adoquines de la París-Roubaix, busca su octavo Monumento. Ganó cuatro veces Il Lombardia, dos la Lieja-Bastoña-Lieja y una el Tour de Flandes. También presume de tres Strade Bianche. Dicen que la Classicissima es en monumento más fácil de terminar, pero el más difícil de ganar... Eddy Merckx lo hizo en siete de las 10 veces que participó.

Cambio de compañeros

También en contra de Poggi está el hecho de que no muchos corredores con el maillot arcoíris triunfaron en Vía Roma. Sólo cinco campeones del mundo, el último hace 42 años (Beppe Saronni en 1983). Sabe que para triunfar tiene que llegar en solitario. O al menos deshacerse de los principales velocistas. Y apenas tendrá dos balas para dar rienda suelta a sus vatios.

En la primera está la clave. A 25 kilómetros de la meta se asciende la Cipressa, 5,6 kilómetros al 4,1% de media. Allí el año pasado intentó hacer la selección con sus compañeros del UAE, pero no fueron lo suficientemente exigentes como para descolgar a los dos Alpecin.

Pogacar, durante la Strade Bianche.

Pogacar, durante la Strade Bianche.MARCO BERTORELLOAFP

El objetivo, según reconoció Matxin, era completar la subida en menos de nueve minutos (el récord lo ostenta Gabriele Colombo, 9:19 en 1996). Y con Covi, Del Toro y Wellens se quedaron en 9:35. El ataque posterior de Pogacar en el Poggio no resultó definitivo. Philipsen, con la impagable ayuda de Van der Poel, devolvió la Classicissima a los velocistas imponiéndose en el sprint a un grupo de 12. Pogacar, pura frustración, acabó tercero por detrás de Michael Matthews en la edición más rápida de la historia.

"Ya conozco muy bien el final del recorrido y esperamos brillar en la carrera. ¿Podemos ganar? Seguro que no será fácil, pero lo intentaremos con todas nuestras fuerzas", afirmó el esloveno esta semana, que ha cambiado de equipo para el asalto. Estarán Wellens y un Del Toro que acude tras ganar en la Milán-Turín. También Laengen, Narváez, Novak y el gigante Politt. Philipsen llega pese a haber sufrido una durísima caída este miércoles en la Nokere Koerse. También amenazan otros fuori classe como Biniam Girmay, Jonathan Milan, Tom Pidcock, Pedersen o Filippo Ganna. Entre los españoles, Alex Aranburu y Roger Adriá buscarán emular a Óscar Freire y Miguel Poblet.