Tenis: Alcaraz apenas rompe a sudar en los Juegos con su victoria ante Habib

Actualizado Sábado, 27 julio 2024 - 17:00

Se extinguía el primer set del debut de Carlos Alcaraz en los Juegos de París cuando el público de la Suzanne Lenglen, una aficiñón más animada de lo que se estila en Roland Garros, empezaron a hacer una ola. Ante tanta diversión los tenistas normalmente se inquietan. La concentración es muy difícil de mantener en una fiesta así, se supone. Hay que mantenerse concentrado, ¡hay que mantenerse concentrado! Pero este sábado Alcaraz se lo gozó.

Con la mirada empezó a seguir el movimiento ondulante de las gradas, aplaudió la primera vuelta y cuando la segunda vuelta llegó a él no dudó en levantar los brazos. ¡Uuuuuuuuuuue! La afición se rindió ante su carácter alegre y a la vez alucinó con su tranquilidad. Porque en su debut olímpico ante el libanés Hady Habib, Alcaraz apareció relajadísimo, jugando como si estuviera en el patio de su casa o, mejor dicho, en casa de su amigo Rafa. Después de ganar en Roland Garros y Wimbledon podría sentir la presión de tener que colgarse una medalla, incluso el oro, pero nada de eso. Con la confianza que le dan los últimos Grand Slam, Alcaraz sabe que si juega su tenis, simplemente si está a su nivel, lo lógico es que como mínimo alcance la final.

A Habib lo venció sin dificultades, como era de esperar, por 6-3 y 6-1 en una hora y 10 minutos de juego. El libanés, invitado por el Comité Olímpico Internacional (COI) para cumplir su criterio de universalidad, llegaba como el 275 del ranking ATP y apenas sin experiencia en el circuito profesional. Su objetivo era aguantar y aguantó. Con un servicio muy trabajado, sólo concedió tres de las 13 bolas de breaks que defendió e hizo que el partido cruzara la barrera de la hora. Un esfuerzo más que digno.

Incluso, en algún momento, imbuido por el ambiente de la Suzanne Lenglen que le apoyaba, se atrevió a jugarle dejadas a Alcaraz, el tenista que mejor domina ese golpe. Si el español se inquietó en algún momento, tres o cuatro minutos, fue a mediados del segundo set, cuando se le complicó uno de sus juegos (15-40), aunque finalmente solventó sin más.

Los Juegos Olímpicos se presentan a Alcaraz como una oportunidad para el disfrute. Mas allá de lo que pueda hacer en el dobles con Rafa Nadal y de la experiencia de un novato en la Villa Olímpica, el español juega en una superficie que ya ha dominado este año -¿Y cuál no?- y tiene por delante un cuadro muy asequible. En segunda ronda se medirá al vencedor del duelo entre Cameron Norrie y Tallon Griekspoor y en tercera ronda, con Alejandro Tabilo o Tomás Etcheverry como opciones, tampoco debería padecer Luego hasta la final no se encontraría a los otros grandes candidatos, como Novak Djokovic, que este sábado resolvió su estreno en el torneo individual ante el australiano Matthew Ebden por 6-0 y 6-1.

"Los Juegos son una experiencia muy bonita, todo el público está con las banderas, hay un ambiente muy distinto. Me gusta mucho", comentaba Alcaraz tras su partido en solitario y antes de debutar en su encuentro de dobles. Avanza en los Juegos Olímpicos tranquilo, relajadísimo, jugando como si estuviera en el patio de su casa o, mejor dicho, en casa de su amigo Rafa.

España arranca a correr para ganar a Eslovenia y lanzarse en los Juegos

Actualizado Sábado, 27 julio 2024 - 10:51

Fue al descanso cuando España miró hacia abajo y supo que la caída sería mortal. El formato de unos Juegos Olímpicos engaña porque la fase de grupos es muy amable -son seis equipos y pasan cuatro-, pero un par de derrotas te sitúan en unos cuartos de final muy desagradables, quizá ante Francia, quizá ante Dinamarca. Por eso, entre la primera y la segunda parte de su debut contra Eslovenia, la selección que dirige Jordi Ribera comprendió que se estaba jugando la vida. Era pronto, muy pronto en el recinto Puerta de Versalles, las nueve de la mañana del día después de la ceremonia de inauguración, pero no importaba. Tocaba despertar. Y despertaron.

Después de 30 minutos grises, España reaccionó con mucho carácter para llevarse el partido por 25 a 22 y lanzarse en los Juegos. Quedan rivales de peso en la primera fase, Croacia, Alemania, Suecia y Japón, pero ahora hay cierto margen y un futuro más despejado. Alcanzar las semifinales, la lucha por las medallas, ya está más cerca.

Eslovenia, con Uros Zorman como seleccionador, planteó un balonmano como el que jugaba él no hace tanto: control, creatividad y, en cierta forma, lentitud. En la primera parte, el partido se jugó al ritmo pausado que impuso el equipo balcánico y ahí España estaba perdida. Dani Dujshebaev o Ian Tarrafeta intentaron responder a los bombazos de Dean Bombac, pero la selección no es eso. Desde hace una década la selección es velocidad, correr al contraataque, construir jugadas a toda prisa, y eso faltaba. En ese periodo, España sólo marcó ocho goles.

De ahí la reacción. Al descanso Ribera ordenó correr a toda costa, correr, correr y correr aunque se multiplicaran los fallos y se descontrolara el encuentro y eso hicieron. De repente los extremos, especialmente Aleix Gómez y Daniel Fernández, empezaron a ver la luz y a marcar hasta sumar 10 tantos entre ambos. Con la ayuda de Gonzalo Pérez de Vargas en la portería, que ya sostuvo el marcador durante la primera parte, España cambió el ritmo y lo cambió todo. Aún le quedaría bajar al barro para aguantar los golpes de Eslovenia, ahora un palo a Alex Dujshebaev, ahora un pelotazo en la cara a de Vargas, pero ya tenía el mando. Al final fue un estreno

¿Cómo se adaptarán Alcaraz y Nadal en la pista? “No son una pareja clásica ni falta que les hace”

Actualizado Viernes, 26 julio 2024 - 23:16

En la Villa, dos colegas, Rafa Nadal y Carlos Alcaraz, siempre juntos: duermen en el mismo apartamento, desayunan, comen y cenan en la misma mesa y normalmente atienden a las mismas peticiones de fotos. Son muchas peticiones, muchísimas, algunas individuales, la mayoría conjuntas. Cuenta David Ferrer, capitán del equipo español, que queda con ellos para almorzar y entran en el comedor a la hora acordada, pero que ambos tardan una eternidad en sentarse. Cuando lo hacen, el plato ya está frío.

Desde que llegaron a París a principios de semana los dos mejores tenistas de la historia de España han convertido su buena relación en amistad y su camaradería es latente en cada entrenamiento en Roland Garros, pero queda una duda: ¿Se entenderán tan bien en la pista? Antes de su debut hoy en los Juegos Olímpicos ante la pareja argentina formada por Máximo González y Andrés Molteni (19.00 horas, La 1), nunca habían jugado juntos y, aunque Nadal tiene experiencia de sobra -fue campeón olímpico en Río 2016 junto a Marc López-, Alcaraz casi es un novato en el dobles. Sólo ha jugado seis partidos profesionales, entre 2021 y 2022, cuatro con Pablo Carreño y dos precisamente con López.

"No va a ser fácil, es un estreno total"

"Yo haré lo que él me diga, me tapo la boca y a cumplir", comentaba Alcaraz en conversación con EL MUNDO medio en broma, medio en serio. Porque al reciente campeón de Roland Garros y Wimbledon le sobra tenis en estos Juegos, pero le falta calle. O mejor dicho, pista. "No va a ser fácil que se compenetren, es un estreno total. La clave va a ser que saquen los primeros partidos y que Carlos escuche las indicaciones de Rafa. Son dos grandes tenistas de individuales y tienen que explotar sus muchísimos recursos cada uno por su lado. No pueden convertirse en unos días en una pareja", analiza Vivi Ruano, ex número uno del mundo de dobles, vencedora de 11 Grand Slam en parejas y de dos platas olímpicas en Atenas 2004 y Pekín 2008.

"Hay dos tipos de parejas: los especialistas en dobles y los 'singlistas' que se juntan para un torneo concreto. Rafa y Carlos serán ese tipo de pareja, pero eso no es malo. Que cada uno cubre su mitad de la pista y ya está. Son buenísimos, no serán una pareja clásica ni falta que les hace. Sergio [Casal] y yo estábamos muy conjuntados y en Barcelona 1992 nos ganaron Boris Becker y Michael Stich, que ni se hablaban", añade Emilio Sánchez Vicario, también ex número uno del mundo, ganador de cinco Grand Slam y de la plata de Seúl 1988.

"Quizá no tengan un juego tan de dobles, pero van a controlar los partidos desde el fondo de la pista, van a marcar diferencias ahí. Los dos tienen grandes habilidades, son de los mejores jugadores de la historia y si lo mezclas todo, aquí, en Roland Garros, está claro que es una combinación ganadora", finaliza Marcel Granollers, actual número uno de dobles, miembro de la otra pareja española en estos Juegos Olímpicos -junto a Carreño- y compañero de entrenamientos estos días de Nadal y Alcaraz.

La intensidad de Nadal

De hecho, este mismo viernes, en la Philippe Chatrier, la pista central de Roland Garros, los cuatro españoles que disputarán los dobles se juntaron para un último entrenamiento antes del debut. A primera hora de la mañana, Nadal y Alcaraz hicieron una sesión completa, ganaron 6-3 en un set de prueba a Granollers y Carreño y aclararon dos cosas. La primera, que Nadal jugará a la derecha y Alcaraz a la izquierda, es decir, que los dos cubrirán el centro con su drive. Y la segunda que Nadal jugará el partido pese a las molestias que arrastra.

Kiko HuescaEFE

Su vendaje en el muslo derecho demostraba que algo ocurre y todavía cabe la posibilidad que se retire del torneo individual antes de su debut mañana ante el húngaro Marton Fucsovics, pero la intensidad del entrenamiento fue la de un tenista dispuesto, nada de irse para casa. Alcaraz también se mostraba concentrado, tanto que al final no acudió a la ceremonia de inauguración pues hoy no sólo tiene el estreno del dobles, también disputará su primer partido individual, ante el libanés Hady Habib (sobre las 14.00 horas, La 1) en la Suzanne Lenglen.

Tres días en un monasterio en absoluto silencio: el secreto de la España de tiro con arco para ganar una medalla

Tres días en un monasterio en absoluto silencio: el secreto de la España de tiro con arco para ganar una medalla

Apagar el móvil, eso lo primero. Entrar en el Monestir de les Avellanes, un monasterio en mitad de la sierra de Montsec, cerca de Lleida. Y a partir de ahí, callar. Callar, callar y shhhhhhh, callar. Tres días en silencio. En el desayuno, durante el entrenamiento, en el almuerzo, en las sesiones de meditación y en la cena. Ni un ruido. Horas y horas de escucharse a uno mismo, desenredar los pensamientos propios y descubrirse hasta en lo más profundo. Así fue el stage que el equipo español de tiro con arco hizo el pasado octubre en su preparación para estos Juegos Olímpicos de París.

La semana próxima, entre el martes y el domingo, Pablo Acha y Elia Canales se jugarán tres medallas -dos individuales y el equipo mixto- con el mindfulness como arma. Si ganan a los tiradores asiáticos, especialmente a los surcoreanos, eternos dominadores de la disciplina, pueden decidir que es gracias a conocerse más a sí mismos.

«Fue una idea del seleccionador, Elías Cuesta, que buscaba mejorar la capacidad de concentración del grupo y sabía que existían estos retiros de meditación. Nos pusimos en contacto con Andrés Martín Asuero, que es un experto en mindfulness y él coordinó la actividad», explica Carlos Morillo, director deportivo de la Federación Española de Tiro con Arco y parte de una revolución.

Del método coreano al estilo español

Desde siempre la selección seguía las enseñanzas que llegaban de Corea del Sur y, de hecho, tenía una pareja de seleccionadores del país asiático, Hyung Mok Cho y Mi-Jeong Lee, pero después de los Juegos de Río 2016, al ver que las medallas se volvían a escapar, la Federación decidió romper con todo. Le entregó el equipo a Elías Cuesta, olímpico en Londres 2012, y permitió que trabajara de otra manera. «El método coreano es muy simple: repetir, repetir y repetir. Hacerlo lo más básico posible, dejar la mente en blanco, convertirse en un robot. Con Elías todo es muy distinto», explica Canales, que en primera ronda se medirá a la británica Megan Havers, de sólo 16 años.

Con Cuesta al mando, los tiradores españoles no tienen que ser robots, todo lo contrario: tienen que conocerse, dominar su cuerpo y su mente. En los últimos años han hecho ejercicios de estabilidad o de vista, estudios de biomecánica y mucho trabajo psicológico como el retiro de silencio en el Monestir de les Avellanes. «Trabajamos la meditación. En el monasterio nos enseñaron mucho a estar en el momento presente, a escucharnos, a mantener la concentración en una única cosa. Al final el tiro con arco no es sólo tirar flechas, es relajación, autoconocimiento y control», asegura Pablo Acha, que debutará contra Lin Zih-Siang, de China Taipei, y que admite que lo más difícil del retiro fueron las primeras comidas.

Un esfuerzo durante el almuerzo

La instrucción era que, en silencio, cada tirador podía empezar a comer cuando quisiera y levantarse cuando acabara, que estaban solos aunque se sentaran en grupo, pero al principio costaba aguantarse la risa. «En esos momentos sí era complicado, pero luego ya nos acostumbramos. Los tiradores, por naturaleza, solemos somos tranquilos», añade Acha. En el 'stage' en el monasterio ilerdense, la selección no tuvo ninguna sesión de técnica, aunque sí lanzaron flechas. Colocaron unas dianas en el patio del recinto y cada tirador pasó un par de horas al día practicando, siempre en silencio, para no perder 'feeling' con el aparato.

Ahora, después de todo ese trabajo, España llega con opciones de medalla en tiro con arco por primera vez desde el oro del equipo masculino en Barcelona 1992. Canales es quinta del ranking mundial, aunque puede encontrarse en octavos con la surcoreana Lim Sihyeon, que en la clasificación batió el récord del mundo femenino. Habrá más opciones el dúo mixto, debutará contra la pareja china formada por Xan Yang y Yan Wang.

«Las coreanas no son intratables. En la clasificación lo hicieron muy bien; el nivel lo tienen, pero, al final, en una eliminatoria puede ganar cualquiera. Es complicado, pero no es imposible», comentaba incluso Canales que cuenta con una fortaleza que no tienen las asiáticas: en el más absoluto silencio en el Monestir de les Avellanes se conoció en profundidad a sí misma.

La biodramina de Cooper, los abucheos a Israel y la camiseta de Tonga: las curiosidades de la inauguración de los Juegos Olímpicos

Actualizado Viernes, 26 julio 2024 - 22:37

La arquera Reena Parnat y el judoca Kaljulaid Kristofer, los abanderados de Estonia, miraban a proa y alucinaban. Por orden alfabético -en francés, no en inglés, lo habitual-, al país báltico le tocó compartir barcaza con España y, claro, cualquier intención de hacerse ver quedó en nada. Como siempre, la delegación española fue de las más ruidosas, de las más alegres, de las más festivas y captó la atención de las cámaras. Los deportistas estonios, compañeros sobre las aguas del Sena, se resignaron a salir en la televisión cinco o seis segundos.

La organización de los Juegos Olímpicos de París 2024 intentó lo imposible, que el desfile de países no se hiciera eterno, y no lo consiguió. Aunque redujo al mínimo el tiempo de pantalla de las delegaciones e intercaló los espectáculos, al final quedó la misma sensación monótona de siempre y esta vez, además, quedó lejos la alegría de los protagonistas, el principal sustento de la ceremonia.

"¿Alguien tiene una biodramina?", preguntaba en redes sociales Marcus Cooper, abanderado español y estaba nervioso el piragüista y estaba emocionado por vivir uno de los mejores momentos de su vida, pero apenas se le vio. Desde las orillas del río Sena era imposible distinguir entre unos deportistas y los otros, sólo se diferenciaban banderas y en las pantallas más de lo mismo. La propuesta de los barcos era original, pero resultó rarísima, si no fallida.

Barcos diferentes y la lluvia

Desde el primer abanderado, Giannis Antetokounmpo, baloncestista griego, un tipo enorme, que mide 2,11 metros, quedó claro que habría que afinar la vista para disfrutar del evento y desde el primer barco compartido se evidenció que habría extrañas compañías. Un mal rato pasaron los deportistas de Islandia e Italia en muchos puntos del Sena cuando recibieron un sonoro abucheo que no era para ellos si no para sus acompañantes, los atletas de Israel. Ahí estaban los armenios, con muchísimo espacio, mientras a su lado los alemanes tenían que apretarse para no caer por la borda. Ahí estaban países pequeñitos como Suazilandia y Kiribati solos en unas barquitas pequeñitos. Ahí estaba la delegación en Países Bajos en un yate espectacular o Estados Unidos en un barco que parecía más grande que el propio Sena.

La única vez que entre el público presente ante el río parisino se notó emoción de verdad fue cuando pasó por delante la delegación francesa, que se llevó una ovación tras otra cada vez que cruzaba un puente.

Más allá de los problemas de planificación de la ceremonia, hubo dos decepciones, una grande y otra pequeñita. La lluvia intensa que empezó a caer en la primera hora del evento acabó deformándolo todo, fastidiando el trabajo de artistas y cámaras, y además faltó un animador habitual. Los últimos desfiles olímpicos, siempre tediosos, tuvieron como protagonista a Pita Taufatofua, abanderado de Tonga, que solía viralizarse en redes sociales con su look sin camiseta, pero esta vez no se había clasificado. Esa propuesta la hizo en París Karalo Maibuca, abanderado de Tuvalu, isla cercana a Tonga, pero apenas se le pudo ver como al resto. Al final la inauguración de los Juegos de París acabó deslucida por la distancia de los asistentes con la acción -los últimos actos en el Trocadero ya sólo se pudieron seguir por las pantallas gigantes- y sobre todo con las estrellas de todas las citas olímpicos, los deportistas.

¿Quién será la gran estrella de los Juegos de París? Sólo Biles opta al trono que dejó vacío

¿Quién será la gran estrella de los Juegos de París? Sólo Biles opta al trono que dejó vacío

Hace tres años, en el Ariake Gymnastics Center de la bahía de Tokio, Simone Biles se retiró al vestuario, se puso encima un enorme albornoz blanco y salió a anunciar al mundo entero que se retiraba de los Juegos Olímpicos. Iba a ser la estrella, tenía que ser la estrella, pero ya no podía ser la estrella. Con su decisión construyó un enorme debate sobre la salud mental en el deporte de élite, la presión de la competición, la incomprensión pública, incluso el efecto a largo plazo de los abusos sexuales, pero también dejó un enorme vacío.

Si en Múnich 1972 el rey fue Mark Spitz; en Montreal 1976 la reina fue Nadia Comaneci; en Los Ángeles 1984, Carl Lewis; en Barcelona 1992, el Dream Team; en Atlanta 1996 lo fue Michael Johnson; y en Pekín 2008 reinaron Michael Phelps y Usain Bolt; en Tokio 2020, Biles tenía reservado el trono. Y sin ella nadie ocupó su sitio. "No quiero ser una estrella, no he nacido para ello", llegó a proclamar el nadador estadounidense Caeleb Dressel, que se colgó cinco medallas, el que más, y pocos meses después cayó en una profunda depresión.

Hoy los Juegos Olímpicos de París 2024 arrancan con el puesto de máxima estrella, de leyenda, de emblema todavía vacante. ¿Quién será el mayor o la mayor protagonista? Quién sabe, aunque la aspirante mejor situada vuelve a ser quién era: Biles. Apenas se recuerda, pero después de su catarsis de mareos y lágrimas, la gimnasta estadounidense se apuntó al último día de competición en Tokio para ganar un bronce en la barra de equilibrios, su peor aparato, y dejar escrito un mensaje: "Volveré".

Desde entonces la cuatro veces campeona olímpica en los Juegos de Río 2016, ha vivido todo un proceso de curación que pasó por no competir dos años, acudir a terapia para evitar esos temibles twisties y, entre otras cosas, recibir una medalla de honor de manos de Joe Biden o casarse con el jugador de la NFL Jonathan Owens. A mediados del 2023 regresó con tanto éxito que dominó el último Mundial. A partir del martes 30 -el domingo será la clasificación-, en el Bercy Arena de París encontrará la competencia de otras gimnastas como la brasileña Rebeca Andrade, amiga suya, compañera de entrenamientos, pero principalmente dependerá de ella misma.

Si sostiene todo el peso que tiene sobre sus hombros no sólo ganará, también reinará. Si no lo hace, hay pocas candidaturas más. De hecho, la otra que más reluce también tiene nombre de mujer y concretamente nombre de mujer estadounidense: Katie Ledecky. La nadadora tiene en sus brazos y en sus piernas un récord de los que quedan en el recuerdo: si vence en las tres distancias que disputará se convertirá en la deportista con más oros de la historia de los Juegos.

Dueña ya de siete, sumará 10, uno más que la ucraniana Larisa Latynina, mito de la gimnasia antes de Biles. En su contra su timidez y su apuesta absoluta por el fondo, las pruebas menos espectaculares de la natación. A sus 27 años y después de 12 en la élite -en Londres 2012 ya ganó un oro-, Ledecky ha abandonado los 200 metros y los relevos cortos para situar todas sus opciones en los 400 metros que disputa mañana, los 800 metros y los 1.500 metros. En la piscina no hay nadie con su historial, pero podrían surgir nuevas estrellas.

JJOO Paris. Sedes

El público local espera que triunfe Leon Marchand, especialista en mariposa, y en los 100 metros libre se vivirá un duelo eléctrico entre el rumano David Popovici y el chino Pan Zhanle, ambos recientes plusmarquistas mundiales. Necesitarán volar y derrochar carisma para saltar las fronteras de su propio deporte, pero podrían hacerlo.

Como podría hacerlo el velocista Noah Lyles en el tartán del estadio de Saint Denis o como ya ha hecho Eliud Kipchoge, leyenda haga lo que haga en el maratón. En realidad, lo más probable es que nuevamente el protagonista o la protagonista de los Juegos no estén en el atletismo y la natación y esté en el tenis, con todos los ojos mirando a Carlos Alcaraz o en el baloncesto, con otro Dream Team (Lebron James, Stephen Curry, Kevin Durant, Jayson Tatum, Joel Embiid) en acción y el fenómeno Victor Wembanyama en su casa.

Faltan estrellas, siempre falta alguien, como el maratoniano recientemente fallecido Kelvin Kiptum, algunos rusos sancionados como el nadador Evgeny Rylov o quienes renunciaron, como Kylian Mbappé o Tadej Pogacar, pero unos Juegos Olímpicos no esperan a nadie. Un trono está libre y quien lo ocupe posiblemente será una mujer.

Támara Echegoyen, antes de la inauguración en París: “Soy abanderada gracias a mis derrotas”

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 22:27

En el agua, siempre en el agua. Támara Echegoyen (Ourense, 1984) creció sobre un barco, maduró sobre un barco, triunfó sobre un barco y, cómo no podía ser de otra manera, hoy disfrutará sobre un barco, el que llevará a la delegación española por el Sena con ella al frente. «Me encanta que la ceremonia de inauguración se haga dividiendo a los equipos en barcos, ¡imagínate! Los estadios están muy bien, pero para mí será como un sueño. Estoy disfrutando mucho de los momentos previos. Estas ceremonias cansan, son muchas horas de pie, pero se pueden vivir muy pocas en la vida», asegura a EL MUNDO.

La vela, el deporte que más medallas ha dado a España, tendrá otra abanderada, una campeona olímpica, aunque de aquello hace 12 años y la lejanía duele. Por el camino, Echegoyen ha logrado el récord que nadie querría: tanto en los Juegos de Río 2016 como en los Juegos de Tokio 2020 acabó cuarta, dos medallas de nada. En París quiere olvidar la racha.

Su padre tenía un barco en Sanxenxo, navegaba con la familia desde que era una niña. No imagino unos inicios tan idílicos.
Tengo muy buenos recuerdos de mi infancia en el mar, pero aquello tenía poco que ver con el deporte, menos aún con la competición. Te lo contaría de manera muy romántica, pero sería mentira. Mi familia sólo tenía un barco de ocio y yo quizá probé 10 deportes antes de decidirme sólo por la vela.
Cuentan que ahora es imposible sacarla del mar, que no sale ni para ir a tomarse algo.
(Risas) Totalmente. En mi vida hay muy pocos días sin mar. Incluso de vacaciones estoy en el agua. A veces necesito desconectar de la competición, pero nunca del mar. Lo único que me cuesta es convencer a mis amigos a que salgan conmigo porque siempre voy al 100%, me sale sin querer, y ellos quieren que el barco vaya tranquilito, plano, para que no se vuelquen las cervezas.

RFEV

En los Juegos Olímpicos de Londres 2012 apareció de la nada, junto a sus compañeras Ángela Pumariega y Sofía Toro, para ganar el oro en aquel barco Elliot 6m.
Es inolvidable, aquello fue una sorpresa incluso para nosotras. Nos costó clasificarnos y llegamos a los Juegos con un objetivo muy realista, conseguir un diploma. Quizá esa fue la clave. No presionarnos nos permitió disfrutar de los Juegos al máximo, centrarnos en nuestra rutina, hacer lo nuestro. Aún tenemos las tres un grupo de Whatsapp y la relación es muy, muy buena. Muchas veces sólo nos centramos en el resultado, pero el valor de lo vivido es enorme.
Fueron el 'Chiquitas Team'.
¡Eso es! En mi casa siempre me han llamado 'chiquita' y de ahí vino. Luego, como estaban empezando las redes sociales, nos pusimos ese apodo y aún hay gente que lo recuerda.
Luego vinieron dos 'casi' consecutivos. ¿Cómo los vivió?
El tiempo es necesario para asimilar que has acabado cuarta. Las dos veces me sentía igual, desolada, triste, frustrada... ¡uf! Sería injusto no llorarlo, pero luego vas dándole el valor que tiene. En tres Juegos Olímpicos he acabado con opciones de medalla. Es difícil relativizarlo, pero el deporte es así, no todo es bonito.

RFEV

¿Seguiría aquí si se hubiese colgado un bronce en Tokio?
No lo creo. Ese diploma me ha permitido llegar a París, puedo decir que soy abanderada gracias a mis derrotas. Con una medalla no hubiera seguido navegando y no estaría aquí, pero la cabezonería siempre ha sido mi tripulante. Acabar cuarta es doloroso, pero hay que apreciarlo.
Ahora que lo aprecia, ¿Se retiraría tranquila sin otra medalla olímpica, con el oro de Londres 2012?
Tendría que hacerlo, ¡Qué remedio! Pero me quedaría una espina clavada, no te lo puedo negar.
Ya ha vivido varias aventuras fuera de la vela olímpica. ¿Hasta qué punto llegó al límite en sus dos vueltas al mundo a vela en 2018 y 2023?
¡Buf! Hasta límites insospechables. Llegué a estar completamente agotada. Antes hablábamos de estar siempre en el mar y ahí sí que deseé pulsar un botón que me devolviera a tierra. Pero siempre había algo que me empujaba a seguir adelante. Unos Juegos Olímpicos tienen dificultades, tienes que navegar muy rápido, con presión, pero no llegas al límite. En la vuelta al mundo pude comprobar qué es realmente la extenuación.

Marcus Cooper, primer abanderado nacido fuera de España: “Es un honor llevar la bandera más bonita del mundo”

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 22:25

Señala la estadística que Marcus Cooper (Oxford, Reino Unido, 1994) será el primer abanderado español en unos Juegos nacido fuera de España, pero él responde de la manera más española posible. Ahora una guasa: «Mi tatarabuelo ya veraneaba en Mallorca». Y ahora, mucha pasión: «Yo siento muchísimo los colores, todos mis éxitos han sido siempre de España. Aquí he crecido, de aquí soy y para mí es un honor llevar la bandera más bonita del mundo». Si en algún momento hubo polémica, incluso alguna duda suelta, ya no queda nada.

Cooper, el piragüista que sorprendió en solitario con un oro en Río 2016 y brilló en equipo con una plata en Tokio 2020, está ante su momento. La bandera, su bandera, bien alta.

Se subirá a la barcaza, saldrá a navegar por el Sena y levantará la bandera con toda la delegación detrás. ¿Se lo ha imaginado?
No soy capaz, llevo varios días nervioso, como a la espera. Lo he hablado varias veces con Sául [Craviotto, abanderado en Tokio 2020] y lo comenté con Pau Gasol [abanderado en Londres 2012]. Me cuesta aceptar lo que significa ser el abanderado de tu país en unos Juegos Olímpicos. Es fuerte, eh. En el deporte te acostumbras a pensar en el siguiente objetivo justo después de ganar. En 2016 gané el oro olímpico y a las pocas horas ya pensaba en la temporada siguiente. Pero no hay nada más allá de ser abanderado.
Diría que le impone más el simbolismo por la bandera que el hecho de que le vayan a ver millones de personas, que gane popularidad, que le empiece a seguir más gente.
Totalmente. No me preocupa que me reconozcan, lo llevo muy bien. Tiene más cosas buenas que malas. Incluso cuando ha habido alguna crítica, lo he encajado bien, con naturalidad. Al final si soy conocido es por el deporte, es por algo bonito y eso me permite ayudar a la gente.

JORGE PETEIROEL MUNDO

Habla del Plan Cooper, su proyecto web para mejorar la salud de las personas. En el proceso cuentan que ha probado todos los planes nutricionales posibles.
(Risas) Sí, la verdad. Me gusta probar, ver si hay algo que me permita recuperar mejor, entrenar mejor, sentirme mejor. Durante una época probé la dieta eco, por ejemplo, todo lo que comía era bio. Pero todo, todo, absolutamente todo. También probé el ayuno intermitente, incluso con entrenamientos intensos. Me sentía más ligero, la verdad, no notaba que me empeorara. Pero no hay nada que sea la panacea. Ahora, con la ayuda de profesionales, simplemente intento comer lo más sano posible.
También, junto a Miravia, patrocinador de estos Juegos Olímpicos, protagoniza la campaña 'Con la cabeza bien alta', que cuida de la salud mental. ¿Cuál ha sido el momento más duro de su carrera en ese sentido?
Nunca he tenido un bajón muy grave, pero sí toques de atención. En 2015, por ejemplo, no me pude clasificar para los Juegos de Río 2016 en la modalidad que yo quería y pensé en dejar el piragüismo. Sólo tenía 21 años, pero pensé que tenía que dejarme de grises: o me retiraba o me metía por completo, a por todas. Y me puse como un robot, todos los entrenamientos perfectos, los descansos, las comidas... Empecé a ganar en una prueba que no era la mía, me clasifiqué para los Juegos a última hora en la repesca y saqué el oro.

JORGE PETEIROEL MUNDO

El piragüismo nunca falla.
Sí, siempre dicen eso. Recuerdo en Tokio que estábamos viendo a alguien competir en la tele española, diría que a Lydia Valentín, y como no sacó medalla dijeron: 'Bueno, nos queda el piragüismo'. Esa presión se nota. Pero conseguimos manejarla bien, nos lo tomamos como algo positivo. Y en todo caso en el K4 [el barco que comparte con Craviotto, Rodrigo Germade y Carlos Arévalo] nadie nos va a poner más presión de la que nos ponemos nosotros mismos. Somos muy autoexigentes.
Ustedes mismos han admitido que el año pasado eso cayó [fueron séptimos en el último Mundial].
Nos relajamos, no lo podemos negar. Nos faltaba chispa, diría que incluso un poco de humildad. Cuando llevas tantos años compitiendo te olvidas de que para estar ahí arriba necesitas seguir entrenando, seguir mejorando, seguir trabajando. Hemos conseguido grandes cosas, pero no somos invencibles ni mucho menos. A nivel técnico nos faltaba sincronización, acople.
Pero si llevan juntos una eternidad.
Da igual. Hay tantos detallitos que pueden fallar que si te despistas todo se derrumba. En lo técnico, en una piragua con cuatro personas, la hidrodinámica es muy compleja. Cuesta mucho sincronizarse completamente y si no lo haces vas mucho más lento. Es un deporte de fuerza, pero también de resistencia, es muy duro, de verdad. A mi me gusta decir que vas tan al límite que después de llegar a paso el siguiente paso es morir. Por eso hemos hecho sesiones agónicas en las que nos grabábamos y luego, en seco, en una pantalla grande, estudiábamos hasta el último detalle. Así día a día, entrenamiento a entrenamiento, hemos vuelto a nuestro nivel, o mejor, y venimos a estos Juegos a por todas.

¿Qué se vive como abanderado en la inauguración de unos Juegos? “Si te olvidas algo ese día es para matarte”

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 22:23

«Ese día repasas la mochila tres veces. Normalmente te llaman a un ensayo por la mañana y luego te convocan horas antes de la ceremonia. Antes de salir de la Villa lo revisas todo: que los calcetines sean los que tocan, que el gorro sea el adecuado. Imagínate que llegas allí y te falta algo, es para matarte. Durante todo el día se pasan muchos nervios, la verdad. Es como una víspera de Reyes: estás feliz y al mismo tiempo a la espera», recuerda Ander Mirambell, el último abanderado español en una ceremonia de inauguración, en su caso junto a Queralt Castellet en los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín 2022. Él es el último de una tradición que hoy en los Juegos Olímpicos de París continuarán Marcus Cooper y Támara Echegoyen.

Hasta ahora España ha tenido 39 abanderados. De José García Lorenzana en Amberes 1920 hasta Saúl Craviotto y Mireia Belmonte en Tokio 2020 pasando por el rey Felipe VI en Barcelona 1992 o algunos repetidores, como Francisco Fernández Ochoa, que llegó a encadenar tres ediciones.

«Es un honor muy grande, equiparable sólo a ganar un oro. Estás representando a un país y, al mismo tiempo, encabezas la delegación, eres el elegido entre tus compañeros», comenta Alejandro Abascal, campeón olímpico de vela en Moscú 1980 y abanderado español en Los Ángeles 1984, que más allá de lo sentimental rememora los pormenores de llevar la bandera.

«Recuerdo que me sorprendió el detallismo de la preparación. En el ensayo de la mañana nos explicaron el recorrido, toda la ceremonia... Ya estaban allí, por ejemplo, las niñas que llevaban el letrero de España. Pensaba que la bandera pesaría más, pero nada, es una pluma. Aunque en esos momentos, con la emoción, el orgullo y la juventud podría pesar lo que quisiera», añade 'Jan' Abascal, que luego en aquellos Juegos yankees sólo pudo ser undécimo. Con aquella ceremonia de inauguración como recuerdo, el regatista no tardó en retirarse y pasar a ser entrenador de, entre otros, jóvenes que ahora aspiran a medalla como Diego Botín.

El recuerdo de Mirambell y la anécdota de Abascal

«No sé cómo será en París, pero el momento de salir del túnel y entrar en el Estadio Olímpicos es espectacular. Nosotros, con Queralt, quisimos cambiar un poco el protocolo y en lugar de ir en línea recta, hicimos un círculo sobre nosotros mismos. Además yo que colaboro con la asociación Cris contra el cáncer, que ayuda en la pediatría oncológica, me quite el gorro y me toqué la cabeza en recuerdo a los niños», recapitula Mirambell, especialista en skeleton, primer español en este deporte, que en Pekín 2022 disputó sus cuartos Juegos y después colgó el trineo.

Hoy, como Abascal, se dedica a preparar a los más jóvenes y transmitirles su experiencia que incluye, cómo no, sus recuerdos de aquella inauguración. «Justo cuando dejé la bandera hice una videollamada con mi mujer y mi hijo y tengo guardada una captura de pantalla», comenta quien subraya el honor de liderar a otros deportistas. Porque, junto a la bandera, el valor está en quién está detrás.

«Yo siempre hice vela, pero el deporte que me entusiasmaba era el baloncesto. Seguía mucho a la selección, teníamos muy buena relación. De hecho, fui de los pocos españoles que vieron la final de Los Ángeles. No había manera de conseguir entradas, pero el entrenador, Antonio Díaz Miguel, me dijo que me subiera al autobús con ellos. Llegamos al estadio de los Lakers, Epi me dejó su bolsa, yo me estiré todo lo que pude para parecer más alto y nadie me dijo nada. Yo flipaba en los vestuarios, entre las taquillas de Magic y de Abdul Jabbar. Acabé al lado del banquillo, disfruté como un niño aquel día», recuerda Alejandro Abascal, uno de los 39 elegidos que hoy ya serán 41.

Un chasco antes de empezar: Brasil noquea a España y le complica mucho los Juegos

Actualizado Jueves, 25 julio 2024 - 15:47

Acabó su duelo contra Brasil y entonces, sólo entonces, España descubrió que estaba en unos Juegos Olímpicos. No venía la selección de balonmano femenino de su mejor ciclo, con algunas decepciones en Mundiales y Europeos, pero incluso así su debut en el pabellón 6 del recinto Puerta de Versalles fue desesperanzador. Errores, errores y más errores. Lamentos, lamentos y más lamentos. Brasil atropelló a España con el carácter con máximo argumento. La selección sudamericana no es favorita a la medalla ni mucho menos, si la lograra sería la primera de su historia, pero apareció en París con ganas y eso le sirvió para volar. Al final el resultado fue inequívoco, 18 a 29.

Aunque la fase de grupos es amable y queda un rival en principio asequible, Angola, España ahora tendrá que ganar a Hungría, Francia o Países Bajos sólo para estar en cuartos de final. Para evitar a favoritas como Dinamarca o Noruega en esa fase necesitará sumar tres o cuatro victorias. Mal asunto.

La primera línea, perdida

España llegaba a los Juegos con jugadoras capaces de generar goles, una mezcla de las dos últimas generaciones, Shandy Barbosa, Mireya González, Lara González y Paula Arcos, pero ninguna de ellas encontró el camino, más bien lo contrario. Ante la defensa feroz de Brasil y bajo el ruido de un público carioca entregadísimo -París parecía Río-, la primera línea española entró en un laberinto del que no salió en los 60 minutos del encuentro. Se acumularon pérdidas, faltaron los goles.

ARIS MESSINISAFP

Mientras se crecía la portero brasileña, Gabriela Moreschi, y sus dos laterales, Bruna de Paula y Patrícia Matieli, España desaparecía con los únicos chispazos de sus extremos y de los siete metros provocados por sus pivotes. Mal asunto.