El fado de Cristiano: “Hasta la gente más fuerte tiene sus días. Esta es mi última Eurocopa”

Actualizado Martes, 2 julio 2024 - 13:54

El destino va dibujando para Cristiano Ronaldo una Eurocopa a ritmo de fado. Fatalista y sin brillo más allá del que como colectivo pueda conseguir Portugal. Eso genera en el astro una mezcla extraña de sentimientos que ante Eslovenia, tras parar Oblak el penalti en los últimos instantes de la primera parte de la prórroga, estalló en lágrimas. Cristiano Ronaldo, y no era la primera vez, se rompió.

Lo hizo en la Copa de Arabia tras perder la final y le volvió a ocurrir en el estadio de Frankfurt. Se tapó la cara, acudió Diogo Dalot a arroparle y consolarle, pero cuando Roberto Martínez daba instrucciones en el rondo, vio a su madre en el palco y no pudo contener los sollozos. Otra vez Dalot, Pepe, la guarda pretoriana de Cristiano al rescate. "Fue una muestra de la unión del grupo. Fue él como podía haber sido otro y la reacción hubiera sido la misma. El equipo está con él. Ya marcó muchos, muchos penaltis", admitía Palinha. Bernardo Silva, que lanzó el tercero y último, sabe lo de que habla. "Yo tuve una experiencia hace poco contra el Real Madrid. Sólo la gente que acepta la responsabilidad de tirarlos los puede fallar. Cristiano lo falló como cualquier otro", aseguró.

Pero el astro portugués se lleva una espina clavada que se reflejaba en su cara incluso en la zona mixta. El "partido a la portuguesa" que definió Palinha, "con mucho sufrimiento y final feliz", no fue consuelo, más allá de que da una oportunidad más. "Hasta la gente más fuerte tiene sus días", se limitó a Cristiano con la voz entrecortada para explicar sus lágrimas.

Volvió a darle el entrenador español los 90 minutos del partido y la prórroga. Y él buscó un gol histórico que se le resiste. Lo buscó de jugada, y tuvo un mano a mano en el 90 con Oblak, de cabeza y hasta con dos faltas, una de las cuales también acabó en las manos del meta esloveno.

Ese penalti le hubiera permitido descargarse la tensión. El que lanzó en la tanda no suma en las estadísticas. "Durante un año no fallé y cuando más lo necesitaba el equipo, paró Oblak. Tengo que revisar si lo tiré bien o mal. Es un sentimiento de tristeza y alegaría", alcanzaba a confesar. El portugués no fallaba desde enero 2022. Casi desde entonces no atajaba el arquero del Atlético de Madrid.

A pesar del error, Cristiano se plantó de nuevo en los once metros para abrir la tanda, pateó, marcó y pidió perdón a la grada, un gesto poco habitual en un futbolista al que se le ve ansioso. Consciente de que cada día es uno menos vistiendo la camiseta de Portugal. Quiere despedirse con honores porque ya no habrá más. "Sin duda es mi última Eurocopa, pero no me motiva eso sino hacer feliz a la gente", confesó.

Sin ser incierto, a Cristiano le pesa el gol en su sexta Eurocopa. Es el jugador del torneo que más disparos ha hecho sin marcar, 20. Le siguen Lukaku, que ya está camino de Bélgica, Lamine Yamal y Thuram con 11 y Griezmann con diez. Con él se verá las caras en los cuartos de final en Hamburgo.

"Vamos a dar guerra. Nunca he tenido miedo de afrontar las cosas de frente y rendirse es algo que nunca me oirás", volvió a decir con altanería.

Portugal se agarra a los guantes de Diogo Costa para redimir las lágrimas de Cristiano

Actualizado Martes, 2 julio 2024 - 00:30

Se hundió. La figura gigante y soberbia de Cristiano Ronaldo se deshizo cuando en el minuto 102, en la prórroga, plantado en el punto de penalti tenía en sus botas la clasificación de Portugal a cuartos de final. Estaba enfrente Oblak y se perfiló con la misma decisión con la que le derrotó en la final de Champions de Milán. Esta vez el esloveno venció, lo atajó y rompió en mil pedazos a la estrella lusa. Lágrimas, cabeza agachada y el esfuerzo de todo Portugal por recomponer a un líder que no ha marcado en esta Eurocopa. Volvió a llorar después porque cogidos a la manos de Diogo Costa, se verán con Francia en cuartos. [Narración y estadísticas (0-0, 3-0)]

Fue el meta del Oporto el héroe de la tanda de penaltis al volar para atajar los tres primeros lanzamientos de Eslovenia. Portugal sobrevivía después de un partido de desesperación en el que desperdició ese penalti en la prórroga y vio cómo su arquero sacaba el pie para desviar el último cara a cara que un error de Pepe le concedió a Sesko. Diogo Costa salvó en Frankfurt a las dos leyendas.

La supervivencia de Portugal pareció un milagro imposible en algunos momentos. Arrancó ordenada, reconociendo por dónde hacer daño a otro equipo que se les encerró, pero a medida que pasaron los minutos, se desordenó, enloqueció y empezó a mostrarse vulnerable. Se contagió de la ansiedad que sigue mostrando Cristiano. Sus lamentos de desesperación, desde el mismo arranque del partido, eran tan exagerados como contraproducentes para Portugal. Le quiso meter el equipo de Roberto Martínez algo más de velocidad al juego y porque por las orillas Leao encontraba oportunidades y Bernardo Silva ponía centros precisos que no había quien cazara.

Protestas y miradas

Eslovenia trataba de estirarse con alguna carrera de Sesko, pero era sabedora de que sus opciones pasaban por sujetar a los portugueses. Al pie de la letra lo cumplía Drkusic. El central se lo ganó todo a Cristiano. Le atosigaba en la recepción, le impedía girarse y, sobre todo, le ganaba todos los balones aéreos. Eso provocó que, un partido más, CR7 pareciera un lastre para Portugal. Su cabreo, sus protestas y sus miradas al videomarcador buscando su imagen reflejada hicieron que Portugal, capaz de recuperar con celeridad en el centro del campo, no pudiera armar una segunda jugada rápida porque su punta volvía andando, cabizbajo y en fuera de juego. Aún así lo intentaba frente a un rival que olía el nerviosismo.

La vía esta vez fue la velocidad de Rafael Leao, a quien en una ocasión tuvieron que frenar en falta en la frontal del área. Por supuesto la lanzó Cristiano, con toda su gestualidad, buscando la escuadra de Oblak que no encontró. Esa fue toda la complicación que pudieron crearles a los eslovenos, que empezaron a hallar los espacios. Se escapó por la derecha Stojanovic, se resbaló Pepe cuando fue a pararlo y suerte que apareció Nuno para atajar su centro antes que Sporar. Con el temor en el cuerpo, la mejor ocasión de los portugueses, que no probaron a Oblak entre palos, fue una carrera de Leao que acabó en un centro a la medialuna para el disparo de Palinha que se estrelló en el poste derecho del meta del Atlético.

Portugal, como en cada partido de esta Eurocopa, tenía que hacer algo más, aunque parecía no saber muy bien el qué. Al inicio de la segunda mitad trató de encontrar la solución Cancelo buscando la línea de fondo, caracoleando con el lateral y sacando un centro raso que desvió Drkusic.

Diogo Costa detiene el penalti de Balkovec.

Diogo Costa detiene el penalti de Balkovec.AFP

La siguiente la buscó Cristiano en otro lanzamiento de falta, que era para un zurdo pero, como nadie le rechista, se la pidió buscando ese gol que nunca llega. Fue dura a las manos de Oblak. Si en la primera parte fue Leao el arma ofensiva, en la segunda apareció Cancelo como un destello que deslumbraba al lateral Balkovec. Todo el peligro portugués nació de sus botas.

Pólvora lusa

Tenía que buscar Roberto Martínez más pólvora y echó mano de Diogo Jota a costa de Vitinha. Cristiano, esforzado en tirar faltas, seguía en el campo. Y Portugal no conseguía desencadenarse para asustar a Eslovenia. Matjaz Kek sentía a su equipo cómodo buscando el error que, más de una vez, había asomado en las filas rivales.

Portugal tiene siempre fases en las que juega al tratrán, y eso comenzó a hacer cuando el tiempo corría y empezaba a haber mucho que perder. Buscó entonces el técnico español al eléctrico jugador que le salvó en el primer partido: Francisco Conceiçao.

Lo intentaban los lusos estirándose hacia el área de Oblak y en el minuto 85 llegó su ocasión. Diogo Jota filtró un pase al espacio que corrió Cristiano para armar un zurdazo en un mano a mano que ganó, cómodamente, el guardameta rojiblanco. No se dibujaba bajo el techo del Frankfurt Arena otro escenario que no fuera el de la prórroga. Y ahí pasó de todo. Jota se coló entre los centrales y forzó un penalti, lo falló Cristiano y Sesko perdió la oportunidad de estar en cuartos. Porque los penaltis, en los que volvió a tirar CR7 para pedir perdón, los ganó Portugal.

44 años para ver al jugador ‘total’: Nico Williams marca, asiste y no falla un pase, “pero no soy el mejor del torneo”

Actualizado Lunes, 1 julio 2024 - 11:40

"Con su edad yo jugaba al fútbol", confesaba Dani Olmo en las entrañas del estadio de Colonia, como si lo que habían hecho con 21 y 16 años Nico Williams y Lamine Yamal para derrotar a Georgia y llevar a España a cuartos de final fuera otra cosa.

Él había marcado un gol, como también Rodrigo, MVP del partido, y Fabián, pero las miradas no podían separarse de los chavales de España, capaces de jugar a 'piedra, papel o tijera' un segundo después de volver a hacer historia. La selección ha ganado los cuatro primeros partidos por primera vez en una Eurocopa. Lo colectivo se impone a lo individual en esta selección, se encargan de repetir todos los jugadores, pero el protagonismo es de los dos endiablados extremos. Son un arma diferencial que, además, pulveriza registros.

Desde 1980 no había habido un futbolista 'total' en el campeonato de Europa, capaz de marcar, asistir y no errar ni un sólo pase. 44 años hasta que apareció Nico Williams para asistir a Rodrigo en el gol del empate, marcar el tercer tanto que sellaba el billete a Stuttgart y acertar cada uno de los 46 pases que intentó. Aún así, no quiere halagos.

"Vengo del barro y esto es un sueño hecho realidad. ¿Quién es el mejor jugador del torneo? No lo sé, pero yo no soy", aseguraba al acabar un partido en el que se retó con su amigo Lamine Yamal. "Me va a tener que aguantar toda la semana, pero espero que él marque pronto", deseó el jugador, que tuvo el respaldo de toda su familia en la grada y el detalle de regalarle su camiseta a un aficionado con la camiseta del Athletic.

Nico bailó con su amigo Lamine y ambos retan con descaro juvenil a otra pareja de alas que está volando en este campeonato: los alemanes Musiala y Wirtz. "Sin duda me quedo con Nico y Lamine", reconocía Dani Olmo, que conoce bien a los germanos.

De los 35 disparos a la portería de Mamardashvili, el mayor registro de una Eurocopa, un puñado fueron del joven jugador del Barça, que busca el gol que le convierta en el jugador más joven en marcar. "Me lo guardo para cuartos ante Alemania", bromeaba en la zona mixta. Y es que, como admitía Dani Olmo, con la pelota y sin ella, Nico y Lamine "son un espectáculo".

El 'piedra, papel o tijera' de Nico Williams y Lamine Yamal: "Este equipo es invencible"

El ‘piedra, papel o tijera’ de Nico Williams y Lamine Yamal: “Este equipo es invencible”

Alemania ya sabe que tendrá que correr mucho ante España y, aún así, será difícil que pueda parar a Nico Williams. Georgia lo intentó, incluso le retó a un duelo de velocistas con Kvaratskhelia, pero sólo fue cuestión de tiempo que sus carreras no acabaran ante Mamardashvili. Su gol cerró el pase a cuartos que a España se le complicó. "En la primera parte he probado al palo largo y me la ha adivinado, así que he optado por tirar al corto", explicaba uno de los jugadores revelación de la Eurocopa, que no quiere protagonismo: "He venido del barro y soy humilde. Este equipo es invencible".

La virtud de surfear sobre la veintena es que nunca se ve el camino empinado, por eso ni Nico ni Lamine Yamal (que no está ni cerca de los 20) lo vieron en ningún momento e insistieron una y otra vez hasta que encontraron la forma de derribar el muro georgiano. Cuando acabaron el trabajo, se sacudieron las manos y se jugaron a 'piedra, papel o tijera', como en el patio del colegio, quién bebía agua primero. "Discutimos por el botellín, pero gané yo", confesaba entre risas Nico Williams, de quien su hermano, en la grada, se mostró orgulloso a través de X.

Aunque ellos huyan de la personalización, el resto del equipo sabe que ellos son un arma esencial. "Por eso necesitábamos tener calma y darles pelotas en el uno contra uno", aseguró Fabián, que volvió a marcar con una asistencia de Yamal. A ambos los elogió Luis de la Fuente, muy contundente en su análisis de la noche: "Hemos sufrido un poco, pero el partido era de ocho o nueve a uno". El otro seleccionador, Sagnol, tenía una visión diferente: "El primer gol es fuera de juego, es clarísimo. No entiendo los motivos por los que no se pita. El VAR es una herramienta maravillosa, pero no saben usarla", se quejó.

Reconoció el andaluz que no estaba acostumbrada España a ir por detrás en el marcador y menos después de un gol en propia puerta. Fue Le Normand el que temió a Kvaratskhelia y puso el pecho. Antes, la selección ya se había estrellado ante el portero del Valencia. Se puso Mamardashvili pegamento en los guantes para blocar balones, y eso fue lo que hizo cada vez que España tiró entre los tres palos.

El primero fue a Pedri, el segundo a Carvajal y después a Fabián y a Cucurella. No fueron ocasiones para el lucimiento que engorde su vitola de mejor portero del torneo, pero faltaba la de Nico Williams. Esta sí le forzó a un blocaje de emergencia y fue el primer aviso. Ante el zurdazo de Rodrigo ajustado al palo a 98 kilómetros por hora, nada pudo hacer. El centrocampista del City marcó su cuarto gol con España para provocar que el partido arrancara de nuevo para alivio de la grada.

Era justo lo que necesitaba la selección. Un tiempo muerto para reaccionar. Cuatro minutos antes el propio Rodri pedía calma porque se habían contagiado de la revolución que se empeñaban en forzar los georgianos empujados por su afición. "En el primer tiempo no éramos nosotros. Hemos tenido demasiada prisa", argumentaba Fabián.

Aunque Kvaratskhelia fue una pesadilla para Carvajal y, con pillería, quiso hacer pagar a Unai Simón su juego tan adelantado, le ganó Lamine Yamal para poner un centro a Fabián para ordenar el partido y sumara su segundo gol en esta Eurocopa.

Con la nube de la sorpresa despejada, el extremo del Barça buscó la forma de batir al meta valencianista y así poner su nombre en la historia de la competición. Hasta tres veces estuvo a punto y la pelota no quiso entrar. Tendrá que ser ante Alemania. "Estoy seguro de que su gol va a llegar", vaticinaba Nico.

La que sí entró fue la de Dani Olmo para tumbar los planes que Sagnol pudiera tener de intentar sobrevivir. Se los hizo llegar al capitán Kashia en un papelito a través de Davitashvili aprovechando un cambio.

El aviso de Inglaterra

España se sobrepuso, concienciados los futbolistas de que a estas alturas los errores se pagan caros. Nada más saltar al césped en Colonia se embobaron mirando por los videomarcadores cómo Inglaterra sufría con Eslovaquia. Los suplentes aún vieron la chilena de Bellingham para el empate y el gol de Kane en el arranque de la prórroga. Era el recordatorio de que ninguna selección concede en esta Eurocopa, por muchos quilates que tenga el rival.

Quizá fue eso lo que Pedro Rocha iba reflexionando en su visita en solitario por la mañana a la Catedral de Colonia. Algunos aficionados españoles le reconocieron y se fotografiaron con él; otros directamente huyeron. «No queremos saber nada de corrupción», explicaban. Se paseó como un turista más por toda la Seo, que cuenta desde hace siglos con un relicario que guarda los restos de los Reyes Magos. «Quizá les haya pedido que le traigan la victoria en las elecciones», bromeaban los aficionados.

El favor de la UEFA, por el momento, lo tiene. En el palco estuvo al lado del presidente, Alexander Ceferin, y escoltado por la ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, que representó al Gobierno en esta eliminatoria. Esta vez no hubo ningún problema protocolario y, aunque se sufrió por momentos, el final fue feliz. Habrá que ver en Stuttgart el próximo viernes.

A España no sólo le costó doblegar el orgullo de Georgia, sino sostenerse en un césped en mal estado. Como en Frankfurt, Gelsenkirchen o en Dortmund, el verano alemán ha traído tormentas que han ablandado los campos. Y no sólo se levantan, sino que provocan los resbalones de los jugadores que lo eligen bien las botas. Uno de ellos fue Rodrigo. Por suerte España no lo pagó y él acabó como MVP.

El ansia de Cristiano Ronaldo, un lastre que gestiona Portugal

Actualizado Domingo, 30 junio 2024 - 22:58

Cristiano Ronaldo sabe que esta es su última Eurocopa y vive ansioso por aprovecharla. Esta noche ante Eslovenia puede ser el adiós. O quizá no, aunque lo cierto es que las oportunidades se van descontando. Su temperamento se contuvo en los dos primeros partidos, donde mostró gestos de capitán y hasta de cierta generosidad, pero se destapó en el duelo ante Georgia, y no por la inesperada derrota.

Roberto Martínez ha recuperado a Ronaldo cuando nadie lo esperaba ya. Su marcha a Arabia y los problemas de integración en la vida de la selección que mostró en el Mundial de Qatar le enseñaban la puerta de salida, algo que el técnico español no quiso hacer. Se reunió con él, le pidió implicación, le convenció para renunciar a ser un ente al margen de todo y de todos, y le defendió una y otra vez públicamente. Parecía que había encontrado la forma de llegar a su ego de una manera rápida y efectiva.

Cristiano debía jugar el mismo papel que Pepe: ser ejemplo para la sangre nueva incorporada por Martínez. Experiencia y veteranía, además de movimientos en el campo que aún mantiene, aunque ya empiecen a verse mermados por el paso de los años. Ronaldo ya ha cumplido 39 y no será eterno. Nada lo es, y él lo sabe.

Triple presión

Por eso busca seguir engordando su historia. Viajar a Alemania le ha supuesto ser el único jugador que ha disputado seis fases finales de una Eurocopa. Es el máximo goleador en el periodo de clasificación (55 goles), también en la fase final, donde ha anotado 14 tantos, y es el futbolista que más partidos ha jugado. Hasta el momento, 28, pero esta noche ante Eslovenia podrían ser 29. En total, ha vestido la camiseta de As Quinas en 50 duelos entre campeonatos de Europa y Mundial, 210 en total con 130 dianas.

En esta edición, además, se convirtió en el máximo asistente superando al checo Karel Poborsky cuando regaló ante Turquía un gol a Bernardo Silva. Pareció un reflejo claro de su nuevo papel, más coral y menos individualista. Cristiano había salido como titular y jugado los 90 minutos ante República Checa y la selección otomana. Pero también frente a Georgia, con el liderato en el bolsillo, volvió a aparecer en el once. La razón estriba en que era la oportunidad de que marcara y consiguiera sacudirse una triple presión.

Primero, engordar su condición de máximo goleador histórico del torneo. La segunda, marcar en todas las Eurocopas disputadas y convertirse en el goleador más veterano, récord que se apunta Luka Modric con 38 años y 132 días, pero que sigue a su alcance.

Puede que se haya arrepentido de dejarle empujar aquel balón a su compañero después de ver que, en su 60 minutos ante Georgia no dispuso de una sola ocasión ante Mamardashvili y cierra la primera ronda en blanco por primera vez en su carrera, pese a haber tirado 12 veces, cinco entre los tres palos. En Gelsenkirchen se le vio ansioso, con gestos airados a sus compañeros y protestón, tanto que vio una amarilla que le mantiene apercibido. La duda es qué pasará ante Eslovenia.

El precedente en Bélgica

En el entorno de Portugal ya se airea que Cristiano hay momentos en que no suma, pero Roberto Martínez sigue apelando a su compromiso para ayudar al grupo, su experiencia y su indiscutible talento. Son los mismos argumentos que utilizó con Eden Hazard en el Mundial de Qatar y que medios portugueses como A Bola le recuerdan. La diferencia entre ambos es más que notable, pero al técnico le reclaman que utilice el efecto Ronaldo de otra manera, no encadenando al equipo sólo por mantenerle en el campo.

Portugal ya no tiene margen. Con Eslovenia no puede permitirse errores y debe aflorar la efectividad que se espera de su talento. Si no es con Cristiano en el área, que sea con Gonçalo Ramos, que sólo ha jugado 24 minutos ante Georgia, o Diogo Jota, que suma 42 (27+15) en dos partidos. Ya no hay tiempo para pagar deudas individuales.

Cómo se fabricó a Mamardashvili, un portero “sin escuela” y con “carencias con los pies y en las salidas por alto”

Actualizado Sábado, 29 junio 2024 - 23:00

El día que Giorgi Mamardashvili apareció en la Ciudad Deportiva de Paterna para disputar la pretemporada con el Valencia que entonces dirigía José Bordalás, José Manuel Ochotorena (Hernani, 1961) sólo pudo fijarse en su altura. Nunca había entrenado ni en el Valencia ni en el Liverpool ni en sus muchos años en la selección española a «un bigardo de dos metros» del que además, nada sabía. «El club lo había firmado para el Mestalla y tenía una cláusula por la cual tenía que venir a la pretemporada», recuerda a EL MUNDO.

Cuando empezó a buscar información sobre él, no encontró nada. «No tenía trayectoria ni se le veía una formación de escuela. Eso nos sorprendió. Por su edad y por su físico, que es prototípico de portero moderno, pensamos que tenía potencial, que podía ser un diamante, y se apostó por él, pero era una incógnita. No sabíamos qué iba a salir de él». Pronto empezó a desenvolverse «por encima de nuestras las expectativas».

Para empezar, lo obvio: Mamardashvili paraba. «Era ágil en los balones rasos, algo no habitual en porteros de altura, y lo que más nos llamó la atención fue su uno contra uno. Era capaz de, en situaciones de ventaja para el delantero, achicarle los espacios y hacerse grande. Eso son cosas complejas y difíciles, y él con 20 años tenía ese dominio de la portería que le ves a guardametas de 28», advierte.

Pero también tenía carencias en el aspecto técnico, relacionadas con el juego colectivo, con la forma de leer el fútbol que exigen cada vez más los entrenadores a los guardametas. «Tenía muchas en el juego con los pies y en las salidas por alto, incluso en algunos blocajes. Lo había entrenado su padre, que había sido también portero, pero se notaba que no tenía conceptos técnicos de escuela, cosas sencillas que cualquier juvenil ya tiene asimiladas», cuenta Ochotorena.

Pulirlo iba a llevar un tiempo, del que al final no se dispuso. Todo se aceleró por las lesiones de Cillesen y Jaume Domenech. De filial a la titularidad que le dio José Bordalás sin apenas tener experiencia. El trabajo en los tres años ha sido duro y no exento de complicaciones, como el idioma. Mamardashvili no hablaba, ni habla, inglés, y el castellano le ha costado muchísimo y aún no lo domina. «Teníamos que hacerlo a base de vídeos, para que viera lo que queríamos de él y luego con repeticiones en el campo. De golpeo tras golpeo o de centros laterales uno tras otro para que mejorara», explica Ochotorena, no sin reconocer que el jugador lo ha puesto todo de su parte. «Es humilde para mejorar a la vez que competitivo y ambicioso. Siempre está dispuesto y receptivo. Repetir, insistir, ha sido clave para que empiece a sacar su potencial».

Otra pieza ha sido la comunicación, por su carácter introvertido y tímido. Como no sabía hablar, hacía «vida de monje: de Paterna a casa». «Era un poco vaguete con el idioma y tuvimos que apretarle, porque tenía que mandar a la defensa, y practicábamos con él ejercicios para que lo hiciera. Eso convirtió en muy duro su primer año. Ahora es más feliz y con Georgia no tendrá esos problemas», bromea el entrenador.

Derribar puertas

El rendimiento que ha dado en el Valencia -«es un portero que suma puntos», no se ha cansado de repetir Baraja- le puso en el foco, pero la Eurocopa, con sus 23 años y su corta experiencia, aún más. «Cuando vino estaba verde. Necesitaba cimientos, pero está derribando todas las puertas. En Europa lo empiezan a conocer, pero me está sorprendiendo hasta a mí», asegura el técnico, que le ve parecido con Courtois. «Por el físico y por agilidad que muestra para, de repente, hacer una parada que evita un gol».

Sin embargo, opta por la prudencia sobre el futuro de su todavía pupilo: «La posición de portero es súper exigente y siempre se le mira con lupa. En el Valencia y con Georgia le tiran mucho y para, pero en otros equipos le pueden pedir, además, otras cosas. Eso marcará su futuro, aunque él es consciente y tiene deseo de superarse».

Suiza escribe el epitafio de una desmadejada Italia y la expulsa de la Eurocopa

Actualizado Sábado, 29 junio 2024 - 20:10

Italia se perdió el respeto en este torneo. En 23 segundos, los que tardó el albanés Bajrami en batir a Donnarumma, el mito de la campeona de Europa se deshizo y desde entonces no encontró manera de alzarlo. Ni Spalletti ni sus jugadores. Nada de lo ocurrido después debe considerarse incongruente. Ante España ni siquiera pudo y se ahogó. Con Croacia resucitó a tiempo para tener un cruce más fácil que ha acabado suponiendo un calvario. No han espabilado y la consecuencia es que Suiza, con justicia, los ha enviado a casa con la cabeza agachada. [Narración y estadísticas (2-0)]

Enfrentarse a Italia había sido casi siempre como golpear la pelota contra un muro. Con suerte te vuelve a pie y tienes otra oportunidad, pero no lo derribas. Ahora la Nazionale se ha mostrado como un equipo poroso, que duda y sólo se sostiene en destellos individuales y en los guantes de Donnarumma. Pero eso no fue suficiente para eliminar a Suiza, que sólo necesitó jugar con la personalidad y las armas que ya ha enseñado en esta Eurocopa. No inventó nada Murat Yakin. Si la sospecha de que el robo de los ordenadores de su cuerpo técnico era un intento de sabotaje, perdieron el tiempo quienes lo perpetraron.

Los suizos quisieron llevar el manejo del partido y lo hicieron sin oposición. Spalletti armó una revolución sin Jorginho, Pellegrini y Frattisi y ni Fagioli pudo contener ni Barella crear. En el primer minuto Cristante ya hizo un despeje absurdo a córner de un balón intrascendente, un reflejo de lo que sería la primera parte.

Como también lo fue la primera carrera que, pegado a la orilla, le ganó Vargas a Di Lorenzo. Por los flancos, Italia sigue siendo vulnerable. El partido se fue dibujando con los helvéticos al mando. Sólo era cuestión de comprobar con qué efectividad.

Acumulando razones

No atinaron de principios los hombres de Yakin, con Embolo encarando la meta italiana sin demasiada fe para aprovechar los quiebros de Vargas mientras que NDoye andaba de carrilero. Había que ser paciente, y más viendo que a los italianos les costó 20 minutos acercarse a Sommer. Lo hicieron en una jugada ensayada de saque de falta que picó Barella y que no pudo enganchar en el corazón del área Di Lorenzo, que estaba en fuera de juego.

Pese al dominio, a Italia le bastaba con ordenarse y esperar su zarpazo. No estaba demasiado incómoda, ni siquiera cuando Donnarumma desvió un centro-chut que Embolo le telegrafió. Asustaban sin dañar... pero cada vez lo hacían más. Cabalgaba NDoye para aparecer al remate, golpeaba Ricardo Rodríguez cuando se le cerraban los caminos... Suiza iba acumulando razones para llevarse la eliminatoria y, antes del descanso, tuvo el premio.

Vargas quebró a Di Lorenzo, vio cómo se desataba de manera indetectable hacia el área Remo Freuler y le puso un centro raso y tenso al punto de penalti que el mediocentro del Bolonia controló y golpeó donde el guardameta italiano no llegaba. El despiste, el fallo en cadena que habilitó una autopista, le salió muy caro a Italia, que ya no pudo reaccionar.

Sin reacción, otro gol

El único que lo hizo fue, otra vez, Donnarumma para en el tiempo añadido, poner una mano milagrosa en un saque de falta directa que Rieder ajustó a su palo. Los azurri estaban noqueados.

Si Spalletti dio órdenes en el vestuario para cambiar el signo del partido, más allá de la entrada del salvador Zaccagni, no le dio tiempo. Su desalmada Italia se vio con el marcador en contra casi en el saque de centro. Perdió la pelota, la cazó Suiza para llevarla a la orilla de Aebischer y que acabara en la bota de Ruben Vargas para, solo desde el pico del área, la cruzara a la escuadra de Donnarumma.

Un tiro al palo de Chiesa y último intento de Scamacca que salvó el portero del Inter fueron los pobres argumentos de los italianos. No había leyenda suficiente que levantara una losa tan pesada como la que se puso encima Italia, disfrazada de equipo menor.

Sin tensión en la guarida de Georgia: una Eurocopa “hecha”, jabón a España y el temor de Mamardashvili

Actualizado Viernes, 28 junio 2024 - 22:52

Georgia fue la última selección que consiguió billete a la Eurocopa y para su cuartel general se tuvo que conformar con lo que había disponible en la zona donde más sedes se concentran. Ni la idílica Selva Negra ni el castillo de Inglaterra ni la elegante Paderborn de Francia. Su guarida está en Velbert, en la cuenca minera, a medio camino entre Düsseldorf y Dortmund, en las pequeñas pero coquetas instalaciones del Sport Und Spielvereinigung, un equipo de la quinta división alemana.

Eso sí, las vistas no son paradisiacas: una fábrica y el aparcamiento de camiones de una cantera cercana. Nada importaba ayer cuando volvió al trabajo el equipo de Willy Sagnol tras un día con sus familias. «Ya hemos hecho una buena Eurocopa, ahora toca disfrutar. Vamos a competir porque, aunque somos un país pequeño, tenemos un corazón grande». Fue el mensaje que lanzó Giorgi Mamardashvili, uno de los tres mosqueteros que han impulsado la proeza de la selección debutante.

El guardameta del Valencia tenía un valor doble como protagonista: es el mejor portero del torneo, la revelación, y es, además, él único que habla castellano, junto a Kochorashvili, centrocampista del Levante que lleva años en España. La decena de periodistas que acompaña a los georgianos se multiplicó por tres. La clasificación y, sobre todo, el rival, les han puesto en un foco que no esperaban. Por eso su mensaje estaba muy claro: «España es la gran favorita para ganar el torneo. Los conocemos, sabemos de la calidad de los goleadores, de sus asistencias, y tienen en mejor portero de esta temporada en LaLiga», confesó Mamardashvili, que admira a Unai Simón. A quien más teme es a Lamine Yamal. Como diría cualquier equipo. Y eso que quien le batió en la fase de clasificación fue Nico Williams.

La parada a Dalot

Una vez puesta la piel de cordero, comenzaron a lanzar órdagos. «En el 7-1 hubo mala suerte. Nosotros tenemos que estar concentrados, defender muy bien y salir al ataque», advertía el portero. «Debemos estar muy juntos y muy atentos. Somos pequeños, pero no tenemos miedo», subrayaba el central Luka Lochoshvili.

Han interiorizado que son todos para uno, Khvicha Kvaratskhelia, y tres para todos: el jugador del Nápoles, Mamardashvili y Georges Mikautadze. El líder conocido y los dos inesperados, que siguen dejando que el peso recaiga sobre el veloz extremo. «Kvaratskhelia es mejor que toda España junta», se despachó el arquero, que aseguro haberse «preparado todo el año para llegar aquí en estas condiciones». Se ha convertido en estrella por sus paradas, de las que se queda como la mejor con la que le hizo al portugués Diogo Dalot. «Aunque no sirviera porque pitó el penalti», se lamenta.

Tranquilo está el portero y también el máximo goleador de la Eurocopa que, como otros compañeros titulares, saltó al césped en zapatillas y mantuvo una larga charla con uno de los ayudantes de Sagnol. Quizá fuera sobre el reparto de la prima de 10 millones que Mamardashvili confirmó que les ha ofrecido el oligarca Bidzina Ivanivishvili si eliminan a España. O quizá su fichaje por el Mónaco, que le libra de jugar en la segunda división francesa tras el descenso del Metz.

Los futbolistas de Georgia, el viernes en Velbert.

Los futbolistas de Georgia, el viernes en Velbert.EFE

Menos claro está el futuro de Mamardashvili. Peter Lim le tiene en el escaparate con la etiqueta de 35 millones de euros. Ha pulido un diamante que cobró en su primer año 70.000 euros de ficha y 7.000 por partido con el primer equipo. Jugó 21 en total y se embolsó más del doble que su sueldo bruto.

No había presión alguna en el ambiente del equipo georgiano. Los titulares corretearon por el campo, dejando muy claro que Sagnol no prepara cambios, y los suplentes aumentaron el ritmo. Nada reflejaba que las tímidas quejas del técnico francés por contar con menos descanso que España hubieran acelerado sus planes. Lo tienen claro. «Es en el césped donde ha de ejecutarse lo planeado», advertía Lochoshvili, mientras Mamardashvili se colocaba los guantes y Kvaratskhelia, con tres saltitos sobre el pie izquierdo y santiguándose, saltaba al césped.

Italia, amenazada por un rival ‘a la boloñesa’ cocinado por Thiago Motta

Actualizado Viernes, 28 junio 2024 - 22:31

Cuando el ex barcelonista Thiago Motta y el ex atacante del Valencia Marco Di Vaio empezaron a diseñar el nuevo Bolonia hace justo un año había dos cosas que no podían imaginar, una consecuencia de la otra. El histórico equipo italiano que se había salvado del descenso meses antes con una increíble remontada, iba, por primera vez, a clasificarse para disputar la Champions. Su brillo en la Serie A ha llevado a que jugadores resucitados por el técnico italobrasileño hayan llegado con fuerza a la Eurocopa. Son ocho los futbolistas del Bolonia -y pudieron ser nueve- los que están defendiendo su camiseta nacional y seis disputarán los octavos. «El Bolonia ha hecho el mejor fútbol en Italia, no es extraño que haya ocurrido esto», cuentan los analistas.

Esta noche el enfrentamiento entre Suiza e Italia será casi fratricida. Defendiendo al conjunto helvético estarán tres futbolistas a los que Motta ha dado nueva vida. Remo Freuler lleva mucho asentado en los planes de Murat Yakin, pero vive un momento dulce. Después de años en el Atalanta, probó la Premier en el Nottingham Forest, aunque ha sido en el Bolonia donde este veterano ha recuperado la alegría. Imprescindible para la idea de juego de Motta, que en Italia definen como «seda y cemento», creatividad y rigor defensivo, también lleva la batuta de Suiza en esta Eurocopa, donde ha jugado los tres partidos y ha dado dos asistencias.

Menos cerca en el césped que en el Renato Dall'Ara tiene a Michel Aebischer. Yakin lo escora a la banda y el resultado ha sido hasta el momento un gol y una asistencia. Pese a sus 27 años, sale del Young Boys para brillar en el Calcio y dar una grata sorpresa en Suiza. Lo mismo ocurre con Dan Ndoye, otro de los goleadores helvéticos que, y tras un breve paso por el Niza, ha sido Motta quien le ha exprimido en 32 partidos de la Serie A. Eso sí, sólo logró un gol y dos asistencias.

La baja de Calafiori

No se encontrarán esta noche en el campo a otro de los futbolistas que ha crecido exponencialmente en el Bolonia, con una personalidad que ha abrumado en esta Eurocopa. El central Riccardo Calafiori, que cerró la primera fase con un gol en propia puerta que dio la victoria a España y una asistencia de pundonor a Zaccagni para que marcara ante Croacia y meter a Italia en octavos, tendrá que cumplir sanción. Este jugador, criado en la Roma y que ha crecido en su paso por Génova y Basilea, es uno de los futbolistas referenciales para el estilo de Motta por su salida de balón -junto con un tremendo carácter para sus 22 años- y por eso quiere llevárselo la Juventus.

Aún pudo tener el Bolonia un jugador más con la azzurri, porque los 10 goles de Riccardo Orsolini le abrieron las puertas de la preselección de Luciano Spalletti como segundo máximo goleador de la Serie A tras Gianluca Scamacca. Sin embargo, no pasó el corte.

No se queda la influencia del Bolonia en Suiza e Italia. Motta ha devuelto el protagonismo a otros futbolistas. A casa ya ha regresado el portero polaco Lukasz Skorupski, que sólo jugó la última jornada, y el mediocentro Kacper Urbanski, que sí tuvo presencia en los tres partidos. Pero con Austria, esperando el próximo martes el duelo con Turquía, aguarda el lateral derecho Stefan Posch, titularísimo tras su cambio del Hoffenheim por el norte de Italia. En su selección, una de las sorpresas del torneo tras el solvente pase a octavos, cuenta con galones.

También en Países Bajos

La mayor resurrección obrada por Motta es la del neerlandés Joshua Zirkzee. A pesar de que Ronald Koeman no le ha dado aún ni un minuto en esta Eurocopa, el Bolonia ha recuperado la versión de esta joven promesa de 23 años a la que el Bayern captó con 16 años del Feyernoord. Se esperaba una presencia que nunca llegó. Tras apenas unos meses en el primer equipo, en el mercado invernal de 2021 comenzó un periplo de cesiones a Parma, Anderlecht y finalmente a Bolonia.

Allí Motta le ha hecho brillar con un perfil de delantero más capaz de armar ataques de los que se aprovechan sus compañeros que de rematar. Pese a este perfil, en su tarjeta de visita figuran 37 partidos entre Serie A y Copa de Italia, 12 goles y siete asistencias. Imposible que el seleccionador neerlandés, a pesar de confiar más en la eficacia de Memphis Depay (10 goles, dos asistencias), Cody Gakpo (18 goles, seis asistencias) y Xavi Simons (10 goles, 16 asistencias), no le pusiera en sus lista.

Con la capacidad de exprimir jugadores que ha demostrado Motta, los seleccionadores con futbolistas en el Bolonia se frotan las manos.

Alemania no se toma en serio la Eurocopa: atascos, obras, espontáneos y (casi) todo cerrado

Actualizado Jueves, 27 junio 2024 - 22:27

Cuando la UEFA anunció en septiembre de 2018 que Alemania sería la sede de la Eurocopa 2024 nadie dudó que la organización rozaría la excelencia. La mirada crítica se situaba entonces en cómo sería el Mundial de Qatar. El siguiente campeonato de Europa, previsto para 2020 pero retrasado por la pandemia a 2021, iba a ser itinerante y después habría una exótica prueba de fuego para toda la maquinaria del fútbol internacional. Se agradecería que apenas dos años después la Eurocopa fuera el corazón del continente, con sedes en grandes ciudades de fútbol y con estadios renovados y preparados para un gran evento desde 2006.

No había que sufrir con los plazos de finalización de obras ni con los accesos y desplazamientos, algunos en un radio de menos de 100 kilómetros, ni tampoco por la organización interna de los partidos. O al menos eso se esperaba. La sensación vivida desde dentro es que Alemania no se ha tomado en serio este campeonato.

En esta primera fase se han sucedido caos inimaginables. Las ciudades, engalanadas, eso sí, han vivido algo de espaldas a la competición, sin que ni comercio ni hostelería fueran sensibles al aluvión de visitantes. Tampoco se ha visto alterado el ritmo cotidiano en la previsión de accesos y traslados. Los atascos en las carreteras han sido constantes y han complicado la movilidad de los aficionados que, especialmente en la cuenca del Ruhr, han viajado de Dortmund a Gelsenkirchen, Colonia o Düsseldorf. Un enviado especial tardó tres horas en recorrer 100 kilómetros que separaban la concentración de Turquía de Essen. La mejor opción ha sido el transporte público, muy extendido y con buen funcionamiento, pero a veces no ha resultado suficiente para llegar a estadios alejados del centro de las ciudades.

De la grada al césped

Pero donde especialmente ha flaqueado esta primera fase es en la seguridad. El Gobierno alemán puso especial énfasis en controlar cualquier amenaza -y sólo hubo una en Hamburgo, un hombre que portaba un cóctel molotov cerca de una fan zone y que fue abatido- y lo ha conseguido, como también que los altercados quedaran en alguna reyerta entre aficiones, un balance aceptable si se tiene en cuenta que se concentraban algunas de las más violentas de Europa con rivalidades ancestrales.

Lo llamativo es lo que ha ocurrido dentro de los estadios, en el propio césped, que también ha sido objeto de crítica por algunas selecciones. Especialmente el Deutsche Bank Park de Frankfurt, que la UEFA ha reconocido que debe cuidar una vez acabada esta fase de grupos porque no está a la altura de una competición internacional de primer nivel.

El césped no lo han pisado todos los jugadores en esta Eurocopa. Más de una decena de espontáneos han saltado en diferentes estadios sin que el centenar de miembros de la seguridad, contratados de la UEFA, con poca ayuda de las autoridades locales, hayan podido o sabido evitarlo. Especialmente significativo fue lo ocurrido durante el Turquía-Portugal en Dortmund, con una aplastante mayoría de seguidores turcos que no renunciaron a intentar fotografiarse con Cristiano Ronaldo... durante el partido.

Botes de humo y bengalas

Comenzó un niño, que logró su objetivo y provocó la sonrisa del portugués, pero le siguieron cuatro adultos y otro menor, lo que acabó desesperando al astro. «Porque tenían buenas intenciones, pero es increíble que esto ocurra», lamentó su entrenador, Roberto Martínez. Este hecho ha provocado que Cristiano recorra el interior de los estadios siempre acompañado por seguridad.

A la pasión en las gradas, que especialmente han puesto las aficiones balcánicas, también ha generado problemas. En estadios donde se revisan exhaustivamente hasta los bolígrafos de los profesionales, se han colado botes de humo y bengalas prohibidísimas por la UEFA. No una ni dos, sino muchas de la primera a la última jornada de esta primera fase.

Tampoco han faltado los lanzamientos de objetos, en concreto de vasos con cerveza. Han volado hacia las tribunas de prensa desde las gradas superiores, a veces fruto de la euforia y otras de la frustración, pero también hacia los banquillos. Gareth Southgate fue víctima en el Inglaterra-Eslovenia de la última jornada, con su equipo incapaz de ganar y los hooligans enfadados. La suerte es que no lograron hacer blanco.

Botes de humo en la grada de Portugal.

Botes de humo en la grada de Portugal.C. NEUNFOREFE

Si la organización correspondiera a un club, la multa sería extraordinaria. Pero no parece que la UEFA se auto sancione, a pesar de que va revisando sus protocolos sobre la marcha ante las quejas. Zonas mixtas, horas de acceso a los estadios o condiciones de trabajo de los medios se han ido modificando a lo largo de estas dos semanas ante la evidente inoperancia.

No todo ha sido revisado. En esta Eurocopa se ha visto mucho tiempo efectivo de juego y poca visita del colegiado a la pantalla VAR. Se han findo del auxilio desde la sala VOR aunque, pese a la explicación en los videomarcadores de la decisión, algunas han sido polémicas.

Lo que también ha funcionado es la tecnología de gol. Vibró el reloj del colegiado del Turquía-Portugal tras el autogol más tonto del campeonato que elaboraron entre el defensa turco Samet Akaydin y su guardameta Altay Bayindir. De todo parece haber tomado nota la UEFA para aumentar el espectáculo de una competición que se acelera a partir del próximo sábado.