Julio Granda, el campeón del mundo que sólo leyó un libro de ajedrez y prefiere trabajar la tierra a jugar

Julio Granda, el campeón del mundo que sólo leyó un libro de ajedrez y prefiere trabajar la tierra a jugar

La carrera de Julio Granda es única en muchos sentidos. Es habitual verlo citado como «el gran maestro campesino», pero la expresión no le entusiasma «por sus implicaciones peyorativas, sobre todo en inglés». Lo cierto es que Julio nació en Camaná (Perú) el 25 de febrero de 1967 y que era el tercero de siete hermanos. Todos dormían en la misma habitación, casi amontonados. «Pobres no éramos», puntualiza. «No teníamos luz ni agua corriente, pero comida no faltaba». «Era una vida de campo un poco dura, porque éramos muchos, pero yo fui un privilegiado desde el comienzo. A mí me alimentaban y me vestían mejor gracias al ajedrez».

Su talento también le permitió viajar, ganar dinero y convertirse dos veces en campeón del mundo. Lo más sorprendente es que, pese a todos sus éxitos y a su predisposición natural, nada le gusta en la vida más que trabajar la tierra, a la que ha regresado y a la que se siente unido de una forma casi espiritual.

A Julio lo conocen casi todos en el mundo del ajedrez, donde es una persona muy querida, aunque también admite sus pecados y lo difícil que le ha resultado no reincidir. Enseguida contaremos alguno. Estudiar tampoco fue nunca su especialidad. Apenas ha preparado un par de partidas en su vida; se le podría comparar con alguna estrella del fútbol (deporte que le gusta), como Mágico González. Granda dice que sólo ha leído un libro de ajedrez y que lo hizo por aburrimiento, sin utilizar un tablero auxiliar para seguir las partidas, que reproducía en su cabeza. Es parecido a jugar a la ciega, con los ojos vendados.

Campeón mundial a los 13 años

Granda ganó el Mundial sub-14 de 1980, en México, casi 40 años antes de triunfar también en el Mundial de Veteranos, en 2017. Se trata de un doble hito insólito en su país. Hasta tal punto tuvo repercusión que de niño lo recibió en el Palacio del Gobierno el presidente de la República, Fernando Belaúnde.

Otra circunstancia única es que Julio alcanzó su mejor puntuación Elo después de cumplir los 50. De algún modo, no había desarrollado todo su potencial en sus mejores años. El suyo es un caso digno de estudio, ese estudio que a él nunca lo supo seducir. El gran maestro peruano, que valora la humildad por encima de cualquier otra cualidad, habla con EL MUNDO a lo largo de varios días, en el torneo Leyendas y Prodigios de Madrid (donde el niño Faustino Oro logró su primera norma de gran maestro), en una clase magistral organizada por el Club V Centenario, de San Sebastián de los Reyes, y en el Festival Salamanca Cuna del Ajedrez Moderno. Esta última cita supone su regreso a su «ciudad adoptiva». «Viví aquí 10 años gracias a mi amigo Javier Sanz, ex campeón de España, lamentablemente fallecido».

Granda se autodefine como ajedrecista jubilado, pese a la actividad tan intensa del último mes, que incluye varias lecciones magistrales más, una de ellas en Londres, el nacimiento de su nieta y un poco de turismo por Italia. De vuelta a su ciudad natal, seguirá conectado con el campo, dará clases por internet y tratará de construirse una casa biosostenible.

Jugar antes de saber leer

Julio se enganchó al ajedrez «de pura casualidad». «Mi padre sabía jugar, pero lo había dejado. Entonces, vino el duelo entre Bobby Fischer y Boris Spassky y lo primero que hizo fue conseguir un tablero para enseñar a mis hermanos mayores. Yo tenía cinco años y no sabía leer ni escribir, pero enseguida me llamó la atención. Mis hermanos no querían que aprendiera, pero la curiosidad me enseñó. Y ahí empezó la historia. Uno de mis hermanos se burlaba de mí cuando me ganaba y eso me enervaba. Me hizo bien, porque me permitió darme cuenta de dónde me equivocaba. Y así fue como los superé muy rápido».

Granda y Oro, durante el torneo de Madrid.

Granda y Oro, durante el torneo de Madrid.F.M.B.

A los seis años, Julio ya era el campeón de su casa, pero quedaba mucho trecho por recorrer. «Hubo varias circunstancias favorables», recuerda. «En Arequipa había un bibliotecario que era jugador de primera categoría y, como no iba nadie a la biblioteca, la convirtió en un club de ajedrez. Gracias a Fischer había una afición tremenda».

El ajedrez no daba dinero, pese a todo, al menos en los primeros años, y después de alguna mala cosecha, su padre se planteó seguir con el sueño del pequeño campeón. «Yo no le dije nada a él, pero sí a mi madre: si papá no quiere enviarme a Arequipa, yo me voy a pie. Son 180 kilómetros, pero creo que lo dije con tal determinación que parece que mi papá vendió un torete y siguió la historia».

Las luces de la ciudad

Gracias a eso ganó el Mundial, lo recibió el presidente y se tuvo que ir a Lima para prosperar. «Pero claro, a un joven al comienzo le atraen las luces de la ciudad». Julio Granda recurre a otro deportista peruano para explicar su propio caso. «No si te suena el Cholo Sotil, que falleció el año pasado. Era un icono de nuestro fútbol que jugó en el Barça y en el Perú lo estigmatizaron. La gente tiende a poner en un altar a sus ídolos, pero el ser humano no es nada, desde mi perspectiva. Sotil llegó joven a Barcelona, sin nadie. "Me gasté la plata", dijo después. Se compró un Ferrari, se iba por las Ramblas y todo lo que conlleva eso. Tal vez yo no llegué a tanto porque ganaba menos dinero».

¿Julio Granda también habría caído en esa vida, si hubiera podido?

«Yo tuve dinero, al menos para un joven, y obviamente me lo gastaba. Pero me ayudó de una manera natural el haberme criado en el campo. Tenía cierta disciplina natural, por llamarlo así. Eso me frenó un poco, pero un joven hace lo que el mundo te ofrece. Es la tendencia natural».

«Tengo bastantes dudas como pareja y como padre. Lamentablemente, el ser humano tiene que pasar por eso para aprender».

Luego está su relación con la húngara Susan Polgar, varias veces campeona del mundo, quien contaba en un libro reciente cosas no demasiado bonitas sobre el gran maestro peruano. «Las relaciones son complicadas y uno tiene que ser autocrítico. Creo que no actué bien», admite Granda.

¿Fue una mala jugada? «No sé si diría eso, pero cuando uno tiene una relación, tiene que ser honesto y probablemente yo no lo fui. Uno debería hacer las cosas bien, pero no siempre se hacen. Y cuando hay relaciones que afectan a otra persona, evidentemente, uno tiene que ser muy autocrítico». ¿Ha cometido más errores así en la vida? «Continuamente. Es como cuando juegas una partida mala y luego dices: ¿cómo hice esta barbaridad? Entras en alguna inercia poco conveniente. Tengo bastantes dudas como pareja y como padre. Lamentablemente, el ser humano tiene que pasar por eso para aprender. Lo complicado es que muchas veces, aprendiendo, vuelves a reincidir. Eso es lo que me decepciona».

Dueño de una memoria prodigiosa, Granda encadena anécdotas en las que participan otras leyendas del tablero. Podría seguir durante horas, pero en cuanto tiene ocasión vuelve a hablar de la tierra. «Es una vida especial y yo agradezco mucho esa conexión. Mi infancia transcurrió en el campo y ahora vivo en el campo. Mi gran deseo era volver a mis raíces. En realidad, me considero un horticultor orgánico», añade en un último jaque a la descubierta.

La Federación Internacional señala al ex campeón mundial Vladimir Kramnik tras la muerte de Naroditsky

La Federación Internacional señala al ex campeón mundial Vladimir Kramnik tras la muerte de Naroditsky

Actualizado Jueves, 23 octubre 2025 - 12:38

Arkady Dvorkovich, presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), publicó este miércoles un comunicado con el que trataba de atajar la crisis de imagen originada por la muerte del gran maestro Daniel Naroditsky. Las causas del fallecimiento del ajedrecista, de 29 años, siguen sin hacerse oficiales, pero la posición de Vladimir Kramnik es aún más delicada. El ruso, ex campeón del mundo, llevaba casi un año publicando vídeos y comentarios en los que acusaba al americano de hacer trampas en partidas por internet. Ahora amenaza con acciones legales contra cualquiera que lo difame.

Muchos ven este caso como un claro ejemplo de acoso continuado, sobre todo después de que otro gran maestro, el checho David Navara, confesara que estuvo a punto de suicidarse tras verse señalado por Kramnik. Navara también culpa a la FIDE, porque pidió amparo varias veces, sin obtener respuesta.

El comunicado del presidente de la FIDE admite que las disputas dentro del ajedrez han llegado, "con demasiada frecuencia, más allá de los límites de lo aceptable". Dvorkovich alerta sobre los posibles casos de "acoso, intimidación y ataques personales". Pero lo más relevante es que no elude citar al principal "sospechoso", aunque según sus críticos esto es una maniobra para desviar la atención. El dirigente ruso recuerda los logros deportivos de Vladimir Kramnik, pero también su «responsabilidad» como embajadores del ajedrez.

"Por todo ello", la FIDE anuncia, once meses después del primer vídeo contra Naroditsky, que estudiará si Kramnik ha incumplido las normas de la comunidad: "Yo, junto con la junta directiva de la FIDE, remitiré formalmente todas las declaraciones públicas relevantes hechas por el GM Vladimir Kramnik, tanto antes como después de la trágica muerte del GM Daniel Naroditsky, a la Comisión de Ética y Disciplina de la FIDE, para su consideración independiente". Dvorkovich asegura que se tomarán «las medidas apropiadas» si se observa «falta de respeto, acoso público o intimidación».

Mensaje incendiario de Sutovsky

La reacción de la FIDE no ha contentado a todos, sobre todo porque llega con retraso evidente. Una persona ha muerto y otra en similares circunstancias confesó que estuvo a punto de suicidarse. Las protestas, no obstante, fueron mucho peores poco antes del comunicado del presidente, como reacción a un tuit de Emil Sutovsky, CEO de la Federación, en el que preguntaba "dónde estaban todos cuando Danya estaba vivo y enfermo".

El directivo también cita a Kramnik y califica su actuación como "inaceptable". "Su reacción ante el fallecimiento de Danya es espantosa y absolutamente vergonzosa", afirma, antes de anunciar medidas y de volver a lanzar acusaciones con billete de ida y vuelta: "Todos aquellos que afirman lo mucho que querían a Danya, lo buenos amigos que eran, ¿dónde estaban?, ¿qué hicieron?".

El incendio fue inmediato en las redes, donde aficionados y profesionales reprochan al número 2 de la FIDE su propia inacción. Sutovsky es generoso al regalar munición a sus enemigos: "Todos estos ataques de Kramnik contra Danya no ocurrieron esta semana ni este mes. No fue una acusación impactante que lo matara de la noche a la mañana. Lo persiguió durante más de un año. ¿Qué hicieron para ayudarlo?", insiste.

Petición de perdón

Horas después de este mensaje, Sutovsky pidió perdón, dijo haber entendido que debería haber sido "más claro y responsable" y reconoció que la FIDE "también podría y debería haberlo hecho mejor". "Tenemos que revisar nuestras políticas y, probablemente, no esperar a que se presente una denuncia formal", añadió el directivo israelí.

Queda por saber si Kramnik recibirá castigo y cuál podría ser. El ruso está retirado y no hay demasiado margen en el ámbito deportivo, aunque algunas voces reclaman que se le retire el título de gran maestro e incluso su condición como ex campeón mundial.

El ajedrez llora la enigmática muerte de Daniel Naroditsky, rey del ajedrez bala

El ajedrez llora la enigmática muerte de Daniel Naroditsky, rey del ajedrez bala

Hay gente que no sabe elegir a sus enemigos. Algunas de estas personas son muy conocidas. La única duda es saber cuánto protagonismo merecen. En esta historia, el único que merece el papel principal es Daniel Naroditsky (San Mateo, California, 1995). Campeón mundial sub 12 y gran maestro desde los 17, el estadounidense ha fallecido de forma prematura a los 29 años. Las causas se desconocen y hay un misterio de vídeos subidos y luego borrados, en medio de una maraña de rumores que enturbian a un ajedrecista muy querido. La familia pide vivir su dolor en privado, pero este deseo no ha frenado las especulaciones, sobre todo porque en las sombras se mueve otro excampeón mundial, que ha quedado señalado por su comportamiento antes y después de la muerte de Danya, como llamaban sus amigos al americano.

Muchos recuerdan una de las últimas imágenes de Naroditsky, un vídeo de ChessBase India que evidenció su profunda humanidad. La escena transcurre en el Mundial de Blitz (partidas relámpago) celebrado en Nueva York, las pasadas Navidades. Las últimas jugadas se suceden a toda velocidad entre Daniel Naroditsky y Vasyl Ivanchuk, quien comete un error final que lo priva de una victoria brillante. El ucraniano, genio indiscutido del ajedrez, llora desconsolado. Sus llantos se escuchan desde lejos. Daniel permanece sentado, en silencio, sin celebrar la victoria, con evidente respeto hacia el desgarro de su rival. Un observador no avisado podría pensar que los dos han sido descalificados.

No es solo por esta escena que la muerte de Naroditsky ha provocado una ola de solidaridad y compasión en todo el mundo. No hay tantos ajedrecistas queridos de una forma tan unánime. El estadounidense, que escribió su primer libro a los 14 años, entregó su vida al ajedrez, pero al contrario que la mayoría de niños prodigio se guardó las horas suficientes para graduarse en Historia en Stanford.

Comentarista estrella

Luego, el tablero pesó más que los libros y no siguió una carrera profesional "seria", como pretendía su padre. Apuntaló el título de GM en el municipio oscense de Benasque y se convirtió en uno de los mejores comentaristas y autores de vídeos de ajedrez. En medio del auge de los streamers-espectáculo, Naroditsky era muy seguido por la calidad de sus explicaciones, amenas y profundas a la vez.

Levy Rozman (Gotham Chess), cuyo éxito es aún mayor en las plataformas de vídeo, bajo el sobrenombre de Gotham Chess, lo consideraba insuperable en su trabajo. «Podía desafiar a los mejores del mundo, incluido Magnus Carlsen, y aún así tenía la capacidad de "explicar el juego a una hormiga" mientras jugaba», escribe Rozman. «Era una persona realmente brillante, que se encontraba en la encrucijada perfecta entre ser capaz de jugar a un nivel excepcional y explicarlo al mismo nivel».

Es imposible rematar este relato sin recordar al villano de este drama, Vladimir Kramnik, ídolo de juventud de Naroditsky. El hombre que derrocó a Kasparov acusó hace unos meses al estadounidense de hacer trampas por internet. No fue el único señalado por el ruso, en su quijotesca cruzada contra el juego sucio. Kramnik también señaló a David Navara, quien confesó poco después que estuvo a punto de suicidarse por este motivo, cuando comprobó que muchas personas se creían aquella infamia. El gran maestro checo es la mejor demostración de lo perdido que anda Kramnik y de lo peligroso que es su errático rumbo. Navara es uno de los pocos deportistas por los que pondría la mano en el fuego cualquiera que lo conozca un poco.

Kramnik también acusó a José Martínez, lo que acabó en un duelo que ganó el peruano, aunque Vladimir se descolgó con nuevas protestas contra los organizadores, todo menos reconocer su error. Poco después, también deslizó insinuaciones sobre Faustino Oro, que por fortuna apenas tuvieron eco. Una de las últimas víctimas de su gatillo fácil fue Daniel Naroditsky, quien se revolvió indignado, pero quedó muy dolido.

Naroditsky rechazó una oferta trampa para jugar con Kramnik y lo retó a que fuera a su club de Charlotte, para jugar contra él todas las partidas que quisiera, «al ritmo que desee y con las cámaras grabando». «Incluso iré a recogerlo al aeropuerto», añadió. También calificó de «caza de brujas de Salem» la persecución sufrida.

Carta contra Kramnik

Hikaru Nakamura, número dos del mundo, acusó a Kramnik de cometer «ciberacoso» contra otros ajedrecistas. «Este tipo es una desgracia total para el ajedrez. Esto es como el macartismo», dijo el estadounidense de origen japonés. Ayer mismo, Naka lamentó la muerte de su colega y apenas quiso comentar nada sobre su enemigo: «Solo diré una cosa: que se vaya a la mierda», vino a expresar. En su día, alguien promovió incluso una recogida de firmas contra las «falsas acusaciones» y se publicó una carta que terminaba así:

«La posición del señor Kramnik como uno de los grandes campeones de la historia del ajedrez le da una audiencia significativa y lo convierte en una autoridad en el mundo del ajedrez, que desafortunadamente solo hace que sus acciones sean más peligrosas e incendiarias». «Instamos al excampeón a poner fin a su farsa y a comportarse de una manera que se ajuste a su título y estatus».

Huelga decir que no consiguieron ningún cambio. Muy al contrario, el ruso siguió esparciendo rumores sobre Naroditsky incluso después de su fallecimiento. Solo quiso presumir de que había avisado del estado de Daniel, sin mencionar siquiera la posibilidad de que él lo hubiera agravado. Ayer, el asunto era comentado en todos los corrillos, antes y después de la presentación del Festival Salamanca Cuna del Ajedrez Moderno. No faltaba Veselin Topalov, archienemigo de Kramnik, que sin embargo evitó derramar más sangre. El "búlgaro de Salamanca" sí confirmó que hace un año coincidió con Nadya en Charlotte, justo antes de las difamaciones del ruso, y que el americano se encontraba en buen estado. El declive posterior fue abrupto y ahora Naroditsky está muerto. El ajedrez entero llora su marcha, salvo una persona que sigue esparciendo maledicencias, incapaz de callar por una vez, mucho menos de pedir perdón.

En la memoria queda un gran maestro que amaba el ajedrez como pocos: «Incluso a mi nivel, todavía puedo descubrir cosas bellas sobre el ajedrez cada vez que entreno, enseño, juego o comento en un torneo». Danya era de los mejores del mundo en el ajedrez bala (con un minuto e incluso menos tiempo para toda la partida) y ha muerto también a mayor velocidad de la debida. Entre sus apariciones más polémicas, destacan las 268 partidas que jugó una noche contra Alireza Firouzja en la víspera de una partida del francés en el Torneo de Candidatos celebrado en Madrid. Su último gran triunfo se produjo en agosto, cuando ganó el Campeonato Nacional de Blitz de Estados Unidos con 14 puntos en 14 partidas.

La gran maestra y comentarista Keti Tsatsalashvili resume el sentir de muchos: «Hay quienes dicen que el silencio es oro. Pero para otros, el silencio es una oportunidad, una oportunidad que tú, Vladimir Kramnik, por desgracia, no aprovechaste. Descansa en paz, Danya. Eras demasiado bueno para este mundo».

Muere a los 29 años el gran maestro de ajedrez estadounidense Daniel Naroditsky

Muere a los 29 años el gran maestro de ajedrez estadounidense Daniel Naroditsky

Actualizado Martes, 21 octubre 2025 - 07:32

El gran maestro de ajedrez Daniel Naroditsky, considerado uno de los talentos más destacados de su generación y una de las voces más influyentes del ajedrez estadounidense, falleció este lunes a los 29 años, según informó el Centro de Ajedrez de Charlotte, donde se desempeñaba como entrenador.

"El mundo del ajedrez ha perdido a un jugador talentoso, un educador apasionado y un miembro muy querido de nuestra comunidad", expresó el centro en un comunicado publicado en redes sociales. La causa de su muerte no fue revelada de inmediato.

Nacido en el condado de San Mateo, California, en el seno de una familia de inmigrantes judíos de Ucrania y Azerbaiyán, Naroditsky fue un niño prodigio que alcanzó el título de gran maestro a los 18 años. A los 12, ya se había proclamado campeón mundial Sub-12 y, durante su adolescencia, escribió varios libros sobre estrategia ajedrecística mientras ascendía en el ranking internacional.

Además de figurar durante años entre los 200 mejores jugadores del mundo en ajedrez clásico, se destacó en la modalidad blitz (ajedrez rápido), donde ocupó posiciones entre los 25 mejores a nivel global. En agosto de este año, ganó el Campeonato Nacional de Blitz de Estados Unidos, consolidando su prestigio en esta vertiginosa variante del juego.

Conocido como 'Danya' por sus seguidores, Naroditsky también se convirtió en un popular divulgador del ajedrez, transmitiendo en vivo partidas y análisis a través de YouTube y Twitch. Sus transmisiones atrajeron a miles de espectadores, contribuyendo a popularizar el deporte entre nuevas audiencias.

"Le encantaba transmitir y ser educativo. El mundo del ajedrez está profundamente agradecido", dijo el también gran maestro Hikaru Nakamura durante una transmisión en vivo este lunes.

En su último video, publicado el viernes bajo el título "¿Pensaste que me había ido?", Naroditsky aseguraba estar de regreso tras una pausa creativa y guiaba a sus seguidores a través de partidas en línea desde su estudio personal.

La noticia de su muerte generó conmoción en el mundo del ajedrez. El gran maestro holandés Benjamin Bok, amigo cercano de Naroditsky desde su infancia, escribió en la red social X: "Todavía no puedo creerlo. Siempre fue un privilegio jugar, entrenar y comentar con Danya, pero sobre todo, llamarlo mi amigo".

Licenciado en Historia por la Universidad de Stanford, donde se graduó en 2019 tras tomarse un año sabático para competir, Naroditsky se trasladó posteriormente a Charlotte, Carolina del Norte, donde entrenó a jóvenes promesas del ajedrez estadounidense.

Incendio en la selección española de ajedrez: Shirov acusa al capitán de "dictador" por obligarle a jugar demasiadas partidas

Incendio en la selección española de ajedrez: Shirov acusa al capitán de “dictador” por obligarle a jugar demasiadas partidas

Alexei Shirov, uno de los mejores ajedrecistas de ataque de todos los tiempos, autor del excelente libro Fuego en el tablero y un experto en dinamitar las posiciones enemigas, ha protagonizado una grave crisis en la selección española. Para sorpresa de sus propios compañeros, el gran maestro de origen letón lanzó el ataque contra su propio equipo en mitad del Europeo que acaba de terminar en Batumi (Georgia).

Shirov acusó al capitán, David Martínez, de ser un «dictador». Asegura que le obligó a jugar demasiadas partidas, una queja casi insólita, porque motines parecidos sólo se habían visto por pasar demasiado tiempo en el banquillo. «Me afectó tanto, que no he conseguido recuperarme hasta ahora. Un auténtico golpe psicológico y muy fuerte, además», escribió el primer tablero de nuestra selección en su cuenta de Facebook, antes de que terminara la competición.

Sabrina Vega, segundo tablero de la selección femenina y ganadora de una medalla de plata individual en Georgia, ha sido la única en enfrentarse de forma pública a su colega. La gran maestra canaria afeó a Shirov su comportamiento. «Lástima que equivocaras tanto tu lucha (...)», le respondió en Instagram. «Los post que ahora le dedicas a Divis [Martínez] se los dedicaste en su día a Jordi [Magem, anterior seleccionador]. Los capitanes no merecen que denigres su imagen por el mero hecho de no delegar en ti sus funciones; los jugadores y las jugadoras de la selección no merecemos que rompas nuestra buena convivencia y concentración, y los que siempre te hemos apreciado y tratado con cariño no merecemos tu mal trato. Ojalá puedas rectificar también públicamente tus palabras». Vega se refería en una de sus frases a los presuntos intentos de Shirov de decidir él las alineaciones.

David Martínez, pese a las alusiones directas, se resiste a echar más leña al fuego y prefiere no hacer declaraciones. De momento, se ha limitado a escribir su informe para la FEDA. Su presidente, Javier Ochoa trata de no mancharse con la polémica y no quiere opinar sobre los recurrentes encontronazos de Shirov con los capitanes de la selección, al menos desde 2010. En cualquier otro deporte, el seleccionador, con o sin razón, puede dejar al jugador fuera del equipo. En ajedrez, el capitán decide la alineación cada día, pero solo dispone de cuatro titulares y un suplente, por lo que el margen de maniobra es menor. Además, no elige él a los cinco integrantes, sino que el criterio para entrar en la selección es la puntuación Elo de cada uno. Esto evita otro tipo de arbitrariedades y controversias, pero no la que se produjo en Batumi.

«Salir de este infierno»

El incendio está lejos de quedar controlado. «Espero que al salir de este infierno pueda continuar con mi vida, tanto en el deporte como en lo personal», escribió Shirov poco antes de terminar el Europeo. «Nos queda una pregunta importante. ¿Qué hacer el año que viene? En España, cada jugador gana su derecho a representar al país, sin obligación de ser amigo del capitán o los demás. Si no me clasifico, como decimos en ruso, "si no hay persona, tampoco hay problema". Pero ¿qué pasará si me vuelvo a clasificar? Por el momento, no tengo respuesta».

Tampoco la tiene el presidente de la FEDA, que cuando termine su actual mandato cumplirá 30 años en el cargo. «Yo no soy quien decide los reglamentos, ni los actuales ni los futuros», asegura a EL MUNDO. Es cuestión de la dirección técnica de la Federación y de sus miembros». No obstante, abrió la ventana a posibles cambios: «Supongo que, de cara al futuro, como se hace cada dos años, se revisarán las reglamentaciones para los integrantes de las selecciones absolutas». Sobre los roces entre el capitán y el ajedrecista, no quiso hablar: «Este tema está sujeto a diversos informes que no conozco y no puedo opinar sin datos. Yo sólo estuve allí unos pocos días y estaba en otro hotel», declaró.

Daniil Yuffa y David Antón, durante el Europeo de Batumi.

Daniil Yuffa y David Antón, durante el Europeo de Batumi.EL MUNDO

El capitán del equipo, David Martínez, considera que tampoco puede ir más allá de remitir su informe a los responsables de la FEDA. Entre los jugadores y jugadoras de las dos selecciones es evidente el miedo a declarar, pero también la incomodidad reinante, sobre todo después de un incidente que se produjo en el comedor del hotel, donde Shirov golpeó una mesa y lanzó su teléfono de forma violenta, visiblemente alterado.

Entre los grandes maestros, solo accedió a realizar alguna valoración sin ampararse en el anonimato Paco Vallejo, actual número uno español, aunque ausente en el Europeo. Su impresión es que la reacción de Shirov es algo exagerada: «En casi todas las Olimpiadas ha habido tensiones, de una manera o de otra. Creo que por lo general son cosas que no tienen mayor recorrido. No veo que dé para tanto drama», afirmó el menorquín.

Sobre la posible inacción de la FEDA, declaró: «A mi entender, debe estudiar estos casos después del torneo, no durante, para no crear todavía más tensiones. Pero tengo mis dudas de que eso realmente influya en el resultado del equipo», insistió.

«Una persona especial e inestable»

Dentro del ajedrez español no todos tienen la misma opinión, aunque no se atrevan a expresarla con la misma naturalidad. Hay una pregunta que varias personas respondieron por WhatsApp con emoticonos de risas: ¿crees que los capitanes de la selección se sienten respaldados por la FEDA cuando hay un conflicto con un jugador? En algún caso la respuesta fue mucho más contundente: «El ajedrez español se va a la mierda».

Sobre Shirov, quien ha preferido no responder para ampliar sus explicaciones, algún jugador ha dicho que es «una persona especial, un tanto inestable». «Hay que saberlo llevar», afirmaba otra fuente anónima. «A veces se le va un poco la cabeza, pero no tiene mal corazón. Lo conocemos. Sabemos lo que le va bien y lo que le molesta».

El propio Shirov admite que ya tuvo problemas con Martínez en la última Olimpiada en Budapest. «Ahora, peor todavía», escribió. «No necesitamos a un dictador. Y si queremos conseguir medallas, lo tenemos que hacer en una armonía que un dictador nunca puede crear».

De las palabras de Vega, por otro lado, se deduce que su falta de sintonía era ampliable a los dos equipos, el absoluto y el femenino. De hecho, no aparece en las fotos publicadas en las redes sociales, donde se ve a otros miembros de la selección y del cuerpo técnico.

Un pasado glorioso

El lector menos aficionado seguramente no sabrá que Alexei Shirov (Riga, 1972) estaba llamado a ser campeón del mundo. Ganó el Mundial juvenil, de hecho, y en 1994 fue número 2 de la clasificación absoluta, pero su asalto a la cumbre se frustró en el llamado «timo de Cazorla». En dicho municipio dio la gran sorpresa, al derrotar a Vladimir Kramnik en 1998, con lo que se clasificaba para la final del Mundial alternativo, que debía disputar a Garry Kasparov.

El ruso hizo entonces algo propio de los campeones del pasado: alegó falta de patrocinadores para celebrar el encuentro y justificó la suspensión por la falta de gancho comercial de su rival, que ya tenía la nacionalidad española. Eran los tiempos del cisma del ajedrez mundial, con dos federaciones en paralelo, la FIDE y la PCA, impulsada por el propio Kasparov.

Una vez suspendido aquel duelo por el título, el Ogro de Bakú organizó otro contra Kramnik, sin mayores disimulos. Entonces sí surgieron los patrocinadores y el discípulo acabó derrotando al campeón y convirtiéndose en su sucesor.

En el año 2000, Shirov intentó acceder a lo más alto por el camino oficial y llegó a otra final. Esta vez la pudo jugar, pero perdió en Teherán contra Vishy Anand. Fueron golpes muy duros para el genio de Riga, que nunca volvió a volar tan alto. Con todo, siguió jugando partidas espectaculares, como sucesor natural de Mijaíl Tal, otro artista del tablero nacido en la misma ciudad y que sí llegó a campeón, en 1960.

Dabone y Bala, niños gigantes

Actualizado Domingo, 19 octubre 2025 - 16:42

El 12 de septiembre, el Barcelona jugó un amistoso de pretemporada contra el Bàsquet Girona. El hecho no tendría nada de extraordinario si no fuera porque con el primer equipo del Barça debutó un joven de 2,10 de estatura. Tampoco eso sería nada llamativo en un deporte caracterizado por la aventajada talla de sus practicantes. Pero ese joven tenía sólo 13 años. Nacido en Burkina Faso, atendía por Mohamed Dabone y había sido fichado casi en la cuna por el Barcelona en 2022.

El Madrid reaccionó ante la amenaza de esa futura torre de destrucción masiva (¿de 2,30?) e importó de Mali, país fronterizo con Burkina Faso, a un antídoto de 2,07 de nombre Moussa Bala. No era tan alto como Dabone. Pero casi. Y, además, contaba únicamente 11 tiernos años. Dabone cumplirá 14 el martes. Y Bala, 12 el viernes.

Mali es una cantera de niños gigantes. El Barça dispone también, nacidos allí, de Sayon Keita, de 17 años y 2,14 (titular en Euroliga ante Maccabi y Dubai). Y de Abdrahamane Kone, de 16 y 2,08. Incluso aceptando que África y sus profundidades étnicas surten de ejemplares góticos al baloncesto mundial, cuesta aceptar que algunos de esos muchachitos tengan esa edad. La estatura no ofrece dudas. La edad, sí. Especialmente en el caso de Bala. Las facciones, la musculatura... no son las de una criaturita de 11 añitos, por muy desarrollado que esté. El África subsahariana, feraz especialmente en el atletismo, siempre ha suscitado sospechas respecto a la edad de sus deportistas.

Dabone y Bala no tienen nada que ver con los actuales Lamine Yamal, Franco Mastantuono y compañía. Ni siquiera con Max Dowman, del Arsenal, que en agosto debutó en la Premier con 15 años y 229 días y al que, se dice, pretende el Real Madrid. Ni con el último fenómeno con acné, el mexicano Gilberto Mora, también en el voraz radar blanco, que cumplió 17 años el martes y que, con 16 y 265 días, se convirtió, al ganar la Copa Oro, el equivalente norteamericano, centroamericano y caribeño de la Copa América, en el internacional absoluto más joven en levantar un título. Por delante de Lamine y Pelé, aunque éstos alzaron trofeos de mayor fuste.

Pelé, Messi, Lamine y demás estrellas juveniles eran o son adolescentes más o menos precoces. Dabone, Bala y los Dabone y Bala que puedan aparecer son niños. Literalmente. Lo mismo que un gigante mental, no físico, el argentino Faustino Oro (otro Oro en esta columna), el Messi del ajedrez, que el pasado día 14 cumplió 12 años. Fue Maestro Internacional con nueve y ya ha superado la primera norma para obtener el rango de Gran Maestro.

La Naturaleza se divierte creando especímenes humanos que son, a la vez, prodigiosos y anómalos, arrojados demasiado prematuramente a un entorno de cuyas dimensiones lógicas escapan. Con frecuencia no llegan a confirmar de adultos lo que prometían de menores.

El hoy les sonríe. Pero el futuro no les ofrece certezas. No les pertenece a ellos ni, por otra parte, a nadie. Es una página en blanco. Al igual que el camino, no existe de antemano. Se hace camino al andar. Y mientras andamos, vamos pisando, viviendo sólo el presente.

Una lucha muy especial sobre el tablero: ancianos frente a niños en busca de más récords

Una lucha muy especial sobre el tablero: ancianos frente a niños en busca de más récords

El ajedrez es un mar en el que puede beber una pulga y bañarse un elefante, dice un proverbio indio. El juego milenario es tan versátil que permite que compitan juntos ancianos y niños. No hay distancia que no pueda unir un tablero. En los últimos días, hemos visto en Madrid dos ejemplos excepcionales que prueban que la edad es el menor de los obstáculos. En el polideportivo de Moratalaz, Manuel Álvarez Escudero era uno de los 149 participantes del torneo internacional que se celebra cada año en su barrio. Muchos de sus rivales podían ser sus nietos, como mínimo. Manolo cumplió ayer 104 años.

Álvarez es un ejemplo de longevidad excepcional, pero la historia del ajedrez está llena de viejitos con buena cabeza que desafían el tiempo. El pasado agosto, fallecía a los 102 años otro de nuestros ajedrecistas centenarios, Vicente Moral, un asiduo del torneo de Benidorm. El verano anterior nos dejó Joan Codina, con 103, aunque al contrario que los dos citados, el catalán ya no jugaba de forma regular. Álvarez no sólo sigue vivo, sino que después de la pandemia ha regresado con entusiasmo. Su espíritu de lucha es inigualable y aún da guerra en las competiciones donde comparece. En el último Open de Moratalaz mejoró su Elo, la puntuación que otorga la Federación Internacional después de cada partida o campeonato. Quién sabe hasta dónde puede llegar Manolo.

Días después de esta hazaña, el argentino Faustino Oro, de 11 años, lograba varias plusmarcas mundiales en un torneo cerrado en el que, por supuesto, era el participante más joven. El Messi del ajedrez, también comparado con Wolfgang Amadeus Mozart, logró su primera norma de gran maestro (necesita tres para que le den el título) y superó los 2.500 puntos Elo. Ningún otro ajedrecista ha saltado tan alto a su edad. En la Nave Bellver de Madrid, Fausti era sobre el papel el segundo peor de los maestros inscritos, pero ganó el torneo con un punto y medio de ventaja. Su actuación -el ajedrez tiene unidades de medida para todo- correspondió a la de un jugador con 2.759 puntos Elo, una cifra suficiente para afianzarse en el top 10 mundial.

A la caza del niño prodigio

La propia Federación Internacional no quita ojo a los progresos de Faustino Oro, que participará como invitado en la próxima Copa del Mundo, en la India, donde acudirán los mejores ajedrecistas del planeta. No es la primera vez que el niño argentino se enfrenta a los adultos más duros del circuito. En internet es aún más temido. En chess.com acaba de alcanzar los 3.200 puntos y ya está en el puesto número 12 absoluto. Magnus Carlsen e Hikaru Nakamura, los dos mejores del mundo, saben lo que es perder contra él. El chico le quita importancia: «Sólo fue un bullet», recuerda, sin perder la sonrisa, cómo ganó al noruego. En las partidas bullet [bala], cada jugador sólo dispone de un minuto para todas sus jugadas. La mente de Fausti vuela tan rápido que para él es una ventaja.

En la India, el pequeño Oro tendrá una nueva oportunidad de demostrar su talento, aunque al ser una competición por eliminatorias, como los torneos de tenis, el azar puede hacer que caiga a las primeras de cambio. También estará en la Copa del Mundo su viejo conocido Ilan Schneider, un chico de 14 años que participó en el torneo Leyendas y Prodigios. No es tan joven ni tan famoso, pero a los ocho años ya era número uno del mundo en su edad. Siguió entre los mejores hasta que la pandemia (la que ayudó a Fausti a aprender a volar) frenó su proyección. El año pasado, Ilan consiguió el título de maestro internacional -es el segundo más joven de Argentina- y también sueña con ser campeón del mundo.

Hace poco, Ilan disputó un torneo en Italia donde le ofrecieron entrenadores, una casa y trabajo para sus padres si aceptaba el cambio de bandera. Ni él ni su padre quisieron dar el salto. A Ram Schneider se le saltan las lágrimas cuando habla de su hijo, un chico magnífico, además de un pequeño genio. Cuando lo llevó a sus primeras clases, el profesor lo llamó aparte para hablar con él. Pensaba que el chico la había liado, pero era para cantarle las excelencias del muchacho.

Manuel Álvarez Escudero.

Manuel Álvarez Escudero.F.M.B.

La parte más difícil es la económica. Tener un prodigio en casa no es barato. Schneider sigue escolarizado, pero sólo se presenta un par de veces al año y no para de viajar a torneos. Aprobar no es un problema, pero al contrario que los Oro, los Schneider se resisten a salir de su país y les gusta que su hijo no sólo juegue contra adultos. Pese a su sana rivalidad, avivada por los aficionados -empezaron en el mismo club bonaerense-, estos dos jóvenes están llamados a liderar la selección argentina durante décadas.

Casi cada mes surge una nueva estrella infantil. La británica Bodhana Sivanandan, de 10 años, ya es maestra internacional femenina. La misma edad tiene el ruso Roman Shogdzhiev, que le quitó a Faustino el récord como maestro internacional más precoz de la historia. Kaushik Aswath, de Singapur, acaba de convertirse a los ocho años en el maestro FIDE más joven del mundo. Hace unas semanas, Carlsen alababa el juego de un niño indio de tres años, que ya practica un ajedrez «decente» y tiene Elo internacional.

El columnista más longevo

También pegado a las 64 casillas, merece la pena citar el caso de Leonard Barden (96), que mantiene su columna semanal en The Guardian, donde debutó en septiembre de 1955. Hijo de un basurero, aprendió a jugar en la Segunda Guerra Mundial y representó a Inglaterra en cuatro Olimpiadas de Ajedrez. Es además un prolífico autor de libros y, como Manuel Álvarez, sigue teniendo una cabeza privilegiada.

Con supervivientes así y tantos chiquillos de creciente precocidad no sorprende ver partidas entre jugadores separados por muchas décadas. Hace dos años, vimos a Manuel Álvarez jugar contra Martín, un niño de ocho años. La diferencia era de 94.

Entre las estrellas también ha habido casos notables. La televisión rusa organizó en 2017 un encuentro entre Yuri Averbaj, gran maestro que entonces tenía 95, contra el pequeño Misha Osipov, de cuatro. El pequeño era famoso desde los tres, cuando rompió a llorar en otro plató tras perder contra Anatoli Karpov. Por lo visto, esperaba derrotarlo. Por si alguien se lo pregunta, ahora tiene 12 y no parece ningún portento.

Caruana y Korchnoi, durante su partida en 2011.

Caruana y Korchnoi, durante su partida en 2011.JOHN SAUNDERS

Otro de los duelos intergeneracionales más famosos fue la partida entre Viktor Korchnoi, el mejor ajedrecista sin corona (culpen a Anatoli Karpov) que a los 79 años derrotó en Gibraltar a una estrella ascendente, Fabiano Caruana (19). Es probable que el actual número tres del mundo repase aquella partida en sus peores pesadillas.

En los torneos abiertos, es ya un lugar común entre los jugadores de más edad maldecir el emparejamiento con algún niño. A partir de los 50, muchos se refugian en las competiciones de veteranos sólo para estar a salvo de insolentes pequeñajos. Lo importante es seguir jugando, a ser posible hasta más allá de los cien años.

La versatilidad de Carlsen: el número 1 también gana un Mundial de videojuegos criticado por los grandes maestros

La versatilidad de Carlsen: el número 1 también gana un Mundial de videojuegos criticado por los grandes maestros

Los lectores no demasiado jóvenes recordarán el día en que Raúl Gonzalez mandó callar al Camp Nou. Al delantero le salieron con los años numerosos imitadores, pero hasta ahora no habíamos visto un gesto así en el mundo del ajedrez. De Magnus Carlsen, número uno del mundo, conocíamos incluso algún puñetazo en la mesa, pero esa interacción con el público no se había producido nunca. Hasta que el noruego, madridista confeso, lo hizo en la eSports World Cup, la Copa del Mundo de deportes electrónicos celebrada en Riad (Arabia Saudita), un festival del videojuego profesional. Allí el ajedrez se codeó, para bien y para mal, con el League of Legends y el Call of Duty, entre otros.

«Me enfadé al ver que animaban a Nakamura cuando me estaba ganando», explicó después el noruego sin perder el sentido del humor y consciente de que en Riad alimentar el show era tan importante como jugar con precisión. Por suerte para él, esa demostración de confianza no se le volvió en contra. El número uno del mundo, implacable en cualquier especialidad, se llevó los 250.000 dólares del primer premio y sumó un nuevo título a una colección inigualable. El repaso que le dio a Alireza Firouzja en la final fue casi humillante. Magnus incluso concedió unas tablas que pudo convertir en victoria si hubiera sido menos caballeroso.

Como en cualquier deporte importante, los petrodólares permitieron atraer a los mejores grandes maestros, con la polémica habitual sobre el blanqueo político que pueden proporcionar las competiciones de élite. Pero aquí la discusión de fondo era otra: ¿es este el futuro del ajedrez, como señaló el propio Carlsen nada más ganar su lujoso trofeo? Se supone que la idea no es sustituir al ajedrez clásico, pero en los últimos tiempos se aprecia un repunte para conseguir que el juego de las 64 casillas llegue al público televisivo, más allá de los incontables canales que cada semana surgen en YouTube y otras plataformas de vídeo.

Espectacular bolsa

Por supuesto, detrás de estos intentos solo hay dinero. En Arabia Saudí la bolsa de premios era espectacular, algo parecido a lo que ocurre con el circuito de Freestyle Chess, cuya última parada del Grand Slam tuvo lugar en Las Vegas. No obstante, hay rumores que indican que el multimillonario Jan Henric Buettner, impulsor de esta variante del ajedrez en la que se sortea la posición de las piezas, empieza a dar signos de agotamiento.

Pero ya sea como Freestyle Chess (también conocido como ajedrez 960 y Random Fischer) o como un videojuego más, llama la atención la búsqueda permanente de nuevos caminos en un juego inmortal, que quizá sigue vivo porque lleva siglos adaptándose y mutando. Mientras, la Federación Internacional parece incapaz de liderar alguna de estas iniciativas, puede que absorta en sus planes para allanar el regreso de los equipos rusos a las competiciones internacionales.

El ajedrez nunca muere, pero sufre. Lleva décadas intentando formar parte del programa de los Juegos Olímpicos; aunque tiene su propia Olimpiada, multitudinaria, no es lo mismo. Alguien pensó que los Juegos de Invierno serían más permeables y Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la FIDE, llegó a proponer que se utilizaran piezas talladas en hielo. No era una broma.

El ajedrez tiene unos 1.500 años de vida, casi un tercio de los cuales ha mantenido las mismas normas. Surgió internet y fue una bendición. Llegó la pandemia y se puso de moda, con el impulso añadido de Gambito de dama. Las amenazas refuerzan su mala salud de hierro y hasta los videojuegos pueden convertirse en un aliado.

Resistencia a los cambios

Por supuesto, no todos ven con buenos ojos esta pérdida de las esencias. Algunos no entienden que dos ajedrecistas sentados en la misma sala no peleen sobre el mismo tablero. Convertido en un "deporte electrónico" más, en el espectacular plató de Riad los grandes maestros rivales utilizaban ordenadores diferentes y hacían sus jugadas con un ratón. Armados con auriculares canceladores de sonido, el público podía gritar a su antojo, aunque como suele ocurrir en algunas competiciones celebradas en Arabia Saudí, muchos de ellos parecían figurantes.

Carlsen, durante una partida.

Carlsen, durante una partida.ESPORSWORLDCUP

El entretenimiento estuvo a la altura, en todo caso, pero en el terreno deportivo vimos desenlaces que los amantes del ajedrez clásico no toleran, como la partida que perdió Jan-Krzysztof Duda por un desliz del ratón. El viejo tablero de madera de madera es perfecto y el intermediario tecnológico que requieren los eSports es solo un obstáculo absurdo. Como además se jugaba sin incremento de tiempo, como cuando no había relojes analógicos, algunas partidas se resolvían porque uno de los ajedrecistas movía más rápido que su rival, sin importar si la posición era de tablas muertas. Otra contradicción más: el ajedrez se moderniza eliminando justo uno de los avances que más ha mejorado el juego, los relojes digitales, que permiten añadir un segundo o más cada vez que un ajedrecista hace un movimiento.

En definitiva, la apuesta parecía diseñada para fomentar los errores, porque el drama es imprescindible cuando el público no entiende lo suficiente, como si en la Fórmula 1 sólo merecieran la pena las carreras en las que hay muchos accidentes.

"El ajedrez no es para todos"

El gran maestro danés Jacob Aagaard es uno de los más críticos: «Los constantes intentos de convertir el ajedrez en un juego para que más gente lo aprecie no me parecen lógicos. El ajedrez no es para todos. Si lo cambian para que sea así, ya no será ajedrez. Es un juego donde celebramos la brillantez; todos estos eventos de entretenimiento celebran los errores de los grandes jugadores», escribió en X.

«Que el ajedrez no atraiga a las masas es una característica, no un error», insistía el maestro John Bartholomew. «Es un juego que requiere esfuerzo constante y concentración, cualidades en decadencia secular. Es probable que el ajedrez nunca llegue a ser verdaderamente popular. Parece de mal gusto hacer grandes cambios en el juego para satisfacer a un público cada vez más voluble».

A favor de la iniciativa de los eSports, incluso sus críticos admiten que no intenta, de momento, reemplazar el ajedrez clásico. Todas las modalidades son compatibles y gran parte del público atraído por estos fuegos artificiales luego se engancha con el ajedrez de verdad. Ocurre algo parecido con los millones de personas que juegan en las plataformas de ajedrez por internet. Solo en Chess.com hay más de 200 millones de usuarios (muchos de ellos duplicados, eso sí), a los que hay que sumar (de nuevo pese a los duplicados) otros 100 millones en Lichess. Y no son los únicos lugares para jugar.

En Arabia Saudí participaron muchos de los mejores (¡ni una mujer!) y ganaron un dinero que no es fácil de obtener en los torneos normales. Mientras los dólares fluyan, estos eventos seguirán celebrándose, aunque para tratarse de una competición por equipos no parecía importarle a nadie qué escudo defendía cada jugador. En su continuo ejercicio de ensayo y error, lo único evidente es que el ajedrez se seguirá practicando, por los siglos de los siglos y aunque tenga que vender su alma al diablo.

Gata Kamsky, el niño prodigio del ajedrez que llegó a subcampeón del mundo: "Solo lamento haber pasado 30 años en la prisión que mi padre construyó para mí"

Gata Kamsky, el niño prodigio del ajedrez que llegó a subcampeón del mundo: “Solo lamento haber pasado 30 años en la prisión que mi padre construyó para mí”

En su tránsito de Siberia a Alcubierre, dos lugares con una densidad de población mínima, la vida de Gata Kamsky (1974) ha vivido varios actos. Su talento es uno de los mayores que ha dado el ajedrez, aunque fuera "inducido" por el egoísmo de su padre, un hombre agresivo, de una violencia afilada en la cárcel y en el ring, la versión 2.0 del padre de Andre Agassi.

Como el tenista, Gata respondió: ganó el campeonato juvenil de la URSS con solo 12 años, poco antes de salir en las noticias de todo el mundo, cuando padre e hijo pidieron asilo en Estados Unidos, en una maniobra bendecida por el FBI gracias a su poderoso efecto propagandístico. Una vez cruzado el telón de acero, fue crucial la ayuda de Fernando Arrabal, que reunió fondos para el joven talento, con el apoyo de otras figuras literarias, como Milan Kundera.

El cambio de vida tuvo un rápido impacto. El primero fue cultural: "Me considero muy afortunado de haber vivido en los 80 y 90, con algunas de las mejores músicas —incluido Michael Jackson—, películas de todo tipo de géneros, mis series favoritas y las novelas de Crichton y Asimov, entre otros". La revolución deportiva no fue menor. A los 16 años, Gata logró un hito nunca igualado: entrar en el top 10 mundial antes de tener el título de gran maestro. A los 17 ganó su primer Campeonato de Estados Unidos y a los 22 se ganó el derecho a disputarle a Anatoly Karpov la corona mundial.

Mundial contra Karpov

Como Bobby, Kamsky colgó los peones después del Mundial, aunque en su caso sin culminar el sueño. "Yo quería ser campeón para que la misión de mi padre acabara y yo pudiera dejar el ajedrez, para vivir por fin mi propia vida. Esa era mi motivación. Para ser honesto, no me importaba tanto como a mi padre, así que simplemente jugué y traté de aprender", apunta.

Justo después, abandonó la escena pública, aunque ni siquiera esa decisión fue del joven ajedrecista: "Por supuesto, la tomó mi padre. Él era quien hablaba en todas las entrevistas, lo que para mí estaba bien. Me alegré de que eligiera ese camino. Yo esperaba quedar libre e ir a la universidad, tener una vida normal, pero las cosas no salieron así y no tuve ninguna libertad. Lo único que lamento es haber pasado los primeros 30 años de mi vida en la prisión que mi padre construyó para mí".

Kamsky estudió Derecho y se dejó deslizar por la cuesta del olvido, hasta que en 2004 sorprendió con un regreso épico: ganó una Copa del Mundo y cuatro campeonatos más de Estados Unidos. "En realidad, no me había retirado del ajedrez, solo del presencial. Pasé cantidades enormes de tiempo jugando por internet y entrenaba a jóvenes jugadores. Jugué miles de partidas relámpago con ellos, lo que les fue mejor a ellos que para mí, porque después competían conmigo en torneos presenciales. El ajedrez profesional es un mundo muy competitivo y extremadamente egoísta o egocéntrico", rememora.

Hace unas semanas, Kamsky fue noticia de nuevo porque pidió a la FIDE un nuevo cambio de bandera. Establecido en Chartres junto con su mujer, la gran maestra femenina Vera Nebolsina y doble campeona mundial (sub 10 y sub 20), ambos han decidido competir para Francia. Es un refuerzo notable para la selección vecina, ya que es el quinto jugador más fuerte del país, a sus 51 años. Como jugador "semijubilado", de momento se conforma con entrenar a jóvenes talentos y participar en las ligas francesa y alemana. Gata y Vera, otra joven de origen siberiano y con una relación difícil con su padre y con el ajedrez, se conocieron hace diez años y han encontrado consuelo mutuo.

El milagro de Alcubierre

En Alcubierre (Huesca) ambos pasaron tres días en las que abrieron sus corazones y participaron en un festival de ajedrez único en el mundo. Con una población que no llega a los 400 habitantes, el municipio atrae cada verano, desde hace 18 años, a una figura de primera fila a su torneo internacional. Por allí han pasado varios campeones mundiales. Kamsky y Nebolsina se enfrentaron a una veintena de jugadores locales en una sesión de partidas simultáneas y el primero ofreció además una exhibición de ajedrez a la ciega, con los ojos vendados.

Después de tantos años, Kamsky es capaz de relatar su vida sin la venda que le puso su padre, un hombre cuyo único objetivo era que su hijo fuera rico y famoso. "No quería que yo sufriera tanto como él. Él escapó de casa y vivió en varios orfanatos por toda la Unión Soviética. Luego hizo amistades peligrosas y tuvo problemas con la ley. En la cárcel, empezó a leer sin parar. Cada vez que nos mudábamos, y lo hacíamos a menudo, él trasladaba su gran biblioteca", recuerda.

"Su gran plan incluía que yo hiciera cosas de adultos y cumpliera un objetivo cada día. Ahí empezaron nuestras diferencias", proseguía Kamsky. "Yo me resistía a crecer demasiado rápido y fui un niño extremadamente callado. Me gustaba observar y escuchar. Él intentó forzarme a hablar, con lo que empezó una gran lucha. Quería estimular mi cerebro, pero cuando fuerzas a la naturaleza a hacer algo, suele pasar lo contrario", apunta.

Violín, piano, gimnasia, lucha...

"Aprendí a leer muy pronto y cada vez me exigía más. Con cuatro años, empecé a tocar el violín y después el piano. Mi padre creía que yo podía ser famoso y nos mudamos a Leningrado. Él trabajaba como fotógrafo y renunció a todo por darme la posibilidad de educarme mejor. Cambió un apartamento de tres habitaciones por una habitación comunal, conviviendo con siete u ocho familias", relata.

"Hay cosas que no puedo mencionar, pero el sistema falló y mi padre no insistió, aunque aún quería que yo fuera famoso. Un día, abrió una revista en busca de profesiones respetables y vio a Kasparov. Pensó que un juego de mesa sería ideal, porque es el único deporte donde no te lastimas físicamente", explica sobre su llegada al ajedrez.

"Ya habíamos probado la gimnasia y era demasiado dura. Mi coordinación era malísima. Intenté un salto mortal, me golpeé la cabeza y él vio de que no era lo mío. Tampoco quiso que boxeara, por mis problemas de vista. Sin una educación profesional, tuvo que experimentar. Susan Polgar también fue la hija mayor y otro experimento, pero sus padres sí tenían formación. Luego, vinieron Sofia y Judit y con esta última la técnica ya estaba perfeccionada", continua.

"Él me dijo que, sin todo esto, yo habría sido un niño normal, que no habría conocido el éxito y la fama, pero yo no tenía esa ambición. No era mi éxito, sino el suyo. Él era el único que lo quería, no yo, aunque probablemente tenía algo de talento", mantiene.

Inicios en el ajedrez

Cuando Rustam Kamsky eligió el ajedrez, Gata respiró. Con la música, le obligaba a tocar canciones populares para detectar los errores. Con el ajedrez tuvo que buscar un entrenador. Fueron al Palacio de los Pioneros de Leningrado y tuvieron suerte, pero no a la primera: "Había muchos entrenadores, pero se negaron debido a su agresividad y a sus exigencias". Entonces vieron a un entrenador mayor, con un pequeño grupo de alumnos. Ellos no lo sabían, pero Vladimir Zak había formado a Korchnoi y a Spassky. "El entrenador se dio cuenta de que, como Viktor y Boris, yo también tenía una infancia difícil. Sintió compasión y aceptó. Fue muy inteligente. Aunque yo no podía contarle todo, un buen maestro entiende el contexto", alaba.

Gata empezó a aprender muy rápido, aunque no tanto como quería su padre. Él había trazado una hoja de ruta implacable: a cierta edad tenía que ser maestro, luego maestro internacional y luego gran maestro. Si no cumplía esos objetivos, sería un fracaso completo. "Muy temprano aprendí que yo era el fracaso, no su plan, así que vivía con esa presión constante. Zak intentó suavizarlo, pero mi padre no quería escuchar. Pensaba que si tenía el control podría lograr cualquier cosa. Él mismo empezó a estudiar ajedrez, incluso más que yo. Se quedaba despierto toda la noche y luego me enseñaba cosas que ni siquiera entendía pero había leído en libros avanzados", apostilla.

"Por un lado, tenía un entrenador maravilloso, con una visión humana, que me ayudaba a encontrar belleza en el ajedrez. Por otro, mi padre me trataba como un experimento y me decía que podía acabar con una vida miserable. Me asustaba con historias terribles. Me levantaba muy temprano y estudiábamos ajedrez antes y después del colegio. Y los fines de semana eran solo ajedrez", continua.

"En casa, teníamos una pared cubierta con diagramas, recortes de periódicos y posiciones clave. Era como un código secreto que tenía que descifrar. Yo me pasaba horas mirando las posiciones sin entender por qué eran importantes. 'Esto es lo que te separa de los otros niños. Ellos juegan por diversión. Tú entrenas para ser el mejor', me decía", rememora.

"Con el tiempo, mejoré, gané torneos y empecé a aparecer en los periódicos. Mi padre se enorgullecía y decía que iba a ser campeón del mundo. Todos lo miraban con asombro y con miedo, porque era muy intenso. No aceptaba críticas. Ignoraba los consejos de los entrenadores o se enfrentaba a ellos. Algunos duraban meses, otros semanas. Al final, decidió que él sería mi único entrenador. Yo no conocía otra forma de vivir, siempre con el objetivo de ser el mejor del mundo, a cualquier coste", comenta.

El fracaso del éxito

"En el fondo, yo solo quería ser un niño normal. Jugar con otros chicos, leer mis libros infantiles, soñar despierto, pero nunca lo dije. No podía. Y al tener éxito, era aún más difícil. Todos celebraban los trofeos, los artículos, los viajes. Yo pensaba: si digo que no quiero esto, ¿quién me va a entender?", revela.

Gata se convirtió en un jugador excelente, pero al mismo tiempo empezó a cerrarse. "Me volví más silencioso, más serio. Ya no soñaba tanto. Me costaba dormir. Me sentía solo, aunque estaba rodeado de gente. Nadie me conocía de verdad. Solo veían al niño prodigio, al campeón, pero no al niño que quería jugar al escondite o leer un cuento antes de dormir", explica.

Su padre tampoco lo veía. "Él estaba completamente entregado a su misión. Era su razón de vivir y yo era el medio. No digo que no me quisiera. Estoy seguro de que sí, a su manera. Pero su amor era una mezcla de orgullo, miedo y control. Quería protegerme del mundo y a la vez me aislaba de él", cuenta. Para el resto de padres, deja un mensaje: "Si presionan demasiado y producen daños físicos y psicológicos, muy pocos niños sobrevivirán, y los que lo hagan quedarán marcados de por vida".

"Mirando hacia atrás, ahora entiendo muchas cosas: sus decisiones, sus miedos, sus heridas. No lo culpo. Hizo lo que pudo con lo que tenía: sus traumas, sus esperanzas, sus libros, sus sueños. Me dio una vida distinta, dura y exigente, pero también rica en experiencias. Y aunque a veces deseo que todo hubiera sido distinto, también sé que soy quien soy por todo eso. Tal vez, al contar esta historia, no solo trato de entender a mi padre, sino de entenderme a mí mismo", cocluye.

Ajedrez, una 'medicina' contra el alzhéimer: "Es la base para retrasar la enfermedad"

Ajedrez, una ‘medicina’ contra el alzhéimer: “Es la base para retrasar la enfermedad”

En 2003, el doctor Joe Verghese, neurólogo y geriatra del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, se propuso un experimento para ver qué actividades de ocio servían de barrera contra la demencia. Reunió a más de 450 participantes de más de 75 años, los dividió en dos grupos y a unos les propuso actividades mentales como la lectura o los juegos de mesa (ajedrez, damas y cartas) y a los otros, actividades físicas como el baile o las caminatas. La conclusión cinco años después fue muy interesante: quienes jugaban a juegos de mesa al menos una vez por semana sufrían un 74% menos de riesgo de demencia.

Esa investigación, publicada por el New England Journal of Medicine, sirvió como punta de partida para otros estudios y para decenas de iniciativas en varios países, entre ellos, España. En ciudades como Málaga, Burgos, Mérida o San Sebastián se van tejiendo vínculos entre asociaciones contra el párkinson o el alzhéimer y clubes de ajedrez para utilizar los tableros como armas.

"No hay evidencia científica sobre el ajedrez en una patología en concreto, pero está comprobado que ayuda a la memoria o la concentración. Nosotros vemos cómo los usuarios que juegan al ajedrez mejoran en actividades diarias, por ejemplo recuerdan con más soltura los pasos para hacer un café", explica Alberto Toval, creador de la escuela de ajedrez Chesscul, que realiza talleres semanales en las asociaciones de párkinson, alzhéimer y esclerosis múltiple de Málaga.

"Soy ajedrecista de competición y fisioterapeuta. En mis prácticas de la carrera en centros de mayores vi que la mayoría de actividades estaban centradas en la parte física y no en la cognitiva. Luego, un amigo mío, José Antonio Sánchez, empezó a juntar a un montón de gente a jugar al ajedrez en el centro de mi ciudad, en la calle Larios, y todo eso me inspiró para crear Chesscul. El pasado abril reunimos a muchos usuarios de la provincia, más de una veintena, e hicimos un torneo. La acogida de la iniciativa ha sido muy buena porque también ayuda a la socialización. A muchos el ajedrez les sirve para escapar de la soledad", añade.

El caso de Lifländer

En 2017, un periodista finlandés del diario Imatralainen descubrió la historia de su compatriota Vilho Lifländer, un enfermo de alzhéimer de 94 años que continuaba jugando con habilidad pese a olvidar hechos muy recientes. Años antes, la revista Neurocase hablaba de un caso parecido, en este caso de un jugador británico que siguió moviendo fechas hasta su fallecimiento pese a que en la autopsia hallaron evidencias de un alzhéimer avanzado.

Se han documentado numerosos ejemplos que asumen el juego de las 64 casillas como una medicina contra las enfermedades neurodegenerativas, pero no se ha realizado ninguna investigación tan específica. En la mayoría se junta el ajedrez con otros pasatiempos -en Estados Unidos, con los puzles, en Europa, con las cartas, en China, con el mahjong...- y, aunque hay herramientas como la escala FAST y la escala GDS, medir el avance de este tipo de dolencias es muy complicado.

Un taller de Chesscul en Málaga

Un taller de Chesscul en MálagaChesscul

"Es el problema de siempre: ¿cómo cuantificar nuestro trabajo? Puedes seguir el avance de la enfermedad en una persona que recibe ayuda, pero no puedes saber cómo estaría sin esa ayuda", comenta Álvaro Fernández, gerente de la asociación Parkinson Burgos que lleva a cabo una iniciativa parecida a la que tiene lugar en Málaga. De hecho, el pasado abril, para el Día Mundial del Párkinson, también organizaron una competición que llenó de tableros el patio del Monasterio de San Juan.

"Nosotros empezamos con el tenis de mesa. Un club de aquí, de Burgos, nos ofreció dar unas clases a los usuarios, funcionó muy bien y pensamos en otras actividades que pudieran ser útiles. Cada vez es más evidente que las actividades cognitivas son la base para retrasar el avance de la enfermedad y por eso tiramos por el ajedrez", recuerda Fernández, que ya tiene a unos 50 pacientes interesados en el juego. Con la ayuda del Club Deportivo En Jaque han enseñado a mover las piezas a muchos, aunque las opciones del ajedrez no se quedan ahí. "El tablero se puede utilizar para ejercicios de memoria. Quitar un alfil y preguntar dónde estaba. O, mucho más difícil, retirar todas las piezas del tablero e intentar recordarlas. Es una estimulación cognitiva magnífica", finaliza.