David Navara, el gran maestro de ajedrez que cayó en depresión tras ser señalado como tramposo: "Lloraba durante horas"

David Navara, el gran maestro de ajedrez que cayó en depresión tras ser señalado como tramposo: “Lloraba durante horas”

La paranoia de las trampas en el ajedrez ha hecho aún más daño que los tramposos. El caso de David Navara, gran maestro de 40 años, trece veces campeón de la República Checa, lo ilustra a la perfección, aunque las aristas están más afiladas de lo habitual. Jugador de reputación intachable, hace un par de meses desveló que podría padecer el síndrome de Asperger. «Es muy común en genios ligeramente excéntricos... ¡aunque yo no soy ningún genio!», explicó.

Este viernes, confesó algo mucho más grave: estuvo a punto de suicidarse porque no podía soportar las acusaciones, más o menos veladas, del excampeón mundial Vladimir Kramnik. Navara también critica a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que desoyó durante meses sus repetidas peticiones de amparo.

«Básicamente estaba pidiendo ayuda», relata Navara. Los llamamientos fueron «desesperados», según los describe él mismo, pese a lo cual el organismo que dirige Arkady Dvorkovich, también ruso, no le respondió hasta pasados más de seis meses. En ese tiempo se puso en manos de un psiquiatra y un psicoterapeuta, ya que se sentía «desequilibrado por completo».

Su sufrimiento comenzó en mayo de 2024, debido a un tuit de Vladimir Kramnik, quien «sugería» que varios jugadores eran sospechosos de hacer trampas en los torneos online que organiza cada semana Chess.com. Él llama a esas competiciones «Cheating Tuesdays» (martes de trampas), en lugar del nombre oficial de «Titled Tuesday» (martes de titulados, en referencia a los titulados que participan). Se celebran cada semana y suelen participar numerosos maestros y grandes maestros.

Con su denuncia a la FIDE, Navara no esperaba demasiado, más allá de despejar cualquier mancha que hubiera podido caer sobre su nombre. Con suerte, podría haber recibido una disculpa del excampeón mundial. Sabía que ninguna sanción que no fuera económica resultaría eficaz contra un jugador retirado.

Depresión y pensamientos suicidas

Al principio, David Navara intentó ignorar el mensaje, pero luego leyó algunos comentarios en un foro, incluidos los de algún colega al que respeta, y se vino abajo. Kramnik había sembrado la duda incluso entre grandes maestros de primera fila. El checo admite ahora que llovía sobre mojado. «Estaba muy deprimido y lloré durante horas. Desde mi infancia, no soy la persona mentalmente más estable. Tuve graves problemas a los 15 años, incluyendo pensamientos suicidas recurrentes. Por suerte, desaparecieron, pero regresaban de vez en cuando, en situaciones muy difíciles. Este caso volvió a inducir mis pensamientos suicidas y me causó mucho dolor».

El gran maestro da detalles inquietantes: «Existió un peligro real de suicidio a mediados de junio de 2024. Quiero enfatizar que creo firmemente que es una decisión equivocada en la gran mayoría de las situaciones, incluida la mía». De algún modo, tener malos resultados en esa época lo animó a seguir viviendo, porque no quería que nadie pensara que se quitaba la vida por eso.

Ejemplo de juego limpio

Las trampas son un problema real en el ajedrez, sobre todo por internet, pero Navara es uno de los jugadores más alejados de cualquier sospecha, como lo era Faustino Oro, el niño prodigio que ahora mismo lucha por ser el gran maestro más joven de la historia. El argentino también fue puesto en entredicho por el ruso, a su torva manera.

El gran maestro checo es un ejemplo de educación y deportividad, admirado por todos. En 2011, la FIDE llegó a crear un trofeo para recompensar un detalle excepcional de juego limpio en una de sus partidas. Ocurrió en la Copa del Mundo de de 2011, en Janti-Mansisk (Rusia). Tras seis horas de juego, Navara (República Checa) tenía ventaja decisiva contra Alexander Moiseenko (Ucrania). En ese momento ofreció tablas, para sorpresa de todos. Luego explicó que durante la partida, al hacer una jugada, tocó accidentalmente su rey y su alfil, que era la pieza que quería mover. Moiseenko pensaba que la mano tocó primero el rey, pero permitió que su rival jugara el alfil. No dejó que la norma sagrada de «pieza tocada, pieza movida» fuera demasiado lejos. Navara, pese a todo, no quiso ser recordado como un ajedrecista «poco ético», capaz de ganar de manera injusta, y decidió ofrecer el empate para devolver el gesto.

Respuesta amarga de Kramnik

El carácter de Navara contrasta con la respuesta de Kramnik en las redes sociales. No solo sigue pensando que no ha hecho nada malo. Cree que Navara se hace la víctima, censura su actitud «reprobable» y amenaza con ir a los Tribunales si él mismo o algún otro dice o escribe algo que no sea de su agrado. El hombre que derrocó a Garry Kasparov, una leyenda de los tableros, se ha erigido en un Quijote contra las trampas, pero a veces ve gigantes donde solo hay molinos.

En su reacción al escrito de Navara, Kramnik dice cosas muy graves, no sin desearle una rápida recuperación. «Si se siente culpable y ofendido, no puedo hacer nada al respecto más que encogerme de hombros», afirma. «A la "mafia del ajedrez": vuestro pánico es visible e inútil; el final está cerca». «Es triste ver a David caer en declaraciones tan falsas. Medio año de quejas y numerosos correos electrónicos a la FIDE, en lugar de enviarme uno a mí, que habría resuelto el problema».

Cuando algún aficionado le afea su comportamiento, Kramnik responde: «Alguien tiene que limpiar el ajedrez de la suciedad y la corrupción». Se siente al frente de una misión y es capaz de llevarse por delante a quien haga falta, sin mayores preocupaciones por la presunción de inocencia. De Susan Polgar a José Carlos Ibarra, grandes maestros destacados han salido en defensa de David Navara. Otros no se han manifestado todavía, como tampoco lo ha hecho (al cierre de estas líneas) la Federación Internacional de Ajedrez.

Dani Olmo: “Tener cocinero, nutricionista o asesores no es tener privilegios; son herramientas de trabajo”

Actualizado Miércoles, 4 junio 2025 - 22:46

Es un tipo serio. Al principio de la entrevista dice que no, pero es un tipo serio. Dani Olmo (Barcelona, 27 años), ya saben, se fue a Zagreb, extraño destino, a jugar al fútbol siendo un niño, y luego eligió Leipzig, de entrada un lugar poco llamativo, para continuar su carrera. Habla idiomas como si no costara (y hasta piensa en croata si se lo propone), juega al ajedrez y cuida mucho de la gente que trabaja con él. Impulsada su fama por su primer año en el Barça, dice que sería capaz, si le dan un balón, de repetir el recorte que le hizo a Tchouaméni para el 2-1 en las semifinales de la Eurocopa del año pasado. Y lo dice en serio.

Tiene pinta de serio.
¿Yo?
Sí, usted.
Me gusta ser serio, y así sorprendo un poco, ¿no?
¿Pero entonces lo hace a propósito? Como para marcar distancias...
¡No, qué va! Si le preguntas a cualquiera del equipo, igual se ríe.
¿Ah sí?
Bueno, depende a quién le preguntes.
Cuénteme un chiste, entonces.
No, no, eso no. En eso soy muy malo. Venga, soy serio, soy serio.
Me han dicho que lleva un anillo que le controla hasta la respiración.
No, sólo para dormir, he cambiado el anillo por la pulsera. Me sirve de guía. No le hago caso al 100% porque si no, te vuelves loco, pero cuando me levanto sí que miro a ver si mis sensaciones concuerdan con lo que dice la pulsera sobre el descanso.
¿Cuántas horas necesita o le gusta dormir?
Intento dormir de ocho a nueve horas al día. Intento irme a dormir siempre a las 23.00, aunque algunos días no lo consigo, hasta las 8.00.

"El tema de la inscripción me lo tomé con tranquilidad porque no dependía de mí, me apoyé en mis compañeros y en mi pareja"

¿Siesta?
No soy de siesta. Aunque el otro día tuvimos una charla aquí en la selección sobre el sueño y me lo recomendaron, así que igual empiezo.
No está mal tener un trabajo donde le recomienden dormir la siesta.
Al parecer, ayuda a mejorar el rendimiento, así que nada, a dormir.
¿La alimentación le obsesiona?
No me obsesiona, porque nada que te obsesione es bueno, pero sí lo cuido bastante. Por la experiencia de estos años, conozco mi cuerpo y sé lo que necesita.
En días postpartido, ¿qué come?
Los días de partido, o post, que estoy más cansado, intento comer grasas saludables. Salmón, aguacate, nueces, frutos secos, que me ayudan más a recuperar.
Para alguien que juega a su nivel, casi todo es previa o postpartido.
Sí, por eso hay que cuidar la dieta al milímetro, porque te puede alterar el rendimiento.
¿Llega al límite de pesar la comida?
Ahora sí. No yo, pero sí mi cocinero personal, que llevo trabajando con él dos meses, y él está en contacto con el nutricionista y entre ellos hablan y deciden todo.

"De mayor quiero ser... feliz. ¿Te parece bien? Creo que es un buen objetivo"

Cocinero, nutricionista, asesores de prensa... ¿los futbolistas son conscientes de que viven en una realidad poco habitual para el resto?
No es lo habitual, pero seguimos siendo personas normales. Somos unos privilegiados, porque podemos jugar al fútbol de manera profesional, pero al final tener eso, nutricionista, cocinero, asesores que nos ayudan con la comunicación... no son privilegios, son nuestras herramientas de trabajo para llevar nuestro rendimiento al máximo. Si se puede mejorar un 1% con todas estas cosas, lo voy a hacer.
¿Cómo de cansado llega a este final de temporada?
No mucho, porque por desgracia he estado parado varias veces por lesiones. Así que llego bien, con ganas de acabar bien el año. Mejor aún, con ganas de ganar otro título.
El control que hace en el 2-1 contra Francia... ¿lo recuerda exactamente?
Sí, sí, claro que me acuerdo. El primer rechace lo controlo bien, no se me queda para disparar y cuando me salta Tchouaméni, veo que se queda clavado e intento regatearle. Lo conseguí y luego fue gol.
Hay mucha grandilocuencia en el fútbol. Esas cosas no se ensayan.
En el fútbol puedes trabajar muchas cosas, analizar mucho, pero la mayor parte del tiempo es improvisación. Tú puedes trabajar una jugada, pero esa jugada en un partido no sale, y hay que improvisar.
Hemos visto al PSG y al Barça jugar a un ritmo altísimo, con mucha presión... ¿vamos hacia ese tipo de fútbol?
El fútbol que jugaba Luis Enrique aquí en la selección y el de ahora en el PSG ha cambiado. Todo evoluciona, va muy rápido, es mucho más físico... Pero al final los jugadores de calidad son los que siguen marcando la diferencia.
Tú puedes preparar mucho, pero te sale un Lamine, ¿y qué haces contra eso?
Pues te rompen. El fútbol es un duelo de individualidades.
¿Qué balance hace de su primer año en el Barça?
Estoy contento. Tres títulos en el primer año, unas semis de Champions con sabor agridulce porque podríamos haber hecho algo más... Y con hambre de más. Me he perdido algunos partidos que me hubiese gustado jugar, así que con muchas ganas de seguir mejorando y sintiendo que le puedo aportar mucho más al equipo.
El 'caso Olmo', la inscripción o no inscripción... ¿Cómo lo gestionaba?
Con tranquilidad. Yo confiaba en el club, porque era algo que no dependía de mí. Yo lo que hacía era entrenar y esperar la luz verde para poder jugar. Ayudando al equipo desde otra posición.
¿Quién fue su máximo apoyo?
Los compañeros y la familia. También mi pareja, que es con la que vivo. Pero eran cosas externas que no dependían de mí, no podía hacer nada, sólo podía entrenar.
Es difícil aprender que lo que no depende de ti no merece el gasto de energía.
Lo intentas. No te puedes aislar al 100%, porque son situaciones que repercuten en tí de manera directa, pero hay cosas que no puedes controlar. Intentas alejarte, aunque es complicado. Al final salió todo bien, así que no hay excusa posible y ya está olvidado.

ANGEL NAVARRETE

¿Qué le aporta el ajedrez?
Táctica, conocimiento, concentración... Muchas cosas, y también un poquito de evasión, porque cuando estás jugando al ajedrez no puedes pensar en otra cosa.
¿Ha visto el puñetazo de Carlsen cuando perdió contra el campeón del mundo?
No, aún no. Yo no he llegado al punto de darle un puñetazo a la mesa, pero sí que te da mucha rabia. Sobre todo cuando repasas las partidas, las analizas, y ves que se te ha pasado alguna cosa muy obvia. Aquí juego con Unai Simón.
¿Le gusta más el ajedrez o el fútbol?
El fútbol, pero por poco [se ríe].
Y todo eso que le enseña el ajedrez, ¿tiene traslado al fútbol?
Son deportes muy parecidos. En los dos hay millones y millones de movimientos posibles. Además, el comienzo es idéntico: dos equipos iguales que, una vez se pone el balón, o las piezas, en movimiento, cuentan con infinitas posibilidades.
¿Cómo empezó?
Yo sabía jugar de pequeño, y aunque no recuerdo practicar mucho, en el Leipzig empecé a jugar con Poulsen, que éramos del mismo nivel. Porque mola jugar con gente de tu nivel. Si hay mucha diferencia, no te diviertes.
Habla muchos idiomas, pero ¿en qué idioma piensa?
En español.
¿Siempre?
No, dependiendo del idioma que hable. Con mi pareja hablamos en inglés y pienso en inglés, cuando hablo en croata pienso en croata, ¡y eso sí que es máximo nivel! Fui muy joven y se asimila mejor.
Sabiendo lo que sabe hoy, ¿volvería a irse a Croacia?
Sí, a nivel profesional y personal. Lo que aprendí y mejoré en Zagreb es lo que me ha hecho ser el jugador que soy.

"Me gusta más el fútbol que el ajedrez, pero por poco. El ajedrez es táctica, conocimiento, concentración..."

¿Cuándo sea mayor qué quiere ser?
Pues feliz, quiero ser feliz. Te parece bien, ¿no?
Sí claro. ¿Por qué ha explotado esta selección en este último tramo?
Es un proceso. Si te fijas el bloque no ha cambiado mucho. En la Eurocopa 2021 merecimos más en la semifinal contra Italia, y en el Mundial en los penaltis contra Marruecos, pero básicamente éramos los mismos. Al final se trata de estar ahí y meterla para dentro.
Vivir en Barcelona, tener más cerca a la familia y a los amigos... ¿le ha venido bien?
Sí. Es calidad de vida, pero a mí en competición no me gusta cambiar lo que hacía cuando vivía fuera. Soy un tío muy casero. Estar en Barcelona, cerca de la familia y amigos, pues surgen plantes, cosas... pero yo necesito mis rutinas.
El peor gesto de Carlsen: un puñetazo en la mesa tras perder una partida

El peor gesto de Carlsen: un puñetazo en la mesa tras perder una partida

Actualizado Lunes, 2 junio 2025 - 16:35

Los genios del ajedrez suelen llorar sus derrotas de niños y maldecirlas de adultos. En ese dolor insoportable ante la idea de perder reside gran parte de su fuerza. Magnus Carlsen, número uno del mundo, reaccionó este domingo de una manera muy poco deportiva, sobre todo en un juego que solía presumir de ejemplar. El gran maestro noruego dio un puñetazo en la mesa en el momento en el que abandonaba su partida contra Gukesh Dommaraju, campeón del mundo. El joven indio, de 19 años, lograba así su primera victoria en ajedrez clásico contra el mejor jugador del planeta. Era un duelo cargado de morbo, en el que ambos tenían muchas cosas que demostrar.

El propio Gukesh reaccionó con deportividad al feo gesto de Carlsen. "Entiendo su reacción, porque yo mismo he golpeado muchas mesas", disculpó el campeón. Cabe aclarar que el enfado de Magnus estaba dirigido sin matices contra sí mismo, por malograr una clara ventaja trabajada durante horas, con un porcentaje de precisión que poco antes de su pérdida de papeles era del 99 por ciento. Carlsen asestó su puñetazo sobre la mesa, que hizo que las piezas saltaran por el tablero; curiosamente, el rey y algunas piezas del indio fueron las únicas que se mantuvieron en pie. Inmediatamente después, Magnus le dio la mano a su rival, que seguía lidiando con sus propias emociones. Acaba de cumplir 19 años y todavía hay críticos que lo consideran indigno de llevar la corona.

En los vídeos se ve cómo poco después del golpe, mientras Gukesh aún contiene su alegría, el noruego pasa a su lado como un ciclón, pero tiene tiempo de darle un toquecito cómplice en la espalda, casi cariñoso. La relación entre ellos sigue siendo cordial, eso es seguro, y lo único dañado ha sido la imagen del número uno.

Exceso de motivación

En la primera vuelta, el jugador vikingo ya superó al campeón, todavía líder del Norway Chess, el torneo más fuerte del año, ya que participan los cinco mejores del mundo, además del chino Wei Yi, número 19. Entonces publicó un tuit (después de su derrota no ha sido tan rápido en reaccionar) con una frase de la serie 'The Wire': "Si vienes a por el rey, es mejor que no falles". Ganar de nuevo al campeón y colocarle un 2-0 habría supuesto un golpe de autoridad sobre la mesa. Al transformar esa autoafirmación moral en una prueba física de frustración, en un impacto real, Carlsen se coloca a sí mismo en una posición delicada.

Por desgracia para él, es reincidente, ya que no es la primera vez que reacciona airado a alguna derrota inesperada. Algunos grandes maestros, como Ivan Sokolov, se apresuraron a defender su gesto, que en todo caso cualquier ajedrecista puede entender. Hay pocas cosas más duras que dejar escapar una partida importante por un error postrero, después de horas de concentración. "Tuvo una reacción emocional normal después de su error... perdiendo una partida que estaba 'ganando' durante bastante tiempo... Inmediatamente reajustó las piezas. Mostró respeto a Gukesh y salió. No hay nada malo en su comportamiento", explicó el gran maestro neerlandés.

Calma extrema del joven campeón

De Gukesh cabe admirar varias virtudes, no solo la naturalidad con la que entendió el enfado de su oponente. Durante la partida, se vio sometido por una fuerza de la naturaleza, pero nunca se rindió. Primero, tras ser neutralizado en las primeras jugadas, pese a que él llevaba las piezas blancas, tuvo que decidir si seguía jugando a ganar y volvió a apostar por el riesgo, en lo que ya es una de sus señas de identidad.

En el confesionario, una de las aportaciones del Norway Chess al panorama ajedrecístico (la otra es que los duelos nunca terminan en empate), Carlsen ya había comentado esta circunstancia. Conocedor de que Gukesh es "muy ambicioso", incluso contra él, Magnus esperaba que su enemigo jugara a ganar, en lugar de buscar un sencillo empate. Pronto vio que desde un punto de vista objetivo era el camino erróneo, pero el indio no dejó que el arrepentimiento hiciera mella en su voluntad y nunca se vino abajo. Siguió luchando y resistió de forma heroica para mantener la partida viva hasta la fase final, en la que la presión del tiempo se convierte en un factor crucial. Cuando escasean los minutos, y en Noruega se juega a un ritmo más alto de lo normal, los errores empiezan a aparecer incluso cuando el protagonista es Magnus Carlsen, que hasta ese momento había jugado al nivel de las máquinas.

A falta de cuatro partidas, todo está por decidir en la ciudad noruega de Stavanger, pero hay algo que no tiene vuelta atrás. El joven tiburón ha probado la sangre de quien muchos consideran el mejor jugador de la historia. El veterano número uno, dolido y arrepentido, sabe bien que la relación entre ambos ha entrado en otra dimensión. La posibilidad de someterlo en los próximos enfrentamientos está más lejos que antes. Una vez roto el cristal del respeto, este ya no se recompone jamás. Las próximas partidas entre ambos serán un espectáculo de primer nivel. Quién sabe incluso si a Carlsen no le servirá como estímulo para intentar recuperar una corona a la que renunció de forma voluntaria, aburrido de no encontrar enemigos de su talla.

El clandestino camino de persecuciones de los talibanes al ajedrez

El clandestino camino de persecuciones de los talibanes al ajedrez

Actualizado Jueves, 15 mayo 2025 - 22:48

El mejor jugador de Afganistán, Hameedullah Haidary, con 2168 puntos Elo, entra a duras penas en el top 10.000 de la clasificación internacional, pero la prohibición del ajedrez no es solo un golpe a la competición en aquel país. Al contrario que en otros lugares donde este juego también estuvo vetado, como Irán, en Afganistán no ha dado tiempo a que florezcan grandes maestros, mucho menos maestras, porque a las mujeres no les permitieron nunca regresar a los tableros. El fanatismo ha reactivado ahora la prohibición, vigente entre 1996 y 2001, contra un juego milenario que tiene una larga tradición de persecuciones. Los reguladores de lo divino y lo humano han sospechado con frecuencia de las 64 casillas, casi siempre por ignorancia, al considerarlo un juego de azar o una actividad que incluye las apuestas.

Según informa el sitio de noticias afgano Khaama Press, el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio ha prohibido el ajedrez debido a "consideraciones religiosas", sin entrar en demasiados detalles ni explicar las consecuencias de saltarse las nuevas normas. Todas las actividades ajedrecísticas se han suspendido indefinidamente y la Federación Nacional ha quedado disuelta.

Los peones solo pueden caminar hacia delante, pero la historia tiende a retroceder en algunos entornos. En 1987, el gobierno de Mohammad Najibullah reconoció los beneficios educativos del ajedrez y lo introdujo como materia escolar en los colegios. Nueve años después, la llegada al poder de los talibanes acabó con los gambitos. En el caso de las damas fue aún peor, porque cuando cayó el régimen en 2001 ellas no recuperaron la posibilidad de jugar.

Representantes de la Federación Afgana de Ajedrez han intentado apelar el decreto del emir talibán Haibatulá Ajundzadá, hecho público el día 12, pero al parecer vigente desde tres días antes. De momento, no han tenido ningún éxito. De hecho, según cuenta el gran maestro australiano Ian Rogers, que cita a un funcionario afgano, la federación llevaba dos años inactiva debido a problemas de gestión. No obstante, el ajedrez afgano mantiene un resquicio para la esperanza, porque la suspensión del ajedrez podría ser temporal, al contrario de lo que ocurre con las artes marciales mixtas. Se cree que hay en marcha revisiones religiosas y administrativas que quizá acaben con una especie de indulto al ajedrez.

El argumento principal de los defensores del juego es que otros países islámicos tienen incluso grandes maestros y su actividad no atenta contra ningún principio religioso. Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), ha anunciado en X que ha preparado un recurso dirigido al gobierno talibán, para que reconsidere su decisión.

Una larga tradición de persecuciones

Lo cierto es que el ajedrez se ha topado más de una vez contra varias clases de muros religiosos. En Irán, tras la Revolución Islámica de 1979, el ayatolá Jomeini prohibió el ajedrez con argumentos parecidos. El régimen rectificó en 1988 y reconoció incluso sus beneficios intelectuales, siempre que no interfiriera con las oraciones ni hubiera apuestas de por medio. Irán tiene en la actualidad ajedrecistas fortísimos, como Parham Maghsoodloo, número 30 del mundo. Su mejor jugadora, Sara Khadem, huyó del país y defiende en la actualidad los colores de la selección española, mientras que Francia acogió a la superestrella Alireza Firuozja (número 10), considerado por Magnus Carlsen el mejor de su generación y un posible sucesor.

En Arabia Saudí, el gran muftí declaró el ajedrez como "haram" (prohibido) en 2016, por fomentar el odio y distraer de las oraciones. Luego, su declaración no adquirió fuerza legal y la federación nacional intenta relanzar el juego con la organización de torneos internacionales. Este verano está previsto uno, con la participación de jugadores españoles. En China, la Revolución Cultural (1966-1976) también la tomó con el ajedrez, por considerarlo una influencia capitalista, pero la prohibición se levantó en los 70 y ahora China es una potencia mundial. La actual campeona del mundo es Ju Wenjun, que venció en la final a su compatriota Tan Zhongyi, mientras que Ding Liren fue campeón absoluto entre 2023 y 2024.

En Europa, la época más oscura para el ajedrez fue la Edad Media. Luis IX de Francia lo consideraba una distracción moral y el Sínodo de Wurzburgo (Alemania) de 1329 adujo razones religiosas para alinearse contra los ajedrecistas. El arzobispo de Canterbury John Peckham amenazó con condenar a los fieles que practicaran el ajedrez a una dieta de pan y agua. Entre los abogados discrepantes, el obispo de Florencia defendía con conocimiento de causa que el ajedrez es un juego de habilidad y no de azar.

El judaísmo tampoco se ha librado de la tentación prohibicionista, pero por lo general ha sido más leve, por iniciativas personales de algunos rabinos y con advertencias relacionadas con el 'sabath' y los peligros de un juego que puede distraer la mente de las responsabilidades religiosas. Unamuno, célebre víctima del vicio, ya alertó a sus lectores de la peligrosa "seducción de la mansa e inofensiva locura del ajedrecismo".

Los talibanes prohíben el ajedrez en Afganistán por "objeciones religiosas respecto al juego"

Los talibanes prohíben el ajedrez en Afganistán por “objeciones religiosas respecto al juego”

Actualizado Domingo, 11 mayo 2025 - 16:05

El ajedrez ha sido prohibido oficialmente en Afganistán, según un funcionario del Comité Olímpico Nacional de Afganistán.

La decisión ha sido confirmada por Atal Mashwani, portavoz del Comité Olímpico Nacional de Afganistán, quien ha indicado que la suspensión estará vigente "por un tiempo indefinido" y se debe a "preocupaciones religiosas respecto al juego".

La suspensión se produce en medio de un mayor escrutinio de diversas actividades por parte de las autoridades talibanas y refleja la creciente influencia de las interpretaciones conservadoras de la ley islámica en las actividades deportivas afganas.

Algunos eruditos islámicos afirman que los deportes que se ajustan a los principios islámicos no solo son permisibles, sino que en algunos casos incluso se fomentan. Por ello, las perspectivas religiosas han apoyado cada vez más la promoción de las actividades físicas y mentales.

"Todos los deportes que no perjudiquen la salud, no atenten contra la dignidad humana, no impliquen corrupción financiera ni distraigan de los deberes religiosos son permisibles, y algunos incluso se consideran Sunnah", ha expresado el erudito Mohammad Saleh Islampur.

Ju Wenjun, impasible y despiadada, gana su quinto Mundial de ajedrez y se equipara a las grandes de la historia

Ju Wenjun, impasible y despiadada, gana su quinto Mundial de ajedrez y se equipara a las grandes de la historia

Actualizado Miércoles, 16 abril 2025 - 14:05

El Mundial Femenino de Ajedrez ha terminado en Chongqing con la victoria de Ju Wenjun, que revalida su título por cuarta vez y puede compararse ya con las mejores de la historia. Con solo 34 años, es una de las cuatro ajedrecistas que han logrado cinco coronas o más de ajedrez absoluto. Es la primera vez, además, que lo logra con gran ventaja sobre su oponente. El 6,5 a 2,5 final recuerda a grandes jugadoras del pasado, como Vera Menchik, primera campeona de la historia, que solía ganar sus títulos con enorme ventaja.

El duelo jugado en China y con dos representantes de aquel país se presentaba igualado. Las dos rivales pertenecen a la misma generación (Tan Zhongyi tiene 35 años), tienen experiencia como campeonas y se conocen a la perfección. La aspirante se adelantó en la segunda partida, lo que daba aún más emoción al campeonato, pero luego Ju Wenjun se encargó de liquidar sus esperanzas por la vía rápida.

Ju Wenjun, campeona desde 2018, igualó el marcador en la siguiente partida, sin permitir que Tan consolidara su ventaja, luego resistió de forma heroica en la cuarta y ahí encadenó una racha de cuatro victorias seguidas. Cada día que pasaba, el Mundial estaba más sentenciado. El 6,5 a 2,5 final es de los resultados más contundentes de las últimas ediciones, por la ventaja final de cuatro puntos y, más aún, por el altísimo porcentaje de victorias. Son cinco partidas ganadas, frente a tres tablas y una única derrota, lo que da idea de su dominio, como mínimo matemático. Como suele ocurrir, la realidad fue algo más igualada, al menos al principio, cuando la campeona tuvo la «suerte» de salvarse en un par de partidas críticas.

Solo en la última partida del Mundial, este miércoles, Ju Wenjun ha estado conformista, sabedora de que las tablas le daban el título de forma automática. Pese a todo, los cronistas presentes en China aseguran que se podía percibir cierta tensión, con Tan Zhongyi dispuesta a dejarse la piel en su última oportunidad, sin nada que perder. La campeona exhibió su pragmatismo y se dedicó a ir cambiando piezas, sin comprometer su seguridad. No le costó demasiado lograr el medio punto definitivo.

El poder de la concentración

Más allá de su excelente estado de forma, el triunfo de Ju Wenjun es el de la seriedad en el tablero. Algo menos espectacular que su oponente, solo cuando servía para rematar las partidas se permitía algún sacrificio, concesiones necesarias al espectáculo que servían para rematar las partidas. Uno de sus características en este Mundial ha sido también la concentración, rasgo que ella misma resaltaba hace unos días. Apenas se levantaba de la silla en las cuatro o cinco horas de lucha. No se ha permitido la menor distracción, con una actitud que se ha demostrado rentable.

Ju Wenjun se une así al selecto grupo de ajedrecistas que han ganado el Mundial Femenino cinco veces o más: Vera Menchik, Nona Gaprindashvili y Maia Chiburdanidze fueron las anteriores. Susan Polgar es otra pentacampeona, aunque sumando otros títulos diferentes al de ajedrez clásico. La húngara, sin embargo, no se puede considerar inferior a las citadas, dado que solo quiso participar en el Mundial Femenino para callar a sus críticos, que decían que era la número uno del mundo porque jugando contra hombres era más sencillo ganar puntos Elo. En su única participación, ganó con enorme claridad, con otro 6-2, además de cinco tablas, frente a la china Xie Jun.

Con las hermanas Polgar retiradas, en cualquier caso, el ajedrez chino mantiene su hegemonía, aunque las jugadoras indias ganaron la Olimpiada y parecen el relevo natural. La última campeona del mundo de otro país fue la ucraniana Mariya Muzychuki, en 2015.

El Mundial de ajedrez femenino: 'clandestino', sin premio conocido y con una española como única 'occidental' ante el dominio chino

El Mundial de ajedrez femenino: ‘clandestino’, sin premio conocido y con una española como única ‘occidental’ ante el dominio chino

Actualizado Miércoles, 2 abril 2025 - 00:46

Hubo un tiempo en que el Mundial Femenino de Ajedrez cambiaba de bandera, pero no de protagonista. Vera Menchik, primera campeona, lo ganó en nueve ocasiones, la primera vez como soviética (1927), luego como checoslovaca y por último bajo bandera británica (1939). Habría prolongado su dominio aún más, de no ser por los bombardeos alemanes sobre Londres, que le dieron un 'jaque mate' injusto y cruel en 1944. En las últimas décadas hemos asistido al fenómeno contrario: las ajedrecistas chinas han dominado con fiereza, alternando a media docena de campeonas del mundo, muy diferentes entre sí, pero casi intercambiables ante los ojos poco entrenados de Occidente.

Para saber más

Las dos últimas campeonas son Ju Wenjun y Tan Zhongyi, dos jugadoras de la misma generación, 34 y 33 años, que se han repartido la corona desde 2017. La mantendrán al menos un ciclo más. La primera es la reina vigente de los tableros, seguramente la más estable y favorita, pero tendrá que demostrarlo a partir de este 3 de abril. Serán 12 partidas en las que, como dice la aspirante, veremos «dos batallas, la ajedrecística y la psicológica». Para mantener cierta equidad, la lucha se ha repartido entre dos ciudades, Shanghái y Chongqing, aunque ya sabemos que el resultado no alterará el mapa geoestratégico.

Llevamos ya un cuarto de siglo de tiranía china. Desde 1991, solo han encontrado brechas en la Gran Muralla dos ajedrecistas ucranianas, una rusa, otra búlgara y la húngara Susan Polgar. Para que quede claro que no es casualidad, en la clasificación de la FIDE las cuatro primeras clasificadas son chinas. Un control semejante de un solo país no se produce entre los hombres desde hace décadas, aunque los grandes maestros indios parecen capacitados para intentar un asalto similar.

La número 1, ajena y descontenta

En lo que sí se parecen el ajedrez masculino y el femenino es que los dos números 1 observan los Campeonatos del Mundo en la distancia. Si Magnus Carlsen se cansó de defender el título, Hou Yifan mantiene un perfil aún más discreto. Campeona en cuatro ocasiones, entre 2010 y 2016, la gran maestra china comparte con el noruego su descontento con el formato del Mundial. Sigue en activo, pero el ajedrez se ha convertido en un «pasatiempo», pese a que es la única ajedrecista que, después de Judit Polgar, ha podido competir contra los mejores.

Ju Wenjun y Tan Zhongyi están a más de 80 puntos Elo de ella, quien a su vez camina ya muy lejos de su mejor puntuación. En cierto modo, el ajedrez femenino está estancado, a la espera de que termine de aflorar una nueva generación de niñas prodigio, que prometen estrechar de nuevo los márgenes entre hombres y mujeres en los tableros.

La FIDE, que también intenta acortar esa distancia, no ha desvelado el premio que se repartirán las dos candidatas al título. En la última edición fueron solo 500.000 dólares, un quinto de lo que se repartieron Gukesh Dommaraju y Ding Liren el año pasado. El mero hecho de que no se haya anunciado la cifra es un mal dato para el ajedrez femenino, que no logra atrapar el mismo interés, más aún con dos candidatas del mismo país y sin jugadoras occidentales con opciones de lograr el título. La primera ajedrecista de la clasificación internacional que no es asiática o del antiguo bloque del Este es la española Sara Khadem (nacida en Irán), que ocupa el puesto 21.

La historia nos enseña que estos ciclos no son eternos, por supuesto. De hecho, el ajedrez estuvo prohibido en China durante la Revolución Cultural, entre 1966 y 1976, bajo el régimen de Mao Zedong. Era considerado un símbolo de la «decadencia capitalista». Luego, empezó a ser visto como una imagen de prestigio nacional, algo parecido a lo que ocurría en la Unión Soviética a comienzos del siglo XX, cuando Lenin impulsó el «ajedrez para las masas». El mensaje caló también entre las mujeres y, después de la fuga y posterior muerte de Vera Menchik, las soviéticas recuperaron el liderazgo.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.Gong Bing / Xinhua News / ContacMUNDO

Figuras como Ludmilla Rudenko (ucraniana, entonces parte de la URSS), Elizaveta Bykova y Olga Rubtsova consolidaron este predominio, hasta que en los sesenta, y sin salir todavía del imperio soviético, empezó el reinado de la pequeña república de Georgia. Allí el ajedrez gozaba de una larga tradición, muy anterior a la bolchevique y con un acento femenino más marcado, ya que desde la Edad Media las dotes nupciales incluían tableros.

Largo reinado

El reinado de Nona Gaprindashvili (quien hace no tanto demandó a Netflix por la serie "Gambito de dama") y Maia Chiburdanidze se prolongó durante tres décadas, hasta que en los noventa aparecieron las chinas, encabezadas por Xie Jun, primera campeona mundial del gigante asiático y actual presidenta de su Federación de Ajedrez.

En medio, cabe destacar la aparición de las hermanas Polgar, tres niñas húngaras que como saben los aficionados merecen una novela aparte. También tuvieron breves periodos de reinado figuras individuales procedentes de Bulgaria y Ucrania (con las hermanas Muzychuk al frente), en parte como herencia del ajedrez soviético.

Después de la victoria de la India en la última Olimpiada Femenina de Ajedrez, cabe pensar que las jugadoras de este país podrían inaugurar más pronto que tarde un nuevo ciclo y emular a sus colegas masculinos. De momento, sin embargo, solo hay una ajedrecista india en el top 10 y tres entre las 15 mejores. Ya veremos si China vuelve a conseguir otro Mundial en el que solo ondee su bandera.

Mujer y judía, bajo una dictadura comunista: la redención de Susan Polgar a través del ajedrez

Mujer y judía, bajo una dictadura comunista: la redención de Susan Polgar a través del ajedrez

"Mucha gente no quiere escucharlo, pero las mujeres y el ajedrez no encajan. Lo siento, están indefensas frente a un hombre. Es pura lógica". Garry Kasparov no anduvo fino cuando respondió así en una entrevista para Playboy, pero aún no conocía a las hermanas Polgar. Judit, la menor, llegó al top 10 masculino, pero fue Susan, la mayor, quien allanó el camino, rompió el muro comunista y destrozó el techo de cristal. Si no llegó aún más lejos fue porque se lo impidieron por todos los medios.

Llama la atención la escasez de resentimiento en Rebel Queen (Grand Central Publishing), el libro de memorias que acaba de publicar Susan Polgar, de momento no traducido al castellano. El subtítulo, La Guerra Fría, la misoginia y la creación de un gran maestro, no basta para condensar la sucesión de zancadillas y traiciones, la mayoría de fuego amigo.

Todo empezó cuando dos estudiantes de Magisterio acordaron el experimento Polgar. Laszlo convenció a Klara para probar que los genios se fabrican y, dentro de la pequeña muestra, logró un éxito tremendo: tres de tres. Sofía, la mediana, fue la única que luego eligió el arte, aunque pudo ser la mejor, como demostró en 1989 en el llamado saqueo de Roma. Un año antes, en otro asalto épico, las hermanitas arrebataron el oro olímpico a las soviéticas, hasta entonces invencibles. Tenían 12, 14 y 19 años.

Zsuzsa (Budapest, 1969) fue la prueba piloto, con el ajedrez y las matemáticas como materias centrales, sin descuidar el resto, donde siempre iba por delante de su curso. La jugadora habla siete idiomas, por ejemplo, pero el Gobierno se oponía a la educación a distancia.

Tampoco le permitían jugar torneos masculinos y, como castigo a su rebeldía, le negaron el pasaporte azul, imprescindible para viajar. Susan, cuyos cuatro abuelos conocieron el horror de Auschwitz, asegura que se enfrentaba a un régimen hostil, a la prensa de su país y al odio antisemita. Tenía cuatro años cuando visitó su primer club, en Budapest. "Creo que os sorprenderá", insistía su padre ante las burlas. En cuanto la sentaron frente al tablero, todo cobró sentido. Entendió por qué en ajedrez no importa la edad, el sexo o el color de piel y se sintió "especial y poderosa".

Portada del libro.

Portada del libro.E.M.

En sus primeros torneos, Susan solía acabar invicta frente a rivales de cualquier edad. Ni siquiera se molestaba cuando los chicos no sabían perder, pero no esperaba el siguiente mazazo. La Federación exigió que dejaran de hacer "lo que estuvieran haciendo" y el país entero cuestionó el experimento. La prensa denunciaba el abuso infantil. "Cualquier cosa, menos quitarme el ajedrez", suspiraba la chiquilla. Cuando arrasó en el torneo escolar de Budapest, no la dejaron participar en el nacional y amenazaron a su padre con tirarlo por las escaleras, quitarle la custodia o llevarlo a la cárcel. "Hungría era aún una dictadura comunista, donde ser excepcional iba contra los principios básicos. Nadie podía recibir un trato especial, menos aún una niña judía", dice la protagonista.

En su primera salida al extranjero, con 12 años, sufrió un intento de ataque sexual, durante el Europeo sub'21, en Yugoslavia. El trauma dejó huella, pero ese año ganó el Mundial sub' 16 en Inglaterra. De vuelta a casa, su madre tuvo problemas laborales y la prensa seguía implacable. Era "un boicot soterrado, al estilo comunista". Un ejemplo: para lograr el título de GM femenina, hacen falta tres "normas" o grandes resultados. Logró siete, pero la federación siempre "olvidaba" enviar los datos.

Su padre se borró del Partido Comunista, algo delicado para un profesor. "Fue el acto más puro de coraje que he visto nunca", escribe su hija con admiración. En esa época empiezan a recibir amenazas en el buzón y sus amigos no entienden por qué ella no transige con los torneos femeninos. Prisionera tras el telón de acero, solo podía estudiar. Sus padres empiezan a invitar a casa a maestros extranjeros, en un apartamento de 60 metros que parecía el camarote de los Hermanos Marx.

La Federación húngara dio otra vuelta de tuerca y pidió a la FIDE que quitaran a su jugadora el Elo, obtenido "de forma ilícita". Lo cierto es que era muy alto. Con 15 años, Susan igualó a la sueca Pia Cramling en el número uno. La FIDE decide no mucho después algo insólito: regalar 100 puntos Elo al resto de jugadoras. "La URSS no podía tolerar que una niña superara a la campeona mundial, Maia Chiburdanidze", escribe.

La liberación

Además del pasaporte azul, le negaron jugar en Hungría, sin prever que el resto del mundo empezaría a preguntar. Al final, Zsuzsa volvió a viajar. Cambió su nombre para evitar errores y de país por motivos más serios, tanto que recibió nuevas amenazas. El ajedrez femenino estadounidense logró así sus primeras medallas, gracias a una jugadora que tenía todos los títulos posibles: la triple corona y el de Gran Maestro absoluto. El libro desvela incluso detalles de su vida sentimental, algo rarísimo en las autobiografías de ajedrecistas.

El golpe más duro fue quizá cuando le prohibieron jugar la fase previa del Mundial "masculino". Tenía 17 años y era la primera mujer que se clasificaba. Una de sus abuelas, recuerden que pasó por Auschwitz, logró sacarla del pozo: "¿Crees que esto es duro? Tú no sabes lo que es duro". "El ajedrez profesional sigue siendo un club de hombres, pero despejé el camino a mis hermanas y logré que fuera un poco más fácil para otras chicas", resume esta jugadora de leyenda. Su carácter se resume en su actitud hacia Bobby Fischer, a quien los Polgar dieron cobijo, pese a su antisemitismo y machismo: "Las mujeres son débiles y estúpidas. Ninguna puede derrotarme ni con un caballo de ventaja", dijo mal día. "¿Todavía crees eso?", le preguntó Susan, solo para darse el gusto de escucharlo rectificar.

Muere Boris Spassky, el caballero del ajedrez que perdió la Guerra Fría

Muere Boris Spassky, el caballero del ajedrez que perdió la Guerra Fría

Actualizado Jueves, 27 febrero 2025 - 22:23

Boris Vasilievich Spassky (Leningrado, 1937) , décimo campeón del mundo de ajedrez, ha fallecido este jueves a los 88 años. Por desgracia para él, los aficionados recuerdan mucho mejor su derrota en 1972 contra Bobby Fischer, en Reikiavik, que su llegada al Olimpo del tablero, cuando derrotó en 1969 a Tigran Petrosian. Spassky logró la corona en su segundo asalto, porque en 1966 fue derrotado por su compatriota (nacido en Armenia) en la misma ciudad que lo coronó, Moscú.

Boris Spassky fue quizá el primer campeón que practicó un juego total, anticipo ajedrecístico de la "naranja mecánica" de Cruyff, con un pleno dominio de todo el tablero. Era un jugador universal, además de un ajedrecista educado y elegante, modesto y a la vez atractivo. Fue un caballero que prefirió perder el título contra Fischer antes que renovarlo con artes dudosas, lo que nunca le perdonaron. Jugador versátil, maestro de la estrategia y fino atacante, si algo le faltaba era mala leche. También se puede decir que a veces lo vencía la pereza, como gran oso ruso. Él mismo lamentó alguna vez su falta de motivación para el trabajo: "No creo que Capablanca, Alekhine o Lasker hayan sufrido este problema", admitió.

Boris Vasilievich era un vividor que fue feliz en Francia después de perder la corona. Una vez le preguntaron si prefería el sexo o el ajedrez. "Depende de la posición", contestó. Sus frases solían ser ingeniosas. Después de uno de sus divorcios explicó sobre la relación que mantenía con su mujer: "Éramos como alfiles de distinto color", incapaces de estar nunca en la misma casilla. Otro rasgo de su estilo era su habilidad para poner cara de póker. Fischer decía admirado que, cuando Spassky sacrificaba material, se mantenía imperturbable. Era imposible saber si se trataba de un error o de un profundo sacrificio. "Mantenía la misma expresión cuando iba a dar mate y cuando estaba a punto de perder".

Spassky aprendió a jugar a los cinco años, durante la evacuación de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. A los diez, derrotó al campeón mundial Mijaíl Botvinnik en unas simultáneas y, siempre de la forma más natural posible, fue mejorando. Primero se proclamó campeón del mundo juvenil y luego se clasificó para el torneo de Candidatos, logro que repitió hasta en siete ocasiones, entre 1956 y 1985. Su primer asalto al título no prosperó, pero no le costó demasiado regresar a la final y no dejarse intimidar por el precedente.

El duelo del siglo

Su duelo contra Bobby Fischer en 1972 fue la batalla más importante de la Guerra Fría. La CIA y el KGB movían algo más que peones entre bambalinas, a las órdenes de maestros del ajedrez político como Kissinger, Nixon y Brezniev. Los más veteranos recordarán lo convulso que fue aquel duelo, en el que Bobby Fischer llegó a perder la primera partida por incomparecencia. Si hubiera querido, habría mantenido su título sin luchar, pero él quería enfrentarse a toda costa contra un gran maestro al que admiraba y no odiaba. Hizo tantas concesiones que jugó el encuentro en desventaja psicológica. Tampoco le ayudó sentir más pena que animadversión hacia su oponente. "Yo veía que se estaba volviendo loco. Tenía una buena relación con Bobby. Es Korchnoi quien necesita odiar a sus rivales para jugar con normalidad. A mí eso no me gusta en absoluto", afirmó años después.

Fischer se esfumó de la escena mundial y Spassky no tuvo ya la voluntad de volver a escalar la montaña. Veinte años después, en 1992, participó en el falso encuentro de revancha que le propuso el americano, con mucho dinero de por medio en la antigua y sancionada Yugoslavia. Él no pagó un precio tan alto por saltarse el embargo como su amigo, quien llegó a conocer la cárcel antes de morir en su querida Islandia, asilado y aislado. Sin embargo, Boris consideraba que lo que él sufrió y lo empujó a abandonar su país "fue mucho peor". Y no le gustó el modo en que la película "El caso Fischer" revivió su duelo de 1972. Le pareció una obra "artificial" y le molestó la "impostura" de Tobey Maguire y Liev Schreiber. "Se notaba que estaban actuando".

En 2012, parecía que la partida se acercaba a su final de forma plácida, pero Spassky vivió otro episodio sorprendente, digno de otra película de espías. Se fugó de París con una misteriosa mujer, dicen que sin papeles. Estaba ingresado por un doble ictus que le había paralizado el lado izquierdo y, de algún modo, se sintió en una cárcel. Una noche se escapó con ella, en circunstancias todavía por aclarar. "He vuelto a enrocarme largo", resumió ya desde Moscú. "Es muy posible que alguien deseara mi muerte", insistió para justificar su salida de Francia.

Olimpiadas y fuerzas ocultas

Como jugador por equipos, Spassky también fue un rival formidable. Participó en siete Olimpiadas con la URSS y ganó 13 medallas, entre individuales y colectivas. Ganó 45 partidas, entabló 48 y solo perdió una. En otras tres Olimpiadas de Ajedrez, ya con Francia, solo perdió dos de las 50 que jugó, siempre en el primer tablero.

Las últimas veces que vimos imágenes de Spassky era un viejecito casi irreconocible. A España vino varias veces, dio charlas y participó en sesiones de simultáneas. En una de ellas le hice tablas, de forma poco ortodoxa, porque el viejo Boris cometió un pecado imperdonable en el tablero, pero esa historia merece un relato aparte. Durante una entrevista, en Bilbao, contó que creía de algún modo en las fuerzas misteriosas y que una vez se sintió dominado por ellas. Su cabeza sabía cuál era la jugada buena, pero su mano se negó a obedecerlo. Si algo caracterizó al campeón es que nunca le gustó que movieran por él.

El multimillonario que cautiva a Magnus Carlsen y provoca un cisma en el ajedrez con un circuito inspirado en la Fórmula 1

El multimillonario que cautiva a Magnus Carlsen y provoca un cisma en el ajedrez con un circuito inspirado en la Fórmula 1

El ajedrez vive su mejor momento, lo practican cientos de millones de personas sin perder su aura de prestigio intelectual, pero casi ningún campeón ha sido capaz de mover dinero de verdad. Bobby Fischer en los 70 y Magnus Carlsen en este siglo han sido casi los únicos. El noruego se ha aliado con un empresario y multimillonario alemán, Jan Henric Buettner, y entre los dos han lanzado un circuito inspirado en los grandes torneos de tenis y en la Fórmula 1. Eso sí, lo que allí se juega es una modalidad de ajedrez hasta ahora casi marginal, rebautizada como Freestyle Chess. «Fischer Random 960 suena como algo que compras en la farmacia para el resfriado», explica el magnate por teléfono desde Weissenhaus, sede de la primera parada de su Grand Slam 2025.

La Federación Internacional de Ajedrez ve en el Freestyle Chess una amenaza, en parte porque las relaciones con el número uno están más rotas que nunca, no sólo por los pantalones vaqueros. La FIDE intentó primero unirse al enemigo, pero luego dio marcha atrás e intentó forzar a los jugadores para que firmaran un extraño documento de fidelidad; quienes no aceptaran, corrían el riesgo de quedar excluidos del próximo ciclo por el Mundial oficial.

En el tablero del relato, el ganador del primer asalto ha sido Buettner: en declaraciones para EL MUNDO, este habla de "mafia" y "extorsión". Él y Magnus han pedido la dimisión del presidente de la FIDE, el ruso Arkady Dvorkovich, y los grandes maestros de élite quieren crear una asociación profesional, con respaldo legal del Freestyle.

¿Qué es el Freestyle Chess?

El invento es revolucionario, porque las reglas del ajedrez apenas han variado desde finales del siglo XV, pero no es tan libre ni tan nuevo: ya era conocido como ajedrez 960 o Fischer Random (ajedrez aleatorio de Fischer) desde los 90. Fue bautizado así en honor del genio americano, que intentó lanzarlo un cuarto de siglo después de su mutis, sin demasiado éxito.

A diferencia del ajedrez de toda la vida, en el que las piezas empiezan siempre en el mismo lugar, en el Freestyle solo los peones ocupan su posición tradicional. El resto, las torres, los caballos, los alfiles y los dos monarcas, empiezan cada partida en un sitio distinto, por sorteo. El número de permutaciones posibles entre las piezas es de 960; de ahí lo de ajedrez 960, nombre con el que se han celebrado incluso un par de campeonatos del mundo, hasta que la FIDE renunció a mantener la cita por falta de patrocinadores.

En el ajedrez magistral, muchas partidas se juegan de memoria hasta más allá de la jugada 20. Para Magnus Carlsen y otros profesionales, la ventaja del Freestyle es que no hay que estudiar tanto, sencillamente porque es imposible preparar las primeras jugadas de casi un millar de posiciones. Esto alivia el esfuerzo y fomenta la creatividad desde la primera jugada. En la práctica, también disminuye el número de tablas. Los críticos arguyen que se pierde la armonía del ajedrez clásico y surgen muchas posiciones antinaturales.

Esto, sostienen, no es ajedrez de verdad, un punto que, como veremos, puede ser crucial en otra batalla, la comercial. En realidad, a Jan Henric Buettner el tipo de ajedrez de sus torneos le importa poco. Se decantó por esta modalidad para agradar al ex campeón: «Le dije a Magnus que iba a organizar un torneo alrededor de él y sus ideas, y él quería jugar Fischer Random al más alto nivel, con tiempo normal para pensar». El noruego dijo esto porque, como variante menor, los torneos de ajedrez 960 solían limitarse a las partidas rápidas.

Sea un pariente lejano o un primo cercano del ajedrez, la guerra comercial que ha desatado no es ninguna tontería. La FIDE, que no organiza un Mundial de la especialidad desde 2022 (el vigente campeón es Hikaru Nakamura) ha visto cómo un empresario privado ocupaba ese vacío ayudado por su dinero. En el recién estrenado Grand Slam de Freestyle Chess, el ganador, Vincent Keymer, se ha llevado 200.000 dólares de premio. Nakamura, como campeón del mundo, recibió la mitad.

Armonizar calendarios y títulos

Uno de los planes de Buettner era incluso otorgar el título de campeón del mundo de Freestyle. Justo ahí reside una de las mayores disputas. En sus primeras negociaciones para armonizar calendarios y títulos, la FIDE renunció a perseguir a los ajedrecistas en 2025 y el Freestyle a proclamar a un campeón mundial, pero se trata de una paz frágil y con fecha de caducidad. De momento, el nuevo Grand Slam ha atraído a las mayores estrellas sin recurrir a los petrodólares, como otros deportes, aunque en Arabia Saudí también andan a la que salta, como veremos pronto en la Copa del Mundo de los eSports, en Riad.

Por otro lado, Buettner y sus socios se ríen de las amenazas legales de la FIDE por el uso de la expresión "campeón del mundo". La pretensión de poseer sus derechos recuerda un poco a la querella con la que Jack Warner amenazó a los hermanos Marx cuando estos estrenaron Una noche en Casablanca, a rebufo de la mítica película protagonizada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Groucho escribió una hilarante carta con la que zanjó el asunto de la utilización del nombre de Casablanca. Les recordó que los hermanos Marx también podrían denunciar a Warner Bros. por el uso de la palabra hermanos. Los cómicos eran más antiguos que los Warner, aunque no tanto como los Karamazov.

Los promotores del Freestyle también aseguran que lo suyo es otro juego, sobre el que la FIDE no tiene ninguna potestad. «Podemos tener una convivencia amistosa, similar a la que tienen el voleibol clásico y al voley playa», asegura Buettner.

Quién es Jan Henric Buettner

El empresario alemán, nacido en Hamburgo hace 59 años, hizo fortuna con las telecomunicaciones, en empresas como Vodafone, AOL y Bertelsmann. Después de una indemnización de 160 millones, transformó un viejo inmueble junto al mar báltico en una villa de lujo, en Weissenhaus. Su destino turístico exclusivo ha acabado siendo la sede de los dos torneos de Freestyle celebrados hasta ahora. Los ajedrecistas son tratados allí como marajás, tienen un camerino privado, al estilo de la Fórmula 1, y llevan llamativas chaquetas. Es un lujo que puede resultar estrafalario, pero que deja huella en la memoria.

El empresario alemán asegura que, al menos durante el torneo, se levanta todos los días a las 4.35 de la mañana. Su sueño es conseguir a los mejores entre los mejores, aunque eso suene elitista: «Esto es como la Fórmula 1. Nuestro enfoque es contar con jugadores de élite, para luego atraer automáticamente a otros grupos. Primero despertamos el interés de muchas personas y luego el mercado entra en un movimiento que arrastra a todos».

De la FIDE ya no quiere saber nada. «Le dimos a la FIDE la gran oportunidad de participar en nuestro circuito, algo con lo que no tenían nada que ver. Podrían haberse unido a nosotros y ser parte de ello y ganar dinero y estar orgullosos. Han elegido el otro camino. Entonces, nosotros nos dedicamos a lo nuestro y ellos a lo suyo. Ese es el final de la historia».