La versatilidad de Carlsen: el número 1 también gana un Mundial de videojuegos criticado por los grandes maestros

La versatilidad de Carlsen: el número 1 también gana un Mundial de videojuegos criticado por los grandes maestros

Los lectores no demasiado jóvenes recordarán el día en que Raúl Gonzalez mandó callar al Camp Nou. Al delantero le salieron con los años numerosos imitadores, pero hasta ahora no habíamos visto un gesto así en el mundo del ajedrez. De Magnus Carlsen, número uno del mundo, conocíamos incluso algún puñetazo en la mesa, pero esa interacción con el público no se había producido nunca. Hasta que el noruego, madridista confeso, lo hizo en la eSports World Cup, la Copa del Mundo de deportes electrónicos celebrada en Riad (Arabia Saudita), un festival del videojuego profesional. Allí el ajedrez se codeó, para bien y para mal, con el League of Legends y el Call of Duty, entre otros.

«Me enfadé al ver que animaban a Nakamura cuando me estaba ganando», explicó después el noruego sin perder el sentido del humor y consciente de que en Riad alimentar el show era tan importante como jugar con precisión. Por suerte para él, esa demostración de confianza no se le volvió en contra. El número uno del mundo, implacable en cualquier especialidad, se llevó los 250.000 dólares del primer premio y sumó un nuevo título a una colección inigualable. El repaso que le dio a Alireza Firouzja en la final fue casi humillante. Magnus incluso concedió unas tablas que pudo convertir en victoria si hubiera sido menos caballeroso.

Como en cualquier deporte importante, los petrodólares permitieron atraer a los mejores grandes maestros, con la polémica habitual sobre el blanqueo político que pueden proporcionar las competiciones de élite. Pero aquí la discusión de fondo era otra: ¿es este el futuro del ajedrez, como señaló el propio Carlsen nada más ganar su lujoso trofeo? Se supone que la idea no es sustituir al ajedrez clásico, pero en los últimos tiempos se aprecia un repunte para conseguir que el juego de las 64 casillas llegue al público televisivo, más allá de los incontables canales que cada semana surgen en YouTube y otras plataformas de vídeo.

Espectacular bolsa

Por supuesto, detrás de estos intentos solo hay dinero. En Arabia Saudí la bolsa de premios era espectacular, algo parecido a lo que ocurre con el circuito de Freestyle Chess, cuya última parada del Grand Slam tuvo lugar en Las Vegas. No obstante, hay rumores que indican que el multimillonario Jan Henric Buettner, impulsor de esta variante del ajedrez en la que se sortea la posición de las piezas, empieza a dar signos de agotamiento.

Pero ya sea como Freestyle Chess (también conocido como ajedrez 960 y Random Fischer) o como un videojuego más, llama la atención la búsqueda permanente de nuevos caminos en un juego inmortal, que quizá sigue vivo porque lleva siglos adaptándose y mutando. Mientras, la Federación Internacional parece incapaz de liderar alguna de estas iniciativas, puede que absorta en sus planes para allanar el regreso de los equipos rusos a las competiciones internacionales.

El ajedrez nunca muere, pero sufre. Lleva décadas intentando formar parte del programa de los Juegos Olímpicos; aunque tiene su propia Olimpiada, multitudinaria, no es lo mismo. Alguien pensó que los Juegos de Invierno serían más permeables y Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la FIDE, llegó a proponer que se utilizaran piezas talladas en hielo. No era una broma.

El ajedrez tiene unos 1.500 años de vida, casi un tercio de los cuales ha mantenido las mismas normas. Surgió internet y fue una bendición. Llegó la pandemia y se puso de moda, con el impulso añadido de Gambito de dama. Las amenazas refuerzan su mala salud de hierro y hasta los videojuegos pueden convertirse en un aliado.

Resistencia a los cambios

Por supuesto, no todos ven con buenos ojos esta pérdida de las esencias. Algunos no entienden que dos ajedrecistas sentados en la misma sala no peleen sobre el mismo tablero. Convertido en un "deporte electrónico" más, en el espectacular plató de Riad los grandes maestros rivales utilizaban ordenadores diferentes y hacían sus jugadas con un ratón. Armados con auriculares canceladores de sonido, el público podía gritar a su antojo, aunque como suele ocurrir en algunas competiciones celebradas en Arabia Saudí, muchos de ellos parecían figurantes.

Carlsen, durante una partida.

Carlsen, durante una partida.ESPORSWORLDCUP

El entretenimiento estuvo a la altura, en todo caso, pero en el terreno deportivo vimos desenlaces que los amantes del ajedrez clásico no toleran, como la partida que perdió Jan-Krzysztof Duda por un desliz del ratón. El viejo tablero de madera de madera es perfecto y el intermediario tecnológico que requieren los eSports es solo un obstáculo absurdo. Como además se jugaba sin incremento de tiempo, como cuando no había relojes analógicos, algunas partidas se resolvían porque uno de los ajedrecistas movía más rápido que su rival, sin importar si la posición era de tablas muertas. Otra contradicción más: el ajedrez se moderniza eliminando justo uno de los avances que más ha mejorado el juego, los relojes digitales, que permiten añadir un segundo o más cada vez que un ajedrecista hace un movimiento.

En definitiva, la apuesta parecía diseñada para fomentar los errores, porque el drama es imprescindible cuando el público no entiende lo suficiente, como si en la Fórmula 1 sólo merecieran la pena las carreras en las que hay muchos accidentes.

"El ajedrez no es para todos"

El gran maestro danés Jacob Aagaard es uno de los más críticos: «Los constantes intentos de convertir el ajedrez en un juego para que más gente lo aprecie no me parecen lógicos. El ajedrez no es para todos. Si lo cambian para que sea así, ya no será ajedrez. Es un juego donde celebramos la brillantez; todos estos eventos de entretenimiento celebran los errores de los grandes jugadores», escribió en X.

«Que el ajedrez no atraiga a las masas es una característica, no un error», insistía el maestro John Bartholomew. «Es un juego que requiere esfuerzo constante y concentración, cualidades en decadencia secular. Es probable que el ajedrez nunca llegue a ser verdaderamente popular. Parece de mal gusto hacer grandes cambios en el juego para satisfacer a un público cada vez más voluble».

A favor de la iniciativa de los eSports, incluso sus críticos admiten que no intenta, de momento, reemplazar el ajedrez clásico. Todas las modalidades son compatibles y gran parte del público atraído por estos fuegos artificiales luego se engancha con el ajedrez de verdad. Ocurre algo parecido con los millones de personas que juegan en las plataformas de ajedrez por internet. Solo en Chess.com hay más de 200 millones de usuarios (muchos de ellos duplicados, eso sí), a los que hay que sumar (de nuevo pese a los duplicados) otros 100 millones en Lichess. Y no son los únicos lugares para jugar.

En Arabia Saudí participaron muchos de los mejores (¡ni una mujer!) y ganaron un dinero que no es fácil de obtener en los torneos normales. Mientras los dólares fluyan, estos eventos seguirán celebrándose, aunque para tratarse de una competición por equipos no parecía importarle a nadie qué escudo defendía cada jugador. En su continuo ejercicio de ensayo y error, lo único evidente es que el ajedrez se seguirá practicando, por los siglos de los siglos y aunque tenga que vender su alma al diablo.

Gata Kamsky, el niño prodigio del ajedrez que llegó a subcampeón del mundo: "Solo lamento haber pasado 30 años en la prisión que mi padre construyó para mí"

Gata Kamsky, el niño prodigio del ajedrez que llegó a subcampeón del mundo: “Solo lamento haber pasado 30 años en la prisión que mi padre construyó para mí”

En su tránsito de Siberia a Alcubierre, dos lugares con una densidad de población mínima, la vida de Gata Kamsky (1974) ha vivido varios actos. Su talento es uno de los mayores que ha dado el ajedrez, aunque fuera "inducido" por el egoísmo de su padre, un hombre agresivo, de una violencia afilada en la cárcel y en el ring, la versión 2.0 del padre de Andre Agassi.

Como el tenista, Gata respondió: ganó el campeonato juvenil de la URSS con solo 12 años, poco antes de salir en las noticias de todo el mundo, cuando padre e hijo pidieron asilo en Estados Unidos, en una maniobra bendecida por el FBI gracias a su poderoso efecto propagandístico. Una vez cruzado el telón de acero, fue crucial la ayuda de Fernando Arrabal, que reunió fondos para el joven talento, con el apoyo de otras figuras literarias, como Milan Kundera.

El cambio de vida tuvo un rápido impacto. El primero fue cultural: "Me considero muy afortunado de haber vivido en los 80 y 90, con algunas de las mejores músicas —incluido Michael Jackson—, películas de todo tipo de géneros, mis series favoritas y las novelas de Crichton y Asimov, entre otros". La revolución deportiva no fue menor. A los 16 años, Gata logró un hito nunca igualado: entrar en el top 10 mundial antes de tener el título de gran maestro. A los 17 ganó su primer Campeonato de Estados Unidos y a los 22 se ganó el derecho a disputarle a Anatoly Karpov la corona mundial.

Mundial contra Karpov

Como Bobby, Kamsky colgó los peones después del Mundial, aunque en su caso sin culminar el sueño. "Yo quería ser campeón para que la misión de mi padre acabara y yo pudiera dejar el ajedrez, para vivir por fin mi propia vida. Esa era mi motivación. Para ser honesto, no me importaba tanto como a mi padre, así que simplemente jugué y traté de aprender", apunta.

Justo después, abandonó la escena pública, aunque ni siquiera esa decisión fue del joven ajedrecista: "Por supuesto, la tomó mi padre. Él era quien hablaba en todas las entrevistas, lo que para mí estaba bien. Me alegré de que eligiera ese camino. Yo esperaba quedar libre e ir a la universidad, tener una vida normal, pero las cosas no salieron así y no tuve ninguna libertad. Lo único que lamento es haber pasado los primeros 30 años de mi vida en la prisión que mi padre construyó para mí".

Kamsky estudió Derecho y se dejó deslizar por la cuesta del olvido, hasta que en 2004 sorprendió con un regreso épico: ganó una Copa del Mundo y cuatro campeonatos más de Estados Unidos. "En realidad, no me había retirado del ajedrez, solo del presencial. Pasé cantidades enormes de tiempo jugando por internet y entrenaba a jóvenes jugadores. Jugué miles de partidas relámpago con ellos, lo que les fue mejor a ellos que para mí, porque después competían conmigo en torneos presenciales. El ajedrez profesional es un mundo muy competitivo y extremadamente egoísta o egocéntrico", rememora.

Hace unas semanas, Kamsky fue noticia de nuevo porque pidió a la FIDE un nuevo cambio de bandera. Establecido en Chartres junto con su mujer, la gran maestra femenina Vera Nebolsina y doble campeona mundial (sub 10 y sub 20), ambos han decidido competir para Francia. Es un refuerzo notable para la selección vecina, ya que es el quinto jugador más fuerte del país, a sus 51 años. Como jugador "semijubilado", de momento se conforma con entrenar a jóvenes talentos y participar en las ligas francesa y alemana. Gata y Vera, otra joven de origen siberiano y con una relación difícil con su padre y con el ajedrez, se conocieron hace diez años y han encontrado consuelo mutuo.

El milagro de Alcubierre

En Alcubierre (Huesca) ambos pasaron tres días en las que abrieron sus corazones y participaron en un festival de ajedrez único en el mundo. Con una población que no llega a los 400 habitantes, el municipio atrae cada verano, desde hace 18 años, a una figura de primera fila a su torneo internacional. Por allí han pasado varios campeones mundiales. Kamsky y Nebolsina se enfrentaron a una veintena de jugadores locales en una sesión de partidas simultáneas y el primero ofreció además una exhibición de ajedrez a la ciega, con los ojos vendados.

Después de tantos años, Kamsky es capaz de relatar su vida sin la venda que le puso su padre, un hombre cuyo único objetivo era que su hijo fuera rico y famoso. "No quería que yo sufriera tanto como él. Él escapó de casa y vivió en varios orfanatos por toda la Unión Soviética. Luego hizo amistades peligrosas y tuvo problemas con la ley. En la cárcel, empezó a leer sin parar. Cada vez que nos mudábamos, y lo hacíamos a menudo, él trasladaba su gran biblioteca", recuerda.

"Su gran plan incluía que yo hiciera cosas de adultos y cumpliera un objetivo cada día. Ahí empezaron nuestras diferencias", proseguía Kamsky. "Yo me resistía a crecer demasiado rápido y fui un niño extremadamente callado. Me gustaba observar y escuchar. Él intentó forzarme a hablar, con lo que empezó una gran lucha. Quería estimular mi cerebro, pero cuando fuerzas a la naturaleza a hacer algo, suele pasar lo contrario", apunta.

Violín, piano, gimnasia, lucha...

"Aprendí a leer muy pronto y cada vez me exigía más. Con cuatro años, empecé a tocar el violín y después el piano. Mi padre creía que yo podía ser famoso y nos mudamos a Leningrado. Él trabajaba como fotógrafo y renunció a todo por darme la posibilidad de educarme mejor. Cambió un apartamento de tres habitaciones por una habitación comunal, conviviendo con siete u ocho familias", relata.

"Hay cosas que no puedo mencionar, pero el sistema falló y mi padre no insistió, aunque aún quería que yo fuera famoso. Un día, abrió una revista en busca de profesiones respetables y vio a Kasparov. Pensó que un juego de mesa sería ideal, porque es el único deporte donde no te lastimas físicamente", explica sobre su llegada al ajedrez.

"Ya habíamos probado la gimnasia y era demasiado dura. Mi coordinación era malísima. Intenté un salto mortal, me golpeé la cabeza y él vio de que no era lo mío. Tampoco quiso que boxeara, por mis problemas de vista. Sin una educación profesional, tuvo que experimentar. Susan Polgar también fue la hija mayor y otro experimento, pero sus padres sí tenían formación. Luego, vinieron Sofia y Judit y con esta última la técnica ya estaba perfeccionada", continua.

"Él me dijo que, sin todo esto, yo habría sido un niño normal, que no habría conocido el éxito y la fama, pero yo no tenía esa ambición. No era mi éxito, sino el suyo. Él era el único que lo quería, no yo, aunque probablemente tenía algo de talento", mantiene.

Inicios en el ajedrez

Cuando Rustam Kamsky eligió el ajedrez, Gata respiró. Con la música, le obligaba a tocar canciones populares para detectar los errores. Con el ajedrez tuvo que buscar un entrenador. Fueron al Palacio de los Pioneros de Leningrado y tuvieron suerte, pero no a la primera: "Había muchos entrenadores, pero se negaron debido a su agresividad y a sus exigencias". Entonces vieron a un entrenador mayor, con un pequeño grupo de alumnos. Ellos no lo sabían, pero Vladimir Zak había formado a Korchnoi y a Spassky. "El entrenador se dio cuenta de que, como Viktor y Boris, yo también tenía una infancia difícil. Sintió compasión y aceptó. Fue muy inteligente. Aunque yo no podía contarle todo, un buen maestro entiende el contexto", alaba.

Gata empezó a aprender muy rápido, aunque no tanto como quería su padre. Él había trazado una hoja de ruta implacable: a cierta edad tenía que ser maestro, luego maestro internacional y luego gran maestro. Si no cumplía esos objetivos, sería un fracaso completo. "Muy temprano aprendí que yo era el fracaso, no su plan, así que vivía con esa presión constante. Zak intentó suavizarlo, pero mi padre no quería escuchar. Pensaba que si tenía el control podría lograr cualquier cosa. Él mismo empezó a estudiar ajedrez, incluso más que yo. Se quedaba despierto toda la noche y luego me enseñaba cosas que ni siquiera entendía pero había leído en libros avanzados", apostilla.

"Por un lado, tenía un entrenador maravilloso, con una visión humana, que me ayudaba a encontrar belleza en el ajedrez. Por otro, mi padre me trataba como un experimento y me decía que podía acabar con una vida miserable. Me asustaba con historias terribles. Me levantaba muy temprano y estudiábamos ajedrez antes y después del colegio. Y los fines de semana eran solo ajedrez", continua.

"En casa, teníamos una pared cubierta con diagramas, recortes de periódicos y posiciones clave. Era como un código secreto que tenía que descifrar. Yo me pasaba horas mirando las posiciones sin entender por qué eran importantes. 'Esto es lo que te separa de los otros niños. Ellos juegan por diversión. Tú entrenas para ser el mejor', me decía", rememora.

"Con el tiempo, mejoré, gané torneos y empecé a aparecer en los periódicos. Mi padre se enorgullecía y decía que iba a ser campeón del mundo. Todos lo miraban con asombro y con miedo, porque era muy intenso. No aceptaba críticas. Ignoraba los consejos de los entrenadores o se enfrentaba a ellos. Algunos duraban meses, otros semanas. Al final, decidió que él sería mi único entrenador. Yo no conocía otra forma de vivir, siempre con el objetivo de ser el mejor del mundo, a cualquier coste", comenta.

El fracaso del éxito

"En el fondo, yo solo quería ser un niño normal. Jugar con otros chicos, leer mis libros infantiles, soñar despierto, pero nunca lo dije. No podía. Y al tener éxito, era aún más difícil. Todos celebraban los trofeos, los artículos, los viajes. Yo pensaba: si digo que no quiero esto, ¿quién me va a entender?", revela.

Gata se convirtió en un jugador excelente, pero al mismo tiempo empezó a cerrarse. "Me volví más silencioso, más serio. Ya no soñaba tanto. Me costaba dormir. Me sentía solo, aunque estaba rodeado de gente. Nadie me conocía de verdad. Solo veían al niño prodigio, al campeón, pero no al niño que quería jugar al escondite o leer un cuento antes de dormir", explica.

Su padre tampoco lo veía. "Él estaba completamente entregado a su misión. Era su razón de vivir y yo era el medio. No digo que no me quisiera. Estoy seguro de que sí, a su manera. Pero su amor era una mezcla de orgullo, miedo y control. Quería protegerme del mundo y a la vez me aislaba de él", cuenta. Para el resto de padres, deja un mensaje: "Si presionan demasiado y producen daños físicos y psicológicos, muy pocos niños sobrevivirán, y los que lo hagan quedarán marcados de por vida".

"Mirando hacia atrás, ahora entiendo muchas cosas: sus decisiones, sus miedos, sus heridas. No lo culpo. Hizo lo que pudo con lo que tenía: sus traumas, sus esperanzas, sus libros, sus sueños. Me dio una vida distinta, dura y exigente, pero también rica en experiencias. Y aunque a veces deseo que todo hubiera sido distinto, también sé que soy quien soy por todo eso. Tal vez, al contar esta historia, no solo trato de entender a mi padre, sino de entenderme a mí mismo", cocluye.

Ajedrez, una 'medicina' contra el alzhéimer: "Es la base para retrasar la enfermedad"

Ajedrez, una ‘medicina’ contra el alzhéimer: “Es la base para retrasar la enfermedad”

En 2003, el doctor Joe Verghese, neurólogo y geriatra del Albert Einstein College of Medicine de Nueva York, se propuso un experimento para ver qué actividades de ocio servían de barrera contra la demencia. Reunió a más de 450 participantes de más de 75 años, los dividió en dos grupos y a unos les propuso actividades mentales como la lectura o los juegos de mesa (ajedrez, damas y cartas) y a los otros, actividades físicas como el baile o las caminatas. La conclusión cinco años después fue muy interesante: quienes jugaban a juegos de mesa al menos una vez por semana sufrían un 74% menos de riesgo de demencia.

Esa investigación, publicada por el New England Journal of Medicine, sirvió como punta de partida para otros estudios y para decenas de iniciativas en varios países, entre ellos, España. En ciudades como Málaga, Burgos, Mérida o San Sebastián se van tejiendo vínculos entre asociaciones contra el párkinson o el alzhéimer y clubes de ajedrez para utilizar los tableros como armas.

"No hay evidencia científica sobre el ajedrez en una patología en concreto, pero está comprobado que ayuda a la memoria o la concentración. Nosotros vemos cómo los usuarios que juegan al ajedrez mejoran en actividades diarias, por ejemplo recuerdan con más soltura los pasos para hacer un café", explica Alberto Toval, creador de la escuela de ajedrez Chesscul, que realiza talleres semanales en las asociaciones de párkinson, alzhéimer y esclerosis múltiple de Málaga.

"Soy ajedrecista de competición y fisioterapeuta. En mis prácticas de la carrera en centros de mayores vi que la mayoría de actividades estaban centradas en la parte física y no en la cognitiva. Luego, un amigo mío, José Antonio Sánchez, empezó a juntar a un montón de gente a jugar al ajedrez en el centro de mi ciudad, en la calle Larios, y todo eso me inspiró para crear Chesscul. El pasado abril reunimos a muchos usuarios de la provincia, más de una veintena, e hicimos un torneo. La acogida de la iniciativa ha sido muy buena porque también ayuda a la socialización. A muchos el ajedrez les sirve para escapar de la soledad", añade.

El caso de Lifländer

En 2017, un periodista finlandés del diario Imatralainen descubrió la historia de su compatriota Vilho Lifländer, un enfermo de alzhéimer de 94 años que continuaba jugando con habilidad pese a olvidar hechos muy recientes. Años antes, la revista Neurocase hablaba de un caso parecido, en este caso de un jugador británico que siguió moviendo fechas hasta su fallecimiento pese a que en la autopsia hallaron evidencias de un alzhéimer avanzado.

Se han documentado numerosos ejemplos que asumen el juego de las 64 casillas como una medicina contra las enfermedades neurodegenerativas, pero no se ha realizado ninguna investigación tan específica. En la mayoría se junta el ajedrez con otros pasatiempos -en Estados Unidos, con los puzles, en Europa, con las cartas, en China, con el mahjong...- y, aunque hay herramientas como la escala FAST y la escala GDS, medir el avance de este tipo de dolencias es muy complicado.

Un taller de Chesscul en Málaga

Un taller de Chesscul en MálagaChesscul

"Es el problema de siempre: ¿cómo cuantificar nuestro trabajo? Puedes seguir el avance de la enfermedad en una persona que recibe ayuda, pero no puedes saber cómo estaría sin esa ayuda", comenta Álvaro Fernández, gerente de la asociación Parkinson Burgos que lleva a cabo una iniciativa parecida a la que tiene lugar en Málaga. De hecho, el pasado abril, para el Día Mundial del Párkinson, también organizaron una competición que llenó de tableros el patio del Monasterio de San Juan.

"Nosotros empezamos con el tenis de mesa. Un club de aquí, de Burgos, nos ofreció dar unas clases a los usuarios, funcionó muy bien y pensamos en otras actividades que pudieran ser útiles. Cada vez es más evidente que las actividades cognitivas son la base para retrasar el avance de la enfermedad y por eso tiramos por el ajedrez", recuerda Fernández, que ya tiene a unos 50 pacientes interesados en el juego. Con la ayuda del Club Deportivo En Jaque han enseñado a mover las piezas a muchos, aunque las opciones del ajedrez no se quedan ahí. "El tablero se puede utilizar para ejercicios de memoria. Quitar un alfil y preguntar dónde estaba. O, mucho más difícil, retirar todas las piezas del tablero e intentar recordarlas. Es una estimulación cognitiva magnífica", finaliza.

David Navara, el gran maestro de ajedrez que cayó en depresión tras ser señalado como tramposo: "Lloraba durante horas"

David Navara, el gran maestro de ajedrez que cayó en depresión tras ser señalado como tramposo: “Lloraba durante horas”

La paranoia de las trampas en el ajedrez ha hecho aún más daño que los tramposos. El caso de David Navara, gran maestro de 40 años, trece veces campeón de la República Checa, lo ilustra a la perfección, aunque las aristas están más afiladas de lo habitual. Jugador de reputación intachable, hace un par de meses desveló que podría padecer el síndrome de Asperger. «Es muy común en genios ligeramente excéntricos... ¡aunque yo no soy ningún genio!», explicó.

Este viernes, confesó algo mucho más grave: estuvo a punto de suicidarse porque no podía soportar las acusaciones, más o menos veladas, del excampeón mundial Vladimir Kramnik. Navara también critica a la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que desoyó durante meses sus repetidas peticiones de amparo.

«Básicamente estaba pidiendo ayuda», relata Navara. Los llamamientos fueron «desesperados», según los describe él mismo, pese a lo cual el organismo que dirige Arkady Dvorkovich, también ruso, no le respondió hasta pasados más de seis meses. En ese tiempo se puso en manos de un psiquiatra y un psicoterapeuta, ya que se sentía «desequilibrado por completo».

Su sufrimiento comenzó en mayo de 2024, debido a un tuit de Vladimir Kramnik, quien «sugería» que varios jugadores eran sospechosos de hacer trampas en los torneos online que organiza cada semana Chess.com. Él llama a esas competiciones «Cheating Tuesdays» (martes de trampas), en lugar del nombre oficial de «Titled Tuesday» (martes de titulados, en referencia a los titulados que participan). Se celebran cada semana y suelen participar numerosos maestros y grandes maestros.

Con su denuncia a la FIDE, Navara no esperaba demasiado, más allá de despejar cualquier mancha que hubiera podido caer sobre su nombre. Con suerte, podría haber recibido una disculpa del excampeón mundial. Sabía que ninguna sanción que no fuera económica resultaría eficaz contra un jugador retirado.

Depresión y pensamientos suicidas

Al principio, David Navara intentó ignorar el mensaje, pero luego leyó algunos comentarios en un foro, incluidos los de algún colega al que respeta, y se vino abajo. Kramnik había sembrado la duda incluso entre grandes maestros de primera fila. El checo admite ahora que llovía sobre mojado. «Estaba muy deprimido y lloré durante horas. Desde mi infancia, no soy la persona mentalmente más estable. Tuve graves problemas a los 15 años, incluyendo pensamientos suicidas recurrentes. Por suerte, desaparecieron, pero regresaban de vez en cuando, en situaciones muy difíciles. Este caso volvió a inducir mis pensamientos suicidas y me causó mucho dolor».

El gran maestro da detalles inquietantes: «Existió un peligro real de suicidio a mediados de junio de 2024. Quiero enfatizar que creo firmemente que es una decisión equivocada en la gran mayoría de las situaciones, incluida la mía». De algún modo, tener malos resultados en esa época lo animó a seguir viviendo, porque no quería que nadie pensara que se quitaba la vida por eso.

Ejemplo de juego limpio

Las trampas son un problema real en el ajedrez, sobre todo por internet, pero Navara es uno de los jugadores más alejados de cualquier sospecha, como lo era Faustino Oro, el niño prodigio que ahora mismo lucha por ser el gran maestro más joven de la historia. El argentino también fue puesto en entredicho por el ruso, a su torva manera.

El gran maestro checo es un ejemplo de educación y deportividad, admirado por todos. En 2011, la FIDE llegó a crear un trofeo para recompensar un detalle excepcional de juego limpio en una de sus partidas. Ocurrió en la Copa del Mundo de de 2011, en Janti-Mansisk (Rusia). Tras seis horas de juego, Navara (República Checa) tenía ventaja decisiva contra Alexander Moiseenko (Ucrania). En ese momento ofreció tablas, para sorpresa de todos. Luego explicó que durante la partida, al hacer una jugada, tocó accidentalmente su rey y su alfil, que era la pieza que quería mover. Moiseenko pensaba que la mano tocó primero el rey, pero permitió que su rival jugara el alfil. No dejó que la norma sagrada de «pieza tocada, pieza movida» fuera demasiado lejos. Navara, pese a todo, no quiso ser recordado como un ajedrecista «poco ético», capaz de ganar de manera injusta, y decidió ofrecer el empate para devolver el gesto.

Respuesta amarga de Kramnik

El carácter de Navara contrasta con la respuesta de Kramnik en las redes sociales. No solo sigue pensando que no ha hecho nada malo. Cree que Navara se hace la víctima, censura su actitud «reprobable» y amenaza con ir a los Tribunales si él mismo o algún otro dice o escribe algo que no sea de su agrado. El hombre que derrocó a Garry Kasparov, una leyenda de los tableros, se ha erigido en un Quijote contra las trampas, pero a veces ve gigantes donde solo hay molinos.

En su reacción al escrito de Navara, Kramnik dice cosas muy graves, no sin desearle una rápida recuperación. «Si se siente culpable y ofendido, no puedo hacer nada al respecto más que encogerme de hombros», afirma. «A la "mafia del ajedrez": vuestro pánico es visible e inútil; el final está cerca». «Es triste ver a David caer en declaraciones tan falsas. Medio año de quejas y numerosos correos electrónicos a la FIDE, en lugar de enviarme uno a mí, que habría resuelto el problema».

Cuando algún aficionado le afea su comportamiento, Kramnik responde: «Alguien tiene que limpiar el ajedrez de la suciedad y la corrupción». Se siente al frente de una misión y es capaz de llevarse por delante a quien haga falta, sin mayores preocupaciones por la presunción de inocencia. De Susan Polgar a José Carlos Ibarra, grandes maestros destacados han salido en defensa de David Navara. Otros no se han manifestado todavía, como tampoco lo ha hecho (al cierre de estas líneas) la Federación Internacional de Ajedrez.

Dani Olmo: “Tener cocinero, nutricionista o asesores no es tener privilegios; son herramientas de trabajo”

Actualizado Miércoles, 4 junio 2025 - 22:46

Es un tipo serio. Al principio de la entrevista dice que no, pero es un tipo serio. Dani Olmo (Barcelona, 27 años), ya saben, se fue a Zagreb, extraño destino, a jugar al fútbol siendo un niño, y luego eligió Leipzig, de entrada un lugar poco llamativo, para continuar su carrera. Habla idiomas como si no costara (y hasta piensa en croata si se lo propone), juega al ajedrez y cuida mucho de la gente que trabaja con él. Impulsada su fama por su primer año en el Barça, dice que sería capaz, si le dan un balón, de repetir el recorte que le hizo a Tchouaméni para el 2-1 en las semifinales de la Eurocopa del año pasado. Y lo dice en serio.

Tiene pinta de serio.
¿Yo?
Sí, usted.
Me gusta ser serio, y así sorprendo un poco, ¿no?
¿Pero entonces lo hace a propósito? Como para marcar distancias...
¡No, qué va! Si le preguntas a cualquiera del equipo, igual se ríe.
¿Ah sí?
Bueno, depende a quién le preguntes.
Cuénteme un chiste, entonces.
No, no, eso no. En eso soy muy malo. Venga, soy serio, soy serio.
Me han dicho que lleva un anillo que le controla hasta la respiración.
No, sólo para dormir, he cambiado el anillo por la pulsera. Me sirve de guía. No le hago caso al 100% porque si no, te vuelves loco, pero cuando me levanto sí que miro a ver si mis sensaciones concuerdan con lo que dice la pulsera sobre el descanso.
¿Cuántas horas necesita o le gusta dormir?
Intento dormir de ocho a nueve horas al día. Intento irme a dormir siempre a las 23.00, aunque algunos días no lo consigo, hasta las 8.00.

"El tema de la inscripción me lo tomé con tranquilidad porque no dependía de mí, me apoyé en mis compañeros y en mi pareja"

¿Siesta?
No soy de siesta. Aunque el otro día tuvimos una charla aquí en la selección sobre el sueño y me lo recomendaron, así que igual empiezo.
No está mal tener un trabajo donde le recomienden dormir la siesta.
Al parecer, ayuda a mejorar el rendimiento, así que nada, a dormir.
¿La alimentación le obsesiona?
No me obsesiona, porque nada que te obsesione es bueno, pero sí lo cuido bastante. Por la experiencia de estos años, conozco mi cuerpo y sé lo que necesita.
En días postpartido, ¿qué come?
Los días de partido, o post, que estoy más cansado, intento comer grasas saludables. Salmón, aguacate, nueces, frutos secos, que me ayudan más a recuperar.
Para alguien que juega a su nivel, casi todo es previa o postpartido.
Sí, por eso hay que cuidar la dieta al milímetro, porque te puede alterar el rendimiento.
¿Llega al límite de pesar la comida?
Ahora sí. No yo, pero sí mi cocinero personal, que llevo trabajando con él dos meses, y él está en contacto con el nutricionista y entre ellos hablan y deciden todo.

"De mayor quiero ser... feliz. ¿Te parece bien? Creo que es un buen objetivo"

Cocinero, nutricionista, asesores de prensa... ¿los futbolistas son conscientes de que viven en una realidad poco habitual para el resto?
No es lo habitual, pero seguimos siendo personas normales. Somos unos privilegiados, porque podemos jugar al fútbol de manera profesional, pero al final tener eso, nutricionista, cocinero, asesores que nos ayudan con la comunicación... no son privilegios, son nuestras herramientas de trabajo para llevar nuestro rendimiento al máximo. Si se puede mejorar un 1% con todas estas cosas, lo voy a hacer.
¿Cómo de cansado llega a este final de temporada?
No mucho, porque por desgracia he estado parado varias veces por lesiones. Así que llego bien, con ganas de acabar bien el año. Mejor aún, con ganas de ganar otro título.
El control que hace en el 2-1 contra Francia... ¿lo recuerda exactamente?
Sí, sí, claro que me acuerdo. El primer rechace lo controlo bien, no se me queda para disparar y cuando me salta Tchouaméni, veo que se queda clavado e intento regatearle. Lo conseguí y luego fue gol.
Hay mucha grandilocuencia en el fútbol. Esas cosas no se ensayan.
En el fútbol puedes trabajar muchas cosas, analizar mucho, pero la mayor parte del tiempo es improvisación. Tú puedes trabajar una jugada, pero esa jugada en un partido no sale, y hay que improvisar.
Hemos visto al PSG y al Barça jugar a un ritmo altísimo, con mucha presión... ¿vamos hacia ese tipo de fútbol?
El fútbol que jugaba Luis Enrique aquí en la selección y el de ahora en el PSG ha cambiado. Todo evoluciona, va muy rápido, es mucho más físico... Pero al final los jugadores de calidad son los que siguen marcando la diferencia.
Tú puedes preparar mucho, pero te sale un Lamine, ¿y qué haces contra eso?
Pues te rompen. El fútbol es un duelo de individualidades.
¿Qué balance hace de su primer año en el Barça?
Estoy contento. Tres títulos en el primer año, unas semis de Champions con sabor agridulce porque podríamos haber hecho algo más... Y con hambre de más. Me he perdido algunos partidos que me hubiese gustado jugar, así que con muchas ganas de seguir mejorando y sintiendo que le puedo aportar mucho más al equipo.
El 'caso Olmo', la inscripción o no inscripción... ¿Cómo lo gestionaba?
Con tranquilidad. Yo confiaba en el club, porque era algo que no dependía de mí. Yo lo que hacía era entrenar y esperar la luz verde para poder jugar. Ayudando al equipo desde otra posición.
¿Quién fue su máximo apoyo?
Los compañeros y la familia. También mi pareja, que es con la que vivo. Pero eran cosas externas que no dependían de mí, no podía hacer nada, sólo podía entrenar.
Es difícil aprender que lo que no depende de ti no merece el gasto de energía.
Lo intentas. No te puedes aislar al 100%, porque son situaciones que repercuten en tí de manera directa, pero hay cosas que no puedes controlar. Intentas alejarte, aunque es complicado. Al final salió todo bien, así que no hay excusa posible y ya está olvidado.

ANGEL NAVARRETE

¿Qué le aporta el ajedrez?
Táctica, conocimiento, concentración... Muchas cosas, y también un poquito de evasión, porque cuando estás jugando al ajedrez no puedes pensar en otra cosa.
¿Ha visto el puñetazo de Carlsen cuando perdió contra el campeón del mundo?
No, aún no. Yo no he llegado al punto de darle un puñetazo a la mesa, pero sí que te da mucha rabia. Sobre todo cuando repasas las partidas, las analizas, y ves que se te ha pasado alguna cosa muy obvia. Aquí juego con Unai Simón.
¿Le gusta más el ajedrez o el fútbol?
El fútbol, pero por poco [se ríe].
Y todo eso que le enseña el ajedrez, ¿tiene traslado al fútbol?
Son deportes muy parecidos. En los dos hay millones y millones de movimientos posibles. Además, el comienzo es idéntico: dos equipos iguales que, una vez se pone el balón, o las piezas, en movimiento, cuentan con infinitas posibilidades.
¿Cómo empezó?
Yo sabía jugar de pequeño, y aunque no recuerdo practicar mucho, en el Leipzig empecé a jugar con Poulsen, que éramos del mismo nivel. Porque mola jugar con gente de tu nivel. Si hay mucha diferencia, no te diviertes.
Habla muchos idiomas, pero ¿en qué idioma piensa?
En español.
¿Siempre?
No, dependiendo del idioma que hable. Con mi pareja hablamos en inglés y pienso en inglés, cuando hablo en croata pienso en croata, ¡y eso sí que es máximo nivel! Fui muy joven y se asimila mejor.
Sabiendo lo que sabe hoy, ¿volvería a irse a Croacia?
Sí, a nivel profesional y personal. Lo que aprendí y mejoré en Zagreb es lo que me ha hecho ser el jugador que soy.

"Me gusta más el fútbol que el ajedrez, pero por poco. El ajedrez es táctica, conocimiento, concentración..."

¿Cuándo sea mayor qué quiere ser?
Pues feliz, quiero ser feliz. Te parece bien, ¿no?
Sí claro. ¿Por qué ha explotado esta selección en este último tramo?
Es un proceso. Si te fijas el bloque no ha cambiado mucho. En la Eurocopa 2021 merecimos más en la semifinal contra Italia, y en el Mundial en los penaltis contra Marruecos, pero básicamente éramos los mismos. Al final se trata de estar ahí y meterla para dentro.
Vivir en Barcelona, tener más cerca a la familia y a los amigos... ¿le ha venido bien?
Sí. Es calidad de vida, pero a mí en competición no me gusta cambiar lo que hacía cuando vivía fuera. Soy un tío muy casero. Estar en Barcelona, cerca de la familia y amigos, pues surgen plantes, cosas... pero yo necesito mis rutinas.
El peor gesto de Carlsen: un puñetazo en la mesa tras perder una partida

El peor gesto de Carlsen: un puñetazo en la mesa tras perder una partida

Actualizado Lunes, 2 junio 2025 - 16:35

Los genios del ajedrez suelen llorar sus derrotas de niños y maldecirlas de adultos. En ese dolor insoportable ante la idea de perder reside gran parte de su fuerza. Magnus Carlsen, número uno del mundo, reaccionó este domingo de una manera muy poco deportiva, sobre todo en un juego que solía presumir de ejemplar. El gran maestro noruego dio un puñetazo en la mesa en el momento en el que abandonaba su partida contra Gukesh Dommaraju, campeón del mundo. El joven indio, de 19 años, lograba así su primera victoria en ajedrez clásico contra el mejor jugador del planeta. Era un duelo cargado de morbo, en el que ambos tenían muchas cosas que demostrar.

El propio Gukesh reaccionó con deportividad al feo gesto de Carlsen. "Entiendo su reacción, porque yo mismo he golpeado muchas mesas", disculpó el campeón. Cabe aclarar que el enfado de Magnus estaba dirigido sin matices contra sí mismo, por malograr una clara ventaja trabajada durante horas, con un porcentaje de precisión que poco antes de su pérdida de papeles era del 99 por ciento. Carlsen asestó su puñetazo sobre la mesa, que hizo que las piezas saltaran por el tablero; curiosamente, el rey y algunas piezas del indio fueron las únicas que se mantuvieron en pie. Inmediatamente después, Magnus le dio la mano a su rival, que seguía lidiando con sus propias emociones. Acaba de cumplir 19 años y todavía hay críticos que lo consideran indigno de llevar la corona.

En los vídeos se ve cómo poco después del golpe, mientras Gukesh aún contiene su alegría, el noruego pasa a su lado como un ciclón, pero tiene tiempo de darle un toquecito cómplice en la espalda, casi cariñoso. La relación entre ellos sigue siendo cordial, eso es seguro, y lo único dañado ha sido la imagen del número uno.

Exceso de motivación

En la primera vuelta, el jugador vikingo ya superó al campeón, todavía líder del Norway Chess, el torneo más fuerte del año, ya que participan los cinco mejores del mundo, además del chino Wei Yi, número 19. Entonces publicó un tuit (después de su derrota no ha sido tan rápido en reaccionar) con una frase de la serie 'The Wire': "Si vienes a por el rey, es mejor que no falles". Ganar de nuevo al campeón y colocarle un 2-0 habría supuesto un golpe de autoridad sobre la mesa. Al transformar esa autoafirmación moral en una prueba física de frustración, en un impacto real, Carlsen se coloca a sí mismo en una posición delicada.

Por desgracia para él, es reincidente, ya que no es la primera vez que reacciona airado a alguna derrota inesperada. Algunos grandes maestros, como Ivan Sokolov, se apresuraron a defender su gesto, que en todo caso cualquier ajedrecista puede entender. Hay pocas cosas más duras que dejar escapar una partida importante por un error postrero, después de horas de concentración. "Tuvo una reacción emocional normal después de su error... perdiendo una partida que estaba 'ganando' durante bastante tiempo... Inmediatamente reajustó las piezas. Mostró respeto a Gukesh y salió. No hay nada malo en su comportamiento", explicó el gran maestro neerlandés.

Calma extrema del joven campeón

De Gukesh cabe admirar varias virtudes, no solo la naturalidad con la que entendió el enfado de su oponente. Durante la partida, se vio sometido por una fuerza de la naturaleza, pero nunca se rindió. Primero, tras ser neutralizado en las primeras jugadas, pese a que él llevaba las piezas blancas, tuvo que decidir si seguía jugando a ganar y volvió a apostar por el riesgo, en lo que ya es una de sus señas de identidad.

En el confesionario, una de las aportaciones del Norway Chess al panorama ajedrecístico (la otra es que los duelos nunca terminan en empate), Carlsen ya había comentado esta circunstancia. Conocedor de que Gukesh es "muy ambicioso", incluso contra él, Magnus esperaba que su enemigo jugara a ganar, en lugar de buscar un sencillo empate. Pronto vio que desde un punto de vista objetivo era el camino erróneo, pero el indio no dejó que el arrepentimiento hiciera mella en su voluntad y nunca se vino abajo. Siguió luchando y resistió de forma heroica para mantener la partida viva hasta la fase final, en la que la presión del tiempo se convierte en un factor crucial. Cuando escasean los minutos, y en Noruega se juega a un ritmo más alto de lo normal, los errores empiezan a aparecer incluso cuando el protagonista es Magnus Carlsen, que hasta ese momento había jugado al nivel de las máquinas.

A falta de cuatro partidas, todo está por decidir en la ciudad noruega de Stavanger, pero hay algo que no tiene vuelta atrás. El joven tiburón ha probado la sangre de quien muchos consideran el mejor jugador de la historia. El veterano número uno, dolido y arrepentido, sabe bien que la relación entre ambos ha entrado en otra dimensión. La posibilidad de someterlo en los próximos enfrentamientos está más lejos que antes. Una vez roto el cristal del respeto, este ya no se recompone jamás. Las próximas partidas entre ambos serán un espectáculo de primer nivel. Quién sabe incluso si a Carlsen no le servirá como estímulo para intentar recuperar una corona a la que renunció de forma voluntaria, aburrido de no encontrar enemigos de su talla.

El clandestino camino de persecuciones de los talibanes al ajedrez

El clandestino camino de persecuciones de los talibanes al ajedrez

Actualizado Jueves, 15 mayo 2025 - 22:48

El mejor jugador de Afganistán, Hameedullah Haidary, con 2168 puntos Elo, entra a duras penas en el top 10.000 de la clasificación internacional, pero la prohibición del ajedrez no es solo un golpe a la competición en aquel país. Al contrario que en otros lugares donde este juego también estuvo vetado, como Irán, en Afganistán no ha dado tiempo a que florezcan grandes maestros, mucho menos maestras, porque a las mujeres no les permitieron nunca regresar a los tableros. El fanatismo ha reactivado ahora la prohibición, vigente entre 1996 y 2001, contra un juego milenario que tiene una larga tradición de persecuciones. Los reguladores de lo divino y lo humano han sospechado con frecuencia de las 64 casillas, casi siempre por ignorancia, al considerarlo un juego de azar o una actividad que incluye las apuestas.

Según informa el sitio de noticias afgano Khaama Press, el Ministerio para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio ha prohibido el ajedrez debido a "consideraciones religiosas", sin entrar en demasiados detalles ni explicar las consecuencias de saltarse las nuevas normas. Todas las actividades ajedrecísticas se han suspendido indefinidamente y la Federación Nacional ha quedado disuelta.

Los peones solo pueden caminar hacia delante, pero la historia tiende a retroceder en algunos entornos. En 1987, el gobierno de Mohammad Najibullah reconoció los beneficios educativos del ajedrez y lo introdujo como materia escolar en los colegios. Nueve años después, la llegada al poder de los talibanes acabó con los gambitos. En el caso de las damas fue aún peor, porque cuando cayó el régimen en 2001 ellas no recuperaron la posibilidad de jugar.

Representantes de la Federación Afgana de Ajedrez han intentado apelar el decreto del emir talibán Haibatulá Ajundzadá, hecho público el día 12, pero al parecer vigente desde tres días antes. De momento, no han tenido ningún éxito. De hecho, según cuenta el gran maestro australiano Ian Rogers, que cita a un funcionario afgano, la federación llevaba dos años inactiva debido a problemas de gestión. No obstante, el ajedrez afgano mantiene un resquicio para la esperanza, porque la suspensión del ajedrez podría ser temporal, al contrario de lo que ocurre con las artes marciales mixtas. Se cree que hay en marcha revisiones religiosas y administrativas que quizá acaben con una especie de indulto al ajedrez.

El argumento principal de los defensores del juego es que otros países islámicos tienen incluso grandes maestros y su actividad no atenta contra ningún principio religioso. Kirsan Ilyumzhinov, expresidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), ha anunciado en X que ha preparado un recurso dirigido al gobierno talibán, para que reconsidere su decisión.

Una larga tradición de persecuciones

Lo cierto es que el ajedrez se ha topado más de una vez contra varias clases de muros religiosos. En Irán, tras la Revolución Islámica de 1979, el ayatolá Jomeini prohibió el ajedrez con argumentos parecidos. El régimen rectificó en 1988 y reconoció incluso sus beneficios intelectuales, siempre que no interfiriera con las oraciones ni hubiera apuestas de por medio. Irán tiene en la actualidad ajedrecistas fortísimos, como Parham Maghsoodloo, número 30 del mundo. Su mejor jugadora, Sara Khadem, huyó del país y defiende en la actualidad los colores de la selección española, mientras que Francia acogió a la superestrella Alireza Firuozja (número 10), considerado por Magnus Carlsen el mejor de su generación y un posible sucesor.

En Arabia Saudí, el gran muftí declaró el ajedrez como "haram" (prohibido) en 2016, por fomentar el odio y distraer de las oraciones. Luego, su declaración no adquirió fuerza legal y la federación nacional intenta relanzar el juego con la organización de torneos internacionales. Este verano está previsto uno, con la participación de jugadores españoles. En China, la Revolución Cultural (1966-1976) también la tomó con el ajedrez, por considerarlo una influencia capitalista, pero la prohibición se levantó en los 70 y ahora China es una potencia mundial. La actual campeona del mundo es Ju Wenjun, que venció en la final a su compatriota Tan Zhongyi, mientras que Ding Liren fue campeón absoluto entre 2023 y 2024.

En Europa, la época más oscura para el ajedrez fue la Edad Media. Luis IX de Francia lo consideraba una distracción moral y el Sínodo de Wurzburgo (Alemania) de 1329 adujo razones religiosas para alinearse contra los ajedrecistas. El arzobispo de Canterbury John Peckham amenazó con condenar a los fieles que practicaran el ajedrez a una dieta de pan y agua. Entre los abogados discrepantes, el obispo de Florencia defendía con conocimiento de causa que el ajedrez es un juego de habilidad y no de azar.

El judaísmo tampoco se ha librado de la tentación prohibicionista, pero por lo general ha sido más leve, por iniciativas personales de algunos rabinos y con advertencias relacionadas con el 'sabath' y los peligros de un juego que puede distraer la mente de las responsabilidades religiosas. Unamuno, célebre víctima del vicio, ya alertó a sus lectores de la peligrosa "seducción de la mansa e inofensiva locura del ajedrecismo".

Los talibanes prohíben el ajedrez en Afganistán por "objeciones religiosas respecto al juego"

Los talibanes prohíben el ajedrez en Afganistán por “objeciones religiosas respecto al juego”

Actualizado Domingo, 11 mayo 2025 - 16:05

El ajedrez ha sido prohibido oficialmente en Afganistán, según un funcionario del Comité Olímpico Nacional de Afganistán.

La decisión ha sido confirmada por Atal Mashwani, portavoz del Comité Olímpico Nacional de Afganistán, quien ha indicado que la suspensión estará vigente "por un tiempo indefinido" y se debe a "preocupaciones religiosas respecto al juego".

La suspensión se produce en medio de un mayor escrutinio de diversas actividades por parte de las autoridades talibanas y refleja la creciente influencia de las interpretaciones conservadoras de la ley islámica en las actividades deportivas afganas.

Algunos eruditos islámicos afirman que los deportes que se ajustan a los principios islámicos no solo son permisibles, sino que en algunos casos incluso se fomentan. Por ello, las perspectivas religiosas han apoyado cada vez más la promoción de las actividades físicas y mentales.

"Todos los deportes que no perjudiquen la salud, no atenten contra la dignidad humana, no impliquen corrupción financiera ni distraigan de los deberes religiosos son permisibles, y algunos incluso se consideran Sunnah", ha expresado el erudito Mohammad Saleh Islampur.

Ju Wenjun, impasible y despiadada, gana su quinto Mundial de ajedrez y se equipara a las grandes de la historia

Ju Wenjun, impasible y despiadada, gana su quinto Mundial de ajedrez y se equipara a las grandes de la historia

Actualizado Miércoles, 16 abril 2025 - 14:05

El Mundial Femenino de Ajedrez ha terminado en Chongqing con la victoria de Ju Wenjun, que revalida su título por cuarta vez y puede compararse ya con las mejores de la historia. Con solo 34 años, es una de las cuatro ajedrecistas que han logrado cinco coronas o más de ajedrez absoluto. Es la primera vez, además, que lo logra con gran ventaja sobre su oponente. El 6,5 a 2,5 final recuerda a grandes jugadoras del pasado, como Vera Menchik, primera campeona de la historia, que solía ganar sus títulos con enorme ventaja.

El duelo jugado en China y con dos representantes de aquel país se presentaba igualado. Las dos rivales pertenecen a la misma generación (Tan Zhongyi tiene 35 años), tienen experiencia como campeonas y se conocen a la perfección. La aspirante se adelantó en la segunda partida, lo que daba aún más emoción al campeonato, pero luego Ju Wenjun se encargó de liquidar sus esperanzas por la vía rápida.

Ju Wenjun, campeona desde 2018, igualó el marcador en la siguiente partida, sin permitir que Tan consolidara su ventaja, luego resistió de forma heroica en la cuarta y ahí encadenó una racha de cuatro victorias seguidas. Cada día que pasaba, el Mundial estaba más sentenciado. El 6,5 a 2,5 final es de los resultados más contundentes de las últimas ediciones, por la ventaja final de cuatro puntos y, más aún, por el altísimo porcentaje de victorias. Son cinco partidas ganadas, frente a tres tablas y una única derrota, lo que da idea de su dominio, como mínimo matemático. Como suele ocurrir, la realidad fue algo más igualada, al menos al principio, cuando la campeona tuvo la «suerte» de salvarse en un par de partidas críticas.

Solo en la última partida del Mundial, este miércoles, Ju Wenjun ha estado conformista, sabedora de que las tablas le daban el título de forma automática. Pese a todo, los cronistas presentes en China aseguran que se podía percibir cierta tensión, con Tan Zhongyi dispuesta a dejarse la piel en su última oportunidad, sin nada que perder. La campeona exhibió su pragmatismo y se dedicó a ir cambiando piezas, sin comprometer su seguridad. No le costó demasiado lograr el medio punto definitivo.

El poder de la concentración

Más allá de su excelente estado de forma, el triunfo de Ju Wenjun es el de la seriedad en el tablero. Algo menos espectacular que su oponente, solo cuando servía para rematar las partidas se permitía algún sacrificio, concesiones necesarias al espectáculo que servían para rematar las partidas. Uno de sus características en este Mundial ha sido también la concentración, rasgo que ella misma resaltaba hace unos días. Apenas se levantaba de la silla en las cuatro o cinco horas de lucha. No se ha permitido la menor distracción, con una actitud que se ha demostrado rentable.

Ju Wenjun se une así al selecto grupo de ajedrecistas que han ganado el Mundial Femenino cinco veces o más: Vera Menchik, Nona Gaprindashvili y Maia Chiburdanidze fueron las anteriores. Susan Polgar es otra pentacampeona, aunque sumando otros títulos diferentes al de ajedrez clásico. La húngara, sin embargo, no se puede considerar inferior a las citadas, dado que solo quiso participar en el Mundial Femenino para callar a sus críticos, que decían que era la número uno del mundo porque jugando contra hombres era más sencillo ganar puntos Elo. En su única participación, ganó con enorme claridad, con otro 6-2, además de cinco tablas, frente a la china Xie Jun.

Con las hermanas Polgar retiradas, en cualquier caso, el ajedrez chino mantiene su hegemonía, aunque las jugadoras indias ganaron la Olimpiada y parecen el relevo natural. La última campeona del mundo de otro país fue la ucraniana Mariya Muzychuki, en 2015.

El Mundial de ajedrez femenino: 'clandestino', sin premio conocido y con una española como única 'occidental' ante el dominio chino

El Mundial de ajedrez femenino: ‘clandestino’, sin premio conocido y con una española como única ‘occidental’ ante el dominio chino

Actualizado Miércoles, 2 abril 2025 - 00:46

Hubo un tiempo en que el Mundial Femenino de Ajedrez cambiaba de bandera, pero no de protagonista. Vera Menchik, primera campeona, lo ganó en nueve ocasiones, la primera vez como soviética (1927), luego como checoslovaca y por último bajo bandera británica (1939). Habría prolongado su dominio aún más, de no ser por los bombardeos alemanes sobre Londres, que le dieron un 'jaque mate' injusto y cruel en 1944. En las últimas décadas hemos asistido al fenómeno contrario: las ajedrecistas chinas han dominado con fiereza, alternando a media docena de campeonas del mundo, muy diferentes entre sí, pero casi intercambiables ante los ojos poco entrenados de Occidente.

Para saber más

Las dos últimas campeonas son Ju Wenjun y Tan Zhongyi, dos jugadoras de la misma generación, 34 y 33 años, que se han repartido la corona desde 2017. La mantendrán al menos un ciclo más. La primera es la reina vigente de los tableros, seguramente la más estable y favorita, pero tendrá que demostrarlo a partir de este 3 de abril. Serán 12 partidas en las que, como dice la aspirante, veremos «dos batallas, la ajedrecística y la psicológica». Para mantener cierta equidad, la lucha se ha repartido entre dos ciudades, Shanghái y Chongqing, aunque ya sabemos que el resultado no alterará el mapa geoestratégico.

Llevamos ya un cuarto de siglo de tiranía china. Desde 1991, solo han encontrado brechas en la Gran Muralla dos ajedrecistas ucranianas, una rusa, otra búlgara y la húngara Susan Polgar. Para que quede claro que no es casualidad, en la clasificación de la FIDE las cuatro primeras clasificadas son chinas. Un control semejante de un solo país no se produce entre los hombres desde hace décadas, aunque los grandes maestros indios parecen capacitados para intentar un asalto similar.

La número 1, ajena y descontenta

En lo que sí se parecen el ajedrez masculino y el femenino es que los dos números 1 observan los Campeonatos del Mundo en la distancia. Si Magnus Carlsen se cansó de defender el título, Hou Yifan mantiene un perfil aún más discreto. Campeona en cuatro ocasiones, entre 2010 y 2016, la gran maestra china comparte con el noruego su descontento con el formato del Mundial. Sigue en activo, pero el ajedrez se ha convertido en un «pasatiempo», pese a que es la única ajedrecista que, después de Judit Polgar, ha podido competir contra los mejores.

Ju Wenjun y Tan Zhongyi están a más de 80 puntos Elo de ella, quien a su vez camina ya muy lejos de su mejor puntuación. En cierto modo, el ajedrez femenino está estancado, a la espera de que termine de aflorar una nueva generación de niñas prodigio, que prometen estrechar de nuevo los márgenes entre hombres y mujeres en los tableros.

La FIDE, que también intenta acortar esa distancia, no ha desvelado el premio que se repartirán las dos candidatas al título. En la última edición fueron solo 500.000 dólares, un quinto de lo que se repartieron Gukesh Dommaraju y Ding Liren el año pasado. El mero hecho de que no se haya anunciado la cifra es un mal dato para el ajedrez femenino, que no logra atrapar el mismo interés, más aún con dos candidatas del mismo país y sin jugadoras occidentales con opciones de lograr el título. La primera ajedrecista de la clasificación internacional que no es asiática o del antiguo bloque del Este es la española Sara Khadem (nacida en Irán), que ocupa el puesto 21.

La historia nos enseña que estos ciclos no son eternos, por supuesto. De hecho, el ajedrez estuvo prohibido en China durante la Revolución Cultural, entre 1966 y 1976, bajo el régimen de Mao Zedong. Era considerado un símbolo de la «decadencia capitalista». Luego, empezó a ser visto como una imagen de prestigio nacional, algo parecido a lo que ocurría en la Unión Soviética a comienzos del siglo XX, cuando Lenin impulsó el «ajedrez para las masas». El mensaje caló también entre las mujeres y, después de la fuga y posterior muerte de Vera Menchik, las soviéticas recuperaron el liderazgo.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.Gong Bing / Xinhua News / ContacMUNDO

Figuras como Ludmilla Rudenko (ucraniana, entonces parte de la URSS), Elizaveta Bykova y Olga Rubtsova consolidaron este predominio, hasta que en los sesenta, y sin salir todavía del imperio soviético, empezó el reinado de la pequeña república de Georgia. Allí el ajedrez gozaba de una larga tradición, muy anterior a la bolchevique y con un acento femenino más marcado, ya que desde la Edad Media las dotes nupciales incluían tableros.

Largo reinado

El reinado de Nona Gaprindashvili (quien hace no tanto demandó a Netflix por la serie "Gambito de dama") y Maia Chiburdanidze se prolongó durante tres décadas, hasta que en los noventa aparecieron las chinas, encabezadas por Xie Jun, primera campeona mundial del gigante asiático y actual presidenta de su Federación de Ajedrez.

En medio, cabe destacar la aparición de las hermanas Polgar, tres niñas húngaras que como saben los aficionados merecen una novela aparte. También tuvieron breves periodos de reinado figuras individuales procedentes de Bulgaria y Ucrania (con las hermanas Muzychuk al frente), en parte como herencia del ajedrez soviético.

Después de la victoria de la India en la última Olimpiada Femenina de Ajedrez, cabe pensar que las jugadoras de este país podrían inaugurar más pronto que tarde un nuevo ciclo y emular a sus colegas masculinos. De momento, sin embargo, solo hay una ajedrecista india en el top 10 y tres entre las 15 mejores. Ya veremos si China vuelve a conseguir otro Mundial en el que solo ondee su bandera.