El Mundial de ajedrez femenino: 'clandestino', sin premio conocido y con una española como única 'occidental' ante el dominio chino

El Mundial de ajedrez femenino: ‘clandestino’, sin premio conocido y con una española como única ‘occidental’ ante el dominio chino

Actualizado Miércoles, 2 abril 2025 - 00:46

Hubo un tiempo en que el Mundial Femenino de Ajedrez cambiaba de bandera, pero no de protagonista. Vera Menchik, primera campeona, lo ganó en nueve ocasiones, la primera vez como soviética (1927), luego como checoslovaca y por último bajo bandera británica (1939). Habría prolongado su dominio aún más, de no ser por los bombardeos alemanes sobre Londres, que le dieron un 'jaque mate' injusto y cruel en 1944. En las últimas décadas hemos asistido al fenómeno contrario: las ajedrecistas chinas han dominado con fiereza, alternando a media docena de campeonas del mundo, muy diferentes entre sí, pero casi intercambiables ante los ojos poco entrenados de Occidente.

Para saber más

Las dos últimas campeonas son Ju Wenjun y Tan Zhongyi, dos jugadoras de la misma generación, 34 y 33 años, que se han repartido la corona desde 2017. La mantendrán al menos un ciclo más. La primera es la reina vigente de los tableros, seguramente la más estable y favorita, pero tendrá que demostrarlo a partir de este 3 de abril. Serán 12 partidas en las que, como dice la aspirante, veremos «dos batallas, la ajedrecística y la psicológica». Para mantener cierta equidad, la lucha se ha repartido entre dos ciudades, Shanghái y Chongqing, aunque ya sabemos que el resultado no alterará el mapa geoestratégico.

Llevamos ya un cuarto de siglo de tiranía china. Desde 1991, solo han encontrado brechas en la Gran Muralla dos ajedrecistas ucranianas, una rusa, otra búlgara y la húngara Susan Polgar. Para que quede claro que no es casualidad, en la clasificación de la FIDE las cuatro primeras clasificadas son chinas. Un control semejante de un solo país no se produce entre los hombres desde hace décadas, aunque los grandes maestros indios parecen capacitados para intentar un asalto similar.

La número 1, ajena y descontenta

En lo que sí se parecen el ajedrez masculino y el femenino es que los dos números 1 observan los Campeonatos del Mundo en la distancia. Si Magnus Carlsen se cansó de defender el título, Hou Yifan mantiene un perfil aún más discreto. Campeona en cuatro ocasiones, entre 2010 y 2016, la gran maestra china comparte con el noruego su descontento con el formato del Mundial. Sigue en activo, pero el ajedrez se ha convertido en un «pasatiempo», pese a que es la única ajedrecista que, después de Judit Polgar, ha podido competir contra los mejores.

Ju Wenjun y Tan Zhongyi están a más de 80 puntos Elo de ella, quien a su vez camina ya muy lejos de su mejor puntuación. En cierto modo, el ajedrez femenino está estancado, a la espera de que termine de aflorar una nueva generación de niñas prodigio, que prometen estrechar de nuevo los márgenes entre hombres y mujeres en los tableros.

La FIDE, que también intenta acortar esa distancia, no ha desvelado el premio que se repartirán las dos candidatas al título. En la última edición fueron solo 500.000 dólares, un quinto de lo que se repartieron Gukesh Dommaraju y Ding Liren el año pasado. El mero hecho de que no se haya anunciado la cifra es un mal dato para el ajedrez femenino, que no logra atrapar el mismo interés, más aún con dos candidatas del mismo país y sin jugadoras occidentales con opciones de lograr el título. La primera ajedrecista de la clasificación internacional que no es asiática o del antiguo bloque del Este es la española Sara Khadem (nacida en Irán), que ocupa el puesto 21.

La historia nos enseña que estos ciclos no son eternos, por supuesto. De hecho, el ajedrez estuvo prohibido en China durante la Revolución Cultural, entre 1966 y 1976, bajo el régimen de Mao Zedong. Era considerado un símbolo de la «decadencia capitalista». Luego, empezó a ser visto como una imagen de prestigio nacional, algo parecido a lo que ocurría en la Unión Soviética a comienzos del siglo XX, cuando Lenin impulsó el «ajedrez para las masas». El mensaje caló también entre las mujeres y, después de la fuga y posterior muerte de Vera Menchik, las soviéticas recuperaron el liderazgo.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.

Tan Zhongyi, candidata al título mundial.Gong Bing / Xinhua News / ContacMUNDO

Figuras como Ludmilla Rudenko (ucraniana, entonces parte de la URSS), Elizaveta Bykova y Olga Rubtsova consolidaron este predominio, hasta que en los sesenta, y sin salir todavía del imperio soviético, empezó el reinado de la pequeña república de Georgia. Allí el ajedrez gozaba de una larga tradición, muy anterior a la bolchevique y con un acento femenino más marcado, ya que desde la Edad Media las dotes nupciales incluían tableros.

Largo reinado

El reinado de Nona Gaprindashvili (quien hace no tanto demandó a Netflix por la serie "Gambito de dama") y Maia Chiburdanidze se prolongó durante tres décadas, hasta que en los noventa aparecieron las chinas, encabezadas por Xie Jun, primera campeona mundial del gigante asiático y actual presidenta de su Federación de Ajedrez.

En medio, cabe destacar la aparición de las hermanas Polgar, tres niñas húngaras que como saben los aficionados merecen una novela aparte. También tuvieron breves periodos de reinado figuras individuales procedentes de Bulgaria y Ucrania (con las hermanas Muzychuk al frente), en parte como herencia del ajedrez soviético.

Después de la victoria de la India en la última Olimpiada Femenina de Ajedrez, cabe pensar que las jugadoras de este país podrían inaugurar más pronto que tarde un nuevo ciclo y emular a sus colegas masculinos. De momento, sin embargo, solo hay una ajedrecista india en el top 10 y tres entre las 15 mejores. Ya veremos si China vuelve a conseguir otro Mundial en el que solo ondee su bandera.

Mujer y judía, bajo una dictadura comunista: la redención de Susan Polgar a través del ajedrez

Mujer y judía, bajo una dictadura comunista: la redención de Susan Polgar a través del ajedrez

"Mucha gente no quiere escucharlo, pero las mujeres y el ajedrez no encajan. Lo siento, están indefensas frente a un hombre. Es pura lógica". Garry Kasparov no anduvo fino cuando respondió así en una entrevista para Playboy, pero aún no conocía a las hermanas Polgar. Judit, la menor, llegó al top 10 masculino, pero fue Susan, la mayor, quien allanó el camino, rompió el muro comunista y destrozó el techo de cristal. Si no llegó aún más lejos fue porque se lo impidieron por todos los medios.

Llama la atención la escasez de resentimiento en Rebel Queen (Grand Central Publishing), el libro de memorias que acaba de publicar Susan Polgar, de momento no traducido al castellano. El subtítulo, La Guerra Fría, la misoginia y la creación de un gran maestro, no basta para condensar la sucesión de zancadillas y traiciones, la mayoría de fuego amigo.

Todo empezó cuando dos estudiantes de Magisterio acordaron el experimento Polgar. Laszlo convenció a Klara para probar que los genios se fabrican y, dentro de la pequeña muestra, logró un éxito tremendo: tres de tres. Sofía, la mediana, fue la única que luego eligió el arte, aunque pudo ser la mejor, como demostró en 1989 en el llamado saqueo de Roma. Un año antes, en otro asalto épico, las hermanitas arrebataron el oro olímpico a las soviéticas, hasta entonces invencibles. Tenían 12, 14 y 19 años.

Zsuzsa (Budapest, 1969) fue la prueba piloto, con el ajedrez y las matemáticas como materias centrales, sin descuidar el resto, donde siempre iba por delante de su curso. La jugadora habla siete idiomas, por ejemplo, pero el Gobierno se oponía a la educación a distancia.

Tampoco le permitían jugar torneos masculinos y, como castigo a su rebeldía, le negaron el pasaporte azul, imprescindible para viajar. Susan, cuyos cuatro abuelos conocieron el horror de Auschwitz, asegura que se enfrentaba a un régimen hostil, a la prensa de su país y al odio antisemita. Tenía cuatro años cuando visitó su primer club, en Budapest. "Creo que os sorprenderá", insistía su padre ante las burlas. En cuanto la sentaron frente al tablero, todo cobró sentido. Entendió por qué en ajedrez no importa la edad, el sexo o el color de piel y se sintió "especial y poderosa".

Portada del libro.

Portada del libro.E.M.

En sus primeros torneos, Susan solía acabar invicta frente a rivales de cualquier edad. Ni siquiera se molestaba cuando los chicos no sabían perder, pero no esperaba el siguiente mazazo. La Federación exigió que dejaran de hacer "lo que estuvieran haciendo" y el país entero cuestionó el experimento. La prensa denunciaba el abuso infantil. "Cualquier cosa, menos quitarme el ajedrez", suspiraba la chiquilla. Cuando arrasó en el torneo escolar de Budapest, no la dejaron participar en el nacional y amenazaron a su padre con tirarlo por las escaleras, quitarle la custodia o llevarlo a la cárcel. "Hungría era aún una dictadura comunista, donde ser excepcional iba contra los principios básicos. Nadie podía recibir un trato especial, menos aún una niña judía", dice la protagonista.

En su primera salida al extranjero, con 12 años, sufrió un intento de ataque sexual, durante el Europeo sub'21, en Yugoslavia. El trauma dejó huella, pero ese año ganó el Mundial sub' 16 en Inglaterra. De vuelta a casa, su madre tuvo problemas laborales y la prensa seguía implacable. Era "un boicot soterrado, al estilo comunista". Un ejemplo: para lograr el título de GM femenina, hacen falta tres "normas" o grandes resultados. Logró siete, pero la federación siempre "olvidaba" enviar los datos.

Su padre se borró del Partido Comunista, algo delicado para un profesor. "Fue el acto más puro de coraje que he visto nunca", escribe su hija con admiración. En esa época empiezan a recibir amenazas en el buzón y sus amigos no entienden por qué ella no transige con los torneos femeninos. Prisionera tras el telón de acero, solo podía estudiar. Sus padres empiezan a invitar a casa a maestros extranjeros, en un apartamento de 60 metros que parecía el camarote de los Hermanos Marx.

La Federación húngara dio otra vuelta de tuerca y pidió a la FIDE que quitaran a su jugadora el Elo, obtenido "de forma ilícita". Lo cierto es que era muy alto. Con 15 años, Susan igualó a la sueca Pia Cramling en el número uno. La FIDE decide no mucho después algo insólito: regalar 100 puntos Elo al resto de jugadoras. "La URSS no podía tolerar que una niña superara a la campeona mundial, Maia Chiburdanidze", escribe.

La liberación

Además del pasaporte azul, le negaron jugar en Hungría, sin prever que el resto del mundo empezaría a preguntar. Al final, Zsuzsa volvió a viajar. Cambió su nombre para evitar errores y de país por motivos más serios, tanto que recibió nuevas amenazas. El ajedrez femenino estadounidense logró así sus primeras medallas, gracias a una jugadora que tenía todos los títulos posibles: la triple corona y el de Gran Maestro absoluto. El libro desvela incluso detalles de su vida sentimental, algo rarísimo en las autobiografías de ajedrecistas.

El golpe más duro fue quizá cuando le prohibieron jugar la fase previa del Mundial "masculino". Tenía 17 años y era la primera mujer que se clasificaba. Una de sus abuelas, recuerden que pasó por Auschwitz, logró sacarla del pozo: "¿Crees que esto es duro? Tú no sabes lo que es duro". "El ajedrez profesional sigue siendo un club de hombres, pero despejé el camino a mis hermanas y logré que fuera un poco más fácil para otras chicas", resume esta jugadora de leyenda. Su carácter se resume en su actitud hacia Bobby Fischer, a quien los Polgar dieron cobijo, pese a su antisemitismo y machismo: "Las mujeres son débiles y estúpidas. Ninguna puede derrotarme ni con un caballo de ventaja", dijo mal día. "¿Todavía crees eso?", le preguntó Susan, solo para darse el gusto de escucharlo rectificar.

Muere Boris Spassky, el caballero del ajedrez que perdió la Guerra Fría

Muere Boris Spassky, el caballero del ajedrez que perdió la Guerra Fría

Actualizado Jueves, 27 febrero 2025 - 22:23

Boris Vasilievich Spassky (Leningrado, 1937) , décimo campeón del mundo de ajedrez, ha fallecido este jueves a los 88 años. Por desgracia para él, los aficionados recuerdan mucho mejor su derrota en 1972 contra Bobby Fischer, en Reikiavik, que su llegada al Olimpo del tablero, cuando derrotó en 1969 a Tigran Petrosian. Spassky logró la corona en su segundo asalto, porque en 1966 fue derrotado por su compatriota (nacido en Armenia) en la misma ciudad que lo coronó, Moscú.

Boris Spassky fue quizá el primer campeón que practicó un juego total, anticipo ajedrecístico de la "naranja mecánica" de Cruyff, con un pleno dominio de todo el tablero. Era un jugador universal, además de un ajedrecista educado y elegante, modesto y a la vez atractivo. Fue un caballero que prefirió perder el título contra Fischer antes que renovarlo con artes dudosas, lo que nunca le perdonaron. Jugador versátil, maestro de la estrategia y fino atacante, si algo le faltaba era mala leche. También se puede decir que a veces lo vencía la pereza, como gran oso ruso. Él mismo lamentó alguna vez su falta de motivación para el trabajo: "No creo que Capablanca, Alekhine o Lasker hayan sufrido este problema", admitió.

Boris Vasilievich era un vividor que fue feliz en Francia después de perder la corona. Una vez le preguntaron si prefería el sexo o el ajedrez. "Depende de la posición", contestó. Sus frases solían ser ingeniosas. Después de uno de sus divorcios explicó sobre la relación que mantenía con su mujer: "Éramos como alfiles de distinto color", incapaces de estar nunca en la misma casilla. Otro rasgo de su estilo era su habilidad para poner cara de póker. Fischer decía admirado que, cuando Spassky sacrificaba material, se mantenía imperturbable. Era imposible saber si se trataba de un error o de un profundo sacrificio. "Mantenía la misma expresión cuando iba a dar mate y cuando estaba a punto de perder".

Spassky aprendió a jugar a los cinco años, durante la evacuación de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. A los diez, derrotó al campeón mundial Mijaíl Botvinnik en unas simultáneas y, siempre de la forma más natural posible, fue mejorando. Primero se proclamó campeón del mundo juvenil y luego se clasificó para el torneo de Candidatos, logro que repitió hasta en siete ocasiones, entre 1956 y 1985. Su primer asalto al título no prosperó, pero no le costó demasiado regresar a la final y no dejarse intimidar por el precedente.

El duelo del siglo

Su duelo contra Bobby Fischer en 1972 fue la batalla más importante de la Guerra Fría. La CIA y el KGB movían algo más que peones entre bambalinas, a las órdenes de maestros del ajedrez político como Kissinger, Nixon y Brezniev. Los más veteranos recordarán lo convulso que fue aquel duelo, en el que Bobby Fischer llegó a perder la primera partida por incomparecencia. Si hubiera querido, habría mantenido su título sin luchar, pero él quería enfrentarse a toda costa contra un gran maestro al que admiraba y no odiaba. Hizo tantas concesiones que jugó el encuentro en desventaja psicológica. Tampoco le ayudó sentir más pena que animadversión hacia su oponente. "Yo veía que se estaba volviendo loco. Tenía una buena relación con Bobby. Es Korchnoi quien necesita odiar a sus rivales para jugar con normalidad. A mí eso no me gusta en absoluto", afirmó años después.

Fischer se esfumó de la escena mundial y Spassky no tuvo ya la voluntad de volver a escalar la montaña. Veinte años después, en 1992, participó en el falso encuentro de revancha que le propuso el americano, con mucho dinero de por medio en la antigua y sancionada Yugoslavia. Él no pagó un precio tan alto por saltarse el embargo como su amigo, quien llegó a conocer la cárcel antes de morir en su querida Islandia, asilado y aislado. Sin embargo, Boris consideraba que lo que él sufrió y lo empujó a abandonar su país "fue mucho peor". Y no le gustó el modo en que la película "El caso Fischer" revivió su duelo de 1972. Le pareció una obra "artificial" y le molestó la "impostura" de Tobey Maguire y Liev Schreiber. "Se notaba que estaban actuando".

En 2012, parecía que la partida se acercaba a su final de forma plácida, pero Spassky vivió otro episodio sorprendente, digno de otra película de espías. Se fugó de París con una misteriosa mujer, dicen que sin papeles. Estaba ingresado por un doble ictus que le había paralizado el lado izquierdo y, de algún modo, se sintió en una cárcel. Una noche se escapó con ella, en circunstancias todavía por aclarar. "He vuelto a enrocarme largo", resumió ya desde Moscú. "Es muy posible que alguien deseara mi muerte", insistió para justificar su salida de Francia.

Olimpiadas y fuerzas ocultas

Como jugador por equipos, Spassky también fue un rival formidable. Participó en siete Olimpiadas con la URSS y ganó 13 medallas, entre individuales y colectivas. Ganó 45 partidas, entabló 48 y solo perdió una. En otras tres Olimpiadas de Ajedrez, ya con Francia, solo perdió dos de las 50 que jugó, siempre en el primer tablero.

Las últimas veces que vimos imágenes de Spassky era un viejecito casi irreconocible. A España vino varias veces, dio charlas y participó en sesiones de simultáneas. En una de ellas le hice tablas, de forma poco ortodoxa, porque el viejo Boris cometió un pecado imperdonable en el tablero, pero esa historia merece un relato aparte. Durante una entrevista, en Bilbao, contó que creía de algún modo en las fuerzas misteriosas y que una vez se sintió dominado por ellas. Su cabeza sabía cuál era la jugada buena, pero su mano se negó a obedecerlo. Si algo caracterizó al campeón es que nunca le gustó que movieran por él.

El multimillonario que cautiva a Magnus Carlsen y provoca un cisma en el ajedrez con un circuito inspirado en la Fórmula 1

El multimillonario que cautiva a Magnus Carlsen y provoca un cisma en el ajedrez con un circuito inspirado en la Fórmula 1

El ajedrez vive su mejor momento, lo practican cientos de millones de personas sin perder su aura de prestigio intelectual, pero casi ningún campeón ha sido capaz de mover dinero de verdad. Bobby Fischer en los 70 y Magnus Carlsen en este siglo han sido casi los únicos. El noruego se ha aliado con un empresario y multimillonario alemán, Jan Henric Buettner, y entre los dos han lanzado un circuito inspirado en los grandes torneos de tenis y en la Fórmula 1. Eso sí, lo que allí se juega es una modalidad de ajedrez hasta ahora casi marginal, rebautizada como Freestyle Chess. «Fischer Random 960 suena como algo que compras en la farmacia para el resfriado», explica el magnate por teléfono desde Weissenhaus, sede de la primera parada de su Grand Slam 2025.

La Federación Internacional de Ajedrez ve en el Freestyle Chess una amenaza, en parte porque las relaciones con el número uno están más rotas que nunca, no sólo por los pantalones vaqueros. La FIDE intentó primero unirse al enemigo, pero luego dio marcha atrás e intentó forzar a los jugadores para que firmaran un extraño documento de fidelidad; quienes no aceptaran, corrían el riesgo de quedar excluidos del próximo ciclo por el Mundial oficial.

En el tablero del relato, el ganador del primer asalto ha sido Buettner: en declaraciones para EL MUNDO, este habla de "mafia" y "extorsión". Él y Magnus han pedido la dimisión del presidente de la FIDE, el ruso Arkady Dvorkovich, y los grandes maestros de élite quieren crear una asociación profesional, con respaldo legal del Freestyle.

¿Qué es el Freestyle Chess?

El invento es revolucionario, porque las reglas del ajedrez apenas han variado desde finales del siglo XV, pero no es tan libre ni tan nuevo: ya era conocido como ajedrez 960 o Fischer Random (ajedrez aleatorio de Fischer) desde los 90. Fue bautizado así en honor del genio americano, que intentó lanzarlo un cuarto de siglo después de su mutis, sin demasiado éxito.

A diferencia del ajedrez de toda la vida, en el que las piezas empiezan siempre en el mismo lugar, en el Freestyle solo los peones ocupan su posición tradicional. El resto, las torres, los caballos, los alfiles y los dos monarcas, empiezan cada partida en un sitio distinto, por sorteo. El número de permutaciones posibles entre las piezas es de 960; de ahí lo de ajedrez 960, nombre con el que se han celebrado incluso un par de campeonatos del mundo, hasta que la FIDE renunció a mantener la cita por falta de patrocinadores.

En el ajedrez magistral, muchas partidas se juegan de memoria hasta más allá de la jugada 20. Para Magnus Carlsen y otros profesionales, la ventaja del Freestyle es que no hay que estudiar tanto, sencillamente porque es imposible preparar las primeras jugadas de casi un millar de posiciones. Esto alivia el esfuerzo y fomenta la creatividad desde la primera jugada. En la práctica, también disminuye el número de tablas. Los críticos arguyen que se pierde la armonía del ajedrez clásico y surgen muchas posiciones antinaturales.

Esto, sostienen, no es ajedrez de verdad, un punto que, como veremos, puede ser crucial en otra batalla, la comercial. En realidad, a Jan Henric Buettner el tipo de ajedrez de sus torneos le importa poco. Se decantó por esta modalidad para agradar al ex campeón: «Le dije a Magnus que iba a organizar un torneo alrededor de él y sus ideas, y él quería jugar Fischer Random al más alto nivel, con tiempo normal para pensar». El noruego dijo esto porque, como variante menor, los torneos de ajedrez 960 solían limitarse a las partidas rápidas.

Sea un pariente lejano o un primo cercano del ajedrez, la guerra comercial que ha desatado no es ninguna tontería. La FIDE, que no organiza un Mundial de la especialidad desde 2022 (el vigente campeón es Hikaru Nakamura) ha visto cómo un empresario privado ocupaba ese vacío ayudado por su dinero. En el recién estrenado Grand Slam de Freestyle Chess, el ganador, Vincent Keymer, se ha llevado 200.000 dólares de premio. Nakamura, como campeón del mundo, recibió la mitad.

Armonizar calendarios y títulos

Uno de los planes de Buettner era incluso otorgar el título de campeón del mundo de Freestyle. Justo ahí reside una de las mayores disputas. En sus primeras negociaciones para armonizar calendarios y títulos, la FIDE renunció a perseguir a los ajedrecistas en 2025 y el Freestyle a proclamar a un campeón mundial, pero se trata de una paz frágil y con fecha de caducidad. De momento, el nuevo Grand Slam ha atraído a las mayores estrellas sin recurrir a los petrodólares, como otros deportes, aunque en Arabia Saudí también andan a la que salta, como veremos pronto en la Copa del Mundo de los eSports, en Riad.

Por otro lado, Buettner y sus socios se ríen de las amenazas legales de la FIDE por el uso de la expresión "campeón del mundo". La pretensión de poseer sus derechos recuerda un poco a la querella con la que Jack Warner amenazó a los hermanos Marx cuando estos estrenaron Una noche en Casablanca, a rebufo de la mítica película protagonizada por Ingrid Bergman y Humphrey Bogart. Groucho escribió una hilarante carta con la que zanjó el asunto de la utilización del nombre de Casablanca. Les recordó que los hermanos Marx también podrían denunciar a Warner Bros. por el uso de la palabra hermanos. Los cómicos eran más antiguos que los Warner, aunque no tanto como los Karamazov.

Los promotores del Freestyle también aseguran que lo suyo es otro juego, sobre el que la FIDE no tiene ninguna potestad. «Podemos tener una convivencia amistosa, similar a la que tienen el voleibol clásico y al voley playa», asegura Buettner.

Quién es Jan Henric Buettner

El empresario alemán, nacido en Hamburgo hace 59 años, hizo fortuna con las telecomunicaciones, en empresas como Vodafone, AOL y Bertelsmann. Después de una indemnización de 160 millones, transformó un viejo inmueble junto al mar báltico en una villa de lujo, en Weissenhaus. Su destino turístico exclusivo ha acabado siendo la sede de los dos torneos de Freestyle celebrados hasta ahora. Los ajedrecistas son tratados allí como marajás, tienen un camerino privado, al estilo de la Fórmula 1, y llevan llamativas chaquetas. Es un lujo que puede resultar estrafalario, pero que deja huella en la memoria.

El empresario alemán asegura que, al menos durante el torneo, se levanta todos los días a las 4.35 de la mañana. Su sueño es conseguir a los mejores entre los mejores, aunque eso suene elitista: «Esto es como la Fórmula 1. Nuestro enfoque es contar con jugadores de élite, para luego atraer automáticamente a otros grupos. Primero despertamos el interés de muchas personas y luego el mercado entra en un movimiento que arrastra a todos».

De la FIDE ya no quiere saber nada. «Le dimos a la FIDE la gran oportunidad de participar en nuestro circuito, algo con lo que no tenían nada que ver. Podrían haberse unido a nosotros y ser parte de ello y ganar dinero y estar orgullosos. Han elegido el otro camino. Entonces, nosotros nos dedicamos a lo nuestro y ellos a lo suyo. Ese es el final de la historia».

La última polémica de Carlsen: el Mundial de Ajedrez más controvertido del siglo termina con la corona partida

La última polémica de Carlsen: el Mundial de Ajedrez más controvertido del siglo termina con la corona partida

Actualizado Miércoles, 1 enero 2025 - 10:39

2023 fue el año de las (falsas) bolas anales y de la demanda de Hans Niemann contra Magnus Carlsen por llamarlo tramposo sin demostrarlo. La temporada parecía imposible de superar, pero la serie de intriga en la que se ha convertido el ajedrez mundial, no exenta de toques de comedia, ha estirado los límites de lo posible. En el Mundial de partidas relámpago que ha terminado en Nueva York hace apenas unas horas, justo después de las campanadas para los seguidores españoles, dos ajedrecistas han compartido la corona por primera vez en la historia. Lo ocurrido dejó estupefactos a comentaristas, grandes maestros y espectadores y fue idea del vigente campeón. Después de siete partidas sin ser capaz de doblegar a Ian Nepomniachtchi, aunque llegó a llevar dos puntos de ventaja, Magnus Carlsen tuvo la idea de repartirse el título con el ruso. La FIDE, todavía escarmentada por el escándalo de los pantalones vaqueros, no supo negarse.

Hay precedentes en el salto de altura y el salto con pértiga, pero en ajedrez no se había visto nunca nada parecido, y eso que los tableros han sido testigos de grandes dramas en el pasado: Florencio Campomanes suspendió el Mundial de 1985 entre Karpov y Kasparov por motivos de salud y Bobby Fischer, después de no presentarse a una partida en el de 1972, accedió a volver tras convencer a la FIDE y a su rival, Boris Spassky, de jugar en una sala sin público ni cámaras. La jugada de Magnus puede compararse a estos dos antecedentes todavía no explicados. El noruego hizo feliz a Nepo, por fin campeón del mundo, pero frustró a decenas de miles de aficionados y despertó las críticas de destacados grandes maestros.

El propio Niemann fue de los más agresivos. "El mundo del ajedrez es oficialmente una broma", escribió. "Esto no se ha hecho nunca en la historia. No puedo creer que el organismo oficial del ajedrez sea controlado por un jugador por segunda vez esta semana. ¡Solo puede haber un campeón del mundo!". El americano aludía al cambio de reglamento aplicado en el código de vestimenta después de que Carlsen fuera castigado por llevar pantalones vaqueros en el Mundial de Rápidas. Gracias a esta modificación de las normas, y a intensas negociaciones en las que participó el patrocinador, el noruego accedió a regresar para jugar el campeonato de partidas relámpago. Poco importó que 24 horas antes hubiera insultado a los responsables de la FIDE: "Que os jodan", les dijo, minutos después de abandonar el torneo.

La negociación posterior fue vista como una reconciliación positiva, pero dejar que el número uno pusiera fin a la final saltándose el reglamento ha sido una decisión más controvertida, aunque tampoco faltan entusiastas defensores de esta demostración de deportividad en fechas navideñas. El conocido árbitro estadounidense Chris Bird, por ejemplo, lo considera "el final más apropiado", "teniendo en cuenta todo lo que ha pasado esta semana". La ajedrecista alemana Elisabeth Paehtz, sin embargo, está con los críticos: "Entonces, ¿Carlsen decide sobre el formato, el código de vestimenta y las reglas para el título?".

"Estábamos cansados y nerviosos"

El propio Magnus explicó su postura sin demasiado entusiasmo: "La gente entiende que estábamos cansados y nerviosos. A algunos les gustará, a otros no. Así son las cosas". Otros participantes, como el estadounidense Daniel Naroditsky, que se quedó fuera de la final a ocho pese a haber empatado a puntos con los clasificados, expresó su disconformidad: "Si hubiera sabido que las reglas eran flexibles, habría presionado para que los 10 jugadores que empataron en el primer puesto fueran incluidos. Si podemos tener dos co-campeones, ¿por qué no 10?".

Lo cierto es que la fase final del Mundial de Blitz fue muy duro para el número uno. En cuartos de final, sufrió lo indecible para superar a Niemann, el único jugador que parece capaz de ponerlo nervioso. El americano se adelantó y tuvo contra las cuerdas al campeón, quien dio lo mejor de sí mismo para remontar la eliminatoria. Después, barrió al polaco Jan-Krzysztof Duda en semifinales y vivió un carrusel de emociones en la final contra Nepo. Ganó las dos primeras partidas, perdió las dos siguientes contra todos los pronósticos imaginables y fue entonces cuando llegaron tres tablas de infarto en la muerte súbita. Agotado y al borde del abismo, fue cuando se le ocurrió proponer a su rival partir la corona. Para el público, que estaba vibrando con el duelo y la lucha a muerte entre dos genios, este abrupto final supuso una decepción inmensa.

El resultado contrasta además con lo que ocurrió en el Mundial femenino, en el que la china Ju Wenjun y su amiga y compatriota Lei Tingjie hicieron seis tablas seguidas, antes de que la primera se anotara por fin el séptimo juego. Si hubieran imaginado que era posible, seguro que también habrían compartido el título. Y con toda seguridad habían sido criticadas por el resto del universo ajedrecístico.

Carlsen hace las paces con la Federación Internacional: participará en el Mundial de Blitz... Y en vaqueros

Carlsen hace las paces con la Federación Internacional: participará en el Mundial de Blitz… Y en vaqueros

Actualizado Domingo, 29 diciembre 2024 - 23:24

La partida parecía perdida, pero Arkady Dvorkovich, presidente de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), le ha dado la vuelta en solo 24 horas, con la ayuda del patrocinador del torneo, Timur Turlov, y de Henrik, padre de Magnus Carlsen. El ajedrez mundial afrontaba un nuevo cisma después de que el noruego abandonara el Mundial de Rápidas, indignado tras ser sancionado por jugar con vaqueros. El número uno y vigente campeón de la especialidad no toleró bien el castigo, se negó a cambiar de pantalones en mitad de la segunda jornada y acabó diciendo palabras muy fuertes contra la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), que se resumen en una frase: "¡Que se jodan!".

En un giro radical de la situación, Carlsen ha anunciado este domingo que participará en el Mundial de partidas relámpago -también es el vigente campeón-, que se disputará en Wall Street los días 30 y 31 de diciembre. Serán 13 partidas con una emoción añadida y, si todo va bien para Carlsen, tampoco serán las últimas para él en un torneo oficial este año, ya que los ocho primeros pasarán a la fase final. Esta se jugará en Nochevieja bajo un formato de eliminatorias: cuartos de final, semifinales y final. "Ayer estaba a punto de reservar mis billetes de avión y salir de aquí, pero mi padre me dijo que tal vez deberíamos esperar hasta la mañana antes de tomar una decisión para poder hablar con el presidente de la FIDE, con quien tenemos una buena relación. Sabemos que podemos razonar con él".

La noche antes, Magnus también había hablado con el gran maestro indio Viswanathan Anand, un hombre respetado y querido por casi todos en el mundo del ajedrez, que también ayudó a suavizar todas las asperezas. Con todo, el actual número uno sintió que la buena voluntad de Anand no llevaba a ningún sitio y siguió pensando que abandonaría Nueva York al día siguiente. Más fructíferas fueron después las conversaciones con Dvorkovich y con TimurTurlov, un magnate de las finanzas que está invirtiendo mucho dinero en el ajedrez y que ya ha patrocinado importantes torneos de la FIDE. Turlov nació en Rusia, pero renunció a dicha nacionalidad y ahora vive en Kazajistán.

Sí a los vaqueros

Este domingo, una vez concluidas las fructíferas negociaciones, Magnus hizo su anuncio en una entrevista con Levy Rozman (el 'youtuber' más famoso del ajedrez, más conocido como Gotham Chess) y Dvorkovich difundió en las redes sociales una carta abierta dirigida a los jugadores. En ella admitía que la dureza con la que fue tratado Carlsen por jugar con vaqueros pudo ser "desproporcionada". El presidente de la FIDE también anunció que los ajedrecistas podrán usar esta prenda en el Mundial de partidas relámpago, siempre que mantengan un mínimo de elegancia.

En realidad, la disputa por los pantalones era una excusa que se les había ido de las manos a ambas partes. Los argumentos de Carlsen para explicar por qué se presentó a jugar con vaqueros después de ser multadocon200 dólares el día anterior son muy débiles. El noruego también admitió que sus palabras en el apogeo de su enfado "no fueron muy precisas", aunque las mantiene respecto a algunas personas de la Federación, que no citó, e insistió en que estas "manejaron muy mal la situación".

Dvorkovich, por su parte, tuvo palabras de elogio hacia Carlsen y se mostró de acuerdo en que hay que modernizar el ajedrez, pero no aludió al conflicto de fondo que los ha enfrentado recientemente, la creación de un circuito de FreestyleChess, una modalidad en la que se sortea la posición de las piezas y que amenaza con socavar el dominio del ajedrez clásico.

Los aficionados aún se mantienen fieles al juego de toda la vida, pero la variante "libre", que ya defendía BobbyFischer en los años setenta, está impulsada por un magnate alemán que promete premios mucho mayores que los de la FIDE. En la escalada de declaraciones, Emil Sutovsky, CEO de la federación, había acusado a Carlsen de mentir cuando dijo que le habían amenazado con tomar represalias si participaba en el circuito de Freestyle.

Sobre el conflicto de los vaqueros, Magnus se mantiene en sus trece. Insiste en que no rompió ninguna norma y se queja de que los árbitros "básicamente son robots que no pueden pensar por sí mismos" y se limitan a aplicar unas reglas. "Decían que los vaqueros generalmente no están permitidos. Eso significa que debe de haber excepciones", añadió ante Rozman.

Cuando se despertó, Carlsen empezó a reconsiderar su postura, según explicó, al ver que había hablado con algunas personas más razonables y que, además, le encanta jugar partidas 'blitz'. "Quiero darles a los aficionados la oportunidad de ver esto", agregó. En las partidas relámpago, los ajedrecistas tienen tres minutos, más dos segundos de incremento cada vez que mueven. Comparado con las dos horas que recibe cada ajedrecista en una partida clásica, aquí no son posibles las largas reflexiones, por lo que el instinto y la velocidad de cálculo del noruego suelen ser suficientes para derrotar a casi todos.

¿Qué se pondrá Magnus Carlsen para jugar? "Como cuestión de principios, definitivamente voy a jugar en vaqueros mañana", anunció.

Ajedrez geopolítico

Actualizado Domingo, 15 diciembre 2024 - 18:30

Rusia dispone de unas 6.000 cabezas nucleares. No puede utilizar ninguna por excesiva e injustificable en un conflicto convencional. También posee ingentes recursos naturales y energéticos que le sirven de sobra para financiarse, pero no para prosperar. Un maniatado, contradictorio, inabarcable coloso en decadencia en manos de un autócrata-dictador "pálido, frío y viscoso" (Madeleine Albright "dixit"). Por los medios clásicos no ha podido aplasta

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¿Quién es Gukesh Dommaraju? El primer campeón del mundo adolescente, un ajedrecista con una revencha en mente

¿Quién es Gukesh Dommaraju? El primer campeón del mundo adolescente, un ajedrecista con una revencha en mente

Actualizado Viernes, 13 diciembre 2024 - 11:03

Cuenta Ding Liren que no advirtió su error fatal en la última partida hasta que vio la cara de Gukesh. El indio lo sintió por su rival, pero antes miró al cielo y dio gracias en silencio. Alegrarse hasta el infinito y sentir piedad por su enemigo no eran sentimientos incompatibles en su corazón. El nuevo campeón del mundo de ajedrez, el primero adolescente, no se parece demasiado a los chicos de su edad que podamos conocer.

Creyente y trabajador hasta un extremo incomprensible en Occidente, como toda la generación de jóvenes prodigios surgidos al amparo de Vishy Anand, Gukesh Dommaraju añadía a estos ingredientes el hecho de saberse depositario de una misión. Anand, por cierto, era uno de los miembros secretos (hasta cierto punto) de su equipo, según reveló este jueves el nuevo campeón.

Gukesh y Anand eran casi vecinos. Se conocían del barrio, en Chennai, antigua Madrás, una localidad con más de seis millones de habitantes. Por si esa casualidad no bastara, en 2013 el Mundial se celebró en su ciudad. Dommaraju era un chiquillo, pero se le quedó grabada la afrenta de ver perder a su ídolo contra Magnus Carlsen. Se dijo que sería bonito recuperar la corona para su país. "Yo estaba entre el público, miraba al otro lado del cristal -una protección para que no molestar a los ajedrecistas- y pensé que sería genial estar dentro algún día. Quiero ser yo quien devuelva el título a la India, pensé. Ese sueño que tuve hace más de 10 años ha sido lo más importante en mi vida".

R.SATISH BABUAFP

La memoria embellece los recuerdos, pero en este caso hay pruebas de lo que cuenta el gran maestro. Hay un viejo vídeo casero en el que se ve a Gukesh, con 11 años, decir en alto que quiere ser campeón del mundo. En realidad, lo fue poco después. Su primer título lo ganó en el Mundial sub 12, en Santiago de Compostela, días antes de convertirse en gran maestro, con 12 años, 7 meses y 17 días. Le sobraron esos 17 días para ser el más joven de la historia, un récord sabroso, pero mucho menos relevante que el que acaba de conseguir en Singapur.

Su entrenador mental

Gukesh siempre habla del camino recorrido y de la gente que lo acompaña. Es también un deportista con una cabeza privilegiada, reforzada por la práctica del yoga y la meditación y por su intenso trabajo personal con Paddy Upton, uno de sus últimos fichajes. El sudafricano tiene un gran prestigio como entrenador mental personal y ha ayudado a otros deportistas en disciplinas tan distintas como el fútbol, el cricket y el rugby. Con el ajedrecista ha trabajado una vez por semana en los últimos seis meses.

Pese a todo, Gukesh ha acusado su inexperiencia y perdido algunas oportunidades en un duelo frente a un único ajedrecista. Se trata de un formato muy distinto del que está acostumbrado en los torneos, incluido el Candidatos, donde cada día se sienta ante un rival distinto. Su respuesta, en el peor de los casos, ha sido ejemplar. Se recuperó de la derrota del primer día, el momento más crítico, y ni siquiera después de recibir ese palo volvió a dudar del camino trazado: una y otra vez, eligió siempre el más alejado de las tablas, aunque a veces fuera el más incierto y peligroso. Su labor de desgaste, silenciosa e implacable, acabó por dar sus frutos.

Tibor IllyesAP

En realidad, Gukesh ya venía entrenado del torneo de Candidatos, donde también perdió una partida que parecía esencial, pero luego destapó algunas de sus mejores cualidades. Después de malograr una gran actuación contra Alireza Firouzja, digirió la derrota y no volvió a caer: "Era mi momento. Lo asimilé y me sentí muy bien. Fue doloroso, pero me sentía en mi mejor estado", explicó tras su remontada final.

Y qué sería de un chico de 18 años sin sus padres. Por supuesto, Gukesh no ignora sus sacrificios. "Cuando comencé a mostrar interés en el ajedrez y algo de talento, llegaron a tales extremos por mí que no entendí bien todo lo que hacían. Ahora miro hacia atrás y veo que simplemente están locos. No puedo agradecerles lo suficiente, han sido el mayor apoyo en todo mi viaje. Esto no es solo para mí, es para ellos. Los quiero".

Tragedia en Singapur: Ding Liren regala el Mundial a Gukesh con un error que ya está en los libros de historia

Tragedia en Singapur: Ding Liren regala el Mundial a Gukesh con un error que ya está en los libros de historia

Actualizado Jueves, 12 diciembre 2024 - 15:18

El ajedrez es un deporte mágico y complejo, también brutal, que se puede decidir en el último segundo, más aún cuando los nervios son el factor esencial. El drama vivido este jueves en Singapur, con los dos grandes maestros llorando por motivos muy diferentes, es el más grande que se recuerda en un Campeonato del Mundo. Como si necesitara aditivos. Gukesh Dommaraju, de 18 años, se ha coronado con una precocidad nunca vista en el tablero, con cuatro años menos que un mito como Garry Kasparov. Para ello tuvieron que ocurrir muchas cosas, que se resumen en una: Ding Liren, el vigente campeón, tiró la corona, la estampó contra el suelo en un único movimiento, cuando menos cabía esperar un desastre así.

Fue un error de principiante, en posición muerta, cuando todos los cronistas y aficionados se relamían ante la emocionante jornada del viernes, que ya nunca veremos, en la que se debían jugar las partidas rápidas de desempate. Nadie pensaba ya en otra posibilidad. La partida 14 transcurría plácida por los caminos esperados: ligera presión de las blancas, conducidas por Ding, quien por supuesto no quiso arriesgar. El gran maestro chino podía verse por primera vez ligeramente favorito en un ritmo de juego que le favorece más que el clásico, donde quizá hay demasiado tiempo para pensar.

Cualquiera que haya jugado al ajedrez sabe lo devastador que es perder una partida por un error tonto. Hacerlo en la partida decisiva de un Campeonato del Mundo supone un dolor inimaginable, sobre el que es preferible no hacer comparaciones porque mucha gente no lo comprendería. Ding Liren reconoció que tardó unos instantes en darse cuenta de su pifia monumental. Todos pudieron entonces ver a un hombre destruido. La partida siguió unos segundos, pero ya no había la menor esperanza para él. «No me arrepiento de nada. Di lo mejor de mí», acertó a decir en la rueda de prensa, de la que salió entre aplausos de admiración y compasión, porque todos intuyen el infierno por el que ha pasado el campeón en los últimos dos años, acosado por problemas de salud mental.

Gukesh: «Ding es un verdadero campeón»

Al otro lado del tablero, el aspirante tardó un poco más en derrumbarse, él de forma incontenible, pero feliz. «Es el mejor momento de mi vida», «el final de un viaje de diez años». Gukesh confesaba que había cumplido su sueño mucho antes de lo que cabía esperar. Hace nada veía estas competiciones desde fuera y, sentirse dentro por primera vez, en la primera partida, ya fue algo muy especial.

Las primeras palabras del indio fueron para reconocer la calidad de su rival, sin embargo: «Todos sabemos que Ding es uno de los mejores jugadores de la historia. Aquí he podido ver cómo soportaba la presión y era capaz de luchar a un altísimo nivel. Es un verdadero campeón. En los últimos meses no estaba en su mejor forma, pero ha venido aquí y ha luchado como un auténtico campeón. Lo siento mucho por él». Un día más, campeón y aspirante, ahora reconvertido también en campeón, han dado una lección de deportividad y de espíritu de lucha, dejando en evidencia a sus detractores.

Fue precisamente esa lucha constante la que le dio el premio inesperado a Gukesh. Él fue quien tuvo más problemas en la partida número 14, como suele ocurrir con las piezas negras. Logró resolverlos y, en lugar de buscar rápidamente las tablas, siguió presionando y haciendo las jugadas que podían prolongar un poco más la batalla, como ha hecho un día tras otro, con una tenacidad y una valentía que a la postre le han dado el título.

A su favor jugó que Ding se mostró demasiado ansioso por llegar al empate, hasta el punto de consentir entrar en un final con peón de menos, sabedor de que las tablas eran cuestión de técnica. Y técnica no le faltó, pero su cabeza, todavía lejos de su mejor estado, lo traicionó cuando parecía imposible que ocurriera. El menos confiado de los ajedrecistas, que siempre se apuraba de tiempo por su empeño en repasar todas las posibilidades, cometió un descuido imperdonable que entra en los libros de historia por la vía directa, sin trámites ni discusiones.

La caída de Ding

Este final del campeonato será aún más recordado que su mayor momento de gloria, aquel final contra el ruso Nepomniachtchi, en abril del año pasado. No han pasado ni dos años, pero en la vida de Ding ha supuesto un viaje mucho más largo que el de Gukesh, del cielo al infierno. Ojalá se recupere y siga jugando, como prometió.

FIDE

Sobre el tablero, si acaso importa un análisis final, Gukesh D fue capaz de hacer las mejores jugadas, pero Ding entendió mejor que el ajedrez es un juego de planes y estrategia. Se vio sorprendido una y otra vez por la preparación de su rival y, sin embargo, fue capaz de desactivarla luego sobre la marcha. No le sirvió de nada, porque en toda competición el mayor nivel intervienen otros factores, pero demostró que, incluso herido, puede competir al mayor nivel.

De Gukesh se esperan ahora grandes cosas e incluso la consecuencia indirecta de poder ver un duelo contra Magnus Carlsen, si el número uno considera que el reto está a la altura. El indio solo tiene 18 años y está aún lejos de su mejor nivel, por lo que quien quiera derrocarlo haría bien en darse prisa. Dentro de dos años sabremos quién es el próximo aspirante para un título que vuelve a la cuna del ajedrez, al lugar donde Vishy Anand, primer campeón indio, creó una tradición que tiene visos de seguir viva durante mucho tiempo.

Gukesh, valiente, juega como un ciclón y luego desperdicia otra gran oportunidad

Gukesh, valiente, juega como un ciclón y luego desperdicia otra gran oportunidad

Actualizado Miércoles, 11 diciembre 2024 - 16:59

Vishy Anand cumple hoy 55 años. El ex campeón, todavía en activo, es la gran inspiración del ajedrez indio, que ha estado a punto de celebrar otra jornada histórica en la penúltima partida del Mundial de Ajedrez. Gukesh Dommaraju venía de perder el día anterior, pero su entrada en la sala de juego -"como un ciclón", según los testigos directos- hacía presagiar una lucha a muerte. Así fue.

Con un margen para la reacción cada vez más pequeño, el campeón del mundo, Ding Liren, se agarró al estrechísimo camino hacia la salvación que supo encontrar en sus eternos apuros de tiempo. El gran maestro chino demostró una vez más lo engañosa que es su fragilidad exterior. Acabó "muy cansado", pero mañana tendrá una oportunidad de oro, con blancas, para mantener la corona en su poder. "No creo que veamos unas tablas rápidas", anunció un tipo que no se caracteriza por decir ni una palabra de más.

En todo caso, la partida número 14 será la primera sin vuelta atrás. El marcador refleja un empate a 6,5 y para ganar el título solo hay que llegar a 7,5 puntos. Quien venza se proclamará campeón. En caso de tablas, se disputarían cuatro partidas rápidas de desempate al día siguiente, con 15 minutos para cada jugador más un pequeño incremento por jugada. El ritmo estipulado por el nuevo reglamento es casi el doble de rápido que en campeonatos anteriores. Huelga decir que tanto en la partida de mañana como en los probables desempates, la fortaleza mental será el factor determinante.

Optimismo a prueba de balas

En ese sentido, cada uno en su estilo, ambos han demostrado que merecen el título de campeón. Ding Liren porque, a pesar de todos sus problemas, nunca tira la toalla. Sus recursos defensivos son extraordinarios, aunque este miércoles no atinó con los mejores planes de la defensa francesa, que por fin se atrevió a afrontar Gukesh. El indio, de sólo 18 años, ya es un ajedrecista de récord por estar en la final, donde exhibe cada día una valentía como no se ha visto en las últimas décadas.

El aspirante es un gran maestro con un optimismo a prueba de balas y lo demuestra de varias maneras distintas. En primer lugar, ataca siempre que puede, porque siempre piensa que su posición lo permite. Cuando la situación es igualada, tampoco se conforma con las tablas. Piensa que no está en peligro y que puede seguir intentádolo, pese a los inevitables riesgos. Por último, después de estrellarse contra el muro de Ding, no se viene abajo. Sabe mejor que nadie que se la ha escapado una oportunidad de oro, pero hoy ha vuelto a declararse satisfecho por su juego. Lejos de lamentar no haber resuelto antes el campeonato, celebra tanta emoción: "Es apropiado que el Mundial llegue a la última partida, porque ambos hemos demostrado mucho espíritu de lucha y jugado un ajedrez muy entretenido".

Lo cierto es que las máquinas pensaron que ganaría, pero el indio eligió mal entre dos opciones que parecían equivalentes. La respuesta de Ding, que encontró un recurso defensivo increíble pese a la enorme presión del reloj, probó que Gukesh se había equivocado al elegir ese camino. Cualquier otro habría perdido igual, pero contra el chino solo se puede triunfar sin cometer ni un error.

Ding, durante la decimotercera partida en Singapur.

Ding, durante la decimotercera partida en Singapur.FIDE

¿Qué ocurrirá en la última partida? Gukesh podría arriesgar, pese a llevar las negras, si considera que es cierto que no sería el favorito a un ritmo más rápido. Es improbable que Ding se la juegue, pese a jugar con blancas. Magnus Carlsen sentó un precedente cuando en situación similar jugó a hacer tablas contra Fabiano Caruana, sabedor de su superioridad aún mayor cuando hay menos tiempo en el tablero. Pero como se comenta más arriba, Ding no espera unas tablas rápidas. Quizá su mejor opción sea plantear una lucha compleja y confiar en que su menos experimentado rival colapse antes que él.

Pase lo que pase, la recuperación del campeón es una gran noticia. Se había dicho que si perdía la corona abandonaría el ajedrez, pese a que sólo tiene 32 años, una edad ideal para estar en la cúspide de su carrera. Ayer aseguró que seguirá jugando, aunque quizás participe en menos torneos. Y como Carlsen, elegiría más competiciones de partidas rápidas y relámpago y menos duelos a cinco horas. Como sabe bien Carlsen, en esos niveles el ajedrez clásico es una trituradora.