Me entero del fallecimiento de Federico por una llamada telefónica a las ocho de la mañana mientras preparaba la bici para un evento organizado en el Angliru. Ya sabía que estaba delicado de salud, pero hasta que no llega la hora mantienes la esperan
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Deuda saldada con la historia, tres años después. El británico Tom Pidcock se proclamó este domingo vencedor de la clásica Amstel Gold Race, una carrera que en 2021 le proporcionó un enorme disgusto, cuando la foto finish le privó del triunfo en favor de Wout van Aert. El polivalente corredor del Ineos se impuso en el sprint al suizo Marc Hirschi y al belga Tiejs Benoot en una cita en la que Van der Poel estuvo por debajo de las expectativas.
El neerlandés, vencedor en París-Roubaix y Tour de Flandes, corrió siempre en cabeza del pelotón, pero nunca amagó con esos ataques que encandilan al público. Todos estaban pendientes de un arreón desde larga distancia del líder del Alpecin, pero al comprobar que prefería reservar fuerzas, sus enemigos le retaron con una ofensiva a falta de 28 kilómetros para la meta. Entre los desafiantes estaban los españoles Pello Bilbao y Roger Adriá (espléndidos ambos), Pidcock, Vansevenant, Honoré y Maduas.
La iniciativa de la docena de corredores fugados apenas tuvo respuesta por un pelotón en el que viajaban, entre otros, Van der Poel y Juan Ayuso. El español, que sufrió una caída, pasó desapercibido en la clásica neerlandesa, patrocinada por una marca de cervezas, que constó de 253,6 kilómetros, con salida en Maastrich y llegada a Valkenburg. Fue la primera participación del chaval del UAE en una prueba de desgaste y eliminación, con el ascenso a 33 cotas y tránsito por estrechas carreteras de la comarca de Limburgo. Extensas praderas y bosques arroparon a un pelotón que apenas atesoró momentos de tregua. Todos avanzaron con la orejas tiesas, con el peligro constante de de rotondas y curvas cerradas.
Muy activo estuvo Pello Bilbao, que venía de firmar una notable participación en la Vuelta al País Vasco. Salió al corte en varias ocasiones, pero al final no pudo meterse en el grupo de Pidcock. Otra misión imposible para los españoles en la comarca de Limburgo. La Amstel Gold Race siempre ha sido adversa. En sus 58 ediciones sólo Alejandro Valverde (segundo en 2015 y 2013 y tercero en 2008) y Purito Rodríguez (segundo en 2011) consiguieron subir al podio. En el Mundial de Valkenburg de 2012 cerró Freire su ciclo mundialista, en esa edición Valverde fue tercero (fue superado por Gilbert y Boasson Hagen) tras un polémico ascenso al Cauberg, en el que Freire se sintió desprotegido.
La Amstel Gold Race fue el inicio de la recta final con las clásicas de primavera y la primera cita con el tríptico de las Ardenas, la siguientes serán este miércoles, con la disputa de la Flecha Valona y su empinado final en el Muro de Huy, y el domingo, con la interminable sucesión de cotas de la Lieja-Bastoña-Lieja.
Una profesora de la ESO de Aranda de Duero le inculcó la pasión por los tubos de ensayo, los átomos y las moléculas. Desde la adolescencia, la burgalesa Sara Martín tuvo clara su vocación. Hace tres años, tras compaginar los libros con el ciclismo, se graduó en Químicas. La perseverancia y sacrificio definen a la polivalente corredora del Movistar, que hoy tomará la salida de la Vuelta España femenina, que arranca con una contrarreloj grupal en Valencia (16 kilómetros) y que finalizará el 5 de mayo en la estación madrileña de Valdesquí. Esta edición, con ocho etapas, es la más ambiciosa de la historia. La alemana Liane Lippert, la española Mavi García y las neerlandesas Marianne Vos y Demi Vollering son los principales reclamos.
A sus 25 años se ha convertido en una pieza fundamental del Movistar por su versatilidad. Se desenvuelve con garantías en todos los escenarios. Una polivalencia que es fruto de su formación multidisciplinar. Antes de enfocarse en el ciclismo practicó atletismo, natación, duatlón y triatlón. Ella y Sheyla Gutiérrez son las únicas españolas del Movistar que participan en la Vuelta, pero su asentamiento en el grupo telefónico no ha sido fácil. "En mi primer año con el Movistar, en 2021, me caí en la Vuelta a Burgos, me golpeé en la cara, perdí el conocimiento y me tuvieron que llevar a un hospital. Me volví a caer a principios del pasado año, tuve el Covid, un herpes zóster... Pero todo eso ya pasó y ahora quiero centrarme en la Vuelta, donde buscaré un triunfo de etapa y ayudaré a nuestra líder", relata desde el hotel de concentración del equipo en Lieja, antes de participar, el pasado domingo en la clásica belga.
En el Movistar valoran la experiencia de Martín -ha corrido cinco Vueltas a España, contando 2018, que era formato challenge con sólo dos etapas- y, sobre todo, su variedad de recursos: "Sube y rueda bien. Está puliendo su funcionamiento dentro del pelotón y la resolución de estrategias que plantean las carreras. Entiende el ciclismo al ataque".
"Poca visibilidad en España"
Sara se congratula de que la Vuelta femenina abra huecos en los medios, pero lamenta que aún exista una gran brecha de género. "Todavía hay mucha diferencia entre el ciclismo masculino y femenino respecto a salarios y a los premios. Nosotras, en el Movistar, tenemos la suerte de contar con los mismos medios y material que los chicos. Nos tratan igual que a ellos y compartimos concentraciones y alojamientos, pero en otros equipos no pasa lo mismo. El ciclismo femenino tiene poca visibilidad en España. Lo que se vende es lo que se da a conocer. Hasta hace pocos años apenas se podían ver carreras de chicas por televisión, pero poco a poco se van mostrando más pruebas y se reducen las diferencias. El público debe saber que la cantidad y la calidad del pelotón femenino cada vez es mayor. Nuestras carreras son muy espectaculares y más imprevisibles que las de los chicos".
La burgalesa, que la encanta participar en las clásicas Flecha Valona y Lieja-Bastoña-Lieja, asegura que comenzó en el ciclismo gracias a su padre. También afirma que carece de ídolos: "Nunca he tenido referencias. Mi padre me hablaba de Joane Somarriba. Compartir equipo con Annemiek van Vleuten fue un plus de motivación, competir junto a ella supuso un gran aprendizaje. Si ella moría en las carreras, nosotras también lo hacíamos. Yo siempre he tratado de fijarme en lo mejor que tenían las compañeras y las rivales".
La importancia de los estudios
Martín es una chica con inquietudes y alta formación académica. Se graduó en Químicas en la Universidad de Valladolid, una meta que exigió un gran esfuerzo: "Compaginar los estudios y el deporte resultó difícil. Estudiar una carrera es muy sacrificado y se necesitan muchas horas de trabajo. Siempre he sabido que lo importante son los estudios, porque eso es lo que me dará de comer en el futuro. Tuve la suerte de que el equipo en el que estaba me facilitaba la posibilidad de estudiar. Me decidí por Químicas porque una profesora llamada Susana Miranda, que me dio clase en la ESO en un instituto de Aranda de Duero, me inculcó el interés por la ciencia. Le estoy muy agradecida y todavía mantengo contacto con ella".
Martín comenzó en el ciclismo con 14 años, pero desde pequeña la apasiona el deporte: "Con 12 años hacía atletismo, pruebas de fondo. Me gustaba competir y conocer a gente nueva. Me encanta el deporte y los valores que transmite: respeto a los compañeros, trabajo, sacrificio, constancia. Esos valores los puedes aplicar a las actividades diarias de la vida. Estoy muy agradecida al ciclismo, porque me permite vivir experiencias positivas, salir afuera y conocer idiomas y diferentes culturas".
El aperitivo fueron fuegos artificiales. La primera etapa pirenaica fue la rabia de Tadej Pogacar, tan determinado a reconquistar el cielo del Tour, a saldar tantas deudas pendientes con Jonas Vingegaard. Si en el Macizo Central pareció que las tornas cambiaban, camino de Pla d'Adet, donde hace 50 años Poulidor inauguró esta ascensión por delante del español López Carril, el esloveno despejó dudas y siguió cabalgando como él solo sabe, ambicioso, valiente, táctico también esta vez, para dar otro mordisco a este Tour que, sin embargo, todavía guarda sus platos fuertes. [Narración y clasificaciones]
Fue el triunfo número 13 en la Grande Boucle para este genio de 25 años, el 79 de una carrera que ya es leyenda. Fueron 39 segundos de ventaja en la cima (más los seis de bonificación) sobre Vingegaard, los que le disparan ya en la general con casi dos minutos de renta (1:57). Pero, sobre todo, fueron las sensaciones, la fortaleza del líder y de su equipo, que no echó de menos a Juan Ayuso, que tomó la responsabilidad y sorprendió con el ataque de Adam Yates como preludio de la sinfonía de Tadej.
La temperatura de la etapa fue en aumento como la del día, nuboso y fresco en el amanecer, el sol reinante ya a primera hora de la tarde, cuando se empezaron a amontonar los puertos pirenaicos, tres el sábado que serán hasta ocho en un fin de semana para despejar incógnitas. Y el primero de todos nada menos que el Tourmalet, donde se cumplían 70 años de la primera vez que Bahamontes lo coronó en cabeza, donde Oier Lazkano le rindió homenaje. El vitoriano inagotable, siempre bravo en este Tour que le da la bienvenida a su correr en agonía, a sus piernas de pura potencia; pasó en cabeza por el coloso, otro español poniendo su nombre ahí.
Pero la escapada, cada vez más exigua a medida que avanzaba la jornada (el debutante García Pierna fue integrante al comienzo), tenía las horas contadas. "No soy yo el que tiene que ir a la ofensiva", había avisado Pogacar, en ese juego de intenciones, de esconder o mostrar, de mentiras y verdades. Pero fue el UAE Emirates el que agarró por la pechera la carrera, especialmente en la ascensión a Hourquette d'Ancizan, cuando Politt dio paso a Marc Soler y todos se pusieron en fila (fueron cayendo Hindley, Enric Mas, Haig...), aunque el director del Visma Lease a Bike, el siempre socarrón Grischa Niermann, también se refugiara en la ironía en sus conversaciones (públicas) por radio: "UAE rueda a un ritmo decente, es bueno para nosotros, es bueno para Jonas".
Esta vez Josean Fernández Matxin barajó bien sus cartas. La estrategia llevada a la perfección. Como el ritmo de Sivakov no parecía lo suficientemente exigente camino a Saint Lary Soulan, pronto mandó a su pretoriano Almeida, que subió la marcha. Y Tadej le susurró a Adam Yates el momento del zarpazo, de mandarle por delante para que Jorgenson, el único compañero de Vingegaard, pronto se quemara.
Oier Lazkano y Magnus Cort, en el ascenso del Tourmalet.GUILLAUME HORCAJUELOEFE
Fue a falta de 4,6 kilómetros cuando el líder soltó su furia, un ataque de esos que nadie puede seguir. Encontró pronto a Yates como aliado, un relevo vital, segundos de oxígeno y a seguir hasta la cima. Se acercó Jonas, pero no cerró el hueco. Y la distancia se hizo importante, más segundos a sumar a una desventaja que ya es preocupante para él. Poco después llegó Remco Evenepoel y no muy lejos un Carlos Rodríguez que parece recuperado, listo para luchar por el podio hasta Niza.