La vida después de la cancelación, ¡qué vida más dulce! En el Club Kallipolis de Barcelona, el club que creó la natación sincronizada en España, su club, Anna Tarrés habla con EL MUNDO con la tranquilidad de quien ya es inmune. “Si digo algo polémico, pues muy bien, ya ves tú”, asume. Tras dirigir la época dorada de la sincro, con las medallas de Gemma Mengual, Andrea Fuentes y Ona Carbonell, en 2012 fue denigrada y despedida por la denuncia de algunas ex pupilas sobre sus métodos y sus palabras, como aquellos “gordis”.
En los tribunales demostró que la Federación Española había orquestado una campaña para echarla y le pagaron más de 400.000 euros de indemnización, pero igualmente tuvo que empezar de nuevo. Mientras se metía en política como diputada de Junts per Catalunya entre 2018 y 2020, entrenó a equipos menores como México, Francia, Ucrania o Israel hasta que llegó China para entregarle su sincronizada. En los pasados Juegos Olímpicos de París 2024 devolvió la confianza con el oro por equipos por delante de España, bronce después de una década en blanco sin ella.
- Sigue dirigiendo a China. ¿Son diferentes las nadadoras allí?
- La sociedad es diferente. Allí el respeto hacia el superior y la disciplina son valores muy arraigados, y tienen otro concepto de la cantidad de horas de trabajo necesarias para conseguir algo. Pero, por otro lado, las relaciones son un poco más frías. Ese es el cambio más importante en el que he trabajado allí: ahora las nadadoras se emocionan, transmiten sentimientos, son más generosas con su energía.
- Son más disciplinadas, pero también habrá quien se queje.
- Aquí se discute más a los entrenadores, eso seguro. La juventud es la misma en todas partes, no lo niego, pero allí el trabajo es sagrado y por eso les va como les va. Están educados en otros valores y, antes de sublevarse, razonan un poco más. Por cultura, las nadadoras en China son menos espontáneas, menos exageradas, menos emotivas.
- Decía Toni Nadal que a los jóvenes aquí no se les prepara para las dificultades que hay en la vida.
- Es así. No se les prepara para tolerar la frustración. Estamos malentendiendo el estado del bienestar: les explicamos que el resultado puede ser inmediato y a un precio realmente bajo. Que todo sea placentero, que nada cueste, que no se cansen, que no sufran. En ese sentido estamos haciendo una sociedad más débil.
- Hace unos meses, en EL MUNDO entrevistamos a Andrea Fuentes, seleccionadora de España y ex pupila suya, y nos dijo lo siguiente: “En China todavía siguen el sistema antiguo, el más obediente, y quiero ver cuánto aguantan ahí. Cuando sus nadadoras vean en TikTok que vivimos mejor y las podemos ganar, pensarán: ¿y yo por qué tengo que aguantar este trato?”.
- Tenemos sistemas diferentes porque las sociedades son diferentes. En China he adaptado mi método a la sociedad de allí. A mí me parece que España ha tenido mucha suerte al fichar a Andrea y que volvamos a donde lo dejamos en 2012. Esa manera de plantear las coreografías, de vender el deporte al público, los jueces, esa investigación con la música… Me parece que es una alumna muy aventajada y una rival muy interesante.
- ¿Diría que fue demasiado severa con las nadadoras cuando era seleccionadora española?
- Fui todo lo exigente que tenía que ser y todo lo trabajadora que tenía que ser. Nunca he negado que fue duro, pero los inicios son así. Hay que contextualizar la historia para entenderla. Cuando empecé, en 1997, el entorno era completamente distinto. Yo tenía que luchar por una calle en una piscina pública, no tenía ninguna ayuda económica y me faltaban recursos humanos. Ahora tienen una piscina en exclusiva en el CAR de Sant Cugat, becas, facilidades para compaginarlo con los estudios… Yo tuve que sacar agua de las piedras. Empezamos de cero hasta llegar a ganar medallas ante potencias como Rusia. Trabajamos muchísimo.
- La mayoría de quejas se centraron en el tema del control de peso. ¿Por qué esa obsesión?
- Te lo pregunto a ti: ¿Por qué la sociedad tiene esa obsesión? A nivel social, las mujeres necesitamos tener unas medidas, mantener una imagen, y en un deporte artístico eso influye. Además, un cuerpo atlético rinde mucho más: sale más alto del agua, va más fuerte.
Araba
- ¿Cómo vivió ser la mala de España durante unos meses?
- Al principio fue un shock. Pasé de ser la entrenadora más laureada a la villana más villana del mundo mundial de la noche a la mañana. Pero entendí que me había convertido en una persona muy incómoda por todo lo que había reivindicado. Todo lo hice por el bien del deporte, e hice muchas cosas, aunque me equivocara en algunas. Cuando alguien lucha por lo que le toca, combate la desigualdad y se enfrenta a la autoridad, pasan estas cosas. Al final, me afectó menos de lo que la gente piensa.
- Siguió trabajando en la sincronizada.
- Eso fue lo que hice: seguir con una vida normal, con las amistades de antes, en mi club de toda la vida y aportando al deporte todo aquello que sé. Convertimos un deporte que nadie conocía en un deporte importante y me siento pionera. Fui la primera entrenadora con un contrato laboral en toda España. No fue un camino de color de rosa, pero hice las cosas como las supe hacer.
- Y de paso se metió en política, como diputada de Junts en el Parlament. ¿Lo volvería a hacer?
- En la primera línea, no, pero cuando la sincronizada se acabe quizá, no sé. Podría aportar, ayudar a mi manera. Sigo vinculada a la gente que trabaja en el Parlament, me alimenta la mente y el alma y aporto mi opinión en lo que me parece.
- ¿Sigue creyendo que la independencia de Cataluña es posible?
- Siento que estamos en un punto muerto, pero a veces se necesitan estos momentos para recapacitar, para analizar dónde estamos y hacia dónde queremos ir. Yo lo tengo un poquito difícil para ver una Cataluña independiente, pero tengo claro que veré una Cataluña más fuerte, con más peso en el conjunto del Estado.
- ¿Qué le parece el auge de la extrema derecha independentista?
- Estos partidos surgen como respuesta a unas necesidades sociales. Tenemos que escuchar y no dejar que la extrema derecha avance. Debemos hacer más políticas sociales, de igualdad y justicia, en todos los sentidos. Nos tenemos que poner todas las pilas para dar un mensaje claro y, sobre todo, ejercer estas políticas que todos queremos.
- ¿Volvería a entrenar a España?
- No, no volveré. Tengo contrato con China hasta los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028 y no creo que me dé tiempo de hacer más cosas después. También quiero descansar. Entrenar a España es algo que ya he hecho y ya hay quien lo está haciendo muy bien.
- ¿Tuvo algún problema en dirigir a España siendo independentista?
- Cuando estaba haciendo deporte, no estaba haciendo política. Lo que hice estaba fuera de todo eso. Lo más importante siempre fue el equipo por encima de otras historias. En Cataluña me consideraban muy española y en España, muy catalana. Pero siempre fui fiel a la gente con la que trabajaba, al grupo.






