Alexia Putellas hace suya la historia y se convierte en la primera mujer en ganar dos veces el Balón de Oro

Alexia Putellas hace suya la historia y se convierte en la primera mujer en ganar dos veces el Balón de Oro

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La futbolista, que se lesionó el ligamento cruzado el pasado mes de julio, no puede contener las lágrimas tras proclamarse mejor jugadora del mundo por segundo año consecutivo: “Echo mucho de menos sentirme futbolista”

Alexia alza su segundo Balón de Oro.FRANCK FIFEAFP

Alexia Putellas se mordía el labio. Miraba a la nada, al techo del Teatro Châtelet de París, a su madre, Eli, muy emocionada. El Balón de Oro iluminaba su rostro. Pero ni siquiera ese brillo podía borrar el dolor de una carrera interrumpida. Un sufrimiento en el que pocos pueden reparar, menos aún sobre una alfombra roja o un estrado celestial. Y Alexia, que vio interrumpida su carrera por culpa de una lesión de rodilla, rompió a llorar. “Echo mucho de menos hacer lo que más me gusta, sentirme futbolista. Lo echo mucho de menos, de verdad”.

Alexia tiene al aura de las elegidas. El resplandor de quien trasciende en el tiempo. Quizá sea ella una de las principales responsables de que el fútbol practicado por mujeres haya dejado de ser una anomalía en el sistema para acabar ocupando un espacio deportivo, mediático y emocional por el que se luchó durante décadas. A sus 28 años, la centrocampista del Barcelona tomó otra vez en París el Balón de Oro y se convirtió en la primera mujer en ganarlo dos veces. Hasta su irrupción, ningún futbolista español había alzado el preciado trofeo desde que Luis Suárez Miramontes recogiera el suyo en 1961. La historia es de Alexia.

“Me pregunto todos los días si esto es real. Me acuerdo cuando gané el primer Balón de Oro que Luis Suárez me escribió y me dijo: ‘Que no sea tu meta, sino tu salida’. Esa frase fue una inspiración para mí. Volver a estar aquí es un sueño”, admitió la mejor futbolista del mundo.

Ni siquiera la rotura del ligamento cruzado anterior sufrida el 5 de julio, justo antes de comenzar la pasada Eurocopa de Inglaterra y que amenazó por destrozarla por dentro, pudo frenar su candidatura. Sus registros, hasta ese maldito día en que su articulación quebró, ya eran abrumadores. Tanto que ni siquiera penalizó que el Barcelona no pudiera revalidar su título de campeona de la Champions tras perder frente al Olympique de Lyon de Ada Hegerberg (ganadora del primer Balón de Oro en 2018, y a quien sucedió en 2019 la estadounidense Megan Rapinoe).

Antes, eso sí, Alexia ya había recorrido buena parte del camino. Conquistó la Liga, con un pleno de 30 victorias, la Copa de la Reina y la Supercopa de España. En el torneo liguero fue la tercera máxima anotadora con 18 goles (dos menos que Geyse Ferreira y Asisat Oshoala) y la máxima asistente (17). Nadie marcó más que Alexia ni en la Copa de la Reina (cuatro) ni en la Champions (11), competición en la que, además, fue escogida MVP.

Además, bajo su liderazgo, el Barcelona logró que el Camp Nou batiera por dos veces el récord de asistencia mundial en un partido jugado por mujeres (91.553 espectadores frente al Real Madrid en los cuartos de final de la Champions; y 91.648 en el duelo de semifinales contra el Wolfsburgo).

“Madre mía”, susurró Alexia después de que el ucraniano Andriy Shevchenko le entregara su segundo Balón de Oro. En un discurso en el que mezcló el castellano, el catalán y el inglés, la centrocampista, que agradeció cuanto pudo a sus compañeras la ayuda prestada, asumió la dificultad de su nueva conquista: “Pensaba que se recordaría la Eurocopa [donde no pudo participar con España, eliminada en la prórroga en cuartos de final por la campeona Inglaterra]. Para ser sincera, cuando me rompí la rodilla creí que esto no sería posible. No os voy a engañar”.

No fue día para que la jugadora hablara sobre el cisma contra el seleccionador Ángel Vilda, con 15 jugadoras renunciando a vestir la camiseta de España. Unas futbolistas que ella misma apoya. “Es un tema que me pone triste”, dijo la centrocampista del Barcelona.

Y Alexia, que creció haciéndose valer en la plaza del Ayuntamiento de Mollet, la niña que antes de los partidos agarraba fuerte la mano de su padre, Jaume, quien murió sin ver cómo su hija alcanzaba el cielo del fútbol, no pidió más trofeos ni distinciones. “Espero que la próxima vez que tenga que hablar sea en un campo de fútbol”. Sólo quiere volver a su vida.

kpd