Roland Garros
El español venció por 6-1, 3-6, 6-1 y 6-2, sin el brillo ni la contundencia mostrados esta temporada
Dado el cariz de los acontecimientos, la manera en que el chico tiende a desembarazarse de los adversarios, el ritmo que imprime a todos y cada uno de los partidos, las presencias de Carlos Alcaraz podían narrarse a partir de la cuantía de los daños ocasionados en quienes osaban ponerse delante suyo. Si en el primer partido, el joven italiano Flavio Cobolli, procedente de la previa, consiguió adecentar un resultado que se vislumbraba catastrófico para él, este lunes Taro Daniel, un treintañero sin mucho que contar en su ya larga trayectoria en el circuito, parecía seguir un destino similar frente al número 1 del mundo y gran favorito para levantar el título.
El japonés, 112º del mundo, lanzó sin embargo un aviso al gran protagonista de la temporada, que se dejó su primer set en la segunda ronda del torneo, antes de imponerse por 6-1, 3-6, 6-1 y 6-2, en dos horas y 25 minutos para medirse este viernes con Denis Shapovalov. No se trata tanto de que los damnificados saliesen de entrada resignados al patíbulo como de la superioridad que marcaba muy pronto el campeón este año en Indian Wells, Madrid, Barcelona y Buenos Aires.
Quizás Daniel, antes de ingresar en la Philippe Chatrier, en una tarde ventosa y sin todo el papel vendido, quiso traer a su memoria el partido que ambos disputaron hace dos años en el challenger de Oeiras, en que puso un precio razonable a su cabeza, cayendo por 6-2, 5-7 y 6-2, aunque ya se sabe cómo ha corrido Alcaraz desde entonces, el ritmo vertiginoso de su crecimiento sin medida.
Se trastocó el guion
En 31 minutos, el japonés ya estaba 6-1 abajo, sometido al timing homicida del vigente campeón del Abierto de Estados Unidos. No soportaba su velocidad de bola ni encontraba modo alguno de estrechar las distancias en el debut de Alcaraz este año en la central. Todo transcurría bajo el guion previsto hasta que el español, tal vez acomodado por la holgura con la que manejaba el partido, dejó una puerta entornada por la que se coló con sigilo el bueno de Daniel.
Fuese el viento, perjudicial para ambos, el exceso de confianza o la imprecisión en sus golpes, o se tratara de un conglomerado de todo ello, lo cierto es que el japonés recobró la autoestima y empezó a jugar más largo, haciendo daño a Alcaraz en particular con su afinado revés. Obtenido su justo premio, vio cómo el murciano recuperaba orden y acierto. Espectacular el punto del sexto juego del tercer parcial, con 5-0 para Alcaraz, cuya narración no hará justicia: dejada, contradejada, willy (pelota devuelta por entre las piernas) y contrawilly, hasta concretarse el 30-15 para el español.
La trayectoria de Daniel en la temporada de arcilla no era un factor de preocupación: se quedó en la previa de Montecarlo, Madrid y Roma, en primera ronda del ATP 250 de Banja Luka, en cuartos del challenger de Cagliari y en octavos del challenger de Roma. Ganador hace un lustro, sobre la arcilla de Estambul, del único título de su carrera, el tenista nacido en Nueva York peleó hasta llevar a Alcaraz a cuatro sets, que no es poco en estos tiempos.