El técnico declara que, pese a asistir a la final del Mundial femenino, no tomó parte alguna en lo ocurrido
Luis de la Fuente, a su llegada al juzgado.PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP
La instrucción del caso Rubiales continuó este jueves con las declaraciones como testigos del entrenador de la selección masculina, Luis de la Fuente, el exjefe de Comunicación de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Pablo García Cuervo, y el subdirector de Comunicación, Enrique Yunta.
El titular del Juzgado Central de Instrucción número 1 de Madrid, Francisco de Jorge, investiga si, además del delito de agresión sexual por el que está imputado Luis Rubiales por el beso en la boca que dio a Jenni Hermoso tras la final del Mundial en Sídney, también hubo presiones para que ella declarase públicamente que fue consentido.
En su declaración, el seleccionador De la Fuente alegó no saber nada de lo ocurrido, se mostró totalmente ajeno al caso, aunque estuvo presente en la final en Australia. El técnico apenas aportó respuestas a las preguntas del juez que lo citó después del testimonio de la jefa de prensa de la selección femenina, Patricia Pérez.
También defendió su desconocimiento de lo ocurrido el ex jefe de Comunicación de la RFEF, García Cuervo, que en algún punto contradijo la declaración de Pérez. El último en declarar fue el subdirector de Comunicación, Enrique Yunta.
Además de Rubiales, investigado por delitos de agresión sexual y coacciones, en el procedimiento están imputados por coacciones el exseleccionador femenino Jorge Vilda; el exdirector de la selección masculina, Albert Luque, y el de Marketing de la RFEF, Rubén Rivera, que ya fueron interrogados.
Había run run de despedida en la previa, Rudy como centro de los comentarios, porque una victoria del Real Madrid era prácticamente el adiós de una leyenda, el último partido en el WiZink de quien conquistó con su talento y su sabiduría baloncestística a toda una afición. Y el destino tiene estos guiños, el balear iba a darse un baño de emoción pero también de protagonismo. Si la final ya no vuelve a Madrid, si los de Chus Mateo ganan uno en Murcia, quedará ese último rato de Rudy, esos cuatro triples, ese ímpetu irredento, esas lágrimas. [79-63: Narración y estadísticas]
Pudo ser la última noche de Rudy en el Palacio con la camiseta del Real Madrid, pero también la del Chacho o de la Causeur. Los blancos están a un paso de la reconquista de la ACB, de su tercer título del año, en una temporada cuya guinda se quedó en Berlín. Con su inercia demoledora fue demasiado para el UCAM, que le puso todos los ingredientes al duelo para pelearlo, pero que fue frustrado por el colectivo blanco; Chus Mateo maneja una navaja suiza, llena de armas con las que destrozar a cualquiera.
Será recordado el UCAM como un dignísimo finalista, un honor que forjó en dos eliminatorias históricas contra Valencia y Unicaja sin factor cancha y que honró ante un Real Madrid ante el que no salió a verlas venir. Dice Sant-Roos que son "las locuras" de Sito Alonso que todos siguen a pies juntillas. Pero cómo iban a llegar hasta aquí y no competir, no intentar disfrutar de la adrenalina de una batalla en la que la mayoría nunca estuvieron.
Rudy Fernández, en acción contra el UCAM Murcia.ACB Photo
Duró lo que duró y el miércoles en Murcia el Real Madrid puede ser campeón, pero el UCAM salió a competir con bravura y valentía, con la zona como cebo para intentar hacer dudar al rival (los blancos fallaron 10 de los 11 primeros triples que intentaron) y con los guerreros de Sito dispuestos a cualquier cosa. Mediado el segundo acto se veían plenos, por delante incluso en el marcador (22-23), con un oponente al que le señalaban dos técnicas por protestar.
Pero entonces apareció Rudy, que no quiere alfombras rojas como despedida. Quiere baloncesto, competición, lo que mejor hizo siempre. Con él en pista todo cambió. Un 18-7 de parcial hasta el decanso, con Yabusele como mejor acompañante y una respuesta táctica genial de Mateo. Zona contra la zona, Rudy a los mandos y el segundo round cuesta abajo.
No se iba a rendir tan fácilmente el Murcia. Y eso que Musa, con demasiado afán de protagonismo ofensivo, estiró la cuerda hasta el +13 (49-36). Se volvió a poner manos a la obra Sito, rigor táctico e intensidad, Sleva como respuesta y triples que se clavaban en el pecho del Madrid. El de Hakanson, volvió a acercar a los visitantes (55-51).
Y entonces volvió Rudy. Y robó un balón. Y levantó a las tribunas. Y se llevó el enésimo golpe. Y anotó su tercer triple, ya en el último cuarto, cuando estaba escribiéndose un guion maravilloso. Porque después también clavó, a una mano, una canasta sobre la bocina de la posesión. Para delirio del WiZink.
El Murcia siguió intentándolo, pero ahí seguía Rudy, que con su cuarto triple sin fallo sentenció el partido. Quedaban más de dos minutos, Chus Mateo lo cambió por Llull y se produjo un momento inolvidable. Una ovación infinita, más de 10 minutos de honor a la leyenda entre lágrimas. A un jugador irrepetible, un adiós único.