Semifinales
El serbio se impuso en dos horas y 47 minutos [6-3, 6-4, 7-6] y buscará el domingo su vigesimocuarto título del Grand Slam.
Pasan los años y no aparece un tenista capaz de detener en Wimbledon a Novak Djokovic. Es más, la semifinal frente a Jannik Sinner permite afirmar que su autoridad crece de una edición a otra. Si en los cuartos de 2022, el joven italiano le tuvo a un paso de la lona, en esta ocasión, en su primera presencia entre los cuatro mejores de un torneo de este rango, no le alcanzó ni de largo para inquietarle como entonces. Poco más de un mes después de ganar en París su vigesimotercer título del Grand Slam y superar a Rafael Nadal en la pugna por el mayor número de grandes, el serbio disputará su novena final de Wimbledon, tras imponerse en dos horas y 47 minutos (6-3, 6-4, 7-6 [4]) .
Sinner, octavo cabeza de serie, jugó un primer set bastante digno, pero pese a tener tres pelotas para romper y desplegar un tenis agresivo y fluido, cuando se quiso dar cuenta lo había perdido. Djokovic hizo buena su única opción de fracturar el marcador y cerró el parcial como si se tratase de un auténtico sacador, con tres servicios a la intersección del cuadro, dos de ellos con la etiqueta del ace.
Son ya 34 victorias consecutivas en un torneo que ha ganado en sus últimas cinco ediciones y en el que aspira a igualar los ocho títulos de Roger Federer. Desde que Marin Cilic le derrotó en la final de Queen’s de 2018, en un momento incierto de la carrera de Nole, que había llegado a flirtear con la retirada, no ha habido nadie con arrestos para vencerle. Su última derrota en Wimbledon se produjo en los cuartos de final de 2017, cuando se retiró por lesión con el marcador en contra ante Tomas Berdych.
Tercer finalista más veterano
Sinner se despistó en el tercer juego del segundo set y dejó campo abierto a su adversario, que incluso tuvo la posibilidad de irse pronto de haber aprovechado dos bolas para 5-2 y saque. No le pesó. Iba a cerrar el parcial de un modo similar al anterior, esta vez con un servicio abierto, también con categoría de ace.
Tiene mucho de inmaculado el juego de este hombre que, con 36 años y 55 días, se convierte en el tercer finalista más veterano del torneo en la era profesional, después de Ken Rosewall y Federer. Cualesquiera que sean las características de su adversario, y las de Sinner, rápido, buen restador, poderoso también de revés, con armas para robar tiempo al adversario y un timing frenético en los intercambios largos, no son ni mucho menos desdeñables, encuentra el momento y la manera más precisa de sofocar sus afanes.
“¿Qué hago?”, preguntaba Sinner a su box con los brazos en jarras en el momento de afrontar otros tres break points, después de que el serbio le cercase con una doble combinación de golpes planos y cortados de revés, ya en el tercer set. Los salvó, respaldado por el saque, renuente a dejar escapar el partido por el camino más corto.
“Un eco del techo”
Aún tierno en la definición, el italiano desaprovechó dos bolas de set al resto, con 5-4, con su oponente enrabietado por un grito desde la grada cuando servía en terreno pantanoso. Las flaquezas de Sinner volvieron a evidenciarse en el desempate, donde cometió una doble falta y otros dos errores no forzados que le condenaron definitivamente.
Entero, contenido, Djokovic ni siquiera perdió los nervios cuando se le privó de un punto por un grito demasiado prolongado, en el comienzo del segundo set. “Debió de ser un eco del techo. Nunca me había sucedido”, bromeó después. El partido se jugó a cubierto debido a la lluvia.