GP de Austria
Dos paradas demasiado lentas en el box y una sanción por salirse de la pista dejan al español de Ferrari sin el tercer puesto en el Red Bull Ring
Quedan carreras, muchas carreras, 13 carreras, y hay talento, incluso coche, pero Carlos Sainz está inmerso en una temporada oscura, un año injusto. Mucho esfuerzo, pocas celebraciones. De momento, van ocho pruebas y ningún podio: su peor racha desde que es piloto de Ferrari. Este domingo en Austria estuvo más cerca que nunca este curso e igualmente tuvo que cederle el tercer puesto a Checo Pérez. Finalizó cuarto a sólo cuatro segundos del mexicano. Fue su culpa, en parte fue su culpa, porque superó demasiadas veces los límites de la pista y recibió una sanción, pero sobre todo fue culpa de su equipo.
En las primeras vueltas Ferrari no le dejó adelantar a su compañero Charles Leclerc y en sus dos visitas al garaje, los mecánicos tardaron una barbaridad en cambiarle de ruedas y no le permitieron defenderse. Pérez, que partía desde la decimoquinta posición, obligado a la remontada, le cazó cuando todavía quedaban 13 vueltas y, aunque Sainz aguantó, y aguantó, y aguantó, la misión se demostró imposible. ¿Qué hubiera pasado si hubiera tenido más margen?
Quizá hubiera festejado su primer podio del año. Quizá no. En todo caso, el trabajo en boxes de Ferrari no le dejó descubrirlo. Igualmente cerró el GP de Austria con el tercer puesto de la carrera sprint y el cuarto de la carrera clásica, el mejor bagaje del año. En determinados circuitos su monoplaza es el segundo más rápido de la parrilla y eso debería servir para cambiar su suerte en lo que queda de Mundial. Quedan carreras, muchas carreras, 13 carreras y hay talento, incluso coche.
El cabreo de Hamilton
Toda la acción que le rodeó tuvo como contraste la tranquilidad entre la que maniobró Fernando Alonso. Desde su séptima posición en la parrilla, adelantó a su compañero Lance Stroll en la primera curva y, a partir de entonces, se mantuvo en una zona intermedia, sin rivales que adelantar ni rivales que le adelantaran. Terminó sexto. Su interés fue deshacerse de Lewis Hamilton, cabreado con su Mercedes -en discusión por radio con su equipo-, y luego mantenerlo lejos, atrás. Después de un inicio de Mundial regular, su año se ha subido en una montaña rusa que alcanza los cielos de Mónaco o Canadá y desciende al silencio de Montmeló o de este domingo en Red Bull Ring.
Venció Max Verstappen, prácticamente no hace falta escribirlo. Por quinta carrera consecutiva dominó hasta el exceso, hasta un verdadero exceso. A falta de dos vueltas para el final, con una ventaja de 23 segundos sobre Leclerc, segundo, decidió entrar en el garaje para montar neumáticos nuevos y conseguir así la vuelta rápida. Su equipo, Red Bull, le pidió que no lo hiciera, el riesgo era demasiado grande, pero apenas le importó. Pese a poner su victoria en riesgo, pasó por boxes, voló sobre la pista y se llevó una atronadora ovación de su público -la Orange Army es mayoría aquí-. El tercer título ya es suyo y ahora ya va a por todos los récords posibles, de victorias, de puntuación, de poles, de lo que sea.