El piloto español es hoy un veterano adorado por los jóvenes. “Es una leyenda”, alaba Verstappen. En muchos casos, de Sainz a Stroll, de Tsunoda a Zhou, fue un “ídolo de infancia”
Fernando Alonso, a su llegada al Red Bull Ring, este jueves.CHRISTIAN BRUNAEFE
Habla François D'Haene y nombra bodegas y tipos de uvas y explica que hasta la pandemia fue propietario de 4,5 hectáreas de viñedos en Beaujolais, una región vinícola de Francia, y reconoce que le enorgullecían sus vinos, especialmente de un Gamay 100% ecológico. Habla François D'Haene y parece un productor, un enólogo, un sumiller, pero no parece para nada lo que es: uno de los mejores corredores de montaña es la historia. Si no existiera Kilian Jornet seguramente sería considerado el más grande, un mito, una leyenda, pero existe, vaya si existe, y la comparación siempre está le empequeñece. D'Haene ganó cuatro veces la UTMB, la carrera de ultratrail más importante del mundo, y Jornet lo hizo cinco. D'Haene venció en 2021 en la Hardrock 100, la prueba emblema de Estados Unidos, y el español ya lleva allí cinco triunfos. Y así todo. D'Haene podría desesperarse ante la figura de Jornet, lamentarse, hundirse, pero realmente siempre se lo ha tomado muy bien: sabe que son muy distintos, casi contrarios, que apenas se dedican a lo mismo.
La comparación con Jornet es continua.
Es normal, pero lo entiendo porque es interesante. Tenemos objetivos similares, hemos competido muchas veces el uno contra el otro, pero vemos la vida de una manera completamente distinta. Incluso ahora, que él tiene familia, nuestro enfoque es diferente. Yo siempre he intentado compaginar los entrenamientos con el tiempo en familia, salir a cenar con los amigos, trabajar en mi propia empresa. Kilian es una gran persona, pero él es más científico y está más centrado en la competición. Yo sólo corro por la aventura y porque siento que lo necesito.
Difícilmente Jornet se toma una copa de vino después de un entrenamiento
El alcohol en el deporte, incluso en la vida, no es muy bueno, pero para mí es un disfrute. No es una cuestión de cantidad, no bebo cada día, es una cuestión de calidad. Entreno entre 30 y 35 horas todas las semanas, a veces corro ocho horas seguidas, así que luego me puedo tomarme una copa con mi pareja o con mis amigos sin problema. Esos momentos son muy importantes para mí para mantener la mente despejada.
D'Haene compite este sábado en la Trail 100 Andorra by UTMB, una prueba de 105 kilómetros con salida y llegada en Ordino, en la que parte como claro favorito. Otros nombres luces en el cartel como los estadounidenses Ben Dhiman y Zachary Garner o el español Alexandre Urbina, pero nadie cuenta con el palmarés del francés. Este año se ha marcado como objetivo el Tor des Geants, una barbaridad de 330 kilómetros y 24.000 metros positivos que recorre los Alpes, pero seguramente el año que viene D'Haene volverá a UTMB para intentar igualar a Jornet y quien sabe si tener un penúltimo duelo con él. Con una buena actuación en Andorra el galo ya tendrá solventada la clasificación para la prueba que siempre se disputa en Chamonix a finales de agosto.
¿Igualar a Jornet en UTMB es su objetivo?
Ahora estoy centrado en prepararme para Tor des Geants y tengo mucha ilusión puesta en eso. Nunca he completado una prueba tan larga y no sé si sabré adaptarme, sin acertaré con el ritmo, si seré capaz de aguantar. Tengo muchas ganas de vivir la aventura. El año que viene no sé qué pasará, voy mes a mes, temporada a temporada, aunque no lo descarto para nada. Sé que aquí en Andorra puedo conseguir el bonus, la stone o cómo se llama lo que se necesita para estar en Chamonix y puede ser que vuelva, sí.
¿Alguna vez pensó en dedicarse sólo a correr?
No porque cuando empecé no sabía si sería posible y me acostumbré a una vida combinando varias cosas. Yo soy fisioterapeuta y al principio combinaba mi profesión con los entrenamientos. Luego llegaron otros proyectos empresariales, nacieron mis hijos y aprendí que conseguir un equilibrio entre todas las partes era crucial para mí. Necesito tener algo más en la vida para no sentir presión cuando corro y, en definitiva, para poder disfrutarlo.
Durante sus tres meses de sanción, Jannik Sinner hizo dos consultas a su entorno y ambas acabaron con la misma respuesta: no. Cada vez que se le ocurría preguntar un «¿Puedo ir a...?» siempre escuchaba lo mismo de vuelta. En marzo quiso acercarse a la Tirreno Adriático para animar a un amigo, Giulio Ciccone, ciclista del Lidl-Trek, y los suyos le dijeron que se quedara en casa. Y en abril trató de acudir a las Seis Horas de Imola para acompañar a otros dos colegas, Antonio Giovinazzi y Alessandro Pier Guidi, pilotos de resistencia de Ferrari, y también le negaron la visita. Su consuelo fueron unas cuantas salidas en bicicleta con todos ellos por las montañas de Montecarlo, pero siempre lejos de una competición oficial.
Pese a que la Federación Internacional de Tenis (ITF) fue indulgente y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) aceptó un acuerdo ligero, Sinner estaba castigado por dar positivo en una sustancia dopante, con todo lo que ello implica. No sólo no podía participar en ningún torneo de tenis, sino que debía apartarse completamente del deporte. Ni tan siquiera presenciar una prueba como un aficionado más. Existen dudas legales sobre qué hubiera pasado si le hubieran pillado en una carretera al paso del pelotón animando a Ciccone, por ejemplo, pero no tomó ese riesgo.
Durante su inhabilitación, Sinner estuvo la mayor parte del tiempo en su casa, entrenando en el Montecarlo Country Club, que pudo abrirle las puertas porque es tan privado que no está afiliado a ninguna federación. Y durante el Masters 1000 monegasco se marchó a Marbella para seguir trabajando su preparación. Según Marco Panichi, su preparador, en las primeras semanas de parón, el tenista se centró en descansar, acompañado de su familia, y después empezó un plan específico basado en el desarrollo físico para afrontar lo que viene: Roland Garros y Wimbledon.
PIERO CRUCIATTIAFP
Más allá de lo tenístico, Sinner necesita más fondo para encarar duelos como las últimas semifinales en París, cuando cayó ante Carlos Alcaraz. El pasado lunes, en su primer entrenamiento oficial, se le notó tan fino como siempre, pero hay que esperar a que pasen partidos como el de este sábado, su debut en el Masters 1000 de Roma ante Mariano Navone (no antes de las 19.00 horas, Movistar). De momento, en casa, sólo se le ha visto feliz.
De aquel Sinner taciturno del año pasado no queda nada. Con el alivio de haber cerrado su caso por dopaje, el italiano ha repartido fotografías y autógrafos a todos los aficionados, ha entrenado junto a tenistas como Jiri Lehecka o Casper Ruud y ha rechazado el lounge privado dentro del Foro Itálico que la organización suele ofrecer a sus figuras. Ya no debe protegerse de críticas o comentarios.
Su expediente por dopaje ya se ha cerrado y lo ha hecho sin apenas consecuencias. A nivel tenístico, el coste ha sido casi nulo. Después de levantar su segundo Open de Australia, tuvo que renunciar a hasta cuatro Masters 1000 -Indian Wells, Miami, Montecarlo y Madrid-, pero no le supuso demasiado inconveniente. De regreso, no sólo mantiene el número uno del ranking, también guarda ventaja sobre el segundo -1.645 puntos sobre Alexander Zverev- y ninguno de sus rivales ha brillado en su ausencia. Además, a nivel económico, tampoco ha tenido grandes pérdidas.
ALESSANDRO DI MEOEFE
Tuvo que renunciar al MGM Rewards Slam de Las Vegas de marzo, donde hubiera ganado alrededor de 1,5 millones de euros, pero ya está. Con un contrato a muy largo plazo con Nike -150 millones por 10 años- sus patrocinadores de siempre (Gucci, Lavazza, Fastweb, Rolex, Pigna, Intesa Sanpaolo y Panini) no se alteraron por la sanción e incluso en el proceso incorporó tres nuevos: De Cecco, La Roche-Posay y Enervit. El año pasado, mientras ganaba 22,4 millones de euros de premios, ingresaba unos 40 millones más sólo por publicidad.