La japonesa se hizo con el título de dobles mixtos de Roland Garros, cuatro días después de ser descalificada de los dobles femeninos por darle un bolazo accidentalmente a una recogepelotas.
Kato, junto a Tim Puetz, durante la final.THOMAS SAMSONAFP
“Ha sido un reto mental estos últimos días tras mi injusta descalificación de los dobles femeninos”. Así rezaba el comunicado que la japonesa Miyu Kato leyó en la Philippe Chatrier pocos días después de ser descalificada del torneo de dobles femeninos en Roland Garros. Este jueves ganó la final del mixto junto al alemán Tim Puetz, que es también su entrenador, y aprovechó para pedir una indemnización por esa decisión.
Tras imponerse en el ‘super tie break’ de la final a la pareja formada por Bianca Andreescu y Michael Venus, por 4-6, 6-4 y 10-6, la nipona quiso arreglar cuentas con los organizadores, a quienes hizo responsables de su descalificación en octavos del doble femenino contra la española Sara Sorribes y la checa Marie Bouzkova.
“Los mensajes de apoyo que recibí me han ayudado a ganar este mixto”, señaló la japonesa. Agregó que espera poder repetir el partido en el que fue descalificada y anunció que ha solicitado que le devuelvan el dinero de los premios y los puntos que le quitaron por aquel incidente. “Espero poder volver a jugar junto a Aldila contra Sorribes y Bouzkova. He hecho una apelación para que me devuelvan los puntos, mi dinero y mi reputación”, afirmó.
Kato fue descalificada después de que, tras un punto, lanzara una bola contra uno de los fondos y golpeara a una recogepelotas, que se echó a llorar.
GP de Hungría
MIGUEL A. HERGUEDAS
@herguedas
Actualizado Lunes,
24
julio
2023
-
01:56"Es decepcionante, pero también un baño de realidad", admite Mike...
Gino Bartali y Fausto Coppi no estaban solos en la célebre fotografía que pasó a la historia como emblema de los valores del deporte y también como representación de una sociedad dividida por la política y la religión. Una imagen adornada por un cautivador misterio jamás resuelto.
La ilustración de Carlo Martini muestra a los dos italianos en el ascenso al puerto del Télégraphe, en la undécima etapa del extraordinario Tour de Francia de 1952 (ese en el que Bernardo Ruiz finalizó tercero y se estrenaron las subidas a Alpe d'Huez y Puy de Dôme, ambas coronadas en primer lugar por Coppi, ganador de la carrera). Ahí aparecen Bartali, el veterano, el cristiano (salvó la vida a centenares de judíos al conseguir de forma clandestina pasaportes y salvaconductos en la Segunda Guerra Mundial), y Coppi, el joven, el ateo. Ambos enlazados por un botella de agua. Ni el fotógrafo ni los corredores aclararon el contexto exacto de la secuencia y a partir de ahí comenzaron interminables disputas. ¿Quién pasó el agua? ¿Quién hizo el favor? ¿El generoso fue el ciclista de la Democracia Cristiana o el comunista, el devoto o el agnóstico, el tradicional o el moderno? La imagen de un país fracturado.
La foto, publicada en el número 28 de la revista Calcio e Ciclismo Illustrato, fue convenientemente editada para que sólo aparecieran los ídolos italianos. En la original (descubierta por Carlo Delfino) también aparecía el belga Stan Ockers, (segundo en aquel Tour), ídolo de Eddy Merckx. Justo por detrás de Bartali se adivinan un pie y un brazo de otro corredor. Ese corredor escondido es Bernardo Ruiz, que ahora aclara aquella secuencia. El ciclista centenario dice que aquel día hacía mucho calor, que Coppi escalaba el Télégraphe con mala cara y que junto al italiano subía un grupito, con Bartali, Ockers y él mismo, por detrás iban el también español Antonio Gelabert, el francés Raphaël Géminiani y el belga Alex Close. Entonces se corría por selecciones, no por equipos.
Ruiz, en su casa de Orihuela, muestra fotos de su etapa ciclista.CARLOS GARCÍA POZO
«Veníamos muy castigados», señala Ruiz, «después de subir la Croix de Fer, para mí uno de los puertos más duros. Coppi iba fatigado, se había quedado sin agua y no estaba permitido avituallarnos en los ascensos. Entonces, el seleccionador italiano [Alfredo Binda], que dirigía a Coppi y a Bartali, se adelantó al pequeño pelotón y entregó una botella de agua (no un bidón) a un chica que estaba al borde de la carretera para entregársela a Coppi. ''Cuando lleguen por aquí los corredores se la das al ciclista que va de amarillo'', le dijo. Pero la mujer, francesa, posiblemente no entendió bien el mensaje del italiano, y se la entregó al que llevaba el maillot verde, a Gino Bartali. 'Al de amarillo, al de amarillo', le gritaba el entrenador, pero ella no le escuchó. Bartali tomó la botella y con ella rellenó los bidones que llevaba en su bicicleta y cuando terminó se la cedió a Coppi. Bartali entregó la botella a Coppi, pero lo cierto es que se aprovechó de una confusión. Así fue».
Aquella etapa, con final en Sestriere, la ganó Coppi. El segundo fue Bernardo Ruiz, a más de siete minutos. El centenario, testigo y notario de la foto más icónica.