Un nuevo revés para el tenis español. Tras la renuncia de Rafa Nadal a jugar su competición fetiche, Roland Garros, Paula Badosa ha anunciado que no podrá disputar el torneo de tierra por excelencia.
La tenista también ha informado de que probablemente tampoco podrá jugar Wimbledon como consecuencia de una nueva lesión, según ha informado la propia Badosa en redes sociales.
“Cuando todo parecía que volvía a estar bien, malas noticias otra vez justo antes de empezar un Grand Slam. En el torneo de Roma me hice una fractura de estrés en la columna vertebral. Ha sido una noticia muy dura después del inicio de año tan difícil con las lesiones”, escribió Badosa.
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“Esto me va a tener unas semanas fuera de la competición. Gracias a todos los que siempre estáis conmigo. Os iré informando”, añadió.
Tras un inicio de temporada marcador por las lesiones, Badosa estaba recuperando un buen nivel de juego, como lo atestiguan sus participaciones en Madrid y en Roma que le permitieron subir hasta el puesto 29 en la clasificación mundial de la WTA.
Badosa ya se había perdido el Open de Australia por una lesión en el muslo, que se produjo en el torneo de Adelaida.
Jon Rahm fue el primer encargado de revolucionar la última jornada del Open Championship. El de Barrika tuvo una salida fulgurante y agitó el tablero haciendo que Royal Troon hablara español, por lo menos durante casi dos horas. El sueño de ser campeón del Open Británico se desbarató con el bogey en el hoyo 11, el primero y único del día para el español, que terminó con -1, empatado en la séptima plaza junto al número uno del mundo Scottie Scheffler.
"Me he dado la oportunidad. Si juego bien entre el 9 y el 12, igual hubiera tenido una opción, pero tal y como estaba el viento, bajando, era complicado", afirmaba satisfecho por la semana. "He jugado muy bien, porque el campo está duro. Estoy muy contento, he hecho un gran trabajo tras no desesperarme demasiado. El juego corto ha sido muy bueno". dijo Rahm, que cierra su temporada en los majors con el mejor resultado del año.
A puñetazo limpio se batieron por la jarra de clarete hasta ocho jugadores. La naturaleza quiso que el desenlace del Open Championship fuera la ronda más apacible de la semana y los ocho primeros hoyos el maná que aprovechar antes de afrontar los complicados nueve segundos, donde resultaba casi inevitable perder golpes. Pero el viendo amainó, lo que dejó a Royal Troon totalmente desprotegido ante el paso de los últimos partidos. Xander Schauffele, que terminó los primeros nueve hoyos con -2, encadenó aciertos en los hoyos 11, 13, 14 y 16 para poner el torneo con -9 y pasar por encima de Juston Rose (-7), segundo clasificado gracias al birdie en el 18, la mayor ovación que se ha escuchado en toda la semana en Royal Troon. El acierto en el ultimo agujero también le sirvió a Billy Horschel (-7) para empatar en la segunda posición.
"Quizás me haya faltado algo de suerte"
Cuarto en solitario fue la revelación del torneo, el sudafricano Thriston Lawrence (-6). Y cerraron el top-ten y los guarismos bajo el par Russel Henley (-5), Shane Lowry (-4), además del propio Rahm, Scheffler y Sungjae Im, todos con -1. Los 65 golpes hicieron a Schauffele justo campeón y golfista del año.
"Quizás me haya faltado algo de suerte para luchar por la victoria". No le faltaba razón a Rahm, que cada día de juego de los cuatro de este Open estuvo en el turno más perjudicado por la meteorología. Pese a todo, lo peleó el de Barrika con cuatro birdiesen los siete primeros hoyos y arrancó la locura del gentío con tres consecutivos para empezar. Todo lo que no entró los primeros tres días, vio hoyo en los dos primeros, donde embocó desde cinco y seis metros, respectivamente. El público español se hacia notar ante los aciertos, pero Rahmbo, hierático, no producía ni una muesca ante tanta muestra de cariño. El español entra en trance desde que llega al campo a calentar y solo sale del mismo cuando estrecha la mano de sus oponentes al terminar cada ronda.
Fue una pena el putt del 8 para birdie desde tres metros que hubiera redondeado el explosivo comienzo. A esas alturas los últimos partidos ya habían empezado y coleccionaban birdies en el primer tramo. A dos golpes llegó estar Rahm, fue solo un espejismo y con la desaparición del viento llegaron los birdies por detrás y la victoria del norteamericano.
Shauffele, medallista olímpico
Xander tiene 30 años, 11 triunfos profesionales y entre ellas su primer major conseguido este mismo año en el PGA Championship. Además tiene el honor de haber logrado la medalla de oro en los últimos Juegos Olímpicos disputados en Tokio. Se da la circunstancia que este año, los cuatro ganadores de majors son americanos, algo que no pasaba desde 1982.
Con respecto al resto de españoles que pasaron el corte, Jorge Campillo terminó con el par en la ultima jornada empatado en el puesto 43 con +8, mientras que el amateur Luis Masaveu concluyó en el puesto 78 con +18.
Mientras otros batallan en eliminatorias repletas de igualdad, polémicas e incertidumbres, el Real Madrid ya aguarda camino de Berlín, en su 10º Final Four de los últimos 13 años, la tercera de carrerilla. Allí defenderá su corona tras un tremendo camino en Europa, coronado en el Buesa Arena, donde cerró por la vía rápida la serie ante un bravo Baskonia. Murieron los de Dusko Ivanovic con las botas puestas, desplegando osadía, talento y la energía que les quedaba hasta que chocaron con la mejor versión de Tavares, con el temple de Campazzo, los puntos de Yabusele y la magia de Sergio Rodríguez. [98-102: Narración y estadísticas]
Fue una pelea mayúscula en Vitoria, una noche de guardias bajas y baloncesto eléctrico, de 200 puntos y 29 triples. Mandó el Baskonia casi siempre y resistió el Madrid sus embestidas, hasta el zarpazo final, encendido por el Chacho y culminado por Campazzo. Aunque nada sería lo mismo sin esas dos defensas finales de Tavares, sus cuatro tapones, sus 13 rebotes... Tan pleno que ni un minuto dejó a su compinche Poirier en la segunda mitad, pese a los buenos apuntes previos.
La primera parte fue ya un estupendo augurio, un festival ofensivo, un correcalles sin dueño, un intercambio de golpes que convenía más al Baskonia. Al descanso, los de Ivanovic, desbocados, habían anotado 56 puntos y el Madrid les seguía la estela como podía. Con la lengua fuera, incómodo cuando su defensa no funciona y su rebote no domina, aturdido ante tanta carrera, ante tanto lanzamiento frenético.
Sergio Rodríguez, defendido por Chiozza.L. RicoEFE
El Baskonia estaba dispuesto a morir matando, consciente de lo que supone un 2-0. Porque alargar la faena, dar una alegría al Buesa y mostrar algo de ese 'carácter', no sólo le vendría bien en el ahora. Su lucha por entrar en el playoff ACB y salvar la temporada está más que viva. Y necesita elementos que le reafirmen. Partió más agresivo en defensa, más concentrado en el rebote y con su acierto habitual.
Fue en el segundo acto (tras un parón demasiado largo por un problema en el marcador) cuando, por primera vez en la serie, se vio poderoso, 10 arriba con Marinkovic y Markus Howard como ejecutores y Miller-McIntyre como dueño del tempo, ocho asistencias en la primera mitad. Hizo 34 puntos en ese tramo, en el que tuvieron que salir Poirier y Deck (su defensa sobre Howard...) y, sobre todo, Sergio Rodríguez, al rescate. El Chacho no se achica cuando el juego pierde el control. Dos triples, cuatro asistencias... Gracias a él se mantuvo el Madrid con vida pese a su desastre defensivo.
A la vuelta no mejoraron demasiado las cosas para el Madrid, porque Marinkovic no bajaba su ritmo anotador, triples como flechas a la paciencia blanca. Otra vez haciendo la goma, aunque sin dejarse llevar del todo, parciales de ida y vuelta y Tavares intimidando en la pintura. En realidad, era un partidazo, una estupenda noche de excesos en el Buesa.
Un triple de Deck, la primera canasta del último round, puso al fin por delante al Madrid (73-75), una larga persecución sin perder los papeles. Pero faltaba por aparecer (del todo), Markus Howard: volvió a encender el Buesa con siete puntos consecutivos. Iba a ser el último alarde local, exhaustos ya los de Ivanovic, sin poder responder al arreón final blanco, una estocada mortal en las manos mágicas del Chacho y sus pases.
Fue un parcial de 0-13, con dos triples de Llull, pero, principalmente, con la sabiduría de Sergio Rodríguez. Como la temporada pasada, de nuevo a punto en el momento clave. Howard se empeñó en lo que parecía ya imposible, aunque iba a empujar hasta la orilla. Apareció entonces Campazzo con la puntilla, como un poco antes lo había hecho Yabusele. Y Howard, como Miller-McIntyre, se estrelló con la enormidad de Tavares. El Madrid de Chus Mateo está en Berlín y, a la vez, recuperó el liderato de la ACB tras la derrota del Unicaja en Tenerife.
Hubo un tiempo en que el Mundial Femenino de Ajedrez cambiaba de bandera, pero no de protagonista. Vera Menchik, primera campeona, lo ganó en nueve ocasiones, la primera vez como soviética (1927), luego como checoslovaca y por último bajo bandera británica (1939). Habría prolongado su dominio aún más, de no ser por los bombardeos alemanes sobre Londres, que le dieron un 'jaque mate' injusto y cruel en 1944. En las últimas décadas hemos asistido al fenómeno contrario: las ajedrecistas chinas han dominado con fiereza, alternando a media docena de campeonas del mundo, muy diferentes entre sí, pero casi intercambiables ante los ojos poco entrenados de Occidente.
Las dos últimas campeonas son Ju Wenjun y Tan Zhongyi, dos jugadoras de la misma generación, 34 y 33 años, que se han repartido la corona desde 2017. La mantendrán al menos un ciclo más. La primera es la reina vigente de los tableros, seguramente la más estable y favorita, pero tendrá que demostrarlo a partir de este 3 de abril. Serán 12 partidas en las que, como dice la aspirante, veremos «dos batallas, la ajedrecística y la psicológica». Para mantener cierta equidad, la lucha se ha repartido entre dos ciudades, Shanghái y Chongqing, aunque ya sabemos que el resultado no alterará el mapa geoestratégico.
Llevamos ya un cuarto de siglo de tiranía china. Desde 1991, solo han encontrado brechas en la Gran Muralla dos ajedrecistas ucranianas, una rusa, otra búlgara y la húngara Susan Polgar. Para que quede claro que no es casualidad, en la clasificación de la FIDE las cuatro primeras clasificadas son chinas. Un control semejante de un solo país no se produce entre los hombres desde hace décadas, aunque los grandes maestros indios parecen capacitados para intentar un asalto similar.
La número 1, ajena y descontenta
En lo que sí se parecen el ajedrez masculino y el femenino es que los dos números 1 observan los Campeonatos del Mundo en la distancia. Si Magnus Carlsen se cansó de defender el título, Hou Yifan mantiene un perfil aún más discreto. Campeona en cuatro ocasiones, entre 2010 y 2016, la gran maestra china comparte con el noruego su descontento con el formato del Mundial. Sigue en activo, pero el ajedrez se ha convertido en un «pasatiempo», pese a que es la única ajedrecista que, después de Judit Polgar, ha podido competir contra los mejores.
Ju Wenjun y Tan Zhongyi están a más de 80 puntos Elo de ella, quien a su vez camina ya muy lejos de su mejor puntuación. En cierto modo, el ajedrez femenino está estancado, a la espera de que termine de aflorar una nueva generación de niñas prodigio, que prometen estrechar de nuevo los márgenes entre hombres y mujeres en los tableros.
La FIDE, que también intenta acortar esa distancia, no ha desvelado el premio que se repartirán las dos candidatas al título. En la última edición fueron solo 500.000 dólares, un quinto de lo que se repartieron Gukesh Dommaraju y Ding Liren el año pasado. El mero hecho de que no se haya anunciado la cifra es un mal dato para el ajedrez femenino, que no logra atrapar el mismo interés, más aún con dos candidatas del mismo país y sin jugadoras occidentales con opciones de lograr el título. La primera ajedrecista de la clasificación internacional que no es asiática o del antiguo bloque del Este es la española Sara Khadem (nacida en Irán), que ocupa el puesto 21.
La historia nos enseña que estos ciclos no son eternos, por supuesto. De hecho, el ajedrez estuvo prohibido en China durante la Revolución Cultural, entre 1966 y 1976, bajo el régimen de Mao Zedong. Era considerado un símbolo de la «decadencia capitalista». Luego, empezó a ser visto como una imagen de prestigio nacional, algo parecido a lo que ocurría en la Unión Soviética a comienzos del siglo XX, cuando Lenin impulsó el «ajedrez para las masas». El mensaje caló también entre las mujeres y, después de la fuga y posterior muerte de Vera Menchik, las soviéticas recuperaron el liderazgo.
Tan Zhongyi, candidata al título mundial.Gong Bing / Xinhua News / ContacMUNDO
Figuras como Ludmilla Rudenko (ucraniana, entonces parte de la URSS), Elizaveta Bykova y Olga Rubtsova consolidaron este predominio, hasta que en los sesenta, y sin salir todavía del imperio soviético, empezó el reinado de la pequeña república de Georgia. Allí el ajedrez gozaba de una larga tradición, muy anterior a la bolchevique y con un acento femenino más marcado, ya que desde la Edad Media las dotes nupciales incluían tableros.
Largo reinado
El reinado de Nona Gaprindashvili (quien hace no tanto demandó a Netflix por la serie "Gambito de dama") y Maia Chiburdanidze se prolongó durante tres décadas, hasta que en los noventa aparecieron las chinas, encabezadas por Xie Jun, primera campeona mundial del gigante asiático y actual presidenta de su Federación de Ajedrez.
En medio, cabe destacar la aparición de las hermanas Polgar, tres niñas húngaras que como saben los aficionados merecen una novela aparte. También tuvieron breves periodos de reinado figuras individuales procedentes de Bulgaria y Ucrania (con las hermanas Muzychuk al frente), en parte como herencia del ajedrez soviético.
Después de la victoria de la India en la última Olimpiada Femenina de Ajedrez, cabe pensar que las jugadoras de este país podrían inaugurar más pronto que tarde un nuevo ciclo y emular a sus colegas masculinos. De momento, sin embargo, solo hay una ajedrecista india en el top 10 y tres entre las 15 mejores. Ya veremos si China vuelve a conseguir otro Mundial en el que solo ondee su bandera.