El jugador sueco Mikael Ymer, tras una discrepancia con el juez de silla Rogerio Santos que acabó costándole un juego, la toma contra la estructura de la silla y acaba destrozando su raqueta a golpes.
Es un rara avis en una pista de tenis. No romper una raqueta, que se lo hemos visto a muchos jugadores como John McEnroe o, más recientemente, a Nick Kyrgios. Sino hacerlo contra la silla del árbitro del partido.
Mikael Ymer, jugador sueco número 53 del mundo, jugaba contra el francés Arthur Fils en segunda ronda en el torneo ATP 250 de Lyon. Cuando iban 5-5 en el primer set, se produjo el desencuentro entre Ymer y el juez de silla Rogerio Santos.
Al parecer, un golpe de Fils, cuando jugaban un 40 iguales, no había entrado en la pista según el tenista nórdico. El sueco devolvió la bola y su respuesta fue cantada fuera . Entonces, el juez dio el punto para el francés.
Ymer, enfadado, se acercó a reclamar el punto pidiendo al juez de silla que se bajara a confirmar que la bola del francés había botado en la línea, cosa que el árbitro rehusó pese a las fuertes protestas del sueco.
Entonces, en el siguiente punto, con ventaja para el jugador francés, el sueco perdió el juego y también los nervios. Se acercó a la silla del juez y, tras dos fuertes golpes, dejó su raqueta convertida en un amasijo de cuerdas y fibra.
Poco después, un representante del torneo se acercó a la silla de Mikael Ymer para decirle que estaba descalificado. Fils, número 117 del mundo, pasa de ronda ante una de las situaciones más raras de la historia del tenis.
Dani Carvajal (Leganés, 33 años) se incorpora esta semana al grupo en los entrenamientos. Ya está bien de la lesión en el sóleo de la pierna derecha, y es posible que incluso entre en la convocatoria para el clásico. El capitán del Real Madrid, líder de ese vestuario y líder del vestuario de la selección, atiende a EL MUNDO después de un acto publicitario para presentar el balón con el que se jugará ese partido, el primer balón creado expresamente para un partido por parte de LaLiga y Puma. Está sonriente, está tranquilo. Está contento. Poco a poco se va olvidando de la gravísima avería en la rodilla que sufrió hace poco más de un año y que le ha tenido lejos del campo muchísimos meses. Está de vuelta y para quedarse.
Pregunta. ¿En qué nota que el clásico no es un partido más?
Respuesta. En todo. En el número de entradas que te piden, en que la gente te dice más cosas por la calle...
P. ¿Pesa el ciclo de derrotas contra el Barça del año pasado?
R. No es que pese, pero tenemos ganas de revancha. De todas formas queda mucha Liga. Es un partido, son tres puntos. O sea, no va a pasar nada, ganes o pierdas, pero sí que es verdad que en el ámbito emocional, ganarle supondría algo importante para nosotros y para nuestra afición.
P. Bueno, ¿cómo se encuentra?
R. Bien, muy bien. Esta semana ya estaré con el equipo e imagino que disponible para el domingo.
P. ¿Qué es lo que más le está costando? Rodri contaba que lo que más le costaba era volver a hacer movimientos que antes hacía con naturalidad.
R. Sí, hay acciones en las que tu cabeza necesita pensar un poco más antes de hacerlas. Antes salían de un modo natural y ahora cuesta más. Es como que tu cabeza te va diciendo "este gesto lo puedo hacer, este gesto a ver...". Es un proceso temporal hasta que todo vuelva a ser automático.
P. ¿Tiene miedo?
R. Yo no, ni lo tengo ni lo he tenido. Hay días que estás más molesto, otros días menos. Pero estoy de acuerdo con De la Fuente cuando dijo que todos los futbolistas tenemos molestias. Molestias sí, pero miedo no.
"Mentalmente he llevado mejor esta lesión que todas las lesiones y recaídas de 2021"
P. ¿Cómo ha llevado este año mentalmente?
R. Si te soy sincero, mejor que aquel 2021 en el que tuve muchas lesiones y muchas recaídas. Esta vez ha sido un proceso más de mentalizarte, de decir "tengo una lesión grave, una lesión a largo plazo" y saber que tienes que ir superando fases, acortando plazos... Y para eso te mentalizas. En 2021 fue mucho peor, porque fue lesionarme, recuperarme, empezar a ver la luz y volver a caer. Fue mucho más frustrante, la verdad.
P. ¿Qué ha aprendido este año que ha pasado?
R. Bueno, a valorar todo mucho más. Disfrutar de cada día de entrenamiento, ir todos los días con la mejor de mis sonrisas, a cada partido. Algo que quizá antes no sabía hacer. Antes no jugaba de titular y llegaba a casa enfadado. Ahora no, ahora bueno, me lo tomo de otra manera. Disfruto más de las cosas pequeñas porque hace unos meses estaba en la mierda, y por eso ahora me alegro simplemente de una convocatoria. Ver el lado positivo de las cosas. Disfrutar de cosas que antes no valoraba.
P. ¿Ha cambiado su forma de ser?
R. Yo creo que ha cambiado en eso que estamos hablando. Mi mujer, mi familia, saben y recuerdan perfectamente que yo antes me enfadaba mucho por cualquier cosa, me exigía a mí mismo muchísimo. Y ahora disfruto de las cosas pequeñas, y eso me hace ser un poco más feliz.
P. ¿Le ha dado tiempo a pensar qué hará cuando se acabe el fútbol?
R. No, porque ahora mismo no veo mi vida sin fútbol. Entonces, hasta que me dé, sobre todo, mi cabeza, voy a estar dando guerra.
Dani Carvajal, con el balón del clásicoÁNGEL NAVARRETE
P. Es una pregunta un poco obvia, pero, ¿en quién se ha apoyado?
R. Sin duda, mi mujer es la que más me ha aguantado este año.
P. ¿Y qué ha sido lo peor?
R. El dolor, o sea, el dolor del post-operatorio, los primeros 10 días, dos semanas, era tremendo. A veces me ponía a desayunar con mi mujer, y recuerdo tener que tomar medicación, cada vez más fuerte, cada dos horas. No podía dormir, no podía comer. Intentaba bajar a comer y aguantaba en la mesa dos minutos y tenía que ir al sofá a tumbarme porque no aguantaba el dolor. Eso fue lo más duro.
P. ¿Veía mucho o poco fútbol?
R. Pues al principio me costó ver fútbol, quería desconectar. Pero luego me picaba el gusanillo.
"Xabi es un entrenador moderno, que se adapta al rival. Me gusta ese concepto"
P. ¿Cómo definiría a Xabi Alonso como entrenador?
R. Es un entrenador joven, y con joven me refiero a que es un entrenador con conceptos jóvenes, con ganas de ir a por los partidos sin esperar. Un entrenador que se adapta también muchas veces al rival, y cambia buscando la fórmula que él cree que le puede hacer más daño. Me gusta.
P. ¿Le pidió ayuda a usted?
R. No es pedir ayuda. Charlamos varias veces, comentamos un poco de todo, qué cosas creía yo que se podrían mejorar de la plantilla, cómo lo veía él...
P. ¿Se va a acabar algún día la polémica alrededor de Vinicius?
R. Pues hombre, no lo sé, pero, ¿dónde está la polémica con Vinicius en Getafe? Un jugador, con el balón en el otro lado del campo, te saca el brazo y te da en el cuello y en la cara. Pues creo que no hay más que discutir.
P. ¿Cómo intentan ayudarle?
R. Intentamos que se centre en el fútbol, porque cuando él está centrado es el mejor, uno de los mejores.
P. ¿Qué es lo mejor de lo que no vemos de Mbappé?
R. Pues que es un tío fantástico. Llega al vestuario con una sonrisa, se integró desde el minuto uno. Es un tío normal, no mira a nadie por encima del hombro, y creo que eso es importante sabiendo quién es Mbappé.
Estar aquí ya es un premio, podría decir Carolina Marín, pero entonces no sería Carolina Marín. Estar aquí, en los Juegos de París, no es nada, ni tan siquiera una bonita experiencia, si no se lleva como mínimo una medalla o, mejor, su segundo oro olímpico. Cuentan que al volver de los Juegos de Río, donde había sido campeona, le preguntaron qué le había parecido el Cristo del Corcovado y ella contestó que ni idea, que no le había visto. No hay deportista más ambiciosa, más sacrificada, más decidida.
Este sábado, en los cuartos de final, superó a la japonesa Aya Ohori por 21-13 y 21-14 en 52 minutos y se clasificó para las semifinales de este domingo en las que se podría enfrentar a la china Chen Yu Fei, la vigente campeona olímpica. Dura rival y qué más da.
La japonesa Ohori le había vencido el año pasado en el Open de Francia y en el Arena Porte de la Chapelle de París, un pabellón hasta arriba de españoles coreando su nombre, no tuvo ni la oportunidad de intentarlo. En los Juegos Olímpicos, como en los Mundiales, Marín está a otro nivel. Y eso que, con los años, con las lesiones que le destrozaron las rodillas, con las desgracias vividas -como el trágico fallecimiento de su padre en 2020-, Marín ha ido variando su estilo de juego. En los Juegos de Río 2016 ganó siendo fuego, la más agresiva del circuito, puro ataque. Ahora, en los Juegos de París, veteranísima pese a sus 31 años, impone su control, su dominio del bádminton.
ANTONIN THUILLIERAFP
Ohori, su rival, entró a la pista para pegar con su poderoso remate, pum, pum, pum, pum, y lo consiguió al principio. De entrada, 1-3, y mucha fuerza. Pero Marín, que ya ha vivido encuentros de todo tipo, sabía lo que hacer. Golpe a golpe, fue alejando a la japonesa de la zona de remate, empujándola atrás, hasta que la desesperó. A final del primer set, Ohori abría los brazos pidiendo ayuda a sus entrenadores, incapaz de leer el juego que le planteaba Marín.
Sólo en el segundo set, cuando Ohori aceptó los intercambios, se dibujó cierta igualdad (11-9 para Marín), pero bajo ese esquema más controlado, más cerebral, la española era netamente superior. De hecho, después de un engaño, un supuesto smash que había convertido en dejada, Marín se reía consciente del lío que le estaba montando a Ohori. Para la española, pese a todo lo vivido y lo sufrido, estar aquí, en los Juegos de París, no significada nada si no gana su segundo oro olímpico.