El joven y talentoso corredor, tras superar una extraña tendinitis, debutará el próximo 25 de abril en la ronda suiza. No compite desde la última Vuelta a España
Juan Ayuso, en la Vuelta Ciclista a España de 2022.A. Di Lolli
«Crucemos los dedos. No está en forma pero tiene que sentirse ciclista de nuevo». El entorno de Juan Ayuso recupera el aliento tras comprobar que el chaval comienza a salir del túnel tras más de siete meses desaparecido. El corredor, salvo un indeseable contratiempo, retornará a la actividad el próximo martes en el Tour de Romandía, ronda suiza que finaliza el 30 de abril. El joven talento español (20 años) no compite desde mediados del pasado septiembre, cuando terminó tercero en la Vuelta a España. 226 días parado, con la angustia y el dolor como lastres.
En esta temporada, Ayuso ha padecido un infierno debido a una extraña lesión. A mediados de enero, comenzó a sentir unas molestias en el tendón de Aquiles de la pierna derecha que le impidieron entrenarse con normalidad. Salía a la carretera, pero a los pocos minutos tenía que detenerse por los dolores que sufría. Su planificación del curso quedó trastocada, causando baja en la Vuelta a la Comunidad Valenciana, Volta a Catalunya y País Vasco. Joxean Fernández Matxin, general manager del UAE, se encargó personalmente de la recuperación, manteniendo un contacto permanente con el corredor, con residencia en Andorra, y con atención constante de especialistas en recuperación.
El responsable técnico de UAE explicó a Juan Ayuso que no se obsesionara con los plazos de recuperación y que hasta que no cumpliera cuatro semanas seguidas de entrenamiento sin dolor no debía competir.
Esa rara tendinitis ha frenado la progresión de un corredor que en la pasada campaña rompió registros de precocidad en el ciclismo moderno. En la Vuelta a España de 2022, con 19 años y 360 días, se convirtió en el segundo corredor más joven en subir al podio de una de tres grandes rondas por etapas. El récord pertenece al francés Henri Cornet, que en 1904 (comienzos del pasado siglo) ganó el Tour de Francia con 19 años y 355 días.
Durante este tiempo de ausencia, Ayuso ha tenido que ver a sus compañeros del UAE por televisión, a varios les saludó personalmente en la etapa de la Volta a Catalunya que pasó por Andorra. Ha presenciado con envidia las exhibiciones de Tadej Pogacar en la Amsteld Gold Race y en la Flecha Valona, pruebas que se adaptan a sus condiciones. La próxima semana, por fin, volverá a sentirse ciclista. Acude al Tour de Romandía para testar sensaciones, sin responsabilidades de liderazgo en el UAE. Adam Yates será el jefe de filas del grupo de Matxin.
En carrera suiza también participará Carlos Rodríguez, el otro estandarte del nuevo ciclismo español, que también ha visto frenada su trayectoria por la lesión de clavícula se produjo en una caída en la Strade Bianche. Entre los principales reclamos de la prueba se encuentran Romain Bardet, Egan Bernal, Thibaut Pinot, Alexey Lutsenko y Michael Woods.
«Me he caído muchas veces, tengo cicatrices por todo el cuerpo, pero nada iguala ese sufrimiento. Recuerdo una etapa del Tour. Me dolía tanto que no podía ni pedalear, se me saltaban las lágrimas». Ane Santesteban (Rentería, 1990) revive en voz alta su 2024, el que era el año de la vuelta a casa después de una década corriendo en equipos extranjeros, siendo una de las mejores ciclistas españolas de siempre, dos Juegos Olímpicos, Mundiales, top 10 en Giros y Tours... Un dolor tan insoportable como misterioso, una tortura mental también, hasta que en el lugar más improbable halló la solución. Una revisión ginecológica rutinaria iba a dar con el problema. «Tienes un quiste grande en el ovario y una endometriosis», le anunciaron. «Gracias a Dios. Qué liberación», respondió.
Ane cuenta lo que muchas otras callan, «por vergüenza o por miedo», por tratarse de salud femenina. Lo hace, una vez superado, para «normalizar, dar visibilidad y ayudar a otras mujeres». Las que le escriben en privado confesándole que su caso es el mismo, pidiéndole consejo. Detalla su experiencia, que es la de tantas deportistas, un tabú del que ahora escapa y se vuelve a sentir plena encima de la bici. Con los colores del Laboral Kutxa - Fundación Euskadi, el pasado fin de semana corrió la primera edición de la Milán-San Remo femenina. Acabó 35ª (a 1:25 de la ganadora, Lorena Wiebes), pero dejó un alarde. Como Pogacar en la masculina, la ciclista vasca marcó el mejor tiempo de siempre en la emblemática subida a la Cipressa, los 5,6 kilómetros en 11 minutos y 37 segundos (a de 29,1 km/h). «Este año quiero hacer las tres grandes, Vuelta, Giro y Tour», anuncia en conversación con EL MUNDO desde Rentería.
Es un renacimiento el de la menuda corredora errenteriarra. Porque, tal dolor le provocaba el problema ginecológico, que pensó hasta en dejarlo: «Al final dudas de todo». Hasta de sí misma, de si lo que le estaba ocurriendo no sería producto de su propia imaginación, porque ninguna prueba detectaba nada. «Le decía a Pablo (Rodríguez, también ciclista profesional, de mountain bike), mi pareja: '¿A ver si me estoy volviendo loca y me estoy inventando el dolor?' Entré en un bucle bastante complicado».
Ane Santesteban.Rosa GonzalezMUNDO
La temporada no arrancaba como las de antaño. No sólo era el malestar, tampoco los números salían. Tanto en entrenamientos como en competiciones, su rendimiento había bajado «entre 20 y 30 vatios». «Empecé el año pasado sin encontrarme bien en la bici. Estaba siempre con dolores, en las lumbares, hacia la espalda, me bajaba a una pierna. En ningún momento lo relacioné con los ovarios, claro. Y el Tour fue un calvario de dolor. Hablé con el médico del equipo y le dije los síntomas. Que no encontraba postura en la bici. Hicimos una resonancia en la espalda y no había nada. Yo decía: 'Algo tiene que haber'. Estaba en el sofá, sin entrenar, y no me podía ni mover, tenía muchísimo dolor», describe Ane.
Allí, en la Grande Boucle, donde en 2023 había finalizado octava de la general (fue séptima en el Tourmalet en la etapa reina), donde todo se hizo insoportable. «Recuerdo un momento durísimo. Día tras día, iba acumulando el dolor. En las últimas tres etapas... Sobre todo, hubo una, que se salía subiendo un puerto, donde yo mejor me defiendo. Lloraba. Pedía analgésicos para poder competir. Por mi experiencia, quería estar al lado de Usoa Ostolaza, aportar al equipo. Por intentar terminar, fue un sufrimiento bastante agónico», rememora.
Lo terrible para Ane era, sobre todo, no saber de donde provenía aquello. «No puedes empezar un tratamiento porque no sabes lo que es. Nuestros médicos están más acostumbrados a trabajar con resfriados, clavículas, dolores musculares...», explica. El calvario acabó el 31 de octubre en el sitio más insospechado, el ginecólogo, «en la revisión rutinaria de todos los años». Tenía un quiste en el ovario y sufría endometriosis, una enfermedad que se define por la presencia de endometrio (tejido mucoso que tapiza el interior del útero) fuera de la cavidad y musculatura uterinas y que afecta al 10% de las mujeres en edad reproductiva. «Me dijeron que lo mejor que podía hacer era tomar la píldora. El problema iba a seguir estando, pero iba a tener 'calidad de vida'. Desde que empecé, al poco ya empecé a sentirme muchísimo mejor», desvela, aliviada.
Pero no fue hasta el mes pasado que Ane quiso dar a conocer lo que le había ocurrido. Lo hizo con un sincero post en sus redes sociales en el que hablaba de «desesperación», pero también de que «las buenas sensaciones» habían vuelto. «No pensé que fuera a tener tanta repercusión. Llevaba tiempo dándole muchas vueltas. Venía guardando para mí todo lo que estaba sufriendo. Me daba un poco de miedo o vergüenza. Decidí que, como deportista, con el altavoz que tenemos, quería hablar de algo que muchas mujeres sufrimos en silencio. Darle visibilidad y contar mi experiencia por si podía ayudar a otras», proclama. Y tanto. La escribieron compañeras, ciclistas y de otros deportes. También ginecólogas y nutricionistas «para ofrecerme su ayuda».
«Es algo de lo que no se habla en el pelotón ni en el deporte femenino en general. Igual que hablas de una rotura de fibras, de una rotura de clavícula o de cualquier otra lesión o enfermedad. ¿Porque sea el ovario o el útero no se va a hablar? Es un tema tabú, da como vergüenza o respeto tratarlo», reflexiona Ane la escaladora, aquella niña a la que su padre, profesor de ciclismo en las escuelas del pueblo, inyectó en vena la pasión. Y a la que los puertos, en los que desde bien temprano se desenvolvió con facilidad, la hicieron profesional.
Ane Santesteban, en carrera con el Laboral Kutxa, esta temporada.Laboral Kutxa - Fundación Euskadi
Ane, que en diciembre cumplió 34, se siente ahora renacida. Dispuesta a aprovechar esta segunda oportunidad que le ha dado el ciclismo, a lograr su primera victoria después de tantos buenos puestos. «Creo que va a llegar, porque veo las cosas de diferente manera, porque vengo de pasarlo mal. He cambiado la forma de correr. Disfruto más y no tengo miedo de perder. Otros años me costaba más arriesgar, era más conservadora», explica, echando un vistazo a una carrera en la que transitó el camino del «cambio brutal» en el ciclismo femenino. «Ahora hay más equipos, más dinero, se retransmiten las carreras... En mis inicios, terminaba y tenía que escribirle a mis padres para decirles que estaba bien. Ahora hay salarios que son buenas cantidades, se ha conseguido tener un sueldo mínimo. Unos avances muy grandes», se sincera a quien le hubiera gustado nacer «un poco más tarde»: «Mi carrera hubiera sido diferente. Hubiese sido más sencillo. Cuando empecé era muy difícil tener un referente. Casi no podías soñar con ser profesional, porque no había ni estructuras. Tenías que ir al extranjero...».
Bordeando el precioso lago de Genos-Loudenvielle, hace tres años marchaban a una velocidad que cuesta asimilar Pogacar y Vingegaard, que desde entonces no han dejado de escribir capítulos en su rivalidad. Se siguen persiguiendo y se perseguían entonces, el danés a rueda, pues tenía su primer Tour a tiro y al día siguiente en Hautacam lo iba a sentenciar. Y que no se iba a despegar del esloveno hasta la cima de Peyragudes. [Narración y clasificaciones]
Mismos escenarios, días cambiados, rivalidad del revés. Ahí donde volvió a exhibirse este viernes Tadej, esta vez sin brazos arriba, apenas el puño derecho apretado con rabia, como los dientes en esa lucha contra el crono en la que también es el rey. De amarillo, aventajó en otros 36 segundos a Jonas, en 1:20 a Roglic, en 2:39 a un desesperado Evenepoel y en otra barbaridad al resto de los mortales. Otro paso más hacia lo que parece una evidencia, su cuarto Tour de Francia.
Pasa el tiempo, cambian los escenarios y las tendencias, se acumulan afrentas y se desatan revanchas. De aquellos días de derrotas en los Pirineos, aunque en el altiplano venciera entonces Tadej, a estos de plenitud y dominio. De cuentas saldadas. Aún con el regusto a épica de la jornada anterior en Hautacam, la cronoescalada puso todavía más distancia entre ambos. Otra pequeña gran afrenta en la moral ya torturada de Jonas, quien no intuye resquicio por donde inquietar al todopoderoso Pogacar.
Por esas laderas que son territorio en invierno del esquí y en verano de los descensos vertiginosos en longboard, Pogacar desató de nuevo su tormenta. Como si nunca tuviera suficiente. Su victoria 21 en el Tour, la 30 en grandes vueltas (Merckxs sumó 64 en toda su carrera), a los 26 años. Cuatro ya en la presente edición que tiraniza, aunque aún sienta dolor en las quemaduras de su brazo izquierdo, en el golpetazo en la cadera tras la caída de Toulouse sólo 48 horas antes.
Hasta en el muro final, esa pared infernal que remata a los que antes no han calculado bien y hacen zigzag en la rampa recta de asfalto negro, como una escena de terror, al 16%, terreno agreste y desértico donde los aficionados aguardan a los héroes. Hasta ahí, donde los demás se retuercen, el amarillo de Tadej reluce, como si hiciera guiños al sol, a más de 1.800 metros de altitud. Y pedalea con alegría y rabia, consciente de que va a volver a ganar.
En 10,9 kilómetros aventaja a Vingegaard, que salió con cabra de contrarreloj y remató un gran final persiguiendo para doblar a Remco, en 36 segundos. No hay muchas batallas entre ellos en cronoescaladas puras como referencia. Hace cinco años el danés aún no compareció en el Tour cuando Tadej lo reventó en La Planche des Belles Filles. Sí en 2023 en Combloux, otra historia, una exhibición como no se recuerda, 1:38 de ventaja para Jonas en poco más de 22 kilómetros.
La contrarreloj apenas la disputaron los 30-40 mejores de la general. Luke Plapp había sido la referencia, todos lejos de él. Roglic fue la sorpresa y Lipowitz, que ya amenaza el podio de Evenepoel, volvió a rendir a gran nivel. Los españoles cumplieron algo mejor que en las jornadas previas. Con Carlos Rodríguez 13º, Enric Mas 15º y Cristián Rodríguez 18º.