Caso Negreira
Expertos en comunicación no verbal, criminalistica y psicología analizan la comparecencia de Joan Laporta
Uno puede decir que está tritranquilo pero luego tiene que demostrarlo. A veces no basta con sacar unas cajas al escenario, porque un toqueteo del micro o frotarse las manos pueden dar al traste con toda una declaración. El presidente del Barça, para el abogado y profesor de comunicación no verbal, José Luis Martin Ovejero, estuvo “muy valiente o muy inconsciente. Laporta, lejos de estar “tritranquilo”, tenía que explicar lo de Negreira y por lo tanto descargar el estrés por algún sitio: “Por eso hacía gestos manipuladores o apaciguadores, que son los que se producen tocando algo”. Por ejemplo “el micro, o sus propias las manos”. Precisamente las numerosas veces que se las “frotaba” llamaron la atención del ex director de Informativos de TVE y experto en “comunicación eficaz”, Julio Somoano: “Con ese gesto se visualiza la expectativa positiva que tiene el orador en su audiencia. Es decir, que se sentía respaldado por sus seguidores”.
Sin embargo, la psicóloga María Jesús Álava Reyes ve en ese frotar de manos una forma de liberarse de la sudoración, “que es una señal de que está mintiendo“, como también su “hiperventilación constante” o que se mojara los labios: “Es una señal de ansiedad”.
Ovejero, por su parte, detectó dos momentos “agresivos” del presidente. El primero cuando se pasó un buen rato con el índice estirado, en plan “acusador e inquisidor”, cuando habló del “linchamiento” al que estaba siendo sometido el club. Y el segundo cuando dio un “pequeño golpe al atril” al hablar del Real Madrid, que acompañó además de “una microexpresión de desprecio” al subir el labio superior por un lado: “Eso es que considera que existe una superioridad moral del Barcelona en este conflicto, comparado con la actitud que está teniendo el Madrid”.
Aunque si algo llamó la atención de todos los analistas fue la presencia de las cuatro cajas de folios. Para Ovejero: “Un refuerzo práctico en oratoria que da más solvencia y peso a sus argumentos”. Llamaron más la atención de Somoano las banderas catalana y del club, así como el escudo enorme a la hora de responder a las preguntas de los periodistas. El objetivo: Defender la catalanidad del club y su el orgullo de “haber aportado mucho al deporte”, como “entidad aglutinadora de valores”, como expresó el mismo Laporta. “Unidad, catalanidad y juego limpio. Ese es el triple propósito, aquello a lo que todos sus seguidores deben sumarse con los ojos cerrados. Y cuando consigues alinear tu propósito con el de tu audiencia, tienes el partido casi ganado”, apunta Somoano.
El periodista cree que Laporta buscó deliberadamente la “polarización” usando frases como “linchamiento público”, diciendo que “nada es casual”, y señalando directamente al Real Madrid, a Tebas y a todos aquellos que quieren “apropiarse del club”. Laporta, según Somoano, “repite la estrategia de Lenin de que sólo hay dos bandos, en este caso con el catalanismo y el club, o contra ellos, con el propio Laporta como la personificación del club”. Coincide en ello la criminóloga y experta de la Asociación Española de Comunicación No Verbal (ASENOVE), Virginia Vargas: “Que sepan todos quienes son las víctimas, y quienes los culpables y quienes tienen la conciencia tranquila”.
Para tratar de “transmitir seguridad desde el primer momento”, Laporta decidió no leer su primera declaración, algo que sorprendió a Ovejero. El experto sería el primero que en una comparecencia de este tipo recomendaría a su cliente, “leerlo, o tenerlo más guionizado”. Lo contrario, apunta, es “ser muy valiente o muy inconsciente, porque la palabra te puede traicionar y ser prueba de juicio”.
Es cierto que Laporta llevaba unos folios, “pero con una letra muy pequeña y no iba siguiendo la lectura”, remarca Ovejero. Y aún más valiente le vio a la hora de responder a los periodistas, “sentado y a pecho descubierto“, ya que “cuando uno tiene más temor a lo que le puede venir encima se suele parapetar detrás de atriles o una mesa”. Sus miradas, apunta el experto, tampoco “han sido bajas, que son las propias que transmiten vergüenza, culpa, arrepentimiento, tristeza”.
También ha tenido, según Ovejero, “gestos ilustradores con las manos”, que mostraban “seguridad” en lo que estaba contado, “ya que cuando uno miente y le está costando lo primero que paraliza el cuerpo es la gestualidad”. Ni siquiera, apunta el abogado, se notaba temblor las veces que cogió los folios: “No entro en si es verdad o mentira, pero llegó con unos argumentos con los que él se consideraba muy seguro”. No lo ve igual, Álava Reyes, quien considera que esa gesticulación venía a “compensar el lenguaje, lo vacío de su mensaje”.
En la misma línea de lo que piensa Virginia Vargas: “No sólo cree en lo que dice sino que quiere que todos lo sepan”. Aun así no pudo evitar varios lapsus linguae, “es decir, decir las palabras mal, que suele ser a menudo por los nervios”. Por ejemplo cada vez que se enfrentaba a la palabra “honorabilidad”.