LaLiga Santander
Rayo 1 Atlético 2
Los de Simeone, cinco victorias seguidas, se sitúan a dos puntos del segundo puesto. Dos defensas, Molina y Hermoso, golpearon en cinco minutos. Fran García recortó en el 84
Tanto tiene que ver en el fútbol con los estados de ánimo. Instalado en la ola buena, disparado hacia lo poco que le queda en juego, el 2023 del Atlético es una estupenda vuelta a sus orígenes cuando todo, hasta la esencia, parecía estar puesto en duda. El regreso a la solidez, a la fiabilidad, al cholismo. Y a los triunfos. Ni rastro ya de las nubes negras. En Vallecas, apenas el rasguño de los sudores tras el gol final de Fran García, certificó todo eso para la quinta victoria de carrerilla, para arrimarse del todo al Real Madrid, a ese segundo puesto que hace nada era una quimera. [1-2: Narración y estadísticas]
Será la Liga de lo que pudo haber sido de haber amanecido mínimamente en orden. Porque el Atlético, despojado de lastres, es un colectivo confiado, sin apenas fisuras y con la seguridad en sí mismo para ser consciente de que el gol tarde o temprano llegará, no como antes, con esa desesperante falta de puntería. Al Rayo le sacó de quicio en cinco minutos eléctricos en la primera parte. Una contra para enseñar en las escuelas y un tanto de córner tras un claro error de Dimitrievski. Dos goles de dos defensas, el pletórico Nahuel Molina y un Mario Hermoso totalmente asentado ya en la titularidad.
El pinchazo del Real Madrid el sábado ante el Villarreal hacía más apetecible todavía el derbi para los de Simeone. Y el Rayo, rival propicio desde hace una década (nueve victorias, dos empates), lejos de apuros clasificatorios, no cabalga precisamente por su mejor momento del curso. Sin Memphis Depay aún y sin Correa por el fallecimiento de su madre -a él fue la emocionante dedicatoria de los goles de sus compañeros-, el Cholo confió en ese once ya edificado desde hace unas jornadas, con defensa de cinco, con Carrasco como carrilero desestabilizador y De Paul como novedad en el medio.
Fueron 20 minutos de presión alta local, de pocos espacios y mucha táctica. Pero todo saltó por los aires cuando Isi Palazón pateó sin puntería ni fuerza una falta frontal. Entonces, como un mecanismo agazapado, el Atlético desató un electroshock de cinco pases, con Griezmann como ideólogo desde la recuperación. Culminó en la otra punta Molina, su primer gol con el Atlético, haciendo gala de ese fantástico recorrido en el ala derecha. Al Rayo no le dio tiempo ni asimilarlo cuando Hermoso, en su cuarto gol del curso, remató en área pequeña el saque de esquina de Carrasco.
Roja a Lejeune
La reacción local fue tímida, un disparo cruzado de Álvaro García, una llegada de un gris Raúl de Tomás… Porque el Atlético se sentía cada vez más seguro, parapetado ante el histórico Jan Oblak -se convirtió en el extranjero con más partidos en la historia del club- y con las contras amenazadoras. En una de ellas, ya en la segunda mitad, maravillosa peripecia de Griezmann, un agarrón a Morata cuando se disponía a pisar área acabó con la roja a Lejeune, VAR mediante, para terminar con casi cualquier opción ya del Rayo, valiente, eso sí, hasta el mismísimo pitido final.
Volcado hacia le heroicidad, hacia el imposible de la remontada, dejó tantos huecos atrás que el Atlético se recreó en el gol de la sentencia. Lo tuvo Morata, lo tuvo Lemar, lo tuvo Llorente. Siempre con Griezmann como canalizador genial. Pero no llegó el tercero. Y sí el susto de Fran García, un estupendo zurdazo de la nada , desde 30 metros, para conceder unos minutos más de emoción, que no de apuros, pues ya no le quedaban fuerzas para más al grupo de Iraola.
Son 12 partidos sin perder, iban a ser cuatro sin encajar un gol. Demasiado tarde para alzar un título, pero sirva este renacer rojiblanco como lección. Asaltar el segundo puesto liguero sería un colofón y a la vez un recordatorio de lo todo lo malo de ese inicio a no repetir más.