El tetracampeón del mundo de kickboxing Vitalii Merinov, de nacionalidad ucraniana, murió esta semana en el hospital como consecuencia de las heridas sufridas mientras combatía a las fuerzas rusas que ocupan su país en la región oriental de Lugansk, informaron hoy medios ucranianos.
Merinov se había alistado al ejército ucraniano como voluntario justo después de que el ejército ruso comenzara su invasión a gran escala de Ucrania el 24 de febrero del año pasado.
Tras ser herido en una pierna, el deportista de la región de Ivano-Frankivsk, en el oeste de Ucrania, regresó al frente y siguió combatiendo hasta que fue herido de muerte.
Su pérdida ha sido confirmada por el alcalde de la ciudad de Ivano-Frankivsk, Ruslan Martsinkiv, que informó de que el tetracampeón del mundo estaba casado y tenía una hija de dos años.
Según las autoridades ucranianas, al menos 262 deportistas han muerto como consecuencia de la agresión militar rusa contra Ucrania, uno de los argumentos de Kiev para pedir la exclusión de los atletas rusos de los próximos Juegos Olímpicos que se celebrarán en 2024 en París.
Unos 15 minutos después de que Rafa Nadal abandonara la Philippe Chatrier, cuando los aficionados ya desfilaban y abarrotaban el village de Roland Garros, toda la familia del 14 veces campeón seguía en las gradas de la pista central haciéndose fotos, guardando el momento en sus teléfonos. Estaban los habituales, la mujer del tenista, Mery Perelló, su graciosísimo hijo, Rafa, sus padres, Sebastián y Ana María, o su hermana, Maribel, pero también estaban todos sus tíos, incluidos el ex futbolista Miguel Ángel, o su abuela materna, Bel, de 93 años.
La 'àvia', muy unida a Nadal, había acudido de su mano a algunos actos en Mallorca, pero nunca antes se le había visto en un partido, ni tan siquiera décadas atrás, en los inicios del tenista. Tanta era la importancia del día. Tanta fue la emoción vivida. Llegados de Mallorca el mismo día por la mañana -cosas de la huelga de controladores aéreos franceses-, todos acabaron retratándose con los ojos rojos por culpa de las lágrimas, orgullosos, emocionados. ¿Todos? «Nadal press conference now».
El mensaje de la Federación Internacional de Tenis (ITF) llegaba de repente a los periodistas que todavía cerraban sus crónicas en la tribuna de prensa. Mientras los suyos seguían con los sentimientos a flor de piel, Nadal pasaba rápido por la ducha, se cambiaba y llegaba a la sala de prensa antes de dirigirse a su hotel, el Intercontinental de la Plaza de la Ópera. Después de caer ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 en primera ronda de Roland Garros, el español mostraba una actitud muy distinta a la que tuvo tras sus eliminaciones en Barcelona, Madrid o Roma. Entonces, sensible y sentido, hablaba de emociones, de la vida, de lo que vendrá. Este lunes, en cambio, Nadal estaba en «modo competición», como él mismo admitía, con la mente puesta al 100% en el tenis.
"Me gusta el tenis"
«Cuando estás en competición vives el día a día, no puedes pararte a pensar. Cuando pasé el tiempo valoraré un poco más lo que ha pasado aquí», comentaba y se reconocía, más que nada, «decepcionado por perder». «He ofrecido un buen nivel de tenis, me he sentido bien, estoy feliz por eso. Si es la última vez estaré en paz conmigo mismo», añadió.
Nadal, este lunes en rueda de prensa.YOAN VALATEFE
Llegados a este punto, ¿Qué es lo que te empuja a seguir?
En el futuro quiero saber que hice todo lo que estaba en mi mano. Haberlo dado todo es lo que siempre me ha hecho sentir mejor cuando estoy en casa, más incluso que los títulos. No quiero que pase un año, encontrarme bien físicamente y empezar a pensar: '¿Por qué no intenté seguir?'. Estoy aquí, lo estoy intentando y lo intentaré hasta que esté motivado. Me gusta el tenis, me gusta la competición y estoy disfrutando de esta época, viajando a los torneos con mi familia.
En los días previos a su estreno, Nadal ya había rechazado un homenaje oficial de Roland Garros y por eso, al acabar el mismo, sólo hubo una rareza: la directora del torneo, Amelie Mauresmo, bajó a la pista en persona y le pidió unas palabras. El español aceptó el requirimiento, habló unos minutos, agradeció su cercanía al público, se llevó una ovación atronadora y ya encaró los vestuarios. «Soy feliz sintiendo tanto amor en un sitio que he querido tanto», comentó.
El respeto de Zverev
En los últimos años, la afición parisina ya había cambiado su actitud hacia Nadal, no había ni rastro de los abucheos que tuvo que escuchar en sus primeras victorias, pero nada parecido a lo vivido estos últimos días. En los entrenamientos previos a su duelo ante Zverev se desató una especie de locura. La organización decidió colocar una de sus sesiones en la Suzanne Lenglen, la segunda pista, con capacidad para 6.000 personas, y se llenó, pero además cualquier movimiento suyo fue seguido de cerca por centenares de fans. Este lunes, por la mañana, de hecho, en su calentamiento en la pista 4, generó una cola de más de 150 metros para intentar acceder a las gradas. Muy pocos lo consiguieron.
Rafa Nadal en los Roland Garros 2024
Luego, durante el partido, escuchó algún «¡Allez, Rafa!» y muchos, muchísimos «¡Vamos, Rafa!» con marcado acento francés. Con Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek entre los espectadores, Nadal negó cualquier ejercicio de melancolía con un juego intenso, tan intenso que durante muchos minutos fue Nadal. Si delante hubiera habido cualquier otro rival, incluso más de un Top 10 del ranking ATP, hubiera sufrido más para derrotarle, si lo lograba.
Más allá de un arranque nervioso y de una conclusión fatigada, el español ofreció un segundo set de altura. Zverev, que en cada intercambio le cedía primero el paso a Nadal en señal de respeto, pudo haberse enredado ahí. Algún rastro de inseguridad por su parte habría abierto la puerta al español y su instinto competitivo, pero negó toda opción. «No tengo mucho que hablar. Hoy no soy el protagonista, el protagonista es Rafa», dijo el alemán tras el partido en la habitual entrevista al ganador para echarse a un lado y dejar que ocurriera todo: un público entregado, una familia emocionada y un Nadal disgustado. Todos querían llorar cuando él sólo quería ganar.
José Ángel de la Casa, fallecido este lunes a los 74 años, fue la voz de la selección española, del fútbol europeo y del deporte de nuestro país durante décadas, desde su debut como narrador de España en 1979 hasta su jubilación en 2007, justo antes del ciclo ganador del combinado nacional. A sus espaldas, el legado deportivo de todo un país: el gol de Señor en el 12-1 a Malta, el tanto de Maceda para superar las semifinales contra Alemania en la Eurocopa del 84, los cuatro goles de Butragueño a Dinamarca en el Mundial 86, el tanto de Koeman en Wembley para dar la Copa de Europa al Barça, el de Nayim para la Recopa del Zaragoza, el de Mijatovic para la Séptima del Madrid... Y más allá del fútbol, un momento por encima de los demás: el oro de Fermín Cacho en Barcelona 92. Aquí los mejores momentos.
El gol de Señor en el 12-1 a Malta
21 de diciembre de 1983. España necesitaba golear a Malta para clasificarse para la Eurocopa de 1984 y el tanto del futbolista del Zaragoza se convirtió en el momento icónico de la carrera periodística de De la Casa.
"Víctor, Víctor, ha caído... Señor... ¡Gol! ¡Gooooool! ¡Goooool de Señor! ¡Gol de Señor, el número 12! ... Y ahí está el golazo, el golazo de Juan Señor", cantó el narrador.
Gol de Maceda a Alemania en la semi de la Euro 84
Unos meses más tarde, el propio Señor asistiría a Maceda en lo que por entonces fue uno de los mejores momentos de la selección española. Maceda cabeceó a la red y España se metió en la final de la Eurocopa, que posteriormente perdería contra Francia. "Señor... La oportunidad ¡y el gol! ¡Goooool de Maceda!"
Los cuatro goles de Butragueño a Dinamarca en el 86
Siguiendo en los 80, los cuatro tantos de Emilio Butragueño a Dinamarca en los octavos de final del Mundial de México fueron otro de esos grandes instantes del fútbol español y de la carrera de De la Casa.
"La pelota para Butragueño y ¡gol!. El error de Olsen lo ha aprovechado Butragueño. Atento, envió la pelota al fondo de la red. El empate de Butragueño en el minuto 43", cantó en el primero.
"Ahí va Víctor al lanzamiento y ¡Butragueño gol! ¡Gol de Butragueño!", cerró en el segundo.
Koeman, Wembley y la primera del Barça
El Barça consiguió su primera Copa de Europa en 1992 gracias a un genial lanzamiento de falta de Ronald Koeman.
"La barrera está encima... Van a tocar para Koeman, pero se le han echado tres ¡y gol! ¡El gol de Koeman! ¡El gol de Koeman en el minuto seis! Koeman acaba de marcar para el Barcelona", narró De la Casa.
La Recopa de Nayim
En mayo de 1995, Nayim se inventó uno de los mejores goles de la historia de las competiciones europeas para dar al Zaragoza la Recopa de aquel año, y De la Casa estuvo ahí para contarlo.
"El balón para Nayim, y Nayim lo que ha intentado es... batir a ¡Seaman! ¡Gol! ¡Gol de Nayim! ¡Gol de Nayim!"
Mijatovic y la Séptima
1998. Uno de los goles más importantes en la historia del Madrid, o el más... El atacante yugoslavo puso por delante a su equipo en la final de la Copa de Europa contra la Juventus. "¡Ha marcado Mijatovic!", gritó De la Casa.
"El balón de Panucci, a punto de llegar Raúl... Roberto Carlos, Roberto Carlos, ¡Mijatovic! ¡Ha marcado el Madrid! ¡Ha marcado Mijatovic! Minuto 21 de la segunda parte , ha marcado Mijatovic, el balón se le quedó ahí a Mijatovic y ha adelantado al Madrid".
Más allá del fútbol: Cacho en Barcelona 92
Una de las narraciones más recordadas de José Ángel de la Casa fue en Barcelona 92, el oro olímpico de Fermín Cacho en los 1.500 metros. "¡Cacho va a ser campeón olímpico!".
"Y vean como Cacho va a aprovechar el interior, Cacho en primera posición... Hay que ponerse en pie porque Cacho está en primera posición... ¡Cacho va a ser campeón olímpico! Va a ser oro, va a derrotar a todos por K.O. técnico. ¡Cacho campeón olímpico!