Leipzig 1 Manchester City 1
El central croata somete a un tormento al ariete noruego ante la falta de respuestas del Manchester City, superior en el primer acto pero condenado al empate en el segundo
La fiabilidad del Manchester City de Pep Guardiola continúa esta temporada bajo sospecha. A ello contribuyó que no pudiera pasar del empate en el Red Bull Arena ante un Leipzig que no se dejó intimidar por el monólogo inglés del primer acto. El croata Gvardiol, el mejor defensor del pasado Mundial, no se contentó con borrar a Haaland. En pleno apagón del City, el portentoso central se encaramó sobre Rúben Dias para propinar un certero testarazo al balón que carga la eliminatoria de incógnitas ante el partido de vuelta en el Etihad.
Y eso que visto lo ocurrido en el primer tiempo, al técnico Marco Rose sólo podía quedarle sacar el rosario. No le fue nada bien al entrenador alemán desnaturalizar a su equipo en ese primer tramo y arrebatarle la alegría a sus jugadores con la esperanza de que, con una buena disposición defensiva, al City acabarían entrándole las prisas. Pero pocas veces pierde la paciencia el equipo de Guardiola, que se pasó la primera media hora haciendo circular la pelota de un lado a otro como si, en vez de un balón, los jugadores llevaran un péndulo anudado a sus botas.
Poco importaba entonces que Gvardiol controlara a Haaland, sin espacios para echarse al monte. Mientras el ariete noruego se apartaba de toda acción, entre Walker y Mahrez por una orilla, y Grealish por la otra, los jugadores del Leipzig comenzaban a llegar cada vez más tarde a las ayudas. Ante el control sky blue, los futbolistas de Rose, cansados de correr en su propia jaula, comenzaron a mostrar problemas de concentración. El 0-1 no fue más que la lógica consecuencia.
Schlager, precisamente uno de los jugadores más fiables en la construcción del Leipzig, sirvió un pase deficiente a Laimer, su compañero en el doble pivote. El error resultó fatal. Grealish, en una de sus escasas apariciones en la noche, estuvo vivo en el robo;y pese a que su cesión a Gündogan fue mejorable, éste dejó en Babia a Gvardiol abriendo las piernas y dejando la pelota pasar. Acudió Mahrez, fino en el remate a la red y ejerciendo otra vez de desatascador de su equipo. Ya son 12 los goles del delantero argelino esta temporada con el Manchester City.
No supieron ir mucho más allá los futbolistas de Guardiola, que vieron pasar buenas ocasiones para dejar la eliminatoria resuelta. Sin reparar en que el Leipzig, por mucho que su temporada en la Bundesliga esté siendo de lo más irregular (es quinto, fuera de los puestos de Champions), le montaría una rebelión en el segundo acto.
Rebelión
Marco Rose dejó sus temores en la caseta y mandó a su equipo a atacar. Ayudó a ello el ingreso de Henrichs, mucho más ofensivo que Klostermann, y al que le tocó percutir como carrilero derecho pese a sus carencias en la resolución. De hecho, Henrichs rondó el empate por dos veces ante el sopor de Aké. Tras un remate manso con la cabeza, el mismo lateral dispuso de un duelo al sol frente a Ederson gracias al botín privilegiado de Szoboszlai. Cruzó demasiado el carrilero su disparo, aunque el fallo sirvió para envalentonar aún más a la hinchada del Red Bull Arena.
Un gran golpeo de Szoboszlai fue el preámbulo del gol del empate de Gvardiol. El central croata se dispuso a aplastar rivales en el área pequeña. Ederson echó raíces bajo el travesaño, y a Rúben Dias ya sólo le quedó reclamar una falta de la que nada quisieron saber ni el árbitro ni el VAR.
Más allá de que Gündogan rondara el segundo gol del City, sorprendió la escasez de respuestas por parte del campeón inglés. Guardiola ni siquiera consideró apropiado hacer cambios en un equipo que está descubriendo el reverso de Haaland, condenado toda la noche al encierro.