Clásica de Jaén Paraíso Interior
El esloveno se impone en su debut de 2023, para el que eligió España. Ganó en solitario en Baeza, a pesar de un pinchazo, como una exhibición similar a la del año pasado en la Strade Bianche
En vez del desierto de Arabia, el mar de olivos entre Úbeza y Baeza. El sol de invierno de España es el elemento diferenciador elegido por Tadej Pogacar, que siempre prefiere el frío, en busca de la reconquista del Tour de Francia, el único objetivo posible para quien ya ganó dos pero también perdió el último. Un lunes de febrero sobrevolando por un sube y baja de pistas empedradas con aroma de aceite. Un espectáculo. Una exhibición para empezar, pues no sólo venció: atacó a falta de casi 50 kilómetros y ya nadie le vio más hasta la meta de la Clásica Jaén Paraíso Interior. Y eso que tuvo que cambiar de bici por un pinchazo.
Tadej y su mentor Josean Fernández Matxin escogieron los caminos de sterrato de Jaén como punto de partida competitivo al 2023. Y el esloveno no es de andarse por rodeos, colmillo siempre afilado. En su segunda edición, la Clásica pide foco por su peculiaridad. Paisajes únicos, 170 kilómetros salpicados de tramos de caminos al modo de la Strade Bianche. La próxima estación para el líder del UAE Emirates también será en Andalucía, la Ruta del Sol desde el miércoles. “¿Volverás a España?”, le preguntaron en el control de firmas de Úbeda. “Me gustaría”, respondió el esloveno con media sonrisa, consciente de que no será sencillo.
Para saber más
La novedad es que por primera vez en cuatro años, Pogacar cambia su hoja de ruta y evita como inicio de año el UAE Tour. No es baladí, pues es la carrera del patrocinador que le paga, del que ha reforzado a lo grande su equipo para no sucumbir de nuevo este año con el Jumbo-Visma con la llegada de Adam Yates, Jay Vine, Felix Großschartner o Tim Wellens. Tampoco su invierno ha sido igual. Desconectó junto a su pareja, la también ciclista Urska Zigart, de vacaciones en Colombia. Y todavía no ha realizado la habitual concentración en altura.
Aún así, sigue siendo igual de poderoso. Al menos así lo pareció en Jaén, donde regaló vatios durante un show de hora y media. Un test de calidad. Tadej desencadenado, en febrero. Todo se rompió a falta de 44 kilómetros, en el sector 4, una pista de tierra de 3,5 kilómetros, bautizada por votación popular como Antonio Machado. En el primer arreón, Pogacar dejó el grupo tiritando. En el segundo, poco después, nadie resistió ya.
Atrapó en un pestañeo a Sergio Samitier, que permanecía delante desde la fuga inicial. El aragonés del Movistar aguantó a la rueda del ciclón apenas cuatro kilómetros, una agonía. El grupo perseguidor, liderado por dos Ineos (Ben Turner y Ben Tulett), también contaba con dos compañeros de Pogacar agazapados, Hirschi y Wellens. Pero la diferencia no descendió. Al contrario, superó los dos minutos. A falta de ocho kilómetros, un pinchazo puso algo de emoción. Pogacar cambió de bici y siguió su marcha brutal. En la meta de Baeza, sonriente, aventajó en 58 segunodos a Turner y a su compañero Wellens, segundo y tercero.
El primer paso del 2023 de Pogacar es alegría en España, que intentará prolongar en la Vuelta a Andalucía. Después, eso sí, en principio calcará el camino hacia el Tour. En unas semanas, la Strade Bianche y la Tirreno Adriático, ambas conquistas del 2022. Poco después, San Remo. Después, las clásicas belgas que tanto le marcaron hace un año, A través de Flandes y, sobre todo, el Tour de Flandes. Flecha Valona y Liega, un parón de dos meses, el Tour de Eslovenia Patrio, otras semanas de puesta a punto, y a la salida de la Grande Boucle en el País Vasco.
Un plan, como siempre, más ambicioso que el de su gran rival. Jonas Vingegaard apenas se prodiga antes del Tour. Eso sí, también debutará en España, en Galicia, O Gran Camiño a partir del 23. Después, poco más: París-Niza, la Itzulia y Dauphiné.