España salió del estadio Fritz-Walter de Kaiserslautern muy viva en la final de la Nations League, e nganchada a un 0-0 pero dejando una sensación desconocida de vulnerabilidad que tendrá que sacudirse en el Metropolitano si quiere revalidar el título. “No hemos hecho nuestro mejor partido y hay cosas que ajustar”, admitía la seleccionadora Sonia Bermúdez. “Es una final y es Alemania. Nosotras sí que esperábamos que iba a ser un partido muy duro”, justificaba Alexia. “Os pensáis que siempre vamos a jugar bien, pero es complicado. No siempre se puede jugar al primer toque”, recordaba Cata Coll, en cuyos guantes se sustentó España buena parte del peor partido que se le recuerda.
Hay estadísticas que explican por qué la selección no dominó un duelo que no se llevaron las alemanas por falta de acierto. La primera es que España tuvo menos el balón de lo que le gusta: un 56% de posesión frente al 60% que tuvo en el partido que enfrentó a las dos selecciones en las semifinales de la Eurocopa y que decidió un gol de Aitana Bonmatí en la prórroga. En todo el torneo, España tuvo diez puntos más de posesión (65,8%) que en Kaiserslautern, mientras que Alemania acabó el torneo con 52,2%.
Sin balón es difícil que España se sienta cómoda, así que quitárselo era la orden que Christian Wück dio a sus jugadoras. Eso pasó por asfixiar con un marcaje individual a Alexia Putellas, de manera que no encontrara a Aitana, Mariona o Clàudia Pina. “Su idea era evitar que nos pudiéramos encontrar o que recibiéramos encaradas hacia su portería”, explicó la centrocampista.
Eso llevó a Alemania a recuperar balones ante la falta de opciones de Laia Aleixandri, que tampoco tenía posibilidad de buscar en la banda a Ona Battle y a Olga Carmona, ambas sin profundidad por lo exigidas que estuvieron ante Bühl y Cerci. A esto se sumaban las imprecisiones en la salida de pelota desde la defensa. Las germanas recuperan más y se lanzaban mejor en ataque.
34 toques dio Alemania dentro del área en todo el partido frente a los 19 de España, señal de que Bermúdez vio a sus jugadoras pisar muy poco la zona donde se castiga. Por eso las españolas armaron nueve disparos frente a los 19 de las jugadoras locales. Berger, a diferencia de en la Eurocopa, apenas tuvo dos jugadas comprometidas frente a las seis que salvó Cata Coll, la única futbolista que disfrutó el partido. “Sabíamos que veníamos a sufrir, a pasarlo mal. Porque en el fútbol también hay que sufrir“, advirtió la guardameta mallorquina.
Lo hicieron para solventar las transiciones, esos balones largos a la espalda de las defensas, con los que Alemania hacía mucho daño. España quiso estirarse, pero solo lo logró a fogonazos. Es algo que tendrá que corregir el martes cuando, con el Rey Felipe en el palco, la selección busque su tercer título internacional.




