La segunda víctima del llamado ‘caso Asencio’, menor de edad, ha retirado la acusación de pornografía infantil y revelación de secretos contra el defensa del Real Madrid, tal y como hizo semanas atrás la primera.
La chica, según ha informado la Cadena Cope, argumenta que el comportamiento de Asencio “fue completamente diferente al resto de acusados” y que el jugador se disculpó y reconoció que cometió “una censurable indiscreción y que resarció los daños morales ocasionados”. Esta víctima mantiene la causa judicial con los otros tres implicados.
El Juzgado número 3 de San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria) acordó en septiembre abrir juicio oral contra Raúl Asencio y los ex jugadores de la cantera del club, Ferrán Ruiz, Juan Rodríguez y Andrés García, acusados de haber difundido sin permiso vídeos de contenido sexual que afectan a dos jóvenes, una de ellas menor de edad.
Según el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, el juez exige a Ruiz, Rodríguez y García que depositen sendas fianzas de 20.000 euros para asegurar posibles indemnizaciones a las denunciantes en el supuesto de que sean declarados culpables, mientras que requiere a Raúl Asencio que aporte una de 15.000 euros. La diferencia estriba en que a los tres primeros no solo se les acusa de haber difundido los vídeos, sino de ser los autores de esas grabaciones, sin contar con permiso de las afectadas.
Los hechos por los que van a ser juzgados ocurrieron el 15 de junio de 2023, cuando los cuatro futbolistas pasaban el día en un club de playa de la localidad de Amadores, en el sur de Gran Canaria. Ferrán Ruiz, Juan Rodríguez y Andrés García conocieron a dos chicas, una de las cuales tenía entonces 16 años, con las que mantuvieron una relación sexual consentida en una cabaña privada del club, a la que no entró Raúl Asencio, que se mantuvo en todo momento al margen de lo que allí sucedía y siguió en la piscina común.
Las denunciantes aseguran que, sin su permiso, los tres jugadores, que ya no pertenecen al Real Madrid, las grabaron manteniendo sexo y difundieron esos vídeos en grupos de WhatsApp, a pesar de que ellas les habían pedido expresamente que los borraran de sus móviles.
La implicación de Asencio en el caso llegó días más tarde, cuando uno de los procesados le envió uno de los vídeos a su teléfono móvil y él se lo enseñó a un amigo, supuestamente a sabiendas que se habían tomado contra la voluntad de las jóvenes que aparecían en ellas.
A los otros tres implicados se les imputa un delito de distribución de pornografía infantil en concurso dos delitos contra la intimidad, por haber grabado y distribuido las imágenes, mientras que a Asencio se le atribuye dos delitos contra la intimidad (por haber mostrado las imágenes sabiendo las circunstancias en las que se grabaron).
Ahora ambas han retirado la acusación particular contra el defensa del Real Madrid. La primera lo hizo, según avanzó su letrada a Efe, tras haber sido indemnizada por el jugador en una cantidad que no se ha hecho pública y haber recibido una carta formal de disculpas del futbolista, en la que este admitía expresamente “el error”.
más calamitosa de nuestras eliminaciones camino de la Copa del Mundo (fueron cuatro, con vistas a Suiza-1954, Suecia-1958, México-1970 y Alemania-1974; a las otras dos que faltamos, Uruguay-1930 y Francia-1938 no nos inscribimos) fue la primera de todas, frente a Turquía. Un episodio chusco, con un seleccionador que accedió al cargo por el raro mérito de ser el dentista del presidente de la Federación y con un desenlace extravagante: un arrapiezo romano de 14 años, colado en los vestuarios del Olímpico de Roma, fue escogido como mano inocente para un sorteo que clasificó a los turcos.
Se llegó a eso tras una victoria en Madrid, una derrota en Estambul y un empatado desempate en Roma. Todo aquello me pilló con tres inocentes e ignorantes años, pero durante mucho tiempo escucharía de mis mayores y leería en prensa lamentos jeremíacos por aquel Lepanto al revés.
En 1950 fuimos cuartos en Uruguay, así que el precedente animaba. Allí habíamos ganado a los ingleses con un eterno gol de Zarra que provocó en el entonces presidente de la Federación, el doctor Muñoz Calero, un entusiasmo desmedido. Matías Prats estableció una conexión en Radio Nacional para que "ofreciera la victoria al Caudillo", y henchido de entusiasmo, el presidente federativo espetó: "¡Excelencia, hemos vencido a la Pérfida Albión!". Aquello creó una incomodidad diplomática que le costaría el puesto.
El General Moscardó, Delegado Nacional de Deportes como premio a su defensa del Alcázar de Toledo, nombró en primera instancia a Manuel Valdés Larrañaga, un falangista de primera hora (camisa vieja, se autodenominaban, como casta especial, para diferenciarse de los arribistas que al fin de la guerra acudieron por millares en auxilio del vencedor). Pero fue visto y no visto, porque pronto le nombraron embajador en la República Dominicana.
El 31 de enero de 1952, Moscardó confió el cargo al jerezano Sancho Dávila y Fernández de Celis, otro significado camisa vieja, primo segundo de José Antonio. Pistolero urbano en los días de la República, el golpe de Estado le pilló en la cárcel Modelo de Madrid, de la que salió gracias a la Embajada de Cuba.
Era hombre del toro, así que su designación cayó mal en la gente del fútbol, pues aún existía una desconfianza entre ambos mundos. Cuando yo era niño era frecuente que alguien te preguntara si te gustaba el fútbol o los toros. A su llegada se encontró sin seleccionador, porque el que había, el legendario Ricardo Zamora, aceptó una despampanante oferta de Venezuela. Lo resolvió contratando a Pedro Escartín, el gran sabio del fútbol español.
Símbolo anticomunista
Debutó con un 0-1 ante Argentina y siguió con un 2-2 ante Alemania y un 3-1 a Bélgica, todo ello en España. No era lo esperado. A eso siguió una gira por Sudamérica en el verano de 1953, que significó el debut de Kubala, el primer gran genio de importación de nuestro fútbol.
Fugado de Hungría con contrato en vigor con el Vasas, no pudo jugar en Italia por la fuerza del Partido Comunista Italiano y fue acogido de brazos abiertos en la España de Franco como símbolo anticomunista. Bernabéu le intentó fichar, pero la Federación le disuadió porque estaba suspendido por la FIFA. El Barça, que tenía de su lado al secretario de la Federación, Ricardo Cabot, se las apañó para inscribirle como aficionado a fin de utilizarle en amistosos. Al cabo de unos meses, tras nacionalizarle previo bautizo católico en Águilas (el pueblo del antes mencionado Muñoz Calero), pasó a jugar en el Barça, sin transfer FIFA.
Debutó en la Copa de 1951, que ganó, como ganaría el doblete Liga y Copa en 1952 y 1953, más la Copa Latina de 1952. Era un futbolista superior y un gran elemento de propaganda para el franquismo, que lanzó una película-panfleto protagonizada por él, Los ases buscan la paz. La predicada persecución del Barça por parte del Régimen tiene en este olvidado episodio un duro desmentido.
Partido de preparación entre los seleccionados españoles y Plus Ultra.E.M.
Aún no habían pasado los tres años preceptivos desde su nacionalización (se produjo el 1 de junio de 1953) para jugar con España, pero Escartín le llevó en su gira. Dado que se le tenía por un Superman, chocó la nueva derrota en Argentina (1-0) y la pobreza de la victoria en Chile (1-2). Escartín siempre fue un poco divo, las críticas por su juego defensivo en la gira le ofendieron y dimitió.
Marca hizo una encuesta nacional entre sus lectores para buscar sustituto, proponiendo cuatro nombres. Sancho Dávila pensó que le querían imponer el sucesor, decidió tomar el asunto en sus manos y dio la campanada al elegir a su dentista. Así, como suena. Se llamaba Luis Iribarren y no es que fuera un absoluto lego en fútbol, como su paciente: había militado en la época amateur en el Real Unión de Irún, aunque no por mucho tiempo, y siendo más bien un suplente.
Se fue a Nueva York, donde se doctoró en odontología y puso consulta en Madrid. Cuando sentaba a Sancho Dávila en el potro de tortura le hablaba de fútbol para distraerle. No era más que un mero aficionado, habitual de Chamartín y el Metropolitano, pero sin contactos en el mundillo ni un pasado glorioso que le avalara, pero al presidente le pareció un pozo de ciencia, le metió en el Comité de Competición, y le hizo seleccionador.
Había que encarar la clasificación para Suiza-1954. No parecía difícil: un doble choque con Turquía, país muy de segunda fila en fútbol, con un corto palmarés internacional: 23 partidos, siete ganados, tres empatados y 13 perdidos, 25 goles marcados, 50 encajados. El de España era otro: 97 partidos, 54 victorias, 22 empates, 21 derrotas, 224 goles a favor y 125 en contra. Habíamos sido cuartos en el último Mundial, y nos llegaba el refuerzo de Kubala. ¿Qué íbamos a temer?
Ensayo fallido
Hubo un ensayo previo, un amistoso contra Suecia, en San Mamés, el 8 de noviembre de 1953. Suecia tenía cierto prestigio, pero su liga todavía era amateur y sus buenos jugadores eran sistemáticamente absorbidos por Italia, o en algún caso, por España, y la selección los perdía. En San Mamés alinearían tres bomberos, tres camareros, dos maleteros, un ingeniero, un administrativo y un panadero, según informó puntualmente Marca.
Ni rastro de los Skoglund, Carlsson, Palmer, Gren, Liedholm o los hermanos Nordahl, todos ellos célebres profesionales. Pero, aun con eso y con Kubala, empatamos 2-2. Iribarren acusó a la defensa y se hizo el interesante: "Ya advertí antes del encuentro que Suecia era peligrosa".
Turquía nos visitó el día de Reyes de 1954, en tarde soleada y con el campo a reventar. Sólo repiten cuatro de los del fiasco en San Mamés. Caen el portero y la defensa al completo. Tampoco está Kubala. Aparte de que jugó mal ante Suecia, ahora se trataba de un partido oficial y por si acaso... España gana 4-1. Bien. Ya tenemos medio billete.
El 14 de marzo se devuelve la visita. Basta con empatar en Estambul. Sale a relucir aquello del infierno turco, el miedo a una encerrona en un campo seco, el público agresivo y todo eso, así que se decide contar con Kubala. Un poco con miedo, pero se le lleva. Sólo salen cinco de los que ganaron en Madrid, por la obsesión de que había que jugar de otra manera. El resultado es un pinchazo doloroso: 1-0. Como la clasificación es por puntos, no por goles, la derrota nos aboca a un desempate cuya fecha y lugar estaban predeterminados: tres días después, en Roma.
Los jugadores de la selección española posando antes de enfrentarse a Turquía en 1954.MARCA
El grupo, claro, es el mismo y vuela directamente desde Estambul. Ahora, en campo neutral, buen terreno y una vez digerida la sorpresa, damos la victoria por descontada. Por supuesto, jugará Kubala, porque, aunque no había hecho nada en Estambul, se seguía confiando en su excepcional clase. En la víspera es de los más animados, incluso promete dos goles para compensar su mal partido anterior.
Ya están nuestros muchachos pasando sus turnos de masaje cuando a Ottorino Barassi, presidente de la Federación Italiana y vicepresidente de la FIFA, le llega un intrigante telegrama del organismo que vicepreside: "Attention equipe espagnol situation joueur Kubala". Se lo entrega al coronel Gómez-Zamalloa, directivo de la española, un militar africanista que acuñó aquello de "Ahora, señores, cojones y españolía" en un fervorín a la selección durante el descanso de un partido en Suiza. Lo muestra con gritos indignados, apostando por desatenderlo. Dávila e Iribarren se quedan perplejos. Muñoz Calero, que es miembro del comité de la FIFA, aconseja prudencia y consigue que la camiseta con el número 8 de Kubala se la ponga Pasieguito.
Salen cuatro nuevos con respecto a Estambul y dos de siete repetidores juegan en puestos distintos. Turquía repite once. Salta al campo con la paz del que no tiene nada que perder y mucho que ganar (su seleccionador, el italiano Sandro Puppo, ha pasado la víspera diciendo que se sentían eliminados de antemano). Tratando de conquistar al público, cada jugador porta unas cajetillas de tabaco y se acercan al público a lanzarlas. El tabaco era un bien de lujo en aquellos años de posguerra, en los que por toda Europa había especialistas en reciclar colillas. España sale desconcentrada por el telegrama y su consecuencia. Y sabe que está entre la espada y la pared.
El partido empieza a las 15.30 y es apasionadamente seguido aquí por Radio Nacional en la voz del legendario Matías Prats. Turquía corre y corre, su fútbol es impreciso pero veloz y España juega intranquila, aunque consigue adelantarse con un gol del extremo debutante Arteche en el minuto 19. El marcador se mueve así: 1-0, 1-1, descanso, 1-2 y 2-2, éste en el minuto 79, obra de Escudero cuando ya nos veíamos fuera. En la prórroga no hay goles, lo que nos aboca al sorteo.
Un regreso fúnebre
La delegación española trata de pactar un nuevo desempate, pero los turcos se niegan y Ottorino Barassi se atiene a lo reglamentado. Bien hubiera querido complacernos, pues España daba más cartel al Mundial que Turquía, pero esta se mostró inflexible. Se busca una copa en la que se introducen dos papeles, previo teclear a máquina en cada uno ellos el nombre de uno de los dos países, para después doblarlos. En el de España, Sancho Dávila añade una cruz, impetrando el favor divino. (Ignoro si su homólogo turco pintó una media luna en el suyo). Se escoge como mano inocente un arrapiezo de 14 años llamado Franco Gemma, hijo de un cuidador del campo, que se había colado a curiosear en la sala. Se le vendan los ojos como a un secuestrado, mete la mano, le da un papelito a Barassi que lee: TURCHIA.
El regreso es fúnebre, con Zamalloa acusando a los jugadores de vagos y Muñoz Calero declarando que él ya sabía que Kubala no podía jugar y que si llega a hacerlo y ganamos nos hubieran echado igual.
Franco Gemma se hizo famoso en España y célebre en Turquía, que le invitó al Mundial en Suiza. Sandro Puppo, aureolado por el éxito de aquella clasificación, fue contratado por el Barça, donde pincharía. Sancho Dávila regresó al mundo del toro. Iribarren, a su consulta. En cuatro partidos utilizó 24 jugadores. Sólo Venancio los jugó todos, aunque alternando los puestos de interior y ariete.
Cuarenta años después, la gabarra del Athletic volverá a recorrer la ría de Bilbao para celebrar un título, la Copa del Rey conquistada el sábado pasado ante el Mallorca en Sevilla. Y la expectación es máxima. Se espera la presencia de un millón de personas, casi tres veces más que la población de la capital vizcaína (346.096 personas en 2023).
Desde primera hora de la mañana, la gente se ha congregado en los márgenes de la ría del Nervión: los más jóvenes celebrando con bebidas y señores de avanzada edad reservando un sitio privilegiado con sus hamacas.
Además, en los últimos días se han puesto en alquiler los balcones y terrazas con vistas a la ría por precios desde los 300 a los 1.000 euros.
Para saber más
La travesía de la gabarra comenzará a las 16.30 en el Real Club Marítimo del Abra de Las Arenas, en Getxo, pero desde 24 horas antes ya se podían ver en algunas partes del recorrido, de unos 13 kilómetros, banderas y vehículos con distintivos rojiblancos ya apostados para el acto.
Está previsto que la celebración dure más de cuatro horas. A continuación, los jugadores del Athletic visitarán el Ayuntamiento y la Diputación. En la gabarra se subirán un máximo de 60 personas y será escoltada por 160 embarcaciones y 32 traineras.
El Gobierno vasco ha anunciado que la multa por saltar a la ría será de hasta 60.000 euros, para evitar tentaciones de aficionados. Habrá tres helicópteros vigilando la celebración.
La expectación es máxima, no sólo en la ciudad, sino en toda Vizcaya. Anoche llegó al aeropuerto de Loiu un avión procedente de Lanzarote repleto de aficionados canarios del Athletic con sus camisetas rojiblancas. También se han desplazado decenas de autobuses de jóvenes hinchas desde toda la geografía española.