Un Real Madrid todavía confuso y (desesperantemente) fallón

Un Real Madrid todavía confuso y (desesperantemente) fallón

Puestos al análisis exprés, pues ni una semana de temporada se cumplió, este Real Madrid de la nueva era, el de la revolución Scariolo, es todavía un mar de dudas. Su lujosa plantilla deambula con cara de no saber muy bien dónde situarse ni cómo actuar en la pista, especialmente los fichajes. Son tres partidos oficiales y dos derrotas. En Bolonia, ante una Virtus mucho más enérgica y acertada, inauguró la Euroliga volviendo a perder. Aunque fallando 20 triples, lo extraño hubiera sido no hacerlo. [74-68: Narración y estadísticas]

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48 horas después de la derrota en la final de la Supercopa, aguardaba la Euroliga en Bolonia, nada menos, el primer paso de un camino infinito hasta la Final Four de Atenas. Serán tantas las batallas, que bueno será relativizar. Pero ganar en el Paladozza suponía una pequeña obligación para Scariolo (así son las exigencias en el Madrid), evitar que en el futuro no se hable de un comienzo de era torcido. El alivio tendrá que esperar, porque de Italia, recibido sin alharacas en el que fue su último club, el ex seleccionador se marchó con otra mochila de preocupaciones.

Al Real Madrid no le duró demasiado el espíritu de enmienda que traía tan fresco en la mente y en las piernas. Hezonja, que fue el mejor y el peor en la primera parte (todo a la vez, en ataque lo uno y en defensa lo otro), lo resumió perfectamente al descanso. Ahí reconoció la “confusión” en la zaga. Habían pasado los blancos del dominio inicial a los desajustes.

El eléctrico Saliou Niang, que ya mostró su potencial y sus virtudes en el reciente Eurobasket, y Lucas Vildoza fueron los resortes para los bianconeros, que pasaron de caer de ocho a ganar de siete en no demasiado. Suya era la intensidad, suyos eran los duelos. Los puntos de Hezonja no eran suficientes para sujetar al Madrid, de nuevo perdido y ansioso en ataque Lyles. Sólo la entrada de Alberto Abalde al final de la primera parte devolvió el orden y la cordura a la defensa.

Sin triples no había alegría. Empieza a ser tendencia, pues tampoco el fin de semana en el Carpena las muñecas blancas habían mostrado tino. Fue Okeke, casi al final del tercer acto, el que primero acertó, tras 12 fallos. Y entonces seguía la Virtus mandando, de forma alarmante cuando Carsen Edwards, uno de sus grandes refuerzos, se enchufó al duelo (51-43).

Era imposible reaccionar sin el apoyo del perímetro, como avanzar en el campo de batalla sin la aviación, porque el Madrid continuó fallando y desesperándose. Cada triple al aro era luego una mala defensa. Y ese pequeño demonio llamado Edwards aprovechó la frustración para llevar una máxima que ya era una losa (66-54) con cinco minutos por jugar.

La pequeña reacción, que apuntaba a remontada loca, acabó cuando Hezonja erró, de seguido, su triple cinco, seis y siete de la noche en Bolonia. A eso contestó Niang con un matazo y aunque Campazzo siguió intentando el imposible, no hubo manera. Una derrota para empezar y muchos asuntos por resolver. Sin solución de continuidad, el jueves visita el Palacio el Olympiacos.

kpd