La voz de alarma fue transmitida por Charles Leclerc, con un enigmático mensaje a sus ingenieros. “Puedo sentir en el coche lo que hablamos antes de la carrera. Tenemos que hablar de esas cosas antes de hacerlas”, lanzó el monegasco, con la necesaria dosis de misterio. Por entonces ya sabía que sus opciones de victoria se habían esfumado en Hungaroring. De nada le valió su pole, ni sus fantásticas 40 primeras vueltas, porque el SF25 se desinfló sin remedio.
Nada más cruzar la meta, a 42 segundos de Lando Norris y a 20 de George Russell, que le había privado del tercer escalón del podio, Leclerc no pronunció una sola palabra a través de la radio. Acababa de perder un punto en su licencia y de recibir una sanción de cinco segundos por una peligrosa maniobra defensiva frente a Russell. Su frustración aumentó al contemplar por los monitores de la zona mixta la ceremonia del podio.
Unos minutos después Il Predestinato sí se sinceró ante los micrófonos. “Estoy muy decepcionado. No saco nada positivo del fin de semana. Cuando tenemos una oportunidad al año de ganar una carrera, tenemos que aprovecharla. Y hoy no lo hemos hecho”, relató. Lo que aún permanecía envuelto en la bruma era la verdadera causa de su desfallecimiento.
“Un problema con el chasis”
Las primeras informaciones apuntaban a un desajuste en el alerón delantero, producido durante el pit-stop. “No tenía toda la información del coche. Ahora sí la tengo y todo se debió a un problema con el chasis a partir de la vuelta 40. Desde entonces fui un pasajero y no pude hacer nada”, evaluó.
No obstante, este diagnóstico difería del ofrecido por Fred Vasséur. “Tenemos que investigarlo, aunque probablemente se debió a la presión de los neumáticos”, adelantó el team principal de Ferrari. Un simple vistazo a la tabla de tiempos bastaba para comprobar que el SF25 rodó más lento durante el último stint, con menor carga de combustible, que en el segundo. Según el ex jefe de Sauber, la pérdida se concretó en dos segundos por vuelta.
Antes que Vasseur, Russell ya había adelantado ante la prensa que el desplome de Leclerc se debió a unas anomalías en la plancha de madera situada en el suelo del monoplaza, que obligó a los mecánicos de Ferrari a aumentar la presión de las gomas para levantar el coche y evitar un excesivo desgaste. Hay que recordar que durante el GP de China el coche de Lewis Hamilton fue descalificado por una anomalía en la citada pieza que roza con el asfalto.
Leclerc, al frente de la carrera, durante la primera vuelta en Hungaroring.
Casi cinco meses después de aquel fin de semana en Shanghai, donde obtuvo la victoria en la sprint race, el heptacampeón sufrió otro severo revés en Hungaroring. Su decimosegunda plaza en la meta representa su peor resultado tras 19 participaciones. Por si no bastase el escarnio, Sir Lewis fue doblado por Norris. Desde el GP de Emilia Romagna 2022, el genio de Stevenage siempre había terminado en la misma vuelta del líder.
Tras tomar la salida con un juego de duros, tuvo que ceder la posición frente a Carlos Sainz y Andrea Kimi Antonelli. A partir de ese momento deambuló por tierra de nadie hasta completar su única parada en la vuelta 42. Con las gomas nuevas sólo pudo superar a Oliver Bearman, el único de la parrilla obligado a la retirada, Sainz, Pierre Gasly y Esteban Ocon. Otro paupérrimo bagaje para alguien que acumula ocho victorias en este sinuoso trazado, donde nunca había caído por debajo del top-6.
A la hora de cumplir con sus obligaciones ante la prensa, Hamilton optó por un perfil muy bajo. “Sinceramente nunca me he sentido frustrado a lo largo de la carrera, pero no pude haber hecho mucho más”, admitió en los micrófonos de Sky F1.
“Aún me encanta correr”
En el momento en que le pidieron más explicaciones sobre sus palabras del sábado, cuando dijo sentirse un “inútil” y sugirió que Ferrari debería “cambiar de piloto”, el británico volvió a mostrar un tono más bien depresivo. “Cuando tienes un presentimiento, lo tienes. Hay muchas cosas entre bastidores que no son muy buenas”, concedió. Al preguntarle si había perdido su amor por las carreras, negó con rotundidad. “No, no. Aún me encanta correr”.
Por supuesto, el domingo iba a cerrarse con otro susto para Hamilton, que vio demasiado de cerca el Red Bull de Max Verstappen. Pero ni siquiera la peligrosa maniobra del holandés pareció sacar de su letargo a Sir Lewis. “Si te soy sincero no recuerdo demasiado bien lo que ocurrió. Simplemente le vi en le último momento e intenté evitar el accidente”, expresó. Tras algunos monosílabos más, el 44 acabaría confesando lo que verdaderamente rondaba por su cabeza. “Igual que ayer, me alegro de que todo haya terminado. Tengo muchas ganas de irme”.