La cesión del servicio en el primer juego del segundo set, tras haber revertido una situación desfavorable en el primero, tuvo una gran importancia en el desenlace de la final. Fue a partir de ahí cuando Carlos Alcaraz empezó a perder su esencia y a mostrarse vacío, desorientado. Ya no volvimos a ver a ese jugador fresco y con un punto de inconsciencia que suele acabar encontrando soluciones creativas. Perdió la magia, entró en una realidad paralela, que no se correspondía con un marcador parejo y con lo que estaba sucediendo, y dio alas a un rival que hasta mediado el segundo parcial cometió errores significativos.
El español resultaba poco reconocible en relación con el jugador caracterizado por su alegría y convicción. Carecía de sus reacciones habituales, de la genialidad y la rabia a las que nos tiene acostumbrados, de las que había hecho gala en la inolvidable final de Roland Garros. Hacía mejor a su oponente de lo que realmente estaba siendo. Era más lo que masticaba en su interior que aquello que realmente acontecía hasta que Sinner tomó auténtico vuelo y se fue decidido a por la copa.
Perder contra un jugador de la inmensa categoría del transalpino no es ningún drama, pero Carlos pareció irlo aceptando durante el partido. Dio la impresión de que le quedaba algo dentro. Cierto que, al igual que en la primera ronda ante Fabio Fognini, el servicio, un golpe muy mejorado, que globalmente le ha dado mucho a lo largo del torneo, no acudió en su auxilio. Pero diría que fue también como consecuencia de su falta de fluidez, de frescura.
Un jugador como él, con tantísimos recursos, normalmente maneja muchas soluciones ante cualquier inconveniente técnico. Su propio carácter y su calidad mueven todo lo demás. Incluso las dejadas, a diferencia de otras ocasiones, fueron de emergencia. Mejor jugador que Sinner, el español necesita manejar los tiempos adecuados para derrotarle. Fiel a sí mismo, con los pies en el suelo y un juego repetitivo, algo que hace la perfección, Jannik se salió con la suya.
En los descansos entre juegos, Carlos Alcaraz observaba las repeticiones que ofrecía los videomarcadores de la Philippe Chartrier y analizaba las jugadas previas. No decía nada, claro, o no se le escuchaba, pero en su rostro se podía entender el golpe del que estaba orgulloso y el golpe que desaprobaba. En esos ratos lo habitual es que los tenistas observen el infinito, un punto inconcreto de la grada, y se tranquilicen, o se fustigan, o simplemente dejen la mente en blanco. Pero Alcaraz estaba estudiándolo todo, lo que había pasado y lo que iba a pasar. Estaba metido en el partido. Muy metido. Sumergido en él.
Y así le fue: en su mejor partido desde que se proclamara campeón en el Masters 1000 de Indian Wells en marzo, venció a Sebastian Korda por 6-4, 7-6(5) y 6-3 y se clasificó para octavos de final de Roland Garros. Allí se encontrará a un rival duro, tan joven como él, el vencedor del duelo entre Ben Shelton y Félix Auger-Aliassime -pospuesto por la lluvia, debe decidirse este sábado-, pero si mantiene la concentración será complicado pararle.
Durante las dos horas y 40 minutos que duró el duelo se mantuvo en él, robusto, siempre brillante. Si acaso se despistó a mediados del segundo set, entregó su saque una vez y lo pagó con un tie-break, el momento más tenso del encuentro. Ahí se lo notaban los nervios, las celebraciones eran tímidas, ni un grito, ni un puño al cielo. Pero lo resolvió con maestría. Un saque prodigioso a 217 km/h -su segundo más rápido esta temporada- le adelantó en la muerte súbita y resolvió con un derechazo potente que llevaba semanas guardando. Entonces sí llegó un festejo propio, el puño cerrado, el rugido al aire. En el tercer set, resuelto rápido, confirmó su predisposición en el Grand Slam parisino.
"He estoy muy contento con mi actuación durante todo el partido, creo que he estado muy sólido, que he subido el nivel. También he podido jugar sin miedo con la derecha, de hecho en el tie-break, con ese 'winner', he pensado: 'Lo echaba de menos'", confesaba Alcaraz al finalizar el encuentro.
El peligro de Korda
La propuesta de Korda realmente podría haberle causado muchos más problemas. El estadounidense es un especialista en el saque, un dinamitero, y en tierra batida se debilita, pero igualmente es peligroso. Aunque este viernes estaba desafinado con su derecha, exigía solidez. Ante la dificultad para romperle el servicio, un mal juego situaba a Alcaraz ante el abismo, como ocurrió en el segundo set. El ahora número tres del mundo respondió a toda esa fuerza con dos argumentos.
ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP
Para empezar, enfoque en el resto. Aunque algunas bombas de Korda eran imposibles de devolver, el español lo intentaba y, en ocasiones, lo conseguía. El estadounidense apenas pudo apuntarse puntos con su saque-volea. Ya unas horas antes, en el calentamiento, Alcaraz reclamaba a su hermano Álvaro más dureza en el servicio y practicaba y practicaba y practicaba para lo que le vendría en el encuentro. Su segundo argumento fue su creatividad. Al contrario de lo que le ocurrió ante De Jong, Korda no le arrebató la red, su red. Con dejadas y contradejadas, ofrecía intercambios chisporroteantes, esos 'highlights' de los que tanto goza.
El amor de París
El público de la Philippe Chatrier se lo agradeció con varias ovaciones, aunque también estuvo animando a Korda, especialmente en el tie-break, cuando los espectadores soñaban con un duelo épico. Alcaraz tiene ya muchos fans en París, más incluso que un Novak Djokovic todavía controvertido, pero todavía le queda mucho para alcanzar el ánimo unánime que recibió Rafa Nadal en sus últimas participaciones. Es el heredero, o así se lo considera, pero le faltan galones
De entrada necesita dominar por primera vez un torneo que a las puertas de la segunda semana sigue sin sorpresas, ni en el cuadro masculino ni en el cuadro femenino. Siguen adelante los cinco mejores hombres y las cinco mujeres, con la segunda, Alyna Sabalenka, enfrentándose este sábado (14.00 horas, Eurosport) a Paula Badosa en tercera ronda. Habrá un desenlace de altura. Más si Alcaraz continúa tan concentrado.
Fue en el Masters 1000 de Paris-Bercy, en noviembre de 2022, cuando Rafael Nadal y Carlos Alcaraz confluyeron por última vez en un torneo ATP. Entonces, el ganador de 22 títulos del Grand Slam cayó de entrada ante Tommy Paul. El murciano se lesionó cuando perdía contra Holger Rune en cuartos y no volvería a jugar hasta el año siguiente. El Mutua Madrid Open reúne de nuevo a ambos jugadores, después de que Alcaraz se bajase del Conde de Godó por las molestias en el antebrazo derecho que ya le impidieron jugar en Montecarlo y aún le aconsejan entrenar con una protección y cuidar su golpe de derecha, como hizo este lunes en su primera sesión en la Caja Mágica.
Pentacampeón de un torneo que ganó por última vez en 2017, Nadal regresa a Madrid tras su ausencia el pasado año, en el que no volvió a jugar tras la lesión sufrida en la segunda ronda del Abierto de Australia contra Mackenzie McDonald. El zurdo, que reapareció a principios de curso en Brisbane y se lesionó de nuevo en cuartos de final, volvió en el Conde de Godó, cayendo ante Alex de Miñaur tras superar de inicio a Fabio Cobolli. Sería precisamente el australiano su adversario también en segunda ronda si supera a Darwin Blanch, de 16 años, en un debut ya señalado para el jueves a las 16.00 h. (Teledeporte y Movistar).
«Rafa llegó justo a Barcelona. Le falta físico. Si tiene la suerte de no lesionarse de aquí a Roland Garros puede coger la forma», comenta a este periódico Jordi Arrese, plata olímpica en los Juegos de Barcelona y comentarista televisivo. «Madrid, por la altura, no conlleva un gran gasto físico. Incluso puede favorecerle no pasar muchas rondas en los torneos previos a París». Uno de los problemas más inquietantes para Nadal es el descenso en la velocidad de su servicio debido a los problemas que ha padecido en la zona abdominal. "Si ese déficit persiste, no va a tener opciones, dado que le provocará mayor desgaste y la posibilidad de contingencias físicas. Hay que esperar a su evolución física. En principio, le veo con más opciones en los Juegos Olímpicos, con mayor tiempo de por medio para entrenar con continuidad y al mejor de tres sets, que en Roland Garros, pero es el mejor de siempre en tierra y de él todo se puede esperar."
Dos citas en la Caja Mágica
Dos de los tres partidos oficiales entre Nadal y Alcaraz se han jugado en el Masters de Madrid. En 2021, el jugador de El Palmar, en el día que alcanzó la mayoría de edad, cayó por 6-1 y 6-2 en segunda ronda. Un año después, en el camino hacia el primero de sus dos títulos en la Caja Mágica, Alcaraz, que puede convertirse en el primer jugador que gana el torneo en tres ocasiones consecutivas, se impuso por 6-2, 1-6 y 6-3. En las semifinales de Indian Wells de 2022 venció Nadal en tres parciales. El pasado marzo se midieron en una exhibición en Las Vegas, con victoria del murciano en tres sets.
Alcaraz, junto a su equipo, entrenando en Madrid.Europa Press
«Carlos no necesita mucho. Y menos en las condiciones de Madrid, donde el saque y la derecha le vuelan. Mirando globalmente la temporada, no hay grandes especialistas sobre tierra. Tsitsipas y Ruud son buenos, pero Carlos les supera. Al margen de Nadal, de quien se puede esperar todo, creo que él y Djokovic serán los favoritos en Roland Garros», agrega Arrese. "Nole es el mejor de la historia y el defensor del título. Ha cambiado a buena parte de su equipo y no está en su mejor temporada, pero estoy seguro de que lo hará bien. Bien es cierto que Carlos se tensó demasiado en la semifinal de 2023, pero después le ganó en Wimbledon, en su territorio". Alcaraz, que pasa directo a segunda ronda, jugará contra el vencedor del partido entre Arthur Rinderknech y Aleksandr Shevchenko.
Tsitsipas y Ruud han disputado consecutivamente las finales de Montecarlo y Barcelona, con triunfo del heleno en el Principado y el noruego en el encuentro del pasado domingo. Ambos estarán también en el Masters de Madrid, que sólo tiene a Djokovic como baja sensible.