Carlos Alcaraz perdió su último partido ante Holger Rune el pasado 20 de abril, en la final del Conde de Godó. Desde entonces, suma 17 victorias consecutivas, las que corresponden a su primer título en el Masters 1000 de Roma, donde venció en la final a Jannik Sinner, a la revalidación de su corona en Roland Garros, donde volvió a derrotar al italiano en la final de las finales, y a sus cuatro triunfos hasta plantarse también en la final del ATP 500 de Queen’s, donde este domingo (15.00 h., Movistar) buscará ante Jiri Lehecka su segundo título, tras imponerse en semifinales a Roberto Bautista por 6-4 y 6-4, en una hora y 29 minutos.
En 2023, en su debut en el torneo londinense, estuvo a punto de irse a la calle de entrada ante Arthur Rinderknech, el mismo a quien derrotó cómodamente en cuartos en esta edición. Entonces, algún consumado especialista televisivo comentó que le costaría años aprender a desenvolverse con éxito sobre hierba. Pocos días después de llevarse el trofeo en Queen’s, derribó el imperio de Novak Djokovic y ganó el primero de sus dos títulos de Wimbledon. El 30 de junio abrirá el torneo en la Central del All England Club en busca del tercero. Nadie es más favorito que él para alzar la copa.
Una rotura en el tercer juego fue suficiente renta para que el murciano se llevara el primer set ante Bautista en un partido que gobernó desde el inicio, apoyado en la eficacia de su servicio (15 saques directos), en el resto y en su destreza en la red (12 de 15 en sus aproximaciones). El lenguaje de Alcaraz es universal. Una de sus recetas clásicas, ya exhibida de nuevo en Roland Garros, va aún más cargada de pimienta en la hierba. Se trata del servicio angulado que le permite abrir pista después con su derecha o, si fuera preciso, como lo fue en la última pelota del parcial, sellar con una volea baja cruzada de revés sin nada que envidiar al mejor de los especialistas.
Un adversario ejemplar
A sus 37 años, Bautista ha perdido jerarquía, pero no pasión. Pocos jugadores en los últimos tiempos han demostrado semejante cariño y dedicación por lo que hacen. En primera ronda salvó un punto de partido ante Nuno Borges y ha transitado por el torneo superando complicaciones. Siempre fue un tenista contracultural en el modelo español, alguien más capaz en superficies veloces que sobre arcilla. Semifinalista de Wimbledon en 2019, ganó en la hierba de Hertogenbosch en 2014 y disputó la final en Mallorca en 2022, también sobre pasto. Cuenta con 12 títulos ATP, el más reciente en Amberes, bajo techo, dos años atrás.
Los tres lustros de diferencia entre ambos y el mayor castigo con el que llegó Bautista, tras un duro partido frente a Rune, influyeron en el desarrollo de su tercer duelo, que tuvo el mismo vencedor que los dos precedentes. Alcaraz caminó con más holgura que la que dictaba el marcador. El break en el quinto juego del segundo set, tras encadenar una secuencia diabólica de derechas, le proyectó definitivamente hacia el partido definitivo, aunque hubo de salvar una bola de rotura en el octavo juego.
Campeón también en Rotterdam y Montecarlo, buscará su quinto título de 2025, vigésimoprimero de su carrera, ante Lehecka, 30º, que sorprendió a Jack Draper, segundo favorito, por 6-4, 4-6 y 7-5, para desconsuelo de la afición británica. Están 1-1 en el cara a cara, con triunfo del checo en el cruce más reciente, este año, en cuartos de Doha.