3-0 al Valladolid
El francés, autor de un gol y una asistencia, regala al fin una tarde tranquila al Metropolitano, que vio debutar a Memphis Depay (3-0).
El Atlético necesitaba darse una alegría. Un partido donde soltarse la melena y bailar al son que marca Antoine Griezmann. El francés se ha ganado esta temporada con intereses el perdón de la afición rojiblanca, convertido como está en el mejor nexo con aquello que más le falta, el gol. Mucho se ha escrito de lo diferente que es cuando viste de azul, pero a su manera también de rayas es ingenio, ritmo y llegada. Tres facetas que contra el Valladolid significaron tres goles y una noche tranquila en un maravilloso trance de 10 minutos. [Narración y estadísticas (3-0)]
Se juntaron el hambre y las ganas de comer. Un equipo, el Atlético, que perdió hace tiempo el mapa del gol; con otro, el Valladolid, para el que la sequía es uno más en una larga lista de problemas -son cinco jornadas sin marcar, y cinco derrotas seguidas. Es sintomático de cuánto ofrece Griezmann, y de cuánto aflige al equipo blanquivioleta, que el francés rompiera la defensa de cinco con un golpeo a tacón pasado en la frontal. Un arranque de genio y una debilidad manifiesta.
Apenas había pasado el primer cuarto de hora y el Atleti mandaba tranquilo, con mano firme pero sin inquina. Palpando todavía al rival. Hasta que con un sutil golpeo de tacón Griezmann transformó un pase interior de Koke en una asistencia al espacio para Morata, que dentro del área definió con la entereza que le había faltado al equipo en las últimas semanas. El delantero madrileño sentó a El Yamiq con un recorte hacia dentro y, ya solo ante Masip, remató raso por el primer palo.
Lesión de Llorente
Si otras veces el Atlético había dado un paso atrás con esa primera ventaja, esta vez no pisó el freno, bien por necesidad de estimularse o porque las facilidades que daba el Valladolid invitaban a seguir mirando al frente. Y aún se estaba relamiendo de un mal disparo de Correa en una contra diminuta, cuando de la sociedad que Nahuel Molina y Marcos Llorente van hilando en el costado derecho nació el segundo. Casi con la misma parte de la bota con que había dado el pase a Morata, Griezmann remató en la frontal del área pequeña un buen centro por bajo del argentino.
Precisamente la única mala noticia que dejó la noche para el Atlético fue la lesión de Llorente, que tuvo que retirarse al poco de comenzar la segunda parte por un problema muscular. Justo cuando iba en trayectoria ascendiente y con él, esa pareja en un costado en el que la mecha no ha vuelto a prender desde la salida de Trippier.
Para entonces, el Atleti ya tenía el partido resuelto, porque a los tres minutos de hacer el segundo Griezmann le sirvió medio tercero a Hermoso en una falta lateral. Masip sacó el primer remate de cabeza con una parada de puros reflejos, pero no el segundo, ya en el suelo y con su central batido en rechace por el rojiblanco.
Más de 500 minutos sin marcar
Decía Simeone, con la frustración en caliente del empate en Almería, que el Atlético estaba esperando el gol. Que lo veía más cerca y ya era algo, visto lo visto contra el Barça, pero faltaba el remate certero. El gol. Más de una decena de veces mencionó esa palabra en rueda de prensa. Y en 10 minutos de inspiración llovieron tres goles que valen tres puntos y ante todo un carro de confianza de cara al derbi del próximo jueves en Copa del Rey.
También una noche tranquila, porque si poco se había sabido del Valladolid hasta ese momento, poco se supo con el partido enterrado. Alguna buena intención que no cuajó en nada, porque el problema del conjunto de Pacheta va más allá del ataque (ya son más de 500 minutos sin marcar). Un equipo frágil, sin ritmo y sin filo, y que según se dé el resto de la jornada podría acabar en puestos de descenso.
Para el Atlético, una victoria cómoda, una oportunidad para dar descanso a Griezmann, que se fue aprovechando el cambio de Llorente, y para estrenar a Memphis Depay, el parche de este mercado de invierno para eso que tanto repitió Simeone en rueda de prensa. El gol.