Este lunes por la mañana se conocía la noticia del fallecimiento del Papa Francisco, a los 88 años de edad, en su residencia de Santa Marta. El Pontífice llevaba una temporada complicada, estando tiempo atrás varios días ingresado en el centro Gemelli de Roma.
Desde el deporte español, diversos clubs han querido despedirse del Santo Padre. Uno de éstos ha sido el Real Madrid, que mediante un comunicado han lamentado la pérdida expresando sus condolencias. “Durante su pontificado, marcado por la dimensión de su gran legado, el Papa Francisco ha representado un enorme espíritu de solidaridad y apoyo a las personas más desfavorecidas y vulnerables”, escribían los blancos en dicha nota informativa.
Otros equipos como el Atlético de Madrid, el Getafe, el Sevilla y el Villareal también han querido dar el pésame por el fallecimiento a través de respectivos mensajes en redes.
Asimismo, otras estrellas del deporte español han mostrado su emoción ante la gran pérdida. La atleta gallega Ana Peleteiro compartió por historias de Instagram una fotografía de Bergoglio sujetando una paloma y la ha acompañado con un emoticono de estrellas.
Igualmente, Dani Ceballos y Giulano Simeone, futbolistas del Real Madrid y del Atlético de Madrid, respectivamente, han difundido sendas imágenes del Papa durante diferentes momentos de su periodo al frente del Vaticano.
Un recuerdo especial ha tenido el futbolista argentino Ángel Correa, que colgó en sus redes un vídeo recordando que fue el Papa Francisco quien le confirmó.
El Papa, que por aquel entonces era arzobispo de Buenos Aires, sentía una gran afición por el equipo de fútbol de San Lorenzo. Ángel Correa estaba en ese momento en dicho club argentino y fue ahí donde recibió el sacramento de la confirmación por parte de Bergoglio.
La novena medalla internacional de Ana Peleteiro fue de bronce y en un Mundial, este de Nankín 2025. Una recompensa lógica con dos potentes cubanas en liza, ambas con mejores marcas "outdoor" e "indoor" que la gallega. Ana estuvo bien con sus 14,29 metros, realizados dos veces, aunque peor registro que el que le proporcionó el oro en el reciente Europeo de Apeldoorn (14,37). La amenaza de la dominiquesa Thea LaFond, campeona olímpica y mujer de más de 15 metros al aire libre, no se concretó.
En la ausencia de la convaleciente Yulimar Rojas, la prueba se acabó cuando empezó. Leyanis Pérez, en su primer intento, se plantó en 14,93. La cubana, de planta imponente, 1,83 de estatura y piernas interminables, unió la velocidad a una batida ajustadísima a la tabla. Luego hizo unos nulos y renunció a otros ensayos. Daba igual. Estaba todo el pescado vendido. La plata fue para Liadiagmis Povea (14,57). Ana (un corto palíndromo) aspiraba a repetir el ya descrito oro (otro breve palíndromo) del reciente Europeo de Apeldoorn. No lo consiguió, pero se mantiene a alto nivel y como bandera del atletismo español.
Para saber más
Una observación de índole sociológico-deportiva. El sencillo y bello nombre de pila de Ana contrastaba con los pintorescos de las caribeñas. Una imagen de marca del deporte femenino cubano y, es de suponer, de la entera sociedad mujeril de la isla. Las atletas cubanas, por centrarnos en el deporte que nos ocupa, se hacen notar por nombres de curiosas y parecidas sonoridades, mitad absurdos y mitad literarios.
Leyanis, Liadagmis y otros nombres de pila parecidos de atletas en activo o ya retiradas, todas ellas de alto nivel, no remiten en absoluto al santoral de la ex Madre Patria, sino a algún tipo de clave local. Quizás una superstición, una moda, una imitación, un contagio, un ritual... Véanse: Yunisleidy, Davisleidis, Layselys, Yarima, Yarisley, Yargeris, Yusmai, Josleidy, Yumileidy, Yaimé, Yarelys, Yainelis, Yipsi, Osleidys, Dailenis, Yulenmis... Todos figuran, con sus correspondientes apellidos, ellos sí de acuerdo con sus orígenes españoles, en los ránkings pasados y presentes del atletismo internacional.
A la espera de la dominical y última jornada, la sabatina se antojaba la más importante del Campeonato, con las tres máximas estrellas de la competición en escena: Armand Duplantis (salto con pértiga), Jakob Ingebrigtsen (3.000 metros) y Grant Holloway (110 vallas). Los tres respondieron a las expectativas adjudicándose el título.
Duplantis protagonizó la rutina de pasar de los seis metros. Lo hizo con 6,00; 6,05; 6,10 y 6,15. Ha superado esos seis metros 102 veces. Una hazaña difícilmente imaginable. El griego Emmanouil Karalís, con 6,05, y que no falló por mucho en los 6,10, lo obligó a un esfuerzo extra que, quizás, aconsejó al sueco no intentar batir su récord del mundo. No está acostumbrado a que lo achuchen y, probablemente cansado, dejó el intento de récord para mejor ocasión.
A Ingebrigtsen lo apretó un poco el etíope Berihu Aregawi. Jakob (7:46.09) lo superó en la recta final con el esfuerzo justo (Aregawi hizo 7:46.25, en lo que podría dar la impresión de un final ajustado). El noruego no se excedió porque ahora tiene que disputar la final de los 1.500. A Holloway no lo incomodó nadie. Tampoco a otra de las estrellas del Campeonato, la etíope Freweyni Hailu, cómoda vencedora (8:37.21) en unos 3.000 con Marta García en séptima posición con marca de la temporada (8:40.80).
España mantiene unas balas en los 800 con Josué Canales y, en los 1.500, con Mariano García, Adrián Ben y Esther Guerrero.
En otoño Ana Peleteiro lo cambió todo, pero quiso cambiarlo todo, todo, todo, todo. Después de los Juegos Olímpicos de París 2024, dejó atrás a su entrenador en la última década, Iván Pedroso, y su casa de Guadalajara, para irse a su Galicia a prepararse con los consejos de su marido, Benjamin Compaoré. La mudanza, con razones profesionales y personales, ya era atrevida, pero la saltadora quiso llevarla más allá. A la misma pista, al mismo foso. De la mano de Compaoré, Peleteiro intentó modificar su pierna de batida, de la derecha, que había utilizado toda la vida, a la izquierda, para colmar así un viejo anhelo. Pese a que Pedroso lo desaconsejaba, Peleteiro siempre había pensado que con la otra pierna podría saltar más fácil y saltar más lejos y las primeras semanas le dieron la razón.
La que fuera bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 realmente volaba con su nueva técnica y soñaba con un futuro de marcas imposibles, quién sabe si más allá de los 15 metros. Pero empezaron los dolores en la pierna izquierda, la rodilla se quejó, y el doctor Pedro Guillén, especialista entre especialistas, mandó parar. Si quería seguir sana, tenía que volver a su batida de siempre.
Hace menos de un mes, aún curándose de esas molestias, Peleteiro regresaba a su técnica antigua en el Campeonato de España y triunfaba y se ganaba un lugar de privilegio en el Europeo indoor, donde este viernes (desde las 18.50 horas, Teledeporte) buscará el oro, pero al mismo tiempo se guardaba un secreto. Tiene que batir con la derecha como antes, pero ya no salta como antes. Si su estilo se basaba en unos brincos exagerados, arriba, muy arriba, ahora se impulsa sin coger altura. La revolución de Peleteiro se mantiene: consistir en volar bajo.
Peter DejongAP
"Estoy intentando saltar de forma más horizontal y mejorando de una vez por toda la técnica, que al fin y al cabo era algo que se me atravesaba desde hace años. La parte técnica es muy importante para ganar sobre todo en salud y longevidad. Benjamin es un crack planificando y confío mucho en su criterio. Las cosas están fluyendo muy bien y me encanta como entrenador", aseguraba este jueves, en la primera jornada del campeonato en Apeldoorn, Países Bajos, donde sólo hubo una final.
España, cuarta en el 4x400 mixto
En el nuevo relevo 4x400 mixto, España acabó cuarta por detrás de los Países Bajos de Femke Bol, de Bélgica y de Reino Unido. Fue un día con decepciones, como la eliminación de Mohamed Attaoui e Ignacio Fontes en los 1.500 metros y también con alegrías como la clasificación para la final de Esther Guerrero en los 1.500, de Jaime Guerra y Lester Lescay en la longitud y, claro, de Peleteiro en el triple salto.
Su clasificación fue breve. En el primer intento no consiguió el pase directo porque se dejó demasiada distancia en la tabla -36 centímetros-, pero en el segundo lo logró sin apuros. Campeona ya en el Europeo indoor de 2019 y subcampeona en 2021 -en la última edición estuvo ausente por maternidad-, pocas rivales parecen capaces de rebasarla. Con Patricia Mamona y Maryna Bekh-Romanchuk fuera de las pistas, su éxito depende de ella misma. Deberá observar a la turca Tugba Danismaz, campeona hace dos años, y a la finlandesa Senni Salminen, y esquivar sorpresas.
En todo caso, con su espíritu competitivo, parece más que preparada. "Estoy en un remanso de paz absoluto. Creo que la cabeza es un 80% y estar bien mentalmente me ha ayudado a estar bien físicamente. Me siento en el mejor momento de forma de toda mi carrera. Entreno todos los días al máximo y creo que aún no he tocado ni mucho menos mi techo", proclamaba Peleteiro en plena revolución.
Los números dicen que España obtuvo en el Campeonato de Europa en pista cubierta celebrado en Apeldoorn (Países Bajos) cuatro medallas (un oro, una plata y dos bronces). Por reconocible, el dato arroja certezas. Por analizable, admite matices.
Para empezar, han existido más medallas de bronce que de oro y plata. De hecho, han supuesto la mitad del botín. Todo el bronce ha sumado lo mismo que el oro y la plata juntos. Eso no es favorecedor. Todas las medallas son buenas, pero unas mucho más que otras. A la hora de jerarquizar el medallero, el oro pesa más que el conjunto de platas y bronces. Un país con un único oro irá en el medallero por delante de otros que sólo tengan platas y bronces, por abundantes que sean. España ha logrado, en la historia de los Europeos indoor 35 oros, 50 platas y 40 bronces. El oro, ya se ve, escasea frente a la suma del resto de metales preciosos.
Regresando a la actualidad aún caliente en sus ecos de Apeldoorn, España mejoró el resultado de Estambul2023 (un oro y una plata). Pero empeoró los de Torun2021 (uno, dos, dos), Glasgow2019 (tres, dos, uno) e incluso, a igual cifra, pero menor valor, Belgrado2017 (uno, dos, uno).
Sí mejoró, en cambio, la cantidad de finalistas: 15. Un aspecto positivo, pero que, como todos los demás, en la ausencia de contrastes llamativos (12 en Estambul, 13 en Torun, 13 en Glasgow y 14 en Belgrado), no dice mucho. O dice algo, pero en voz baja. Habla de regularidad, que suena mejor que estancamiento. A Apeldoorn no viajó Jordan Díaz. Ni María Vicente. Y Quique Llopis, con molestias, no pudo correr una final de vallas que le sonreía. Y, en la longitud, Lester Lescay, a pesar de su bronce, y el excelente Jaime Guerra estaban lesionados.
Paula Sevilla, en acción en Apeldoorn.NICOLAS TUCATAFP
Pero, en esencia, presencia y potencia, enviamos a Apeldoorn lo mejor del arsenal, con una figura mundial como Ana Peleteiro, porque Europa se adapta más a nuestras hechuras, y la pista cubierta, aunque nunca faltan estrellas, no es el campo en el que se vuelca la mayoría. En el Mundial de Nangjing (China), los próximos días 21, 22 y 23, habrá más que en Apeldoorn. Pero donde abundarán hasta la saturación será en el Mundial a cielo abierto de Tokio, en septiembre.
La pista cubierta, el atletismo de bolsillo, es un escenario orientativo más que referencial a la hora de extrapolar sus resultados a la pista al aire libre. Dura muy poco y está plantada en unas fechas impropias. Es la versión invernal, recortada en el programa, de una actividad de verano. Y aunque ello exhibe la riqueza de un deporte capaz de expresarse con belleza en cualquier estación y en cualquier marco, sugiere más que afirma.
Y esta vez ha sugerido que el atletismo español sigue siendo, en conjunto, una potencia media europea, lo que se traduce en una pequeña potencia mundial. Es, por esencialmente joven y multirracial, un atletismo atractivo y asomado al futuro. Se reconoce incompleto porque sigue siendo deficitario en numerosas modalidades, femeninas y masculinas: los lanzamientos, la pértiga, la altura (un desierto vertical sin Ruth Beitia)...
Attaoui, durante el 1.500 del Europeo indoor.Peter DejongAP
Pero, tierra de mediofondistas sostenidos y renovables (García, Ben, Attaoui, Canales), va ganando enteros en la velocidad. La existencia de tres vallistas de alta gama, Quique Llopis, Asier Martínez y el prometedor Abel Jordán, también con molestias en Apeldoorn, supone una muestra representativa.
En una mezcla de ilusión y consagración, lo mejor del Europeo, aparte, naturalmente, del oro de Peleteiro, llevó el nombre de Paula Sevilla con una prestación que va más allá de su bronce en los 400. Una recompensa resumen de la magnífica actuación individual y colectiva de nuestra gente, todo un ejército compacto, en la prueba. Procedente de la velocidad, sobre todo de los 200, sus 50.99 igualaban el récord de Sandra Myers de 1991. Esa marca vale, al aire libre, otra por debajo de los 50. Myers mantiene 49.67 desde, también, 1991. Bajar de los 50 segundos es cruzar la gran frontera internacional. Aguarda a Paula.