El Barça exorcizó los demonios que se había creado en lo que llevamos de campaña al medirse a rivales que viven en la zona más baja de la tabla. Por la mínima, y apretando los dientes en un final de partido en el que el Alavés se decidió por buscarle un poco más las cosquillas, los azulgrana acabaron por lograr un triunfo por 1-0 que se antojaba directamente como obligatorio, precisamente también a raíz del 1-0 encajado por el Real Madrid en su visita a Cornellà-El Prat. El solitario tanto convertido en la segunda parte por Robert Lewandowski, quien hizo gala de su olfato goleador para estrellar contra la red un intento de remate de volea no excesivamente atinado de Lamine Yamal, tras una primera parte densa y poco vistosa, bastó para que el conjunto de Hansi Flick se sitúe ahora a cuatro puntos de la cabeza, en puertas de un derbi madrileño del que, seguro, estarán muy atentos.
La opción de recortar distancias con el Real Madrid tras el tropiezo de los blancos ante el Espanyol, no obstante, marcó tal vez en gran parte a un Barça demasiado precipitado en los primeros 45 minutos del duelo. El Alavés, terriblemente rocoso y buscando una y otra vez el contacto con los jugadores azulgrana, se las arregló para llegar al descanso con 0-0 en el marcador y dejando pocas oportunidades claras para los barcelonistas, en una primera parte condicionada también por el duro choque cabeza con cabeza entre Gavi y Conechny. La caída de ambos jugadores al césped provocó la rápida llamada de Munuera Montero a que entraran las asistencias médicas de ambos conjuntos y dejó un silencio en la grada de esos capaces de encogerle el corazón a cualquiera.
Después de recibir la atención del médico, el de Los Palacios trató de seguir jugando y solo la paternal intervención de Hansi Flick acabó por convencerlo de que lo mejor era dejar el terreno de juego. El futbolista argentino del Alavés, mientras, abandonó el campo en la camilla mecanizada, con un collarín ortopédico y camino del Hospital de Barcelona para pasar más pruebas. Algo que, por precaución, también acabaría haciendo el sevillano. El encontronazo, cómo no, activó el protocolo de LaLiga que permite un cambio más por equipo en caso de conmoción cerebral y Fermín, por parte de los locales, y Conechny, por parte visitante, se encargaron de tomarles respectivamente el relevo.
El dominio azulgrana
Tras la obligada entrada de Fermín para reemplazar a Gavi, Flick movió de nuevo sus piezas tras el descanso para dar entrada a Eric García por Araujo y a Frenkie de Jong por Casadó. Con el cambio de central, logró mejorar la salida del balón desde atrás con respecto a las prestaciones del uruguayo y el holandés, por su parte, supo aportarle algo más de pausa a la elaboración. Con esos cambios y con Pedri llevando la batuta, los azulgrana empezaron a amenazar muy seriamente los dominios del Alavés. Hasta que Lewandowski, tras una asistencia de Lamine Yamal que era más bien un intento de disparo, se encargó de enviar al fondo de la red el que sería a la postre el tanto de la victoria del Barça.
Con el marcador en contra, el Alavés buscó algo más de juego y se olvidó de especular con el cronómetro. No, en cambio, de encadenar acciones bruscas ante las que Munuera Montero hacía una y otra vez la vista gorda y que desesperó a los locales. Sí correría, en cambio, para amonestar a un Raphinha que iba ya camino de su banquillo por las airadas protestas del brasileño. Con el 1-0 en el zurrón y un rival buscando el empate casi a la desesperada, los barcelonistas tuvieron que fajarse en defensa. Para ello, contaron también con un Sczcesny que se va acostumbrando cada vez más a jugar con los pies y dejar sus dominios. La calma tensa ante los ataques babazorros daría paso a un nada disimulado sentimiento de euforia con el final del duelo. Los de Flick habían aprovechado su oportunidad para engancharse de nuevo a la Liga.