Ser portero de fútbol es una profesión de riesgo. Estás expuesto a balonazos y cuando hay que salir a tapar a un delantero debes olvidarte por completo de tu integridad física. Un claro ejemplo lo ha vivido este miércoles el portero del PSG, Gianluigi Donnarumma, que se marchó del estadio del Monaco con un traumatismo “facial” con “múltiples heridas” tras ser golpeado con un ‘plantillazo’ en la cara por parte de Wilfried Singo, informa Efe.
El guardameta internacional italiano, que debió ser sustituido por ese motivo pero abandonó por su propio pie el estadio Luis II de Mónaco, se someterá este jueves a “exámenes médicos” para evaluar el alcance del golpe y de las visibles heridas en el rostro. “Tendrá que permanecer inactivo durante varios días”, añadió el París Saint Germain en su comunicación.
Por lo demás, el París Saint-Germain, que continúa líder de Ligue 1, consiguió un importante triunfo 4 a 2 en el campo de un rival directo por el título, el Mónaco, en este partido adelantado de la 16ª jornada.
Desiré Doué puso con ventaja al PSG en el 24, luego el Mónaco remontó con dianas de Eliesse Ben Seghir (53 de penal) y Breel Embolo (60), antes de que Ousmane Dembelé (64, 90+7) y Gonçalo Ramos (82) dieran el triunfo al equipo de la capital.
En la recta final, cuando el Mónaco perdía 3 a 2 en el descuento, el entrenador Adi Hütter, muy enfadado, fue expulsado por sus protestas ante una caída de Embolo en el área ante Marquinhos.
Con 40 puntos, el PSG amplía a 10 puntos su margen sobre el Mónaco (3º, 30). El Marsella (2º), con un partido disputado menos que ambos, está también a diez unidades del equipo de Luis Enrique. “La Ligue 1 está todavía muy abierta, hace apenas cinco días solo teníamos cinco puntos sobre los otros”, recordó el técnico español del PSG.
LaLiga EA Sports
LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Sábado,
23
diciembre
2023
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19:50El central sevillista pisó el escudo del Atlético al saltar al...
El miércoles de Yeda fue el delirio de Joan Laporta, arrebatado por la alegría de la cautelar que le permitirá inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor. Un júbilo que le encontró en pleno acceso al estadio King Abdullah de Yeda, justo antes de la semifinal de la Supercopa de España ante el Athletic Club. Allí, rodeado de directivos propios y rivales, de presidentes territoriales y de todo tipo de autoridades, soltó toda la rabia acumulada.
La noticia sorprendió a la expedición del Barça en su trayecto desde el hotel al campo. El Consejo Superior de Deportes (CSD) acababa de conceder la libertad a Olmo y Víctor, que volverán a ser inscritos «hasta que se resuelva definitivamente» el recurso presentado por el club azulgrana.
A poco más de una hora para el inicio de la semifinal de la Supercopa, el Barça y Laporta recibían la decisión del CSD en un clima de euforia. Poco importaba que con esos plazos tan ajustados Flick no pudiese incluir a Olmo y Víctor en la convocatoria ante el Athletic. En el interior del estadio, Joan Laporta se abrazaba con Enric Masip y Alejandro Echevarría, dos de sus asesores de confianza. Casi fuera de sí, el presidente azulgrana acompañó su alegría con un estrafalario corte de mangas camino al palco.
Eufórico abrazo
Allí, Jon Uriarte, presidente del Athletic Club, estaba tildando la decisión del CSD de «esperpéntica», definición que aterrizó en el seno del Barça para enfrentar todavía más a dos directivas que hace tiempo que no se tragan. «Es una decisión provisional tomada por un órgano político y ahora son LaLiga y la Federación quienes deberán defender la decisión que tomaron», insistió el dirigente rojiblanco en los micrófonos de Movistar.
En la sala anterior al palco llegó el show de Laporta. Según adelantó Marca y pudo confirmar este periódico, el presidente del Barça se transformó cuando vio a Dani Olmo acercarse a él. Abrazó con euforia a su futbolista y, rodeado de multitud de dirigentes, comenzó a gritar al aire «¡Hijos de puta, hijos de puta!». Fue una situación que algunos testigos consultados por este periódico tildan de «violenta». Después de los insultos, el máximo mandatario culé comenzó a golpear varias sillas mientras los demás no daban crédito.
Pasados unos minutos, Laporta encontró la serenidad, ya con Rafael Louzán, nuevo presidente de la Federación, al lado. Se intercambió un detalle protocolario con Uriarte, siempre con Louzán en el medio, y caminó hacia su asiento en el palco. Desde allí observó la victoria del Barça mientras sus contrarios comenzaban a reflexionar sobre las razones de la cautelar, mirando directamente a esa «decisión política» que reclamaba el presidente rojiblanco.
Los intereses de la selección
A esta tesis, la de la injerencia política, podría aferrarse quien examine con algún detenimiento los razonamientos jurídicos del CSD. Porque el órgano gubernamental apeló al artículo 27 de la Ley del Deporte, según el cual los deportistas profesionales tienen derecho «a una carrera deportiva conforme a sus potencialidades y con todas las garantías y certidumbre». Sin embargo, pasa por alto el hecho de que el Barça haya burlado el control económico que el resto de clubes cumplen a rajatabla.
No conforme, el órgano presidido por José Manuel Rodríguez Uribes aprovecha la presencia del Barça en la Supercopa para argumentar que dejar fuera a Olmo y Víctor «causaría un perjuicio económico y deportivo grave para el club y, sobre todo, para los futbolistas». «Esto podría dañar también los intereses de la selección española, así como del resto de las competiciones nacionales, incluida LaLiga», añade.
De momento, la principal certeza para el Barça es que sus dos futbolistas podrán disputar la final del domingo en Yeda. Y la próxima jornada liguera, el próximo sábado 18 ante el Getafe en el Coliseum. Sin perder de vista el carácter provisional de esta cautelar, dado que en un plazo máximo de tres meses deberá resolverse definitivamente el recurso de alzada del Barça.
En cualquier caso, la decisión del CSD supone un duro golpe para Javier Tebas, presidente de LaLiga, que mostró su «absoluta disconformidad» con el CSD, al tiempo que no descartaba «plantear los recursos que procedan».
Casi en las antípodas de esta contundencia, la Federación Española no quiso entrar en más honduras. «Respetamos las decisiones de un órgano como el CSD, pero no podemos entrar en este tema. Cuando podamos conocer su escrito profundidad haremos una valoración», adelantó Rafael Louzán en Movistar, donde el flamante presidente reiteró que la RFEF había cumplido «escrupulosamente lo establecido».
La Philippe Chatrier se puso en pie como horas antes lo había hecho la grada de La Defénse Arena cuando apareció el nadador Leon Marchand. Rafa Nadal no es un héroe nacional francés, pero es un héroe de París, la ciudad de un amor esta vez correspondido. La central de Roland Garros, donde el español es capaz de moverse como en su habitación a oscuras, lo quiere en todos los idiomas, en el ¡Olé! como en el 'Allez!' El sitio donde tanto ha ganado descubrió que el Nadal olímpico es el mismo Nadal en espíritu, sufriente, aunque su cuerpo no le lleve donde lo hace su mente, y fiel a la victoria y a París con una pasión desmedida. Le aguarda Novak Djokovic en la segunda ronda, después de vencer al húngaro Marton Fucsovics por 1-6, 6-4, 4-6. Un regalo para estos Juegos, una final de Grand Slam bajo los aros.
La entrada en pista fue pletórica, con un Nadal poderoso y seguro que buscaba las líneas para mover a su oponente, desbordado y sin la convicción necesaria. Tenía más tenis el húngaro, 83 del mundo, y lo había a demostrar a partir del segundo set. Nadal ganó su servicio para abrir el partido y logró el 'break' en el segundo juego. Lo repitió en el sexto para colocarse 5-1, después de haber permitido a Fucsovics ganar únicamente uno. Un set en 31 minutos, con un 77% de primeros servicios, en el que se observó al Nadal que conoce la gente de la central, aunque el público en los Juegos no sea precisamente el mismo.
Un partido corto
Al mallorquín le convenía un duelo exprés, dado su estado físico, en duda hasta horas antes del debut, y sus reservas físicas, maltratado y gastado su cuerpo de 38 años. Finalmente, y después de probarse en la pista junto a Carlos Moyà y David Ferrer, y ante la mirada de su médico, tomó la decisión de jugar. El primer set le había permitido cumplir con la hoja de ruta que se habían marcado. Faltaba que Fucsovics pusiera en marcha la suya.
El húngaro subió el nivel de riesgo, la única opción que tenía, para igualar la eficacia de los golpes de Nadal. La bola le corría como al español, en especial en los golpes de derecha. Alternó el juego de fondo de pista con la movilidad y las dejadas que mortificaban a Nadal, para hacer correr todo lo posible a su oponente. De ese modo invirtió el arranque del primer set, al ganar su primer servicio y lograr un 'break' en el segundo. Hasta el 4-1 no reaccionó Nadal, capaz de jugar sus mejores puntos bajo presión, pero donde llegaba su mentalidad no lo hacían siempre sus piernas, con algunas dificultades de movilidad. Con un 4-1 abajó levantó un 15-40 y un 40-0 en contra para remontar hasta el 5-4, pero acabó por perder con su servicio al errar una dejada. Su porcentaje de primeros servicios bajó al 64%, mientras que había doblado sus errores no forzados, de seis a 12.
Un 'break' decisivo
El tercer set empezó, pues, desde el nuevo equilibrio del partido, consciente Nadal de que debía subir el umbral de su juego, regresar al principio. Tanto el español como el húngaro mantuvieron su servicio hasta que Nadal consiguió el 'break' decisivo en el quinto juego, después de superar en el cuarto un 40-0. Insistió el español en el revés de su rival, posiblemente el golpe más débil, y de ese modo evitar la fuerza de sus golpes de derecha. En el desenlace, menos exigido que en el segundo juego, impuso una competitividad única.
La central de Roland Garros, repleta, estalló, porque cada partido de Nadal es esperado como el de uno de los suyos, sea de forma individual o en el doble junto a Carlos Alcaraz, una pareja de tenis de Disney. La ceremonia de apertura lo demostró, al convocar al español en un lugar de privilegio, y Nadal exprime su físico ajado para que ese idilio no se acabe, para que el amor sea eterno. Lo será. En la victoria como en la derrota.