Y de nuevo vino la tormenta. Como en aquella carrera en Hungría. Quizás el paisaje era demasiado bonito para ser verdad o puede que las rencillas en McLaren no se hayan cerrado del todo. Pero lo que es cierto, es que Óscar Piastri ha dado en Monza otro golpe encima de la mesa de su compañero Lando Norris y que Charles Leclerc, con su Ferrari, lo ha aprovechado para animar la fiesta con una heroica victoria ante su afición realizando una estrategia brillante digna de una partida de ajedrez de Bobby Fischer.
El joven piloto australiano, que partía segundo, lo tenía claro desde la salida. No esperó ni un minuto. Agresivo y dominante sabía que era el momento de atacar y hábilmente, aprovechó para colarse, como una serpiente, por delante de su compañero y ponerse líder. También Leclerc aprovechó que el Mercedes de George Russell se salía por la escapatoria, y que el británico seguía en shock, para ganar posiciones y ponerse virtualmente segundo.
La carrera había cambiado por completo. Los nervios y la tensión de Norris se notaron en la vuelta 16 cuando, nada más entrar al box para hacerle un undercut a Leclerc, tuvo que bloquear ruedas para no chocarse con un bolardo. McLaren sacó los codos y Ferrari se intentó proteger dando entrada al monegasco. No sirvió para nada. "¿Para qué era eso?", exclamó el piloto de Ferrari al verse de nuevo por detrás de Norris al salir. Carlos Sainz, en su 30 cumpleaños, prefirió en cambio quedarse al margen y alargar su parada para evitar problemas y rascarle segundos a Max Verstappen.
No iba a ser un domingo fácil para el campeón. Era plenamente consciente desde la mala clasificación del pasado sábado y la apuesta de Red Bull por los neumáticos duros y dos paradas tampoco fue ser una solución efectiva para acercarse a su máximo rival. Fin de semana horrible para el neerlandés, que se tiene que conformar finalmente con un sexto puesto.
Pero toda la batalla estaba arriba. "Está permitido correr. Son las papaya rules", le decían a Norris por radio para animarle a atacar a su compañero. Mensaje captado. Pero la decisión, inesperada, por parte Ferrari de intentar aguantar a una parada con sus neumáticos duros al verse con un posible doblete en los cajones, obligó de repente a McLaren a hacer una auténtica machada. Tuvieron la decisión en su mano, pero era imposible aguantar.
Norris aceleró, Piastri necesitaba volar y Sainz protegió lo que pudo a su compañero para acabar al final cuarto. Leclerc tenía que resistir como fuese. Eran pocas vueltas, pero podían ser letales. Sudor, concentración, fuerza y bandera a cuadros. Lo consiguió. "En nuestra casa", exclamó emocionado al cruzar la línea de meta.
Aston Martin volvió a quedarse de brazos cruzados. Fernando Alonso luchó hasta el final para meterse en zona de puntos, pero Albon y Magnussen, sus principales competidores, fueron los que se llevaron el premio. "No saco nada positivo", apuntó después el asturiano. Tampoco Lance Stroll tuvo su mejor tarde, terminando en últimas posiciones.