Tenía razón Vinicius en irse directo al vestuario cuando Xabi Alonso le descabalgó del partido. Él empezó a ganarlo con su determinación en la primera parte y él debía rematarlo ante un Barcelona descosido. Como hoy ningún rival había conseguido descentrarle ni un poco, decidió hacerlo su entrenador. Ni eso le privó de estar en ese final tanganero, mourinhista, perfecto, donde estaba todo el madridismo en la melé, por fin un poco orgulloso frente al rival que alguien intentó alguna vez hacer pasar por socio.
Lamine Yamal se fue citando a los rivales fuera. Dentro, su impacto más relevante en el partido fue un penalti que no valió porque el VAR rescató de las profundidades de la realización audiovisual una toma insólita, la peor de todas las posibles. También el VAR nos descubrió que la gastroenteritis del Mundial de Clubes dejó fino a Mbappé, pero no del todo. Aún le resiste un reducto de grasa en el tobillo, suficiente para invalidar el gol que marcó a pase, parece que conjunto, de Fermín López y Arda. El que le dio Bellingham sí valió, en el preciso momento en el que el partido ya empezaba a encarrilarse por el camino del Clásico del año pasado, cuando el Madrid amaneció para ganar 4-0 y se acostó con 0-4.
El madridista quizá muera sin ver una goleada histórica al Barcelona aunque todo se ponga a favor, como este domingo. Tenía que ser el mimado Güler, por tanto, quien regalase el empate. El turco, cuando dentro de diez años siga jugando ahí y ya no cometa esos errores, se lo tendrá que agradecer quizá a Vinicius por esa agresividad imparable que acabó en un centro con la izquierda -¡por fin!- y chupagol de Jude.
El partido era suyo hasta que Xabi decidió que no lo fuera. El entrenador quedó atrapado en ese acojone gravitacional que imaginaba el empate en cada pase horizontal del Barcelona. Recordada con más calma la segunda parte, y salvando una contra chupona, en realidad no hubo mucha amenaza más. Vini, buen analista, había pinchado a Yamal durante el partido diciéndole que «sólo daba pases hacia atrás».
Tres grandes noticias para lo que vendrá: Federico Valverde es tan bueno como Hakimi, a Bellingham no se le ha olvidado jugar al fútbol y el Real Madrid tiene a un 7 que ya le ha dado dos Champions y por el que merece la pena empujar en la melé.