El ex ciclista escocés Chris Hoy, leyenda del olimpismo en el Reino Unido, ha confesado en una entrevista que sufre un cáncer terminal y que los especialistas le han dado de dos a cuatro años de vida. “Tengo cáncer terminal pero aun así me siento afortunado”, asegura en una entrevista con el dominical The Sunday Times que ha conmocionado al país.
El propio primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, reaccionó a la noticia a través de un mensaje en la red social X en la que calificó a Hoy de “leyenda deportiva británica”. “Qué noticia tan triste (…) Afrontar ese diagnóstico con semejante positivismo es inspirador. El país entero está detrás de él y de su familia”, escribió Starmer.
El pasado septiembre, Hoy acudió al especialista por unas molestias en el hombro, que resultaron ser un tumor, aunque posteriormente conoció que se trataba de la metástasis extendida por el cuerpo que le había producido un cáncer en la próstata.
En febrero hizo público que sufría cáncer, si bien entonces no reveló que se trataba de una dolencia terminal y se limitó a decir que el tratamiento con quimioterapia estaba funcionando bien.
Ganador de seis medallas de oro olímpicas en los Juegos de 2004, 2008 y 2012, Hoy es el segundo deportista más laureado del olimpismo británico, solo tras el también ciclista Jason Kenny, y una de las personalidades deportivas más queridas en el Reino Unido.
“La mayor parte de mi batalla con el cáncer no ha sido física, ha sido en mi cabeza”, dice en la entrevista.
El ex ciclista publica ahora sus memorias, bajo el título ‘All that matters: My toughest race yet‘ (‘Todo lo que importa: Mi carrera más dura hasta ahora’), en las que también revela que su esposa, Sarra, sufrió recientemente un diagnóstico de esclerosis múltiple.
Gracias a la ayuda psicológica que ha recibido, pone de relieve que ha conseguido asumir mejor su enfermedad terminal y ahora pretende ayudar con su libro a quienes atraviesan el mismo trance.
“Con el corazón en la mano, estoy bastante positivo la mayor parte del tiempo y siento una felicidad genuina. Esto es más grande que los Juegos Olímpicos, es más grande que cualquier cosa. Va sobre apreciar la vida y encontrar la alegría“, dice el atleta, que no ha dejado de salir en bicicleta casi ningún día desde que recibió el diagnóstico.
Se trataba de matar o morir. O, en el caso del Atlético, de resistir para no morir. Se trataba de no descolgarse más en un sorteo que permite fallos, pero no rendiciones. Dos derrotas consecutivas son muchas, tres, una catástrofe. No andaba mucho mejor el PSG, pero las trayectorias en liga condenan a uno y exculpan a otro. Con el Atlético mirando a la cabeza con telescopio y el PSG a sus perseguidores por el retrovisor. Al final fue Correa el que incendió París. Con un regate que paró el tiempo y tiró a Vitinha y mete al Atlético, de nuevo, en la lucha por la clasificación. [Narración y estadísticas, 1-2]
Salió Simeone con lo más veloz que tenía en el terreno de juego. No era mucho y no se ubicaba precisamente en la línea defensiva que, sin Le Normand, ha sufrido un colapso preocupante. Al contrario que en liga, el PSG comenzó castigando por la banda izquierda rojiblanca, con Galán siendo acosado por Dembélé y Achraf. Un disparo del último casi se convierte en el primero del partido. Poco después probó también Asensio tras una descarga del extremo francés. El Atlético esperaba agazapado los primeros minutos sin poder (o querer) salir de su campo.
Se daba por hecho que los colchoneros sufrirían en carrera contra las gacelas parisinas de arriba, lo que no se esperaba, ni el Cholo quería, era que sus defensas regalaran balones a los rivales. Lo hizo Lenglet, en un intento de regate absurdo en la frontal de su área que le mangó Dembélé. El extremo cedió a Zaïre- Emery que la picó con maestría ante la salida de Oblak, vendido.
Uno nunca sabe el efecto que causan los goles en los rivales. Afortunadamente, el tanto sacó al Atlético de la inopia y se lanzó a por el empate, que logró poco después. Fue una buena apertura de De Paul, el denostado por la parroquia rojiblanca, para un disparo de Giuliano que rechazó Donnarumma. El balón lo recogió Molina, que la empaló con la izquierda al fondo de la red. Tuvo suspense el empate, porque hubo revisión de VAR por una mano inexistente.
Molina celebra su tanto en París.ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP
La desgracia es que, de nuevo, el tanto volvió a generar otro giro de guion y se volvió al encierro rojiblanco en su campo y al acoso francés con Dembélé como gran percutor. Estaban cómodos ambos equipos con el papel que les habían otorgado sus técnicos. Quizás los rojiblancos hubieran deseado tirar alguna contra con más profundidad, pero los mediocentros del PSG, muy atentos, cerraban todos los pases interiores.
Es Vitinha uno de esos jugones que hacen poco ruido, pero que son capitales en los equipos. El reciente Balón de Oro español es otro. Y si no que se lo pregunten a Guardiola que lleva tres derrotas en los últimos tres duelos sin Rodri. Koke hacía esa labor oscura en el Atlético, pero al haber perdido velocidad, estos partidos de ida y vuelta son más para el Bulldog Gallagher. Se fajó el inglés en todos los sectores del campo, aunque brilló más en el propio.
Salió el Atlético algo más valiente en la segunda parte, pero un nuevo error de Lenglet en la salida de balón casi le cuesta ir perdiendo en el marcador a los cinco minutos de la reanudación. Afortunadamente, no estaba siendo el día de los delanteros franceses. Si bien Dembélé exhibía sus habilidades al regate, no se mostraba efectivo en el remate. Barcolá, por su parte, perdonó un disparo desde el punto de penalti tras una gran jugada personal a lo que contribuyó la buena colocación de Oblak.
Lo que pasa es que el mensaje que se le transmitió al equipo a los 10 minutos del segundo tiempo no fue el de ir al ataque. Quiso proteger el Cholo a los suyos y dar descanso a un Javi Galán que estaba siendo muy castigado por su costado, y a De Paul, capaz de lo mejor en fase ofensiva, pero más díscolo en la defensiva. También salió Riquelme para ayudar a Molina contra un Barcolá, que estaba empezando a inspirarse.
Milagro final
No acusaron el recibo los rojiblancos, que siguieron estirándose cada vez que tenían ocasión, pero eso dejaba también más espacios atrás para los uno contra uno de los habilidosos extremos parisinos. Pero fue en un córner donde el PSG perdonó el segundo. Se olvidó la defensa atlética de Marquinhos, el principal y casi único rematador en las filas del conjunto de Luis Enrique. Un tñecnico que los últimos 20 minutos sacó toda su artillería para intentar alejarse de la zona de peligro europea.
Necesitó el Atlético la santidad de Oblak para soportar el último arreón francés. El esloveno sacó dos manos a mano a Achraf. Hasta el estallido de Correa. La rebelión del delantero humilde. Echaba en falta la efectividad el PSG de un tal Kylian Mbappé. Generan mucho los parisinos, hasta 20 disparos, pero no transforman las que tienen. Así que entre los que no quieren y los que no pueden... la casa sin barrer.
No hubo atracón de récords en la segunda jornada del Campeonato del Mundo de Natación en Piscina Corta, como ocurrió en la primera. Pero las plusmarcas universales no faltaron a la cita, unidas a una legión de topes de área, nacionales y del Campeonato. El prodigio suizo Nöe Ponti dejó establecido el de 50 mariposa en 21.32. Es la cuarta vez que el suizo bate este año el récord del mundo. Las dos primeras en las escalas de la Copa del Mundo de Shanghai y Singapur. Las otras dos en el mismo Budapest.
Se quedó al mismísimo borde del récord Tang Qianting en las semifinales de los 100 braza. Sus 1:02.37 rozaron los 1:02.36 de Alia Atkinson. El récord está maduro para la china. También en unas semifinales, las de 100 libre, Gretchen Walsh realizó la segunda mejor marca de la historia: 50.49, no muy lejos de los 50.25 de Cate Campbell. Unos minutos después, ganaba los 50 mariposa con 24.01. Se acercó a su propio tope (23.94), establecido en la primera jornada.
Regan Smith abrió la sesión imponiéndose en los 100 espalda con 54.55, sin amenazar su primado mundial (54.27). Carmen Weiler, esta vez sin récord de España, fue séptima (56.39). Sí lo batió Carles Coll (56.67) en las semifinales de los 100 braza (y el de los 50, en su paso hacia los 100). Ya lo había roto (57.07) en las series matinales. Pero esos 56.67 no le dieron para entrar en la final. Está, sin embargo, en gran forma y aún le quedan balas en la recámara.
También por la mañana había contribuido, en unión de Weiler, María Daza y Mario Mollá a plasmar un nuevo récord español (1:39.11) en los relevos mixtos 4x50 estilos, que se llevaría Rusia en la final de la tarde.
Sin uniforme, bandera e himno
Fue un buen día, sí, para Rusia, que, sancionada, no es tal, sino el equipo de Atletas Neutrales B (el A son los bielorrusos). Deportistas autorizados a competir porque han probado no estar a favor de la guerra en Ucrania y no pertenecen a ninguno de los numerosos clubes dependientes del Ejército. Al triunfo en los relevos se unió el de Miron Lifintsev, el fenómeno que viene, 18 años de pura clase. Se impuso en los 100 espalda con 48.76, la cuarta mejor marca de todos los tiempos y récord mundial júnior, arrebatado a su compatriota Kliment Kolesnikov.
Los rusos indultados no tienen derecho a uniforme, bandera e himno propios. Tampoco pueden ser entrevistados ni hacer declaraciones. Discurren por la piscina poco menos que como sombras. Sus medallas son tangibles e imperecederas, pero parecen de humo.
Barça y Atleti afrontan en ventaja la vuelta de cuartos de final y, de pasar, se enfrentarían en semifinales. Hay un escenario creíble en el que uno de los dos se planta en una final de Champions donde, salvo que la juegue el dichoso Real Madrid, todo puede suceder.
Simultáneamente, ambos deambulan por temporadas mediocres. El Barça se aferra a un clavo ardiendo en la Liga con un entrenador dimitido en diferido desde enero y serias posibilidades d
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