Diez minutos fueron suficientes para que la Real Sociedad engordara su ego a costa del Valencia con algo más que la victoria y los tres puntos. Se curó de sus dudas en un duelo donde, liderados por Sergio Gómez, supieron hurgar en los agujeros de un rival que se vuelve lacrimógeno cuando se aleja de Mestalla. Si los donostiarras no ganaban desde mayo, justo en la visita valencianista, no tuvieron demasiadas dificultades para endosarle una goleada que daña la imagen y el amor propio. [Narración y estadísticas]
Si el plan del Valencia pasaba por jugar con su ansiedad no le pudo salir peor. No espabila. En el minuto 8, Kubo le sacudió a su equipo las dudas en una jugada que desnudó por completo a su rival en tres movimientos: un cambio de juego de Zubimendi para encontrar en la banda izquierda a Barrene, la escapada de Sergio Gómez hasta la línea de fondo a servir una pelota y la visión de Oyarzabal dejando pasar el centro tenso porque aparecía el japonés a la carrera al segundo palo. Habían hurgado en todos los agujeros que les había mostrado el Valencia. “Me irrita porque esto sabíamos que podía pasar y lo entrenamos bastante”, confesó Baraja.
Respiraba el Reale y cogía vuelo una Real que sólo había marcado un gol en las primeras partes desde el arranque de temporada. Hacerse dueña del partido no le costó nada. Manejaba la pelota y se estiraba a placer mientras el Valencia apenas podía perseguir sombras. Había optado Baraja por dejar en el banquillo al jugador que más equilibrio le había dado en las últimas jornadas, el argentino Enzo Barrenechea, y por devolverle los galones en ataque a Hugo Duro tras la lesión, pero lo único que consiguió fue que acumulara kilómetros en las piernas sin apenas oler la pelota.
Aun así, Remiro evitó el empate en el minuto 25 atajando un cabezazo picado de Mosquera en un saque de esquina. Fue el único peligro en el área txuri-urdin para enfado valencianista, que vuelve a diluirse cuando se aleja del calor de Mestalla.
El duelo iba madurando y Barrene pudo abrir más hueco si no hubiera cruzado en exceso el disparo que le fabricó Kubo, especialmente activo y obligando tanto a Jesús Vázquez que acabó lesionado. Mientras el Valencia necesitaba ir al vestuario a recomponerse, Aguerd estrenó un balón en el travesaño en un remate acrobático tras un libre directo que cogió por sorpresa a toda la zaga valenciana. Otro error no forzado.
Al inicio de la segunda mitad dieron los valencianistas un paso al frente porque, pese a las sensaciones, el marcador era corto. Por eso probó Pepelu con un disparo lejano que salvó Remiro y también Luis Rioja, muy activo pero poco acertado. Empujaban y Tárrega tuvo el empate cuando se encontró rematando casi sin querer un saque de esquina.
Por si crecía el Valencia, Imanol buscó pólvora con Brais Méndez y el islandés Óskarsson. No pudo elegir mejor. Primero probó Aguerd con un chut lejano que atajó Mamardashvili y ya se percibía que la Real crecía de nuevo mientras Baraja trataba de apuntalar el centro del campo renovando la sala de máquinas. No le pudo salir peor. Sergio Gómez le cogió la espalda a un blando Thierry, encontró a Brais para la carrera y el gallego le regaló el mano a mano su compañero islandés. La respuesta de fue un disparo tímido de Sergi Canós.
El golpe hundió al conjunto valenciano, incapaz de sobreponerse a sus propios errores, despojado de alma y de espíritu y predispuesto a sufrir el tercero cuando, otra recuperación de Sergio Gómez a la contra acabó con un doblete de Óskarsson para hundir a Baraja al fondo de la clasificación.