El primer oro de España llega volando, volando sobre las aguas en una embarcación reducida al mínimo para permitir la coreografía de dos hombres. Son Diego Botín y Florian Trittel, que no sólo están coordinados al centímetro en sus movimientos de este evolucionado 49er, también son complementarias sus personalidades. Diego, meticuloso y calculador; ‘Flo’, espontáneo. Sólo perdieron el equilibrio con el abrazo de la gloria que los llevó al agua. Los tripulantes españoles podrían haber realizado un ejercicio de cálculo, pero, al contrario, salieron a demostrar por qué merecen este oro, por qué son los más rápidos, por qué son los mejores del mundo y por qué, finalmente, son campeones olímpicos.
Lo españoles no necesitaban ganar la ‘medal race’, donde la puntuación es doble, dado el margen con el que llegaron, pero su victoria fue incontestable. Este primer oro para España en París llega en su deporte con mayor cosecha en la historia de los Juegos, 22 medallas, 14 del metal que más brilla, como el que alumbra, hoy, los rostros sonrientes de Botín y Trittel.
“Para nosotros no había otro cabía otro resultado que no fuera el oro”, proclamaba ‘Flo’. ·La clave ha sido mantenernos firmes hasta el último día, manejar esa presión”, añadía el catalán. “Es una sensación indescriptible, después de una semana muy dura, debido a las condiciones meteorológicas”, añadía Botín, para el que el oro es una “alegría indescriptible”.
De popa y en ceñida
La salida de Botín y Trittel fue fulgurante, decidida y directa. Cualquiera de las tres primeras plazas les garantizaba el oro, con 68 puntos y un margen de cinco puntos sobre la embarcación irlandesa y 12 sobre los neozelandeses, terceros. Hasta la primera boya llegaron primeros para realizar un giro limpio, sin riesgos, dada su ventaja. Es importante evitar el tráfico en ese punto. Volaban, literalmente. De popa, con viento a favor, como en ceñida, con viento en contra, fueron incontestables y consiguieron ampliar aún más su ventaja sobre la pareja de Nueva Zelanda.
Jamás volvieron ya a perder la ventaja en las siguientes dos para dirigirse a la meta, a la que llegaron en solitario, por delante de holandeses y neozelandeses. En el podio les siguieron los terceros y los norteamericanos. La pareja española acabó con 70 puntos, por 82 y 88 del resto de medallistas. En la vela los puntos se invierten y se descuenta la peor de las regatas de cada pareja.
A la ‘medal race’ llegaron Botín y Trittel como líderes, pero después de dos días irregulares para los españoles, los peores. El miércoles, en la última jornada de regatas, hicieron su peor serie (decimoquintos, duodécimos y sextos), y el jueves, cuando debía disputarse la ‘medal race’, dos interrupciones, la primera cuando iban líderes, por la falta de viento devolvieron a los regatistas al hotel. Un mal asunto para la concentración. Las dudas las despejaron nada más darse la salida.
El final de las frustraciones
Botín, cántabro, y Trittel, catalán, ambos de 30 años, se encontraron después de Tokio, frustrante para los dos por separado, y de ese modo formar la pareja perfecta sobre una embarcación, perfecta y veloz. “¡Esto vuela!”, decía ‘Flo’, como llaman a Trittel en el entorno de la vela, cuando empezaron a entrenarse a bordo del ‘Skiff’, que es el nombre técnico del barco. Cada cuatro años se decide cuál será, con las evoluciones pertinentes, y se dan las instrucciones al mismo fabricante. ‘Flo’ había practicado Kitesurf, por lo que estaba acostumbrado a volar sobre las aguas. El hecho de que no llegara a ser olímpico le hizo optar por la clase Nacra 17, en la que formó pareja con Tara Pacheco en Tokio. Hubieron de conformarse con el diploma, sextos. ‘Flo’ quería más.
Más cruel fue el desenlace en los pasados Juegos para Botín, asentado ya en la clase 49er. Junto a Iago López alcanzaron la ‘medal race’, pero una mala salida les condenó. Acabaron empatados a puntos con la pareja alemana, pero en el cuarto puesto. El rostro entonces fue el de la desolación. Muy distinto al que mostraba en Marsella. “Llevamos muchos años preparándonos y hemos fallado muchas, pero sin esos fallos y experiencias no estaríamos aquí, celebrando este oro”, se sinceró el cántabro.
Esas frustraciones les llevaron, pues, a encontrarse para formar una de las mejores parejas del mundo de la vela. En realidad, no son dos, sino tres, porque Álvaro del Arco es mucho más que un entrenador. Ya trabajó con ‘Flo’ en la clase Nacra 17. Entre todos han conseguido crear una atmósfera que atempera la presión, por lo que es habitual verlos gastar bromas poco antes de la competición.
Desde que ambos decidieron competir juntos, los resultados fueron inminentes. Campeones de Europa en 2022, un año después de Tokio, lograron la plata mundial ese año y el bronce en 2023 y 2024. Botín y ‘Flo’ no se han dedicado únicamente al 49er. Ambos se han integrado en las tripulaciones de SailGP, a bordo de los catamaranes voladores. Con Botín como patrón, el equipo español fue campeón absoluto del Circuito Mundial SailGP, al imponerse en aguas de San Francisco en la Gran Final, el 14 de julio, menos de dos semanas antes del inicio de los Juegos. Lo suyo es volar sobre las aguas, camino del primer oro para España, a la que nunca falla la vela.