Un Real Madrid pobre y con cerrojo italiano no mereció ganar ante la Real Sociedad. Pero otra vez encontró un tesoro, lo enterró en su propia área hasta la extenuación y logró tres puntos más que dudosos.
Ancelotti seguro que se protege por haber salido con un equipo suplente, pero no tiene salvación y es lamentable haber jugado con tres jugadores menos el mayor tiempo del encuentro. En mi opinión fue absolutamente grotesco.
Los tres ex-futbolistas
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
El caballo cartujano debe su nombre a los monjes cartujos que, a finales del siglo XV, criaron la yeguada original de la estirpe en los alrededores de Jerez de la Frontera. Apreciados en todo el mundo por su belleza, la sangre cartujana es, además, codiciada por quienes buscan el cruce ideal para los ejemplares de doma clásica, en la que caballos de hasta 500 kilos dan pasos de ballet. La preparación física, con ejercicios monitorizados, con y sin montura, y una alimentación ad hoc, que incluye suplementos especiales, hacen posible, junto a la docilidad de la raza, que puedan soportar los entrenamientos necesarios, pero esos pasos están en la sangre. Lo mismo le ocurría a Isco Alarcón, dueño de los pasos del duende sobre la hierba, aunque, menos dócil y disciplinado que un caballo cartujano, estuviera desconectado del fútbol de élite desde su errático final en el Madrid, a la espera de encontrar montura en el tiovivo del fútbol.
Isco necesitaba entrenamiento, comprensión y hábitat. Lo primero exigía un cambio en su cabeza, no sólo en su cuerpo. Para lo segundo necesitaba a quien mejor lo ha entendido en un campo de fútbol, que ha sido Manuel Pellegrini. Lo tercero no tiene explicación, era duende por duende. El Betis es una forma muy particular de entender Sevilla, la gran Sevilla de los supervivientes que rompe su geografía, de los artistas y los antihéroes, y en la que el relato importa más que la victoria, al contrario que su, hoy, maltrecho vecino. Isco no se encontró en el Sevilla porque necesitaba a Pellegrini y necesitaba el relato verdiblanco, contado al oído por Joaquín. El tiovivo que jamás se detiene lo devuelve a la selección, y no como un caballo de cartón piedra.
RAÚL ARIAS
Cuando el Madrid ganó la Champions en París, en 2022, la UEFA no inscribió a Isco entre los campeones. La razón es que no había jugado un solo minuto en toda la competición. Había pasado prácticamente un decenio de blanco, de más a menos, siempre irregular. En su primera temporada, que era también la primerísima de Carlo Ancelotti, acabó por ganar la Décima con un importante protagonismo en la crecida del Madrid en la segunda parte de la final de Lisboa, además de la Copa. La comparación entre esas dos Champions blancas era, pues, insoportable, después de años de grandes apariciones y largos desencuentros en un equipo en el que siempre se encontraba a contraestilo, como si fuera el último mohicano de la era de la posesión en la tierra del vértigo y la verticalidad. El carácter, a menudo indolente, tampoco le conectaba con la idiosincrasia racial del Bernabéu. Si quedaba algún refugio, era la selección, pero se acabó de desmoronar con el partido que llevó la posesión al absurdo, en el Mundial de Rusia ante los locales. Isco fue titular.
A los 30 años, se imponía, pues, un cambio, pero debía ser en dos direcciones, hacia afuera y hacia dentro. Un equipo nuevo, pero también un Isco nuevo, más sacrificado consigo mismo. Convencido, el jugador contactó con Rodrigo Carretero. Diseñaron un programa específico, con dobles sesiones, y un plan de alimentación a la medida, con la suplementación necesaria. «Nos encontramos a un futbolista que había perdido la dinámica y la motivación en el Madrid. Cuando llegó al Sevilla, estaba ya al 100%, en mi opinión, pero meses después, cuando fichó por el Betis, su estado de forma era del 110%», explica Carretero. El torso era distinto al de sus peores épocas en el Madrid.
El Sevilla fue su elección, nada más dejar el Bernabéu, pero en diciembre rompió su contrato. No era lo que buscaba. Surgió la oferta del Unión Berlín, pero antes de aceptarla, Isco pidió a Pedro Bravo, su agente, que llamara al Betis. La razón era que allí se encontraba Pellegrini, el entrenador que mejor partido había sacado del de Arroyo de la Miel. Había sido precisamente en su tierra, en un Málaga que llegó a soñar con la Champions, detenido en cuartos por el emergente Borussia Dortmund de Jürgen Klopp, y donde también había coincidido con Joaquín, que le explicó todo lo que se podía saber sobre su Betis, al que había regresado para decir adiós.
El buen criterio de Ramon Planes
El whatsapp de Pedro Bravo sorprendió a Ramón Planes, entonces director deportivo verdiblanco, cuando el Betis se encontraba en la pretemporada, en Inglaterra. Sorprendido, Planes llamó al representante y le dijo: «Déjame que hable con Manuel [Pellegrini] y, si lo ve, hablaré con el jugador». El entrenador dio luz verde a la prospección. «Hablamos con Isco ambos por separado, Manuel y yo, y los dos coincidimos en probarlo. Charlamos sobre fútbol, sobre sus propósitos y su ilusión. En el consejo de administración había dudas, pero aceptaron nuestro criterio y el fichaje se cerró en menos de dos días, creo que es el más rápido que he visto», añade Planes, en la actualidad a los mandos de la dirección deportiva del Al-Ittihad de Benzema.
Cucurella e Isco, en Las Rozas.RFEF/Ángel MartínezEFE
«De su técnica no teníamos dudas, porque era un futbolista contrastado, pero lo que nos sorprendió mucho fue su capacidad de liderazgo, algo que no esperábamos», concluye Planes. En su segunda temporada en el Betis, ya sin Joaquín, Isco ha ejercido con madurez y con el brazalete de capitán, algo que, según ha confesado, le ha hecho sentir responsabilidades desconocidas, del mismo modo que la consolidada estabilidad familiar, casado finalmente con la actriz Sara Sálamo, junto a la que tiene dos hijos, más uno de una relación anterior.
«Sólo había sido capitán por ausencia de otros en el Madrid o en la selección», confiesa Isco, a sus 33 años. A esa selección regresó, ayer, tras caer en la final de la Conference contra el Chelsea de Cucurella, que le recibió en Las Rozas con un abrazo y una frase: «Ahora me toca disfrutarte». A todos.
La calma tensa de los pasillos de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas se traslada estos días a Arabia Saudí, sede de la siempre polémica Supercopa de España. Las vacaciones de Navidad han relajado las conversaciones sobre el futuro a corto plazo de la Federación Española de Fútbol y de la causa penal sobre su nuevo presidente, Rafael Louzán, pero la vuelta del balón nacional a tierras árabes pone otra vez en el foco el famoso contrato de Luis Rubia
Hazte Premium desde 1€ el primer mes
Aprovecha esta oferta por tiempo limitado y accede a todo el contenido web
Este viernes, Carlo Ancelotti se sentará en la sala de prensa de Valdebebas observando una nueva batalla en la pelea por la Liga. Así, sin anestesia ni tiempo para reflexionar el derbi de la Champions. Mientras el país debate sobre los dos toques de Julián Álvarez en la tanda del Metropolitano, el Madrid atisba el último duelo antes del parón de selecciones. Uno que puede ser clave.
Los blancos aterrizarán en La Cerámica 72 horas después del encuentro contra el Atlético y 24 horas antes de que los rojiblancos se midan al Barcelona. Dos partidos que dictarán sentencia por la Liga antes de los compromisos internacionales. Madrid y Barça llegan empatados al fin de semana (57 puntos) y el Atlético les hace sombra con un punto menos. Por delante, dos semanas de calma tensa y de preocupación por el estado de la enfermería y de los futbolistas que viajan con sus respectivas selecciones.
En Valdebebas el parte de la guerra del derbi da dolor de cabeza. Con Militao y Carvajal fuera para el resto de la temporada y Dani Ceballos de baja por una lesión muscular hasta el mes de abril, el partido del miércoles dejó una nueva víctima: Ferland Mendy estará un mes ausente por problemas en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Un contratiempo severo para Ancelotti, que deberá apostar por Fran García o retrasar la posición de Camavinga. El francés, eso sí, es uno de los tocados. No hay caído en combate, pero sufre dolores constantes en la espalda que solo se resolverían con un reposo que ahora mismo el Madrid no se puede permitir.
Por si fuera poco, Camavinga ha sido convocado por Deschamps para los cuartos de final de la Liga de Naciones junto a Tchouaméni y Mbappé, que disputó los 120 minutos en el Metropolitano a pesar de llegar entre algodones al derbi. Sufrió un golpe en el tobillo contra el Rayo y no se entrenó en la previa del partido, pero terminó completando el encuentro. El Madrid nunca ha intermediado en las decisiones de Deschamps, pero esperará que la eliminatoria contra Croacia no esté demasiado igualada y sus jugadores puedan descansar. Los tres parecen tener un puesto en el once titular contra el Villarreal.
En la otra parte está Luka Modric, llamado de nuevo por su país. El croata lleva tres titularidades en los últimos cuatro partidos y en Valdebebas esperan que dispute los dos encuentros enteros contra los galos. Según las alineaciones de las últimas semanas, debería descansar en La Cerámica.
Al otro lado del charco, Bielsa llamará a un Valverde que lleva demasiados días al límite físico, obligando a Ancelotti a dosificarle en Liga y a infiltrarle en los duelos importantes. Contra el Atlético terminó con muchas molestias en el muslo izquierdo y es una de las grandes preocupaciones del parón.
Junto al uruguayo, el Madrid estará pendiente de los brasileños. Vinicius no pudo acabar el derbi por molestias musculares y podría rotar en Villarreal, dejando el lado izquierdo para Rodrygo.