La peor de las noticias para el mundo del atletismo se ha confirmado. La campeona olímpica y plusmarquista mundial de triple salto ha anunciado a través de un comunicado en sus redes sociales que, debido a una rotura del tendón de Aquiles, no podrá asistir a los Juegos Olímpicos de París.
Según ha explicado la propia atleta, ha sido durante un salto en un entrenamiento cuando sintió “un dolor intenso” que ha terminado siendo una rotura en el tendón izquierdo. “Mi corazón está roto y también quiero disculparme por no poder representarlos en los Juegos“, ha escrito Rojas dirigiéndose a todos los venezolanos.
Operada el pasado jueves en la clínica CEMTRO de Madrid, la atleta ha admitido que han sido “horas muy complejas en las que me he cuestionado y analizado el porqué ha sucedido esto”.
Además, también ha querido enviar un mensaje a toda la delegación que acudirá a París para representar al deporte de su país: “Le deseo mucho éxito a la delegación venezolana en París 2024, desde ya estoy muy orgullosa de ustedes“.
Yulimar Rojas, que no competía desde que logró su séptimo campeonato mundial el mes de septiembre, no podrá defender la medalla de oro conseguida en Tokio, una idea que, dice, la “entusiasmaba enormemente”. “Hoy me toca parar, recuperarme y volver con mucha fuerza para continuar volando juntos”, ha añadido.
Los Juegos de París iban a ser la competición en la que la vigente campeona aspiraba a poder participar en salto largo, una competición en la que también quería conseguir medalla. “Soy una mujer de retos, para mí doblar en esta competición es un sueño que espero poder hacer realidad”, señaló después de participar en los Centroamericanos.
Desde las 7.30 de la mañana en los alrededores de la Torre Eiffel hasta las 22:30 aproximadamente en Roland Garros, un supermiércoles olímpico para no levantarse del sofá. Un frenético cóctel de deportes, por tierra, mar y aire, en el que España podría conseguir de cuatro a seis medallas (a falta de cuatro jornadas, igualaría ya las logradas en Río y Tokio) y meterse en varias semifinales por equipos. Tomen nota.
MARCHA
En el Trocadero, bien temprano, dos parejas españolas para seguir ampliando la leyenda de la marcha atlética española. Se trata del novedoso relevo mixto en el que recorrerán la distancia de un maratón (42,195 kilómetros), en cuatro postas. Álvaro Martín y María Pérez, bicampeones del mundo en Budapest y medallistas olímpicos la semana pasada (bronce él, plata ella) en los 20 kilómetros, son claros favoritos. Miguel Ángel López y Cristina Montesinos (décima la catalana) también tienen mucho que decir.
TAEKWONDO
No muy lejos de allí, en el Grand Palais, desde por la mañana -con suerte, hasta las 21.19 de la final femenina y las 21:37 de la masculina-, dos madrileños, Adriana Cerezo (-49 kg, plata en Tokio) y Adrián Vicente (-58), pelearán en una especialidad también siempre propicia. Ella arranca en octavos contra la uruguaya Grippoli (11.11 h.); él, bronce mundial, contra un rival que llegará desde una ronda anterior (11:24).
EQUIPOS
Con el fútbol masculino en la final olímpica, el femenino buscando este martes el mismo lugar y la estupenda plata de las chicas del baloncesto 3x3, los equipos tienen por delante un miércoles decisivo. Por orden, seis citas de cuartos de final. A las 9:30 h., en Lille, el balonmano masculino se enfrenta a Egipto, rival al que ya derrotó hace tres años en los Juegos de Tokio por el bronce. Ya a mediodía (14:00 h.), los chicos de waterpolo se las verán con Croacia. Y, media hora más tarde, en la reedición de la pasada final del Eurobasket, las chicas de Miguel Méndez ante Bélgica en el Bercy Arena. Un poco después (17:00 h.) será el turno del voley playa: ellas, Daniela Álvarez y Tania Moreno, contra la pareja canadiense. Y ellos, ya a las 21:00 h., los legendarios Pablo Herrera y Adrián Gavira, ante los noruegos.
España, el lunes, durante la rutina técnica en Saint-Denis.EFE
NATACIÓN ARTÍSTICA
España se encuentra otra vez entre las favoritas, el sitio que le corresponde por tradición y palmarés. Después del escándalo que desmanteló al mejor equipo español de natación sincronizada de la historia, con Anna Tarrés al frente, hubo dos ediciones de vacío -los Juegos de Río 2016 y los Juegos de Tokio 2020-, pero ya está de vuelta. Con Mayuko Fujiki al frente, un nuevo grupo de nadadoras y otra filosofía de entrenamiento, España vuelve a estar en disposición de colgarse una medalla. Será en la rutina acrobática, a partir de las 19.30 horas, y con un riesgo alto. Con la China de la propia Tarrés como favorita al oro, las medallas se tendrán que discutir con Japón y Estados Unidos, que presentarán ejercicios con menor puntuación de dificultad, pero más seguros.
VELA
La clase 470 mixto, con Nora Brugman y Jordi Xammar, afronta la Medal Race hoy en la bahía de Marsella a partir de las 15:43 horas en inmejorable posición. Ayer sólo pudieron disputar dos de las tres últimas regatas previstas en la última jornada de la serie clasificatoria y siguen segundos en una general muy igualada. Son los números uno del ranking internacional y vigentes campeones de mundo. Ayer firmaron un tercero y un sexto puesto antes de que se quedaran sin viento. Fuera de las medallas quedaron ayer Tara Pacheco y Andrés Barrio en el Nacra 17. La pareja mixta, demasiado irregular durante las tres regatas del martes, se quedó a cuatro puntos de la Medal Race.
Ghadfa festeja su victoria de cuartos ante Chaloyan.AFP
BOXEO Y...
El último en entrar en acción será el marbellí Ayoub Ghadfa, quien, con su medalla asegurada, buscará silenciar Roland Garros a las 22:18 h. ante el local Djamili Aboudou y colarse en toda una final olímpica de los pesos pesados. No hay que perder ojo tampoco a Leslie Romero, con plaza y sueños en la final olímpica de escalada. Daniel Arce estará en la finalísima de los 3.000 obstáculos en el Stade France. Y, sin medallas en juego todavía, comienza el golf femenino (Carlota Ciganda y Azahara Muñoz) y se disputan varias eliminatorias de piragüismo.
El sábado (8.00 h.), en la salida del maratón de los Juegos desde el Hotel de Ville, junto a Kipchoge o Bekele habrá un joven de Aluche que soñaba con ser piloto de Fórmula 1. A sus 29 años, Yago Rojo (junto a Tariku Novales e Ibrahim Chakir) debutará en unos Juegos en el espectacular circuito parisino, un recorrido que es un escaparate (la Ópera de París, la plaza Vendôme, el Jardín de las Tullerías, las Pirámides del Louvre, la Plaza de la Concordia, el Grand Palais, los Jardines del Trocadero, el Palacio de Versalles y la Torre Eiffel antes de la meta en 'Los Inválidos'), pero que también es una trampa, con rampas por encima del 13% de desnivel. El "premio a toda una vida dedicada al atletismo" para un chaval al que su padre le dijo que "era un paquete jugando al fútbol". Y entonces...
"Pues me apunté a una carrera en el instituto y quedé segundo", cuenta a EL MUNDO el madrileño, que comparte entrenamientos maratonianos con su novia, Laura Luengo (con mínima, se quedó a las puertas de compartir el sueño olímpico), en el grupo que dirigen Luismi Martín Berlanas y Juan del Campo, y que en el pasado Europeo del Roma finalizó 17º en el medio maratón.
Para saber más
¿Cómo se imagina mañana en la salida?
Va a ser algo mágico. Desde que lo supe hace unos meses llevo levantándome con una ilusión que no he tenido en mi vida. He disfrutado mucho del camino. Todo ha girado en cuanto a los Juegos. Es normal, es la competición más importante y lo entiendo.
Tiene 29 años, relativamente joven para la distancia. ¿Cuándo uno es consciente de que puede estar en unos Juegos?
Nunca había pensando estar en unos Juegos. Yo hacía 1.500, luego 10.000, una prueba en la que es muy difícil estar en los Juegos. Cuando debuté en maratón con el 2:09, era la mínima para Tokio pero no fui porque cuatro compañeros corrieron más rápido que yo. Ahí pensé, a lo mejor tengo alguna oportunidad. Luego fueron sucediendo varios acontecimientos, dos positivos por pasaporte biológico y un 2:07 que me ha valido para estar en París, aunque siempre quise ser muy cauto. Cuando vi la selección, fue una felicidad que nunca había sentido.
Con ese circuito, con dos rampas tan pronunciadas, ¿habrá sorpresas?
Para mí estar aquí ya era un premio. Y no quiero vender que vaya a ganar una medalla o un diploma. Pero ya que estamos en París, el circuito nos beneficia. Pueden pasar cosas. Nos abre un poco más el abanico. Un perfil tan agresivo y difícil, puede que los de detrás recojamos cadáveres y rasquemos algo.
Será apenas la quinta maratón de su vida
Todas en Valencia, más la de Múnich del campeonato de Europa. Que también tenía una cuesta, pero no tiene nada que ver con la de aquí.
¿Cómo empezó con el atletismo?
Siempre me ha apasionado el deporte. Yo era feliz cuando a los 12 ó 14 años quedábamos por las tardes con la bicicleta y nos zurrábamos por la Casa de Campo. O si jugábamos al tenis o al fútbol, pues estaba toda la tarde, nada de relax. No era el típico al que le gustaba dar un paseo. Como vi que no valía para el fútbol, quedé segundo en una carrera de mi instituto y se me abrió una oportunidad. Me enganché a esto... y hasta hoy.
Jesús España ha sido clave en su carrera deportiva
A él le debo todo. Los entrenadores que he tenido me han enseñado mucho. Pero Jesús... El entrenamiento invisible, la recuperación, la autoexigencia de un día tras otro. Y saber entrenar, no machacarse cada día. A veces hay que ir con el freno de mano. Le agradezco todo lo que me ha enseñado. Con él dejé de tener dudas sobre mí mismo. Una cabeza amueblada también es importante.
¿Se renuncia a muchas cosas en el deporte de élite?
He renunciado sí, pero no he hecho sacrificios. Un sacrificio es dejar de hacer algo que te gusta por algo que te gusta menos. A mi me gusta ir con mis amigos, pero no me importa irme pronto a la cama porque al día siguiente soy feliz entrenando. He dejado de hacer algunas cosas, pero disfruto mucho de este viaje.
Y mientras, se sacó una Ingeniería, casi nada
Fue duro. Porque en España la Universidad no apoya mucho. No me cambiaban los exámenes, tenía que ir a septiembre porque me coincidía con el campeonato de España... Es algo que deberíamos mejorar. Ahora que ya he llegado a la élite es más fácil, pero antes nadie me ha apoyado. ¿Ahora de qué me vale?
¡Quería ser Fernando Alonso!
Me gusta mucho la Fórmula 1. No me he perdido ni una carrera de F1 desde 2003. Y mis opciones eran o ser deportista o intentar llegar algún día a la F1. Pero como piloto... Mi padre me decía: 'Chaval...'. Entonces, ya que como piloto no podía, como ingeniero de competición. Me informé del camino, Ingeniería Mecánica, luego algún Máster en Inglaterra... Eso de momento lo tengo parado. Y mira que Alonso ha sido longevo. Si me hubiera dedicado sólo a ello, lo mismo hubiera llegado.
¿Dónde cree que puede estar su mejor marca en un futuro?
Soy muy cauto. Nunca había pensado hacer ni 2:08 y tengo 2:07. Tengo 29 años, soy joven y a lo mejor en el futuro puedo bajar. Que la vida me vaya llevando.
Para los mortales, ¿qué les sorprendería de sus rutinas de vida y entrenamiento?
Duermo en una cámara de hipoxia. Hago semanas de 215 kilómetros. Y luego, hay algo que me supone un gran esfuerzo. Yo, que soy muy casero, irme tres semanas a Sierra Nevada, a un sitio en el que estás encerrado, en altitud, sólo para entrenar y entrenar... A veces es realmente duro. Cuando llego allí, me compro hierro para la altitud. Son 21 cápsulas y siempre voy descontando para volver a casa.
¿Y después de un maratón olímpico?
Lo veré con mis entrenadores. Pero me apetece correr un 'major'. Boston, Nueva York...
La recta de meta como medida de los límites humanos. Se apagan las luces en el Stade France, rugen las tribunas, se hace el silencio después. Un ritual que se alarga, minutos que se hacen eternos para los atletas antes de los 10 segundos más importantes de sus vidas. Se busca al hombre más rápido del mundo, al que ponga su nombre junto al de Usain Bolt, Carl Lewis o Jesse Owens. Nada menos. Y esta vez no hay favoritos claros, está todo tan abierto que la expectación es maravillosa. Como los segundos que siguen a los 100 metros de París 2024, cuando nadie sabe quién demonios ha podido ganar, de tan parejos que han llegado a la meta. Al fin. Es Noah Lyles con 9,79 segundos, la mejor marca de su vida en el momento más oportuno.
9,794 para ser más exactos. Se impuso el estadounidense, como una centella en París, una brutal remontada tras volver a salir mal de los tacos, para recuperar el trono perdido, 20 años sin un campeón del hectómetro made in USA (desde Justin Gatlin en Atenas 2004). Y lo hizo con idéntico tiempo que Kishane Thompson, sólo cinco milésimas más veloz (9,789). Una final de foto finish. Lyles, el que tanto lo perseguía, el que opositaba a estrella mediática y ahora también deportiva. El histrión, el bicampeón del mundo en Budapest, es ya campeón olímpico en una carrera para el recuerdo. Con su compatriota, Fred Kerley tercero (9,81), y el cuarto más rápido de la historia olímpica, el sudafricano Akani Simbine (9,82).
Es la eterna búsqueda del heredero de Usain Bolt -como si fuera posible-, tan grande es su leyenda que nunca deja de estar presente. Pero las comparaciones, las similitudes y, por supuesto, las diferencias se agolpan en los conversaciones de Saint Denis, que luce precioso en estos lila y azul tan elegantes que van haciéndose más intensos a medida que anochece en París.
Pero, ¿quién ganará el 100? ¿Quién será el nuevo rey?, se preguntan los 80.000 ansiosos espectadores, ante el gran momento de los Juegos.
Y se presentan ocho candidatos -que, por primera vez en la historia olímpica, van a bajar todos de 10 segundos en la final-, cada uno con su historia, todo tan igualado (los dos jamaicanos y los dos estadounidenses ya se han quedado entre 9,80 y 9,84 en las semifinales), tan abierto, que el único nombre propio que se repite en las quinielas es, con tantos asteriscos, el de Noah Lyles.
DIMITAR DILKOFFAFP
El americano de Florida, el chico que se hizo profesional sin pasar por la Universidad de lo convencido que estaba de sí mismo, se ha pasado el invierno trabajando la técnica, la salida con Lance Brauman, su entrenador, y mejorando sus marcas en el 60. Es el rey del 200, pero quiere también el oro en el 100, como en el mundial de Budapest de 2023. Ese por el que fracasó en Tokio, cuando acababa de dejar los antidepresivos después de una pandemia que le pasó factura mental. «Me costó encontrar el equilibrio entre estar entusiasmado y mantener la calma durante todo el año», reconoció. Nada sencillo para él. En la infancia padeció un grave problema respiratorio , noches en el hospital y el deporte como practica no recomendada.
Lyles celebra su victoria.Martin MeissnerAP
Quiere ser Bolt, como todos. E intenta imitar su show, pero no es lo mismo. Si Bolt encandilaba, él molesta a sus rivales con su juego psicológico, con sus guiños con las cartas de manga y sus bolos con Snoop Dogg. En la semifinal dedicó miradas retadoras a Oblique Sevilla, que le había superado. En la final, partió como un potro desbocado en la presentación, saltó, gesticuló, corrió hasta casi la mitad de la pista, pidió más al público, se golpeó el pecho. Todo mereció la pena, hasta el abrazo y las lágrimas con su madre, Keisha Caine Bishop, de después.
El abanico de opositores también incluía a otros dos tipos que se manejan por debajo de 9,80. Y que no fueron campeones olímpicos por un suspiro. Heredero de Bolt pretende ser Kishane Thompson (plata), el velocista con la tarea de recuperar el trono para Jamaica, que se quedó sin representantes en la final de Tokio. Las lesiones han sido su hándicap, pero le pule Stephen Francis, el mismo que manejó a Asafa Powell o Shelly-Ann Frazer Pryce. Y acudía a París con el 9,77, la mejor marca de todos este 2024, hace un mes en los trials de Kingston. Y en semifinales planta un 9,80 como aviso a navegantes. Junto a él, Seville y sus 9,81 de la primera serie como argumento, aunque luego no respondiera en la final. Dos chicos de 23 años.
También está Marcell Jacobs, el sorprendente italiano de Tokio, que apenas le da para entrar por tiempos en la final y ahí sí, da la cara, favorito del público, con una salida majestuoso, quinto finalmente, incluso lesionado después.