La posible marcha de Max Verstappen de Red Bull sigue marcando la agenda en la Fórmula 1. Este jueves, en la rueda de prensa previa al Gran Premio de Japón que se disputa este domingo en Suzuka, fue Fernando Alonso quien valoró la posibilidad de ese movimiento y, al mismo tiempo, desveló algunas claves sobre su propio futuro. El español se encuentra entre los pilotos que acaba contrato esta temporada y actualmente es la pieza más importante del mercado. La hipotética salida de Verstappen le colocaría como favorito a heredar su volante y, como el propio Alonso aceptó, cambiaría sus planes.
“Si Max deja Red Bull puede afectar a mi decisión, pero creo que no hay ninguna posibilidad de que eso suceda”, comentó el bicampeón de la Fórmula 1. Verstappen, ciertamente, tiene contrato hasta 2028, pero su futuro se ha visto empañado en las últimas semanas por la ruptura de las relaciones entre su padre Jos y el director del equipo, Christian Horner.
“Lo que quiero hacer es concentrarme en mis cosas… y antes del verano decidir si sigo corriendo o no. Y si sigo corriendo decidiré cuál es la mejor opción para mí”, añadió Alonso, que ahora es octavo en el Mundial. Al contrario de la temporada pasada, este curso el español no ha podido celebrar todavía ningún podio y el Aston Martin no parece estar en disposición de pelear por el título. Además de Red Bull, Ferrari, Mercedes y McLaren están por delante de su actual equipo y algunos de esos conjuntos han mostrado interés por su fichaje.
Este mismo jueves, el jefe de Mercedes, Toto Wolff, que perderá a Lewis Hamilton rumbo a Ferrari a final de la temporada, reconoció que Verstappen encabezaría su lista de posibles sustitutos si está disponible, pero también mencionó a Alonso, a Carlos Sainz y al novato de la Fórmula 2, Kimi Antonelli, como posibles opciones. En rueda de prensa, Verstappen sólo comentó que está “muy feliz” en Red Bull y que no está pensando en movimientos futuros.
Desde el anuncio de su renovación hasta 2026, Fernando Alonso sólo ha sumado nueve puntos en las tres últimas carreras. Su peor balance con Aston Martin desde el pasado septiembre, cuando tuvo que conformarse con seis en Monza, Singapur y Suzuka. La inercia del equipo, quinto en el Mundial con poco más de la mitad del botín de Mercedes, se antoja tan delicada como la de las Flechas de Plata, relegadas de la lucha por los podios por McLaren y Ferrari. Aunque lo preocupante de este declive paralelo es que no debe achacarse a la casualidad, sino a una suma de razones técnicas que vienen hilvanando, para lo bueno y para lo malo, su destino.
Hace apenas un año, Alonso se quedó muy cerca de su tercera victoria en el GP de Mónaco, que terminaría escapándose por culpa de las cambiantes condiciones atmosféricas y la velocidad de Max Verstappen. Ayer, tras renunciar al programa de mejoras aerodinámicas, apostando por una configuración menos ambiciosa pero con la que se siente más confiado junto a los muros, el asturiano rodó a sólo 18 centésimas de Charles Leclerc, autor del mejor crono del día (1:11.278).
El trazado más lento del Mundial no servirá para extraer conclusiones definitivas sobre el paquete estrenado en Imola. Tampoco la próxima cita del calendario en Montreal. Sin embargo, Aston Martin necesita comprender cuanto antes el comportamiento de su monoplaza, que la pasada semana se mostró demasiado errático en la clasificación y sin ritmo durante la carrera. Unas carencias calcadas a las de Mercedes, la escudería que le suministra la suspensión trasera y la caja de cambios.
Desde el inicio del Mundial, el equipo dirigido por Toto Wolff viene arrastrando deficiencias estructurales que representan una herencia envenenada para Alonso. Mercedes no encuentra un equilibrio entre la parte trasera -que sobrecalienta los neumáticos- y la delantera -que no logra ponerlos en temperatura-. De igual modo, Aston Martin sufre una tremenda degradación en las gomas de atrás y falta de equilibrio en la parte delantera, que se traduce en un demoledor subviraje. Mantenerse en la trazada ha resultado casi una heroicidad para Lance Stroll y Alonso.
El canadiense reiteró ayer sus quejas sobre el comportamiento nervioso del AMR24 en los virajes y sus agobios para tomar los pianos. Un sentimiento compartido por Alonso, que venía de probar muchas novedades en Imola. «Tenemos que seguir trabajando en el equilibrio del coche», sentenció el doble ganador de las 24 Horas de Le Mans, absolutamente consciente de la situación. En la tarde de ayer, con el alerón delantero viejo y un trasero específico de alta carga aerodinámica, exhibió su voracidad de siempre (1:11.753), con seis centésimas de margen sobre Verstappen.
La propia naturaleza de estos monoplazas hace que al añadir carga, con la que se mejora el paso por curva, la conducción se vuelva mucho más crítica. De sobra lo saben en Mercedes, donde Hamilton lideró ayer los primeros libres (1:12.198) y únicamenteentregó 18 centésimas por la tarde ante Leclerc. El heptacampeón montaba un ala delantera antigua, mientras George Russell, tercero y décimo, sí contó con el nuevo paquete.
El pasado domingo, tres horas antes de la salida en Imola, Aston Martin intentó ofrecer explicaciones. Tom McCullough, jefe de rendimiento, tuvo que componer su mejor sonrisa en el hospitality ante la docena de preguntas que se le venían encima. Como la tarde iba a terminar igual de torcida, con Alonso último bajo la bandera a cuadros, Mike Krack debió admitir lo evidente. "El coche es difícil de conducir", dijo el team principal. Las actualizaciones aerodinámicas habían supuesto un pequeño paso en cuanto a rendimiento, pero también habían llevado a la grava al asturiano. Y aquel accidente durante la FP3 representa un feo precedente en Montecarlo.
Pese a la millonaria inversión de Lawrence Stroll y el febril trabajo en la fábrica, lo cierto es que Aston Martin necesita un golpe de timón. En primer lugar, para mantener encendida la llama de Alonso, ya que el ovetense siempre precisa un proyecto competitivo (y si no se lo aseguran, nadie sabe lo que sucedería con su contrato). En segundo lugar, para deshacerse de esta engorrosa herencia de Mercedes. En condiciones normales, pese a las evoluciones estrenadas en Imola y Miami, las Flechas de Plata siguen a siete décimas de Red Bull.
A lo largo de las últimas semanas, Fernando Alonso no ha dudado en criticar duramente el rendimiento de su Aston Martin, con el que sólo ha sumado 10 puntos en seis carreras. Tras otra decepción en el GP de Sao Paulo, el bicampeón mundial optó por morderse la lengua para no contrariar más a la cúpula directiva de la escudería de Silverstone. "No puedo ser del todo sincero, preo creo que todos nuestros rivales mejoran bastante", explicó sobre la caída de rendimiento del AMR25 a lo largo de este fin de semana en Interlagos.
"Los otros equipos son capaces de ponerlo todo junto y sucederá más de lo mismo en Qatar, donde el viernes será nuestro mejor día", adelantó Alonso, con una mezcla de sarcasmo y resignación. Su decimocuarto puesto en la meta, tras perder la batalla frente a los Racing Bulls, Haas o Williams, le había dejado con un lógico mal sabor de boca. Sobre todo por la caída en picado del rendimiento de su coche, que el viernes había apuntado maneras en el Autódromo José Carlos Pace.
El asturiano finalizó cuarto la única sesión libre (1:10.606), sólo 12 milésimas más lento que Nico Hulkenberg, tercero en la tabla. A última hora del viernes, el asturiano logró la quinta plaza en la shootout de la carrera al sprint. Su crono en la SQ3 (1:09.496) se quedó a 25 centésimas de Lando Norris, autor de la pole. Además, durante la segunda tanda de la sesión llegó a rodar aún más rápido (1:09.330), con un crono que le habría aupado a la segunda plaza en la parrilla.
Tampoco con los duros
Todas esas buenas perspectivas empezaron a torcerse el sábado, cuando Alonso bastante hizo para contener a uno de los Ferrari en la sprint race. Su sexto puesto en la meta, que valía tres puntos, hacía presagiar el acceso a la Q3 en la qualy. No obstante, ese logro volvió a quedar fuera de su alcance. Aston Martin no supo aprovechar los errores de Max Verstappen y Lewis Hamilton, eliminados en la Q1 y la Q2, respectivamente. De hecho, el AMR25 perdió el paso ante cuatro adversarios teóricamente inferiores: Liam Lawson (Racing Bulls), Oliver Bearman (Haas), Pierre Gasly (Alpine) y Nico Hulkenberg (Sauber).
Durante los dos primeros días, el rendimiento del monoplaza verde parecía optimizarse con los neumáticos medios, que ofrecían incluso mejores resultados a una vuelta que los blandos. Estos datos, sin embargo, no convencieron a los estrategas del equipo, que optaron por jugar a contrapié. De inicio, Alonso y Stroll montaron un juego de duros. A ambos les costó gran trabajo poner esas gomas en temperatura, por lo que sufrieron durante las dos relanzadas, tras las salidas de pista de Gabriel Bortoleto y Charles Leclerc.
"Me animé a arriesgar un poco. Si hacíamos lo mismo que los demás, probablemente íbamos a terminar detrás de ellos, así que intentamos algo diferente. No funcionó, pero al menos lo intentamos", admitió Alonso, poco antes de calificar su decimocuarto puesto en la meta como "decepcionante".
Alonso y Stroll, durante el desfile previo a la carrera.ASTON MARTIN F1
Ese mismo veredicto fue compartido por Lance Stroll, penúltimo en la meta, sólo por delante de Yuki Tsunoda. "El neumático duro tampoco nos funcionó bien, pero al final se debió a la falta de ritmo del coche", concedió el canadiense. Durante la carrera, el hijo del propietario dejó una esclarecedora conversación con Gary Gannon. "¿Qué tal el equilibrio, Lance?", preguntó su ingeniero de pista. "No voy a comentar, realmente no hay nada que decir", replicó el piloto.
Esa frustración también quedó patente a través de la radio de Alonso. "¿Estamos corriendo contra alguien?", preguntó irónicamente el ovetense, en relación a la posición de Carlos Sainz y el ya citado Lawson. "¿Dónde están?", insistió el doble ganador en Le Mans. Tras sumar sólo 10 puntos en las seis últimas carreras, Fernando ha perdido otra plaza en el Mundial, esta vez en favor de Oliver Bearman.
Haas, a sólo dos puntos
En cuanto al Mundial de Constructores, el panorama se sigue oscureciendo para Aston Martin, cuyo séptimo puesto peligra frente a Haas, que ya sólo cuenta con una mínima desventaja (72-70). Durante las dos últimas carrearas, el equipo dirigido por Ayao Komatsu ha sumado 22 puntos, frente a sólo tres de la escudería británica.
Desde hace semanas atrás, todos los esfuerzos en la fábrica de Silverstone se han centrado en el Mundial 2026. En cualquier caso, las tres citas restantes (Las Vegas, Qatar y Abu Dhabi) podrían dejar aún más tocado a Mike Krack, responsable de operaciones en pista. "Sabíamos que hoy no sería fácil y nos faltó ritmo para luchar por los puntos. Intentamos una estrategia diferente, con tandas iniciales largas con neumáticos duros, pero no tuvimos la velocidad necesaria", resumió el luxemburgués, uno de los más molestos por los ácidos comentarios de Alonso.
Mereció la pena el madrugón porque el arranque del Mundial 2025 no pudo ser más emocionante. Lástima que Carlos Sainz y Fernando Alonso acabasen contra el muro, porque el GP de Australia ha sido una de esas ventanas de oportunidad para los equipos que en una carrera en seco y tranquila no tendrían ninguna opción.
Australia nos ha regalado un gran espectáculo y un cambio en una tendencia que empezaba a ser tediosa. Por primera vez en casi tres años, Max Verstappen no lidera el campeonato. Puede parecer una tontería, pero el holandés ocupaba la primera plaza del Mundial desde el GP de Miami 2022. 63 carreras consecutivas al frente que le sirvieron para abrochar tres títulos. Lograr el quinto no va a ser fácil. Como pronosticábamos, Red Bull encara la temporada con un coche que no es dominante. De hecho, el RB21 sigue siendo tan difícil de conducir como su predecesor. Un potro salvaje que sólo Max es capaz de domar. Como era previsible, el sucesor de Sergio Pérez en la escudería de Milton Keynes, Liam Lawson ha sufrido mucho en su primer fin de semana. No pasó de la Q1 el sábado, no tuvo ritmo el domingo en ningún momento, fue doblado en carrera y acabó contra el muro.
Lando Norris se mostró mucho más serio y sólido que en 2024 para solventar una de las carreras más complicadas de su vida. A pesar del dominio de McLaren, que se confirma un paso por delante del resto, el drama meteorológico de Melbourne le metió bajo mucha presión. Sólo cuando la pista se secó y pusieron los slicks, pudieron demostrar su ventaja ambos McLaren. En pocas vueltas Max se quedó atrás, pero los sucesivos coches de seguridad compactaron al grupo y los trompos, las salidas de pista y las llamadas a boxes moldearon el orden de la clasificación.
Hubo un momento estelar a pocas vueltas del final en el que en McLaren se tragaron la muerte. Todos en pista con slicks y en el radar una tromba de agua que se acercaba con malicia a Melbourne y que iba a durar apenas una vuelta. Todos los muros informaban a sus pilotos y les pedían que apretasen los dientes y aguantasen como fuera, pero resultó imposible. Cuando los McLaren se encontraron con la cortina de lluvia y la pista empapada en una parte de Albert Park, los dos, Norris y Oscar Piastri se fueron a la hierba. Norris salvó la situación y entró en boxes, Max siguió. En ese momento el 1-2 de McLaren se había convertido en un liderato de Verstappen, un Piastri atrapado en la escapatoria y un Norris con neumáticos de lluvia saliendo del pit-lane. Si no llovía más, ganaba el holandés. El cielo se apiadó de Lando y jarreó sobre la pista. Max tuvo que parar y aceptar la segunda plaza.
Cuando acabó todo, la clasificación era irreconocible. Siete equipos diferentes en las ocho primeras posiciones. Entre ellos un Williams, un Aston Martin y un Sauber. Todos ellos por delante de los dos Ferrari, uno de los equipos que más ha decepcionado en este arranque.
¿Qué hemos aprendido en Australia? Siendo sinceros, mucho menos de lo que nos hubiese gustado, porque la clasificación final es confusa. Lo más claro es que McLaren tiene el mejor coche y en China, dentro de siete días, si no llueve, serán claramente superiores al resto. También confirmamos que Verstappen resiste y que tergiversa el rendimiento real del Red Bull. Hemos aprendido que Mercedes ha mejorado, que Williams ha dado un gran paso adelante, que Aston Martin está mejor de lo que esperábamos y que la igualdad en la zona media entre ellos, Racing Bulls y Alpine va a ser máxima. Un cambio de circuito, una pequeña evolución, un acierto en los reglajes alterarían este orden.
Lewis Hamilton ha aprendido cómo se las gasta su nuevo compañero, Charles Leclerc. En el único momento del fin de semana en el que Lewis estuvo por delante de él, el monegasco le contestó con un adelantamiento al límite con toque de alerón incluido. Por su parte, los novatos han descubierto que la Fórmula 1 es otra historia. De todos los rookies, sólo Andrea Kimi Antonelli vio la bandera de cuadros. Todos los demás acabaron contra al muro. Alguno, como Isaak Hadjar en la vuelta de formación, antes incluso de que empezase la carrera. Se salvó Antonelli y yo salvaría también a Gabriel Bortoleto. Derrotó a Nico Hulkenberg en clasificación, aguantó en carrera, pero acabó contra el muro a pocas vueltas del final. En cualquier caso, debut prometedor.
También hemos visto que todo sigue muy apretado. Quizá la clasificación del sábado en seco sea la mejor referencia con un Racing Bulls y un Williams por delante de los dos Ferrari y a menos de dos décimas de Verstappen. Si alguno de los grandes se equivoca, el segundo grupo, a una vuelta, no está tan lejos.
El próximo fin de semana llega el GP de China, con sprint race para poner un poco más de tensión y estrés en los equipos. Un formato que no te deja probar ni experimentar y donde pueden aflorar los errores.
Moraleja después de una carrera: ¡Cómo nos vamos a divertir este año!