Se sentía aún renqueante, no con dolor, pero sí con molestias. Había apurado la recuperación de su apendicitis con un esfuerzo titánico en el gimnasio, sabedor de que su asiento sigue siendo asunto sagrado. Carlos Sainz llegaba muy justo, pero aun así pudo pelear codo con codo con Max Verstappen en Albert Park. El fantástico rendimiento del madrileño sólo palideció ante el tricampeón mundial, autor de la pole (1:15.915). Fernando Alonso, por su parte, cometió un error en la curva 6 que le relegó a la décima posición de la parrilla.
Nadie puede cuestionar a Sainz el mérito de colarse entre los Red Bull, a 17 centésimas de Verstappen y nueve mejor que Sergio Pérez. Resulta casi una hazaña para quien ha pasado tantas horas en cama antes de tomar el avión rumbo a Melbourne. Sin embargo, la mala noticia para Ferrari y la F1 estriba de nuevo en la velocidad de Verstappen. Tras un fin de semana con más dificultades que de costumbre, el tricampeón despertó otra vez a tiempo en la Q3.
Sainz sólo pudo sostener el ritmo durante el primer sector, cediendo ya una décima en el segundo. Bastante hacía, en cualquier caso, porque por la mañana, casi se había sentido desfallecer durante la FP3. Pese a algún mareo, los tiempos salían con pasmosa naturalidad en la Q1 (1:16.731) y la Q2 (1:16.189). Lideró la tabla durante casi toda la sesión y aunque no pudo con la guinda de la pole, también alzó el estandarte de Ferrari con más gallardía que Charles Leclerc. El monegasco, por detrás durante todo el sábado, cometió un error en la curva 12 que incluso le impidió cerrar su vuelta.
Latigazos del Aston Martin
Sólo Verstappen, como de costumbre, encontró los resquicios a la pista en el momento de la verdad. Su primera tentativa de la Q3 (1:16.048) ya le dejaba con 28 centésimas sobre Sainz y 38 ante Leclerc. Aún guardaba algo más bajo la manga. Todo lo contrario que Aston Martin, donde Alonso y Lance Stroll bastante hicieron con salvar el impacto contra las barreras. La inestabilidad trasera del AMR24 fue palmaria. Fernando, tras un infernal traqueteo a través de la grava que desestabilizaba totalmente su equilibrio aerodinámico, saldrá por detrás de su compañero por primera vez desde el GP de Brasil 2023.
El asturiano, sin las sensaciones de Bahrein y Jeddah, ya sudó lo suyo durante la Q2. El 1:17.120 inicial le obligó a otro esfuerzo, tampoco especialmente inspirado. Su 1:16.780 le dejaba séptimo, por delante de Mercedes. En contraste con McLaren, el paso atrás de las Flechas de Plata fue palmario en Melbourne. Pese a que Lewis Hamilton había acabado en la misma décima que Leclerc durante los últimos libres de la mañana, el heptacampeón se quedó fuera de la Q3 por 59 milésimas. Su verdugo, el imprevisible Yuki Tsunoda. Un fin de semana más -y ya van tres en 2024- George Russell ganaba por la mano a su compañero de garaje.
El aliento de Albert Park, con 125.000 aficionados repartidos en torno al lago, no bastó para Daniel Ricciardo, eliminado por superar los límites de pista. Un motivo de sonora celebración para Kevin Magnussen, salvado por la campana. La aventura de Alex Albon, con el único Williams en pista por la avería de Logan Sargeant, no fue más allá de esa Q2, que no parece poco James Vowles
La noche del 16 de marzo de 1988, la única que pisó el césped del Bernabéu, Hansi Flick terminó con magulladuras por toda la coraza. Hubo más patadas que fútbol y el Real Madrid se clasificó para las semifinales de la Copa de Europa (2-0). El central del Bayern, tras perseguir durante los 90 minutos a Emilio Butragueño, fue víctima de una alevosa acción de Milan Jankovic que el árbitro quiso solventar sin tarjeta. Sin embargo, lo que verdaderamente tuvo que escocerle fue su fatídico protagonismo en el 1-0, obra del yugoslavo. Corría el minuto 26 cuando Flick derribó a El Buitre en la frontal. Una gran oportunidad para el libre directo de Hugo Sánchez, que Ricardo Gallego optó por ceder hacia Jankovic. Flick, el único defensa en percatarse, tuvo que salir apresuradamente de la barrera, pero el balón rozó lo justo su muslo para hacer imposible la estirada de Jean-Marie Pfaff. Desde aquella eliminación, Flick sólo pudo disputar un partido completo con el Bayern en el máximo torneo continental. En 1993, tras un rosario de problemas en sus rodillas, Flick dejó el fútbol. Tenía 28 años y no había llegado a debutar con la selección alemana.
«A menudo necesitaba la lesión de un compañero para entrar en el once. Incluso rindiendo bien, podía perder el puesto cuando el titular volvía a estar disponible. Era una situación difícil de manejar para alguien tan ambicioso como él», explica a EL MUNDO Günter Klein, autor de Hansi Flick: Die Biografie (Riva Verlag, 2021). La feroz competencia en aquel Bayern, liderado por Lothar Matthäus, Andreas Brehme o Klaus Augenthaler, obligaba a Flick a alternarse como central, interior derecho o pivote. Un cómodín para Jupp Heynckes, que acababa de aterrizar en Múnich tras ocho temporadas al frentedel Borussia Mönchengladbach.
A los 41 años, el sustituto de Udo Lattek debía gestionar los egos del vestuario, la retirada de Uli Hoeness y las urgencias de un club apremiado por su historia. Tras la derrota en la final de la Copa de Europa ante el Oporto, donde Flick también salió en la célebre fotografía del taconazo de Rabah Madjer, el Bayern sabía de la trascendental importancia de ese cruce ante el Real Madrid. Así que cuando Alexis Ponnet señaló el final, cumplidos los seis minutos de añadido, su compatriota Pfaff quiso enseñarle los tacos de Hugo Sánchez marcados en su costado. Por esa herida supuraba la decepción de Heynckes, que se sabía muy superior a Steaua, Benfica y PSV, los otros semifinalistas. El bofetón anímico fue tan duro que el Bayern se dejó puntos en seis de las últimas 11 jornadas de la Bundesliga, que terminaría en poder del Werder Bremen. Flick, de 23 años, sólo disputó cuatro de esos partidos como titular.
El influjo de Rutemöller
«A veces se quejaba del entrenador, pero años después hubo de admitir que las decisiones de Heynckes siempre fueron correctas», abunda Klein. Desde entonces, entre ambos surgió un vínculo que sobrevive hasta hoy. «En noviembre de 2019, cuando se hizo cargo del Bayern, Hansi recibió un fuerte apoyo de Jupp. Por aquellos días, todos hablaban de Flick como una solución interina, pero Heynckes defendió públicamente que contaba con el potencial para dirigir a este gran club», reitera el periodista del diario Münchner Merkur.
El otro personaje clave para el desarrollo de Flick como estratega fue Erich Rutemöller. «Durante los tres años que le dirigió en el Colonia (1990-1993) ya estaba seguro de que Hansi llegaría a los banquillos. Fue el primero en darse cuenta de que sobre el césped tenía la mentalidad de un entrenador. Y que era muy bueno conectando personas», razona Klein. Una década después, Rutemöller trabajó para la Federación Alemana (DFB), dirigiendo la academia de entrenadores cuando Flick obtuvo su licencia profesional de Fußballlehrer.
Sin esa empatía con sus jugadores no se puede entender el éxito de Flick, campeón de la Copa del Mundo de 2014 con Alemania como ayudante de Joachim Löw y timonel del Bayern durante la temporada 2019-2020, la mejor de su historia, con seis títulos. El seleccionador germano, ferviente admirador del fútbol de toque con el que la España de Vicente del Bosque alcanzó la gloria en 2010, confiaba en su primer ayudante para las acciones a balón parado, decisivas en el título de la Mannschaft en Brasil. Durante su etapa juntos (2006-2014), Flick y Löw viajaron varias veces al Camp Nou y el Bernabéu para asistir en directo a los clásicos de Liga y Champions.
Regalos por cumpleaños
El ascenso de Flick en la Federación, desde el puesto de director deportivo, supuso un trampolín para su meteórica carrera. Del banquillo del Hoffenheim pasó a asistente de Niko Kovac en el Bayern. El volcánico carácter del croata, en guerra abierta con Hasan Salihamidzic, terminaría desencadenando su destitución. Corría la undécima jornada de la Bundesliga cuando Flick promocionó como interino en el Allianz Arena, dejando claro, desde el primer minuto, que su modo de tratar al vestuario en nada se iba a parecer al de Kovac. De esa empatía saben mucho ahora en la Ciudad Condal.
«Conoce las fechas de cumpleaños de todos sus jugadores y su staff técnico. Les compra regalos. También felicita a algunos amigos que siguen al frente de equipos juveniles. Incluso les llama horas antes de una jornada de Champions», revela Klein, recordando cómo durante su etapa en la Federación mantenía hilo directo con los 18 entrenadores de la Bundesliga, sin importarle su aportación efectiva al combinado nacional. «La mayoría de aficionados no considera a Hansi como un gran comunicador, dado que no se siente cómodo cuando ha de comparecer ante la prensa. Sin embargo, creo que uno de sus puntos fuertes sigue siendo la facilidad con la que se vincula y comunica con el vestuario», razona.
Desde luego, los logros de Flick en el Barça han de interpretarse desde esta cercanía, de carácter humanista, con la que ha potenciado el rendimiento de Jules Koundé, Raphinha o Robert Lewandowski. Hoy, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper se entrena a un ritmo muy diferente respecto a la época de Xavi Hernández. No se trata sólo del trabajo de Julio Tous, Pepe Conde, Rafa Maldonado y Germán Fernández, nuevos responsables de la preparación física, sino de la firme creencia de Flick en esta parcela.
Fuentes cercanas al vestuario azulgrana subrayan las diferencias respecto al curso pasado, cuando Lewandowski apenas podía resistir el avance de los minutos sin caer exhausto. Hoy, el polaco vuelve a parecerse a aquel ariete que dominaba cada rincón el área durante la fase final de la Champions 2020. El trabajo físico de Flick previo a aquella fase final de Lisboa, según recuerdan a este diario desde Alemania, resultó crucial para la sexta Orejona del Bayern. Y eso que por entonces, el gigante bávaro no exhibía un esquema tan extremo como el de este Barcelona, que mañana se presentará en el clásico con una defensa casi 50 metros por delante de Iñaki Peña. El objetivo de Flick pasa por mantener ese plan de riesgo ante Vinicius y Kylian Mbappé, posiblemente los dos mejores delanteros del planeta a campo abierto.
Un despido y un hogar
Un buen resultado en Chamartín fortalecería la candidatura del Barça y la figura de su técnico, quien hace poco más de un año vivía su peor momento como profesional. El humillante 4-1 encajado ante Japón precipitó su destitución como seleccionador alemán. Entre marzo y junio de 2023, la tetracampeona mundial sólo había solventado con victoria uno de sus cinco amistosos. Así que Hans-Joachim Watzke, presidente de la DFB, tuvo que decidir el primer despido en la historia de la Mannschaft. Por dura que se presentase la coyuntura, Flick mantuvo la calma bajo el calor de sus más cercanos.
Porque la familia siempre ejerció una gravitación decisiva para Flick, un tipo orgulloso de sus raíces provincianas. Nacido en Heidelberg, una ciudad de 160.000 habitantes a las afueras de Mannheim, su infancia transcurrió en la vecina Mückenloch. «Hans, su padre, había jugado de portero en el BSC Mückenloch. Y aquel minúsculo club fue el primero de Hansi, que siempre llevó a mucha honra ese diminutivo», rememora Klein.
Hoy, el preparador azulgrana mantiene su casa en Bammental, adonde regresa cada vez que dispone de algún día libre. De hecho, Silke, su esposa desde hace más de tres décadas, ni siquiera se ha mudado a Barcelona y se mantiene en el domicilio familiar. Un curioso modo de afrontar el contrato del Barça, extendido hasta 2026. Entonces, Flick habrá cumplido ya 61 años, seis más que el creador del mejor Barça de siempre. Desde Alemania, las fuentes consultadas por este diario, ven muy claras las diferencias. «No es un genio como Pep Guardiola, sino un técnico pragmático, capaz de ampliar las virtudes de sus jugadores y ocultar los defectos».
El brutal impacto contra las barreras de la curva 6 había dejado al Mercedes casi en vertical, pero George Russell aún tenía fuerzas para implorar una bandera roja. "Estoy en mitad de la pista, por Dios", exclamaba el británico por la radio. En ese preciso momento, Fernando Alonso empujaba su renqueante Aston Martin hacia la meta de Albert Park. Nada más soltar el volante, lo primero que hizo en el pit-lane fue examinar el pedal del acelerador. Sin embargo, ese contratiempo no iba a disuadir a los comisarios, que de inmediato convocaron al asturiano para aclarar lo sucedido.
"Tuve varios problemas durante las últimas 15 vueltas en la batería y en la entrega de potencia", admitió el bicampeón mundial. Según había admitido a sus ingenieros, tenía tan atascado el pedal del acelerador que hubo de pisarlo a fondo para alcanzar en sexto lugar la bandera a cuadros.
Ese contratiempo iba a comprometer su pilotaje durante el tramo final ante Russell, a bordo de un monoplaza más competitivo. "Iba sufriendo un poco, pero no me puedo centrar en los coches que vienen por detrás. Cuando vi el coche de Russell me preocupé bastante", añadió en los micrófonos de DAZN.
La estrategia de Alonso quedó patente a travé de las cámaras on board , donde se vio con claridad cómo cargaba sus baterías antes de la recta para exprimirlas cuando Russell afilase los cuchillos en las cuatro zonas de DRS. Sin embargo, para saber con exactitud si cometió alguna ilegalidad, los comisarios deberán examinar con detalle las telemetrías.
Por su parte, Russell ofreció también su versión de los hechos, sin querer entrar en acusaciones hasta no analizar todos los datos. "Desaceleró de repente y volvió a acelerar. No me lo esperaba, me pilló por sorpresa. Eso fue culpa mía, pero también es interesante que nos hayan llamado a declarar. Estoy intrigado por ver qué tienen que decir los comisarios", comentó en los micrófonos de Sky F1.
Durante la última carrera del pasado Mundial, Lewis Hamilton ya se quejó de un brake test de Alonso camino de la curva 5 de Yas Marina. Entonces, la FIA anotó el incidente, pero ni siquiera abrió una investigación.