Alemania ya sabe que tendrá que correr mucho ante España y, aún así, será difícil que pueda parar a Nico Williams. Georgia lo intentó, incluso le retó a un duelo de velocistas con Kvaratskhelia, pero sólo fue cuestión de tiempo que sus carreras no acabaran ante Mamardashvili. Su gol cerró el pase a cuartos que a España se le complicó. "En la primera parte he probado al palo largo y me la ha adivinado, así que he optado por tirar al corto", explicaba uno de los jugadores revelación de la Eurocopa, que no quiere protagonismo: "He venido del barro y soy humilde. Este equipo es invencible".
La virtud de surfear sobre la veintena es que nunca se ve el camino empinado, por eso ni Nico ni Lamine Yamal (que no está ni cerca de los 20) lo vieron en ningún momento e insistieron una y otra vez hasta que encontraron la forma de derribar el muro georgiano. Cuando acabaron el trabajo, se sacudieron las manos y se jugaron a 'piedra, papel o tijera', como en el patio del colegio, quién bebía agua primero. "Discutimos por el botellín, pero gané yo", confesaba entre risas Nico Williams, de quien su hermano, en la grada, se mostró orgulloso a través de X.
Aunque ellos huyan de la personalización, el resto del equipo sabe que ellos son un arma esencial. "Por eso necesitábamos tener calma y darles pelotas en el uno contra uno", aseguró Fabián, que volvió a marcar con una asistencia de Yamal. A ambos los elogió Luis de la Fuente, muy contundente en su análisis de la noche: "Hemos sufrido un poco, pero el partido era de ocho o nueve a uno". El otro seleccionador, Sagnol, tenía una visión diferente: "El primer gol es fuera de juego, es clarísimo. No entiendo los motivos por los que no se pita. El VAR es una herramienta maravillosa, pero no saben usarla", se quejó.
Reconoció el andaluz que no estaba acostumbrada España a ir por detrás en el marcador y menos después de un gol en propia puerta. Fue Le Normand el que temió a Kvaratskhelia y puso el pecho. Antes, la selección ya se había estrellado ante el portero del Valencia. Se puso Mamardashvili pegamento en los guantes para blocar balones, y eso fue lo que hizo cada vez que España tiró entre los tres palos.
El primero fue a Pedri, el segundo a Carvajal y después a Fabián y a Cucurella. No fueron ocasiones para el lucimiento que engorde su vitola de mejor portero del torneo, pero faltaba la de Nico Williams. Esta sí le forzó a un blocaje de emergencia y fue el primer aviso. Ante el zurdazo de Rodrigo ajustado al palo a 98 kilómetros por hora, nada pudo hacer. El centrocampista del City marcó su cuarto gol con España para provocar que el partido arrancara de nuevo para alivio de la grada.
Era justo lo que necesitaba la selección. Un tiempo muerto para reaccionar. Cuatro minutos antes el propio Rodri pedía calma porque se habían contagiado de la revolución que se empeñaban en forzar los georgianos empujados por su afición. "En el primer tiempo no éramos nosotros. Hemos tenido demasiada prisa", argumentaba Fabián.
Aunque Kvaratskhelia fue una pesadilla para Carvajal y, con pillería, quiso hacer pagar a Unai Simón su juego tan adelantado, le ganó Lamine Yamal para poner un centro a Fabián para ordenar el partido y sumara su segundo gol en esta Eurocopa.
Con la nube de la sorpresa despejada, el extremo del Barça buscó la forma de batir al meta valencianista y así poner su nombre en la historia de la competición. Hasta tres veces estuvo a punto y la pelota no quiso entrar. Tendrá que ser ante Alemania. "Estoy seguro de que su gol va a llegar", vaticinaba Nico.
La que sí entró fue la de Dani Olmo para tumbar los planes que Sagnol pudiera tener de intentar sobrevivir. Se los hizo llegar al capitán Kashia en un papelito a través de Davitashvili aprovechando un cambio.
El aviso de Inglaterra
España se sobrepuso, concienciados los futbolistas de que a estas alturas los errores se pagan caros. Nada más saltar al césped en Colonia se embobaron mirando por los videomarcadores cómo Inglaterra sufría con Eslovaquia. Los suplentes aún vieron la chilena de Bellingham para el empate y el gol de Kane en el arranque de la prórroga. Era el recordatorio de que ninguna selección concede en esta Eurocopa, por muchos quilates que tenga el rival.
Quizá fue eso lo que Pedro Rocha iba reflexionando en su visita en solitario por la mañana a la Catedral de Colonia. Algunos aficionados españoles le reconocieron y se fotografiaron con él; otros directamente huyeron. «No queremos saber nada de corrupción», explicaban. Se paseó como un turista más por toda la Seo, que cuenta desde hace siglos con un relicario que guarda los restos de los Reyes Magos. «Quizá les haya pedido que le traigan la victoria en las elecciones», bromeaban los aficionados.
El favor de la UEFA, por el momento, lo tiene. En el palco estuvo al lado del presidente, Alexander Ceferin, y escoltado por la ministra de Educación y Deportes, Pilar Alegría, que representó al Gobierno en esta eliminatoria. Esta vez no hubo ningún problema protocolario y, aunque se sufrió por momentos, el final fue feliz. Habrá que ver en Stuttgart el próximo viernes.
A España no sólo le costó doblegar el orgullo de Georgia, sino sostenerse en un césped en mal estado. Como en Frankfurt, Gelsenkirchen o en Dortmund, el verano alemán ha traído tormentas que han ablandado los campos. Y no sólo se levantan, sino que provocan los resbalones de los jugadores que lo eligen bien las botas. Uno de ellos fue Rodrigo. Por suerte España no lo pagó y él acabó como MVP.