Este martes por la tarde, la sorpresa. Horas antes Mo Katir había sido la estrella en la presentación del mitin internacional de Valencia, donde había anunciado que atacaría el récord de Europa de los 5.000 metros y se había mostrado alegre, tranquilo, confiado. Pero después recibió un correo electrónico de la Unidad de Integridad de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics). Le abren expediente, está sancionado. El vigente subcampeón del mundo de los 5.000 metros, el mejor fondista español en la actualidad, no puede correr.
En los últimos 12 meses ha fallado tres veces bajo las normas del sistema ADAMS, es decir, en tres ocasiones no estaba donde había dicho que estaría, y por ello se le castiga. Su expediente sigue abierto, es todavía provisional, no se conoce el alcance de la suspensión, pero casos parecidos han acabado en hasta dos años de pena. Adiós al Europeo de Roma de junio, al Campeonato de España posterior y, sobre todo, a los Juegos Olímpicos de París 2024. El más claro candidato a medalla de la selección española, apartado.
“No estoy de acuerdo con la citada decisión y me dispongo a recurrirla. En alguno de los fallos de localización reportados me encontraba disponible en lugar, fecha y horas aportadas por mi parte”, anunció el atleta en un comunicado, aunque su entorno no confirmaba este miércoles si esa sería su línea de defensa. En las próximas horas, Katir pedirá la cautelar para poder seguir compitiendo, luego recurrirá y, más tarde, si hace falta, llegará al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS). En las manos de sus abogados está ahora decidir entre dos argumentaciones distintas para revertir la sanción: ¿A quién echarle la culpa?
Los doctores, primera opción
La primera opción, como decía su escrito, es culpar a los doctores, a los mal llamados vampiros, y probar que sí estaba donde decía. Es el camino que, entre otros, escogió el velocista estadounidense Christian Coleman -no estaba en casa, pero demostró que estaba en un centro comercial cercano- y que le permitió una condena reducida a 18 meses. ¿El problema? Que igualmente se perdió los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. La otra opción es culpar directamente al sistema. Es más compleja, más costosa, pero podría llegar a ser más beneficiosa.
“El sistema ADAMS, el programa a través del cual todos los deportistas deben informar de su paradero durante una hora cada día del año, es muy complicado. No es fácil de comprender, no es adecuado para todos. Además tiene fallos: a veces no funciona o no notifica a tiempo al deportista”, señalaba este miércoles el agente de Katir, Miguel Ángel Mostaza, en conversación con EL MUNDO marcando la que podría ser su arma para el recurso. Sería seguir la vía que ya salvó a otro fondista español, Adel Mechaal.
La vía Mechaal
En 2016, antes de los Juegos de Río, Mechaal fue sancionado por lo mismo, tres faltas en controles antidopaje, pero logró hasta dos cautelares y finalmente nunca fue castigado porque demostró que el sistema fallaba, que se colgaba, que no había funcionado correctamente en los días señalados. De hecho, una posibilidad es que Katir recurra al mismo equipo legal que trabajó en el caso de Mechaal en busca de una resolución parecida. En todo caso, el fondista y sus abogados todavía no han decidido qué hacer y este miércoles aún estaban estudiando el expediente y los detalles de las tres faltas.
“La Federación desea recordar que un atleta suspendido provisionalmente o con un expediente abierto no cumple los criterios de elegibilidad”, anunciaba la Federación Española de Atletismo (RFEA) en un comunicado crudo en el que no expresaba deseo alguno sobre el recurso del atleta. Al presidente del organismo, Raúl Chapado, la notificación de la sanción le sorprendió en Mónaco, precisamente en una reunión de la World Athletics, y anunció una rueda de prensa este jueves.
La credibilidad de todo el atletismo español depende ahora de la resolución del caso Katir, erigido en referente en los últimos tiempos. Quitando los dobletes de Álvaro Martín y María Pérez en la marcha, el fondista fue el único medallista en el último Mundial y ya venía del bronce en los 1.500 metros del Mundial anterior. Nacido en Alcazarquivir, Marruecos, pero criado desde los cinco años entre Huesca y Mula, Katir no pudo brillar en categorías inferiores hasta que en 2019 obtuvo el pasaporte español por residencia -no por carta de naturaleza- y, tras la pandemia, despuntó. En 2021 se hizo con los récords nacionales de 1.500, 3.000 y 5.000 metros y completó así su presentación. Luego, entre su timidez e introspección, viviendo en las alturas del Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, vendrían las medallas, sus victorias en la Diamond League o su rivalidad con el dominador Jakob Ingebrigtsen.
Ahora, en cambio, en la línea de salida, la Federación Internacional de Atletismo contra Katir para ver quién demuestra si hubo o no hubo tres faltas del atleta en el sistema. En la meta, la opción de ir a los Juegos de París 2024 y allí conseguir una medalla.