En el segundo set, Novak Djokovic se acercó a su banquillo y, sin pararse, pegó un raquetazo contra la silla del juez principal y rompió un micrófono. Para él y para su equipo fue un instante de esperanza. Como mínimo, la motivación, la ambición, el fuego seguía ahí. Pero resultó un espejismo. El serbio, más apagado, confuso e impreciso que nunca, sufrió este viernes su primera derrota en la fase decisiva del Open de Australia.
El propio Djokovic aceptó que todo había sido raro. «Me sorprendió mi nivel, me quedé en ‘shock’. No hice casi nada bien en los dos primeros sets. Que yo recuerde, fue uno de mis peores partidos. Jugar así fue desagradable», aceptó el número uno del ranking que también aplaudió a su rival por haberle superado «por completo». Sinner, de hecho, no le concedió ni una oportunidad de rotura y le llevó por donde quiso. En los últimos meses ambos se han encontrado hasta cuatro veces, dos en las ATP Finals, una en la Copa Davis y este viernes en Australia, y el italiano ha salido victorioso en tres ocasiones.
«En el primer set ya vi que Novak no estaba golpeando la bola como siempre y me extrañó. Estaba menos concentrado, tenía un mal día. Es el mejor restador de todo el circuito y no ha conseguido ni una sola bola de break, esa estadística es muy rara para él», analizó Sinner, que en la final de este domingo se medirá a Daniil Medvedev que se impuso a Alexander Zverev por 5-7, 3-6, 7-6(4), 7-6(5) y 6-3.
Pese a sus dolores en la competición previa, la United Cup, Djokovic quiso descartar una lesión en su muñeca derecha como la culpable de sus males en Australia y anunció una mejor versión para los próximos meses. Ahora el serbio descansará y después, ya sin restricciones por el covid, ha confirmado su presencia en los Masters 1000 de Indian Wells y Miami de marzo, donde no juega desde 2019. Es posible que antes dispute el ATP 500 de Dubai, pero todavía no es oficial. En todo caso, este viernes, tras su derrota ante Sinner se quiso quitar presión para el próximo Grand Slam, Roland Garros, donde llegará como vigente campeón y favorito.
«Si juega Nadal, él siempre es favorito en París. También estarán Sinner y Alcaraz y, de hecho, cualquiera entre los 10 mejores del ranking podría ganar. Hay que ver cómo se desenvuelven los jugadores en los próximos meses, Roland Garros queda muy lejos», comentó un Djokovic alicaído que, al mismo tiempo, negó la llegada de su ocaso.
No advierte el ocaso
A sus 36 años y con 24 Grand Slam todavía no se imagina retirado, más bien todo lo contrario. Para esta temporada, como ya ha admitido en múltiples ocasiones, tiene un objetivo más allá de aumentar su cuenta de ‘grandes’ o sus semanas en el número uno: el oro en los Juegos Olímpicos de París 2024. En Pekín 2008, Londres 2012 y Tokio 2020 llegó a semifinales y las tres cayó.
«Tengo grandes esperanzas para esos Juegos y los próximos Grand Slam. No estoy acostumbrado a esta sensación porque la mayoría de mis temporadas empezaron con una victoria en Australia, pero es lo que hay. No he estado a mi nivel, pero no es el principio del fin. Ya veremos qué pasa el resto del año», proclamó Djokovic, tocado este viernes, pero no para siempre.
Medio siglo después de la era dorada del boxeo, los deportes de contacto vuelven a estar de moda en España. Quedó atrás la satanización, la aprensión e incluso la mojigatería alrededor de los combates, con su violencia, su sangre y sus posibles lesiones. Mientras se multiplican los seguidores y los practicantes, Topuria, un desconocido para el público general hace no tanto, planea llenar el Santiago Bernabéu en los próximos meses para defender su título del peso pluma en la UFC. Semejante boom merece una explicación.
«Hay muchos motivos, pero el principal es que ha desaparecido el tabú. Durante la transición en España se consideraba que los deportes de contacto ya no iban con los tiempos, que eran anacrónicos, y esa idea ya no existe, ahora son 'cool'. Es consecuencia de varias fenómenos: hay gimnasios que trabajan muy bien la base, hay mucho público interesado en la autodefensa, el boxeo fitness o boxeo recreativo ha atraído a aficionados diferentes, procedentes de las clases liberales...», analiza Raúl Sánchez, sociólogo del deporte por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) que desde hace años analiza la evolución de los deportes de contacto en España y que se apoya en datos para sus argumentos.
Antes del éxito de Topuria, varias disciplinas de contacto ya crecían exponencialmente en España. Entre 2012 y 2022, las licencias federativas del boxeo pasaron de 1.300 a 8.000, las del kickboxing aumentaron de 3.000 a 13.000 y las licencias de lucha se elevaron de 6.000 a 16.000. Todos esos nuevos aficionados, mayoritariamente adultos, eran la base ideal para un fenómeno así, pero faltaba público joven. ¿Y quién mueve hoy a más chavales?
Entre Ibai y Jordi Wild
«Tener a un campeón como Topuria es muy importante, pero también lo ha sido el auge de las veladas de streamers. Sin ellas, la Topuriamanía sería más pequeña. Ibai Llanos, Jake Paul y Jordi Wildhan hecho mucho para popularizar los deportes de contacto», explica Gonzalo Campos, comentarista de UFC en Eurosport, presentador del podcast Generación MMA y una de las caras visibles del Dogfight, el evento creado por Jordi Wild. Una semana antes de la pelea de Topuria y Alexander Volkanovski, unos 400.000 espectadores veían a través de Youtube los combates organizados por el creador de contenido en el Tarraco Arena de Tarragona.
La audiencia adolescente radicada en Youtube y Twitch -que en julio llenará el Santiago Bernabéu en la Velada del año 4 de Ibai- ha abrazado las artes marciales mixtas (MMA) o el boxeo como modalidades propias, algo generacional. «Y para ello ayudan factores como que los combates de MMA sólo duren entre 10 o 15 minutos o que ya no tengamos tantos remilgos. Los jóvenes podemos acceder a lo más gore en nuestro teléfono con un solo click; no nos parece fuerte que dos profesionales accedan a intercambiarse golpes dentro de los límites que establecen las reglas», añade Campos, que ha vivido el fenómeno UFC casi desde el principio.
Porque la principal competición de artes marciales mixtas del mundo ha explotado en España este año, pero antes ya contaba con fans en el país y fuera era un éxito rotundo. Hace una década, mientras en Estados Unidos, parte de Asia y algunos países de Sudamérica superaba las audiencias del boxeo, a España llegaban los ecos de las peleas de Jon Jones o Ronda Rousey y empezaba a crearse una comunidad de fans alrededor de Conor McGregor. Con un personaje como él como gancho, con sus KOs, con sus celebraciones, con sus escándalos, con su combate con Floyd Mayweather, la UFC generó interés, hasta el punto que en enero de 2022 Eurosport España compró los derechos en exclusiva. Eran unos pocos y hoy son muchos, pero... ¿Todos tienen el mismo perfil?
¿Una respuesta a lo 'woke'?
«Bienvenidos al Estirando el chicle de la gente que no sabe que es Estirando el chicle», presentaba el controvertido cómico David Suárez al inicio del último evento Dogfight de Jordi Wild y luego estiraba la caricatura del público presente, muy mayoritariamente masculino: «Se quejan de que en los premios Esland hay pocas mujeres. Eso es porque todavía no han visto esto».
«No podemos negar que el éxito de las artes marciales mixtas tiene mucho que ver con la masculinidad clásica. Una reacción de aquellos que piensan nos estamos pasando con lo woke, que los hombres están discriminados, como señalaba el último CIS», afirma el sociólogo Raúl Sánchez, que encuentra respuesta en el comentarista Gonzalo Campos: «Los deportes de contacto siempre han sido de nicho, para hombres de entre 25 y 45 años. Ahora, con este boom, al llegar al mainstream, no son deportes más de hombres, todo lo contrario. El target se está abriendo y están llegando más mujeres. Si seguimos la comparación, es como Estirando el chicle: era un programa para un público mayoritariamente femenino y ahora que es mainstream lo escuchan más hombres».
Un WiZink lleno o "dos telediarios"
Sea como sea el fenómeno está en plena expansión, con una Federación Española de MMA en ciernes y varias organizaciones apostando fuerte por la expansión de los deportes de contacto en España. El pasado domingo 3, de hecho, la más importante de ellas, WOW, abrió la temporada con un llenazo en Vistalegre: 7.000 personas para ver artes marciales mixtas. «Topuria es como Pau Gasol para la NBA en España o Fernando Alonso para la Fórmula 1. Es la mecha para encender el fuego. Pero si no pusiéramos combustible todo se apagaría rápido. En cuatro años hemos producido 600 combates y cada vez viene más gente a ver nuestras veladas. La última pelea de Topuria en la UFC, en California, tuvo unos 18.000 espectadores, aquí ya casi estamos en la mitad. Es una locura», acepta David Balarezo, el CEO de WOW, que acaba de cerrar una ronda de inversión serie A con un fondo estadounidense y numerosos socios, entre ellos varios futbolistas.
Sus combates son emitidos en exclusiva en Movistar y la competición planea una gira por toda España que llenará el Cartuja Center de Sevilla o la cúpula de Las Arenas en Barcelona. «Con Topuria hemos notado un incremento de un 30% de nuestros seguidores. En un futuro no muy lejano quizá podamos llenar el Wizink o Vistalegre, que son unas 14.000 entradas, pero todavía nos falta un poquito», cierra el ex luchador apodado Bala. Aunque hay voces que no son tan optimistas.
Al fin y al cabo, en los últimos 50 años en España los deportes de contacto estuvieron a punto de asomar la cabeza en varias ocasiones y nunca antes lo consiguieron. Hubo muchos chascos. «Para mí, es una moda y está bien, pero no durará mucho. En España lo único que se mantiene todos los años es el fútbol», proclama Javier Castillejo, quien casi fue Topuria antes de Topuria.
En los años 90 y los 2000 fue ocho veces campeón del mundo de boxeo y, como después harían Sergio 'Maravilla' Martínez o Joana Pastrana se hizo un hueco en las televisiones, en las radios, en la prensa, pero no duró mucho. Las peleas estuvieron cerca de volver a ser moda, pero quizá por el tabú, quizá por la ausencia de una base, quizá por la falta de una organización como la UFC o quizá porque no existían las veladas de 'streamers', no llegaron a convertirse en un fenómeno de masas. «Ahora es un buen momento, los medios están interesados y me parece fenomenal. Ojalá dure muchos años, hay mucha gente joven interesada. Pero por mi experiencia durará dos telediarios», cierra Castillejo con la dureza propia de estas disciplinas.
Apagar el móvil, eso lo primero. Entrar en el Monestir de les Avellanes, un monasterio en mitad de la sierra de Montsec, cerca de Lleida. Y a partir de ahí, callar. Callar, callar y shhhhhhh, callar. Tres días en silencio. En el desayuno, durante el entrenamiento, en el almuerzo, en las sesiones de meditación y en la cena. Ni un ruido. Horas y horas de escucharse a uno mismo, desenredar los pensamientos propios y descubrirse hasta en lo más profundo. Así fue el stage que el equipo español de tiro con arco hizo el pasado octubre en su preparación para estos Juegos Olímpicos de París.
La semana próxima, entre el martes y el domingo, Pablo Acha y Elia Canales se jugarán tres medallas -dos individuales y el equipo mixto- con el mindfulness como arma. Si ganan a los tiradores asiáticos, especialmente a los surcoreanos, eternos dominadores de la disciplina, pueden decidir que es gracias a conocerse más a sí mismos.
«Fue una idea del seleccionador, Elías Cuesta, que buscaba mejorar la capacidad de concentración del grupo y sabía que existían estos retiros de meditación. Nos pusimos en contacto con Andrés Martín Asuero, que es un experto en mindfulness y él coordinó la actividad», explica Carlos Morillo, director deportivo de la Federación Española de Tiro con Arco y parte de una revolución.
Del método coreano al estilo español
Desde siempre la selección seguía las enseñanzas que llegaban de Corea del Sur y, de hecho, tenía una pareja de seleccionadores del país asiático, Hyung Mok Cho y Mi-Jeong Lee, pero después de los Juegos de Río 2016, al ver que las medallas se volvían a escapar, la Federación decidió romper con todo. Le entregó el equipo a Elías Cuesta, olímpico en Londres 2012, y permitió que trabajara de otra manera. «El método coreano es muy simple: repetir, repetir y repetir. Hacerlo lo más básico posible, dejar la mente en blanco, convertirse en un robot. Con Elías todo es muy distinto», explica Canales, que en primera ronda se medirá a la británica Megan Havers, de sólo 16 años.
Con Cuesta al mando, los tiradores españoles no tienen que ser robots, todo lo contrario: tienen que conocerse, dominar su cuerpo y su mente. En los últimos años han hecho ejercicios de estabilidad o de vista, estudios de biomecánica y mucho trabajo psicológico como el retiro de silencio en el Monestir de les Avellanes. «Trabajamos la meditación. En el monasterio nos enseñaron mucho a estar en el momento presente, a escucharnos, a mantener la concentración en una única cosa. Al final el tiro con arco no es sólo tirar flechas, es relajación, autoconocimiento y control», asegura Pablo Acha, que debutará contra Lin Zih-Siang, de China Taipei, y que admite que lo más difícil del retiro fueron las primeras comidas.
Un esfuerzo durante el almuerzo
La instrucción era que, en silencio, cada tirador podía empezar a comer cuando quisiera y levantarse cuando acabara, que estaban solos aunque se sentaran en grupo, pero al principio costaba aguantarse la risa. «En esos momentos sí era complicado, pero luego ya nos acostumbramos. Los tiradores, por naturaleza, solemos somos tranquilos», añade Acha. En el 'stage' en el monasterio ilerdense, la selección no tuvo ninguna sesión de técnica, aunque sí lanzaron flechas. Colocaron unas dianas en el patio del recinto y cada tirador pasó un par de horas al día practicando, siempre en silencio, para no perder 'feeling' con el aparato.
Ahora, después de todo ese trabajo, España llega con opciones de medalla en tiro con arco por primera vez desde el oro del equipo masculino en Barcelona 1992. Canales es quinta del ranking mundial, aunque puede encontrarse en octavos con la surcoreana Lim Sihyeon, que en la clasificación batió el récord del mundo femenino. Habrá más opciones el dúo mixto, debutará contra la pareja china formada por Xan Yang y Yan Wang.
«Las coreanas no son intratables. En la clasificación lo hicieron muy bien; el nivel lo tienen, pero, al final, en una eliminatoria puede ganar cualquiera. Es complicado, pero no es imposible», comentaba incluso Canales que cuenta con una fortaleza que no tienen las asiáticas: en el más absoluto silencio en el Monestir de les Avellanes se conoció en profundidad a sí misma.
Cojo, roto, destrozado. Así sobrevivió Novak Djokovic durante dos horas este lunes en su encuentro de octavos de final de Roland Garros ante Francisco Cerúndolo y lo extraño fue lo que pasó después: se rehizo, voló y venció en cinco sets para clasificarse para cuartos. Al acabar, el serbio explicó que un ibuprofeno le había salvado, que había olvidado un rato el dolor, pero este martes la lesión ya era intratable. En cuanto visitó a un médico, estaba decidido: no más tenis durante unas semanas. Ahora la duda es si llegará a Wimbledon y, sobre todo, si disputará los Juegos Olímpicos, su gran objetivo, el único título que le falta.
"Por culpa de un desgarro de menisco en su rodilla derecha, descubierto en una resonancia magnética realizada hoy, Djokovic debe abandonar el torneo", informó por la tarde la organización, que se quedará sin uno de los partidos de cuartos de final. El serbio iba a enfrentarse a Casper Ruud, finalista en los dos últimos años, y ese duelo quedará desierto.
El ascenso de Sinner
Peores serán las consecuencias para el mismo Djokovic. Al retirarse cedió su trono como vigente campeón de Roland Garros -perdió la opción de levantar su Grand Slam número 25- y, a la vez, el número uno del ranking ATP. Haga lo que haga en lo que queda de torneo, el próximo lunes Jannik Sinner se convertirá en el vigésimo noveno líder de la lista de la historia, el primer italiano, y empezará un reino que apunta a largo.
Sinner, de hecho, celebró su nueva posición con una victoria ante Grigor Dimitrov por 6-2, 6-4 y 7-6 que le colocó en semifinales -donde podría medirse a Carlos Alcaraz- y alargó su ventaja en la lista. Como mínimo acabará Roland Garros con más de 1.000 puntos sobre Djokovic y 2.000 sobre Alcaraz y no mucho que defender: en el último Wimbledon cayó en semifinales y en el último US Open se quedó en octavos de final. Ante los problemas físicos de Djokovic, sólo una lesión o una racha triunfal de Alcaraz podría apartar a Sinner del número uno antes de que acabara el año.
"Es un orgullo convertirme en numero 1, pero nadie quería que Novak tuviera que retirarse. Es una pena. Le deseo una rápida recuperación. Intento no pensar mucho en el ranking porque estoy en un torneo muy importante, pero está claro que es una alegría para mí y para Italia", comentó Sinner al acabar su encuentro, cuando quedó claro que conocía de antemano la retirada de Djokovic, Aunque el comunicado fue emitido mientras disputaba el tercer set ante Dimitrov.
"Llevo un par de torneos con ello"
En realidad los problemas de Djokovic con la rodilla eran conocidos en el torneo desde hace unas semanas. En varios entrenamientos en las pistas anexas a Roland Garros había aparecido con un vendaje y ya se había quejado de molestias en tercera ronda, ante Lorenzo Musetti, la madrugada del sábado al domingo, cuando también necesitó cinco sets para ganar. "En las últimas semanas llevo teniendo un pequeño malestar en la rodilla derecha, pero no es una lesión como tal. Llevo ya un par de torneos jugando con ello", comentó Djokovic tras su victoria ante Cerúndolo, sin querer cargar excesivamente contra el torneo por obligarle a jugar a horas intempestivas.
"Lo de hace dos días no me ayudó, desde luego. Pero antes del partido [ante Cerúndolo] me encontraba bien", reconocía el serbio que se había quejado amargamente de la pista. Según su parecer, resbalaba. Pero la juez de silla, Amelie Tuerte, y Cerúndolo lo negaron. Visto en perspectiva, su inestabilidad podía deberse a su lesión en la rodilla derecha.
Un mal año de Djokovic
Visto en perspectiva, su estoicismo ante Cerúndolo fue osado, un riesgo innecesario. Pero Djokovic construyó su palmarés entre riesgos parecidos. En el Open de Australia, dos veces sufrió un desgarro muscular, en 2021 y 2023, en el abdomen y en el cuádriceps, y dos veces aguantó para llevarse el título.
Este año, en cambio, las cosas no les salen, ni con sufrimiento ni sin él. A su derrota ante Sinner en semifinales del Open de Australia, añadió una gira americana fugas y muchos problemas en la gira europea de tierra batida. Sin finales este año, incluso se apuntó al ATP 250 de Ginebra para coger ritmo, pero allí recibió un botellazo involuntario de un aficionado y perdió en semifinales. Ahora, pese a su aguante, en su horizonte sólo se divisan nubes.