Alexander Zverev es una estrella del tenis.
A sus 26 años, sexto del ranking mundial, no hay dudas. Es uno de los protagonistas de las promociones del circuito ATP compartiendo bromas con sus compañeros, de Novak Djokovic a Carlos Alcaraz. Acaba de ser elegido como uno de los miembros del sindical Consejo de Jugadores. Y, entre otras cosas, ‘Break Point’, el recién estrenado documental de Netflix, le dedica un capítulo entero a su diabetes, a su grave lesión en el pie derecho en 2022 o a su fundación. Después de ganar ayer en segunda ronda al eslovaco Lukas Klein por 7-5, 3-6, 4-6, 7-6(5) y 7-6 (7), es uno de los candidatos a la victoria en el Abierto de Australia, donde ya disputó semifinales en 2020.
Y, al mismo tiempo, Alexander Zverev está pendiente de juicio por maltrato.
Este mayo el Tribunal Penal de Berlín resolverá la denuncia de su ex pareja Brenda Patea, que le acusó de violencia continuada en los cuatro años que duró su relación. “Es un hombre celoso, revisaba constantemente mi teléfono y a veces un simple ‘me gusta’ de alguien a una foto mía era suficiente para enfurecerlo. Su ira se convirtió en violencia física varias veces”, confesaba ella el pasado noviembre al periódico Süddeutsche Zeitung, en cuyas páginas se recordaba que una pareja anterior, Olga Sharypova, ya le imputó unos hechos similares.
En la supuesta era de la cancelación, una circunstancia tendría que anular a la otra. Zverev, con su historial jurídico, podría haber perdido a sus patrocinadores, sería un proscrito en el circuito e incluso el resto de tenistas le habrían dado la espalda. Pero nada de eso ha ocurrido. El tenis vive como si el caso del alemán no existiera, completamente ajeno. Adidas o Flowbank hacen campañas con él, la ATP lo considera uno más en sus promociones y, si les preguntan, sus compañeros se hacen los despistados.
“Desconozco completamente la situación. No tengo nada que comentar”, dijo Stefanos Tsitsipas esta semana cuando le cuestionaron por Zverev. “Es la primera vez que oigo hablar sobre esto. No voy a comentar nada porque no conozco la situación”, añadió Grigor Dimitrov. “No he tenido mucho tiempo para pensar en ello, y realmente no tengo una opinión en este momento», apuntó por su parte Casper Ruud y así, más o menos, todos los interpelados. Sólo alguna tenista se ha atrevido a romper el tabú, como hizo Daria Kasatkina, número 13 del ranking WTA, que en ‘X’ interpeló a una de sus seguidoras por apoyar a Zverev: “Si eres mujer, te aconsejo que investigues sobre el chico que quieres ver y lo pienses de nuevo”.
“No queréis conocer la verdad”
La denuncia que pesa sobre Zverev está manchando el tenis y el tenis sólo sabe mirar hacia otro lado. Después de la denuncia de Patea el julio pasado, el alemán jugó numerosos torneos, entre ellos el US Open -cuartos de final- o las ATP Finals -fase de grupos- y en ninguno fue tratado diferente. Si acaso alguna organización, como ocurre estos días en el Abierto de Australia, ha optado por no mencionarle en redes sociales para evitar las críticas. Su actitud, además, suele ser beligerante, como demuestra que en noviembre apelara contra la resolución rápida del caso que le condenaba a pagar 450.000 euros a su ex pareja.
Esta semana, después de vencer en primera ronda a su compatriota Dominik Koepfer, incluso se encaró con un periodista que le preguntó por su puesto en el Consejo de Jugadores de la ATP en sus circunstancias. “¿Crees que es apropiado continuar en el Consejo?”, le cuestionó. “¿Por qué no?”, respondió Zverev. “Hay algunas personas que dicen que no deberías jugar y menos en una posición de liderazgo en el circuito. ¿Qué piensas de eso?”, replicó el periodista. “¿Cómo quién? Los periodistas estáis interesados en esta historia para obtener más clics, no para conocer la verdad”, sentenció el tenista.
La ATP no ha querido especular sobre una posible sanción si el alemán pierde el caso en mayo en el Tribunal Penal de Berlín, pero parece improbable que tenga castigo. Por lo visto, Zverev seguirá siendo una estrella del tenis sea o no sea condenado por maltrato.